DE LA COPLA AL CUPLÉ
El absurdo camino del “musical” español
“Hasta 1939 no hay cine español, ni natural, ni
espiritual, ni técnicamente. En 1929 y en 1934 da sus primeros pasos. En 1939
pudo echar a andar, pero se frustra la creación de una industria, así como la
posibilidad de un cine político. Continúan las castañuelas y el smoking…” El
fragmentomento extraído de la “Historia de Cien Palabras del Cine Español”, de
García Escudero, condensa admirablemente algunas de las etapas más
significativas por las que ha atravesado nuestro cine. Las “Castañuelas”
aludidas forman parte esencial de esas etapas. Tan antiguas como las primeras
películas (Raquel Meller debutó en la pantalla en 1919 con un título simbólico:
“La gitana”), han configurado siempre nuestra personal concepción de lo
“musical” en el cine, algo que nunca llegó a reunir un mínimo de condiciones
aceptables con respecto al género tal como, por ejemplo, lo entendemos al
hablar de cualquier comedia musical americana (a saber: conjunción de una serie
de elementos: la fusión espontánea de imagen, música y danza que, asimiladas en
un ritmo común, un drama o una comedia realista). Salvo contadas excepciones,
el auténtico musical ha aparecido reñido con el cine español. Y no por falta de
bailes y canciones en sus películas donde, al contrario, a menudo estamos temiendo
que eso ocurra por vaya-usted-a-saber-el-motivo, sino por la falta de
espontaneidad y convicción narrativas, elementos que hacen el secreto de las
obras profundamente populares; y por la escasa imaginación y dinamismo con que
se han abordado este tipo de cintas. Sus artífices –productores, directores,
estrellas-, al atisbar un filón tras una película de éxito (entre los casos más
recientes: “El último cuplé”, “Un rayo de luz”, “Un beso en el puerto”…, y sus
respectivas secuencias), se han lanzado a explotarlo con los ojos puestos
únicamente en la taquilla… por el camino menos complicado. Como de costumbre,
el film que inicia la serie no es el peor: “La Verbena de la Paloma” (v. 1935),
de B. Perojo; o “Morena Clara” (v. 1936), de Florián Rey, constituyeron, dentro
de su primitivismo, una buena muestra de cine intuitivo que supo compaginar un
fino sentido cinematográfico junto al folklore popular. Pero el ejemplo del
primero no lo siguieron Sáenz de Heredia en su remake 1963, el cual erró al
creer que la trasposición de una zarzuela a nuestros días era una ligera
cuestión de faldas cortas e insertos “rock”; ni Orduña en su intento de
resucitar el “género chico” vía TVE. En cuanto al segundo, del tamdem F. Rey-I.
Argentina no encontramos su huella para nada en la enorme lista de films “de
castañuelas” que han llovido desde entonces.
La “españolada”
(término genérico que sirve para designar lo mismo una cinta de bandoleros y
gitanas que “ruiseñores” y tablaos) ha contado con la presencia y el
aprovechamiento de cuantas figuras del baile y la canción –incluso del deporte
y el toreo- aspiraron a la fama a través de la cámara. Sin embargo, y pese a la
proliferación de tonadilleras y artistas “de tronío”, de niños-prodigio canoros
y de cantantes seudopop, difícilmente ha surgido una estrella de verdadera
magnitud como lo fue Imperio Argentina en los años 30, exceptuando los tres
pilares de las gitanas de otrora (el tanto-monta Paca, Lola y Carmen, emblemas
de la marca Suevia Films-Cesáreo González), y el mito en derribo de Saritísima
(si hemos de remitir a su reciente espectáculo y sus imposibles picardías de
“Cinco almohadas para una noche”, cuyo estreno ha motivado este trabajo),
heredera póstuma del Imperio Cifesa.
Una exaltación a
los valores “hispánicos”, genuinos de la raza, y una temática inamovible
aplicable a cualquier frente, ya fuese el baturro como el andaluz, jugando
invariablemente con el ínfimo nivel cultural del público, recreadas idiotamente
por una pléyade de directores, cuyo mérito consiste en trabajar muy rápido,
completan los rasgos fundamentales del “musical” español, subgénero al que
iremos desglosando por períodos en un próximo número.- Juan de Mata.
