domingo, 30 de julio de 2017

ESPECTÁCULOS - 13 de Marzo de 1.960 - México


SARA MONTIEL
Y LAS CAUSAS DE SU ACTITUD TEMPERAMENTAL
Tardó doce años en lograr el triunfo. De Locura de Amor, a El Último Cuplé, muchas veces creyó llegar y sus ilusiones se vinieron por tierra. 

Sara es temperamental, los trabajadores llegaron hasta retirarle el saludo.


Más bella que nunca con Mauricio Ronet, en Carmen la de Ronda.

Sara Montiel es actualmente la estrella mejor pagada del cine hablado en español. Su salario por película es de cien mil dólares, y el veinticinco por ciento sobre las utilidades de la explotación mundial, que viene a representar por lo menos otros cien mil dólares… Es una sensación internacional. Todos sabemos que lo logró después de muchos años de batallar para colocarse en El Último Cuplé.
Acusan a la actriz continuamente de que se le han subido los humos del triunfo a la cabeza. Durante el rodaje de su última y mejor película “Carmen la de Ronda”, el productor Benito Perojo, sufrió muchos tragos amargos por la actitud temperamentalmente de la estrella. Los trabajadores técnicos del cine español, han llegado hasta el extremo de quitarle el saludo.
Este es el actual ambiente en el que se encuentra Sara Montiel, pero como todo en la vida, tiene una explicación.
Sara lleva en el cine poco más de doce años, y aunque trabajó con ahínco para triunfar, no lo había logrado. En los albores de su carrera, solo tuvo un éxito “Locura de Amor”, un papel secundario al lado de Aurora Bautista, Fernando Rey y Jorge Mistral, pero en esta cinta se le dobló la voz.


En los últimos años ha logrado lo que ansió desde su iniciación en el cine. 


Es una verdadera sensación internacional.


La gente ve una y dos veces sus películas. Aquí en pleno romance con Ronet. 

Su fama incipiente en esta cinta, le valió su contratación al cine mexicano, por Olallo Rubio Jr., para debutar en Furia Roja, junto a Arturo de Córdova.
Varios años estuvo en México la bella manchega, trabajó con todos los famosos actores, empezando por Arturo de Córdova y Pedro Infante, y no logró destacar como gran figura, aunque su talento estaba latente, esperando solo una oportunidad auténtica para revelarse.


Su trinnfo primero fue en El Último Cuplé, un verdadero golpe de suerte de la bella manchega. 



En La Violetera, con Raf Vallone, confimó que es quien es.



En Carmen la de Ronda, ya nadie la discute. 

DESPUÉS VINO HOLLYWOOD
Después vino su contratación en Hollywood. Tuvo a su lado nada menos que a figuras de la magnitud de Gary Cooper, Mario Lanza, Burt Lancaster, una profusa publicidad, y a un director laureado como Anthony Mann, ahora su marido.
Todo este aparato no logró hacerla triunfar, y nueva decepción.
En un momento crucial de su carrera, fue contratada por Gonzalo Elvira para ir a España, donde fue sin entusiasmo, después de faltar muchos años para reincorporarse al cine en El Último Cuplé, por un sueldo de diez mil dólares.


En Hollywood, tuvo a su lado a Burt Lancaster y Gary Cooper, y no pasó nada.

