lunes, 9 de septiembre de 2019

MI FAMILIA Y YO - Febrero de 1.990 - España


SARA MONTIEL
Placer sensual a los 62 años
Tiene 62 años sí. Pero eso es algo que sólo se deduce “haciendo números”. Sin embargo, verla y escucharla sugiere e insinúa… ¡Lo que siempre provocó!: Sensualidad, erotismo, belleza y fascinación. Es ella. Es Sara Montiel, la Reina del Cuplé. También es Antonia Abad. Es madre y señora. Es mujer y mito. Es auténtica voluptuosidad. Pero, mejor que nos lo cuente ella… con toda sinceridad. 

Me cita en los estudios Buñuel de televisión. Está grabando la serie “De cine”, en la que ella es la única protagonista. Entre toma y toma, aprovechando pequeños descansos, Sara Montiel se deja entrevistar.
Así es que, sin retocar el maquillaje, vista de muy cerca, yo puedo observar las huellas que el paso del tiempo han dejado en un rostro que fue perfecto.
Está guapa la Montiel. De acuerdo, lleva pestañas postizas. Y mucho maquillaje. El necesario para soportar la luz de los focos. Pero así, vista de cerca, muy de cerca, continúa siendo una mujer guapa. ¿Qué hay bisturí? ¡Pues claro! Pero tampoco tanto como se dice. Los rasgos de Sara Montiel continúan siendo los que fueron. Esos pómulos, esa nariz, esa boca y un poco más abajo, lo que ella llama “mis domingas”. Viéndola ahora junto a mí, relajada, conversando amigablemente, comprendo que el censor de hace 33 años comentara antes de usar las tijeras: “Demasiado sofá y demasiada señora”, al contemplar a Sara cantando “Fumando espero”. No se equivocó. Por lo menos en lo que se refería a la señora.


Contra todo pronóstico, María Antonia Abad Fernández vino al mundo a las 6 de la mañana del 10 de marzo de 1928 en Campo de Criptana, provincia de Ciudad Real.
Isidoro Abad, viudo y con tres hijos, se casó con María “la peinadora” una mujer guapísima, madre soltera, que aportaba al matrimonio un hijo de 10 años. Eran tiempos de penuria y no había sitio para una boca más que alimentar. Por eso, cuando la nuera sintió los primeros mareos, la suegra la llevó a abortar. Según la partera, todo se había perdido. Pero venían gemelos. Y gracias a eso, la niña pudo ver la luz. La que más tarde se convertiría en Sara Montiel nació de nalgas y con dos placentas, pero nació.
Su madre la llamaba “muñeca” y su padre “princesa”. La menor de cuatro hermanos, recuerda su infancia como una época feliz.



De jovencita tuvo un "traspiés" en el escenario. Fue su primer paso hacia la fama... La niña nació con estrella. Sara, la gran Sara de Montiel ya nació con "cachet".


RECUERDOS DEL AYER
“Mira, es una cosa curiosa. Miro hacia atrás y no puedo decirte que tenga un mal recuerdo de mi niñez porque yo fui una niña feliz. Tuve unos padres tan maravillosos que, pasando hambre, yendo a la huerta a coger raíces, a robar fruta, verdura, que mi hermana y yo arrancábamos las acelgas, las patatas, lo que podíamos… Pues no puedo decir que yo de pequeña deseara algo que no pudiera conseguir. Fui muy feliz con mis padres, porque tengo de ellos el recuerdo de que eran dos personas maravillosas. Y mira, un vestido que me hiciera mi madre con una sábana, que nos llevaba siempre impecables, parecíamos muñecas. Mi madre era una artista con la aguja.”
Elpidia, Ángeles, Antonio y José, los hermanos de María Antonia.
“Tal y como me ves ahora, -y Sara Montiel tiene un aire a lo Bogart, sombrero y gabardina para cantar “El tiempo pasará”-, así era mi hermano José. Guapísimo. Llamaba la atención. Murió de tuberculosis con 22 años. Y Antonio murió el año pasado. Ayer precisamente estuve con sus hijos, encantadores. Somos una familia muy unida. Formamos un auténtico clan. Somos muy entrañables y nos queremos mucho. Eso es lo que yo quiero inculcar en mis hijos. Respetar a todos, tratar de ayudarnos unos a otros, de estar pendientes… Yo sé que ahora no se vive como antes, que todo ha cambiado, pero el sentimiento no es diferente”.
De la mano de su padre vio por primera vez el Mediterráneo, una experiencia inolvidable. “Mi padre me llevó a Alicante cuando yo era muy pequeña. Y en una curva del tren, apareció el mar. Me impresionó tanto, que desde entonces yo no puedo vivir sin él. Lo necesito. Me gusta tenerlo cerca. Y es curioso, porque yo soy mujer de tierra adentro”.


