viernes, 7 de septiembre de 2012

O CRUZEIRO - 16 de Febrero de 1959 - Brasil


SARITA MONTIEL

CANCION HECHA MUJER


Desde la calle resonante nos colamos en la caja de silencio refrigerado que es el ‘lobby’ del hotel Habana Hilton. Pasamos a un mundo menor y reservado, donde se cruzan huéspedes y visitantes. Todavía el ascensor nos guardó en su intimidad mayor de campana neumática, aspirándonos hasta el piso 21. En un trámite de minutos quedamos a dúo con el fotógrafo, pisando las alfombras de un largo pasillo, donde no hubo rastro de vida hasta que la puerta del ‘suite’ de Sarita Montiel se nos abrió. La cita era para gastar el día entero, cancelando todo otro programa. (Antes pasamos un penúltimo filtro: los detectives que cuidaban la repetición de un secuestro a lo Fangio).
‘¡Qué sola vive!’, confesamos a la belleza española, sin herir por alusión a su marido Anthony Mann. Ella no fue menos sincera: ‘Cierto, vivo en soledad’. El tema, por lo pronto, quedaría sin más comentario, porque se prestaba a una interpretación indiscreta. Habría tiempo para replantearlo… (En realidad, la Montiel tenía un agudo contrapunto que marcaba la música interior de su destino personal. Buscada y amada por los públicos, en la calle la esperan para pedirle una sonrisa, un autógrafo, una foto, una marca de rouge, un algo. La detienen y acarician, la abrazan, miman y hasta la arrugan y golpean: ‘Porque te quiero te porro’. Al final se libera de la muchedumbre y se refugia en la soledad de sus cuatro paredes, para hacer las pequeñas cosas cotidianas que hacen todos los demás).


Sarita recibe besos y cariño de sus admiradoras.

Esperaba las cámaras con una bata de casa, y, al descuido, los muslos se la escapaban, como en el romance lorquiano de ‘La casada infiel’. Sin más testigo que su civilizado Anthony, detallamos su estampa de muchacha, incendiaria como flor de llano manchego. Es un canto al torno humano. Y su cara tiene un par de ojos bien alumbrados y esa boca fotogénica, abundante, donde los labios son tan cálidos como la voz. Habla con reposo y con suavidad, y en cada frase se descubre un milagroso tono de niña grande que no ha perdido la sana gracia en el remolino de los sets peliculeros ni en el maquillaje de la publicidad. Sin embargo, el oficio del cine la tiene enterada de las posiciones en que sale mejor, y ella se mueve magníficamente, creando ángulos y motivos: ‘Ahora hacia acá, con fondo oscuro’; ‘Y la mantilla también’; ‘Creo que ya logramos un buen contraste’; ‘No tenemos que preguntarle mucho, porque usted lo dice todo’, la advertimos por cortesía. Punto y seguido, para ganarla, recordamos su Campo de Criptana, donde nació hace 26 años. Allá en la región de Montiel, donde su agudo descubridor Enrique Herreros –el humorista madrileño de ‘La Codorniz’ le dio el nombre y apellido a la artista. (Se llamaba María Antonia Fernández Abad; para la escena se llamaría Sara Montiel). ‘A que no sabe usted, hija de La Mancha, aquello que escribió Azorín: ‘Los molinitos de Criptana andan y andan’. Y los pájaros húmedos dijeron que sí, evocando la austera provincia y sus padres campesinos, las aspas lentas sobre la llanura bermeja, las lamparillas de los retablos y las puertas azules, familiares, por donde escapa el olor del pan de cada día. Pero la vida la había premiado, y salió de aquellos recuerdos con una suave alegría.



Intensamente atractiva y bella como el óleo de Portocarreño que hay al fondo.

