miércoles, 9 de febrero de 2011

PARTY - 21 al 27 de Diciembre de 1980 - España


SARA MONTIEL
Lo que el viento respetó


Pudo suceder. Quizás en la década de los cuarenta, una jovencita cuyos rasgos dejaban a pasos agigantados de ser prometedores, para convertirse en espléndida realidad, harta de las molestas carencias y restricciones de posguerra española, recogió un poco de la manchega tierra que la vio nacer, y levantando la mano hacia un cielo rojísimo –de ocurrir, fue a la hora del crepúsculo, seguro- pronunciaría las palabras rituales: “Pongo a Dios por testigo que nunca más, ni yo ni ninguno de los míos volveremos a pasar hambre…”. Y pudo ser de este modo gracias también a que las cámaras de cine sintieron, en cuanto la tuvieron enfrente, una auténtica locura de amor por ella. Antonia-Escarlata comenzó así su camino que la llevaría hasta el mismísimo Hollywood –sí, el de Marilyn, Brando, Dean-, previa escala en México, donde protagonizó la friolera de catorce películas en cinco años, y sin privarse de más de un desayuno en Tiffany’s, donde, como todo el mundo sabe, los churros se mojan en diamantes, lo del café con leche resulta así como vastísimo. Pero ocurre aquello de las raíces y así, la gran Sara –pero aún no Saritísima-, volvió a España, al fin y al cabo, su Tara, e hizo aquella película de cuplés en la que, al parecer, nadie creía, pero que para nuestra heroína significó el principio de sus días de vino y violetas, noches de blancas boas de plumas.

Y en esas estamos, porque gracias a un pacto con quien ella haya querido, para eso puede, en plena década de los ochenta Sara sigue fascinando a la audiencias –por decirlo en plan fino-, con sus canciones de siempre, con esa voz inimitable e intransferible, pero, sobre todo con su belleza, esa que no ha ido a más porque en la vida todo tiene un límite, claro que si las cosas siguen así, nunca se sabe.


Lo cierto es que hoy tenemos la suerte de encontrarnos frente al mismísimo mito hecho carne, Saritísima y todos los superlativos habidos y por haber, dispuesta a abrir su corazoncito a los lectores de PARTY y contarnos el cómo y porqué ha resultado una Escarlata listísima, porqué no dejó escapar a su Rhett Butler cuando lo encontró. 


-¿Qué ha sido, para ti, el año 1980?

-La década de los ochenta no ha podido tener, para mí, un principio más fenomenal, ha sido un año lleno de satisfacciones tanto personales como artísticas. Mi vida privada se ha visto enriquecida con la presencia de mi hija, Thais, un continuo motivo de alegría para Pepe y para mí. Profesionalmente, ahí esta mi “Super-Sara-show”, batiendo todos los récords de taquilla existentes, tanto en Madrid como en Barcelona. Por supuesto, ha sido agotador, dos funciones diarias sin echar mano para nada del “play back”, dando la cara y la voz de verdad, como el público merece.

 -Y de 1981, ¿qué esperas?
-Me conformo con seguir la racha de 1980. Tengo el calor de los míos, un público al que no tengo más remedio que calificar de maravilloso, ¿cómo no va a serlo si tengo la suerte de mantener su fidelidad, año tras año? Las próximas fiestas las pasaré en América, trabajando, pero con lo cálidos que son siempre por allí, empezaré 1981 bien calentita. 