¡Quién se lo iba a decir a ella cuando era pequeñita! ...Nació en un lugar perdido de La Mancha y acabó codeándose con las estrellas más influyentes de Hollywood. 



Sara, Sarita, La Montiel... Hombres de cine pasaron por sus brazos... Mujeres sencillas soñaron con meterse en su piel... Ella fue, y es, única: ¡Sara Montiel!

Crecía bellísima. Con unos ojos, una boca y unas curvas que no dejaban indiferente a nadie. Para colmo, tenía desparpajo y cantaba. ¿Qué otra cosa podía ser, sino artista? Una Semana Santa en Orihuela, a donde se había trasladado a vivir la familia, María Antonia canta una saeta con tanto sentimiento que, desde un balcón, Ángel Ezcurra, presidente de la Asociación de la Prensa de Valencia y propietario de Radio Mediterráneo, quiere conocerla. Fue verla y hacerse cargo de ella. La familia Ezcurra se compromete a cuidar a la niña y a pagarle los estudios.
Cuando menciono el nombre de Ángel Ezcurra me dice: “Un hombre divino. Mi padrino del alma”. Pero en el hogar de los Ezcurra, María Antonia fue la Cenicienta. Siempre tuvo muy claro que con ella estaban haciendo caridad. Y eso, a los 15 años, se mire como se mire, es un trago.

EL TRASPIÉS DE LA SUERTE
Se presenta a un concurso nacional para jóvenes cantantes. El presentador era Boby Deglané y en el jurado estaban Amparo Rivelles, Fernández de Córdoba y Alfredo Mayo. La chica está tan nerviosa que cae de bruces en el escenario. La gente se ríe de su traspiés. Pero canta y gana el primer premio.


Sara, mujer manchega, supo conquistar corazones tan ansiados como los de Gary Cooper o Burt Lancaster. Corrían los años 50. 

Conoce a Miguel Mihura, autor teatral, “Miguel fue para mí, pues el cambio de niña a mujer. Yo llegué a él siendo muy pequeña y luego le traté mucho. Fue el primero que me enseñó a leer”. Durante 5 años sería su Pigmalión. El fundador de “La Codorniz”, contemplaba cómo aquella crisálida se convertía en mariposa. A través de Mihura conoce a Juan de Orduña. “Juan era un amor. Me hizo las primeras pruebas cinematográficas cuando yo tenía 13 años, en Barcelona, y mira por dónde, tendría que ser  el director que me daría el éxito de mi vida con “El último cuplé”. Juan era un hombre sensible, con una educación extraordinaria, con una gran cultura. Musicalmente era una gozada hablar con él, era un hombre, en fin, para el que me faltan palabras. Maravilloso”.

