martes, 28 de septiembre de 2010

SEMANA - 26 de Enero de 1971 - España



NUESTRA FAMOSA ESTRELLA, ACOSADA POR DOS HOMBRES: DOS “IRRESISTIBLES” DEL CINE EUROPEO SE DISPUTAN EL AMOR DE SARA MONTIEL: 
Vicente Parra y el rumano Chris Avram

Sara Montiel es una rendida admiradora de Vicente Parra. Además son vecinos, pues viven en la mia casa. Me encanta que Vicente quiera casarse conmigo, en la película naturalmente...

 Chris Avram es el más caracterizado rompecorazones de Rumanía, y rival de Vicente Parra en la disputa del amor de Sara Montiel. Chris guarda un extraordinario parecido con Fernando Lamas.

 Sara revela que sigue tan ingenua como siempre. Por eso, gusta de dialogar con su muñeca favorita.


 Sara Montiel, rubia y traviesa.



 El reposo de la estrella, envuelta en aparatosas plumas.

 Sara Montiel y Vicente Parra, la pareja de fuego del cine español.

 Un primer plano de Sara, lleno de hondura dramática.

 Sara, actriz sumisa, pese a su fama de no serlo, atiende las indicaciones de su director, Juan Antonio Bardem.

POR FIN JUNTOS, SARA MONTIEL Y VICENTE PARRA la pareja romántica del cine español

Llegó a Madrid en los difíciles años de nuestra posguerra. Era una manchega muy joven y exuberante, hija de humildes labradores. Su último empleo lo había tenido en Orihuela: dos pesetas diarias por envolver naranjas. Pero era una manchega soñadora, llena de ilusiones, como su paisano Don Quijote. Antonia Alejandra Vicenta Isidora Elpidia Abad Fernández llegó, pues, a la capital con mucho, con poco, o sin nada, según se mire: sólo con sus anhelos de triunfar en el séptimo arte o en la canción.
            (¿Por qué ahora, veinticinco años después, recuerdas aquellos años duros e ilusionados, Antonia Abad? ¿Por qué precisamente ahora, cuando envuelta en plumas blancas y en un decorado de ensueño, interpretas un espectacular número musical? ¿Por qué, Sara Montiel?)
            Ha tomado asiento en un rincón del plató. Le sirven carne y ensalada. A eso le llamo yo comer sobre la marcha. Y Sara, entre bocado y bocado, habla así:
            -Desde que, hace unas semanas, empecé a rodar “Varietés”, no paro de echar la vista atrás. Me reconforta pensar en el mucho camino que he recorrido hasta llegar donde hoy me encuentro. Porque ese camino lo he recorrido sola, sin ayudas, gracias a mi propio esfuerzo. Da gusto no deberle nada a nadie. Da gusto ver cómo al cabo del tiempo una tiene muchos más amigos que enemigos.
            Está contenta Sara Montiel. Habladora y sonriente. En la cúspide de su atractivo físico. Con quince kilos menos… Quizá por eso se deleita echando la vista atrás. Quizá porque piensa en los que, tiempo atrás, se apresuraron a cavar su fosa. Sara vuelve a estar segura de sí misma, de su innegable e indudable atractivo…
            -Aunque sigue sin gustarme mi nariz –dice con gracia, y todos se ríen.
            Es una opinión… Amadeo Nazzari, sin embargo, comentó, hace años: “La nariz de la Montiel me gusta más que la boca de muchas actrices guapísimas que todos conocemos.”
            -Sobre gustos…Burt Lancaster, cuando hicimos “Veracruz”, me dijo que mis orejas eran preciosas…Gary Cooper prefería mis pestañas… Pedro Infante, sin embargo, se pasaba el día cantándome eso de “¡Qué bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas!”… Yo estaba echa un lío.
            -Sus galanes, Sara, ¿la amaron sólo en la pantalla, o, tal vez, algunos continuaron amándola más allá de la ficción? ¿Dónde termina el amor de mentira y empieza el de verdad? ¿Pueden confundirse a veces?
            Y Sara que disponía de algunos minutos de descanso, contestó a mis preguntas. Si, estaba en su día más propicio para recordar, quizá para añorar… Me habló del amor (del verdadero y el otro) al hablarme de sus galanes. De los ¿hombres?, ¿actores?, que han amado a la más internacional de nuestras estrellas. 