SU PRIMER GOLPE DE SUERTE
Todo estaba listo para iniciar el rodaje de El Último Cuplé, el director Juan de Orduña tenía fe en Sarita, al grado de que no permitió que nadie más hiciese el papel de la cinta que originalmente se tituló “La Vida de Raquel Meller”.
Conchita Piquer había grabado varios de los cuplés que se iban a utilizar en la película. De pronto se supo la noticia: la Piquer se enfermó y no podría seguir grabando para doblar los cuplés a Sarita. Juan de Orduña decide que cante Sara… y ya sabemos el éxito sensacional de la actriz… Luego, vino La Violetera, e igual o superior éxito, y superación en Carmen la de Ronda…
Quienes conocen a Sara, afirman que es lógico y humano que la muchacha esté en ese grado de egolatría, teniendo en cuenta su lucha de años por alcanzar un sitio que siempre se le escapaba de las manos, y además no ha podido ir acostumbrándose a su nueva personalidad de “diosa cinematográfica”, por su falta de preparación.
Quienes la quieren bien, piensan que ella se dará cuenta de que debe tener un sitio en la cumbre, al que se apegue con naturalidad, pero esto solo se lo dará la evolución que tendrá que venir tarde o temprano, como ha sucedido con otras grandes estrellas internacionales, como María Félix y Sofía Loren, que al fin se dieron cuenta de que los arranques temperamentales, a nada conducen y se gana más afecto y admiración siendo dulces y comprensivas con su propia fama.


También actuó con el fallecido Mario Lanza, en Serenata, filmada en México.


En Hollywood, se le hizo una aparatosa publicidad, y cuando creyó que había llegado, vino el desencanto. 

SU GRAN AMARGURA
Sus íntimos, afirman que Sara tiene amargura porque su esposo, un director laureado como Anthony Mann, no ha querido dirigirla nuevamente. Su mayor ambición es que esto suceda, pero a él no le gusta como actriz. No sería que ella lo convenza, y al fin la dirija en la largamente planeada Fruta Madura que  se dice se filmará en México.
Bueno, pues Sara puede ser temperamental, puede ser hasta grosera con los trabajadores, pero a nosotros nos encanta, y más después de verla en Carmen la de Ronda, y a usted, amable lector, les ocurrirá lo mismo.

 Por J. L. Ferrer
Madrid (Exclusivo)


EL RECORTE CCLIII
Todo en Sara ha sido discutido, ahí radica su grandeza. Lo cierto es que mantuvo su estatus hasta el final. En 1.991 fue nombrada Lady España. La revista Antena Semanal le dedicó una biografía por fascículos. En su número de 18 de Agosto de 1.991 repasaban la vida sentimental de la cantante, irremediablemente paralela a su carrera profesional. 


Vida de la nueva Lady España (III)
SARA MONTIEL
EL AMOR LLEGÓ EN OTOÑO

Tras dos matrimonios fracasados, Sara se une al empresario mallorquín Pepe Tous, con quien se casa en 1.979 después de nueve años de convivencia. Ante la imposibilidad de ser madre, la actriz adoptó a Thais y Zeus, quienes, junto con su esposo, son la verdadera razón de su vida. Aunque el cine es una actividad que ha abandonado totalmente, la nueva Lady España sigue siendo un todo-terreno de la escena, una mujer polifacética que tiene en su haber más de 70 discos publicados y mil canciones, cuyos espectáculos son un éxito de público y sus apariciones televisivas siempre están teñidas de expectación y garra.
Un día, el director norteamericano Anthony Mann viaja a Madrid y visita a Sarita, con quien mantuvo una estrecha amistad durante la estancia de la manchega en Estados Unidos. No la ha olvidado y se presenta en Madrid de repente para hablar con ella. Es un momento de decisión, Mann le dice: “Sara, sé que soy un hombre demasiado mayor para ti, pero no puedo evitar decirte que, desde que te conocí, estoy profundamente enamorado de ti. Me gustaría que te convirtieses en mi mujer. ¿Qué me contestas?”
Sara le miró a los ojos, fijamente, con emoción, y, echándole los brazos al cuello, le besó con inmenso cariño: “Pensé que no me lo pedirías nunca”, le respondió. La boda se celebraría poco tiempo después de que se produjera esta escena.
En unas memorias periodísticas, publicadas varios años después, la estrella declararía abiertamente que siempre había llegado al amor a través de la admiración hacía Anthony Mann, a quien admiraba por caballero, por hombre culto y por gran director de cine. “Por eso –aseguraba- me casé con él”. Un hecho decisivo para que se produjera este matrimonio fue la sensación de seguridad de la actriz, el hecho de saber que Mann no se casaba con una desconocida, sino con la primera estrella del cinema hispano, una mujer famosa que brillaba por sí sola. “Es muy posible –afirma Sara al respecto- que, si no hubiese triunfado con ‘El último cuplé’ no me hubiera casado con él. Para mí era vital demostrar mi vida profesional, porque resulta muy triste ser comparsa de alguien, por mucho que puedas amarla”.


