domingo, 30 de abril de 2017

ECRAN - 6 de Octubre de 1.961 - Chile


CINE ESPAÑOL
POR ANTONIO DE SANTIAGO
SARA MONTIEL,
MONJA Y CANTANTE

Sarita recuerda a ECRAN con cariño como testimonia esta dedicatoria para la Revista sobre una escena en que aparece cantando en su película "Pecado de Amor".

Sara Montiel filma actualmente las últimas escenas de estudio de su película “Pecado de Amor”. A continuación los equipos marcharán a Grecia para rodar allí algunos exteriores, y posiblemente al Japón, donde se daría la última vuelta de manivela de esta esperada producción en color, que dirige Luís César Amadori.
PRESUPUESTO ELEVADO: PELÍCULA COMERCIAL
Es la tercera vez que Amadori dirige a Sarita. Ya lo había hecho antes en “La Violetera” y “Mi último tango”, demostrando sobradamente que es el director que más la cuida y mayor provecho saca de las cualidades de actriz y cantante que posee la gran estrella española. Antes de esta demostración, Amadori era ya el realizador que más cobraba en España (no sabemos cuánto, pero así es), y de Sara se sabe igualmente que es la artista mejor pagada, pues se le adjudica la cifra de cinco millones de pesetas por película. La consecuencia inmediata para el productor que contrata a ambos es una elevación considerable en el consto de la película. Si además se traen figuras extranjeras para hacer más internacional la producción, y se filma en color y con derroche espléndido de toda clase de medios, el presupuesto resulta indudablemente desorbitado para el nivel normal del cine español. Por eso se admite, como lógico, que los productores se preocupen más que nada de lo comercial del film. Y que ese espíritu influya incluso en la responsabilidad de una estrella consciente como Sara, que no ha tenido inconveniente en declarar:
-Yo no hago mis películas pensando en los festivales de cine, sino en el público, en los productores que han expuesto su capital en ellas. Estoy de acuerdo en que las películas de hoy deben tener dignidad artística. Pero eso ya lo intentamos nosotros, por nuestro propio interés, puesto que el público, que es el que manda, exige una mínima calidad. Sin embargo, dentro de ese afán por complacer al público, nuestra mayor preocupación, la de todos los que cobramos del productor, es lograr que éste no pierda su dinero. Porque si se arruina… ¡adiós!


Hacía tanto calor en el Estudio de "Pecado de Amor", que Sara Montiel se quitó las medias... y el maquillador le dibujó la línea imaginaria sobre sus lindas piernas. Observa, divertida, la estrellita italiana Alessandra Panaro, quien también actúa en el film. 


Un beso apasionado de Sara Montiel y el norteamericano Reginald Kerman, en la película "Pecado de Amor".

Naturalmente “Pecado de Amor” es una película para ganar muchos millones. Su argumento y guión, que han confeccionado el propio Amadori y Jesús Arozamena, ofrecen al gran público las máximas concesiones. Un auténtico novelón en el que no falta ninguno de los clásicos tópicos y resortes efectivos del folletín: la monja, que antes había sido artista famosa, y que confiesa su vida azarosa y desgraciada, en la que no falta tampoco la sentimental, renuncia a una hija recién nacida, que luego verá mayor, con otros padres, etc. El final, por lo visto, debe ser sensacional, pues no han querido revelarlo por nada del mundo.
El “partenaire” de Sarita en esta película es el norteamericano Reginald Kerman, un médico dentista radicado en París, que se ha iniciado en el cine como compañero de Simone Signoret en “Les Mauvais Coups”, y que en “Pecado de Amor” cumplirá, pues, la segunda labor interpretativa de su nueva carrera. Es un hombre enjuto, como de cuarenta años, rubio, altísimo –dos metros de estatura-, sencillo y cordial, que “pololea” en Madrid con la secretaria de rodaje (script) que hace tiempo trajera Roger Vadim, cuando filmó aquí con Brigitte Bardot, “Los Joyeros del Claro de Luna”. Los demás intérpretes principales son: Alessandra Panaro, una bellísima estrellita italiana, de físico muy parecido al de Cristina Kauffman; el joven galán italiano Mario Girotti, y Rafael Alonso, Gerard Tichy, Francisco Bernal, Xandas Bolas, etc.


"No ganará premios en Cannes, pero sí aplausos y dinero"... anticipa Sarita Montiel a propósito de su última película "Pecado de Amor", donde es monja y cantante. Aquí la vemos atendiendo a una alienada, en un asilo.


Una hermosa escena con Sarita Montiel en el convento, en el film "Pecado de Amor". (A la estrella se le puede escribir a San Bernardo 117, Madrid, España).

