lunes, 30 de junio de 2014

GARBO - 12 de Noviembre de 1968 - España




SARA MONTIEL:
FIESTA EN EL CEMENTERIO

-Ahí está mi madre. Si soy sincera, debo confesar que me encuentro a gusto en el cementerio. Como en casa. Estoy muy cerca de ella. Como si no estuviera muerta. Como si la visitara aún en vida…
Sara Montiel viste de negro. En luto riguroso. Mas no es un alma en pena. Sara Montiel aún sonríe. Su madre está ahí. En la tumba. Ley de vida. Una madre es una madre. No hay dos en el mundo. Sara Montiel era, además, una loca por su madre.
-Quise enterrarla aquí, en la Sacramental de San Justo y Pastor, porque es un cementerio que veo desde mi casa.


Campechana y sencilla, Sara Montiel, visitante diaria del cementerio, compartió la comida de cumpleaños celebrada en honor de la nieta de la florista. Sara y su caniche se dejaron retratar en amigable actitud, rodeados de sus nuevos amigos. 

No está triste. No está sola. La gente que vive en el cementerio la quiere. Los sepultureros son sus amigos. La florista la adora. Como si fuera de la familia. Sara Montiel se siente muy bien con esta gente sencilla y humilde. Todos la saludan. Charlan con ella. Sara los conoce por sus nombres. Dice:
-¡Hola, Calixto!
Calixto es uno de los sepultureros.
-¿Qué tal, García?
Es otro.
Los sepultureros han cobrado confianza con la estrella: la actriz más popular de España. Ellos llevan zurrones y almuerzan al sol. O a la sombra de un mausoleo, si el sol calienta demasiado. A veces, Sara Montiel pasa hacia la tumba de su madre y los sorprende con el plato en la mano. Ella siempre se detiene un momento. Los hombres, campechanos, rústicos, de recio corazón, le ofrecen:
-Si gusta…
Una y otra vez, Sara lo agradece. No come. Pero otro mediodía dice que sí, que les acompaña, que come con ellos. Y la estrella comparte el pan de los obreros. Comparte el cocido y disfruta más que con los más ricos manjares que le sirven en los mesones de cuatro tenedores. Sara Montiel me decía: “Son personas excepcionales por su bondad.” Sí, cierto. Y ella, igual. Es una Sara Montiel distinta a la que se ve en el cine, a la que arma ‘el lío’ en el teatro, a la que levanta tumultos en las calles… Sara es aquí María Antonia. La del pueblo. La de sangre humilde… La que siempre –incluso ahora- ama, por encima de todo, a su madre.


Un plano de la actriz y su perrita. 

La florista me dijo:
-Le lleva flores a diario.
Cantidad de flores. Crisantemos. Los crisantemos que tanto gustaban a Van Gogh. Y dalías. Y nardos. E incluso rosas, aunque se marchitan pronto. La florista se llama María. Como la madre de Sara Montiel: María. La florista invitó también a Sara:
-¿Quiere comer unas patatas con carne?
Y añadió:
-Cumple una nieta años y…
Sara Montiel dijo que sí.
Y, en efecto, Sara Montiel fue invitada a la mesa de la florista de la Sacramental de San Justo para el cumpleaños de la espigada Mary Jose Pinto. Mary Jose es una chiquilla muy crecida, muy graciosa, que cumplió los trece. Hay un sol espléndido en el cielo madrileño.


Sara ofrece a la florista un trozo de pastel que ella aportó a la comida. Cada mañana, nuestra estrella acude al camposanto en donde reposan los restos de su madre, fallecida hace algunos meses. "Aquí me siento como en casa, como si mamá estuviera conmigo", dice Sarita. 

Sorprendo a la estrella con la tarta. No hay velas encendidas. Ahora bien, la tarta está muy rica. Sara Montiel corta y reparte. En la mesa está la florista: doña María, le llaman. Y su familia: Soledad Roco, Paquita Roco con su marido José Trigo, Pepita Monsalve y Mari Carmen, una chica con unos ojos preciosos. La mesa está en el puesto de las flores. El sol pega fuerte y la florista ha colgado unos restos de cortinas y colchas en el tenderete para hacer sombra. Hay alegría en la mesa. Soledad es una mujer con mucho humor y con vis cómica. Cuenta chistes. Imita a los ‘graciosos’ del teatro y de la televisión. Incluso a Tony Leblanc. Mary Jose, una vez que brinda con champaña, se marcha a jugar con el ‘Cuchi’ de Sara Montiel. Es un caniche negro, muy mimado por la actriz.


La comida transcurrió alegremente, entre la felicidad de la florista y su familia, contentos de tener con ellos a una celebridad de la categoría de Sara. 

