SARA MONTIEL
Placer sensual a los 62 años
Tiene 62 años sí. Pero eso es algo que sólo se
deduce “haciendo números”. Sin embargo, verla y escucharla sugiere e insinúa…
¡Lo que siempre provocó!: Sensualidad, erotismo, belleza y fascinación. Es
ella. Es Sara Montiel, la Reina del Cuplé. También es Antonia Abad. Es madre y
señora. Es mujer y mito. Es auténtica voluptuosidad. Pero, mejor que nos lo
cuente ella… con toda sinceridad.
Me cita en los
estudios Buñuel de televisión. Está grabando la serie “De cine”, en la que ella
es la única protagonista. Entre toma y toma, aprovechando pequeños descansos,
Sara Montiel se deja entrevistar.
Así es que, sin
retocar el maquillaje, vista de muy cerca, yo puedo observar las huellas que el
paso del tiempo han dejado en un rostro que fue perfecto.
Está guapa la Montiel.
De acuerdo, lleva pestañas postizas. Y mucho maquillaje. El necesario para
soportar la luz de los focos. Pero así, vista de cerca, muy de cerca, continúa
siendo una mujer guapa. ¿Qué hay bisturí? ¡Pues claro! Pero tampoco tanto como
se dice. Los rasgos de Sara Montiel continúan siendo los que fueron. Esos
pómulos, esa nariz, esa boca y un poco más abajo, lo que ella llama “mis
domingas”. Viéndola ahora junto a mí, relajada, conversando amigablemente,
comprendo que el censor de hace 33 años comentara antes de usar las tijeras:
“Demasiado sofá y demasiada señora”, al contemplar a Sara cantando “Fumando
espero”. No se equivocó. Por lo menos en lo que se refería a la señora.
Contra todo
pronóstico, María Antonia Abad Fernández vino al mundo a las 6 de la mañana del
10 de marzo de 1928 en Campo de Criptana, provincia de Ciudad Real.
Isidoro Abad,
viudo y con tres hijos, se casó con María “la peinadora” una mujer guapísima,
madre soltera, que aportaba al matrimonio un hijo de 10 años. Eran tiempos de
penuria y no había sitio para una boca más que alimentar. Por eso, cuando la
nuera sintió los primeros mareos, la suegra la llevó a abortar. Según la
partera, todo se había perdido. Pero venían gemelos. Y gracias a eso, la niña
pudo ver la luz. La que más tarde se convertiría en Sara Montiel nació de
nalgas y con dos placentas, pero nació.
Su madre la
llamaba “muñeca” y su padre “princesa”. La menor de cuatro hermanos, recuerda
su infancia como una época feliz.
De jovencita tuvo un "traspiés" en el escenario. Fue su primer paso hacia la fama... La niña nació con estrella. Sara, la gran Sara de Montiel ya nació con "cachet".
RECUERDOS DEL AYER
“Mira,
es una cosa curiosa. Miro hacia atrás y no puedo decirte que tenga un mal
recuerdo de mi niñez porque yo fui una niña feliz. Tuve unos padres tan
maravillosos que, pasando hambre, yendo a la huerta a coger raíces, a robar
fruta, verdura, que mi hermana y yo arrancábamos las acelgas, las patatas, lo
que podíamos… Pues no puedo decir que yo de pequeña deseara algo que no pudiera
conseguir. Fui muy feliz con mis padres, porque tengo de ellos el recuerdo de
que eran dos personas maravillosas. Y mira, un vestido que me hiciera mi madre
con una sábana, que nos llevaba siempre impecables, parecíamos muñecas. Mi
madre era una artista con la aguja.”
Elpidia,
Ángeles, Antonio y José, los hermanos de María Antonia.
“Tal
y como me ves ahora, -y
Sara Montiel tiene un aire a lo Bogart, sombrero y gabardina para cantar “El
tiempo pasará”-, así era mi hermano José.
Guapísimo. Llamaba la atención. Murió de tuberculosis con 22 años. Y Antonio
murió el año pasado. Ayer precisamente estuve con sus hijos, encantadores.