CANCIONES Y ANÉCDOTAS
Nos cuenta Sara que, poco después de iniciado el rodaje de esta película, se presentó en Madrid el distribuidor griego que había presentado en Grecia y el Cercano Oriente “La Violetera” y “Carmen la de Ronda”, logrando un gran negocio. El hombre venía a firmar anticipadamente la distribución exclusiva de “Pecado de Amor” para aquellos países, lo cual le fue concedido. E incluso le llevaron al Estudio para que presenciara la filmación y conociera a la estrella. Pero esa tarde no correspondía filmar ninguna escena musical, y el griego se asustó un poco:
-¿No canta usted en esta película? –le preguntó a Sara.
A lo que la artista, con ganas de broma, contestó, fingiendo indiferencia.
-¿Cantar? No. ¿Para qué? Yo soy actriz.
-¡Oh, no! –exclamó, profundamente desilusionado, el distribuidor-. Usted no puede hacer eso. Yo he comprado la película creyendo que cantaría… Allí gustan mucho sus canciones…
-Bueno, hijo, no se ponga así –lo tranquilizó sonriendo-. Cantaré, y mucho, e incluso una canción en griego. A ver, ¿qué le parece esto?
Y Sara cantó una bonita canción griega que será incluida en la película, y que dejó al distribuidor helénico materialmente con la boca abierta.
Algo sabíamos de la gran popularidad de Sarita Montiel en los países del Medio Oriente. Pero los españoles somos un poco incrédulos ante lo que nos cuentan de los éxitos de nuestros compatriotas en el exterior, y mucha gente dudaba de este eco. Ahora, no obstante, este corresponsal viene llegando de Grecia, Turquía y Tierra Santa y puede certificar que esa gran fama es auténtica.
Yo he comprobado personalmente que Sara Montiel es, en efecto, una de las más famosas estrellas mundiales en aquellos países. En la capital griega, por ejemplo, entré en una tienda de discos para comprar una grabación original de “Los Niños del Pireo”, y tan pronto como se dieron cuenta de que era español dijeron: “Oh, a lo mejor conoce usted a Sara Montiel”, de la cual estaban expuestos los discos de todas sus creaciones.
-Claro que la conozco- dije. E incluso soy amigo de ella. Y les puedo notificar que va a venir muy pronto a Atenas, para hacer una película.
El revuelo que se armó a mi alrededor no es para ser descrito. La venta se suspendió durante unos minutos, en los que dependientes y público me hicieron con evidente curiosidad, muchas preguntas sobre la artista. Al fin, por aquello de que “hay que mirar por el dinero del productor” –en este caso el dueño del local- salimos de allí rápidamente, asombrados de la popularidad de nuestra ilustre manchega y pensando en el recibimiento que le van a tributar los griegos.


Sarita Montiel canta en un cabaret para el film "Pecado de Amor".


Bellísima, Sarita Montiel aparece junto al joven galán italiano Mario Girotti, en "Pecado de Amor". La próxima película de Sarita, bajo la dirección de Balcázar empezará a filmarse en el mes de diciembre, en Barcelona. Sera de época -año 1830- y Sarita tendrá de compañero al francés Maurice Ronet. 

PROYECTOS Y REALIDADES
-¿Cuándo finaliza el rodaje de “Pecado de Amor”? –preguntamos a Sara.
-Yo termino este mes, creo.
-¿Y estás satisfecha?
-Mucho. Va a ser una bonita película. Que no irá a Cannes, desde luego, pero va a gustar una enormidad al público.
-¿Algún proyecto a la vista, Sarita?
-Más que proyecto: una estupenda realidad. Hoy, 21 de septiembre de 1.961, firmé el contrato más fabuloso de mi vida. Haré otra película en seguida, esta vez en Barcelona, para el productor y director Alfonso Balcázar.
-¿Cobrando más todavía que en las anteriores?
-Bastante más.
-Pero, ¿no tenías una exclusiva con Benito Perojo y Cesáreo González?
-Tenía firmado contrato por cuatro películas, a razón de una por año. De ellas hice ya “Carmen la de Ronda”, “Mi Último Tango”, y esta que estoy acabando “Pecado de Amor”. La que falta la haremos el año que viene.
-¿Quiere esto decir que has desechado tu idea de hacer solamente un film al año?
-¡Hombre, es que si te ofrecen una ocasión como ésta!


El director argentino Luís César Amadori prepara un ensayo con Reginald Kerman y Sarita Montiel. En el film "Pecado de Amor" la estrella canta varias canciones, incluso una en griego, país donde es popularísima. 

En fin, por la noche, en el Salón Azul del Hotel Castellana Hilton, fuimos testigos de la firma del más importante contrato artístico del cine español. Un récord de Sarita, superado por la propia estrella. Que para mayor satisfacción tuvo a su lado en el momento a su esposo, Anthony Mann, recién llegado de Londres, donde dirige el montaje de “El Cid”. Un buen mentis –verlos tan afectuosos- para los rumores que habían empezado a circular.

