sábado, 15 de septiembre de 2012

SÁBADO GRÁFICO - 5 de Octubre de 1963 - España


SARA MONTIEL
LA MAS POPULAR ‘ESTRELLA’ ESPAÑOLA DEL CINE
VUELVE A SER SOLTERA


Aquella tarde de 1946 llegaba a la estación de Atocha, en Madrid, el último tren, después de cruzar las llanuras manchegas. Entre los pasajeros, descendió una chiquilla muy joven, de piel tersa y brillante y sonrisa alegre, enmarcada por dos largas trenzas. Detúvose en el andén, miró hacia la ciudad que aguardaba más allá y un pensamiento afloró involuntariamente a sus labios: ‘¡Tiene que ser mía!’…
Ya es suya. Esta ciudad, y la otra. Todas. Sobre ellas ejerce, al cabo de los años, el envidiado imperio de los famosos. La misma chiquilla, hecha una mujer espléndida, con la piel igual de tersa y los ojos brillantes de ilusión, está frente a nosotros. Ahora parece a punto de conseguir ese don inconquistable casi siempre por aquellos a quienes mima el azar: su felicidad personal, las menudas e importantes compensaciones de la vida vulgar. ¡Sara Montiel! Un nombre rotundamente español que vuela por el mundo entero y se conoce dondequiera que exista una pantalla de cine.
María Antonia Abad Fernández, según el registro de la iglesia de su pueblo natal de Campo de Criptana. La niña de ayer, hija de una familia como tantas otras que alientan sobre el ancho solar hispánico una vida callada y laboriosa, se enfrenta con la circunstancia trascendental de su existencia: todos los periódicos hablan; pero no lo hacen, por lo general, ciñéndose a la verdad.
Podemos resumir los hechos en la forma siguiente: Sara Montiel va a empezar, por fin, el pleno disfrute de todo aquello que su posición de artista consagrada, reina y esclava del público, le vedó invariablemente. El Juzgado número 3, de Madrid, ha confirmado la resolución de otro de California, por la cual queda anulado el matrimonio con el célebre realizador norteamericano Anthony Mann. Esta libertad, que las leyes le otorgan en su estado civil, confirman una situación que data de varios años atrás. Y he aquí lo más importante: María Antonia Abad Fernández podrá unir su destino al hombre que en realidad ame; al hombre que le corresponde. 


Junto  al famoso Anthony Mann, con quien contrajo el matrimonio ahora anulado.

SU VIDA PRIVADA
No es Sara Montiel actriz con vida privada al uso de las crónicas sensacionalistas que tanto éxito alcanzan bajo otras constelaciones cinematográficas. No le fueron atribuidos romances de ningún género porque, en realidad, nunca han existido. La estrella se abstuvo de relaciones sentimentales. Vivió aislada, con sus familiares. Su madre, unos primos, unos sobrinos de Campo de Criptana o de Orihuela, ciudad esta donde transcurrió la mayor parte de su niñez. Ningún hombre en su vida hasta que apareció el que ahora se adueñó del corazón de María Antonia Abad.


Una foto primeriza de la 'estrella'.

Curiosos y aleccionadores asimismo los detalles del noviazgo. ¿Saben ustedes cómo se conocieron? Oigámoslo de los propios labios de Sarita:
-Una tarde celebrábamos una fiesta en casa de unas amigas. Había entre ellas cuatro o cinco guapísimas, y recuerdo que comentaron: ‘Va a venir un chico estupendo. Te lo presentaremos, y verás cómo te gustaría que se convirtiese en tu marido’.
Sara acogió con buen humor los comentarios de sus amigas y, entre tanto, se dispuso a cocinar un plato muy español y que, al parecer, se le da muy bien: la clásica tortilla de patatas. A todo esto, el muchacho en cuestión había sido informado de que se le esperaba con la doble sorpresa de una merienda especial preparada por las manos extraordinarias de la famosa estrella de la pantalla. Llegó volando y… se confundió de piso:
-Vengo porque me han invitado a una tortilla de patatas –expuso a una extrañadísima señora.
En vista de la expresión estupefacta de la señora, agregó:
-Creo que es una fiesta en la que está Sara Montiel.
-¡Ah, sí! En el piso de arriba –le aclararon aquellos vecinos.
El flechazo, instantáneo, y con fuerza equivalente en ella y él.
De aquí nuestra discreción en torno a la vigorosa personalidad del hombre capaz de enamorar a nuestra primera actriz cinematográfica. Baste saber que los dos se llevan perfectamente, que sus edades están en la debida proporción y que cualquier señorita de familia española se mostraría encantada de concederle su mano, como lo va a hacer María Antonia Abad Fernández. ¿Cuándo se producirá el dicho acontecimiento? Para principios de año, según nuestras noticias.


