sábado, 23 de febrero de 2019

PRONTO - 1 de Diciembre de 1.973 - España


RESULTADO DE LA SUPER-ENCUESTA
Ya tenemos los resultados de las encuesta “Especial Folklóricas”, que hará unos cuatro meses apareció en nuestra revista. Muchas cartas recibidas, muchas respuestas controladas, y por fin los resultados. Doce de nuestras folklóricas (¿falta alguna?) fueron sentadas al banquillo de la opinión popular, y esto es lo que la gente, su público piensa de ellas:


SARA MONTIEL
La más guapa. ¿Cómo no? Nuestra Sara nacional ha sido la que más votos ha recibido. Claro que no todo son rosas y también sus admiradores la encuentran la más “trucadita” y la más mayorcita, empatada con Lola Flores. Y es que por mucho trucaje que haya la gente no se chupa el dedo…


EL RECORTE CCCXVII
En los '70 la vida transcurría. Sara finalizaba su carrera cinematográfica pero ya se había convertido en un mito para siempre. Lo demuestra este artículo de la revista Diez Minutos con fecha 26 de Enero de 1.974. 

la otra cara de…
SARA MONTIEL
CICLISTA EN LA CIUDAD

Sara inicia su recorrido en la plaza de España, donde reside, y se dispone a salvar en "bici" la distancia que hay entre su casa y los estudios cinematográficos, donde actualmente rueda "Cinco almohadas para una noche". 

“De amor y lujo”. Así sintetiza un amigo mío la generalidad de las películas de Sara Montiel, y con ese apelativo –además de otros varios aspectos- también podría definirse en cierto modo la imagen pública que tiene la famosa manchega. Y es natural, pues Sara, pecadora de amor en sus films, cree y se redime en los argumentos que protagoniza con un “atrezzo” a su alrededor que incluye, además de los decorados, trajes suntuosos y joyas resplandecientes, estas últimas lucidas en una cantidad tal de anatomía, que incluye el cabello, la frente, las orejas, el generosísimo escote, los brazos, las manos y hasta los dedos de los pies. ¡Ah!, y la mayoría de las veces procedentes de su “arqueta” particular.
En esos casos, Sara llega en el baremo de las “divas” a todos los “ismos”, convirtiéndose para sus “fans” del pueblo llano en la Sara, la Saritísima para los “progres” y “snobs” y en “Miss” Montiel para la “droite divine” del club Oliver. ¡Ahí es nada!... La realidad, sin embargo, es que ella es más Antonia Abad que cualquier otra cosa, como lo define una frase que la escuché decir un día en casa de Vicente Parra cuando nos disponíamos a salir en grupo a cenar; Sara, que aún no había terminado de arreglarse, dijo en aquella ocasión: “Esperadme un momentín más, que en seguida termino de ‘disfrazarme’ de Sara Montiel”… Y es que si Sara es mucha Sara Montiel, más Antonia aún es la María Antonia Abad.


En Callao, Sara otea el horizonte para decidir por dónde llegará antes. 


Ya decidida a tomar un determinado rumbo, la Montiel se integra a la circulación rodada. 


Y también, ahí lo tienen, la compra en el tenderete de la típica castañera. 


Ya en Cibeles, Sara pide ayuda para que alguien la ayude a inflar la rueda, tras pinchar en su recorrido. 

La imagen de Sara podríamos decir que sufre una cierta deformación profesional, causada por la enorme cantidad de popularidad que su persona ha sabido provocar en la masa, lo que ha motivado que su figura haya sido estereotipada hasta la sublimación y su persona-personaje consiguiera convertirse en un mito viviente. ¿Por qué? Porque ella sabe dar lo que el público desea recibir, porque ha sabido crear un tipo de hembra que gusta a las mujeres y enardece a los hombres, porque sabe dosificar sabiamente en su personalidad la cantidad justa para que la consideren “humana” y la denominen “divina”, y porque, en suma, ha sabido marcar en España un prototipo de “star” que aunque ande en zapatillas, nunca serán zapatillas de las de andar por casa. Y es que Sara, como la España que la conoce “is different”.


El poco peso de la bicicleta y la facilidad de movimientos permiten atajar por una paso de peatones, aunque la expectación que despierta su figura crea ciertas aglomeraciones, como puede verse al fondo. 


Y ahí tienen al gentil taxista ayudando a la bella. 


La fama tiene sus servilismos, y Sara firma autógrafos a estos marineros que se acercaron a pedirla ese recuerdo. 

Por eso, porque es diferente, “la otra cara de Sara Montiel” –que en este caso es la auténtica- nos la muestra, como pueden ver en las fotos, yéndose desde su casa a los estudios donde rueda en bicicleta. ¿Por esnobismo? No, ¡qué va!: porque ella, en la realidad, es una mujer actual que vive el tiempo presente, porque Sara está al día tanto de los cambios de precio en el mercado como de los cambios de personalidades en la política; porque sabe los últimos rumores del ambiente artístico y las primeras noticias de los adelantos científicos, porque conoce con idéntica maestría el tipo de focos que han de iluminarla para el cine, que los ingredientes justos que ha de llevar una comida de las de chuparse los dedos, y porque, en definitiva, ha sabido asimilar y digerir eso tan complicado que llaman “la lucha de la vida”. Por todo ello, la Montiel se ha puesto un minivestido, una botas y unas pieles, yéndose a trabajar en bicicleta por aquello de la subida de la gasolina, demostrando su rabiosa actualidad, y de paso para desmentir, muslo al aire, esas noticias infundadas que corrieron días atrás sobre su salud, y que, según ciertos “voceadores de rumores”, casi la ponían al borde de la tumba, cuando en realidad se llamaba gripe. Aunque, eso sí, Sara rueda una película de mucho destape (“Cinco almohadas para una noche”), no sabemos si el catarro se lo agarró al pecho, al muslo a la espalda.


En Colón, la Montiel cometió una infracción al girar en dirección prohibida, y un agente femenino se acercó para hacérselo notar. 


Y ya en los estudios, adonde tanto le ha costado llegar en bicicleta, en su papel de "star", la Montiel inicia una escena con tres de sus cinco galantes actuales: Ricardo Merino, Rafael Arcos y Manuel Tejada. 


Mientras el agente femenino la reprende (aunque no llegó a ponerla multa), Sara pone gesto de cristiana resignación. 


Al final, Sarita y las guardias urbanas terminaron haciéndose buenas amigas. 


Y para terminar, uno de sus espectaculares "play-backs", de esos que ella acostumbra a hacer con sensuales canciones. 

Y bien, tras el recorrido de la actriz por vías y plazas de la capital (castañeras, marinos, guardias femeninos y pinchazo de rueda incluidos), María Antonia Abad llegó a los estudios cinematográficos y, “disfrazándose” una vez más de Sara Montiel, se puso a rodar una de esas sensuales canciones suyas, de las que los “spanish-gays” les gustaría interpretar al menos una vez en su vida…

Texto: TRIALASOS
Fotos: CUENCA


LA FOTO CCCXVII


Otra de peinados...

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