Somos una familia muy unida. Formamos un auténtico clan. Somos muy entrañables
y nos queremos mucho. Eso es lo que yo quiero inculcar en mis hijos. Respetar a
todos, tratar de ayudarnos unos a otros, de estar pendientes… Yo sé que ahora
no se vive como antes, que todo ha cambiado, pero el sentimiento no es
diferente”.
De la mano de su
padre vio por primera vez el Mediterráneo, una experiencia inolvidable. “Mi padre me llevó a Alicante cuando yo era muy pequeña.
Y en una curva del tren, apareció el mar. Me impresionó tanto, que desde entonces
yo no puedo vivir sin él. Lo necesito. Me gusta tenerlo cerca. Y es curioso,
porque yo soy mujer de tierra adentro”.
¡Quién se lo iba a decir a ella cuando era pequeñita! ...Nació en un lugar perdido de La Mancha y acabó codeándose con las estrellas más influyentes de Hollywood.
Sara, Sarita, La Montiel... Hombres de cine pasaron por sus brazos... Mujeres sencillas soñaron con meterse en su piel... Ella fue, y es, única: ¡Sara Montiel!
Crecía
bellísima. Con unos ojos, una boca y unas curvas que no dejaban indiferente a
nadie. Para colmo, tenía desparpajo y cantaba. ¿Qué otra cosa podía ser, sino
artista? Una Semana Santa en Orihuela, a donde se había trasladado a vivir la
familia, María Antonia canta una saeta con tanto sentimiento que, desde un
balcón, Ángel Ezcurra, presidente de la Asociación de la Prensa de Valencia y
propietario de Radio Mediterráneo, quiere conocerla. Fue verla y hacerse cargo
de ella. La familia Ezcurra se compromete a cuidar a la niña y a pagarle los
estudios.
Cuando menciono
el nombre de Ángel Ezcurra me dice: “Un hombre
divino. Mi padrino del alma”. Pero en el hogar de los Ezcurra, María
Antonia fue la Cenicienta. Siempre tuvo muy claro que con ella estaban haciendo
caridad. Y eso, a los 15 años, se mire como se mire, es un trago.
EL TRASPIÉS DE LA SUERTE
Se presenta a un
concurso nacional para jóvenes cantantes. El presentador era Boby Deglané y en
el jurado estaban Amparo Rivelles, Fernández de Córdoba y Alfredo Mayo. La
chica está tan nerviosa que cae de bruces en el escenario. La gente se ríe de
su traspiés. Pero canta y gana el primer premio.
Sara, mujer manchega, supo conquistar corazones tan ansiados como los de Gary Cooper o Burt Lancaster. Corrían los años 50.
Conoce a Miguel
Mihura, autor teatral, “Miguel fue para mí, pues el
cambio de niña a mujer. Yo llegué a él siendo muy pequeña y luego le traté
mucho. Fue el primero que me enseñó a leer”. Durante 5 años sería su
Pigmalión. El fundador de “La Codorniz”, contemplaba cómo aquella crisálida se
convertía en mariposa. A través de Mihura conoce a Juan de Orduña. “Juan era un amor. Me hizo las primeras pruebas
cinematográficas cuando yo tenía 13 años, en Barcelona, y mira por dónde,
tendría que ser el director que me daría
el éxito de mi vida con “El último cuplé”. Juan era un hombre sensible, con una
educación extraordinaria, con una gran cultura. Musicalmente era una gozada
hablar con él, era un hombre, en fin, para el que me faltan palabras.
Maravilloso”.
VETE A AMÉRICA
Eso le decía
Mihura, que conocía como ninguno este país y las oportunidades que podría tener
una mujer como María Antonia del otro lado del Atlántico. Por cierto, que ya no
se llamaba María Antonia sino Sara Montiel tal y como dijo Enrique Herreros, “Te apellidarás
Montiel, por los campos en que has nacido y de nombre Sara. Te pareces a Sara,
la de la Biblia”. En 1950 Sara Montiel está en Méjico rodando “Furia
Roja”. Allí conoce a León Felipe, otro hombre decisivo en la vida de Sara. “Él me abrió las puertas del mundo. Me enseñó a conocer
la vida. ¡Es tan difícil de explicar! Significó mucho, muchísimo en mi vida.