Junto a su esposo, Pepe Tous, y sus dos hijos, Thais y Zeus, Sara es feliz. 

El 31 de agosto de 1957, Sarita Montiel contraía matrimonio en la ciudad californiana de Las Vegas, según el rito judío, con Anthony Mann. Ella contaba 29 años, él 59, una diferencia de edad que no se barajó, en un principio, como un impedimento para la pareja. Un año más tarde, la actriz retorna a España en olor de multitudes. Todos admiran el hecho de que Sara Montiel haya logrado hacerse un hueco en el siempre difícil y competitivo mercado norteamericano.
Es tal su fama que el productor Benito Perojo le ofrece cien millones de pesetas para que protagonice “La violetera”, “Carmen la de Ronda”, “Mi último tango” y “Pecado de amor”. Pero, como suele ocurrir en estos casos, si la faceta profesional de la actriz va viento en popa, no ocurre lo mismo en su vida sentimental, que comienza a complicarse y muy pronto el matrimonio de Sara con Anthony Mann se resquebraja.
Por aquel entonces, “Anthony –explica la actriz- decidió dirigir en España “El Cid”, una superproducción protagonizada en sus papeles principales por Sofía Loren y Charlton Heston. Él quería que yo hiciese el papel de doña Jimena, pero como me habían salido una serie de contratos en Argentina, Puerto Rico, Chile y Cuba, llamaron a Sofía Loren para encarnar a dicho personaje”.
El distanciamiento a causa de los rodajes y una obvia diferencia de edad hicieron que el matrimonio naufragara, aunque Sara no dudó en declarar que se casó con Anthony Mann porque “estábamos muy enamorados, y si nuestro matrimonio fracasó al cabo de cinco años fue por razones puramente personales, la más importante la de la edad. Yo estaba empezando a vivir, pletórica de vida, y él era ya un hombre de vuelta en todo, cansado y como de retirada. Esa fue la verdadera razón de nuestra separación y del consiguiente divorcio. No obstante, hasta su muerte, fuimos excelentes amigos, y a mi segunda boda, que se celebró en Roma en 1964, vino una de sus hijas. Puedo decir, en todo caso, que Anthony Mann fue un excelente marido, un buen amigo y un gran director; y que le he querido y le he respetado mucho”.


Las apariciones de Montiel en la televisión son frecuentes y apoteósicas. 

Después de haber vivido algunos romances con una serie de personajes del mundo del cine, todos ellos muy aireados por la prensa, Sara Montiel conoció a José Vicente Ramírez Olalla, bilbaíno, licenciado en Ciencias Económicas y Derecho. Entre ambos surgió el amor de nuevo en el corazón de la temperamental manchega y la boda no se hizo esperar. Se casaron el 2 de mayo de 1964 en la iglesia romana de Montserrat, en la misma en la que descansaban los restos del rey Alfonso XIII de España.
Pocas fechas después de su segunda unión, Sarita declaraba: “Soy muy feliz y ahora lo que deseo es ser madre”. Había tenido dos embarazos malogrados con Anthony Mann, pero esperaba ansiosamente poder tener descendencia en esta ocasión. No pudo ser: ocho nuevos abortos confirmaron que Sara jamás podría ser madre y esa frustración la llevó a llorar calladamente muchas noches, sin que nadie se enterase de que la más importante estrella del cine español era, ante todo y sobre todo, una mujer que gemía de dolor ante la imposibilidad de dar fruto de vida, carne de su carne, sentimiento de su sentimiento.
En su matrimonio con Chente Olaya hay una anécdota que revela el carácter independiente de Sarita: se empeñó en llevar un ramo de flores ante la tumba de Alfonso XIII, pese a las prudentes recomendaciones de algunos amigos, tal vez la del mismo oficiante de la ceremonia nupcial y abab mitrado del Valle de los Caídos, fray Justo Pérez de Urbel, muy vinculado al franquismo.
Sara tampoco ha dejado de difundir su opinión respecto a temas controvertidos en los años de dictadura, porque, como ella afirma, “yo siempre fui muy libre”.
Concretamente, unas declaraciones de la artista realizadas en 1964 a lo largo de una entrevista con Manuel Vázquez Montalbán volvieron a ser fuente de rumores. “En aquella interviú –comenta Sara-, dije que era socialista demócrata, cosa que fue increíble, porque en aquel momento no sé cómo me permitieron publicarlo. Y luego Umbral, mucho tiempo antes de morir Francisco Franco, también dijo que yo era socialista demócrata. En otro orden de cosas, pienso que fui una feminista avanzada. Al sex symbol Marilyn Monroe le pasó otro tanto de lo mismo: que los productores iban única y exclusivamente detrás de su belleza y esto a mí me robó varias películas como actriz-actriz”.