A la florita le digo:
-¿Queda alguna comida?
-Nada. Sólo tarta.
Y añade:
-Estaban muy ricas las patatas con carne. A Sara Montiel le han gustado mucho. Es estupenda esta mujer. Nunca hubiera soñado que podría venir a sentarse a mi mesa. ¡Tan famosa, tan popular, tan importante, tan cargada de millones…! Y aquí está, como una más de la familia. Ha comido como yo: patatas con carne, con guisantes y alcachofas. Ha bebido el vino tinto de los obreros. Ha servido la tarta… Y claro, también hubo ‘nescafé’ y champaña.
Está orgullosa, la señora, de la compañía de Sara Montiel. Nadie podía creerlo. Y es verdad. Ahí está Sara Montiel, en el cementerio, comiendo y alternando con la gente que allí trabaja.  La florista lleva unos cuarenta años vendiendo crisantemos, dalias, nardos, claveles… Soledad, que ha cocinado el guiso, lleva veinte años. Los demás, menos. Los albañiles y canteros que trabajan en un nuevo patio del cementerio pasan y saludan a la actriz. Con respeto y con afecto. Sara me confesaría:
-Vengo sola muchas veces. Mas no estoy sola. Siempre hay alguien que me acompaña.
Y me dice:
-Es una gente maravillosa.


Llega el momento de la despedida. Las peticiones de autógrafos llueven en torno a Sara Montiel. 


Un saludo, un "hasta mañana", y la actriz regresa a casa. 

Lo siente. Sara Montiel les ha dicho: “A mi estreno, en el teatro, no quiero que falten. Les enviaré invitaciones. Quiero que estén conmigo”. Sí, estarán. Y muy contentos. Allí estará la florista, María, y Calixto, el sepulturero. Allí estarán con las manos listas para ovacionar a Sara Montiel, a ese ídolo que a diario ven en el cementerio, llevando flores a la madre, pensando en vestir de mármol de Carrara la tumba, aunque haya que importarlo de Italia.
-¿No te deprime el cementerio?
-No. De veras que no. Me he resignado a la muerte de María. Sé que no hay remedio. Pero vengo porque me imagino que paso un rato con ella. Ahí, bajo ese árbol, unos padres lloran –no se contienen- la pérdida de una chiquilla de diecisiete años. En esa tumba hay otra muchacha joven que murió en accidente con el hermano. El padre está atolondrado. Ha perdido a los dos hijos. Se le vino el mundo encima. A veces le doy ánimos. Siempre pongo una flor en la tumba de la chica…
Sara Montiel se mete en el corazón de los demás. Comparte el dolor del prójimo. Da ánimos. Y no se siente deprimida entre las tumbas. Se siente deprimida entre las tumbas. Se siente más mujer. Se siente más auténtica. Se siente no estrella, sino una señora del pueblo llamada María Antonia.

Texto: JAVIER DE MONTINI
Fotos: MONCAUJASSA


EL RECORTE CLXVIII
El amor que Sara Montiel sentía por su madre era inmenso y hasta los últimos días de  vida confesó echarla de menos. Sin duda alguna este, quizá, fue el golpe más duro que recibió la artista en su vida. En 1969, la revista Ama recogía una entrevista en la que nuestra estrella hablaba sobre su viaje a Rusia y el precipitado regreso por el fallecimiento de María. 


Por la muerte de su madre regresó precipitadamente de Rusia
“SARA MONTIEL
SIN SONRISA”

Junto a la catedral de San Basilio, un edificio construido en el siglo XVII. 

Sara Montiel ha traído un cálido recuerdo de la fría Rusia. Marchó a Moscú invitada por el Gobierno soviético para participar en un festival cinematográfico. A su regreso, precipitado regreso, a causa de la muerte de su madre, nos ha contado para ustedes las experiencias de su singular viaje.
La muerte de su madre ha sido un duro golpe para ella. Por ese motivo la conversación con Sara tuvo un matiz especial, poco protocolario y mucho más entrañable que de costumbre.
Entre todos los recuerdos bonitos de Rusia se filtra el de su madre, para quien Sara Montiel tenía un cariño muy especial.



Vestida de luto, Sara nos muestra alguno de los muchos recuerdos que trajo de Moscú. 