NUESTRA FAMOSA ESTRELLA REALIZA UN DIVERTIDO ANALISIS DE LOS GALANES QUE LA AMARON EN LA PANTALLA


FERNANDO FERNAN GOMEZ, EL “GUAPO” DE LAS FACCIONES INCORRECTAS
Entre 1944 y 1947, Sara Montiel intervino en once películas. La primera de todas fue “Te quiero para mí”, dirigida por Ladislao Vadja. Nuestra estrella no se llamaba todavía Sara Montiel, sino María Alejandra. Encarnaba a una colegiala. Antonio Casal estaba de moda.
-Yo estaba asustada. Venía de envolver naranjas… Antonio gustaba a las mujeres por su aspecto tristón. A mí, ni me gustó ni me disgustó. Estaba tan asustada por mi debut que no me daba cuenta de nada.
            Empezó a darse cuenta de las cosas –la capacidad de recuperación de esta mujer es asombrosa- cuando hizo su segunda película, “Empezó en boda”, ya como Sara Montiel. El galán fue Fernando Fernán Gómez.
-Ahora el debutante era Fernando, y, claro, estaba más asustado que yo. Pero este hombre siempre resulta atractivo, con miedo o sin él. Gratas consecuencias de la personalidad, y Fernando anda sobrado de ella. Me gustan los hombres con personalidad.
            -Entonces, Fernando Fernán Gómez le gustó…-afirmo.
-Desde luego. Y eso que es feo como él solo… ¡Esa narizota! Pero, hijo, sus facciones incorrectas le convierten en guapo. ¿Idilio? ¡No, por Dios! Ni él ni yo teníamos tiempo que perder. Bastante teníamos ya con cuidar de nuestras respectivas carreras, recién estrenadas.
            Después, otros tres galanes de moda, tres “rompecorazones” de aquellos años 40: José María Seoane (¡tan romántico!), Julio Peña (¡tan guapo!), Rafael Rivelles (¡tan atrevido!)…

JORGE MISTRAL, EL QUE LAS DESMAYABA


Mil novecientos cuarenta y ocho: año de la consagración de Sara Montiel. Ella fue la bellísima y fascinante mora Aldara, de “Locura de amor”. Y en “Locura de amor”, nada menos que Jorge Mistral, el actor que durante varios años simbolizó la galanura española. Jorge, naturalmente, amó a Sara: mejor dicho, a Aldara…
            -¿Sólo a Aldara, Sara?
            -Bueno, la verdad es que Jorge amaba con tanta pasión, y tan convincentemente que una no sabía a quién dedicaba verdaderamente sus palabras de amor, si a la actriz o a la mujer. Además… ¡tenía una voz preciosa!
            -¿Se explica que hubiera mujeres que se desmayaban al paso de Mistral?
            -¡Toma, claro! Yo también estuve a punto de desmayarme la primera vez que me miró a los ojos y me dijo unas cuantas palabras bonitas… ¡Qué hombre! Parecía un personaje de García Lorca; tan agitanado… Volví a trabajar con él un año después, en “Pequeñeces”. Un día, durante un descanso, me declaró su amor, pero yo pensé que tenía ganas de broma y la cosa no pasó de ahí.
            -Tendría algún defecto el “bello” Jorge…
            -Hombre, pues sí. Te robaba cámara… O sea, que procuraba ser siempre el protagonista de la escena. Esto es fastidioso, pero Jorge lo hacía con salero, con garbo. Trabajé de nuevo con él, diez años más tarde, en “Carmen la de Ronda”. Los años habían aumentado su atractivo, y yo tenía más experiencia. Quiero decir con esto que de ninguna manera podía pasar algo…, si yo no quería. Y no quise.
            Además, ya había entrado en escena el “bellísimo” Maurice Ronet (como después veremos).



 PEDRO INFANTE, ¡TAN VANIDOSO!

Cuatro años en Méjico, de 1950 a 1954. Muchas películas. Muchos galanes. Muchas “historias”. Sara Montiel ya era la estrella más famosa del cine hispanoparlante. La amaron, cinematográficamente, Pedro Infante, Arturo de Córdova, Abel Salazar, Manuel Fábregas, Roberto Cañedo… Los más caracterizados “donjuanes” mejicanos.
            -Con Infante hice dos películas. Me pareció un hombre terriblemente vanidoso: el más guapo, el más fuerte, el más listo… No me van los hombres vanidosos. Y físicamente no era mi tipo; le encontré relamido. Me dijo no sé cuántas veces que me amaba, pero yo… ¡como quien ve llover!
            -Arturo de Córdova también era guapísimo… ¡Y con bigote, Sara!
            -Sí, era muy guapo y se llevaba a las mujeres de calle. Pero a una servidora, no. Me gusta ser la conquistadora, no la conquistada. Cuestión de principios. Su voz era maravillosa, lo reconozco, y humanamente era un gran tipo. Su bigote, sin embargo, no me hacía “tilín”, aunque muchas mujeres le pedían pelitos de recuerdo.
            Años después, Sara se casaría con un hombre con bigote. Cosas de la vida.
pués veremos).