Mientras posaba bajo los focos, nos entendimos con el norteamericano Mann, director en Hollywood, que acaba de presentar en el Festival de Venecia su versión de God’s little acre, la recia novela del compatriota Erskine Caldwell. Le conocíamos por otras producciones de ambiente militar: ‘Comando aéreo’, ‘Winchester 73’… Pero tenía en las manos el guión de ‘Espartaco’, y nos provocó la pregunta: ‘¿Va a realizar el ‘Espartaco’ de Howard Fast?’ Iluminando el rostro con simpatía razonó la fuerza de esa obra sobre Espartaco, esclavo tracio, -hijo y nieto de esclavos- un koruu –luchando contra la más corrompida época del imperio romano. ‘Salgo a filmarla, mientras ella cumpla otros compromisos. Luego nos reuniremos en California para rodar ‘Fruta amarga’ en los estudios que hemos comprado. Ella habla buen inglés y no habrá doblaje’… Doblaje es una mala palabra, una palabra corruptora en el idioma fílmico).
Ella se tomaba intervalos de modelo, entre vestido y vestido. El amplio ropero de Sarita Montiel es para desmayar a quien intente probarlo en su cuerpo. Pero su voluntad amistosa nos regalaba todo el día para repasar colores, telas, modistos. Y sin más ropa interior que su piel, se fue echando encima un raso blanco de Balenciaga, muy a lo Rembrandt, que los europeos llaman flamenco; un lamé con mostacillas, que copió Moniques de un cuadro de Goya; un exclusivo de Dior, negro, contorneador; un Pertegaz, otro Pertegaz, que es la etiqueta más solicitada. Y hasta un saco verde estampado: ‘El chemise está de moda y no se discute’.
Mientras iba y venía, se vestía y desvestía, usó varios pañuelos de chifón de seda. Pero no usó sus famosas esmeraldas –collares, artes, pulseras- y sencillamente se retocó con una base de Max Factor, el borde negro en las pestañas y un rocío de laca rosada sobre el pelo rojizo. Entre las evoluciones de sus pasos fuimos anotando sus criterios: ‘Los artistas no debemos callar las opiniones propias. No solamente pertenecemos al público en las pantallas, sino también en el resto de la sociedad. Si quieren conocer cómo pensamos, estamos en el deber de decirlo pronto y claro’.
‘La primera actuación en teatro y en televisión la acabo de cumplir en Cuba. Solamente había tenido la pequeña experiencia de aparecer haciendo reclamo a mis películas en algunas salas de Ciudad México’ (Fue simpático verla como novata, despistada de las lentes de TV. En seguida su calidad teatral superó la primera lección y resultó una graduada).


Sopla la brisa del mar de Cuba en su piso del Habana Hilton.

Un par de ojos brillantes y una boca fotogénica.

Gaspar Pumajero firmó contrato por 10 días de actuación ante las socias de Hogar Club y en el Canal 2 de televisión. Alternaba dos funciones diarias en el teatro Blanquita con su estreno en audio y video. 140.000 personas llenaron en 20 tandas el teatro mayor del mundo, para aplaudir delirantemente a la estrella del cine hispanoparlante, mientras los televisores saturaban las ondas de Escuela de Televisión. $25.000, libres, pasaron a la bolsa de la actriz. Pumarejo rechazó una oferta igual de un cabaret: ‘No tengo interés en que trabaje gratis para mí. Los $25.000 son para ella solamente’. Y ella exclamaba cada noche: ‘Me siento pequeñita dentro de este teatro enorme, de frente a 7 mil amigos. Creo que hay espacio para volar en avión’.
‘En mis horas de triunfo –añadía la Montiel- no olvido a Ladislao Vajda, quien me dio la primera oportunidad, casi siendo una niña. Ni a José Luís Sáenz, Julio Salvador, Gonzalo Delgrás, Jerónimo Mihura, José López Rubio ni Rafael Gil’.
Hicimos un repaso de su trabajo profesional, desde el pequeño papel de colegiala en ‘Te quiero para mí’, hasta ‘Locura de amor’, la inolvidable presentación con Jorge Mistral y Aurora Bautista, sin olvido de su extensa producción mexicana junto a Pedro Infante, Roberto Cañedo y Arturo de Córdoba. Además, el ingreso en Hollywood, donde compartió con Gary Cooper y Burt Lancaster los roles estelares de ‘Veracruz’, o en ‘Serenata’, junto a Mario Lanza y Joan Fontaine, bajo el sello de la Warner. Por fin caímos en la etapa del cuplé, que la tiene bajo los reflectores de la sensación en todos los escenarios de cine del conjunto de naciones que hablan la lengua castellana. Empinó su barbilla juvenil, asomó aún más los aleros –por fortuna no mide los excesivos 103 centímetros de la Mansfield- y perteneció al tema del cuplé, aunque antes le repetimos la incertidumbre del difunto Manuel Machado: ‘Pues yo no sé –ni nadie tal vez lo sabrá –lo que es el cuplé. -¿Será alguna cosa el cuplé?


La exhuberante belleza de Sarita Montiel, tiene algo del fuerte encanto de los paisajes soleados y llenos de perfumadas flores. 