EL FESTIVAL DE CINE
-¿Quién te invitó a ir, Sara?
-Fue el Gobierno soviético directamente. El motivo era presentar una película española y entregar los premios. Todo estaba maravillosamente organizado. Se portaron muy bien con nosotros.
Con ella viajaban don Miguel de Echarri, director del último Festival de Cine de San Sebastián, Ana Mariscal y Julián Mateos, junto con otros artistas españoles.
-¿Qué película presentó España?
-Hemos quedado fabulosamente bien. Presentamos “La Celestina”. ¡Cómo aplaudían en las últimas escenas!... El teatro estaba hasta el tope el día que se exhibió. Más de siete mil personas aplaudiendo…
-¿Qué recuerdo te has llevado de tus colegas extranjeros?
-Un bonito recuerdo, créeme. Melina Mercuri y yo fuimos las encargadas de entregar las medallas de los premios. La mujer de Vittorio de Sica me emocionó. Ella me acompañó hasta París cuando recibí el telegrama de mi madre. Nunca se lo podré agradecer. Todos, todos, se portaron maravillosamente. En seguida tuve el billete de avión. Me hicieron mucha compañía.
-¿Pudiste hablar con tu madre?
-Sí; es el único consuelo que me queda. No quería ir a Moscú, no quería dejarla sola, pero ella insistió, sabía que a mí me ilusionaba la idea y me pidió que hiciera el viaje. Cuando me marché estaba bastante bien. Es más, la llamé desde París, y me leyó ella misma un telegrama de Moscú por teléfono. ¿Cómo iba a pensar que empeoraría tan de prisa? Pero ¡ya ves! No me acostumbro a saber que no está. Han sido veinticinco años a su lado, y este último ha sido tan especial… Por ella he perdido este año, un perder que es ganar, por lo menos trescientos mil dólares. No acepté ningún contrato fuera de España. Me lo pedían una y otra vez: ‘Sólo una semana, Sara’, pero no quise. Antes de irme a Rusia le pasé la colección de modelos que iba a llevar. Siempre lo hacía. Y también ella estaba ilusionada con mi viaje.


Junto al retrato de su madre, cuya muerte ha dejado en la vida de Sara un vacío muy difícil de llenar. 

LA RUSIA QUE VIO SARA
-Estuve en Rusia otra vez como simple turista. Ahora ha sido diferente. Es un país maravilloso. ¡Me gustó tanto, tanto, que estoy deseando volver…!
-¿Qué dirías de los rusos?
-Que son dulces, muy dulces. Y que las mujeres trabajan mucho. La vida es dura, porque el clima es malo. Ellos son cariñosos y delicados.
-¿Te conocían allí?
-¿Que si me conocían? ¡No puedes imaginártelo! Me saludaban por las calles de Moscú… Hasta los guardias del Kremlin me reconocieron. Mis amigos del festival, extranjeros, también querían acompañarme siempre. Era la única manera de que pudieran visitar según qué lugares. Allí soy “la reina del ‘chanter clair’”. Esta era mi tarjeta de presentación.
-¿Viste a algún español en Moscú?
Claro que sí. Tuvimos una comida con algunos emigrantes que querían agasajarnos. Fue muy emocionante. Robles Piquer, que presidía la representación española, me decía: “¡Ay, Sara, qué gusto que hayas venido con nosotros!” Pasé un rato muy bonito con ellos.
-¿Volverás a Moscú?
-Sí; volveré. Me quieren de una manera especial en Rusia. Me habían invitado a quedarme quince días para visitar el país, pero… me vine tan de prisa… ¡Hasta dejé las maletas…! Ahora quiero quedarme en España y echar de menos, aquí, a mi madre, si no, podría volver…


Los militares rusos contemplan con admiración a Sara. En este viaje, la actriz ha cosechado muchos éxitos artísticos y personales. 

Pero lo que sí se trajo Sara de Moscú fue un juego de vodka de oro y una figura de madera tallada, con una cariñosa dedicatoria en ruso, regalo de los moscovitas. Todos esos recuerdos, y otros muchos que guarda en su bonita casa, no le dejan olvidar que no se ha quedado sola, que tiene muchos amigos, hasta en aquel lejano país de los zares.

Texto: SOFI DIEZ TEJERINA Y M. JAR


LA FOTO CLXVIII


Fotografía de la misma sesión que la de esta portada de Garbo. 

lunes, 23 de junio de 2014

CINE EN 7 DÍAS - 16 de Marzo de 1968 - España


La estrella aparece sólo en la portada. Este es el texto que acompaña:

SARA MONTIEL 1968
La impresionante fotogenia de Sara Montiel –la actriz española más popular en el mundo, sin duda alguna- resplandece a través de la película “Tuset Street”, que se terminará felizmente en Madrid durante el primer trimestre de 1968, y a la cual pertenece este gran plano de la estrella.