GARY, SI; BURT, NO
Fue muy interesante, para nuestra estrella, la etapa de Hollywood, entre 1954 y 1956. La fama de la Montiel ya era mundial. Su fotogenia en comparada a la de Marlene Dietrich, Ava Gadner, Liz Taylor… Por eso, actuó con Gary Cooper y Burt Lancaster en “Veracruz”, con Mario Lanza en “Serenade”, y con Rod Steiger en “Yuma”.
      -Gary era un hombre maravilloso. Su atractivo físico era muy grande, a pesar de su aspecto desgalichado, de que ya era mayor y, sobre todo, de que ya estaba enfermo. Era un hombre que se hacía querer.
            -¿Dónde residía la clave de su magnetismo?
            -En sus ojos azules eléctricos, llenos de bondad y de fuerza.
            -¿Le hubiera gustado enamorarse de él?
            -Si hubiera sido más joven, estoy segura de haberme enamorado de él.
            Burt Lancaster, sin embargo, no impresionó a Sara.
        -Era muy frío… Te decía “te quiero” y te quedabas como quien escucha al hombre del tiempo. Además, me pareció un tipo falso, poco compañero.
            De Rod Steiger y Mario Lanza guarda un recuerdo gris. Formidable actor, el primero, estupendo cantante, el segundo. Pero sin ningún atractivo físico, Rod (“aunque tenía una boca muy bonita, sobre todo cuando se ponía sádico”); y sólo pendiente del “bel canto”, el esgundo. Además, Sara había encontrado el amor al otro lado de la cámara: el director Anthony Mann iba a convertirse en su primer marido (se casaron en 1957, por el rito judaico, y el matrimonio civil se celebró en Los Ángeles, ante el cónsul español). 


 DE RAF VALLONE A GIANCARLO DEL DUCA
Galanes italianos en la vida de Sara Montiel: Raf Vallone (“La violetera”, 1958), Amadeo Nazzari (“Carmen la de Ronda”, 1958), Antonio Cifariello (“La bella Lola”, 1962), Luigi Giuliani (“La Reina del Chantercler”, 1963), Giancarlo del Duca (“La dama de Beirut” y “La mujer perdida”, 1965 y 1966).
       -Los italianos no son tan amadores como dicen. Raf Vallone tenía unos ojos preciosos, que te atravesaban al mirarte, y una voz grave impresionante; pero resultaba frío. Y hablo con conocimiento de causa porque en “La violetera” interpretamos bastantes escenas de amor. Cuando ruedo escenas de amor, me gusta creerme lo que me dicen. Pero con Raf, no era posible. También pudo influir que no era mi tipo.
            -¿Tampoco lo era Luigi Giuliani?
            -¡Tan jovencito! ¡Tan mono!... Se asustaba cuando tenía que declararme su amor y besarme…
            -Y de Giancarlo del Duca, ¿qué me cuenta? La “vox populi” les colgó un idilio…
         -Confieso que Giancarlo me iba. Era muy guapo y muy hombre. Lo malo es que cuando se ponía romántico terminaba empalagoso. Y a mí, los empalagosos… ¡nada!
          Sara tiene un recuerdo emocionado para Antonio Cifariello. Hicieron buena amistad; y él perdió la vida, poco después, en accidente de avión. 
                                 

MAURICE RONET, PUNTO Y APARTE
Tengo la impresión de que los ojos de Sara adquieren un brillo especial cuando me habla de Maurice Ronet. Maurice… ¡oh Maurice! Fue el galán de Sara en tres películas: “Carmen la de Ronda”, “Noches de Casablanca” y “Mi último tango”. También se rumoreó que Sara y Maurice -¡oh, Maurice!- se habían enamorado de verdad. Desde luego, sus escenas amorosas en la pantalla estaban interpretadas con un verismo muy significativo.
          -Maurice era un hombre irresistible. Bueno, lo sigue siendo, porque ahora tendrá poco más de cuarenta años. Tenía unos ojos verdes que parecían irreales. Yo vi cómo algunas mujeres le pedían con voz trémula un botón, un cabello… ¡Qué hombre!
            -Sinceramente, ¿estuvo usted enamorada de él?
            -El estuvo enamorado de mí, que no es lo mismo. No sé por qué, pero me dio por hacerle sufrir, como Mari Pepa a Felipe. Es que me supuse que era un conquistador más o menos profesional, ¿comprende? El pobrecito perdió kilos por mi culpa. Ahora, cuando nos vemos, recordamos todo aquello y nos reímos… ¡Qué guapo sigue el condenado!
            ¡Oh Maurice!

