domingo, 3 de diciembre de 2017

ANTENA DOMINICAL - 18 de Octubre de 1.981 - España


Alejada desde hace años del cine, Sara Montiel se asoma al teatro en un espectáculo, “Doña Sara de la Mancha” junto a ídolos de anteriores generaciones, como José Guardiola o Ramón Calduch.
“Aún tengo muchos años por delante de vida artística; ahora triunfamos los carrozas”, afirma.
SARA MONTIEL
Aún tengo mucho por delante

Nació en 1928. Pero sus sensuales labios jamás pronunciaron tan fatídica cifra. Hasta que un osado periodista fotocopió su partida de nacimiento. Desde entonces la reina del Chantecler afirma que ha pasado los cuarenta. Incluso, con más benevolencia que otra cosa, se llama a sí misma carroza. Carroza guapa y de lujo.
Últimamente recorre Madrid en una vieja calesa. Pasea con orgullo sus bien disimuladas arrugas. Su cuerpo encorsetado. Sus cuarenta años de intensa vida artística. Dicen que es el par de la sin par Dulcinea del Toboso. Con ustedes Doña Sara de la Mancha.
Y se enfada si le hablan de retiro. Pasa y pisa con garbo. Con esa parsimonia de ilustre dama manchega. Con gestos blandos y voz suave, cadenciosa. Están probando las luces para su nuevo espectáculo. Charla contigo pero no quita la vista del escenario. Ni de los fotógrafos. “Esa cámara más alta, guapo”. Sabe que hay enfoques desafortunados. Y no se puede ir de ingenuo con ella. Tiene arte y oficio.
-¿Va a ser este tu último espectáculo?
-Hombre, no. Me quedan muchos años de vida artística todavía. Hoy día los que estamos triunfando y llenando los teatros somos gente que hemos pasado los 40 años. Ahí está Broadway para demostrarlo.
-Sin embargo últimamente te rodeas de otras figuras de la canción. Carrozas por supuesto. Alguien dirá que eres incapaz de llenar un teatro por ti misma.
-No, no, no. Yo he estado diez meses en solitario en América. He estado en solitario en el Paladium de New York, en Méjico o en Buenos Aires. Y nadie me podrá discutir el éxito. Cuando  se hace un espectáculo en plan Broadway, como éste, siempre se suele ir acompañada. Y como soy bastante inteligente siempre me rodeo de gente muy buena. Antes lo hice con Bonet de Sampedro o Jorge Sepúlveda y ahora con José Guardiola y Ramón Calduch.
-Y recorrer una ciudad en coche de caballos, ¿no es un recurso publicitario que entes no necesitabas?
-En absoluto. Es que como somos muy desenfadados y tenemos un gran sentido del amor, nos dijimos: vamos a vestirnos de cervantinos y damos una vuelta por Madrid. Nos dejaron una calesa maravillosa y el resto ya te lo puedes imaginar. Porque, aunque iba vestida de cervantina nos reconocieron fácilmente y nos paraban a cada instante para saludarnos. Un taxista me llamó carroza y se quedó de piedra cuando le dije que seguro que era más guapa que su mujer.
-¿Y por qué ahora gustas llamarte carroza cuando siempre has mantenido esas luchas titánicas por ocultar tu edad?
-La verdad es que está de moda. Sobre todo entre la gente joven. Yo tengo una sobrina de 16 años que ha salido con un chico hasta hace poco. Y cuando le pregunté la razón por la que lo había dejado me dijo: ¡ay tía!, si es que es un carroza, ya tiene 28 años. Yo creo que es muy bonito ser carroza. Y además de lujo. Como yo.