-Sara, ¿por qué tu abandono del cine? ¿Qué circunstancias deberían darse para tu vuelta?
-Bueno, el problema del cine español, hoy, es realmente grave. Ya me diréis de qué sirven artistas y técnicos si resulta que falta lo más importante, sencillamente, no existe una estructura industrial. Entonces, para volver yo, debería al menos existir eso, una industria, entonces podríamos empezar a hablar. Todas mis películas han sido realizadas con presupuestos elevados, con directores conocedores de su oficio: ahí está la clave de porqué han sido grandes éxitos, y no sólo en los países hispanoamericanos, sino también en mercados tan diversos como el ruso o el japonés. El cine de ahora, mayormente porno-erótico, no me interesa, se hace como churros.
 -¿Por qué no hay estrellas en la actualidad? ¿No hay personalidades adecuadas o a la industria –o lo que quede de ella- no le interesan?
-Volvemos a lo de antes, una estrella no se fabrica, simplemente surge, pero tiene que encontrar un medio ambiente adecuado para catapultarse, hoy día no existe ese ambiente ni siquiera los medios adecuados para potenciar a una posible estrella.
-¿Cuál es, para ti, la estrella más grande en el firmamento cinematográfico?
-Hombre, es difícil elegir sólo una…. Yo, de niña, me encandilaba con Ingrid Bergman, para mí, tenía –y conserva, claro- un algo único, distante y próximo a la vez. Luego, a través de TV y de las reposiciones, descubrí a Garbo, una actriz asombrosamente moderna y de la que, por encima de todas y cada una de las consideraciones artísticas, me maravilla la luminosidad de su rostro, tan bello, tan… ¡Hay que descubrirse ante señoras así!
-¿Y Marilyn?, danos tu opinión sobre ella.
-Para hacernos una idea, tener en cuenta que siempre, cuando voy a Los Ángeles, me acerco a llevar unas flores a su tumba. Por Marilyn siento una admiración y un cariño muy especiales, fue el “sex-symbol” más importante del cine, pero, sobre todo, ¡hay tanta ternura en sus interpretaciones! Fue una víctima de las circunstancias en las que se vio envuelta, siempre pienso en lo feliz que sería si pudiese ver, tan obsesionada como estaba en ser una buena actriz, cómo se ha convertido en uno de los mayores mitos de la historia del cine. 

-Contigo se da una curiosa circunstancia. Tú eres una estrella eminentemente popular, mayoritaria y con incidencia sobre eso llamado “gran público”, sin embargo, a lo largo de tu vida siempre han existido una serie de intelectuales a tu alrededor, imaginamos interesados por ti, sería el caso de Miguel Mihura, León Felipe, Terenci Moix…, ¿a qué crees que se debe este interés?
-Siempre he tenido clarísimo lo ideal de llegar a la mayor cantidad e público posible, sencillamente porque las mayorías se componen de muchas minorías. Pero sí, es cierta esa constante en mi vida con respecto a los intelectuales interesados por mí, y me satisface mucho saber que no ha sido sólo como artista, sino casi primordialmente como ser humano; no sé, supongo pueden encontrar entrañable esa vena popular mía a la que habéis aludido…En cualquier caso, siempre he procurado rodearme de personas de las que pudiese aprender, y he de reconocer los buenos maestros tenidos, si lo he aprovechado o no, no me corresponde a mí juzgarlo.
 -Sara, tú eres la estrella favorita del público gay, ¿cuál es el motivo? ¿A partir de cuándo te diste cuenta de ello?