EL RECORTE CLXVII
Dos escándalos marcaron la carrera profesional de Sara Montiel en la década de los 60: el rodaje de 'Tuset Street' y su contencioso con Cesáreo González por 'La guerrillera de Villa'. Ambos llevaron a la actriz a multitud de portadas. Sobre el segundo, la revista Semana recogía estas palabras de la estrella en su número de 11 de Marzo de 1967. 

 RECLAMA VEINTICUATRO MILLONES DE PESETAS A CESAREO GONZALEZ
SARA MONTIEL
explica su “campanada”
El silencio ha sido roto. Sara Montiel ha dado explicaciones. Y como no es mujer de pelos en la lengua, no se ha andado por las ramas a la hora de poner las cartas sobre la mesa:
-En abril de 1965 firmé un contrato con Cesáreo González para protagonizar tres películas en un plazo máximo de tres años. La primera fue ‘La mujer perdida’. En este contrato se especificaba que la segunda de dichas películas tenía que empezar a rodarse en octubre del año pasado. Existe también una cláusula, según la cual, para rodar cualquier película fuera de España tendría que dar mi consentimiento, así como que tanto el guión, reparto y equipos técnicos debían ser aprobados por mí, de acuerdo con la productora. Por esas tres películas cobraría treinta millones de pesetas, más el veinticinco por ciento de los beneficios, asegurándome, en cualquier caso, otros seis millones.
-Bien; hasta aquí todo está claro. ¿Qué más?
-No es cierto que yo no haya querido ir a Méjico a rodar ‘La guerrillera de Villa’. Verbalmente, ya dije que no tenía inconveniente. Pero propuse que se introdujeran ciertas modificaciones en el guión, que beneficiarían a todos, según mi punto de vista. Según las cláusulas, tenía derecho a estas sugerencias.
-¿Y ahora, qué?
-El asunto ya está en la Magistratura del Trabajo. He presentado una reclamación a Cesáreo González por incumplimiento de contrato. Reclamo lo que dice el contrato: veinticuatro millones de pesetas. 


Por lo visto, no hay posibilidad alguna de avenencia. Sara afirma que ya ha perdido año y medio cumpliendo la exclusiva con Cesáreo González y que ha dado su consentimiento para rodar con otra compañía.
-A Carmen Sevilla no le guardo rencor. La han contratado y ella ha aceptado. Es lógico. Es una actriz que vive del cine.
La Montiel, pues, ha dado la ‘campanada’. Y parece que no está dispuesta a retroceder. Se encuentra muy segura en su postura. Por otra parte, niega que su cintura tenga ochenta y tres centímetros –no; no los tiene- , que se haya estirado la piel en París, que vaya a someterse a una cura de adelgazamiento en Roma, que en Méjico tenga ‘líos’, por los que ha preferido ni pisar el país azteca; que el público la acepte ahora menos que antes…
Lo que parece, en definitiva, es que Sara Montiel ha decidido dar un giro total a su carrera. Nueva productora, nuevos temas, nuevo estilo, no más “muchachas humildes que alcanzan el triunfo después de soportar durísimas pruebas…” Vamos a ver si, en efecto, Sara Montiel es una mujer inteligente.


LA FOTO CLXVII


Otro maravilloso plano de la actriz para la promoción de 'Tuset Street'

jueves, 19 de junio de 2014

SEMANA - 30 de Octubre de 1965 - España

(Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista)

SARA MONTIEL
levanta el telón de acero
EL CUPLE EN EL MUNDO ROJO
Ganará once millones de pesetas

Ya no se oyen los aplausos y ella está a la vez sería e inquietante. En sus manos que ahora van pasando fotografías de giras exitosas, luce un anillo de mil brillos y gran tamaño. Ella no sabe estar sin su público. Sola, mira a uno y a otro lado como si se ahogara, como si le faltara el equilibrio y la silla diese vueltas. Hace unos minutos a Sarita se le escapó una lágrima por un sendero del rimmel. Una lágrima de verdad, no de cine. Le acaban de conceder el Garbanzo de Plata. Le acababan de aplaudir con sinceridad sus amigos, los del cine, los del teatro, los periodistas. Pero el acto ha finalizado hace cinco o diez minutos. Y unos y otros se han ido de Torres Bermejas, después de aplausos y discursos, de chistes y felicitaciones.
Sarita, Sara Montiel, nos ha concedido la media hora de diálogo que le habíamos pedido…
-Bueno, ya me voy tranquilizando –dice- . Estos actos me emocionan. Pregunte lo que quiera.
Sarita sigue mirando a uno y otro lado. Como si fuera esta la primera entrevista que le hacen. Y ha sido entrevistada miles de veces. Sarita de la Mancha teme a los periodistas. Y como una gacela inquieta, parece que busca ayuda. Nos ponemos en su lugar. Le han preguntado tantos disparates; se ha querido profundizar en la intimidad que le pertenece y defiende; se han escrito tantas y tantas cosas…
-Sólo queremos que nos hable de los públicos que conoce –le decimos- y de esa gira sensacional tras el telón de acero…
-¿De los públicos…? –parece que se le alegra el rostro-. Sí. Yo de esto sé mucho. Conozco al público de todos los países de América. Los de naciones hispanas son parecidos, si bien he apreciado diferencias muy acusadas en mis actuaciones…




Las más recientes fotos de Sara Montiel durante esta interviú. 

