SARA MONTIEL
LA MAS POPULAR ‘ESTRELLA’ ESPAÑOLA DEL CINE
VUELVE A SER SOLTERA
Aquella tarde de
1946 llegaba a la estación de Atocha, en Madrid, el último tren, después de
cruzar las llanuras manchegas. Entre los pasajeros, descendió una chiquilla muy
joven, de piel tersa y brillante y sonrisa alegre, enmarcada por dos largas
trenzas. Detúvose en el andén, miró hacia la ciudad que aguardaba más allá y un
pensamiento afloró involuntariamente a sus labios: ‘¡Tiene que ser mía!’…
Ya es suya. Esta
ciudad, y la otra. Todas. Sobre ellas ejerce, al cabo de los años, el envidiado
imperio de los famosos. La misma chiquilla, hecha una mujer espléndida, con la
piel igual de tersa y los ojos brillantes de ilusión, está frente a nosotros.
Ahora parece a punto de conseguir ese don inconquistable casi siempre por
aquellos a quienes mima el azar: su felicidad personal, las menudas e
importantes compensaciones de la vida vulgar. ¡Sara Montiel! Un nombre
rotundamente español que vuela por el mundo entero y se conoce dondequiera que
exista una pantalla de cine.
María Antonia
Abad Fernández, según el registro de la iglesia de su pueblo natal de Campo de
Criptana. La niña de ayer, hija de una familia como tantas otras que alientan
sobre el ancho solar hispánico una vida callada y laboriosa, se enfrenta con la
circunstancia trascendental de su existencia: todos los periódicos hablan; pero
no lo hacen, por lo general, ciñéndose a la verdad.
Podemos resumir
los hechos en la forma siguiente: Sara Montiel va a empezar, por fin, el pleno
disfrute de todo aquello que su posición de artista consagrada, reina y esclava
del público, le vedó invariablemente. El Juzgado número 3, de Madrid, ha
confirmado la resolución de otro de California, por la cual queda anulado el
matrimonio con el célebre realizador norteamericano Anthony Mann. Esta
libertad, que las leyes le otorgan en su estado civil, confirman una situación
que data de varios años atrás. Y he aquí lo más importante: María Antonia Abad
Fernández podrá unir su destino al hombre que en realidad ame; al hombre que le
corresponde.
Junto al famoso Anthony Mann, con quien contrajo el matrimonio ahora anulado.
SU VIDA PRIVADA
No es Sara
Montiel actriz con vida privada al uso de las crónicas sensacionalistas que
tanto éxito alcanzan bajo otras constelaciones cinematográficas. No le fueron
atribuidos romances de ningún género porque, en realidad, nunca han existido.
La estrella se abstuvo de relaciones sentimentales. Vivió aislada, con sus
familiares. Su madre, unos primos, unos sobrinos de Campo de Criptana o de
Orihuela, ciudad esta donde transcurrió la mayor parte de su niñez. Ningún
hombre en su vida hasta que apareció el que ahora se adueñó del corazón de
María Antonia Abad.
Una foto primeriza de la 'estrella'.
Curiosos y
aleccionadores asimismo los detalles del noviazgo. ¿Saben ustedes cómo se
conocieron? Oigámoslo de los propios labios de Sarita:
-Una
tarde celebrábamos una fiesta en casa de unas amigas. Había entre ellas cuatro
o cinco guapísimas, y recuerdo que comentaron: ‘Va a venir un chico estupendo.
Te lo presentaremos, y verás cómo te gustaría que se convirtiese en tu marido’.
Sara acogió con
buen humor los comentarios de sus amigas y, entre tanto, se dispuso a cocinar
un plato muy español y que, al parecer, se le da muy bien: la clásica tortilla
de patatas. A todo esto, el muchacho en cuestión había sido informado de que se
le esperaba con la doble sorpresa de una merienda especial preparada por las
manos extraordinarias de la famosa estrella de la pantalla. Llegó volando y… se
confundió de piso:
-Vengo
porque me han invitado a una tortilla de patatas –expuso a una extrañadísima
señora.
En vista de la
expresión estupefacta de la señora, agregó:
-Creo
que es una fiesta en la que está Sara Montiel.
-¡Ah,
sí! En el piso de arriba –le
aclararon aquellos vecinos.
El flechazo,
instantáneo, y con fuerza equivalente en ella y él.
