Tan espléndida como en “El último cuplé”
SARA MONTIEL
RECUPERADA
“Mis hijos son la luz de mis ojos”
“Yo soy quien lleva el timón de mi casa y es algo
muy pesado porque estoy muy sola. La muerte de Pepe nos tronchó a mis hijos y a
mí”
“Soy una mujer muy mayor, que tiene dos hijos muy
jóvenes, y eso para mí es una angustia continua. Mi única obsesión es sacarles
adelante”.
Primer plano de Sara Montiel. La popular artista retoca su maquillaje. Sus bellos ojos, que cautivaron a Hollywood, aún continúan resplandeciendo.
Un día después
aún lleva el maquillaje que utilizó para la sesión fotográfica. La razón es muy
simple. Era ya tarde cuando regresó a casa y no quería desmaquillarse en
prevención de que alguno de los productos empleados le pudiera producir algún
daño en la mácula de su ojo derecho, del que hace escasas semanas fue
intervenida. “Como me iba a dormir –comenta
Sara- e iba a estar varias horas con los ojos
cerrados, trataba de evitar que algo de rimmel u otra cosa se quedase en el
ojo. Así que después me quitaré todo”. Está espléndida. Resplandecen sus
bellos e inconfundibles ojos de siempre, aquellos que cautivaron a Hollywood.
Una mirada difícil de aguantar. Desayuna un té y unas galletas y se toma varias
pastillas de vitaminas. “Son para los ojos”,
aclara. Extiende su mano y se lleva un puro a los labios. “Me fumo dos al día”. Procede a llevar a cabo todo
el ritual del fumador de cigarros. Inhala una bocanada de humo. “No sabes cómo han quedado las fotos. Estoy como una
reina”. Sara habla segura de sí misma. Tiene el aura de las grandes
estrellas. Se ha decidido a hablar en exclusiva para ¡HOLA! Quiere demostrar a
todos que continúa siendo la de siempre tras la intervención ocular. “A lo mejor hay alguien que pueda pensar que me he
quedado con un ojo cerrado o algo así”. También, Sara echa la vista
atrás y nos habla de su pasado y de su presente junto a sus hijos, Zeus y
Thais.
“LOS INTIMOS Y MI FAMILIA ME LLAMAN ANTONIA”
-¿Sara o
Antonia?
-Los
amigos íntimos y mi familia me gusta que me llamen Antonia, aunque, claro, para
el público soy Sara Montiel.
-Pero, vamos,
que si te dicen Antonia por la calle vuelves la cabeza.
-Por
supuesto.
-¿De quién fue
la idea de ponerte Sara Montiel?
-Mi
abuela materna se llamaba Sarah Marta.
-¿Sarah con h al
final?
-Sí,
es un nombre sefardita.
-Montiel no
tiene nada de hebreo.
-No,
me lo puse por el pueblo de Montiel, que tiene un castillo precioso en el que
los Reyes Isabel y Fernando pasaban algunas temporadas. De ese castillo sale
una gran avenida que lleva mi nombre. De todas formas, cuando me bautizaron me
pusieron cinco nombres.
-¿Cinco?
-Sí.
Mi nombre de verdad es María Antonia Alejandra Isadora y Elpidia.
-Elpidia también
se llama tu hermana mayor.
-Sí.
Ella tenía dieciocho años cuando yo nací.
-Siempre has
dicho que ella ha sido como una segunda hermana para ti.
-Cuando
ella se casó me llevó con ella. Yo tenía entonces poco más de un año y pasaba
mucho tiempo a su lado. Y ahora, en nuestra vejez, ella está conmigo.
-Habrá también
sufrido mucho con todo lo de tus ojos.
-Sí,
mucho.
-Aunque no tanto
como tú.
-La
experiencia por la que he pasado no se la deseo ni a mi peor enemigo. Cuando
perdí la visión pensé que mi vida se había hundido. Tenía una lucha impotente.
Todo se me vino abajo. Por fortuna, ya sólo tengo en el ojo como una especie de
mosquito en el centro que, según me han dicho los médicos, me desaparecerá en
las próximas semanas.
Sara posa, espectacular, mientras nos dice: "Vivo por y para mis hijos".
UNA CARGA MUY PESADA DE LLEVAR
-¿Qué cosas se
te pasaron por la cabeza en aquellos momentos?