Sara lleva sus ocultos 53 años con orgullo. Con señorío. Cincuenta y tres años de intensa y ajetreada vida. Desde que allá por 1944 interviniera junto al desaparecido Antonio Casal en su primera película, “Te quiero para mí”. Entonces se llamaba María Alejandra. La frase debió gustarle porque en el ’57 se la repitió al director de cine Anthony Mann y el asunto acabó en matrimonio civil. Posiblemente para resacirse de tal heterodoxia, su segundo matrimonio fue canónico y con ceremonia en la mismísima Roma. Craso error. Porque la separación bajó considerablemente su cuenta corriente.
“La bella Lola” repitió la frase por tercera vez. El afortunado era esta vez el industrial mallorquín Pepe Tous. “La única experiencia matrimonial que repetiría”, según sus propias palabras. Estas y otras razones han hecho casi inexcusable la presencia de la Montiel en las revistas del corazón.
-¿Realmente te gusta sentirte acosada por la prensa?
-Bueno, a veces sacan intimidades que no tienen por qué sacar. Pero no tengo más remedio que aceptarlo. La gente del espectáculo corremos este riesgo y yo comprendo que todo el mundo tiene que ganarse el pan.
-¿Alguien se sorprendió, por ejemplo, cuando apareciste en Interviú como Dios le trajo al mundo?
-La más sorprendida fui yo. Precisamente lo descubrí aquí en el teatro La Latina. Estaba trabajando y al pasar por el pasillo vi un empleado que tenía la revista abierta justamente por mis fotos. Casi me desmayo. Bueno, no desmayarme físicamente, pero imagínate la sorpresa. De todas formas ya es agua pasada.
-Resulta curioso que buena parte de sus admiradores hayan sido señoras de hace 20 o 30 años, con los ideales religiosos muy asumidos, cuando tú siempre has hecho papeles de mujer frívola…
-Cuando yo empecé marqué una época en el cine español. Mis películas se pasaron por todo el mundo. En Argentina, por ejemplo, estuve dos años seguidos en cartel con una sola película, “El útlimo cuplé”. Luego con  “La violetera” estuve primera en recaudación en Francia, creo que fue en el ’58. Quiero decir que me ha visto todo tipo de público. Gente que entonces tenía 18 años y ahora rondan los 40, señoras mayores y otras menos. Yo siempre he sido una persona tremendamente respetuosa con todo el mundo. Y de eso se ha dado cuenta la gente. Además, la imagen que doy en pantalla depende de los personajes que tenga que representar.
-Por cierto,  ¿no se te ocurrió meterte a monja cuando estuviste interna con las dominicas?
-Es cierto que estuve con las dominicas. Además yo quiero mucho a las monjas. Pero es que tengo prohibido hablar de cosas de mi vida privada. Ya sabes que he vendido mis memorias a una editorial y tengo prohibido por contrato referirme a estos temas. Cuando estén terminadas podréis enteraros de estas cosas que tanto os interesan. Lo que ocurre es que el asunto va un poco lento. Tanto Terenci Moix como yo tenemos mucho trabajo y sólo nos reunimos de cuando en cuando.
-¿Alguien puede temer la publicación de tus memorias?
-No creo que nadie pueda temerlas. Sólo te puedo decir que escribo cosas mías y todas las digo yo. Ya te he dicho –insiste- que tengo prohibido hablar de esto. Lo siento.
-También tienen fama de ser un poco anticlerical… Tuviste problemas para la anulación de tu segundo matrimonio y el obispo de Palma se negó a bautizar a tu hija Thais.
-Nos soy anticlerical. Yo creo en Dios. Es cierto que he tenido problemas con algunas jerarquías de la Iglesia pero afortunadamente se arreglaron. La anulación de mi segundo matrimonio me costó trabajo -¿y dinero?-, sí, también bastante dinero. Pero no le doy demasiada importancia. Ya lo he olvidado. Y en cuanto a lo de Thais tampoco tiene mayor trascendencia. El obispo de Palma se negó, efectivamente, a bautizar a Thais. Nos fuimos a Barcelona y todo se arregló inmediatamente.
-¿Te gustaría que Thais siguiera los mismos pasos de su madre?
-Mi hija ahora misma tiene dos años y medio y lo único que me preocupa es darle las vitaminas y la comida a su hora. Aunque, la verdad, a mí me gustaría que fuera artista. Con dos años y medio, tiene un oído bastante fino. Le gusta mucho el ballet y le encantan la televisión y el teatro. O sea el movimiento. La música también le gusta. Pero lo que le enloquece es pintar. Siempre está pidiendo papel y colores. Eso cuando no pinta en las paredes. Me encanta. Y no es un día que se canse y se ponga a hacerlo por aburrimiento. Es continuamente. No para de hacer rayas, manchas de colores… Los colores los distingue perfectamente. ¡Y sólo tiene dos años!
-¿Pareces reunir toda la admiración en tu hija?
-Bueno, aunque parezca una tontería, quiero mucho a la señora Bárbara, mi cocinera. Y a Terence, y a mis médicos. Y, por supuesto a Pepe. Hay, además, una persona a quien admiro especialmente. León Felipe. A quien di aquel polémico beso. Es el beso que más alboroto ha levantado en mi vida.


"Gusto a generaciones muy distintas", afirma Sara, que no vacila en afirmarse "carroza de lujo" y que sólo tiene ojos para su hija Thais. 

Carmen la de Ronda es algo lacónica. Sin embargo cuando habla de la gente que la rodea se deshace en elogios. Da órdenes sobre la marcha. Quedan pocas horas para el estreno de su enésimo espectáculo. Y María Antonia, o María Alejandra, o Sara, se entrega con la misma ilusión que en sus comienzos. Con la misma fuerza y las mismas ganas que en el aquel lejajo concurso de Cifesa que le supuso su salto al estrellazgo.
-¿Qué hubiera sido de Sara Montiel de no habaer ganado aquel concurso?
-Hubiera sido artista de todas maneras. A los cuatro años ya traía loca a mi madre. Le quitaba las colchas para disfrazarme. Y me pasaba el día cantando y haciendo teatro. Recuero que tuve la difteria y me quedé sin habla. Y no creas que me importaba algo la enfermedad, mi única preocupación era la voz.
-Sara, tú que tienes experiencia en el tema, ¿qué les diría a los detractores del divorcio?
-Que me imiten (ja, ja, ja). Ahora en serio: yo les diría que reflexionaran seriamente lo que es vivir todos y cada uno de los días con caras largas y discusiones eternas.
María Antonia Dixit; Doña Sara de la Mancha.