Los brasileños, latinos
Hace poco más de año y medio, Sarita Montiel regresó del Brasil en donde había rodado ‘Samba’.
-…Los brasileños son muy latinos. Tengo de aquel país unos recuerdos maravillosos. Cuando interpretaba ‘A noite do meu ben’, ante más de dos mil personas, quedaba la sala en el más absoluto silencio. No se oía nada. Sólo mi canción. Cuando acababa, rompían en aplausos. Decían que mi acento portugués era perfecto.
José Vicente Ramírez Olalla, marido de la internacional estrella, se ha acercado a la mesa. Es un vasco cordial, pendiente de su esposa.
-Vicente me acompaña a todas las giras desde que nos hemos casado –dice, animada, Sarita-.


Moscú. La actriz española ante el estadio Lenin. Al fondo se ven las torres del Kremlin. 

La actriz se va abriendo al diálogo. Sarita, muy sencilla, muy sincera cuando habla, necesita hacerlo con tranquilidad, en un ambiente de confianza. Y entonces su mirada y voz, huidizas a las entrevistas ‘al minuto’, se hacen suaves y dulces. Y las manos ya no se mueven desmesuradamente, sino con ritmo.
-Los venezolanos son muy simpáticos –prosigue-. Actué en Caracas, Valencia y Maracaibo. Allí, como en todos los países de América en los que he estado, canté cuplés, tangos y canciones modernas.
-También estuvo en México…

Los mexicanos, serios
-Son los más serios. Los mexicanos son amables, aunque muy comedidos. No tan impetuosos, por ejemplo, como los colombianos y chilenos. En estos últimos países no dejaban de decirme piropos. Y yo, a veces, no apercibía de si estaba en el extranjero o en España.
-¿Qué nación de aquel continente le satisfizo más?
-Todas tienen su encanto. Un encanto diferente. El aplauso es universal, aunque en unas ciudades, o en unos públicos tenga más calor. Por ejemplo, en Argentina me encontraba muy a gusto, pues fui por una semana y estuve tres meses en el teatro Avenida, de Buenos Aires. Eran locos por ‘Nena’, mi cuplé preferido.


En el cine República, de Bucarest, se representan películas de Sara Montiel. 

-¿Qué público entiende mejor sus cuplés y tangos?
-Naturalmente, el español, pues canto siempre temas arraigados en España. El público español es maravilloso, aunque lo conozco más por los estrenos de películas, que en actuaciones directas. Creo que en España sólo un día canté en un escenario de Palma de Mallorca este verano y casi me matan. Pude dejar el escenario de milagro y perdí los zapatos. Bueno, esto me pasó otra vez en Barcelona cuando acudí a un estreno. En Málaga, hace pocos meses hube de salir en un ‘jeep’ escoltada por la Policía, de la plaza de toros…

En Estados Unidos, entienden
-Después del español –sigue diciendo- el mejor público es el de los Estados Unidos. Actué en público en Los Ángeles y en Wáshington. Son muy serios y exigen, porque entienden.
Sara Montiel conoce casi toda Europa y gran número de naciones africanas…
-Únicamente me falta por visitar Oriente Medio. Sólo estuvo en Beirut, en donde se desarrolla parte de ‘La dama de Beirut’. Desde que nos hemos casado, no paramos. También estuvimos en Tokio en donde, el año pasado, me dieron el Disco de Oro de la Televisión.


Desde hace algunos meses, en Rumanía hay gran interés por el estudio del español, como puede apreciarse en el cartel de la casa de cultura, con el añadido en la parte superior. 

Sin duda, es la cantante de Campo de Criptana María Antonia Abad, la actriz española de más nombre y fama en el extranjero. Y la más cotizada. Desde que hizo su primera película. Desde que puso nuevamente en moda el cuplé, no ha cesado en su largo peregrinar de continente en continente. Su voz cálida, su belleza –hoy más plena-, la han situado en vanguardia y pasarán años antes de que se apee de su puesto de honor. En estos días, ella y José Vicente ultiman los preparativos para una gira por las capitales de la Europa comunista.