Portada: Sara Montiel en “El último cuplé”
(1957), inicio de una “operación nostalgia” que, desde la radio y el cine a la
televisión, ha llenado tres lustros de cultura española.
EL RECORTE CCCXXVI
Hablar de cine, antes o después, es hablar de Sara Montiel. Ella mima homenajeó su propio cine y a todo el género con el doble LP "Sara Montiel... de Cine". Así hablaba de él en Suplemento Semanal, con fecha 18 de febrero de 1.990.
RETORNO AL MUNDO DISCOGRÁFICO CON UN
HOMENAJE AL CINE
SARA MONTIEL
ESTRELLA DE UN NUEVO MUSICAL
Su homenaje al cine –el contenido de un amplio
trabajo discográfico recogido en un doble elepé- ha sido la antesala del
regreso a los platós de la televisión para rodar un ambicioso musical. Es la
nueva Sara, a la que, según reconoce ella misma, sus hijos Thais y Zeus le han
devuelto el coraje y la ilusión del comienzo de lo que es una de las más largas
y brillantes carreras en el mundo del espectáculo.
Sara Montiel
emprende la década recién estrenada de los noventa en plena actividad. Acudimos
a entrevistarla a los Estudios Buñuel de TVE, donde se está llevando a cabo la
grabación de la serie musical que encabeza como máxima figura estelar la
popular e internacional manchega. En una pausa de la grabación, mientras se
permutan los decorados, se corrigen las luces para la adecuada iluminación del
estudio y las cámaras se sitúan en su más adecuado emplazamiento, Sara, abierta
como siempre al diálogo, atiende a nuestras preguntas.
-¿Qué queda
atrás de los ochenta y qué espera de los noventa?
-Para
mí los ochenta han sido maravillosos; es la década que me ha traído a mis
hijos, a Thais y a Zeus, que son lo más importante de mi vida. Con su llegada
me han infundido nuevos ánimos para seguir viviendo intensamente y muy al día,
con la mirada, pensando en ellos, puesta en el futuro, en los noventa, que como
puedes ver inicio trabajando a tope.
-¿La presencia
en su vida de sus hijos hasta qué punto ha cambiado el rumbo de su vida?
-Lo
ha cambiado en el sentido de que, tras
treinta años de llamarme Sara Montiel y ser mundialmente conocida, vivo ahora
con la misma ilusión y el mismo espíritu de lucha que cuando empecé de
jovencita.
Retorno. ¿Por eso su retorno al mundo
discográfico y a las cámaras…
-Nunca
he dejado de estar en activo. Tras mi retirada del cine, en los principios de
los setenta, me dediqué de lleno al teatro, con mis espectáculos musicales y
mis recitales y conciertos en España y en el extranjero; pero hace dos años
irrumpí de nuevo en el mundo discográfico y ahora he vuelto a sacar un doble LP
que se titula “Sara Montiel… de cine”, que ha tenido una maravillosa acogida
por parte del público, ya que ha sido uno de los álbumes de mayor venta en las
pasadas fiestas.
-¿Por qué “…de
cine”?
-Porque
he querido, con este doble álbum, rendir un homenaje, muy especial y muy
personal, al cine, que fue el que me dio fama mundial y me hizo ser Sara
Montiel. Yo adoro el cine; por otra parte, ahí están mis películas, que han
marcado toda una época y forman parte ya de la historia del cine mundial,
algunas de ellas, por ejemplo El último
cuplé y La violetera, marcaron
unos récords de permanencia en cartel y de recaudación que aún ninguna otra
película de habla hispana ha logrado batir. Esto, como es lógico, me llena de
orgullo, y es algo que yo no puedo olvidar.
-¿Qué canciones
eligió para este homenaje al cine?