Juan C. CIRCO


EL RECORTE CCLXVII
Desde que Sara formase su familia con Pepe, Thais y Zeus, éstos estaban con la cantante donde quiera que fuese. Era usual que apareciesen para cerrar sus espectáculos y que fuesen el centro de todas las miradas, anónimas e ilustres. Ellos son los protagonistas de este reportaje de la revista Lecturas de 9 de Noviembre de 1.984. Con una visita de lujo: los Condes de Barcelona. 

SARA MONTIEL
actuó con sus hijos ante los
Condes de Barcelona
En el entreacto, los padres del Rey saludaron a la artista y a sus pequeños así como a Celia Gámen, Olga Guillot y Manolo Otero compañeros de Sara en el espectáculo “Nostalgia” que se representa en un teatro madrileño. 

Los condes de Barcelona, con Sara, sus hijos, Manolo Otero, Olga Guillot y Celia Gámez. 


Sara cedió el micrófono a Thais para que saludara a los Condes y al público en general. 


La condesa de Barcelona, contemplando al pequeño Zeus, en brazos de su madre. El niño tiene ahora 17 meses. 

Sus Altezas Reales los condes de Barcelona, don Juan y doña María de las Mercedes de Borbón, padres del Rey, han visto el espectáculo “Nostalgia”, de Sara Montiel, estrella que ha contratado a Celia Gámez, a Olga Guillot y a Manolo Otero.
Tres mitos –Sara, Celia y Olga- con el joven Manolo interpretando canciones inolvidables están sorprendiendo a diario a la gente –adulta, madura- que llena el teatro y que lo pasa bien.
Sara Montiel, además, presume de hijos y muchas tardes Thais y el pequeño Zeus irrumpen en el escenario, conversan con su madre, saludan al público y hasta piden un aplauso para la orquesta, para mamá y para ellos.
Thais y Zeus, de cinco años la niña y recién cumplidos diecisiete meses el varón, subieron al escenario la tarde en que se encontraban en un palco los condes de Barcelona. Los niños llevaban sendos claveles rojos en sus manos. Y Thais dijo: “Son para don Juan y doña María de las Mercedes”. Se las dieron durante el intermedio. Los condes de Barcelona departieron sencilla y llanamente con Sara, con Celia, con Olga y con Manolo. Naturalmente, allí estaba el marido de Sara, Pepe Tous, y el empresario José Luís López Segovia, hermano de Lina Morgan, propietarios del teatro La Latina.


Thais y Zeus en el escenario del teatro, junto a su madre. 


Zeus y Thais llevaban sendos claveles rojos en la mano para entregar a los condes de Barcelona. 


Celia Gámez se emocionó al saludar a don Juan de Borbón “al que conocí –recordaba la gran vedette de revista- cuando aún llevaba pantalón corto”. Efectivamente, don Juan rió: “Fue en 1927”. Después, cuando la familia real vivió en Estoril, Portugal, Celia Gámez visitó varias veces “Villa Giralda”.
Celia, que interpreta a diario números de las revistas musicales que ella estrenó en España, cantó para los condes de Barcelona, especialmente la canción “El perdón de las flores”, un pasacalle que hace veinticinco años cantaba a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.


Sara Montiel, con su marido, Pepe Tous y sus dos hijos, en el camerino del teatro. Thais, la niña, cumplirá seis años el 3 de marzo. 

Don Juan de Borbón se interesó por el estado de Lina. José Luís, el hermano, le informó de que el doctor Muiños había quedado asombrado de la recuperación de Lina Morgan tras la operación a que la sometió por desprendimiento de retina.
-Se encuentra muy bien, Alteza, muy bien. Descansa todavía, pasa unas vacaciones en las Islas Canarias, pero pronto volverá al escenario.
Don Juan contó que le había dado mucha pena verla en la clínica de Barcelona, puesto que él conoce perfectamente lo que supone una operación así.
Doña María de las Mercedes conversó con Sara y contempló sonriente a Thais y Zeus.
Con los condes de Barcelona se encontraban los duques de Alburquenque y el coronel Luís Fernández de Mesa.  


Javier de Montini
Fotos: Félix Gómez


LA FOTO CCLXVII


Una Sara más inusual en los '80. 


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