-Haces
un rápido repaso de tu vida y analizas el momento en que estás. Date cuenta de
que yo soy una mujer muy mayor, que tiene dos hijos aún muy jóvenes. Esto es
para mí una continua angustia, en el sentido de que la responsabilidad de todo
cuanto pueda sucederles es sólo mía. Hace siete años que murió su padre y yo
soy la que mando, la que empujo, la que lucho.
-Quien lleva el
timón.
-Así
es. Y es algo muy pesado para mí porque estoy muy sola.
-No será para
tanto, Antonia.
-Bueno,
tengo muchos amigos que han venido y han estado conmigo. Gente maravillosa. Por
supuesto que siempre están mis hijos, pero ellos tienen que ir al colegio, en
el caso de Zeus, y a la Universidad, en el de mi hija Thais, que ya tiene
veinte años, y no pueden estar conmigo todo el tiempo que ellos desearían. Y,
claro, luego vengo arrastrando la muerte de Pepe.
-Le has echado
ahora de menos más que nunca.
-Cuando
Pepe murió, a los cincuenta y nueve años, nos tronchó a mis hjjos y a mí. Fue
algo tan repentino y sin apenas darnos cuenta que…
-No lo has
superado aún.
-Desde
hace poco más de dos años lo voy llevando un poquito mejor. Pero he estado muy
mal. Pepe era el compañero ideal, un padre maravilloso, un gran amante, un
padre, un hermano… todo. Entre nosotros había una química perfecta. Le llevo
muy dentro de mí, lo mismo que a mi madre, que murió en 1969. Mis hijos dicen
siempre. “¡Anda, que si papá llega a estar aquí se hubiera muerto de risa!”.
-O sea, que en
todo momento está en boca de sus hijos.
-Permanentemente.
Pepe no ha desaparecido de nuestra vida para nada.
-Giancarlo nunca
ha podido reemplazar a Pepe, ¿verdad?
-Yo
dejé a Giancarlo por Pepe, pero no lo hice malamente. Gianca y yo vivimos
juntos desde el año sesenta y tres hasta el setenta y uno. Tuvimos que
escondernos muchos años. Fue una vida de furtivos que desgastó mucho la
relación. Aunque él se separó legalmente, yo no podía hacerlo porque estaba
casada por la Iglesia con Ramírez Olalla y aunque nos habíamos separado de
hecho no podíamos hacerlo de forma legal, pues en España todavía no existía el
divorcio. La Iglesia nos dio la nulidad en mil novecientos setenta y ocho.
-Pero después de
tantos años, Giancarlo está ahí, no ceja.
-Sí,
ahí está.
-¿Es mejor
hablar de cariño que de amor entre vosotros?
-Sí.
Yo le quiero y él a mí.
-¿Es suficiente
como para compartir una vida juntos?
-No
lo creo. Entre nosotros hay una amistad de ir a verle a Italia y pasar allí
unos días, o que él venga a verme.
-Cada uno en su
casa y Dios en la de todos.
-Así
es. No podría compartir con él a mis hijos.
Sara Montiel mira con fuerza a la cámara. Tras unas semanas de incertidumbre por una afección en su ojo derecho, la popular artista mira el futuro con más ilusión que nunca, una vez recuperada. Una apretada agenda de trabajo en España y en el extranjero le aguarda en los próximos meses. Sara, espléndida.
LEY DE VIDA
-Sara, ¿con qué
ojos ves la vida?
-Veo
que la vida se va yendo. Tengo los pies en la Tierra.
-¡Qué exagerada
eres!
-No
tengo ni treinta, ni cuarenta, ni cincuenta años. Tengo setenta y uno y mi
única obsesión es sacar adelante a mis hijos. Esa es mi asignatura pendiente.
Quiero que los dos acaben sus carreras universitarias y que se hagan un hombre
y una mujer de bien. Gracias a Dios, tengo dos hijos maravillosos.
-Ya sabes que se
dice que la mejor educación posible está en el seno familiar.
-Sí,
pero cuidado, porque hay chicos que tienen en su casa una educación buenísima y
luego se tuercen debido, sobre todo, a las malas compañías. Mis hijos se han buscado
unas amistades estupendas y conozco hasta a sus padres.
-¿Son ellos la
luz de tus ojos?
-La
única luz.
-Vives por
ellos.
-Por
ellos y para ellos. Soy una madre muy responsable. De no haber estado Thais y
Zeus, quizás habría vivido de otra manera.