VETE A AMÉRICA
Eso le decía Mihura, que conocía como ninguno este país y las oportunidades que podría tener una mujer como María Antonia del otro lado del Atlántico. Por cierto, que ya no se llamaba María Antonia sino Sara Montiel tal y como dijo Enrique Herreros, “Te apellidarás Montiel, por los campos en que has nacido y de nombre Sara. Te pareces a Sara, la de la Biblia”. En 1950 Sara Montiel está en Méjico rodando “Furia Roja”. Allí conoce a León Felipe, otro hombre decisivo en la vida de Sara. “Él me abrió las puertas del mundo. Me enseñó a conocer la vida. ¡Es tan difícil de explicar! Significó mucho, muchísimo en mi vida. Recuerdo que me decía que yo era un animal de escena. Que hiciera teatro, que pisara un escenario.”
De Méjico a Nueva York para cantar en el teatro Puerto Rico. Y allí conoce a Richard Barrymore: “Richard, un hombre que fue importante en mi vida en un momento dado, pero que después desapareció. Sí, fue el primer hombre de mi vida”.
En tierras mejicanas conoce a Juan Plaza, un líder del Partido Comunista que está refugiado en Méjico. “Tuve con él unas relaciones muy íntimas y por tener ideales políticos, cosa que yo nunca he tenido, porque aunque soy abierta a todo nunca he pertenecido a ningún partido, no pudo ser. Estuve a punto de casarme con él, pero no pudo ser. No. Me desilusionó muchísimo y no pudo ser. Juan fue también un hombre muy importante en mi vida, mucho”.


Los grandes mitos del momento caían rendidos ante la belleza de aquella mujer española. 



HOMBRES DE CINE
Hay nombres en la vida de Sara Montiel que harían palidecer de envidia a muchas biografías ilustres. Voy citándolos y ella, que recobra el hilo de la conversación entre toma y toma de televisión, que parece no saber lo que es el cansancio, tiene para todos una frase amable, un toque de ternura, como si el paso del tiempo hubiera borrado los perfiles duros de todos ellos.
Diego Ribera: “Le traté mucho. Era un refunfuñón y no quería a los españoles. Un día le dije, pero bueno, ¿tú no te llamas Diego Ribera? Pues tampoco es que seas checoslovaco, hijo. Era un hombre muy interesante, mucho”.
Ernest Hemingway: “Fue una belleza conocerle. Algo increíble. Era un personaje maravilloso. ¿Sabes? Yo fumo puros por él. A su lado conocí Cuba. Yo iba a rodar exteriores a La Habana y le conocí. A mí me llamaba “la bella segoviana” porque él donde más estuvo fue en Segovia y de alguna manera, para él España era Segovia”.
Gary Cooper: “Un señor. Un hombre galante. Un caballero”.
Burt Lancaster: “Le adoro. Entonces y ahora”.
James Dean: “Tuvimos un pequeño flirt. Éramos de la misma edad. Yo estuve con él dos días antes de que se matara. Lo curioso es que yo iba a ir con él en el coche, pero me tuve que quedar en los estudios de la Warner porque teníamos que repetir unas secuencias, de lluvia, también con otro desaparecido, Mario Lanza. Si hubiera ido, me habría matado. James corría mucho y ese día iba sin gafas a pesar de que era miope…”
Anthony Mann: “Con Tony tuve un flechazo maravilloso. Yo lo admiraba de antes de conocerle, cuando vi una película suya. Le conocí rodando “Serenade”. Fue un flechazo. Para los dos. Yo le quise muchísimo porque fue un hombre maravilloso conmigo. Nos divorciamos al cabo de seis años y seguimos siendo amigos entrañables. Yo creo que el problema que hubo entre nosotros es que había una gran diferencia de edad. Yo empezaba a vivir y él estaba ya en la recta final”.
Se casan en la habitación de un hospital, “in articulo mortis” mientras Tony se recuperaba de un ataque al corazón. Sara se convertía así en la mujer de un famoso director de cine, pero no acababa de probar las mieles del éxito. La cámara se enamoraba de aquel rostro y perfecto y George Cukor decía por aquella época: “las tres mujeres más bellas del cine son Liz Taylor, Ava Gadner y Sara Montiel”.
“Sara ven. Tengo dinero para la película”, decía el telegrama enviado por Juan de Orduña a América.
Comienza el rodaje de “El último cuplé” en septiembre de 1056. Sara tiene 28 años. Y aquella película, rodada con pocos medios, se convierte de la noche a la mañana en la película más taquillera de la historia del cine español.
Lo de que Sara cantara tuvo su miga. Primero que no, luego que tal vez y finalmente, y por falta de presupuesto, ya que estaba, que cantara como buenamente pudiera.
Se enfrentó solita a los coros del Liceo barcelonés y al mismísimo director de orquesta, el maestro Solano. Cantó “Nena” dos tonos más bajos. Hizo lo mismo con “Clavelitos” y con “Valencia”. Solano comentó “¡Vamos a terminar todos bajo el piano!”. Pero Sara no se inmutó. “Si quieren cantar, amóldense a mi estilo. Y si no, canto sin coros”.