Horas y horas consagradas al estudio minucioso de los guiones.

En su hogar, la famosa actriz y cantante posa para SABADO GRAFICO.

UNOS DATOS SOBRE LA ACTRIZ
Si prescindimos un poco de cuanto concierne a su vida privada y entramos en la esfera profesional, habremos de preguntar, en nombre de los lectores de SABADO GRAFICO, diversos detalles de las películas que más claro impacto popular lograron durante los últimos años. Vayan por delante unos títulos. Desde 1955, Sara Montiel fue protagonista de ‘Veracruz’, película dirigida por Anthony Mann, y en la cual interpretaba el papel de una mejicanita explosiva por bella y por temperamental; recuerden ustedes que los astros de dicho filme fueron dos colosos: Burt Lancaster y Gary Cooper. A continuación, Sara rodó en Hollywood –ya casada con Anthony Mann- ‘Serenade’, junto al malogrado Mario Lanza, y ‘Yuma’. Seguidamente, Juan de Orduña, que le había asignado el personaje de la guapa y peligrosa muchacha mora en ‘Locura de amor’, la elige para protagonista de ‘El último cuplé’ (1957). Rueda un año más tarde, con Luís César Amadori como realizador, ‘La violetera’; en 1959 la vemos como estrella principal de ‘Carmen la de Ronda’, en la que tiene por galán al francés Maurice Ronet –el mismo de su película más reciente, ‘Noches de Casablanca’- y en 1960 filma ‘El último tango’, de 1961 data ‘Pecado de amor’; a 1962 corresponde ‘La bella Lola’ y ‘La reina del Chantercler’.


En 'Pecado de amor', una vez más, imperó su belleza y arte.

No menos de seis premios de interpretación tiene otorgados y los correspondientes trofeos ocupan lugar visible en el piso comprado por la estrella en una casa nueva que se alza próxima a la madrileña glorieta de San Bernardo. Sarita, no obstante el rango artístico acrecentado año tras año por sus actuaciones, sigue siendo la llana y atrayente criatura manchega. Luce así, como por descuido, un brillante de talla y transparencia prodigiosas. Veinticuatro quilates. ¡Ahí queda eso!...
Pero ella apenas da importancia a las ventajas –o a las complicaciones- de su bienestar material, logrado a fuerza de trabajo.


Sara peinando a su madre.

VERDADES Y MENTIRAS
Es proverbial la desmesurada fantasía con que la voz del pueblo trata a las figuras famosas. Pero puede que Sara Montiel resulte víctima de los mayores dislates. Ella ríe mientras comenta:
-Se ha dicho de mí que tenía la dentadura postiza. Miren…
Unos dientes maravillosos, perfectos.
-No he visitado a un dentista ni para ponerme una muela –remacha.
-¿Y esa piel suya?...
-¡Otra bobada! –exclama-. Hay quien aseguró que me había hecho dos operaciones de cirugía estética.
-¿Y sus piernas, con perdón?...
-También dijeron que en la película ‘La reina del Chantercler’ sacaba unas piernas postizas…
Sarita Montiel, o María Antonia Abad, sobre el decorado elegante de un restaurante de lujo, al lado del Retiro, junto al hombre a quien ama, mientras vienen y van en torno por entre las mesas que ocupa un público de selección –entresacado de la mejor aristocracia de Madrid-, se muestra sincera. Ello nos da fuerza para preguntar más y más acerca de aquellas cuestiones que, por un concepto quizá erróneo de lo que deben ser las relaciones entre una artista y los admiradores que la encumbraron, se nos ocultaban tras un telón de misterio.
-En muchas ocasiones me olvido de quién soy, y hay que llamar a los guardias y hasta a los bomberos –explica Sarita. 