Recuerdo que me decía que yo era un animal de escena. Que hiciera teatro, que
pisara un escenario.”
De Méjico a
Nueva York para cantar en el teatro Puerto Rico. Y allí conoce a Richard
Barrymore: “Richard, un hombre que fue importante
en mi vida en un momento dado, pero que después desapareció. Sí, fue el primer
hombre de mi vida”.
En tierras
mejicanas conoce a Juan Plaza, un líder del Partido Comunista que está
refugiado en Méjico. “Tuve con él unas relaciones
muy íntimas y por tener ideales políticos, cosa que yo nunca he tenido, porque
aunque soy abierta a todo nunca he pertenecido a ningún partido, no pudo ser.
Estuve a punto de casarme con él, pero no pudo ser. No. Me desilusionó
muchísimo y no pudo ser. Juan fue también un hombre muy importante en mi vida,
mucho”.
Los grandes mitos del momento caían rendidos ante la belleza de aquella mujer española.
HOMBRES DE CINE
Hay nombres en
la vida de Sara Montiel que harían palidecer de envidia a muchas biografías
ilustres. Voy citándolos y ella, que recobra el hilo de la conversación entre
toma y toma de televisión, que parece no saber lo que es el cansancio, tiene
para todos una frase amable, un toque de ternura, como si el paso del tiempo
hubiera borrado los perfiles duros de todos ellos.
Diego Ribera: “Le traté mucho.
Era un refunfuñón y no quería a los españoles. Un día le dije, pero bueno, ¿tú
no te llamas Diego Ribera? Pues tampoco es que seas checoslovaco, hijo. Era un
hombre muy interesante, mucho”.
Ernest Hemingway: “Fue una belleza
conocerle. Algo increíble. Era un personaje maravilloso. ¿Sabes? Yo fumo puros
por él. A su lado conocí Cuba. Yo iba a rodar exteriores a La Habana y le
conocí. A mí me llamaba “la bella segoviana” porque él donde más estuvo fue en
Segovia y de alguna manera, para él España era Segovia”.
Gary Cooper: “Un señor. Un hombre
galante. Un caballero”.
Burt Lancaster: “Le adoro. Entonces
y ahora”.
James Dean: “Tuvimos un pequeño flirt.
Éramos de la misma edad. Yo estuve con él dos días antes de que se matara. Lo
curioso es que yo iba a ir con él en el coche, pero me tuve que quedar en los
estudios de la Warner porque teníamos que repetir unas secuencias, de lluvia,
también con otro desaparecido, Mario Lanza. Si hubiera ido, me habría matado.
James corría mucho y ese día iba sin gafas a pesar de que era miope…”
Anthony Mann: “Con Tony tuve un
flechazo maravilloso. Yo lo admiraba de antes de conocerle, cuando vi una
película suya. Le conocí rodando “Serenade”. Fue un flechazo. Para los dos. Yo
le quise muchísimo porque fue un hombre maravilloso conmigo. Nos divorciamos al
cabo de seis años y seguimos siendo amigos entrañables. Yo creo que el problema
que hubo entre nosotros es que había una gran diferencia de edad. Yo empezaba a
vivir y él estaba ya en la recta final”.
Se casan en la
habitación de un hospital, “in articulo mortis” mientras Tony se recuperaba de
un ataque al corazón. Sara se convertía así en la mujer de un famoso director
de cine, pero no acababa de probar las mieles del éxito. La cámara se enamoraba
de aquel rostro y perfecto y George Cukor decía por aquella época: “las tres
mujeres más bellas del cine son Liz Taylor, Ava Gadner y Sara Montiel”.
“Sara ven. Tengo
dinero para la película”, decía el telegrama enviado por Juan de Orduña a
América.
Comienza el
rodaje de “El último cuplé” en septiembre de 1056. Sara tiene 28 años. Y
aquella película, rodada con pocos medios, se convierte de la noche a la mañana
en la película más taquillera de la historia del cine español.