Tres hombres, tres compromisos: Anthony Mann, primer marido "in articulo mortis"; Chente, un error de soledad; Pepe Tous, el hombre definitivo en la vida de Sara. 

ANIMAL ERÓTICO
Pero ahí quedó la voz de Sara. Voz de puro habano, de hembra que sabía por intuición lo que tenía que decir y cómo decirlo. Había nacido un mito. Así de simple.
De la noche a la mañana, aquel animal erótico estaba en la mente de todos. Las mujeres cantaban sus canciones. Imitaban su forma de moverse, su forma de hablar, de fumar… Los hombres soñaban con ella. Se suceden las películas y los comentarios. Bastaba poner en cartel el nombre de Sara Montiel para que la película fuera un éxito de taquilla. “La violetera”, “Carmen, la de Ronda”, y muchas más. Empezaba a decirse que era una devoradora de hombres, que tenía una vida disoluta, mucho que ocultar, romances, duelos, intentos de suicidio… Sara quería salvar un matrimonio que hacía aguas.  “Empezaba a notarse mucho la diferencia de edad. Tony y yo nos divorciamos tras seis años de matrimonio”.
Apareció Mario Montuori del que Sara me dice ahora “fue un amor un poco desasosegado. Un hombre al que admiro, que como pintor y como artista es maravilloso. Un excelente fotógrafo, una persona maravillosa…”
Y José Vicente Ramírez García, Chente. Segundo marido de Sara Montiel. “Un buen hombre. Me equivoqué al casarme con él y él al casarse conmigo. Nos equivocamos, pero por eso no nos dejamos de hablar, de tener una relación amistosa. Cuando lo veo, me alegra verle bien, y a él lo mismo. Nos respetamos mutuamente”.


Dos imágenes inolvidables de Sara Montiel. En "La violetera", junto a Raf Vallone, y a la derecha en un inimitable papel de mujer fatal, la célebre María Luján de "El último cuplé".


Y Giancarlo Viola. “Fue el amor tormentoso de mi vida. Duró siete años el romance, con rupturas, reconciliaciones… Yo dejé a Gianca por Pepe”.
-¿Cuando le viste, te cantaste aquello de “Es mi hombre”?
-“Sí, sí, lo tuve clarísimo. Parece que le estoy viendo ahora mismo, al pie de las escalerillas del avión, con un ramo de flores… Él era empresario del teatro donde yo presentaba mi espectáculo “Sara Montiel en persona”, en Palma de Mallorca. Y, desde que lo vi, bueno, nos vimos, supe que él era el hombre de mi vida. Y eso que venía conmigo Gianca. Nos conocimos el 28 de febrero, y me  fui a vivir con él en agosto, porque yo estaba haciendo gira por España. Pepe me telefoneaba continuamente y vino a Sevilla a verme. Nos vimos unas horas y nos declaramos. Yo, entre otras cosas, no había roto todavía con Gianca. Pero es que yo nunca he sido mujer de dos hombres. Y tampoco mujer que engaña. Si engañas al hombre es que no lo quieres y por lo tanto ¿para qué lo tienes a tu lado?”.

