viernes, 7 de abril de 2023

OSACA - 13 al 19 de abril de 2013 - España


EL ÚLTIMO CUPLÉ DE

SARA

A VECES RESULTA DIFÍCIL ECHAR LA VISTA ATRÁS PARA RECONOCER EL ÉXITO Y EL ESPLENDOR DE UNA ARTISTA. LA MUERTE DE SARA MONTIEL A LOS 85 AÑOS HA SERVIDO, PRECISAMENTE, PARA RECORDAR A LA DIVA QUE FUE. LA PRIMERA ESPAÑOLA EN PISAR HOLLYWOOD ERA UNA MUJER LLENA DE VITALIDAD Y DE RISA FÁCIL, ABIERTA A LA VIDA Y CON UNA VOZ TAN PERSONAL COMO INTENSA ERA SU MIRADA. SALIÓ DE CAMPO DE CRIPTANA (CIUDAD REAL) PARA COMERSE EL MUNDO Y LO HIZO, A PESAR DE QUE, COMO SE DIJO DE LOLA FLORES, NI SABÍA BAILAR, NI SABÍA CANTAR, NI SABÍA ACTUAR, NI FALTA QUE LE HACÍA.

maría albilla texto

agencias fotos


Tenía 18 años cuando se puso los tacones por primera vez. No sabía caminar con ellos. Tampoco sabía leer, ni escribir y muy poco sobre la vida, aunque sí tenía claro que quería ser artista. Entonces apenas había recibido unas clases de dicción y canto que se costeó con las 500 pesetas mensuales para formación que ganó en un concurso. Se había presentado alentada por el productor Vicente Casanovas, quien la descubrió cantando una saeta en la Semana Santa de Orihuela (Alicante). Sin embargo, a Sara Montiel, cuyo primer nombre artístico fue María Alejandra, le acompaña hoy el calificativo de diva que llegó a enamorar a científicos como Severo Ochoa, que coqueteó con actores como James Dean, que compartió puros con Ernest Hemingway y que abrió la puerta de Hollywood procedente de la España más rural y agreste de los años 40.

Si el papel pudiera sonar, ahora mismo se escucharía de fondo Fumando espero, el tema más famoso de la artista en El último cuplé, pero lo mejor de la tinta sobre blanco es que lleva a la imaginación y, en este caso, al recuerdo. La muerte de Saritísima habrá avivado a lo largo de estos días pareceres contrapuestos entre quienes la vieron brillar en la gran pantalla como una seductora joven de curvas prominentes que con una simple caída de ojos volvía locos a los hombres y los que piensan en ella en el ocaso de la estrella. La actriz mantuvo voz, genio y figura hasta el final, dejando una filmografía de más de medio centenar de películas, portadas de revistas rosas que ponían en entredicho sus últimas relaciones sentimentales y los escarceos con la cirugía estética y decenas de sesiones fotográficas que, desempolvadas hoy de los archivos, recuerdan a una de las actrices más bellas de España.

Pero si por algo hay que recordar a “la Mae West española”, según dijo de ella su gran amigo Terenci Moix, quien la apodó como Saritísima y la calificó como “la inspiración máxima del erotismo tranquilizador”, es porque logró brillar en el Hollywood dorado antes que ninguna otra intérprete nacional y, encima, sin hablar inglés. Desde sus primeros años en España, cuando todavía no sabía leer, aprendió a memorizar de oído los guiones que otros le recitaban, lo que en Estados Unidos le llevó a confundir ciertas palabras que hablaban de lucha y de sexo. Gary Cooper lo tuvo claro. Prefería hacer el amor con Sara que pelear con Sara.