Lo de que Sara
cantara tuvo su miga. Primero que no, luego que tal vez y finalmente, y por
falta de presupuesto, ya que estaba, que cantara como buenamente pudiera.
Se enfrentó
solita a los coros del Liceo barcelonés y al mismísimo director de orquesta, el
maestro Solano. Cantó “Nena” dos tonos más bajos. Hizo lo mismo con
“Clavelitos” y con “Valencia”. Solano comentó “¡Vamos a terminar todos bajo el
piano!”. Pero Sara no se inmutó. “Si quieren
cantar, amóldense a mi estilo. Y si no, canto sin coros”.
Tres hombres, tres compromisos: Anthony Mann, primer marido "in articulo mortis"; Chente, un error de soledad; Pepe Tous, el hombre definitivo en la vida de Sara.
ANIMAL ERÓTICO
Pero ahí quedó
la voz de Sara. Voz de puro habano, de hembra que sabía por intuición lo que
tenía que decir y cómo decirlo. Había nacido un mito. Así de simple.
De la noche a la
mañana, aquel animal erótico estaba en la mente de todos. Las mujeres cantaban
sus canciones. Imitaban su forma de moverse, su forma de hablar, de fumar… Los
hombres soñaban con ella. Se suceden las películas y los comentarios. Bastaba
poner en cartel el nombre de Sara Montiel para que la película fuera un éxito
de taquilla. “La violetera”, “Carmen, la de Ronda”, y muchas más. Empezaba a
decirse que era una devoradora de hombres, que tenía una vida disoluta, mucho
que ocultar, romances, duelos, intentos de suicidio… Sara quería salvar un
matrimonio que hacía aguas. “Empezaba a notarse mucho la diferencia de edad. Tony y
yo nos divorciamos tras seis años de matrimonio”.
Apareció Mario
Montuori del que Sara me dice ahora “fue un amor un
poco desasosegado. Un hombre al que admiro, que como pintor y como artista es
maravilloso. Un excelente fotógrafo, una persona maravillosa…”
Y José Vicente
Ramírez García, Chente. Segundo marido de Sara Montiel. “Un buen hombre. Me equivoqué al casarme con él y él al casarse
conmigo. Nos equivocamos, pero por eso no nos dejamos de hablar, de tener una
relación amistosa. Cuando lo veo, me alegra verle bien, y a él lo mismo. Nos
respetamos mutuamente”.
Dos imágenes inolvidables de Sara Montiel. En "La violetera", junto a Raf Vallone, y a la derecha en un inimitable papel de mujer fatal, la célebre María Luján de "El último cuplé".
Y Giancarlo
Viola. “Fue el amor tormentoso de mi vida. Duró
siete años el romance, con rupturas, reconciliaciones… Yo dejé a Gianca por
Pepe”.
-¿Cuando le
viste, te cantaste aquello de “Es mi hombre”?
-“Sí,
sí, lo tuve clarísimo. Parece que le estoy viendo ahora mismo, al pie de las
escalerillas del avión, con un ramo de flores… Él era empresario del teatro
donde yo presentaba mi espectáculo “Sara Montiel en persona”, en Palma de
Mallorca. Y, desde que lo vi, bueno, nos vimos, supe que él era el hombre de mi
vida. Y eso que venía conmigo Gianca. Nos conocimos el 28 de febrero, y me fui a vivir con él en agosto, porque yo
estaba haciendo gira por España. Pepe me telefoneaba continuamente y vino a
Sevilla a verme. Nos vimos unas horas y nos declaramos. Yo, entre otras cosas,
no había roto todavía con Gianca. Pero es que yo nunca he sido mujer de dos
hombres. Y tampoco mujer que engaña. Si engañas al hombre es que no lo quieres
y por lo tanto ¿para qué lo tienes a tu lado?”.
PEPE TOUS, LA UNIÓN SÓLIDA
-¿Vivías con
Gianca en Roma?
-“Sí.