De aquí nuestra
discreción en torno a la vigorosa personalidad del hombre capaz de enamorar a
nuestra primera actriz cinematográfica. Baste saber que los dos se llevan
perfectamente, que sus edades están en la debida proporción y que cualquier
señorita de familia española se mostraría encantada de concederle su mano, como
lo va a hacer María Antonia Abad Fernández. ¿Cuándo se producirá el dicho
acontecimiento? Para principios de año, según nuestras noticias.
Horas y horas consagradas al estudio minucioso de los guiones.
En su hogar, la famosa actriz y cantante posa para SABADO GRAFICO.
UNOS DATOS SOBRE LA ACTRIZ
Si prescindimos
un poco de cuanto concierne a su vida privada y entramos en la esfera
profesional, habremos de preguntar, en nombre de los lectores de SABADO
GRAFICO, diversos detalles de las películas que más claro impacto popular
lograron durante los últimos años. Vayan por delante unos títulos. Desde 1955,
Sara Montiel fue protagonista de ‘Veracruz’, película dirigida por Anthony
Mann, y en la cual interpretaba el papel de una mejicanita explosiva por bella
y por temperamental; recuerden ustedes que los astros de dicho filme fueron dos
colosos: Burt Lancaster y Gary Cooper. A continuación, Sara rodó en Hollywood
–ya casada con Anthony Mann- ‘Serenade’, junto al malogrado Mario Lanza, y
‘Yuma’. Seguidamente, Juan de Orduña, que le había asignado el personaje de la
guapa y peligrosa muchacha mora en ‘Locura de amor’, la elige para protagonista
de ‘El último cuplé’ (1957). Rueda un año más tarde, con Luís César Amadori
como realizador, ‘La violetera’; en 1959 la vemos como estrella principal de
‘Carmen la de Ronda’, en la que tiene por galán al francés Maurice Ronet –el
mismo de su película más reciente, ‘Noches de Casablanca’- y en 1960 filma ‘El
último tango’, de 1961 data ‘Pecado de amor’; a 1962 corresponde ‘La bella
Lola’ y ‘La reina del Chantercler’.
En 'Pecado de amor', una vez más, imperó su belleza y arte.
No menos de seis
premios de interpretación tiene otorgados y los correspondientes trofeos ocupan
lugar visible en el piso comprado por la estrella en una casa nueva que se alza
próxima a la madrileña glorieta de San Bernardo. Sarita, no obstante el rango
artístico acrecentado año tras año por sus actuaciones, sigue siendo la llana y
atrayente criatura manchega. Luce así, como por descuido, un brillante de talla
y transparencia prodigiosas. Veinticuatro quilates. ¡Ahí queda eso!...
Pero ella apenas
da importancia a las ventajas –o a las complicaciones- de su bienestar
material, logrado a fuerza de trabajo.
Sara peinando a su madre.
VERDADES Y MENTIRAS
Es proverbial la
desmesurada fantasía con que la voz del pueblo trata a las figuras famosas.
Pero puede que Sara Montiel resulte víctima de los mayores dislates. Ella ríe
mientras comenta:
-Se
ha dicho de mí que tenía la dentadura postiza. Miren…
Unos dientes
maravillosos, perfectos.
-No
he visitado a un dentista ni para ponerme una muela –remacha.
-¿Y esa piel
suya?...
-¡Otra
bobada! –exclama-.
Hay quien aseguró que me había hecho dos
operaciones de cirugía estética.
-¿Y sus piernas,
con perdón?...
-También
dijeron que en la película ‘La reina del Chantercler’ sacaba unas piernas
postizas…
Sarita Montiel,
o María Antonia Abad, sobre el decorado elegante de un restaurante de lujo, al
lado del Retiro, junto al hombre a quien ama, mientras vienen y van en torno
por entre las mesas que ocupa un público de selección –entresacado de la mejor
aristocracia de Madrid-, se muestra sincera. Ello nos da fuerza para preguntar
más y más acerca de aquellas cuestiones que, por un concepto quizá erróneo de
lo que deben ser las relaciones entre una artista y los admiradores que la
encumbraron, se nos ocultaban tras un telón de misterio.
-En
muchas ocasiones me olvido de quién soy, y hay que llamar a los guardias y
hasta a los bomberos –explica
Sarita.