-Tendrás que
prepararte para el día que quieran independizarse.
-Tendrán
que hacerlo, como yo lo hice en su día. Comprendo también que mi hija me diga
un día, como ya me lo dijo, que quiere irse a hacer un curso a Inglaterra o a
Estados Unidos. Y si me dice que está enamorada y quiere casarse, pues es ley
de vida.
-De cualquier
forma, una madre siempre está ahí.
-Ellos
saben que me tienen ahí y que si un día me llaman porque de mí necesitan algo,
allí estaré, como una leona con sus cachorros.
Sara, que se considera madre ante todo, posa de nuevo espectacular mientras confiesa: "Jamás he ido yo detrás de ningún hombre, ellos siempre han venido a mí".
“VEIA EL MUNDO DE OTRA MANERA”
-Tú fuiste una
mujer muy precoz para tu tiempo.
-Adelantadísima.
Yo me adelanté a mi época. A los dieciséis años, yo ya era lo que hoy es una
mujer de veinticinco. Tenía una libertad mental grandísima. Veía el mundo de
otra manera.
-Que unos padres
tuvieran una hija tan adelantada no sería fácil de entender. Lo digo por
aquellos tiempos.
-No
tuve ningún problema. Mi padre murió en el año cuarenta y cuatro y yo me quedé
con mi madre, que se vino a vivir conmigo a Madrid cuando yo estaba empezando
mi carrera artística.
-¿Qué hacías en
Orihuela?
-Mi
padre tuvo que irse a vivir allí porque tenía asma, y los fríos de La Mancha le
iban muy mal. Él tenía un bar, donde vendía vino al por mayor. Me crié en un
ambiente muy pobre, pero nuestros padres nos hicieron muy felices en medio de
la pobreza.
-Luego tuviste
una infancia feliz.
-Muy
feliz, pero con mis vuelos en la cabeza que nadie podía quitarme porque había
nacido así. Fíjate que me enamoré locamente de Miguel Mihura cuando iba a
cumplir diecisiete años. Aunque me imagino que habría mucho de amor platónico
en todo aquello.
-¿Lo sabía tu
madre?
-Claro
que sí. Yo le contaba todo.
-¿Y la
diferencia de edad entre tú y él?
-A
mí no me importaba. Miguel tenía cuarenta y uno o cuarenta y dos años y hasta
pensamos en casarnos.
-¿Y…?
-Él
no quiso. Teníamos hechas hasta las amonestaciones en la iglesia del Carmen y
él se echó para atrás. Me dijo que él era muy mayor para mí y me dejó.
“PARA AMAR TENGO QUE ADMIRAR”
-¿Te condicionó
aquello en tu posterior vida sentimental?
-No,
porque para amar a un hombre primero tengo que admirarle. De lo contrario, es
imposible.
-O sea, que no
eres una mujer marcada por los hombres.
-Los
hombres que han pasado por mi vida me han marcado para bien. No puedo decir que
ninguno de ellos me haya despreciado, maltratado o que haya sido un tirano
conmigo. He conocido a grandes hombres en mi vida.
-Alguno habrá
habido más normal, Antonia.
-Bueno,
el más sencillo ha sido Gianca.
-¿A qué te
refieres cuando dices sencillo?
-Intelectualmente
hablando. Yo siempre me he enamorado por amor, nunca por dinero. Hoy sería
millonaria si hubiera querido. Gianca es un hombre instruido, espléndido y muy
cariñoso, que tiene algo diferente, pero no es como los otros.
-¿Los otros?
-Es
que los hombres que han estado a mi lado han sido de los mejorcito de la época,
cuando no premios Nobel.
-¿Premios Nobel?
-Hemingway,
León Felipe y, luego, Severo Ochoa, con quien mantuve una gran amistad.
-Y sabes aquello
de “al que buen árbol se arrima…”
-Oye,
que yo jamás he ido a por un hombre. Ellos han venido siempre a mí.
-Hombres que te
hayan ofrecido el oro y el moro también los habrá habido.
-Hubo
dos multimillonarios que se enamoraron de mí, a los que yo no quería en
absoluto. Uno de ellos era un Rotschild.
-¿Te hubiera
gustado haber tenido un hijo con alguno de tus grandes amores?