Él se había divorciado de su mujer para casarse conmigo, pero yo tenía que
pedir la anulación, porque en España no había divorcio y yo me había casado con
Chente por la iglesia. La cuestión es que yo no tenía muy claro que Gianca
fuera el hombre de mi vida. Le quería, sí, pero no acababa yo de tenerlo claro…
En cambio con Pepe, lo tuve clarísimo. Bueno, el caso es que nos juntamos los
tres en Burgos y Pepe le dijo a Gianca que yo le abandonaba para irme con él.
Fue muy desagradable porque Gianca no se lo esperaba”.
Sara y Pepe
llevan 20 años juntos. Aquella unión que nació a contrapelo para el público
“otro capricho de Sara”, dijeron, es sólida. ¿El secreto? “Quererle, respetarle, ser muy amiga de la persona a la
que amas. Ser muy amigos, amantes maravillosos, marido y mujer, compañeros, ser
padres y no perderse nunca el respeto”.
La maternidad
tardó en llegar para Sara Montiel. Ella siempre quiso tener un hijo del hombre
al que amaba, pero la naturaleza le negaba ese don. Un total de once abortos
dan una idea de hasta dónde deseaba Sara ser madre.
-¿Qué sentiste
la primera vez que tuviste a Thais en tus brazos?
-“Eso
es que no se me olvidará jamás. Ni se puede expresar, ni se puede definir. Es
un sentimiento, una alegría, un algo que te inunda y es difícil de explicar”.
-¿Qué es ser
madre?
-“Significa
aquello que tú amas de verdad, que te quedas totalmente al margen, nada para
ti, todo para aquella criatura. Es la generosidad, la entrega total al hijo. Es
no pensar en ti para pensar en el otro”.
Thais tiene 10
años y Zeus 6. Dos hijos adoptados para el matrimonio formado por Pepe Tous y
Sara Montiel. Una familia, con sus más y sus menos, como todas.
“Thais
se parece más a mí. Tiene un temperamento muy fuerte y luego, no es nadie. Se
le pasa, te pide perdón… Parece que la he parido yo. Y Zeus, pues es todavía
muy pequeño. Con 6 años está cambiando, haciéndose más abierto, menos
retraído”.
-¿Qué te
gustaría que heredaran tus hijos?
-“Yo
para ellos quiero lo mejor. Inculcarles como a mí me inculcaron mis padres, un
respeto por sus mayores. Así serán unos árboles derechos”.
-¿Les das un
azote de tanto en tanto?
-“Si
se lo han ganado, sí. Pegarles les pego poco, pero algún que otro castigo, pues
sí. A Thais la he llegado a castigar a estar en su habitación, sin venir a la
playa en verano con nosotros. Contestó mal a su padre y yo la castigué. Le dije
que se pensara bien y meditara lo que le había hecho a su padre, que era
contestarle y levantarle la voz, dos cosas que no se pueden hacer”.
-¿Sabes concinar?
-“Pues
mira, sin saber cocinar, te digo que como yo siempre tengo hambre y nunca como,
por no engordar…”.
COCINA Y DIETA
-¿Vas picando?
-“No,
no, sencillamente no como. Y entonces, a mis hijos, lo que más les gusta es la
paella que hace su madre. Cuando voy a Palma los fines de semana me dicen que
tengo que hacerles esa paella maravillosa que me sale tan bien. ¡Figúrate, yo
me pongo de hueca que no veas! Y la verdad es que me sale buena”.
-¿De quién es la
receta?
-“Nada
de recetas. A ojo de buen cubero”.
-¿Qué te da
miedo?
-“Pues
que mi marido y yo somos muy mayores para pensar que a nosotros nos pase algo y
dejemos a los niños tan pequeños. Yo lo único que deseo es tener salud para
verlos crecer. Por lo demás, no le tengo miedo a nada”.
-¿A qué has renunciado?
-“A
los viajes. Aunque me paguen en oro digo que no. Me llamaron para hacer algunos
capítulos de “Dinastía”. Yo tenía que estar allí mucho tiempo. No te dejan
salir. Ni puedes viajar, ni nada. El Seguro te impide moverte de allí. Y dije
que ni hablar. Cambiar a mis hijos, trastornarlos, ni hablar. Que no.”