 Y, AL FIN, VICENTE
Tras Patrick Bauchau (“Tuset Street”) e Ivan Rssimov (“Esa Mujer”), un viejo anhelo de Sara se convierte en realidad: trabajar con Vicente Parra.
            -¡Vicente es mi consentido! –exclama, con entusiasmo-. Es como mi hermano. Además… ¡cómo está este año Vicentico!
            Pudieron haber trabajado juntos en “La guerrillera de Villa”, pero Sara dio la “espantá” y ocupó su puesto Carmen Sevilla. Ahora, Juan Antonio Bardem les ha unido. Sara es Ana, y Vicente es Miguel. En “Varietés” viven un gran amor. Se nota que Sara está a gusto con Vicente Parra… y viceversa.
            -Vicente es idealista, romántico, educadísimo. Su mirada de niño triste tiene imán.
            Hay un segundo galán en esta película: el rumano Chris Avram. Chris es lo que pudiéramos llamar un “guapo-guapo-guapo”, en la línea de Fernando Lamas y Paul Newman. En la película, es Chris el conquistador de amor de Sara, pero sospecho que en la vida real no hubiera ocurrido así. Sara prefiere los hombres menos aparatosos; guapos, sí, pero no avasalladoramente. Y, sobre todo, los prefiere, si detrás de la belleza física hay algo más…
            -En general, estoy satisfecha de mis galanes. ¡Sí, sí, hasta de los empalagosos y relamidos! Porque en ellos están reunidos veinticinco años de mi vida. Lo único que siento es que no pude trabajar con Spencer Tracy. El pobrecito se murió.
            Sara, en forma, rutilante y bellísima. ¿Qué otros galanes pasarán por su vida… cinematográfica? Dentro de algunos años podremos escribir otro reportaje como el que ahora termina. 

Hebreo SAN MARTIN
Fotos: Julio Wizuete (color)



EL RECORTE III
La misma revista, el 16 de Octubre de 1971, recogía lo que fue el estreno apoteósico de "Varietés", haciéndose eco, casi exclusivamente, de todo lo concerniente a nuestra estrella. 


EL ESTRENO DE SU ULTIMA PELICULA, “VARIETÉS”, HA SIDO UN GRAN ÉXITO La voz y la figura de SARA MONTIEL, impresionantes

SARA MONTIEL EN EL ESTRENO DE “VARIETÉS”, SU ULTIMA PELICULA


A su llegada al local donde iba a proyectarse la película, Sara Montiel protagonizó este tumulto. Admiradores suyos que, en avalancha, casi le impidieron penetrar en la sala, cosa que hizo con dificultades. 


Noche de estreno cinematográfico en Madrid. Es uno de los primeros que se suceden en la presente temporada. A la entrada del cine, focos, gentío que, a empellones, busca un lugar preferente para poder ver, en carne y hueso, a la protagonista de “Varietés”: Sara Montiel.
 Muchos admiradores de nuestra manchega internacional no tuvieron más remedio que quedarse en la puerta del cine porque las taquillas estaban cerradas. Todo vendido. Ni una entrada, ni siquiera por recomendación. Valga como dato anecdótico que el propio productor del film, Eduardo Manzanos, se “coló” prácticamente en el local. El tampoco tenía localidad. Las que poseía la víspera del estreno, las regaló a sus ineludibles compromisos.
Empieza el tumulto al acercarse un Cadillac negro. Se presume que, dentro, llega Sara Montiel. Cierto. Nuestra superfamosa estrella desciende del automóvil envuelta en un traje negro muy brillante, exhibiendo la mejor de sus sonrisas, su inmarchitable belleza y una espectacular peluca en tonos rojizos. Le acompaña Vicente Parra, uno de sus dos galanes en la cinta, vistiendo traje oscuro. Vicente siempre manifestó, antes de que fuera un actor consagrado de nuestro cine y teatro, su admiración por la Montiel. Y es más: los dos viven en el mismo edificio, sito en la madrileña Plaza de España. A duras penas, ambos pueden penetrar en el elocal, ante una expectación mucho mayor que cuando Sara estrenó “El último cuplé”. Saluda, brazo en alto, desde una barandilla del cine a sus admiradores. Ocupa junto a Vicente la primera fila de entresuelo, a modo de palco. Los “flashes” fotográficos centellean sin detenerse un instante. Así, media hora de acoso, de petición de autógrafos, de saludos y de ovaciones delirantes, sólo permitida a los grandes divos, a las rutilantes estrellas de la pantalla. Porque Sara Montiel sigue siendo una de las pocas grandes estrellas españolas cuya presencia despierta una admiración sin límites. 


El “hall” del cine esta repleto con caras más o menos famosas. Llega Juan Antonio Bardem, en compañía de su esposa. El director de “Calle Mayor” está contento. Dirigiendo a Sara, dice que ha experimentado una de sus mayores satisfacciones como realizador cinematográfico. Esta vez no hubo roces ni problemas entre la estrella y el director. Manuel J. Goyanes charla con unos amigos. Comenta que va a retirarse pronto como productor, sucediéndole su hijo Carlos, esposo de Marisol. Está Trini Alonso, Emilio Laguna y otros conocidos actores que han intervenido en “Varietés”. Cruzo un saludo con Pepe Rubio, quien recibe parabienes tras sus últimas apariciones en la televisada “Antología lírica” de los sábados. Pepe tiene ganas de formar compañía propia; espera que se estrene su última película “En un mundo nuevo”, con Karina, y… confía en dejar el celibato alguna vez. De momento, lo hemos visto muy bien acompañado. Charlaba con Gela Geiser, que es una actriz germana afincada en nuestro país. Suena el timbre; va a empezar la proyección.
            “Varietés” es, en líneas generales, la vida entre bastidores de una segunda “vedette” de revista: sus ilusiones por encabezar el reparto, sus amarguras, su historia sentimental con un pianista al que ama, pero que no sabe renunciar a su posición social para casarse con ella, con María Marqués, la heroína del film, que vive luego una aventura con el director del teatro en que actúa. 