‘Por lo pronto –agrega Sarita- llenó todo un tiempo que los historiadores musicales definen melancólicamente como ‘aquél tiempo del cuplé’. Es algo sentimental que nos liga al pasado inmediato de nuestros padres, pues a principios de siglo éstas canciones que ahora canto eran la pasión del público en las voces de las cupletistas’.
‘Pero usted es distinta a La Goya (Aurora Mañanos), a Raquel Meller (Francisca Marqués), y aún a La Fornaria (Consuelo Bello) a quien personifica ahora’, intercalamos, para oírle decir: ‘Tengo mi tono y digo mis canciones según mi temperamento’. Y rápida hacía un párrafo aparte para Enrique Herreros, también compañero de viaje y de entrevista: ‘A Enrique le debo mi éxito en ‘El último cuplé’. Tuvo confianza en mí y yo le correspondí con mi confianza. Tal vez lo demás sea suerte’.


Tampoco en el camerino termina el acoso del público y la publicidad. 

Ahí mismo el aludido entabló diálogo con su ahijada: ‘Conozco a Sara desde que tenía 14 años. Siempre me impresionó su estilo pausado, melodioso, bien distinto de las demás. Cuando concebí llevar a película la historia del cuplé, no tuve deudas de que era la protagonista. Tampoco me equivoqué. Sobre el magnífico guión de Juan de Orduña, lo demás fue trabajo incesante, pero también un triunfo sin precedentes. Durante 42 semanas consecutivas se mantuvo en el cine Rialto, en Madrid, donde luego se hizo relevo con ‘La violetera’. Sara lleva año y medio sin salir de la cartelera. Y aún puede seguir cantando en el cine buena parte del cancionero español, como lo hará de inmediato en ‘Carmen, la de Ronda’, otro seguro acierto dirigido por Benito Perojo. Su carrera musical aún está en marcha’. (‘El último cuplé’, con Armando Calvo, iba a tomar el mal título de ‘La reina del Moulin Rouge’, que poco diría a los públicos enamorados por nostalgia de la palabra cuplé).
‘Con todas esas razones de Sarita y de usted –advertimos al periodista Herreros- luce como que prefiere el arte dramático’. Por resorte, Sarita completó: ‘Así lo creo. Es mi más profunda vocación de arte. Pero… seguiré cantando, mientras el canto me traiga éxito’. (El mister Mann hace una mueca, porque nunca transigió con ‘El último cuplé’. El sostiene que su mujer está destinada a cosas menos frívolas).
De todas formas, la menuda manchega -5,5 pies de altura y 117 libras de peso promedio- ha regalado un soplo de juventud a los que ya tienen las cabezas blancas. Lo que de niños oíamos en las tonadas de nuestros padres, ha reencarnado como canción de cuna en los que ya somos hombres. La Montiel refresca aquella época de alusiones picarescas, cuando las revistas madrileñas traían grabados de floristas buenas mozas apostadas en la puerta de los teatros, o la sensual figura de la Meller, cantado ‘bajo los puentes de París’. Una reválida impresionante en un tiempo de radioactividad y rock’n roll. Eso lo sabe Sarita Montiel y la hace feliz.


En un teatro de La Habana, repartiendo violetas y sonrisas a los espectadores en ocasión de la exhibición de su película 'La Violetera'. Sarita derrocha su simpatía y su gracia. 

Pero los públicos piden más y más, y los que manejan las corrientes de opinión dan más y más. Por eso un Gaspar Pumarejo extrajo a la estrella del celuloide y la situó, en persona, delante de Cuba, la isla cubierta en todo su mapa por cadenas de televisión. Aunque en las horas libres de clamor, cuando la febril solidaridad de las muchedumbres la dejaban aislarse, Sarita Montiel se iba consigo, solitaria, sin renegar de su impacto popular. En la eterna y apacible soledad se reencontraba el alma sencilla, la Soledad de ‘La Violetera’.


Texto de FERNANDO G. CAMPOAMOR
Fotos de DELIO VALDES


EL RECORTE LXXXI
...los 50 fueron los años de esplendor de Sarita Montiel, su época dorada hollywoodiense, pero estos últimos años han sido los años en que Saritísima ha recogido infinidad de premios y reconocimientos, aunque la injusticia también se está haciendo presente.... Este recorte de la revista Pronto de Abril de 2008, muestra el homenajazo que su pueblo natal, Campo de Criptana, brindó a la estrella por su 80 cumpleaños. 

SARA MONTIEL
homenajeada en su tierra
Con motivo de su 80 cumpleaños, la artista descubrió una estatua y una placa conmemorativa en su pueblo natal, Campo de Criptana


La artista recibió el galardón de Gigante Universal de manos del alcalde de Campo de Criptana. 

