Portada: SARA MONTIEL ha logrado un impresionante récord para el cine español: año y medio de permanencia ininterrumpida en la pantalla del Rialto madrileño con solo dos títulos, "El último cuplé" y "La violetera". (Foto Ibáñez)
NUESTRA PORTADA
SARA MONTIEL
Efectivamente,
nunca hasta ahora el cine español había conseguido un récord tan impresionante:
un año y medio de permanencia ininterrumpida en la pantalla de un cine de
estreno madrileño con sólo dos títulos. Y este récord, hasta hace poco
increíble, ha sido conseguido por Sara Montiel, la sensacional protagonista de
“El último cuplé” y “La violetera”, sus dos títulos consecutivos.
El viernes
pasado, para solemnizar tan importante efemérides, en el cine Rialto se ofreció
un gran homenaje de admiración a Sara Montiel, en el que le fue entregada una
placa conmemorativa, que será colocada en el vestíbulo del conocido cine de la
Gran Vía. De este acto, fecha destacada en la historia de nuestro cine,
publicamos una amplia información en las páginas de este número. (Foto Ibáñez)
SARA MONTIEL
RECIBIÓ UN GRANDIOSO HOMENAJE
LA EXCEPCIONAL ESTRELLA DE “LA VIOLETERA” HA BATIDO
UN IMPRESIONANTE RECORD PARA EL CINE ESPAÑOL
Noche grande
para el cine español. Se va a rendir un grandioso homenaje de admiración a Sara
Montiel, estrella de primera magnitud que ha logrado permanecer en la pantalla
del cine Rialto durante año y medio con sólo dos películas: “El último cuplé” y
“La violetera”.
El público se
agolpa a la entrada del cine para gritar su entusiasmo a la estrella preferida.
Ella baja de un Mercedes color gris plata, acompañada de su marido, toda
vestida de azul, con un escote grande y, sobre el escote, un collar de
esmeraldas y brillantes que hace temblar hasta los focos. Custodiada por la
fuerza pública y asediada por cazadores de autógrafos. Sara Montiel llega a la
puerta del cine. Allí se vuelve, levanta su mano y saluda. Y después se dirige
al escenario, donde el señor Vara, en nombre de la empresa del cine Rialto, le
va a entregar la placa conmemorativa del acto. Ferman, el gran locutor, hizo la
presentación de la actriz y le formuló una serie de graciosas preguntas, que
Sara contestó con su habitual personalidad. A continuación, el escenario se
llenó de cestas y ramos de flores y… Sara Montiel comenzó a llorar. Abrazada a
su placa, apenas podía dar las gracias, y sólo pudo decir que ella intentaría
superar su trabajo, que todo se lo debía al público, que se marchaba a La
Habana para actuar en la televisión…
Los flases de los fotógrafos se disparaban
con una velocidad increíble. Las ovaciones se sucedían sin cesar. El público
aclamaba a Sara Montiel. Noche memorable para el cine español y noche memorable
para una actriz para una estrella, para una gran figura que ha conquistado no
sólo las pantallas españolas, sino también las del mundo entero.
Una producción de BENITO PEROJO, que presentará
DIPENFA
EL RECORTE CCLXXVII
En la revista Blanco y Negro con fecha de 2 de Junio de 1.973, la diva hacía su particular análisis del pasado, presente y lo que podría ser su futuro. Se mostraba, "tal cual es".
SARA MONTIEL
tal cual es
-¿Le habría
gustado ser Gloria Swanson en “Sunset Bulevard”?
-El
único papel que he envidiado ha sido el de Ingrid Bergman en “Casablanca”.
Sara Montiel,
más lista que el rayo, me desconcierta con su llaneza y vitalísima
campechanería. Acude a nuestra cita con el pelo recogido, sin maquillar y
afónica. Está ensayando las canciones de sus dos próximos L.P.