Los intensos ojos marrones de la de Campo de Criptana (Ciudad Real), no obstante, hicieron una parada en México antes de compartir cartel con Gary Cooper, Burt Lancaster, Joan Fontaine o Vicent Price. Allí aterrizó tras el sonado éxito de Locura de amor (1948), cuatro años después de haber debutado en Te quiero para mí, la película en la que aprendió a besar en los labios de Fernando Fernán Gómez. Al otro lado del Atlántico, Furia roja, Cárcel de mujeres o ¿Por qué ya no me quieres? la fraguaron como la diva que, con paso firme, llegó a la Meca del Cine. Veracruz (1954) fue su debut al lado de Gary Cooper y Lancaster. Varios títulos más siguieron a éste en una de las mejores etapas laborales de su vida. En una entrevista que firmó Carmen Obregón en el número 10 de esta revista, incluso contaba que pudo rechazar contratos: “En el año 51 Max Arnold, el productor de la Columbia, un cazatalentos, como les llamaban allí en América, me había visto en México y le gusté. Inmediatamente su productora me llamó y me ofreció un contrato durante siete años, pero no me convino. Era durísimo. En ese tiempo no me podía casar, no podía viajar… Estaba atada de pies y manos y yo era muy libre”, recordaba entonces.

Esto no le cerró las puertas y pudo seguir trabajando hasta que ella mismo decidió regresar a España en 1957 para protagonizar El último cuplé. “Nadie confiaba en que esta película fuera a triunfar como lo hizo”, reconocía ella misma en el 50 aniversario de la cinta, pero fue el mejor trampolín para demostrar que lo suyo no solo era actuar, sino también cantar. Su caché, desde entonces, si fijó en un millón de euros por película. Previamente, en los años americanos “no tenía mucho dinero, en contra de lo que puedan pensar de las estrellas de entonces. A pesar de haber tenido la suerte de haber hecho siempre protagonistas, no teníamos tantos recursos”, recordaba.

Entrada la década de los 70 se dedicó a grabar discos y a hacer giras por España y América. Con esta faceta regresó también a EEUU y llegó al Lincoln Center de Nueva York. Su característica voz grave y su estilo personal a la hora de entonar otorgaron un nuevo carácter a boleros como Contigo aprendí o Bésame mucho. El cine de su país por entonces había iniciado la época del destape, “un cine muy feo” para ella, que había pasado por Hollywood.

“Jamás salí desnuda en ninguna película. Ese cine era muy barato, muy descarado. No iba conmigo. Me ofrecieron muchísimos contratos. Si los hubiera aceptado, hoy sería millonaria, pero preferí dedicarme a mis espectáculos”, contaba ella en la misma entrevista en la que reconoció que: “Mientras tenga voz y figura, seguiré cantando”, y es que El último cuplé aún hoy le traía pingües beneficios “porque ha sido no sé cuántas veces disco de oro”.

“UNA ESTRELLA NO IBA AL SUPERMERCADO A COMPRAR UN KILO DE CARNE CON UNOS PANTALONES CUALQUIERA. HOY SÍ. POR ESO LA GENTE NO LES TIENE RESPETO”.

“HE TENIDO 11 ABORTOS, EL ÚLTIMO A LOS 51 AÑOS. INTENTÉ PARIR, PERO NO PUDE. AL FINAL ADOPTÉ A THAIS Y ZEUS, A LOS QUE AMO CON TODO MI CORAZÓN”

UNA ESTRELLA MENOS

El fallecimiento de Sara Montiel por una crisis arterial a los 85 años sorprendió, pues la actriz manchega dio muestras de vitalidad hasta el último momento. Para gustos o disgustos están sus atuendos, últimas relaciones o esas uñas imposibles que lucía en sus apariciones públicas, pero salía a cenar fuera tan a menudo como quería, llevaba looks con los que pocas se atreven con el porte de que quien tuvo y retuvo y lució de su brazo la compañía de quién se le antojó en todo momento. Solo un problema de visión le preocupaba en sus últimos días y, de hecho, tenía la maleta preparada para viajar a Oviedo para someterse a una intervención ocular más, la cuarta.