A.   de S.
EL RECORTE CCXLIII
Entre las mil anécdotas que debe entrañar un rodaje, el de "Pecado de Amor" propició en encuentro de dos paisanos de Campo de Criptana que se veían por primera vez. La diva conocía al famosísimo ciclista de la época Fernando Manzaneque. Lo recogía la revista Ondas en su número de 15 de Agosto de 1.961. 


DOS “BIZNIETOS” DE DON QUIJOTE…
SARA MONTIEL
Y FERNANDO MANZANEQUE, LOS DOS MANCHEGOS FAMOSOS, SE HAN CONOCIDO EN MADRID
DURANTE TRES AÑOS ESTUVIERON ENVIÁNDOSE TELEGRAMAS DE FELICITACIÓN SIN HABERSE VISTO
EN EL “TOUR” DE FRANCIA MANZANEQUE HA RECIBIDO VARIOS MENSAJES DE ALIENTO DE SU PAISANA


Manzaneque espera a que Sarita termine el rodaje de unas secuencias. 

Como dos molinos de viento, Sara Montiel y Fernando Manzaneque, los dos manchegos famosos de la actualidad, han dado vueltas por el mundo hasta encontrarse frente a frente por primera vez. Esto ha ocurrido en Madrid hace pocos días. Después de nacer los dos en Campo de Criptana y de alcanzar la fama por distintos caminos. La historia es bonita y sencilla.
Hace tres años, en Madrid, recibió Sara Montiel una tarjeta. Ella triunfaba entonces en “La violetera”. En el cine Rialto se le tributó un gran homenaje. Cuando abrió el sobre vio el nombre de Fernando Manzaneque y estas palabras: “Tu paisano se suma al homenaje y se alegra de tus éxitos”.
Así comenzó la amistad que ahora ha terminado con un encuentro feliz. Fernando Manzaneque, cuando era un corredor principiante, llevaba en la cartera una fotografía de Sara Montiel. Era de su mismo pueblo. Los dos fueron niños entre las casas blancas de Campo de Criptana. Ella era famosa y artista de cine. Él, un deportista ansioso de gloria. Quizá haya pensado muchas veces en este momento de conocerse personalmente. De recibir este abrazo que aquí se muestra al público por vez primera.


Sarita, con indumentaria de la época, en "Pecado de Amor"; Fernando, en traje de calle, mira casi extasiado a su paisana. 

Han pasado los años desde que Sara y Fernando iniciaron el ascenso hacia la fama. Los dos la han conquistado. En las distintas etapas de cada uno, en los puntos y aparte de sus vidas, siempre había un recuerdo del paisano. Si Manzaneque obtenía un triunfo sabía que en seguida le llegaría un telegrama de Sara Montiel con el “mejor de los aludos de tu paisana”. Lo mismo, cuando Sara regresó de sus jiras por América, cuando estrenaba una película, una tarjeta de Fernando le enviaba un cordial recuerdo.
Lo más reciente ha sido el “Tour”. Manzaneque se ha mantenido muchas jornadas en el segundo puesto. Cuando regresaba cansado al hotel, había allí unas palabras que le llegaban desde España animándole a continuar en la brecha. A defender el nombre de la Mancha.


El abrazo de amigos y de paisanos llegó por fin...

Estas fotografías que ilustran la información corresponden a ese momento de la presentación. En realidad, no necesitaban presentarse. Se sentaron el uno al lado del otro y hablaron largo y tendido. Hablaron de cine, de bicicletas, de Campo de Criptana, de los familiares de ambos que allí viven. Y cuando al despedirse desearon encontrarse en otro momento, porque Sarita esa en pleno “rodaje” de su película “Pecado de amor”, se abrazaron emocionados y los dos dijeron al unísono: “Hasta siempre”.

Texto y fotos: Naylo


LA FOTO CCXLIII


Magda Beltrán consternada al ver que ya ha perdido a su hija. 

sábado, 22 de abril de 2017

CARETA - 25 de Febrero de 1.960 - España


Sara Montiel aparece solo en la portada.
UN CLAVEL
Exacto, junto a Sarita, el clavel a la española. Sarita está aquí, como siempre, como todos los días, llena de guapeza espectacular. Y ustedes que lo vean. 

EL RECORTE CCXLII
En su sección 'Sara Montiel escribe' de la revista Protagonistas, en número de 7 de Abril de 1.982, la estrella hacía todo un homenaje escrito al gran dibujante Mac, creador de los carteles más legendarios del cine, entre ellos, el de 'Carmen la de Ronda'. 