-Bien, en primer lugar aclararé que no hago distinciones entre mi público, simplemente existen, amigos y público, entre ellos hay gays como hay gente rubia o morena, dependientes de comercio y obreros de la construcción, quiero decir que, para mí, eso no es una peculiaridad especial que diferencie a nadie… y aclarado esto os diré que posiblemente fue a raíz de “El último cuplé” cuando pude constatar el interés especial demostrado hacia mi persona por público gay. Debo decir también, después de tanto tiempo, que el cariño hacia mí es, aparte de la posible admiración por la artista, una cuestión de reciprocidad; yo soy una persona muy receptiva, y en seguida aprecié y valoré el calor y la sensibilidad de esas personas, y les abrí mis brazos. Fijaros, hablo de una época en la que cualquier manifestación de homosexualidad estaba como mínimo mal vista. Hoy han cambiado un poco las cosas, queda bien socialmente, como esnob, tener amigos gays, pero el motivo de su fidelidad a lo largo de mi carrera puede ser ése, mi afecto y cariño hacia ellos es “de los de antes”, y he procurado siempre no defraudarles, ni artística ni humanamente.
-Después de tu último LP con canciones de corte sudamericano, ¿hay otro disco en perspectiva?
-Sí, siempre hay proyectos discográficos, he terminado mi contrato con Columbia y hay ofertas para estudiar, pero con la inminencia de la gira no me queda tiempo, y tampoco es asunto para tratar a la ligera, no quiero que vuelva a suceder como con mi primera casa grabadora, tiene todos mis discos descatalogados de España, y mis admiradores de aquí tienen que conseguirlos a través de México, Estados Unidos o el Japón, donde sí están a la venta…, demencial, ¿no? Como os cuento, ahora estoy muy ocupada, voy a hacer una gira muy compleja, abarcaré Argentina, Venezuela, Perú, el área del Caribe… para terminar en Nueva York; pero al regreso habrá disco, seguro. También voy pensando ya en mi reaparición en España, los empresarios me están pidiendo fechas…, en fin, todo se andará, porque también quiero descansar y disfrutar plenamente de mi familia; por otro lado, ya sabéis no me gusta prodigarme excesivamente en ningún medio.
-¿Y tus anunciadas Memorias, para cuándo?
-¡Ah! Estamos Terenci Moix y yo en ello, pero no es tarea de unas pocas semanas; es necesario recopilar datos de mis principios, de mi paso por México y por Hollywood, de mi actual etapa…, montones de hechos y anécdotas, contados también con mi vida personal, que también se reflejará en ellas. Tranquilos, saldrán a la luz, y quienes las lean sabrán todo, con pelos y señales, de Sara Montiel. 
Pues ya sabéis, amigos, hay que esperar esas Memorias, mientras tanto ojalá esta conversación con nuestro mito más popular y casi único, haya servido para conocer un poco más a esta mujer que ha sabido conservar, durante casi tres décadas, su nombre en letreros luminosos, y su imagen en cines y portadas de revistas. Mientras en tantas ocasiones aparecen y desaparecen estrellas de eclipse a plazo inevitablemente fijo, ese no es el caso de ella. Ella es una Sara para la eternidad. 




Sara Montiel nunca estuvo especialmente preocupada por la intelectualidad, pero es evidente que ésta ha acudido a ella en esta hora de su madurez. Aquí, en esta foto, reciba la visita del gran pintor Miró. 



Carlos Ferrando
José Manuel González

Fotos: José María Castellví


EL RECORTE XV

En Diciembre de 2010 la revista V MAGAZINE, editaba este nuevo número con una selección de mujeres estupendas a las que bautizaba de héroes. La primera de todas, nuestra estrella: Sara Montiel, en una entrevista maravillosa. 


HEROES
¡SARA MONTIEL MARVELOUS!
Un puro humeante y una actitud dramáticamente seductora será lo que recuerden de ella las nuevas generaciones. Pero el mito de Sara Montiel es mucho más. Hace 60 años se convirtió en la primera actriz española en conquistar Hollywood. Repasamos con la estrella el pasado, presente y futuro del show business.