Los yanquis hacen de las 'estrellas' un inexpresivo cartel publicitario. He aquí la clásica foto 'Hollywood' de Sarita.
-Entonces, esas
dificultades en el aeropuerto de Barajas, o cuando asiste a los estrenos de sus
películas, ¿no son prefabricadas en nombre de la publicidad?
-Ni
muchísimo menos; también se rumoreaba que tenía gente preparada para gritar,
romper cristales y organizar alteraciones de orden público. No es cierto.
Primero, que la simpatía que el público demuestra, incluso violentamente, a una
artista es cosa de todos los países: ¡tendrían que verlo por América del Sur!
Si no interviniese la fuerza pública, nos romperían en pedacitos pequeños. Les
voy a contar lo que sucedió un día aquí, sin salir de Madrid. Resulta que yo
había visto unos ‘sweters’ muy bonitos en El Corte Inglés. Y me fui a comprarlos
con una persona de mi familia; entramos, empezamos a elegir este color y el
otro y, de pronto, escucho un barullo tremendo. La calle estaba abarrotada de
gente. Gritaban mi nombre. Y a todo esto empiezan a invadir la tienda. No vean
ustedes. Yo, que echo a correr por una escalera; que siguen detrás de mí; que
las escaleras resultan hechas cisco. No sabía dónde meterme y, por fin, alguien
me indicó la puerta de un pequeño tocador que emplean para arreglarse las
señoritas dependientas. El público pidiendo autógrafos crecía más y más; era un
verdadero peligro, incluso de hundimiento del piso. Llamadas por aquí, llamadas
por allá a la Dirección General de Seguridad. Y vienen los guardias. Pero a mí
¡tuvieron que sacarme los bomberos!...
El ganchillo. ¿Qué mujer española no es amante de sus arabescos?
Terminada la
anécdota, que Sarita Montiel refiere con fino humor, queremos cerrar la
entrevista al modo de costumbre. Unas cuantas preguntas a la actriz.
-¿Está contenta
con sus últimas películas? –preguntamos.
-Estoy
satisfecha de lo que he hecho. Me gustan papeles como el de ‘La reina del
Chantercler’. Tienen drama, sinceridad, comedia. Son personajes de carne y
hueso.
-¿Se siente
mejor interpretando dramas?
-Prefiero
las comedias, pero las hago poco. Es mucho más difícil hacer reir que llorar.
¿Y sabía una cosa? Soy tímida. Me cuesta, por eso, hacer comedia. Me cuesta
soltarme.
-¿Está
satisfecha con su carrera?
-Ahora,
sí. Muchas veces me sentí desilusionada. Es penoso llegar a alguna parte. Tuve
dudas, sufrí, pero seguí viviendo. Ahora estoy bien. Incluso puedo rechazar alguna
vez aquellos temas o aspectos de mis películas que no me gustan.
Junto a James Dean, pocos días antes del trágico fin de éste.
Siempre en olor de muchedumbre. Esta escena se ha repetido una y cien veces.
-¿Cuándo empezó
a cantar?
Sarita ríe con
buen humor y responde:
-Desde
siempre, cuando era pequeñita. Sólo que, profesionalmente, no se me ocurrió
hacerlo. Fue ‘El último cuplé’ lo que me abrió una carrera como
actriz-cantante.
-¿Va mucho al
cine?
-Mucho,
fíjese… Soy una gran espectadora…
-¿Qué opinión le
merecen las películas de la ‘nouvelle vague’?
-Si
se refiere a esas películas que confunden el realismo con la grosería, le diré
que me merecen la peor opinión. En un afán de mostrarse audaces, cada vez más,
se están poniendo escenas que… ¡bueno!...
-Última
pregunta: ¿Qué espera del próximo año 1964, Sara Montiel?
-1964
será el año de María Antonia Abad –responde.
Y la ‘estrella’
mira hacia su derecha, hasta encontrar en unos ojos esa misma impaciencia que
abrillanta los suyos…
Martín ABIZANDA
EL RECORTE LXXXII
Pero el divorcio de nuestra estrella con Anthony Mann no pudo ni podrá borrar jamás la estancia de Sara en Hollywood. La revista Fotogramas repasaba su paso por la meca del cine con este tríptico el 3 de Junio de 1981.
Pincha en la foto para ver más grande.
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LA FOTO LXXXII
La diva, una vez más, posando para los objetivos de la Warner Bross.
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