Tras el telón de acero
-El viaje –dice Sarita- nació en nuestro viaje de novios, cuando estuvimos en Moscú. Primero iremos a Rumanía. Bucarest es, para las naciones que la rodean, algo así como París para el resto de Europa. La ‘ciudad de la luz’ del telón de acero. El público rumano es entendido en cualquier manifestación artística. Cuando Bucarest lleva buenos espectáculos, los demás países los aprovechan.


La cantante, con su marido, José Vicente Ramírez Olalla, en un restaurante de Tokio. En la capital del Japón Sarita recibió el premio del Disco de Oro de la TV. 

-¿En cuántas naciones cantará?
-La Osta, oficina de espectáculos rumana, organiza la gira por Bucarest, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bulgaria y Albania. Actuaré en las capitales de estas naciones y en Albania, tan sólo de pasada. En el mismo mes de marzo, que es cuando comenzará la ‘tourneé’, iremos a Moscú, Leningrado y Gorki. Haremos un corto viaje a Polonia y Alemania, para dejar grabado un programa de televisión. Y ya de regreso cantaré en Atenas y Beirut.
En total, Sarita Montiel, visitará once países en este viaje, cuya duración se calcula de dos meses. En términos económicos el contrato bate el record de aquellos países. Hasta el momento el cantante mejor pagado había sido el francés Charles Aznavour, que cobró 70.000 pesetas diarias, para él y su orquesta de ocho músicos. José Vicente nos ha dicho lo que percibirá su esposa e incluso nos ha mostrado las cartas contractuales:

Contrato fabuloso
-Le dan, por cada día de actuación, 180.000 pesetas. En los sesenta días, diez millones ochocientas mil pesetas. Ya, cuando el estreno de ‘Samba’ en Bucarest, se pagaron por las entradas precios nunca vistos. Aproximadamente veinte leis, butaca, o sea cuarenta pesetas. Comparado en España es muy poco, pero en cualquier estreno, la entrada en el mejor cine de Bucarest cuesta tan sólo seis o siete leis.
Sarita y José Vicente viven ya ilusionados con la gira a través de estos países legendarios para nosotros, por lo poco que sabemos de ellos. Ella no puede ocultar la emoción que le causa la esperanza del aplauso de otros públicos.


Sarita Montiel, con la guía rusa, ante un mercado en Moscú, en donde oyó un disco con sus cuplés. 

-En Moscú –dice Sarita- está previsto que actuaré en el Bolshoi Teathre, con la orquesta nacional rusa. Pero cabe la posibilidad de que vaya al palacio de los Congresos, de mayor cabida. En este último pueden presenciar el espectáculo seis mil personas. Sé que el público de aquellos países a quienes le han agradado mis películas y discos, gustará también de mi canto. Son muy sentimentales y sensibles. Por ejemplo, los checos y rusos se parecen bastante a los españoles.

José Antonio GURRIABAN
Fotos Julián TORREMOCHA y archivo SEMANA


EL RECORTE CLXVI
Una de las películas más lujosas de Sara, y del cine español, fue 'Samba'. El film se estrenaba en 1964. El 8 de Enero de 1965, Lecturas incluía en su revista esta semblanza del film. 


(Pincha en la foto para ver más grande)


LA FOTO CLXVI


Nuestra estrella en 'Samba', film que este año cumple 50 años. 

sábado, 14 de junio de 2014

SÁBADO GRÁFICO - 9 de Enero de 1965 - España

(Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista)
Lágrimas de
SARA MONTIEL
en Orihuela
EL PUEBLO EN QUE CRECIO LE RINDE HOMENAJE
Sara (María Antonia Abad) canta “La Violetera” a unas monjitas

Sarita corresponde a las aclamaciones del público de Orihuela. Comenzó a cantar, y la canción se convirtió en un llanto emocionado. 

Sarita Montiel ha vuelto a ser María Antonia Abad. Aquella María Antonia que el año 42 abandonaba el pueblo de Orihuela para convertirse años después en la que habría de ser Sarita Montiel.
María Antonia Abad ha vuelto de nuevo a su pueblo, no el pueblo que la vio nacer, sino el pueblo que la vio crecer, allá en la calle del Vado, donde su padre tenía un pequeño almacén de vinos como buen hombre manchego.
-Pero no crea que mi padre era un vendedor al por mayor, sino un hombre que vendía sólo para ir tirando, hasta tal punto, que mis hermanos y yo teníamos que cambiar botellas de vino por boniatos y coles para ayudar a casa.