PEPE TOUS, LA UNIÓN SÓLIDA
-¿Vivías con Gianca en Roma?
-“Sí. Él se había divorciado de su mujer para casarse conmigo, pero yo tenía que pedir la anulación, porque en España no había divorcio y yo me había casado con Chente por la iglesia. La cuestión es que yo no tenía muy claro que Gianca fuera el hombre de mi vida. Le quería, sí, pero no acababa yo de tenerlo claro… En cambio con Pepe, lo tuve clarísimo. Bueno, el caso es que nos juntamos los tres en Burgos y Pepe le dijo a Gianca que yo le abandonaba para irme con él. Fue muy desagradable porque Gianca no se lo esperaba”.


Sara y Pepe llevan 20 años juntos. Aquella unión que nació a contrapelo para el público “otro capricho de Sara”, dijeron, es sólida. ¿El secreto? “Quererle, respetarle, ser muy amiga de la persona a la que amas. Ser muy amigos, amantes maravillosos, marido y mujer, compañeros, ser padres y no perderse nunca el respeto”.
La maternidad tardó en llegar para Sara Montiel. Ella siempre quiso tener un hijo del hombre al que amaba, pero la naturaleza le negaba ese don. Un total de once abortos dan una idea de hasta dónde deseaba Sara ser madre.
-¿Qué sentiste la primera vez que tuviste a Thais en tus brazos?
-“Eso es que no se me olvidará jamás. Ni se puede expresar, ni se puede definir. Es un sentimiento, una alegría, un algo que te inunda y es difícil de explicar”.
-¿Qué es ser madre?
-“Significa aquello que tú amas de verdad, que te quedas totalmente al margen, nada para ti, todo para aquella criatura. Es la generosidad, la entrega total al hijo. Es no pensar en ti para pensar en el otro”.
Thais tiene 10 años y Zeus 6. Dos hijos adoptados para el matrimonio formado por Pepe Tous y Sara Montiel. Una familia, con sus más y sus menos, como todas.
“Thais se parece más a mí. Tiene un temperamento muy fuerte y luego, no es nadie. Se le pasa, te pide perdón… Parece que la he parido yo. Y Zeus, pues es todavía muy pequeño. Con 6 años está cambiando, haciéndose más abierto, menos retraído”.
-¿Qué te gustaría que heredaran tus hijos?
-“Yo para ellos quiero lo mejor. Inculcarles como a mí me inculcaron mis padres, un respeto por sus mayores. Así serán unos árboles derechos”.
-¿Les das un azote de tanto en tanto?
-“Si se lo han ganado, sí. Pegarles les pego poco, pero algún que otro castigo, pues sí. A Thais la he llegado a castigar a estar en su habitación, sin venir a la playa en verano con nosotros. Contestó mal a su padre y yo la castigué. Le dije que se pensara bien y meditara lo que le había hecho a su padre, que era contestarle y levantarle la voz, dos cosas que no se pueden hacer”.
-¿Sabes concinar?
-“Pues mira, sin saber cocinar, te digo que como yo siempre tengo hambre y nunca como, por no engordar…”.