Sara no tiene
grandes vicios. Fuma algunos puritos al día. No prueba gota de alcohol y no
come por no engordar. En cuanto a sus virtudes, ella considera que el ser
sincera, abierta, a la buena fin, no ser rencorosa, perdonar y olvidar, lo son.
Adora a los animales. Su casa ha sido lo más parecido a un zoo. Hasta las
serpientes ejercen cierta fascinación en ella.
Su color, el
blanco. La música preferida, toda. Como poeta, León Felipe. Escritor favorito,
Camilo José Cela. Y como hombre… Pepe Tous.
Sara Montiel,
esta mujer que veremos en las pantallas de la televisión, que asombrará a todos
por sus espléndidos sesenta y dos años, que volverá a poner la boca como sólo
ella sabe ponerla cuando dice “hombre”, “amor”, “pasión”, podría estar agotada
tras una sesión como la de esta tarde.
Un técnico
comenta, viéndola en la pantalla, quieta, esperando las instrucciones del
director: “Da gusto trabajar con ella. Es una profesional. Es auténtica”.
Y cuando hacen
una pausa, ella se retoca el maquillaje, un brochazo aquí, otro allá. Luego
quiere ver los planos. Cuando Sara dice sí, es que realmente la toma es
inmejorable.
-¿Qué te hace
ruborizar?
-“El
ridículo de los demás. Siento eso que se llama vergüenza ajena cuando veo que
alguien mete la pata o hace algo ridículo. Lo paso fatal. Sudo, me pongo roja…
Y luego, sonrojarme, como mujer, si un hombre joven me dice un piropo. Soy muy
femenina y aún asumiendo mi edad, cuando un hombre joven me dice algo
agradable, noto que se me sube el color a la cara. Me sonrojo. No lo puedo
evitar”.
-¿Tú número de
la suerte?
-“Bueno,
yo no suelo jugar. Me gusta el bingo, para distraerme de tanto en tanto, pero
sí tengo un número de la suerte y es el 36. Debe tener alguna relación conmigo
ese número, porque cuando tenía 36 años, en Las Vegas, jugando al 36, me
cayeron 36.000 dólares. Por regla general, cuando he ido a cenar al casino, el
36 muy rara vez que no cayera”.
Cuando había perdido la esperanza de ser madre, pudo llamar hijos suyos a dos niños. Atrás quedaban las lágrimas y la frustración de once abortos.
Sara no quiere
terminar la entrevista sin mencionar a Pepe.
“Llevamos
20 años juntos y no podemos vivir el uno sin el otro. Te lo digo totalmente en
serio. Es una vergüenza”.
-No. Es
estupendo que os pase.
-“Mira,
no puedo hablar con él porque el teléfono está en el piso superior, hay que
salir, detener todo el trabajo y en fin, que es un engorro. Pero si no,
estaríamos colgados del teléfono, contándonos muchas cosas. Pepe y yo no hemos
agotado todavía el caudal de cosas que tenemos que contarnos. Yo sin él no
puedo vivir y él sin mí tampoco”.
-¿Lo más
importante en la vida de Sara Montiel?
-“El
último cuplé”.
-¿Y en la vida
de María Antonia Abad?
-“Primero
mi familia, la que tuve. Siempre estuvimos muy unidos, muy pegados a nuestros
padres. Y ahora, la que he formado junto a Pepe. Mis dos, Thais y Zeus y mi
marido y por supuesto es muy importante para mí tener salud para continuar
disfrutando junto a todos ellos”.
Texto: Mayte Díez
Fotos: Diux, EFE, Archivo Vendrell, Europa Press
EL RECORTE CCCXVIII
Probablemente el momento más difícil de la pareja Tous-Montiel fue el escándalo por la adopción de Zeus. Así recogía la revista Lecturas, en uno de sus números de Marzo de 1.992, la comparecencia de la famosa pareja en los juzgados de Alicante.