“Siempre fue una gran estrella, nunca conocí el fracaso”. Sara Montiel arranca con fuerza y convencimiento. Se lo puede permitir: su vida es puro éxito, para qué negarlo. La española traspasó fronteras cantando cuplés, en una época en la que el mundo se movía a ritmo de twist. Desde sus inicios parecía tener claro que su vida iba a estar destinada a romper moldes.
En su trayectoria hay una parte de esfuerzo y riesgo personal, pero ella misma es consciente de que algo divino marcó sus primeros pasos: “Mi belleza es cosa de la genética, hasta los sesenta y pico me conservé como si tuviera treinta”, comenta. Con esta carta de presentación, nuestra heroína hizo lo que todas las niñas de su generación: apuntarse a un concurso de talentos infantiles. De ahí al cine. En sus inicios combinó comedias sin fuste, papeles secundarios en películas de cartón piedra y amistades entre intelectuales como León Felipe, que le aconsejaron cruzar el charco para no ser sólo una cara bonita. “En España no tenía ninguna carrera ni porvenir artístico, así que en 1950 me fui a Méjico, donde nada más llegar me convertí en leyenda”, explica.
En Méjico Sara se transformó de la noche a la mañana en una diva tal que su nombre traspasó fronteras. “Una de mis películas –recuerda- , Piel Canela, tuvo tanto éxito que se estrenó en Nueva York, la vio Mary Pickford y me contrató para Veracruz. El resto forma parte de la historia: películas con Joan Fontaine, almuerzos con Hitchcock e incluso juergas con James Dean, quien se hizo con Sara sus últimas fotos antes de morir. Y todo esto sin necesidad de romances o campañas promocionales, al contrario que sus sucesoras: “Penélope Cruz en Hollywood se pasaba la vida luchando sin llegar a nada, hasta que llegó Pedro (Almodóvar), y como la chica vale y es monísima, con su ayuda ha triunfado. Yo no necesité ninguna ayuda”. Sara se casó in articulo mortis con el director Anthony Mann, un maestro del cine con legendarias amistades. “Un día bajé al jardín y vi a mi marido jugando al tenis con una señora. Cuando terminaron mi marido me dijo: ‘Antonia, te presento a Greta Garbo”. A pesar de haber vivido una vida rodeada de cámaras, este momento no llegó a inmortalizarse: “Tras ducharse en mi baño, la Garbo comió con nosotros, bueno yo desayuné, porque nunca terminé de acostumbrarme al horario norteamericano. Con las cámaras que había de mi marido, no se me ocurrió hacernos una foto los tres juntos”, dice.
Pero no todo fueron parabienes en su carrera. Tras la cancelación de importantes proyectos, uno de ellos The Burning Hills, con Paul Newman, Sara decidió tomarse unas vacaciones y volver a España a visitar a su familia, “a la que llevaba sin ver desde el año 1950”. Mejor para nosotros, la estrella volvió a casa por la puerta grande: “Cuando regresé me ofrecieron El último cuplé. Lo rodamos muy deprisa, y en cuanto terminamos volví a Estados Unidos a seguir trabajando”. Lo que la Montiel no sabía es que aquellos cuplés cambiarían su vida. Este estilo musical, pasado de moda por aquel entonces, tuvo en su voz un éxito apoteósico. La gente hacía cola durante horas para ver la película una y otra vez. En España no se había visto a nadie tan sexy ni con tanto glamour susurrando aquel mítico Fumando espero. De pronto se vio en una encrucijada entre el Viejo Continente y Estados Unidos. Al final prefirió quedarse en casa “y ser la gran Sara Montiel, la primera figura de Europa”. En 1961 la Warner le ofreció un nuevo contrato, “y dije que no”. Podría parecer patriotismo, aunque parece que había otros motivos más mundanos: “Es que aquí ganaba un millón de dólares de la época por película, era la actriz más taquillera de todas”.
Aunque este salto continental no se debió sólo a temas económicos. Por evidente que fuese su belleza, siendo morena y racial, y en un país como Estados Unidos, al final terminó por encontrarse con una realidad inesperada. “Cuando yo estuve en Hollywood no querían demasiado a las latinas. Me costaba mucho trabajo luchar contra eso. Sólo me daban papeles de india y a mí, con mis ojos verdes, eso no me gustaba”, comenta. Un encasillamiento al que se han visto sometidas las actrices hispanas en los últimos cincuenta años, y del que han empezado a salir cuando han sido ellas mismas las que han cogido el timón de sus propias carreras profesionales. Como Salma Hayek, quien produjo y protagonizó la película sobra la vida de Frida Kahlo, con la que llegó a rozar el Óscar. Sara prefirió no complicarse y abandonar Hollywood, una decisión de la que no se arrepiente: “Mis películas has sido éxitos enormes en todo el mundo. Cuando Rusia era comunista, mis películas se estrenaban en Moscú, allí soy muy conocida”.