COCINA Y DIETA
-¿Vas picando?
-“No, no, sencillamente no como. Y entonces, a mis hijos, lo que más les gusta es la paella que hace su madre. Cuando voy a Palma los fines de semana me dicen que tengo que hacerles esa paella maravillosa que me sale tan bien. ¡Figúrate, yo me pongo de hueca que no veas! Y la verdad es que me sale buena”.
-¿De quién es la receta?
-“Nada de recetas. A ojo de buen cubero”.
-¿Qué te da miedo?
-“Pues que mi marido y yo somos muy mayores para pensar que a nosotros nos pase algo y dejemos a los niños tan pequeños. Yo lo único que deseo es tener salud para verlos crecer. Por lo demás, no le tengo miedo a nada”.
-¿A qué has renunciado?
-“A los viajes. Aunque me paguen en oro digo que no. Me llamaron para hacer algunos capítulos de “Dinastía”. Yo tenía que estar allí mucho tiempo. No te dejan salir. Ni puedes viajar, ni nada. El Seguro te impide moverte de allí. Y dije que ni hablar. Cambiar a mis hijos, trastornarlos, ni hablar. Que no.”
Sara no tiene grandes vicios. Fuma algunos puritos al día. No prueba gota de alcohol y no come por no engordar. En cuanto a sus virtudes, ella considera que el ser sincera, abierta, a la buena fin, no ser rencorosa, perdonar y olvidar, lo son. Adora a los animales. Su casa ha sido lo más parecido a un zoo. Hasta las serpientes ejercen cierta fascinación en ella.
Su color, el blanco. La música preferida, toda. Como poeta, León Felipe. Escritor favorito, Camilo José Cela. Y como hombre… Pepe Tous.
Sara Montiel, esta mujer que veremos en las pantallas de la televisión, que asombrará a todos por sus espléndidos sesenta y dos años, que volverá a poner la boca como sólo ella sabe ponerla cuando dice “hombre”, “amor”, “pasión”, podría estar agotada tras una sesión como la de esta tarde.
Un técnico comenta, viéndola en la pantalla, quieta, esperando las instrucciones del director: “Da gusto trabajar con ella. Es una profesional. Es auténtica”.
Y cuando hacen una pausa, ella se retoca el maquillaje, un brochazo aquí, otro allá. Luego quiere ver los planos. Cuando Sara dice sí, es que realmente la toma es inmejorable.
-¿Qué te hace ruborizar?
-“El ridículo de los demás. Siento eso que se llama vergüenza ajena cuando veo que alguien mete la pata o hace algo ridículo. Lo paso fatal. Sudo, me pongo roja… Y luego, sonrojarme, como mujer, si un hombre joven me dice un piropo. Soy muy femenina y aún asumiendo mi edad, cuando un hombre joven me dice algo agradable, noto que se me sube el color a la cara. Me sonrojo. No lo puedo evitar”.
-¿Tú número de la suerte?
-“Bueno, yo no suelo jugar. Me gusta el bingo, para distraerme de tanto en tanto, pero sí tengo un número de la suerte y es el 36. Debe tener alguna relación conmigo ese número, porque cuando tenía 36 años, en Las Vegas, jugando al 36, me cayeron 36.000 dólares. Por regla general, cuando he ido a cenar al casino, el 36 muy rara vez que no cayera”.


Cuando había perdido la esperanza de ser madre, pudo llamar hijos suyos a dos niños. Atrás quedaban las lágrimas y la frustración de once abortos. 

Sara no quiere terminar la entrevista sin mencionar a Pepe.
“Llevamos 20 años juntos y no podemos vivir el uno sin el otro. Te lo digo totalmente en serio. Es una vergüenza”.
-No. Es estupendo que os pase.
-“Mira, no puedo hablar con él porque el teléfono está en el piso superior, hay que salir, detener todo el trabajo y en fin, que es un engorro. Pero si no, estaríamos colgados del teléfono, contándonos muchas cosas. Pepe y yo no hemos agotado todavía el caudal de cosas que tenemos que contarnos. Yo sin él no puedo vivir y él sin mí tampoco”.
-¿Lo más importante en la vida de Sara Montiel?
-“El último cuplé”.
-¿Y en la vida de María Antonia Abad?
-“Primero mi familia, la que tuve. Siempre estuvimos muy unidos, muy pegados a nuestros padres. Y ahora, la que he formado junto a Pepe. Mis dos, Thais y Zeus y mi marido y por supuesto es muy importante para mí tener salud para continuar disfrutando junto a todos ellos”.

Texto: Mayte Díez
Fotos: Diux, EFE, Archivo Vendrell, Europa Press


EL RECORTE CCCXVIII
Probablemente el momento más difícil de la pareja Tous-Montiel fue el escándalo por la adopción de Zeus. Así recogía la revista Lecturas, en uno de sus números de Marzo de 1.992, la comparecencia de la famosa pareja en los juzgados de Alicante. 

