SARITA…
LA DEL ESCOTE
Sencilla,
luciendo su fogosa belleza –casi insolente- e indiscutible en su triunfo y
fama, Sarita Montiel (treinta años de edad, dieciséis en el cine y esposa del
productor y director norteamericano Anthony Mann) retornó a nosotros. Su éxito
en nuestros escenarios estaba descontado. Fue todo un “gol” económico para sus
empresarios y auspiciadores. En su gira de tres meses por América Latina, la
actriz española ganará aproximadamente dos y medio millones de soles. Generosa
en el lucimiento del opulento físico que dispone, Sarita Montiel inquietó
notoriamente a los periodistas y reporteros gráficos que la entrevistaron tanto
a su arribo a la Corpac, como en la conferencia de prensa y recepciones: los
escotes que caracterizan sus vestidos suelen provocar favorables y encendidos
comentarios. Sus declaraciones al periodismo, fueron las usuales de toda
estrella: “provengo de una familia muy, pero muy
pobre. He tenido una niñez muy triste. He pasado hambre. No he tenido
oportunidad de estudiar en mi carrera. Aprendí a leer a los dieciocho años. Soy
pésima ama de casa. No soy muy inteligente. No soy supersticiosa. Me gustan los
hombres. Me gusta escalar montañas, pero no me dejan desde que sufrí un
accidente. Una vez casi me ahogo… fue terrible. Tengo pasión por los zapatos y
los bolsos. Como cantante, canto como puedo, y como actriz, hago lo que me
mandan –y el consabido- por supuesto que amo
al Perú y cantaré valses criollos”. Vale decir toda una cartilla
hábilmente preparada por sus empresarios, entre los que se destaca muy
meritoriamente Enrique Herreros, periodista español especializado en artistas,
que la descubrió y lanzó a la fama. Es el hombre clave del triunfo de Sarita.
Se comentó igualmente que la guapa actriz filmará en el Perú una película: “La
Perricholi”. Muy meritoriamente Sarita es la artista mimada del público de
habla hispana. Está en la fama con contratos fabulosos, viajes, pieles,
vehículos, un matrimonio ideal.
Sarita sabe
perfectamente explotar sus encantos con desbordante generosidad. Lo comprobamos
con exceso, y he aquí una muestra. Ha filmado treinta y cinco películas. Ayer,
hace seis años, vino al Perú como artista secundaria, hoy ha retornado
famosísima, hermosa y con ciento cincuenta maletas de vestuario. “El último cuplé”
fue el “sésamo ábrete” para que Sarita lograra la fama y la fortuna. De siete a
diez millones de soles gana por film.
“…mido
un metro sesenta y dos… mis otras medidas no las conozco… miren Uds. Y
calculen”. “…preferencias en modas?... bueno, cualquier cosa que me permita
demostrar que debajo del vestido hay toda una mujer”.
“…costal
no… nunca me ha gustado esas prendas sueltas que disimulan lo que ha dado la
naturaleza. Soy mujer. ¿Para qué ocultarlo?”
“…siempre
he cantado, pero antes nadie me hacía caso. Mi verdadero nombre es María
Antonia Abad Fernández”.
“…ganancias
en esta gira?... calculo que deben ser de uno a diez millones de soles… sería
conveniente preguntarlo a mi empresario”.
“…provengo
de una familia muy pobre. He pasado hambre y he tenido una niñez triste”.
“…rechazo
toda comparación… no me gusta que me llamen la Marilyn Monroe de España ni la
Gina Lollobrigida de habla castellana”.
“…me
gusta la falda corta porque no tengo piernas feas… no recurro a la dieta para
conservar mi figura”.
“…Todo
lo que pude soñar de niña ni es nada al lado de lo que tengo, la realidad
sobrepasó mis sueños”.
“…falso.
Todo lo que luzco es ¡natural!”
“…en
Hollywood los productores siempre me miraban y decían: usted me sirve. Tengo un
buen papel de india”.
“…sí,
los periodistas y admiradores me agotan, pero es un cansancio glorioso…”
“…un
año después de conocer a Anthony Mann en Hollywood nos casamos. Me dirigió en
“Serenata”. No creo que me vuelva a dirigir. Él hace películas para Hollywood.
Yo para el público de habla hispana”.
EL RECORTE CLXXXIX
Ni los encantos de Sara Montiel pasaron nunca desapercibidos, ni la estrella dejó pasar nunca la oportunidad de referirse a ellos. Años más tarde, concretamente en 1974, era esto lo que decía sobre su físico para la revista Fotogramas, en su número de 10 de Mayo.