Palma de Mallorca es la ciudad elegida por la actriz y su familia para instalar su residencia definitiva. 


El segundo matrimonio de Sara con Vicente Ramírez Olaya tuvo lugar en 1.964. 

La unión con Chente Olaya tampoco sería definitiva. El amor se fue desvaneciendo lentamente y, tras separarse durante algún tiempo, pedirían definitivamente el divorcio, que llegaría en 1977, trece años después de la boda.
En 1970, Sara había conocido en Palma de Mallorca al polifacético empresario y periodista Pepe Tous, por aquel entonces director del periódico “Última hora”, quien la contrataría para actuar en el teatro Baleares, un local de su propiedad. La actriz vivía en aquel entonces con el italiano Giancarlo Viola, un hombre casado que no se decidía a abandonar su familia para casarse con Sara. Sin embargo, tras muchos reveses, en el instante en que Sara conoció a Pepe, su relación con Giancarlo se enfrió bruscamente. La entrada de Tous en su vida la había hecho reflexionar sobre su futuro.
“Me di cuenta –comenta al respecto- de que no podía estar esperando indefinidamente; amaba a Giancarlo, pero me convencí de que no sería nunca totalmente mío. Así que, cuando me encontré con Pepe, me di cuenta de que él era un hombre caballeroso, galante y serio, y empecé a sentirme irremisiblemente atraída hacia él. Y, cuando me di cuenta, ya estaba muy dentro de mi corazón”.
Sara y Pepe Tous analizaron los pros y los contras de una unión matrimonial. Sara, sobre todo, se mostraba reticente ante la idea de pasar por tercera vez por la ilusión de haber encontrado al hombre ideal para luego descubrir que estaba equivocada. “Mira, Pepe, el amor es lo que prima, y yo ya estoy un poco harta de divorcios. ¿No sería mejor una convivencia sin papeles por medio?”, le sugirió la actriz.


Sara Montiel junto a otras dos grandes figuras de la canción, Celia Gámez y Olga Guillot, durante la celebración de un espectáculo que reunió a las tres artistas. 

