viernes, 3 de octubre de 2014

SES - 6 de Octubre de 1962 - Turquía


Kapak Resmi
SARITA MONTIEL
(Fotograf: Kaiser Press)

(La diva aparece sólo en la portada)


EL RECORTE CXC
"Carmen la de Ronda" otro rotundo éxito de nuestra estrella que la llevó a ocupar numerosísimas portadas en el mundo entero. La revista Fotogramas, en su número de 26 de Septiembre de 1959, apuntaba esto sobre el film. 

SARA MONTIEL
EN
“CARMEN, LA DE RONDA”
por LUIS GOMEZ MESA
Esta gitana, Carmen, imaginada –con su parte de realidad- por un francés, Próspero Mermée- observador, más de nuestro pintoresquismo colorista, que de nuestras profundas y esenciales cualidades –es un personaje, muy propicio ya a la deformación. ¿No es ella, en sí misma, una criatura de exageraciones, de desplantes, de desenfrenos?
No nos extrañe que interese a todas las artistas, para interpretarla según su gusto, para acoplarla a sus singularidades temperamentales. Es un carácter recio, impulsivo. Una mujer bravía, segura de su belleza, que juega –y sabe muy bien lo peligroso que es esto- con la pasión, extremosidad del amor, que suscita en toda clase de hombres: desde el impaciente y exigente, al sosegado y que aguarda su ocasión, y del de elevado rango social al que posee como única riqueza sus ilusiones.
Sin ser nada perspicaz, se presentía que Sara Montiel –revelada con un éxito extraordinario en “El último cuplé”, reafirmado en “La Violetera”-, se dejaría vencer y convencer por la sugestión de ese personaje. ¿Por qué no unir sus atractivos a los que ofrece el tipo? Muy conocida la trama no es esto lo que importa, sino presentar una nueva versión de la protagonista.
Sara Montiel se estudió el personaje. Quería encarnar, infundir vida –en los significados más verdaderos, más vibrantes del concepto- a esa criatura. Y de modo distinto a cuantas la precedieron en esta labor.
Sí, Carmen tenía que ser andaluza, aunque no de Sevilla –siempre preciosa y fascinante, pero ¡tan vista!-. Y al repasara la geografía de esa región, apareció Ronda, con sus abruptos hermosos paisajes, utilizados ya por el cine como deslumbradora decoración auténtica. Captados por vez primera en su cromatismo.
Y Sara Montiel –gran artista, que se identifica con sus personajes y les da aspectos y matices originales, que se ajustan a sus peculiaridades- es ciertamente Carmen, la de Ronda.
De la novela de Próspero Merimée, ha quedado muy poco. Ya se advierte, al comienzo de la película, “adaptación libre”. Es curiosa la nota: “con una nota de Alfonso Sastre”. ¿Acaso el ambientar el relato en 1808, cuando la lucha de los españoles, por la independencia, contra las fuerzas invasoras napoleónicas? Es un cambio innecesario, aceptado, sin duda, para realzar algunos episodios espectaculares. Pero esta faceta adquiere su mayor y mejor lucimiento en las escenas tipistas del café en que canta y es aplaudida y cortejada Carmen. De un artístico colorido, y cuidadísimas en los detalles, son como animadas ilustraciones de los tiempos de esplendor de esos locales.


Sara Montiel a la salida del estreno de "Carmen la de Ronda"

Esta Carmen, que no se somete al mandato de nadie y menos a sus caprichos, que no admite más dueño que su voluntad, conserva del personaje imaginado por Merimée esas cualidades y su sino trágico. Pero, por su entrega a un gran amor, es otra Carmen. Muere, sí, en circunstancias dramáticas, pero no a manos de José, enloquecido por los celos, sino de manera opuesta: por salvarle.
José pertenece al bando enemigo: es francés. Una variación radical, que seguramente asombraría al mismo Merimée.
Pero la película –lo dice el título: “Carmen, la de Ronda”- es Sara Montiel. Las incidencias –procedentes o no, de la obra de Merimée, urdidas por Alfonso Sastre o por Jesús María de Arozamena y Antonio Más Guindal-, la labor directiva de Tulio Demicheli, los cometidos de artistas y técnicos, todo está supeditado a ese fin. Y se emplearon los medios más eficaces, para conseguir el favor del público.
Guapísima, con dominio de la expresividad interpretativa, Sara Montiel canta en estilo personalísimo –que es lo atrayente- “Carceleras del puerto”, “Farsa monea”, “El día que nací yo”, “Antonio Vargas Herdia”, “Ojos verdes”, “Soy, Carmen, la de Ronda”, “Los piconeros” y “Zorongo”. Un repertorio muy diferente que el de sus triunfos “El último cuplé” y “La violetera”.
Jorge Mistral, en el papel de Antonio, y Maurice Ronet, en el de José, desarrollan unos excelentes trabajos interpretativos.
Merecen elogiarse la fotografía de Antonio L. Ballesteros, la escenografía de Enrique Alarcón y la música de Gregorio Segura.  


LA FOTO CXC


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