La diva del cine español celebró hace apenas un mes su cumpleaños. Visiblemente deteriorada físicamente, sopló las velas de su tarta de cumpleaños en un posado en el que tampoco renunció sus gustos: vistosas joyas y una túnica roja a juego con su rouge de labios, esos que tantos quisieron besar. A pesar del imponente cuerpo con el que la madre naturaleza le dotó en su juventud, una de las principales cruces de la Montiel fue mantener el peso a raya en su madurez. “Mi mayor trabajo es adelgazar, porque si no, no trabajo”, llegó a decir, si bien lucía las lentejuelas, plumas y lamé con poderío sobre los escenarios a pesar de su edad.

La repentina desaparición de la artista sumió en las tristeza a sus allegados, compañeros de profesión y vida que la admiraron y la acompañaron en los buenos y en los malos momentos. También varias generaciones de seguidores que la vieron en el cine, en la tele, en la prensa, salieron a la calle para despedirse de ella en el último recorrido que realizó por las calles de Madrid, mientras las pantallas de los cines de Callao recordaban a la lozana violetera que conquistó el país en los años 50.

En entierro de Sara Montiel se realizó en la más estricta intimidad, a pesar de los curiosos que se acercaron al cementerio. “El entierro me recuerda al entierro de Gregorio Marañón en 1960”, decía uno de los trabajadores del recinto. Pero quien más llamaba la atención era el eterno pretendiente de la reina del cuplé, el italiano Giancarlo Viola, quien lloraba desconsolado sobre el féretro. De nuevo un amor, fuerte, contradictorio y eterno, como los muchos que rodearon la vida de Sara, aquella joven que, como se dijo de Lola Flores, “ni sabía cantar, ni sabía bailar, ni sabía actuar, ni falta que le hacía”.

LOS AMORES DE SARA


A James Dean le conoció apenas unos días antes de que este tuviera un mortal accidente de coche. 


En el rodaje de "Veracruz" saltaron chispas con Gary Cooper.


La boda civil con Anthony Mann estuvo muy mal vista en la España de la época.


Con José Tous encontró la estabilidad y formó una familia. Enviudó en 1992.

Cuatro matrimonios, pero tantos amores como secretos alrededor de sus relaciones vivió Sara Montiel, una mujer que desfrutó de la vida tanto como de los hombres que tuvo a su lado. Conocedora de su belleza y del efecto que desde bien joven causaba en los varones, el dramaturgo Miguel Mihura fue el primero en enamorarse o enamorarla. Con él aprendió a escribir las letras en un cuaderno. Obra suya fue también que “aprendiera a hablar, a moverse, a vestirse y a desnudarse”, decía José Luís Martín Prieto el día del fallecimiento de la artista en La Razón. “Miguel fue el primer amor de mi vida”, reconoció ella en Osaca, y fue él quién le animó a viajar a México para triunfar en el cine. “Como mujer, al hombre que más que querido ha sido a Severo Ochoa. Le quise con locura. Porque Severo y yo estuvimos casi cinco años juntos. Él se quiso divorciar, pero mi madre no lo consintió porque nos hubiésemos equivocado muchísimo. Él tenía 46 años y vivimos un amor a escondidas”, aseveraba en una entrevista concedida a esta publicación. Casada en cuatro ocasiones, el primero de sus maridos fue el director de cine Anthony Mann, con quien contrajo matrimonio en el 57, cuando él tenía una grave enfermedad. La unión duró cinco años, todo un logro comparado con los dos meses que estuvo casada con el productor José Vicente Ramírez Olalla, Chente. La estabilidad sentimental le llegó a Sara de la mano del empresario José Tous. Fueron novios una década, hasta que decidieron casarse y adoptar a los dos hijos de la pareja, Thais y Zeus, pero la tristeza empañó su relación al enviudar ella en 1992.

El cuarto, último y más reciente matrimonio sirvió para escribir una de las épocas más oscuras de la artista, que paseó su dicha y su desdicha por los circos mediáticos después de enamorarse del cubano Tony Hernández, un hombre 42 años más joven que ella y al que llegó a calificar como “el único error de mi vida”. “A los diez días de casada, le mandé la separación”, concretó.

Pero al margen de los matrimonios y amores oficiales, son muchas las historias oficiosas que dicen que los hombres caían a sus pies seducidos por la belleza racial de Saritísima. Aquellas relaciones pasarán al archivo de los secretos de Hollywood.