-No
me importa ensayar resfriada. Me ambiento con el maestro, para memorizar los
tonos y aprenderme las letras; no para cantar…
Cuentan que
Rusiñol, Casas y Manolo Huguet se apostaban tras los acantilados mallorquines
para contemplar las puestas de sol. Si les disgustaban, las silbaban. Pero su
escenografía crepuscular les fascinaba, las aplaudían. Así me siento yo,
después de dialogar con Sarita Montiel, de quien esperaba gran aparato y mayor
fanfarria:
-Acepto
que me tenga por “Monstruo Sagrado”, aunque prefiero me vea tal cual soy. Me
quedan cinco o seis años aún para armarla; y crea que daré guerra hasta el
último instante. Me disgustan las baladronadas, pero si insisto en augurarle
que emplearé esos cinco o seis años para rematar mi odisea estelar, crea que lo
digo en serio. ¿De qué me habría servido haber puesto a millones de personas de
cara a la pared, durante veinte años, en la oscuridad de los cines, para
soltarlos ahora, así, por las buenas? No, amigo…
Tiene la voz
cansada. No es por el resfriado, sino por tener que repetir una vez más:
-Mi
padre fue mayoral en Orihuela…, en la finca de unos marqueses. Yo era rubia,
casi blanca; de ojos muy azules… ‘Tráete a la Princesa Dorada’ –le pedían a mi
padre los amos-; querían oírme decir ‘Vapo’, deformación de guapo, equivalente
a bello y hermoso. Sabían que jamás me equivocaba si decía ‘vapo’ ante una obra
de arte, y dían antes habían comprado un nuevo cuadro. De ahí que, cuando
sostuve pública refriega con un joven director, nuestras discrepancias lo
fueran sobre la palabra ‘vapo’. Ese director no entendía por ‘guapo’ lo mismo
que yo.
-Sé
que no soy infalible en materia de estética. Pude equivocarme. Únicamente
presumo de conocer bien mi oficio. Soy aficionada a la fotografía; aprendí
montaje, y trabajé como ‘scrip’ con Tony Mann.
-A
los ocho años gané un concurso que ‘Cifesa’ organizó en El Retiro, entre
participantes infantiles de todas las provincias españolas, con Boby Deglané
como presentador.
-A
los catorce años, ¡que es la edad en que Marisol empezó como niña!, yo tenía ya
que apartarme cuando se me acercaba un hombre de cara. ¡Siempre fui muy
poderosa como mujer!
-No
me gusta dar consejos. En especial, a las que comienzan. Pero esta vez lo haré.
Primero: ¿Estáis bien convencidas de vuestra vocación. Segundo: ¡Aprovechaos de
cuantos medios pongan a vuestro alcance, las autoridades y el dinero, para
estudiar! Tercero: No os conforméis con pequeñeces; ¡hay que ser figura!
Cuarto: ¿Poseeis buen olfato para saber elegir a la gente que tendrá que
trabajar con vosotras? Quinto: Deberéis imponeros sin levantar la voz, a menos
que no os importe ser devoradas, y no equivocaros jamás con los escritores.
¡Quien no sepa descubrir un buen guión, que se prepare a llorar la oportunidad
perdida!
-¡Firmo
más contratos que nunca, para actuar en pista! A la gente le gusta verme en
persona. ¡Están deseando descubrir mis defectos! Y les doy gusto, sin
derrocharme en recitales. No sé mantenerme dos horas seguidas ante el
micrófono. ¡Me aburre! Las “galas”, en cambio, me divierten. Me “meto” con el
público, y me convierto en un personaje ameno; lo paso en grande. ¡Ojo, a las
que empiezan!: “Diviertes en tanto te diviertas. Si te aburres, acabarás
también aburriendo”.
-No
me sorprendería acabar descubriendo que yo intuyo mejor la psicología del
público, que la de los personajes de guión. Sé lo que les interesa a los
espectadores. Y lo sé, porque en todas partes el ser humano es igual.
-“Mi
público” es, sobre todo, femenino. Tengo anécdotas que usted no podría
publicar. Pero le voy a contar una, ocurrida el día del estreno de “Varietés”.
A la salida, una mujer le decía a su esposo: “¿Ves? Con esa mujer no me
importaría que me la pegaras! ¡Esta, sí vale la pena!...”
-Imagino
que mi presencia no las hiere. Debe de ser algo así como que las hago sentirse
importantes al pensar: “¡Tiene buen gusto mi marido!” No se sienten vejadas, y
me son incondicionales en todo el mundo.