El ferviente deseo por parte de los dos de adoptar un hijo y formar una familia les hizo, sin embargo, casarse civilmente el 31 de julio de 1979 en el Palacio de Justicia de Palma de Mallorca. Unos meses antes habían adoptado en Brasil a una hermosa niña de doce meses a la que bautizaron con el nombre de Thais. Cuatro años después, su felicidad sería completa tras adoptar un niño, al que bautizaron con el nombre de Zeus.
“Soy una madraza maravillosa –manifiesta Sara respecto al tema de la maternidad-. Estoy loca por mis hijos, y procuro no pasarles muchas cosas para que se eduquen bien, pero he de reconocer que soy un poco blanda. Y a Pepe le ocurre otro tanto de lo mismo. Es tan maravilloso verles crecer felices, que sólo por ellos sería capaz de dejarlo todo, incluída mi profesión”.
Ahora, 20 años después, Sara confiesa que en Pepe encontró por fin “al verdadero amor de mi vida, a un hombre que se ha convertido en alguien imprescindible para mí”. Sobrepasados los 60 y siguiendo en la brecha, como en sus mejores tiempos, la polifacética manchega declara: “Me verán envejecer con dignidad, con estilo, con estética. Eso en cuanto a lo físico, porque interiormente estoy riquísima, estoy llena con mi esposo, mis amigos, mi público… Los años no significan ningún trauma para mí”.
Aunque Sara Montiel filmó su última película a mediados de la década de los 70, sus trabajos en la televisión, la canción y el espectáculo demuestran que todavía su poder de convocatoria es muy grande, no por lo que haya podido ser, sino porque su entrega en el escenario y en todo lo que hace siempre ha contado con un público fiel que la admira. Su elección como Lady España es un galardón que premia su dilatada carrera profesional, durante la que, además de filmes y espectáculos, ha grabado 70 discos y más de mil canciones.


Al lado del premio Nobel de Bioquímica, el científico asturiano Severo Ochoa. 


Un momento del bautizo de Zeus, el segundo hijo de Sara Montiel y Pepe Tous, que tuvo lugar en 1.983. 

recibido con mucha ilusión este nombramiento, en especial porque “las ladys han sido mujeres muy importantes y eso me hace sentirme muy halagada”.
La reciente reposición en la televisión de todos sus grandes éxitos en el cine no hace que esta actriz de 63 años eche la vista atrás con nostalgia. Lo del ayer, aquellas cintas inolvidables son para ella “algo muy especial, con un estilo totalmente diferente. Siempre he tratado que mis películas tuvieran una estética, ya que en aquel tiempo los guiones no eran muy importantes porque la censura lo impedía”, pero el futuro es algo muy distinto, y siempre lleno de promesas y trabajo.
“He trabajado toda mi vida –declara- y sigo trabajando y seguiré trabajando si Dios me da vida y salud. Amo lo que hago, pero también piso sobre la tierra y no tengo fantasías ni sueños del pasado. No todo va a ser igual ni va a perdurar. A pesar de mis años, soy una mujer de futuro, e intento adelantarme a lo que pueda venir. En cuanto a mi éxito, es perenne, porque soy una mujer que marcó una época y que es muy difícil de imitar”.
Aunque siempre tiene muchos proyectos en mente –concretamente, uno para la televisión que se grabará el año que viene-, Sara Montiel no desea regresar al cine. Ni siquiera una oferta de un director de prestigio como Pedro Almodóvar la movería a ponerse otra vez delante de las cámaras. Las ofertas siempre surgen, pero ella las rechaza diciendo: “Dejé de hacer cine en 1976”. Y nada más. Para ella, “El último cuplé” fue “mi entrada a la fama, un clásico muy difícil de repetir” y, por ello, volver al cine es algo imposible. “No haría una nueva película con nadie”, asegura.


En 1.989, Sara presentó su último trabajo discográfico, que se sumó a su extensa carrera de éxitos como cantante. 

Aún así, la popularidad de Sara Montiel no ha descendido desde aquellos tiempos de triunfo. Las galas, los programas y las entrevistas forman parte de su vida cotidiana. Sara se hizo a sí misma desde la nada. Aprendió a leer y a escribir a los 21 años de edad, cuando su nombre era apenas conocido, y, con los años, ha ido aprendiendo de todos los artistas e intelectuales que siempre la han rodeado, esforzándose por ser ella misma. La nueva Lady España ha recorrido un largo camino desde que viera la luz por primera vez en la villa de Campo de Criptana. Ella, sin embargo, recibe el galardón con modestia, orgullosa de que la comparen “con todas esas señoras tan importantes” que han sido premiadas anteriormente.

Texto: ÁNGELA MARISCAL
Fotos: EFE y ARCHIVO


LA FOTO CCLIII


Sara Montiel con su primer marido Anthony Mann. 

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