Es una película para Sara Montiel, quien llena la pantalla casi todo el tiempo del film, bien fotografiado por el francés Christian Matras, con una correcta realización de Bardem, cuyos ramalazos geniales, su impronta impersonal, se notan en muchas secuencias. “Varietés” nos recuerda a “Cómicos”, aquel gran triunfo del mismo director. Vicente Parra y el galán rumano Chris Avron intervienen discretamente, como meros peones de una leve historia. “Varietés” tiene un argumento breve. En cambio, se admira la belleza, la fotogenia de Sara Montiel y su peculiar estilo cantando canciones conocidas, como “Toda una vida”, “Te lo juro yo”, “Celos” y la más destacada interpretación suya en “La bien pagá”.
Al terminar la proyección, Sara Montiel escuchó los aplausos que le dedicaban los asistentes y se fue a festejar su éxito.


“SOY OTRA SARA MONTIEL”

Al día siguiente del estreno, enhebramos este diálogo con Sara Montiel.
-¿Qué te pareció el estreno, Sara?
-Muy bien. Pero yo estaba muy nerviosa. Casi no me di cuenta de nada de lo que sucedía. No seguí las incidencias de la proyección.
-¿Más nerviosa que cuando se estrenó “El último cuplé”?
-Mucho más. “El último cuplé” tuvo un estreno que pasó prácticamente inadvertido. Nadie esperaba que durara en el cine Rialto más de cuatro semanas. El público respondió más adelante. De mis estrenos tumultuosos, recuerdo el de “La violetera”, pero no se parece en nada a éste de “Varietés”.
-¿Prefieres la Sara de este último film?
-“Varietés” está dentro de este año que vivimos. Es de corte moderno, y yo estoy muy cambiada, soy otra Sara Montiel, una actriz que no está quieta ante las cámaras, que no se muestra envarada. Y las canciones que interpreto son de ayer y de hoy: melódicas y rítmicas, dramáticas y románticas. Hay de todo.


-De ti se destaca siempre la fotogenia, Sara.
-Pues yo no percibo la cámara. Estoy pendiente de lo mío, de la interpretación, aunque tenga los focos cerca.
-Hablemos de Bardem, el director.
-Creo que el éxito de esta película se debe a él. Ha hecho un trabajo maravilloso.
-¿Presupuesto del film?
-No lo sé. Pregúntaselo al director.
-¿Proyectos?
-Hacer dos películas en coproducción con Inglaterra. Tal vez decida protagonizar una película sobre la época posterior a Hernán Cortés, en el segundo virreinato mejicano, dirigida por Gavaldón. El presidente Echevarría tiene gran interés en que yo sea la protagonista de esta película.
Sara Montiel tiene el tiempo justo para marcharse a Barcelona, a asistir al estreno de “Varietés”. Otro éxito más en su carrera cinematográfica.

 Manuel ROMAN
Fotos: Julio Martínez



LA FOTO III




Impresionante el rostro de la Montiel. Aquí, inmortalizado por el objetivo del genial Ibañez. 

lunes, 20 de septiembre de 2010

FOTOGRAMAS - 23 DE ENERO DE 1970 - España

   
SARA MONTIEL "EN PERSONA"


En este tiempo de la vida española solamente tres seres podríamos decir que son históricamente universales, verdaderamente populares, y, por ello, generadores de violencias clamorosas, aunque con sus críticos y demoledores; y cada uno en su esfera. Me refiero a Franco, al Cordobés y a Sara Montiel. Nadie más popular que ellos. Franco tiene ya centenares de biógrafos. Es superviviente de esta lista alucinante de nuestro siglo: Churchill, Hitler, Roosevelt, Stalin, Mussolini, Salazar, Gandhi, De Gaulle… El Cordobés tiene ya su media docena de biógrafos. Faltan los biógrafos de Sara. ¿Cuándo? Si ella decidiera a contar, “gemirían las prensas” como se decía al principio de este siglo con las cosas sensacionales. Ya sé que hemos exportado algo más; no mucho. La rica, peculiar, original e irrepetible personalidad de estos españoles han de tener sucesión, pero no tendrán sucesores. Son únicos, y no dejan molde. Los tres están en la prensa nacional y en la prensa internacional a lo largo de muchos años, y más que los españoles de todas las épocas.
(Emilio Romero)