SARA MONTIEL
escribe

Hola. Hola… Holaaaa…
Hay ciertos reencuentros que te causan gran alegría. De la misma forma que ciertos encuentros son una gaita. Y me he sentido muy feliz del reencuentro que he tenido con Mac, el gran dibujante, al que no veía desde hacía muchos años.
Mac es un cartelista fenomenal, me atrevería a decir que es el mejor cartelista cinematográfico de nuestro siglo. Y también lo hubiera sido del siglo pasado si ya entonces hubiera existido el séptimo arte, pero por aquel entonces ni el cine había nacido ni Mac es tampoco tan viejo.
Mac ha sido el autor de los carteles –pósters-afiches- o como le quieran ustedes llamar, de todas mis películas. Algunos francamente geniales, como aquel de “Carmen la de Ronda”, que se reproduce en esta página.
Otro cartel famoso de este magnífico artista fue el que hizo para “Los Diez Mandamientos”, que dio la vuelta al mundo. ¿Se acuerdan? Se veía a Charlton Heston  con las tablas en brazos y en la parte inferior en letras gruesas y partidas por la mitad el título de la película. Puede decirse que este artista cartelista catalán ha sido el autor de los afiches de las mejores películas que ha dado la industria del cine. Hasta de el mismísimo Hollywood recibía encargos. Y la Paramount, la RKO, etc., se lo disputaban. Él, desde su estudio de Barcelona, creaba los carteles que luego se exhibían en las calles y fachadas de cines de todo el mundo, traducidos los títulos a los más distintos idiomas, pero manteniendo siempre exacto el dibujo que había creado Mac.
Pienso que la industria del cine está en deuda con este artista, como también lo está Barcelona. Es un artista cuya obra, repito, ha dado la vuelta al mundo; de su mente y de sus manos han salido creaciones básicas para el espectáculo rey de nuestra época: el cine.
Probablemente si Mac en vez de haber nacido en España hubiera nacido en Estados Unidos, en Inglaterra o en Francia en estos momentos tendría en su poder uno de estos Oscars con que la Academia de Hollywood premia la labor de aquellos hombres que con su esfuerzo, con su ingenio, con su entrega, con su arte, con su inventiva, etc., etc., han aportado un importante granito de arena en favor del séptimo arte. Les aseguro que Mac lo ha aportado. Pero, claro, nació en este país y aquí sólo nos acordamos de alguien cuando ya está muerto. Si es que nos acordamos. Y hacer causa común para que alguien en vida sea debidamente reconocido fuera de nuestras fronteras es pedir peras al olmo. Si Mac fuera francés seguro que ya tendría un Oscar de Hollywood, el mismísimo gobierno ya se hubiera preocupado de ello. Pero aquí siempre tenemos que ir a pecho descubierto, sin más ayudas que nuestras propias agallas y esquivando zancadillas.
A envidiosos no nos gana nadie pero a altruistas, a saber reconocer nuestros propios valores cualquiera que venga de fuera nos puede enseñar. Es esta una asignatura que los españoles aún no hemos sabido aprender. Todo lo contrario que los franceses, que se creen el ombligo del mundo.
Pero bueno, mi admirado Mac ha ampliado su campo de acción, su mundo de creatividad y en este feliz reencuentro me ha sorprendido mostrándome parte de su nueva obra pictórica, en la que ha sabido plasmar su enorme fantasía y su profunda preocupación por el momento que está pasando la humanidad sometida a los azotes del hambre, de la contaminación, de la amenaza de guerra, de destrucción atómica… Una visión dantesca tratada con un bello uso del color y unos trazos que evidencian el gran dibujante que hay en Mac, que, a pesar de su postura pesimista, siempre deja entrever en su obra un rayo de esperanza, más o menos remoto, una especie de ventana abierta al alcance del hombre que desee liberarse de todos los males que en estos momentos pesan sobre él.
Creo que cuando Mac exponga su obra va a causar verdadero impacto.


Antiguo cartel cinematográfico.