Los yanquis hacen de las 'estrellas' un inexpresivo cartel publicitario. He aquí la clásica foto 'Hollywood' de Sarita. 

-Entonces, esas dificultades en el aeropuerto de Barajas, o cuando asiste a los estrenos de sus películas, ¿no son prefabricadas en nombre de la publicidad?
-Ni muchísimo menos; también se rumoreaba que tenía gente preparada para gritar, romper cristales y organizar alteraciones de orden público. No es cierto. Primero, que la simpatía que el público demuestra, incluso violentamente, a una artista es cosa de todos los países: ¡tendrían que verlo por América del Sur! Si no interviniese la fuerza pública, nos romperían en pedacitos pequeños. Les voy a contar lo que sucedió un día aquí, sin salir de Madrid. Resulta que yo había visto unos ‘sweters’ muy bonitos en El Corte Inglés. Y me fui a comprarlos con una persona de mi familia; entramos, empezamos a elegir este color y el otro y, de pronto, escucho un barullo tremendo. La calle estaba abarrotada de gente. Gritaban mi nombre. Y a todo esto empiezan a invadir la tienda. No vean ustedes. Yo, que echo a correr por una escalera; que siguen detrás de mí; que las escaleras resultan hechas cisco. No sabía dónde meterme y, por fin, alguien me indicó la puerta de un pequeño tocador que emplean para arreglarse las señoritas dependientas. El público pidiendo autógrafos crecía más y más; era un verdadero peligro, incluso de hundimiento del piso. Llamadas por aquí, llamadas por allá a la Dirección General de Seguridad. Y vienen los guardias. Pero a mí ¡tuvieron que sacarme los bomberos!...


El ganchillo. ¿Qué mujer española no es amante de sus arabescos?

Terminada la anécdota, que Sarita Montiel refiere con fino humor, queremos cerrar la entrevista al modo de costumbre. Unas cuantas preguntas a la actriz.
-¿Está contenta con sus últimas películas? –preguntamos.
-Estoy satisfecha de lo que he hecho. Me gustan papeles como el de ‘La reina del Chantercler’. Tienen drama, sinceridad, comedia. Son personajes de carne y hueso.
-¿Se siente mejor interpretando dramas?
-Prefiero las comedias, pero las hago poco. Es mucho más difícil hacer reir que llorar. ¿Y sabía una cosa? Soy tímida. Me cuesta, por eso, hacer comedia. Me cuesta soltarme.
-¿Está satisfecha con su carrera?
-Ahora, sí. Muchas veces me sentí desilusionada. Es penoso llegar a alguna parte. Tuve dudas, sufrí, pero seguí viviendo. Ahora estoy bien. Incluso puedo rechazar alguna vez aquellos temas o aspectos de mis películas que no me gustan.


Junto a James Dean, pocos días antes del trágico fin de éste.
Siempre en olor de muchedumbre. Esta escena se ha repetido una y cien veces.

-¿Cuándo empezó a cantar?
Sarita ríe con buen humor y responde:
-Desde siempre, cuando era pequeñita. Sólo que, profesionalmente, no se me ocurrió hacerlo. Fue ‘El último cuplé’ lo que me abrió una carrera como actriz-cantante.
-¿Va mucho al cine?
-Mucho, fíjese… Soy una gran espectadora…
-¿Qué opinión le merecen las películas de la ‘nouvelle vague’?
-Si se refiere a esas películas que confunden el realismo con la grosería, le diré que me merecen la peor opinión. En un afán de mostrarse audaces, cada vez más, se están poniendo escenas que… ¡bueno!...
-Última pregunta: ¿Qué espera del próximo año 1964, Sara Montiel?
-1964 será el año de María Antonia Abad –responde.
Y la ‘estrella’ mira hacia su derecha, hasta encontrar en unos ojos esa misma impaciencia que abrillanta los suyos…

Martín ABIZANDA


EL RECORTE LXXXII
Pero el divorcio de nuestra estrella con Anthony Mann no pudo ni podrá borrar jamás la estancia de Sara en Hollywood. La revista Fotogramas repasaba su paso por la meca del cine con este tríptico el 3 de Junio de 1981.


Pincha en la foto para ver más grande. 

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LA FOTO LXXXII


La diva, una vez más, posando para los objetivos de la Warner Bross. 

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