El espectador que ha pagado cuarenta duros por una butaca y otros tres en un programa de mano, puede leer este párrafo en la presentación de Sara Montiel que firma el popular periodista madrileño. No sorprende, por tanto, que en la amplia planta del Teatro de la Zarzuela de Madrid se respire un aire de ritual, de curiosidad expectante y una pizca morbosa.
            ¡La diosa accede a descender del Olimpo y mezclarse con los humildes mortales! Un desusado silencio recibe una secuencia de “Esa Mujer” proyectada en una gran pantalla. Sara Montiel canta desde su imagen inaccesible unas estrofas de una canción de Manzanero: “Contigo aprendí”. La pantalla desaparece para dar paso a una Sara de carne y hueso (“para mí la carne, para ti el hueso”, dirá Tip a Coll en un “sketch”). Sara continúa la canción con el mismo vestido y las mismas joyas que lucía hace un minuto en la pantalla. La transmutación, aunque elemental, persigue un claro objetivo: demostrar que es la misma mujer, el mismo mito, la misma personalidad. Sara termina su canción entre aplausos nutridos. Manifiesta al público su agradecimiento y anuncia su propósito de entrar en contacto más directo, ya que desde la pantalla no tiene la “probabilidad” de hacerlo. Su propósito se materializará tres veces a lo largo de la representación, paseándose entre los espectadores de la platea, pidiendo un cigarrillo cuando canta “Fumando espero” o repartiendo violetas, cuando, al final, entona “La violetera”.
            Sara canta, a lo largo del espectáculo, diez canciones (en el programa figuran un par más). Su voz es más oscura que en sus “playbacks” y la orquesta la acompaña a una cierta distancia. No es descubrir el Mediterráneo afirmar que Sara dice el cuplé o la canción con un estilo muy personal, grave, pastoso. Pero al público apenas le importa “cómo” canta Sara y apenas lo que canta. El público va a otra cosa.    


A Sara la quiere ver la gente en persona, para comprobar si su belleza es irreal o auténtica. Si en Italia se dijo una vez que cuando alguien sacaba a relucir el nombre de Sofía, no podía ser otra que Sofía Loren, en España ya no hay más Sara que ésta, porque la bíblica del Viejo Testamento queda un poco lejos.
(Emilio Romero)
          
          Lo que no se sabe bien es si Sara ha calibrado bien el alcance de esa aparición “en persona”, si ha considerado que su presencia es un escenario va a ser interpretada más como un canto del cisne o una función de homenaje (cosa que evidentemente no necesita, vistos los “pedruscos” que luce en escena, y que el programa se encarga de recordar que son de su propiedad) que como el punto culminante de una carrera. Son ya 14 años los que nos separan de “El último cuplé” y hoy la coyuntura no parece tan propicia para la nostalgia como en 1956. El público va a ver a Sara por lo que ha sido más que por lo que es. Sara no es ni una “vedette”, ni una cupletista, ni una actriz. Por lo menos, no es “específicamente” ninguna de esas cosas. Su triunfo indiscutible, su acceso a la categoría de mito lo debe esencialmente a su condición de “mujer-apasionada-que-ama-sin-prejuicios-y-sufre-sin-medida”. Y ahora, desde el escenario del Teatro de la Zarzuela madrileño, su imagen “fatal” es puramente retrospectiva.

            Sara tuvo sus comienzos duros, y por ello sabe cómo son los materiales de una sociedad donde se ha triunfado, dejando en el camino, heroicamente, los pedazos de virtud que se ha podido; así es que no vengamos a moralizar luego, porque cada uno ha entregado lo que le han arrancado. Y, así y todo, Sara está de pie. Atractiva, tersa, romanceadora. Por eso su dolor máximo tuvo lugar recientemente, cuando perdió a su madre. Era su intimidad verdadera.
(Emilio Romero)



¿Cuál es el futuro de Sara tras ese punto y aparte en su carrera? ¿Seguirá rechazando personajes cinematográficos como el de “Si volvemos a vernos”, que podrían haber marcado el comienzo de una etapa distinta? ¿Perseverará en su inconsciente autodestrucción artística animando nuevos melodramas en los que los papeles de sus hijas serás cada vez de mayor edad? ¿Culminará su imagen pública en un espectacular cierre en un convento? ¿Oirá los consejos de quienes creen en sus posibilidades de actriz para aferrarse a un buen guión que la “redima”?
            Sara Montiel ha hecho su primera aparición “en persona”, rodeada de unos buenos humoristas, de un ballet de aire internacional y en el marco de un espectáculo discretamente suntuoso. Un espectáculo de una dignidad desacostumbrada, pero que cumple una función remotamente próxima a la pretendida: acercar físicamente un mito a los responsables de ese mito; pero distanciarlos anímicamente a millones de años-luz. María Antonia Abad “en persona”, sí; pero Sara Montiel “en peligro”.