Me gusta reencontrarme con mis viejos amigos de la buena época del cine, por ejemplo, también, con Teresa, que ahora está en la sección de maquillaje y peluquería de televisión, en Miramar de Barcelona, y con la que cuantas veces coincidimos recordamos momentos y anécdotas vividas en común durante los rodajes de “El último cuplé” o de “La Violetera”. Teresa es una gran profesional, igual que todos los que en aquellos años trabajamos en los platós. Todos poníamos siempre la carne en el asador, desde el más humilde de los eléctricos pasando por los técnicos de sonido, de maquillaje, de peluquería, de sastrería… Nos gustaba y sentíamos el trabajo que hacíamos y cada uno dentro de lo suyo se sentía importante.
Cualquier parecido con lo que ocurre ahora es pura coincidencia. ¿Verdad, querido Miguel Cuso? He aquí otro de mis buenos amigos, de aquellos tiempos. Guionista de cine, novelista, con alma de artista, muchas noches al terminar el rodaje nos dábamos largas caminatas por las calles de Barcelona. Era la época de mis películas con los Balcázar, uno de ellos recientemente fallecido en México, dicen que en extrañas circunstancias. También me ha gustado volver a ver al querido Emilio Martos que siempre tuvo fe en mí y que tanto me ayudó contra viento y mareas.
Todos viejos amigos de unos años en que para todos el cine era lo más maravilloso y nos entregábamos a nuestro trabajo en cuerpo y alma.
Y es bueno recordar estas vivencias, saber mirar hacia atrás pero sin ira, con la satisfacción que siempre da el trabajo bien hecho. Porque lo que nosotros hemos hecho, amigos Mac, Teresa, Miguel, Emilio y un largo etcétera, ahí está. Y a ver quién es el guapo que lo pueda superar. ¿O no?, monos. Mis besitos para todos vosotros.

LA FOTO CCXLII 


Una escena de 'Carmen la de Ronda'.

domingo, 16 de abril de 2017

GACETA ILUSTRADA - 30 de Noviembre de 1.957 - España


G.I. en casa de
SARA MONTIEL

Arte, belleza, simpatía. Sara Montiel, señora de Mann, en la salita de su elegante piso madrileño. 

Yo creo que la mejor cualidad de Sara Montiel es que es una estrella como una copa de un pino. Estrella en todo: en su manera de hablar, de actuar, de vivir y hasta de pensar. Claro que Sara Montiel piensa mucho. Si se analiza su carrera paso a paso descubre uno inmediatamente que ha luchado –y habrá sufrido, naturalmente- muchísimo. Porque no se crea que “El último cuplé” es la segunda o la cuarta o la sexta películas en la carrera de la actriz: es nada menos que la número cuarenta y tres. O sea que durante cuarenta y dos películas, Sara ha estado a punto de alcanzar el éxito brutal… Pero siempre falló algo en el último momento. O la historia, o la dirección, o ella misma. Porque ella, que no es nada tonta, también sabe que tiene algunos títulos en su haber que preferiría olvidar.
Sara tuvo un arranque de suerte, porque la verdad, a los catorce años hacía su primera protagonista. Una protagonista que tenía que ser jovencita –recién casada-, pero no tanto. Resulta que Sarita, que en aquellos días se llamaba María Antonia- que así la siguen llamando su marido y Enrique Herreros, Enrique Herreros Jr., su madre y sus íntimos amigos-, era una chica hija de una familia humildísima. “Yo iba en un carro llevando vino de un lado para otro, con mi padre, que era un labrador…”, gritaba Sara desde el escenario del “Rialto”, de Madrid, una noche en que las ovaciones parecían taurinas. Pues bien, humilde, sin porvenir y sin futuro, María Antonia tenía ya algo. Unos ojos muy abiertos, un largo pelo anudado en una gorda trenza, unos dientes blanquísimos. Y un día, por la Semana Santa –en Orihuela, para más datos-, se le ocurrió a la chiquilla lanzar una saeta al aire. Y, como pasa en las historias de Hollywood, un mandamás de “Cifesa” la escuchó, la miró, la contrató y se la llevó a Madrid.



La cámara curiosea por el hogar de la triunfadora de "El último cuplé", seis meses en cartel en el mismo local de su estreno, en Madrid. Y nos descubre una parte de su guardarropa y la mesita del tocador. 