Los gigantes universales de Campo de Criptana ya no sólo son aquellos que Cervantes inmortalizó en las conocidas luchas del Quijote. A partir de ahora, este pueblo manchego de magistrales molinos de viento cuenta con una Gigante Universal más, Sara Montiel, la primera mujer española que conquistó Hollywood y que, a sus 80 años recién cumplidos, acaba de recibir uno de los homenajes más bonitos y emotivos de su vida. El pasado 28 de marzo, la actriz y cantante volvió a su tierra para recibir el cariño de los suyos y de cientos de personas que acudieron de diversas partes de España, Francia o México.
Acompañada de su hijo, Zeus (Thais no pudo asistir al homenaje porque acababa de ser operada de las muelas del juicio), la artista inició su homenaje descubriendo la estatua que se ha alzado en su honor en un parque de la localidad. Entre el gentío y los gritos de ‘¡guapa!’, ‘¡esa manchega!’ o ‘¡viva la madre que te parió!’, la artista se trasladó posteriormente a la casa donde nació, donde descubrió una placa conmemorativa. Finalmente, su recorrido acabó en el Cerro de la Paz, donde el molino ‘Culebro’ acaba de ser convertido en el nuevo museo de Sara Montiel. Allí, el alcalde de la localidad, Santiago Lucas-Torres, dijo: ‘Este lugar mágico, este lugar cervantino por antonomasia, en las noches despejadas es un perfecto observatorio de estrellas. Pero la más grande está hoy aquí, a plena luz del día. Brilla con luz propia y se llama Sara Montiel. No existe mejor sitio posible que éste para ubicar el Museo de Sara Montiel, un museo en un molino que recientemente hemos restaurado para dar cabida a enseres que Sara ha cedido de sus películas más famosas y actuaciones más memorables, un museo que se convierte en destino turístico y lugar de peregrinaje para los seguidores y aficionados del mundo del cine y de la canción’. Tras sus palabras, el alcalde, junto con el presidente de la Comunidad de Castilla La Mancha, José María Barreda, le otorgó a la manchega el título de Gigante Universal. ‘Recordaba ahora lo que dijo tu madre cuando naciste con 7 kilos: ‘Ya de pequeña es grande’. Pues ahora es un gigante, un gigante universal del que todos sus paisanos nos sentimos muy orgullosos’, dijo Barreda, que posteriormente le dio a Sara la Medalla de Oro de Castilla La Mancha.



Sara, muy emocionada, dijo: ‘Yo estoy procurando no demostrar la emoción que tengo. Agradezco de todo corazón todo el cariño que me estáis demostrando y que siempre me habéis demostrado toda la gente de Campo de Criptana. Yo sé que he trabajado mucho, que he querido conseguir que la gente, al verme en las películas, se emocionara, por mi manera de cantar o por mi manera de actuar. He trabajado mucho, sigo trabajando, llevo desde el año 43 hasta hoy sin parar, lo cual para mí es un orgullo muy grande. Estos han sido los 80 años más maravillosos que he podido cumplir con el cariño que vosotros me habéis demostrado. Muchas gracias y a seguir viviendo, que vivir es un placer genial y sensual’, dijo ante la gente, que empezó a cantarle el ‘Cumpleaños feliz’.


Sara Montiel junto a la estatua levantada en un parque de la localidad, que la muestra en todo su esplendor. 

Tras este emotivo homenaje, en PRONTO pudimos hablar con Sara, que nos dijo: ‘Me he podido sostener, no llorar por no hacer el ridículo, pero dentro de mí llevo una emoción tan grande que a mi edad puede ser peligrosa’.
-¿Cómo te sientes ante este gran homenaje, Sara?
-Muy feliz, me siento cerca del cielo, y desde aquí mucho más.
-Sara, tienes 80 años, estás fantástica, la gente te quiere…y, además, estás enamorada.
-Sí. Estoy muy contenta con el hombre que tengo. Ya llevo tres años con él.
-Pero estáis separados.
-Bueno, ha estado cinco días conmigo en Madrid, antes de que me marchara yo a Melilla. Él ahora está trabajando en Marruecos, porque es arquitecto. Tiene 59 años.
-¿Es difícil mantener la relación así en la distancia?
-No, porque yo voy y él viene, así que no pasa nada. Nuestro encuentro será la próxima semana en Fez. Ahora es que estoy ensayando, porque preparo un espectáculo musical para presentarme en mayo, junio y julio por España con una gira.
-¿Qué te aporta tu novio?
-Es una persona muy tranquila y muy amorosa. Nos divertimos mucho.


Texto: ARACELI MANZANARES
Fotos: MIGUEL ÁNGEL MOYA


LA FOTO LXXXI


Sarita Montiel cautivando los objetivos americanos de la Warner Bross. 

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