Fotos: Wizuete


EL RECORTE II
En la misma revista, en la sección LO DICEN LOS LECTORES, el periodista Juan Sanchez de Toro se hacía eco de la primera aparición en persona de nuestra estrella con estas palabras:

Con una emoción grande recordaré siempre un viernes 26 de diciembre de 1969 por la noche, sentado en la fila 1 de butacas, dentro del marco del famoso Teatro de la Zarzuela. Será una fecha memorable para mí y creo que para todo el público que llenaba al máximo el local, porque lo que allí se presenció no fue algo más dentro del género musical, no, ni mucho menos: fue un regalo incomparable, un retazo fiel de lo que siempre se adoró, era la continuidad solemne, turbadora, pero… ¡real!, de una mujer que más que estrella y diva, es el gran mito del cine y ahora del teatro español.
Yo iba con recelo, me senté temeroso, esperaba encontrar, sí a una Sara Montiel hermosa, electrizante, pero dudaba de su soltura en un escenario, pero… ¡Oh, realidad!, aquello no era Sara Montiel, era ¡ella!, ¡ella!, multiplicaba mil y mil veces más. Mis ojos miraban y miraban ávidos los flashes famosos de la estrella, pertenecientes al film “Esa mujer”, hasta que todo se esfumó para dar paso a su figura, a su persona, a su voz cálida y perfecta, a toda ella, que más que mujer es muestra fiel, constante, eterna de lo que siempre se admiró en ella. Por su sola actuación interpretando el inefable “relicario” volvería diariamente, seguiría admirando lo mil veces admirado, caería en el suelo constante de no estar en el teatro de la Zarzuela, sino en ese paraíso esperado, en ese lugar que todos pacientes esperábamos de nuestra Sara universal, porque aquello era un cafetín de principios de siglo, era un remanso nostálgico, hermoso y tranquilizante, donde se rendía culto a la más grande entre las grandes, a la fiel continuadora de aquellas dos figuras: Raquel Meller y Conchita Piquer.
Yo, en esta misma revista, critiqué duramente el film “Tuset Street”, razonable conclusión debido a la desilusión que el mismo causó, pero, afortunadamente, aquello desapareció para dar paso a lo que el público esperaba de ella, a un gran espectáculo, perfectamente dirigido, lujosamente presentado, donde todo gira en torno a la más grande estrella que tiene España.
Digno de elogio es su interpretación de “Nena”, digno, no sólo por la calidad de esa letra inmortal, sino por el calor, la vida y la pasión con que ella interpreta, mientras, emocionada y transportada, va diciendo la canción, al mismo tiempo que en su mano tiembla el micrófono.
Recuerdo y nostalgia de tiempos pasados, esplendor y belleza de una época que no morirá. Todo para una sola mujer, todo en la boca vibrante y sensual de una Sara fiel a sí misma, de una Sara que no es actriz, de una Sara que conmueve, que hace soñar, que deleita, que demuestra no sólo estar en la cumbre de su carrera, sino que se entrega a su público en cuerpo y alma, recibiéndola éste jubiloso, amando incansable el mito que él formó, llevándose consigo todo lo más esencial de él, todo el resultado que es mucho y difícil de enumerar de una inigualable Sara Montiel en persona. 


LA FOTO II


Traigo hasta aquí esta sensual foto de Sara Montiel. Una "joyita Castellvi" como digo yo que luce, maravillosa, en el interior del disco "Anoche con Sara". Disfrútenla. Con ella te hago un guiño Fran. Gracias, de verdad, por la desinteresada ayuda que me has prestado y por dedicar toda una entrada a mi blog. Mil gracias "mosquetero".

viernes, 10 de septiembre de 2010

ONDAS - 1 de Septiembre de 1960 - España




SARA MONTIEL ESTÁ EMPEZANDO...

Sara Montiel está conquistando América. Mi charla con ella fue coloquio, porque presente e interviniendo frecuentemente, con ese talento que le caracteriza, estuvo Enrique Herreros, genial dibujante y “manager”, que llevó a la cumbre a esta Sara Montiel que es todo un compendio de nuestro cine, de nuestro buen cine en lo que a calidades interpretativas se refiere.
Herreros me dice sinceramente: -Las “estrellas” necesitan siempre un apoderado, porque ellas no pueden decir cosas que a ellas se refieren, porque pueden parecer pedantes. Sin embargo, el representante puede hablar con la justicia en la mano.