Tras cantar por primera vez, la Montiel descubrió que no sólo de actuar viven las actrices. Empezó a grabar discos en los que cantaba de todo y en todos los idiomas. Su sensual voz producía millones y las distribuidoras comenzaron a exigir más y más canciones. “Yo soy la única actriz que ha hecho musicales en Europa. Si los productores veían que una película mía tenía seis canciones, les parecían pocas y metían otras tres”, rememora la artista. Una fulgurante carrera que se ha prolongado más allá de su retirada del cine, anticipándose a otras cantantes y actrices posteriores, como la Streisand. Sus giras la han llevado por todo el mundo, actuó con Pavarotti, “incluso actué en el Lincoln Center y en Las Vegas, para luego irme a cantar La violetera en Rumanía, donde me adoran. La gente se pegaba por verme en directo”.
Abierta la veda de la canción, Sara se dedicó a encadenar musicales de factura impecable y guiones calcados, en los que ella no paraba de mirar directamente al público mientras cantaba de Calcuta a Miami, los fanáticos de la actriz se contaron por millones durante los movidos años sesenta. “En Nueva York hay una tienda que vende fotos mías muy caras, y muchos admiradores me las mandan para que se las dedique”, prosigue. Un día recibió una petición de la mismísima Jennifer López, “es que su madre, Lupe, ha visto mil veces El último cuplé y La violetera, y yo le mandé fotos de aquella época”.
Llegó un momento en el que la repetición del mismo argumento cansó hasta a sus más incondicionales, es aquí cuando la gran actriz hizo aparición. Tras el patinazo surrealista que fue Tuset Street, donde se mezclaba el glamour de siempre con la vanguardia de la ‘gauche divine’, dio un giro de 180º grados. Protegida por directores como Bardem y guionistas como Antonio Gala, Sara protagonizó sus dos mejores películas: Esa mujer y Varietés, donde a pesar de las canciones, el argumento tenía mucha más importancia.
Pero entonces murió Franco, llegó el destape y Sara decidió que nadie la iba a ver como Dios la trajo al mundo. Después de enseñar un poco más de lo habitual en su canto del cisne cinematográfico, Cinco almohadas para una noche, la artista puso punto y final a toda una vida dedicada al séptimo arte: “En la época del destape me llegaban cientos de guiones. En ellos tenía que enseñar los pechos y cantar canciones modernas que no tenían nada que ver con la Sara de siempre. A todos esos guiones dije que no, porque aunque me habría hinchado a ganar dinero, no era parte de mi elegancia. Fui descartando películas hasta que decidí retirarme”.
¿Se retiró? No del todo. Desde entonces Sara ha hecho teatro, estrenando cientos de obras con nombres maravillosos, como ‘Super Sara Show’. Ha hecho televisión (“poca pero buena, no me gusta la televisión”) y ha seguido grabando canciones, como sus míticos himnos Super Sara o Atrévete otra vez, escritos por gurús de la movida como Berlanga o José Cano, respectivamente. Pero cine, eso es cierto, nunca jamás. A pesar de tentadoras ofertas, como la de Pedro Almodóvar, “que empezó en una boîte vistiéndose como yo y haciendo playbacks de mis canciones”. Superado el travestismo del manchego, “cuando se hizo director me llamó varias veces para que trabajara en sus películas, como en Tacones lejanos, que fue escrita para mí. Mi marido (Pepe Tous), que era fan suyo desde el principio, me animó, pero a mí me dio pereza volver al cine. Lo había dejado en los setenta y no me apetecía en aquél tiempo. Si lo pienso ahora, sí que me hubiera apetecido trabajar con Pedro”, comenta un tanto arrepentida de aquella decisión.
“Saritísima”, la grande, enseño a los españoles qué es ser una estrella. Por si queda alguna duda, ella misma nos refresca la memoria: “¿Qué que es una estrella? Una estrella soy yo”. Las que han venido después se han tenido que medir con su leyenda. Su futuro está lejos del cine, pero por decisión propia. Su regreso sería, aún hoy, un acontecimiento mundial. Cuando se le pregunta por la que podría ser su sucesora, lo tiene claro: “A la Pataky no la conozco. La mejor, y la única, es Penélope Cruz”. Pocos motivos hay para dudarlo, especialmente si lo dice mientras fuma uno de sus famosos puros mirando de frente a la eternidad.

Crawford
Fotografía Bert Six.


LA FOTO XV



Otra instantánea, otra joyita del genial Castellví.En este caso, la fotografía que aparece en la contraportada del LP Anoche con... Sara, al que ella misma hace referencia en la entrevista de Party. También aparece, pero en blanco y negro, en el primer Interviú que protagonizó nuestra estrella.

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