Actuaron como testigos en un juicio a cinco mujeres
implicadas en la
compra-venta de niños
SARA MONTIEL
Y PEPE TOUS:
“Queremos colaborar con la justicia”
“Estamos muy tranquilos” aseguraron Sara y su
marido, padres de Zeus, tras el juicio celebrado en Alicante. Durante la vista
se acusó a María Iranzo de haber cobrado importantes sumas de dinero al haber
actuado como intermediaria entre las familias adoptivas y las madres
biológicas.
Contestó a las preguntas de los numerosos informadores a la salida del Juzgado alicantino.
El pasado 10 de
marzo en la Audiencia Provincial de Alicante, se celebró el juicio contra tres
mujeres acusadas por presunto delito de compraventa de niños. El juicio, que ha
quedado visto para sentencia, se celebró a puerta cerrada y en él participaron
como testigos la actriz Sara Montiel y su marido Pepe Tous, ya que la acusación
mantiene que la popular pareja está implicada en el caso. El fiscal Miguel
Gutiérrez acusa a María Iranzo Gascón, una de las mujeres juzgadas, de actuar
como intermediaria entre las familias adoptivas y las madres biológicas en la
venta de cinco niños, entre ellos Zeus, el hijo adoptivo de Sara Montiel y Pepe
Tous. Según Gutiérrez los niños fueron vendidos por cantidades que oscilan
entre las 300.000 y las 900.000 pesetas y que nada de este dinero llegaba a las
madres naturales, pues María Iranzo se quedaba con él.
La acusada,
María Iranzo, niega haber recibido pago alguno de Sara y por su parte, tanto la
actriz como su esposo, manifestaron ante el Tribunal no haber entregado
cantidad alguna por la adopción de su hijo, salvo los costes de viaje y
estancia en Palma de Mallorca a María Iranzo y sus dos hijos cuando le trajeron
al pequeño.
Sara bromeando con los informadores: la artista no ha perdido su humor.
De las cinco
mujeres acusadas inicialmente dos han fallecido y una de ellas no compareció en
la Audiencia a causa de una enfermedad.
La asistencia de
Sara Montiel y Pepe Tous a este juicio centró toda la atención de los medios
informativos, Sara y Pepe se dejaron fotografiar pero en ningún momento
accedieron a hacer ningún tipo de declaración. Solamente dijeron: “Lo que deseamos es colaborar con la justicia”.
Horas más tarde
la popular pareja, celebraba en el café del teatro Arnau del Paralelo
barcelonés el 64 cumpleaños de Sara en la compañía de todos los artistas invitados
a la grabación del televisivo “Ven al paralelo”.
Mientras Sara
Montiel recibía las felicitaciones de la prensa y de los asistentes, y
explicaba los regalos que había recibido, su marido Pepe Tous, accedía a hacer
para LECTURAS las primeras declaraciones sobre el juicio de Alicante.
En el teatro Arnau celebraron el 64 cumpleaños de Sara compañeros como doña Adelaida, Bibi Andersen y Joan Gimeno.
-Mira, mi mujer y yo estamos muy
tranquilos con este tema. En primer lugar porque no tenemos nada que ver y en
segundo lugar porque tanto María Antonia como yo siempre hemos estado
dispuestos a colaborar con la justicia. Y eso es lo que fuimos hacer a la
Audiencia Provincial de Alicante. Quiero dejar claro que nuestra asistencia fue
solamente en calidad de testigos.
-¿Cuándo se hará
público el veredicto?
-No lo sé; ha sido un juicio a
puerta cerrada y ha quedado visto para sentencia. No puedo añadir nada al
respecto.
-¿Sara y tú no
estáis preocupados?
-En absoluto. En estos momentos
nuestra única preocupación es que nuestros hijos sigan también como están.
Sara, que grababa uno de los programas de TVE "Ven al Paralelo", se vio sorprendida por el pastel y la fiesta que Pepe le había preparado.
-¿Qué le habéis
regalado a Sara tú y los niños?
-Los niños le han enviado unos ramos
de flores preciosos, ya que a mi mujer le encantan las flores y yo le regalé un
vestido de noche que le gustó mucho.
BARCELONA, Chelo García-Cortés
Fotos: Lluís Bou
LA FOTO CCCXVIII
La diva interpreta el "Polichinela" en "Sara y punto".
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