-Con la justicia en la mano. ¿Por qué una gran parte de nuestras “estrellas” ataca a Sara Montiel?
-Las otras se esfuerzan por copiarla y por atacarla. Y se olvidan que jamás pueden alcanzar las cotizaciones que logró Sara. Y que ella sólo hace una película al año y, por tanto, no les quita trabajo alguno. Las otras quieren igualarla en sueldo y categoría. Pero lo que ignoran es que antes no iba nadie a ver una película española. Fue precisa Sara Montiel para que en muchos países el “record” de “El puente sobre el Río Kawy” fuese superado por “La violetera”. Incluso “Los diez mandamientos”, en varios países, lograron menos recaudaciones que las películas de Sara.
CUARENTA PELÍCULAS
Cuarenta películas lleva hechas Sara Montiel en diversos países. Cuatro de ellas pertenecientes al cine norteamericano. Toda una labor tras sí y ante sí, porque ahora Sara Montiel entra en su mejor momento interpretativo. Quizá por eso los ataques arrecian sobre ella.
-Me hacen reír los ataques. Algunas muestras de ellos las conservo porque son históricos. Por ejemplo, aquí tengo la carta que me dirigió Raquel Meller insultándome.
-¿Sara, eres una mujer con talento?
-Quizá con talento para la escena. Para la vida no lo sé. Necesito de otra persona… Tengo el talento de dejarme llevar. El que toreaba era “Manolete”, pero el que le llevaba “Camará”.
-Pero -corta Herreros-
si no hay nada detrás no se puede hacer nada por muy buen representante que uno sea.
-¿Eres tú su “Cámara”?
-Sí, porque ella “Manolete”… Porque ella y “Manolete” han sido las dos únicas figuras que sacaron el nombre de España en su representación artística. Han sido los que hicieron prorrumpir en gritos de “¡Viva España!” a públicos muy difíciles para nosotros…
-Sara, ya que estamos cerca del tema taurino, ¿existe “afeitado” en nuestro cine?
-Yo creo que sí.
-¿Es la censura la que “afeita”?
-Es el criterio de muchos productores que hacen películas nada más que para conseguir créditos y todas esas cosas. El crédito, los permisos de importación y la falta de figuras hacen este “afeitado”.
Leona y Petrita hacen su aparición en la escena. Leona y Petrita son dos criadas solanescas que llevan muchos años con los Herreros. Después de los almuerzos a los invitados, hacen un número de circo, como hacía aquella criada de José Solana, que fue titiritera. Herreros no sabría vivir sin estos simpáticos bufones, buenos bufones, con faldas. Adoran a Sara Montiel y de vez en cuando la acompañan a la calle. Cuando esto ocurre vuelven diciendo:
-Nos han confundido con hermanas de la señorita. ¡Qué alegría!
Leona se llama, además, Jacoba. Una vez hizo fregar los platos a un frívolo invitado de la casa. Fue a almorzar. Herreros tuvo que hacer una llamada telefónica. Cuando volvió el invitado estaba con un delantalito, en la cocina, friega que te fregarás. Leona, Jacoba y Petrita son piezas de museo.
PROYECCIÓN DE LA RADIO Y LA T.V.

Sara Montiel se ha proyectado grandemente a través de la radio y la televisión americana.
-Actuando en uno de los canales de La Habana me ocurrió una anécdota impresionante: Yo estaba cantando “La Violetera”. Tiré un clavel hacia las cámaras, de modo que parecía que iba contra la pantalla. Un niño que me estaba escuchando buscó el clavel por la alfombra. “Me lo ha tirado a mí, ¿dónde está?, que me lo ha tirado a mí”. Los padres tuvieron que comprar inmediatamente una flor semejante para consolar al pequeño. Que después recibió un clavel que yo misma le di cuando me enteré de lo sucedido…
Pasamos de la anécdota curiosa, surgida a través de la conversación sobre la radio –que a Sara Montiel entusiasmó siempre- a sus proyectos teatrales:
-No tenemos prisa, de momento por pisar un escenario. Ofertas no me han faltado. Las aceptaré dentro de dos o tres años. Recientemente me han hecho la oferta de un millón de pesetas por actuar diez días en un local de Madrid. El empresario, además, me regalaba la taquilla entera, pagaba la nómina de personal y me daba una buena cantidad de dinero por actuar en su teatro. No hablo fantasías. Por eso quiero dar nombres. Se trata de Ramos, empresario del Maravillas. Transformaba totalmente su teatro, haciendo casi otro nuevo en adelantos modernos, para mi presentación.
Sin embargo, Sara contestó con su gratitud y con una negativa. Cree que las cosas han de llegar por sus pasos contados. Y cree a pie juntillas también las palabras de su “manager”:
-Sara Montiel está empezando…




EL RECORTE I

A finales del año 2000, la revista QMD llevaba hasta el interior de sus páginas la siguiente noticia:

ENRIQUE HERREROS: “SARA SUFRE PROBLEMAS DE MEMORIA”
Hace unos días, Sara Montiel aseguraba que no conocía al periodista Enrique Herreros, que en su libro Hay bombones y caramelos, bar en el entresuelo, afirma que ella se intentó suicidar en Buenos Aires: “A ese señor no le conozco –insiste la artista-.” Pero la versión de Herreros es bien distinta: “Sara sufre problemas de memoria. Mi padre y yo hemos hecho giras con ella por América cuando él la representaba… Y prefiero olvidar su ingratitud hacia él.” Para demostrar que sí se conocen, Herreros nos facilitó esta foto en la que aparecen juntos.



LA FOTO I


Traigo hasta aquí esta maravillosa foto de Gyenes, para Carmen la de Ronda, en honor a Erika, de visitingsaramontiel, genial artista, excepcional persona y mejor amiga. Prima, por el significado que tiene para tí esta foto, mi pequeño homenaje en este rinconcito de la web.