María Antonia conoció a Enrique Herreros que, de verdad, es su verdadero lanzador. Enrique pensó que lo de María Antonia Abad era muy difícil de decir y le puso e el nombre de María Alejandra. Pero aquello de no tener apellido le resultaba un poco triste y la bautizó definitivamente como Sara Montiel. Mejor dicho, Sarita Montiel. Lo que pasa es que ahora, después de su triunfo escandaloso, la gente ya no se atreve a llamarla Sarita y la llama Sara… Y, si me descuido, doña Sara.
“Cifesa” la dio un papelito en “Te quiero para mí”, junto a Isabel de Pomés. Hacía de colegiala y estaba monísima. Poco después era la protagonista de “Empezó en boda”, junto a Fernán-Gómez, una comedia moderna y divertida, donde Sarita ya empezaba a estar muy bien. Y luego, título tras título, hasta su “Locura de amor”, donde estuvo cerquita de ser estrellaza, pero en donde Aurora Bautista arrasó con todo. Mas aquella “mora” –guapísima, con su maquillaje oscuro- quedó grabada en todos, aunque se pasase bastante tiempo sin trabajar después debido a que enfermó. Yo recuerdo que fui a verla a su casa de Carmen, 17 (creo que este era el número). Había engordado mucho y estaba un poco desengañada. Resulta que, según me contó, durante el rodaje de “Locura de amor” hacía tal frío en los estudios, que ella, cada vez que hablaba, tenía que enjuagarse la boca con agua helada, para que no se notase el vaho. Y tanto se enjuagó y tanto hielo tuvo en la boca que agarró un catarro crónico que si aquello no acaba la que acaba es la pobre Sarita. Pasó algún tiempo en la cama, comió mucho, reposó mucho… Y engordó mucho. La chica estaba un tanto desilusionada. Creo que después hizo “El capitán Veneno”, y de pronto le llegó la oportunidad de marcharse a Méjico. Fue porque la habían nombrado “Reina de la Primavera” o, por lo menos, “Princesa de la Primavera”. La cuestión es que Sarita llegó a Méjico y la esperaba ya en el aeropuerto un Cadillac fabuloso y una escolta de motoristas. Y unas semanas después, un estupendo contrato para hacer “Furia Roja”, en la versión española.
Muchas películas en Méjico
Sara –ya no la llamaban casi nunca Sarita- se habituó a Méjico y fue ligando película tras película. Para decir el número exacto, veintiuna. (Antes había rodado en España dieciocho). Y en Méjico precisamente llegó la primera ocasión de cantar. Resulta que Sarita cantaba por las mañanas en su casa, pero así… como le salía. No se aprendía nunca las letras enteras y lo pasaba bomba. Resulta que hace una película con Agustín Lara y para el lanzamiento de la película, el gran músico la presenta en el escenario del Lírico.
-Mira, Sarita- le dice Agustín; -vas a cantar tres canciones…
-Pero, maestro, si yo nunca he cantado, si jamás he pisado un escenario, si sólo de pensarlo me pongo a morir…
-Nada, nada; tengo la seguridad de que será un éxito apoteósico.
Comienza la actuación de Sara. La primera canción es “María Dolores”, que la canta desde que la canción se puso de moda. “Muy bien, muy bien –le dice Lara-.Y ahora la nueva, la que acabo de escribir para ti…” Resulta que en aquellos tiempos, Agustín y María Félix se acababan de separar y todas las canciones de Lara eran alusivas a María: para bien o para mal. Recuerdan: “María bonita”, “Pecadora”… Bueno, pues aquella noche, todos los periodistas de Méjico estaban en primera fila dispuestos a copiar la letra… “para saber qué ‘quería’ decir el maestro”. Sara, al ver todo aquel ambiente, quiso morirse y repetía una y otra vez:
-No puedo, no puedo; si no me sé la letra.
-No te importe, el apuntador te la irá diciendo…
Bien, ya está en escena. Con mantoncillo, con pañuelo blanco, con un clavel en el pelo. Al principio, tenía que recitar la canción y aquello fue estupendo, porque escuchaba al apuntador perfectamente. Pero después atacó la orquesta, los violines subieron, los timbales sonaron… Y Sara no volvió a oír nada de lo que decía el apuntador. Y se inventó por completo la letra. Tuvo un éxito de escándalo, pero los periodistas se dirigieron a Agustín Lara para decirle:
-Maestro, la canción es preciosa, pero como Sara la ha cantado tan flamenca, pues… claro, nos ha sido imposible copiarla, entenderla del todo.
Ha pasado el tiempo y Sara sigue sin poder aprenderse las letras de las canciones. A ella el diálogo se le queda en seguida, pero las cancioncillas… Tiene un oído fabuloso para la música y lo mismo tararea a Beethoven que a Bach. Pero lo otro… Actualmente, en el rodaje de “La violetera” la he visto hacer un “tour de forcé”. Colocarse ante la cámara, con sus plumas, con sus brillantes, con su cara bonita… y poner gestos, sentir la canción… mientras tras ella alguien le va diciendo la letra. Dificilísimo. Pero es que Sara ha sabido convertir lo difícil en fácil.
En Méjico seguía haciendo películas. En unas hacía de india, en otras, de mejicana y en otras su personaje era de nacionalidad desconocida. Aprendió a hablar con la “s” y tuvo su primer contacto con Hollywood. Un grupo norteamericano preparaba el rodaje de una película con Glenn Ford y buscaba una estrella de un físico especial. Sara reunía todos los requisitos –aunque en aquel momento no sabía una palabra de inglés- y la contrataron. Pero aquel grupo productor no debía de tener mucho dinero, porque la cuestión es que se fueron hasta el Brasil e hicieron muchas fotos a Glenn y a Sarita, pero los devolvieron para su lugar de residencia. “Es decir –comenta Sarita- que no tuve suerte. Mi primera ‘chance’ un puedo ser peor…” Siguió en los “platós” aztecas, hasta que la llamaron para “Veracruz”. A ella no le gusta la cinta, no le gusta cómo está en la película. Pero hay que reconocer que entrar en Hollywood del brazo de Gary Cooper y Burt Lancaster no es ninguna tontería. No sabía inglés y se aprendió todos los diálogos fonéticamente. El resultado fue excelente. Tan excelente, que la “Warner” le firmó un contrato y le anunció su próximo título: “Serenade”, junto a Mario Lanza y Joan Fontaine, dirigidos por Anthony Mann. En aquel momento, Sarita no podía sospechar que Mr. Mann se iba a convertir en su marido.
Y se convirtió en su marido y Sarita y Anthony son muy felices. En estos momentos, Tony está en Madrid, pero se marcha dentro de nada, porque dejó una película a medio montar. La última de él es “The Tin Star”, con Henry Fonda y Anthony Perkins. Y la próxima, seguramente, será con Sara y con algún galanazo de allí.
Porque estos eran los proyectos hasta que llegó “El último cuplé”. Resulta que yo me marchaba a Nueva York en el avión de la “Iberia”. En el aeropuerto estaba Sarita, que llevaba el mismo rumbo. Fuimos hablando todo el viaje. Mejor dicho, parte del viaje, ya que Sarita duerme en los aviones como si estuviese sobre un colchón “Sema”. Recuerdo aquel viaje… Hacía mucho tiempo que no nos habíamos visto, debido a que ella vivía en América y yo no. Pero nada más despegar de Barajas nos pusimos a hablar. Iba a Nueva York con el fin de firmar unos seguros, ya que tenía que hacer una película con Clark Gable, en el Japón, y necesitaba estar asegurada.