-He
vuelto a grabar todos mis grandes éxitos, desde El Relicario a Valencia,
pasando por el Fumando espero, Es mi
hombre, Polichinela, Ven y ven, La mosca, Nena, en fin, todos los que en su
día popularicé. Ahora tienen arreglos actuales, puestos al día, grabados con
nuevas técnicas y con el sonido y el ritmo que el público quiere. Ha sido una
producción musical realizada por Óscar Gómez que grabamos en Londres; insisto,
con unos arreglos y un sonido maravillosos. Además de mis canciones famosas, en
este doble álbum hago también un homenaje a otras películas que igualmente
marcaron una época y he incluido los temas de Amado mío, Gilda, Casablanca, El Álamo, El padrino, Candilejas, sin
que falte tampoco mi versión cantada en inglés de “Cheek to cheek” de Sombrero de copa, a cuyo autor, Irving
Berlin, tuve ocasión de conocer durante los años que viví en Hollywood.
-¿Qué ha marcado
su retorno a los platós, su presencia ante las cámaras?
-A
pesar de haber dejado el cine, yo he seguido trabajando, presentándome en TV,
tanto en España como en el extranjero, en donde tengo realizados muchos
especiales, por ejemplo “O Globo” de Brasil, para Televisa de México, para la
Televisión Francesa… pero deseaba un programa importante en España, tener una
serie propia en televisión española, que es lo que ahora estoy haciendo.
-¿En qué
consiste esta serie?
-Es
eminentemente musical, junto a las canciones que interpretaron –algunas
grabadas en exteriores y otras en interiores con espectaculares decorados, a
veces sola, otras acompañada del ballet de Giorgio Aresu- se incluyen gags en
los que yo hago personajes muy divertidos que van a sorprender a más de uno.
Ritmo y fuerza. Parece que está muy satisfecha
con este trabajo.
-Pues
sí, porque además tengo un equipo maravilloso, desde el realizador y director
de la serie, Eduardo Stern, hasta el último electricista, todos formamos un
bloque fenomenal. Que no me vengan a decir a mí que en Televisión Española no
hay buenos profesionales porque es totalmente falso, ya los quisieran para sí
alguna televisión del extranjero. Y te lo digo yo, que soy una profesional de
los pies a la cabeza y que, si de algo peco, es precisamente de exigente; me
exijo a mí misma y también exijo a los demás. Trabajar con un equipo como el
que tengo en mi serie es trabajar a gusto. El resultado se verá cuando se emita
la serie, a más de uno le va dar un patatús.
-Patatús, ¿por
qué?
-Porque
van a ver siete maravillosos capítulos, de una hora cada uno, con un ritmo y una
brillantez fuera de lo común, con una Sara Montiel que va a dar mucho que
hablar y con unos artistas, actores y cantantes invitados de gran talla
nacional e internacional.
-O sea, que hay
Sara Montiel para rato…
-Y
que lo digas; soy como el plástico, indestructible, y como los buenos vinos,
que mejoran con el paso del tiempo.
-Y de ciertos
retoques faciales, ¿qué me cuenta?
-Que
cuando lo necesito acudo a mi buen amigo y excelente cirujano Antonio Tapia y
que me deja así de mona, como me estás viendo. Yo no oculto nada, ni la edad
que tengo, ni esto.
Mimada. Defínase a sí misma en cuatro palabras.
-Sincera,
feliz, optimista, trabajadora.
-Digamos algunas
definiciones de otros sobre usted.
-Camilo
José Cela me ha definido y ha escrito de mí como que soy la “voz que destila
estrógeno y una de las mujeres más cachondas del Occidente europeo”; para
Terenci Moix soy “Saritísima”; para Paco Umbral soy “Antoñísima”; para Emilio
Romero, “un mito viviente”; para Antonio Álvarez Solís soy “la eterna
juventud”, y para León Felipe fui su “última musa”.
-¿Por qué ha
sido siempre mimada por los intelectuales?
-Eso
no lo puedo contestar yo; pregúntaselo a ellos. Quizá porque siempre me han
visto sincera y, sin duda, porque soy buena amiga de todos ellos. En nuestra
vida privada el mundo que Pepe y yo frecuentamos es el de los escritores, de
los pintores y de los médicos; nuestros mejores amigos están dentro de estas
profesiones.
-Para terminar,
Sara, formule con vistas a esta década de los noventa un gran deseo.
-Simplemente
tener salud, junto a mi marido, para ver crecer a nuestros hijos, que son lo
más importante en nuestra vida. Y un ferviente deseo de paz para todo el mundo.
Texto y fotos: JAVIER TORRES
LA FOTO CCCXXVI
Ella. El mito del Cine Español.
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