-Cuando
no canto, intereso por los ojos. Cuando canto, por la boca.
-Sigo
vigente y en alza. Se me avecinan tres películas. Una de ellas, con ese gran
director llamado Sam Peckimpah…
-Mi
vida ha sido tormentosa, con grandes altibajos. La gente le dirá que todo me
fue fácil. ¡Qué saben ellos!... Por ejemplo: Recién había terminado el rodaje
de ‘El último cuplé’, en Barcelona. ¿Sabe esa gente en dónde vivíamos mi madre
y yo? En una ‘habitación con derecho a cocina’, con las doscientas cincuenta
pesetas de dietas que me daba la Productora. Mientras tanto, los entendidos en
cine –productores, distribuidores y exhibidores, todos grandes potencias-
condenaban la película al fuego. Sentenciaron que yo estaba muy mal, y que no
cantaba. Nadie quería estrenarla. Fue entonces cuando me fui a los Estados
Unidos a reunirme con Tony Mann. Habíamos proyectado casarnos a la mayor
brevedad…
-¿Sabe
la gente que un día, en Los Ángeles, estando Tony y yo sin más dinero que mis
últimos 38 dólares para toda la vida, él cayó enfermo del corazón. Fue en un 2
de mayo, como en la Guerra de la Independencia. Lo recordaré toda mi vida. Lo
único que yo deseaba en aquellos momentos era encontrarme con alguien que
adivinara lo que sería de nosotros al día siguiente. La mujer del guionista
Philip Yordan se lo tomó en serio, y me presentó a Marlon Brando. Este actor me
recomendó a una célebre astróloga, a quien facilité los datos de mi nacimiento
para el horóscopo que me mandaría por escrito. A los dos días, o sea el 4 de
mayo, esa señora me llamó urgentemente.
-¡Mi
vida, según ella, iba a cambiar radicalmente de un momento a otro!: “Cuestión
de horas”, me dijo. ¡Y acertó! ¿Coincidencias? No lo sé. Lo cierto es que “El
último cuplé” se estrenó el día 6, cuarenta y ocho horas después, dándoles la
razón a las estrellas. Tenía yo veinticinco años.
-Los
días pasan igual para todo el mundo. Y todos nos adaptamos a la fuerza. Yo, que
a los catorce hice de embarazada, y luego no me dejaron entrar en la Sala de
estreno, por ser menor de edad; a lo mejor, dentro de poco hago de abuela de
veras, sin fuerzas ya para asistir al estreno.
-Mi
muerte no sé como será, ni me importa. Me coge usted en un momento muy triste,
pues la fatídica huelga de los “controladores” de la aviación francesa,
ocasionó la muerte de tres de mis mejores amigos –en especial, uno de ellos,
aunque a los tres quise por igual-. Fallecieron en el accidente de Iberia,
procedentes de Palma de Mallorca. Por la noche, bailaba con ellos; y por la
mañana, después de despedirnos… ¿Cómo saber lo que será de nosotros hoy, si
todo puede ser tan repentino mañana?
-¿Lo
que más echo en falta en esta vida? A mis padres.
-Mi
casa se asemeja a la de un pez. Soy Piscis. Pero si jugamos al parecido con
animales o plantas, digo que soy un “mirlo blanco”.
-Si
a flores, a la violeta; por “La violetera”…
-Si
a un árbol, compáreme con un castaño. ¡Dura mucho!...
-Soy
una “selft made-woman”. Inventé mi propio mito, y no estoy descontenta del
resultado.
-¿Mis
ganancias? Entre el dinero que me han robado, y lo que me han dejado… ¡bien!
Jamás lo invertí en “petróleos” ni en “telefónicas”. Mi inversión fue familiar:
educar a siete sobrinos y ayudar a mis tres hermanos. El primero tiene cuatro
hijos, y gana once mil pesetas; el otro, con tres hijos y esposa, nueve mil. En
cuanto a mi hermana, que no ha tenido hijos, su
marido está enfermo desde hace tiempo.