Dos actitudes y dos "toilettes" caseros de la gentil "estrella". 

Los cuplés del “Último cuplé”
Durante nuestro viaje, Sara me fue cantando todos los cuplés de la película que iba a hacer, película que la lanzaría hacia el cielo de las estrellas. Por primera vez oí aquellas canciones en boca de Sara Montiel, que las iba a hacer de nuevo famosas en las cinco partes del mundo. Después, ya saben lo que sucedió. La bomba estalló en la Gran Vía de Madrid. Sara se convirtió en un mito, en una leyenda… Fuimos a esperarla a Barajas con ramos de flores y cientos de fotógrafos; llegó al “Rialto” y estuvo a punto de perder la vida. En fin, la gloria la tenía ENTRE LAS MANOS. La gran, pero no última oportunidad, le había llegado. El éxito, el aplauso…
Volvió a Hollywood para estar con su marido, para inaugurar su nueva casa, para perfeccionar aún más su inglés. “Serenade” y “The run of the Arrow” las ‘rodó’ ya directamente. Y sobre todo, se marchó a Hollywood para aclimatarse un poco con su éxito. Pero mientras tanto se había comprado un piso en Madrid, en la calle de San Bernardo, 117, en un lugar castizo; porque Sara, a pesar de haber nacido en Campo de Criptana, es más madrileña que manchega. Hasta en su manera de hablar. Sara habla con acento de chulapa desgarrada, dando mucha entonación a todas las palabras, mucho significado a todas las frases. De ahí su éxito como cantante: más que cantar, dice. Compró la casa y dejó a Enrique Herreros el encargo de decorarla y amueblarla. Cuando llegó por segunda vez a Madrid venía algo mareada, con traje de chaqueta negro y cuello de visón blanco. “Tengo ganas de descansar…” Ella, en aquel momento, ignoraba que horas antes instalaban las últimas alfombras, los últimos cuadros. La casa de Sara no es muy grande, pero tiene una terraza muy amplia asomada a la calle de San Bernardo. Hay una mezcla de antiguo y moderno al cincuenta por ciento, junto a muebles de estilo, muebles de última hornada. Hay una pared blanca y otra negra; una cortina blanca y otra negra; una butaca blanca y otra negra. “Más que una casa, es un estudio –me dijo Herreros-.  Aquí los fotógrafos podrán trabajar a gusto…”
Ahora “La violetera”
¿Qué proyectos tiene Sara Montiel? De momento, terminar “La violetera”, que hoy ‘rueda’ y que para ella supone una responsabilidad terrible, pues ya sabemos que se puede perdonar un éxito, pero dos… En “La violetera” vuelve a ser algo de lo que fue en “El último cuplé”. Una mujer que ama, que sufre y que canta. Diez canciones, entre ellas, la famosa del maestro Padilla, que dio la vuelta al mundo. Después, casi, casi pisándose los talones, una nueva versión de “Carmen”, quizá ambientada en nuestros días. Más tarde, una vuelta por Hollywood, donde ella y su marido han comprado los antiguos estudios de Charles Chaplin. Más tarde, dos nuevas películas con Benito Perojo. Y quién sabe si de pronto no se lanzará con un espectáculo musical sobre un escenario. Aunque creo que no. Porque ella, de verdad, donde vive es ante una cámara de cine.