SARA
sin velos
PROHIBIDA
por Maruja Torres
“ME HE SENTIDO MUJER-OBJETO MUCHISIMAS VECES, PERO
HE SALIDO ADELANTE A BASE DE PERSONALIDAD Y NARICES”
Este es el cuadro que ha tenido que retirar Sara Montiel de su espectáculo. En su día fue reproducido por las revistas del país, sin provocar reacción alguna.
-Dime una cosa,
Sara. ¿A ti, en qué te afecta toda esta vorágine de cambio y renovación que ha
atacado a nuestras estrellas?
-“Ay,
chica –aflauta
la voz, guasonamente-, si yo también estoy
completamente renovada, ¿no ves que ahora hago de vejecita? Así estoy a la par
con las que se están renovando, que de ingenuas pasan a ‘sexy’ y de folklóricas
a destapadas”. Y, ya ves –sigue, con ironía, pero un poco menos-, estoy saliendo en todas las revistas, menos en el “Hola”,
claro, porque no soy princesa.
-Tengo la
impresión de que Pepe Tous ha influido mucho en ti. No sé si te ha humanizado,
pero puede que te haya ayudado a mostrar tu humanidad.
-Sí,
desde luego, Pepe ha influido muchísimo en mí, como mujer y como actriz. Porque
además de una gran persona es un gran profesional del periodismo, y un
magnífico empresario, que lo ha mamado de su abuelo y de su padre.
-¿Cuáles son tus
relaciones con tu marido, en este momento?
-Muy
buenas, de amistad. Diferentes, claro, pero buenas.
-En un país tan
convencional como el nuestro, ¿te has visto obligada a algo en tu vida
sentimental, por aquello del qué dirán, de la gente?
-Ay,
hija, no. Yo siempre he echado para adelante, nunca me he sentido condicionada.
Tres momentos de la actuación de Sara Montiel en "Saritísima", incluida su inicial aparición caracterizada de anciana, lo que ella llama "mi renovación".
-Estoy pensando
que no concuerda en absoluto con tu forma de ser la famosa boda en Roma, de
tiros largos y con toda aquella ceremonia
-Tienes
toda la razón. Mira, yo en eso no estaba nada de acuerdo. Yo nunca quise eso.
Fui casi obligada.
-Imagina que
fueras libre. ¿Te casarías otra vez?
-Ay,
hija mía. Pues si me lo pidiese Pepe, sí.
-¿Piensas
retirarte?
-¿Por
qué me dices eso? –se
pone en guardia.
-No, si lo digo
a largo plazo, algún día…
-Mujer,
algún día me retiraré, como todo el mundo.
-¿Has pensado en
la vejez, te imaginas a ti misma cuando ya no cantes, cuando ya no bailes en el
escenario?
-Nunca
lo he pensado, pero supongo que seré una señora mayor, pero no inactiva, que
estará metida dentro del mundo del espectáculo, no sé, como empresaria, o como
directora de cine o teatro, buscando obras, promocionando gente. Me veo siempre
en activo, eso sí.
-En tus
espectáculos, en tus galas, ¿haces siempre lo que quieres?
-Huy,
nunca se hace lo que se quiere. Porque en la última instancia es siempre el
público el que manda.
-¿Vas a producir
alguna vez?
-No
me lo he planteado nunca, porque para los negocios soy un verdadero desastre.
-A lo largo de
tu carrera, ¿te has sentido utilizada a menudo? ¿Te has sentido lo que ahora se
llama mujer-objeto?
-Muchísimas
veces. Pero he salido adelante a base de personalidad y de narices.
-¿Tienes muchos
parásitos a tu alrededor?
-No,
porque mi familia es buenísima. Y en cuanto a los otros, tú no puedes
imaginarte la clase de telón de acero que levanto para impedirles el paso.
Hemos vuelto al
camerino, el regidor de la voz: “Cinco minutos”.
Sara me enseña una foto en color prendida del espejo, un primer plano de Sara
cantando, la boca entreabierta en impúdico “streaking” de paladar: “Mira, me la ha regalado un fan. Seguro que la han hecho
partiendo de un fotograma de “Varietés”. Y añade, muy segura: “¿No ves? Es un objetivo de cien, que te corta la frente
y la barbilla y deja aire a los lados”. Ay, lo que aprendió en Hollywood
esta Montiel.
EL RECORTE CLXXXIX
Más o menos tapada, ¿alguien puede negar el erotismo que desprende nuestra estrella?
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