La placa en la que el Ayuntamiento hace constar su tributo de simpatía a la famosa "estrella" del cine y la canción. 

María Antonia Abad ha vuelto al pueblo que fue testigo de su Primera Comunión, de sus años de colegiala en las escuelas de las Dominicas, donde ella asistía a las clases de las alumnas que sólo pagaban veinte pesetas y que la separaban socialmente de aquellas otras pudientes, de clase acomodada y que hoy presumen de haber sido sus compañeras.
María Antonia Abad ha vuelto a recorrer, en un impresionante ‘Mercedes’ descapotable, el camino que recorría cuando pequeña, desde el pueblo a la estación para bajar las pipas de vino que iba doblando; María Antonia Abad ha subido desde su pueblo hasta la Fuensanta, allá en el monte, para postrarse de rodillas ante la Virgen por quien ella recorrió a pie la distancia que separa Orihuela de Murcia, para asistir a su Romería.
Y todo esto ha sido una ‘visita sin rencor’. Porque el motivo de este regreso, de esta vuelta jubilosa, ha tenido una emotiva significación para Sarita, ya que ‘su’ pueblo la ha nombrado hija adoptiva, hija predilecta.


Desde su coche descapotable, María Antonia Abad responde a las aclamaciones de la multitud. 

La entrada en Orihuela será algo que Sara Montiel no olvidará jamás. Precedida por motoristas que hacían sonar sus sirenas y montada en un coche descapotable junto al alcalde, María Antonia Abad se dirigió por las calles engalanadas hasta la iglesia donde una inmensa multitud, el pueblo en masa y en pleno, la aguardaba para tributarle su homenaje de simpatía. Había colgaduras en los balcones, y pancartas cruzando la calle que gritaban a los cuatro vientos el nombre artístico de María Antonia Abad: “Orihuela a Sara Montiel”.
La entrada en la iglesia de Montserrate fue algo indescriptible. Emocionante. Casi llevada en volandas por todos aquellos que la vieron corretear por Orihuela muchos años atrás, Sarita Montiel entró en el templo entre vivas y aplausos. En sus manos, muy apretado, un ramo de claveles rojos para ‘su Virgencica’. Cuando al fin pudo llegar al altar mayor, María Antonia Abad cayó de rodillas y rompió a llorar…



Nuevas lágrimas de Sara, en el acto de homenaje que le fue rendido por el Ayuntamiento. 

La salida fue aún mucho más vibrante que la entrada. Hubo momentos en que se temió por la persona de María Antonia. Todo el mundo la estrujaba, todas las que fueron sus amigas querían besarla… Pero al fin y duras penas pudo subir de nuevo al coche y emprender la marcha triunfal por las calles de Orihuela, rodeada de una multitud que dificultaba la marcha de la comitiva. Cuando ésta entró en la plaza del Ayuntamiento, se produjo tal explosión de júbilo que Sarita, de pie en el coche, hubo de saludar durante minutos y minutos a todos los que le aclamaban.
En el salón de sesiones de la Casa Consistorial se encontraba el Ayuntamiento en pleno, que le dio la bienvenida, procediendo el alcalde a hacerle entrega de una sencilla placa con el nombramiento de hija adoptiva.
Mientras María Antonia descansaba, un recadero se personó en el Ayuntamiento para entregarle una tarjeta. Esta tarjeta provenía de un convento de clausura: el de las Madres Dominicas, cuya priora, en nombre propio y en el de la comunidad, le pedía humildemente que, ante la imposibilidad de poderse sumar personalmente al homenaje, las visitara, ya que ‘en esta comunidad hay varias monjitas que te conocieron cuando tú eras pequeña y algunas de las cuales fueron compañeras tuyas de colegio y de juegos’.


Esta vez sí pudo cantar. Y lo hizo para las Madres Dominicas, a las que dedicó su creación de 'La Violetera'

María Antonia no lo pensó más, y despidiéndose del alcalde y demás concejales, abandonó el edificio y se dirigió al convento.
Pocos tuvimos la suerte de estar presentes en este acto, íntimo, emotivo e inolvidable, y que puede considerarse como el más sincero y el más valioso que jamás Sara Montiel haya protagonizado.
En el locutorio alto, y sin más testigos que el marido de María Antonia, don José Vicente Ramírez Olalla, y este periodista, Sara Montiel cantó para las dieciocho monjitas que se encontraban tras la doble hilera de rejas, ‘La Violetera’.
Por vez primera aquellas dieciocho monjitas no eran extras de cine, sino auténticas monjitas; las rejas no eran un decorado de madera y cartón, sino de hierro, y Sara Montiel, por una vez, no fue Sara Montiel, sino la humilde María Antonia Abad, aunque vistiera un impresionante abrigo de visón blanco y en sus dedos, que aprisionaban nerviosamente los hierros de la clausura, luciera un brillante de tres millones y medio de pesetas.