-Algo
queda para mí… ¡La gran cantidad que me une a don Ángel Ezcurra y su esposa,
doña Pura, quien hace unos días me hizo un regalo, que estimo en alto grado!
¡El permiso legal que mi padre les firmó para que pudieran tenerme bajo su
tutela! ¡Me ayudaron mucho!
-¿Cómo
no va a parecerme maravillosa la vida? Hay luz, aire, y paisajes alegres. Añada
a eso que sólo se vive una vez, y ya me dirá si podemos despreciar algo de
ella. ¡Claro que, a veces, se pasa mal! Se me malograron dos hijos. Uno, a
consecuencia de una caída. El otro fue por otra causa. Pero sé que puedo tener
más cuando quiera, y confío en el amor. Me gusta el cielo; una buena pintura;
la sinfonía que me conmovió una vez; el libro que no pude soltar hasta la
última página. ¿Y qué me dice usted de lo hermoso que es dialogar con gente
humilde y sana; o con gente inteligente, que, aunque tenga mala intención, lo
sepas de antemano?
-Sigo
casada. De Tony Mann me divorcié del mismo modo que nos unimos, por lo civil.
Luego, en Roma, contraje matrimonio eclesiástico con el que hoy sigue siendo mi
marido, José Vicente Ramírez. Y prefiero no añadir nada más sobre este tema.
-¿Con
Onassis? ¡No! No me habría casado con Onassis. Tampoco, con Stalin. ¿Con
Hitler? ¡Menos! ¿Mussolini? ¡Menos todavía! Con el presidente Kennedy, tal vez.
Coincidimos en un viaje, y me gustó como hombre.
-No
pertenezco a partido político secreto alguno. Todo en mi vida es público.
¡Incluso mi ombligo! ¿Qué culpa tengo yo de que, durante unos días, el mundo
entero estuviera pendiente de la operación de cirugía estética de mi ombligo?
¡Fue realmente divertido! Sobre todo, fue humano. Por eso, odio la guerra, y la
política inmovilista, que se niega a humanizar sus relaciones con los seres
humanos, que somos todos. Una estúpida huelga ha matado a tres amigos. ¿Por
qué, pues, alentar odios, en vez de sembrar sonrisas?
-El
mito que yo inventé para mí quise que fuera humano, o que no fuera. ¡Véalo
usted mismo!: carecía de cultura. Pues bien, con la estima de Alfonso Reyes y
León Felipe, y la ayuda de Miguel Mihura, aprendí que las cosas carecen de
valor si no son humanas. Por ejemplo: la Administración me prohibió “Divinas
Palabras”, en cuya posible interpretación cifré grandes esperanzas. ¿Pensaron
aquellos señores de la Censura en el daño que me ocasionaban al prohibirme esa oportunidad?
El mayor defecto del español es el de no ayudarnos. En Francia nace una señora
con el pelo largo y rubio ¡y no vea usted cómo la ponen! ¡No paga ni siquiera
impuestos!...
No era esa la
imagen que yo tenía de Sarita Montiel, y se lo digo. Ella me replicará: “Soy muy sencilla y sensible”. Ciertamente es así.
Me lo ha demostrado en este diálogo inquisitivo a que la sometí. He comprendido
por qué se hizo mito. Proyectó la falsa imagen hologramática de un “monstruo
sagrado”, con el fin de encubrir su amargura. Hoy empieza a estar cansada de
hichar ese globo que la elevó por encima de los demás. Está cansada de ser una
Sara para sí y otra para el gran público. Aún así, me sonríe: “Sobre mi ombligo, le diré la verdad: no fue por razones
estéticas. Tenía una hernia umbilical que se me salía cada vez que tosía, y
quise terminar con ese suplicio”. Me hace sentir admiración. ¿Por qué
confesárselo así a su público, descubriéndoles mezquinamente el truco de un
buen juego de manos? E hizo bien, pues fue grande y divertida hazaña la de
tener pendiente de su ombligo a todo un país. Genio le llamo yo a esa figura.
Julio Coll
Fotografías de Jaime Pato
LA FOTO CCLXXVII
Otra de Ibáñez con el premio que reconocía su récord de permanencia en pantalla.
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