Actuaron como testigos en un juicio a cinco mujeres implicadas en la 
compra-venta de niños
SARA MONTIEL
Y PEPE TOUS:
“Queremos colaborar con la justicia”
“Estamos muy tranquilos” aseguraron Sara y su marido, padres de Zeus, tras el juicio celebrado en Alicante. Durante la vista se acusó a María Iranzo de haber cobrado importantes sumas de dinero al haber actuado como intermediaria entre las familias adoptivas y las madres biológicas. 

Contestó a las preguntas de los numerosos informadores a la salida del Juzgado alicantino. 

El pasado 10 de marzo en la Audiencia Provincial de Alicante, se celebró el juicio contra tres mujeres acusadas por presunto delito de compraventa de niños. El juicio, que ha quedado visto para sentencia, se celebró a puerta cerrada y en él participaron como testigos la actriz Sara Montiel y su marido Pepe Tous, ya que la acusación mantiene que la popular pareja está implicada en el caso. El fiscal Miguel Gutiérrez acusa a María Iranzo Gascón, una de las mujeres juzgadas, de actuar como intermediaria entre las familias adoptivas y las madres biológicas en la venta de cinco niños, entre ellos Zeus, el hijo adoptivo de Sara Montiel y Pepe Tous. Según Gutiérrez los niños fueron vendidos por cantidades que oscilan entre las 300.000 y las 900.000 pesetas y que nada de este dinero llegaba a las madres naturales, pues María Iranzo se quedaba con él.
La acusada, María Iranzo, niega haber recibido pago alguno de Sara y por su parte, tanto la actriz como su esposo, manifestaron ante el Tribunal no haber entregado cantidad alguna por la adopción de su hijo, salvo los costes de viaje y estancia en Palma de Mallorca a María Iranzo y sus dos hijos cuando le trajeron al pequeño.


Sara bromeando con los informadores: la artista no ha perdido su humor. 

De las cinco mujeres acusadas inicialmente dos han fallecido y una de ellas no compareció en la Audiencia a causa de una enfermedad.
La asistencia de Sara Montiel y Pepe Tous a este juicio centró toda la atención de los medios informativos, Sara y Pepe se dejaron fotografiar pero en ningún momento accedieron a hacer ningún tipo de declaración. Solamente dijeron: “Lo que deseamos es colaborar con la justicia”.
Horas más tarde la popular pareja, celebraba en el café del teatro Arnau del Paralelo barcelonés el 64 cumpleaños de Sara en la compañía de todos los artistas invitados a la grabación del televisivo “Ven al paralelo”.
Mientras Sara Montiel recibía las felicitaciones de la prensa y de los asistentes, y explicaba los regalos que había recibido, su marido Pepe Tous, accedía a hacer para LECTURAS las primeras declaraciones sobre el juicio de Alicante.


En el teatro Arnau celebraron el 64 cumpleaños de Sara compañeros como doña Adelaida, Bibi Andersen y Joan Gimeno. 

-Mira, mi mujer y yo estamos muy tranquilos con este tema. En primer lugar porque no tenemos nada que ver y en segundo lugar porque tanto María Antonia como yo siempre hemos estado dispuestos a colaborar con la justicia. Y eso es lo que fuimos hacer a la Audiencia Provincial de Alicante. Quiero dejar claro que nuestra asistencia fue solamente en calidad de testigos.
-¿Cuándo se hará público el veredicto?
-No lo sé; ha sido un juicio a puerta cerrada y ha quedado visto para sentencia. No puedo añadir nada al respecto.
-¿Sara y tú no estáis preocupados?
-En absoluto. En estos momentos nuestra única preocupación es que nuestros hijos sigan también como están.


Sara, que grababa uno de los programas de TVE "Ven al Paralelo", se vio sorprendida por el pastel y la fiesta que Pepe le había preparado.


-¿Qué le habéis regalado a Sara tú y los niños?
-Los niños le han enviado unos ramos de flores preciosos, ya que a mi mujer le encantan las flores y yo le regalé un vestido de noche que le gustó mucho.

BARCELONA, Chelo García-Cortés
Fotos: Lluís Bou


LA FOTO CCCXVIII


La diva interpreta el "Polichinela" en "Sara y punto". 


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