Un buen ramo de flores a la Patrona del pueblo, en el templo donde hiciera su Primera Comunión. 

Pero yo, que me encontraba muy cerca, puede apreciar que para la famosa estrella en aquel momento no importaba nada que no fueran aquellas monjitas también vestidas de blanco que escuchaban los compases de ‘La Violetera’. Cuando la canción terminó, en los ojos de María Antonia había lágrimas que estropeaban su maquillaje, mientras que las monjitas aplaudían emocionadas. Puedo decir que jamás Sara Montiel cantó como lo hizo en aquel momento…
Antes de despedirme, Sarita Montiel introdujo su mano por los hierros de la clausura y entregó un buen puñado de billetes de los ‘verdes’ a la priora del convento…
Aquello coronaba una visita que bien puede llamarse ‘la visita del amor’.

JAIME PEÑAFIEL



EL RECORTE CLXV
Convertida ya en toda una estrella, los '60 fueron para Sara el reencuentro con sus humildes orígenes. No sólo el homenaje en Orihuela, las visitas a su pueblo natal, Campo de Criptana, empezaron a ser muy frecuentes. Una muestra es este reportaje de Septiembre de 1963, que publicara la revista Lecturas. 

SARA MONTIEL
en su pueblo natal


Sara Montiel ante el portal de la casa donde la vio nacer. La elegancia de la actriz, demostrada en esta fotografía, al vestir este precioso vestido largo, causó la admiración de sus paisanos, los cuales prorrumpieron en vítores y aplausos hacia la actriz.


 Sarita Montiel en reciente visita a su pueblo natal, rodeada de paisanos. La admirada artista cinematográfica española debe hallarse en estos momentos en Brasil, donde ha debido marchar para cumplir un ventajosísimo contrato para interpretar una película, cuyo título, ‘Bahía’, deja traslucir el ambiente en que transcurrirá la cinta, dando ocasión a que Sarita nos deleite con canciones típicas brasileñas.



Pero antes de partir, Sarita Montiel, cuyo verdadero nombre es María Antonia Abad Fernández, ha querido visitar su pueblo, el pueblo donde nació: Campo de Criptana. Allí posee innumerables familiares a los que ella adora y quiere. Solamente una tía suya es madre de diecinueve hijos, por los que Sara siente una gran predilección. Aquí la vemos en la habitación donde nació.


Reunida en la mesa con los más íntimos de la familia y nuestro corresponsal, Sara Montiel goza de una comida familiar. La artista cinematográfica es hija de un modesto campesino manchego ya fallecido. A los doce años, Sara Montiel abandonó Campo de Criptana para trasladarse a Madrid, donde reside actualmente en compañía de su madre.


Sarita se deja fotografiar en compañía de los familiares que viven en Campo de Criptana y a los que ella misma ha confesado les profesa un gran cariño. A su izquierda se hallan las dos hermanas de la actriz, Ángeles y Elpidia. La vocación artística que sintió Sara al principio fue la de la música; ella quería ser cantante de ópera, pero desgraciadamente no pudo terminar los estudios. Sara Montiel está comprometida con don José Vicente Ramírez Olalla, que ocupa un alto cargo en la SEAT, y con quien piensa contraer matrimonio a primeros de año.


Con la naturalidad de la que sabe posee una belleza natural, Sara Montiel nos ofrece este primer plano. Jamás podrá olvidarse la primera película que realizó en España, después de su regreso de Hollywood, titulada ‘El último cuplé’. Una sola película bastó para encumbrarla como la actriz española de más posibilidades.




Cuatro momentos felices de la estancia de Sarita en su pueblo natal de Campo de Criptana. Despreocupándose de todo cuanto se relaciona con el cine, Sarita ha procurado recorrer todos los lugares que tan familiares le fueron en su niñez; así en algunos lugares de Campo de Criptana se la vio, emocionada, soltar algunas lágrimas, principalmente cuando se halló delante de la casa donde naciera. Sara es la menor de cinco hermanos, de los cuales uno falleció a los veintiséis años de edad.



En plena época de vendimia se halla ahora Campo de Criptana. Sarita no vacila en fotografiarse junto a unos apetitosos racimos de uvas del campo manchego, a una prensa manual o a una típica tinaja.


(Reportaje de nuestros corresponsales Campos Tejón y Cuadros)


LA FOTO CLXV



Otro momento apoteósico del homenaje que Orihuela rindió a la estrella (Foto de Agencia EFE)