-Los
habría tenido con cada uno de los hombres que han estado en mi vida porque de
todos ellos me enamoré locamente. Un hijo es la mejor consecuencia del amor y
mis amores nunca han sido superfluos.
-Siempre
deseaste ser madre.
-Sí,
pero no pudo ser. Tras casarme con Anthony Mann me quedé en estado, pero cuando
estaba embarazada de ocho meses me caí en la casa de Hollywood donde vivíamos y
perdía al bebé. Tuvieron que hacerme una cesárea. Incineramos al niño y sus
cenizas están hoy junto a las de su padre en un cementerio de Nueva Jersey.
Años después, estando ya casada con Pepe, yo padecía una rara enfermedad que
hacía que el embarazo se interrumpiese a los tres meses.
Primer plano de Sara, que lleva impresionantes joyas. "Yo fui una mujer adelantadísima a mi época".
“NO HAN CONSEGUIDO DOMARME”
-¿Has sido una
mujer indomable?
-No
me han domado.
-No han podido
contigo.
-La
razón es la que siempre me ha guiado por mi instinto. Soy una mujer muy
intuitiva. No he tenido estudios en absoluto. Miguel Mihura fue quien me enseñó
a leer y escribir, aunque hoy todavía cometo graves faltas de ortografía. Mi
madre tampoco sabía hacerlo y yo la enseñé a firmar. Pero a pesar de todo, ella
me daba mensajes para que yo los oyera como quien no quiere la cosa. Siempre
dio en el clavo.
-Algún disgusto
le darías…
-Ella
sabía todo de mí, los pasos que yo daba. Nunca tuve un secreto para ella, ni
siquiera, como te dije, cuando me enamoré de Miguel Mihura. Recuerdo que cuando
le dije que quería ser artista le prometí que nunca bebería alcohol y que no
llevaría una vida alegre. Y así lo he cumplido.
-¿Has nadado
muchas veces entre dos aguas?
-No.
He sido siempre muy derecha: al pan, pan y al vino, vino.
-No hay medias
tintas en Sara Montiel.
-Para
nada. Si algo no me gusta, corto por lo sano.
TICO CHAO
Fotos: ANGELO FRONTONI
Estilismo: MANUEL ZAMORANO
Maquillaje: KATY ALIZA VELASCO
Joyas: COLECCIÓN PRIVADA DE SARA
EL RECORTE CCXIV
El problema en sus ojos le vino a la diva de antaño. Si en 1999 fue el derecho, en 1974 sufrió un accidente en el izquierdo. Todos recordamos, además, las penúltimas imágenes de Sara asistiendo a la clínica de Oviedo por los problemas en su visión. El de 1974 nos los contaba la revista Semana en su número de 30 de Marzo.
UN ACCIDENTE QUE PUDO CONVERTIRSE EN TRAGEDIA
SARA MONTIEL,
a punto de perder la vista en el ojo izquierdo
Sara Montiel,
protagonista una vez más de la actualidad, pero en esta ocasión la noticia ha
podido tener un final trágico. Resulta que a la actriz y cantante se le
incrustó un cuerpo extraño, una china, en la córnea del ojo izquierdo mientras
viajaba en coche, un día antes de debutar en Valencia junto a Perla Cristal,
con su espectáculo “Musical 74”.
Al principio,
Sara trató de remediarlo aplicándose un colirio, pero esto empeoró aún más su
visión, y acudió a un especialista oftalmólogo. Después de constantes cuidados
médicos, la hinchazón fue a menos y pudo actuar, si bien anestesiada, porque
tenía grandes molestias. El médico le dijo que la infección, si no hubiera sido
atajada, podría haberle hecho perder la vista en el ojo izquierdo.
-Ya
sé que podía haber pospuesto mi presentación, pero no podía defraudar a mí
público. Y, ya ves, tengo más éxito ahora que hace cinco años. Puedo sentirme
orgullosa porque los valencianos han acudido en masa a verme. Ahora, a los
cuarenta, el triunfo me sonríe más que nunca…
Reunión de famosos. De izquierda a derecha aparecen Sara Montiel, Maruja García Nicolau, la mallorquina que fue Miss Europa, el torero Julián García y Perla Cristal.
Sara y Perla, dos cantantes y actrices que forman una pareja artística de éxito. Y es que la unión hace la fuerza.
LA FOTO CCXIV
Otra instantánea de Ángelo Frontoni que no recogió el reportaje de la revista Hola.
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