Sarita durante un ensayo de una canción de "La violetera", su próxima película. 1.957 fue el año del gran éxito de esta actriz española que, como se sabe, está casada con el gran director cinematográfico norteamericano A. Mann. 

Ahora, en estos momentos, está ante la cámara. Traje negro, plumas blancas en la cabeza. Es el “Maxim’s”, de París. Va a cantar “Frou-frou”. Se da los últimos retoques, se pasa un peine, se mira en el espejo. Y luego, se pone a cantar. La cámara se va alejando, la estrella queda sola bajo los focos, su personaje ha comenzado a vivir. Y Sara Montiel, la María Antonia Abad, manchega de Campo de Criptana, brilla con luz propia. Esa luz propia que saben tener las estrellas de verdad aunque no estén iluminadas por los focos.

Alfredo Tocildo
(Reportaje gráfico: Basabe)


EL RECORTE CCXLI
Muchas veces se ha dicho que en España a Sara no le han dado el homenaje que merece. Quizá sea cierto, pero sólo relativamente. No se le ha dado en su última época, pero una vida y una carrera tan dilatada.... En 1.991 varios organismos de relevancia nacional se unieron para dar, con motivo de la reposición de "La violetera", todo un homenajazo a la diva. Así lo relataba la revista Pronto en su número de 9 de Febrero de aquél año. 

CON MOTIVO DE LA REPOSICIÓN EN MADRID DE “LA VIOLETERA”
EMOTIVO HOMENAJE A
SARA MONTIEL

Gran cantidad de curiosos se agruparon en la madrileña calle de la Gran Vía días atrás para ver de cerca a una de las reinas del cine español de todos los tiempos: Sara Montiel. La artista manchega protagonizaba así su primera reaparición pública desde el accidente que tuvo en el Teatro Apolo de Madrid cuando realizaba su último espectáculo.
El motivo fue un homenaje a la figura de la estrella por parte de diversos organismos. Entre otros: la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas Españolas, el Ministerio de Cultura, la Sociedad General de Autores y la Universidad Complutense de Madrid.
El acto, que culminó con la reposición de “La Violetera”, una de las películas míticas de Sara, contó con numeroso público, pero pocas caras conocidas. Uno de los primeros en llegar fue Moncho Borrajo, seguido de la actriz Claudia Gravy. Vicente Parra, gran amigo de la estrella, fue otro de los puntales. Después, en el patio de butacas pudimos ver a Jesús Gil y Gil acompañado de su esposa, el actor Antonio Ferrandis, la inevitable Cuquí Fierro, Esperanza Roy, Pitita Ridruejo, acompañada de su marido Mike Stilianopoulos; Rappel y Ketty Kaupman.
El homenaje fue presentado por María Teresa Campos, quién leyó unas palabras de Paco Umbral que no pudo acudir a la sala. A continuación Antonio Giménez Rico, director de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas Española entregó una placa a la actriz y le dio las gracias “por ser uno de los pocos mitos vivientes de España”. Luís Cobos, que acudió junto a Ángel, su guapa compañera, le hizo entrega de otra distinción en nombre de la Sociedad General de Autores. Sendas distinciones le fueron entregadas a la actriz también por Enrique Balmaseda en nombre del Ministerio de Cultura y por Antonio Martín de Iñón, presidente de Interflora.


La artista manchega con Luís Cobos, M.ª Teresa Campos y Antonio Giménez Rico, se mostró visiblemente emocionada. 

Personalidades y amigos de la actriz que no pudieron estar presentes mandaron a la estrella telegramas de felicitación. Entre éstos podemos citar el del alcalde de Campo de Criptana, Joaquín Fuentes Ballesteros; el del director de Televisión Española, Ramón Colón, y el de Gustavo Villapalos, rector de la Universidad Complutense. Pero el mejor homenaje se lo dio a Sara el público que había pagado su entrada para felicitarla y volverla a ver en “La Violetera”.
Gritos de “¡guapísima” o “¡es buena gente!” no cesaron en toda la noche.
Parte del espectáculo se desarrolló también en el patio de butacas, donde un travestí, que había acudido en compañía de varios amigos, parecía la doble perfecta de la cantante de Campo de Criptana, hubo gente que incluso les confundió. Como dato curioso, citar que todas las damas asistentes fueron obsequiadas con un ramito de violetas, mientras que los caballeros recibieron un puro.
Sara, visiblemente emocionada, apenas pudo articular palabra alguna. Se limitó a dar las gracias y a tocarse la garganta diciendo: “tengo el corazón aquí, no me sale nada”.

Texto: JULIAN S. LLATA
Fotos: JUAN J. PEREZ Y EUROPA PRESS


LA FOTO CCXLI


La diva en su film más exitoso: "La violetera".