LO QUE ELLA DIJO


“ESTOY INDIGNADA CON MI BELLEZA”

“DE QUIEN DE VERDAD ESTOY ORGULLOSA ES DE MARÍA ANTONIA ABAD”

“YO SIGO TENIENDO TODO NATURAL. USO UNA 105”

“SOLO ME FUMO MEDIO PURITO DESPUÉS DE COMER Y MEDIO DESPUÉS DE LA CENA”

“HE CONSEGUIDO LO QUE SOÑABA DESDE QUE TENÍA CUATRO AÑOS: SER FAMOSA Y ARTISTA DE CINE”

“SIEMPRE HE HECHADO DE MENOS A MIS PADRES”

 

EN SU DESPEDIDA

ZEUS/HIJO DE LA ACTRIZ

“Mi madre dejará un gran recuerdo como una gran estrella tanto aquí como en América”

NORMA DUVAL/VEDETTE

“Siempre fue joven emocionalmente. Siempre será un mito, pero me quedo sin la persona”

LUCIO BLÁZQUEZ/RESTAURADOR

“Era una fenómeno, tiene que ser recordada como una figura mundial del cine. Estuvo cenando en el restaurante hace 10 días y se quedó hasta las dos de la mañana”

RAPHAEL/ARTISTA

“¡Se nos fue la gran Sara Montiel! Hasta siempre querida amiga. Grande. Grande. Grande”.

SANTIAGO SEGURA/ACTOR

“Era Saritísima. Y siempre lo será”.


1944 –TE QUIERO PARA MÍ

UNA JOVEN ASPIRANTE A ESTRELLA

Hizo un papel secundario en el que todavía aparecía con su primer nombre artístico, María Alejandra, pero fue el inicio de su carrera.

1947-DON QUIJOTE DE LA MANCHA

1949-LOCURA DE AMOR

BILLETE DE IDA A AMÉRICA

Esta cinta supuso su primer gran éxito y fue tal, que su nombre se empezó a escuchar al otro lado del Atlántico, donde aterrizó en México.

1950-PEQUEÑECES

1951-CÁRCEL DE MUJERES

SALTO A LA MECA DEL CINE

Con este drama se dio a conocer en Hollywood, que luego le ofrecería varios papeles, pese a que Sara regresó a España en cuanto pudo.

1952-ELLA, LUCIFER Y YO

1953-PIES CANELA

LA ÉPOCA DORADA DE SARA

Los 50 fueron la década de mayor esplendor de la actriz. Aquí apareció radiante, lo que supuso que le llamaran para su siguiente proyecto.

1954-VERACRUZ

1955-FRENTE AL PECADO DE AYER

1956-SERENADE O DOS PASIONES Y UN AMOR

1957-YUMA

1957-EL ÚLTIMO CUPLÉ

SUS MEJORES AÑOS

Tras regresar de América protagonizó en 1957 uno de sus títulos más taquilleros y al año siguiente se confirmó como una de las ‘sex symbol’ del cine español contando la historia de una joven que conquista a un aristócrata interpretado por Raf Vallone. En la cinta del 59 coincidió en el cartel con Jorge Mistral.


1958-LA VIOLETERA

1959-CARMEN, LA DE RONDA

1960-MI ÚLTIMO TANGO

ASENTADA COMO ESTRELLA PATRIA

A principios de la década de los 60 la actriz ya está consolidada en España y sigue protagonizando títulos que le dan gran éxito.

1961-PECADO DE AMOR

1962-LA REINA DEL CHANTECLER

1965-LA DAMA DE BEIRUT

POLIFACÉTICA DONDE LAS HAYA

En esta cinta, Sara repite como actriz dramática interpretando a una joven actriz que cae en las redes de una red de trata de blancas.

1971-VARIETÉS

1973-CINCO ALMOHADAS PARA UNA NOCHE

2011-ABRÁZAME

UNA COLABORACIÓN ESPECIAL

En esta película, Sara Montiel hizo una colaboración muy especial, ya que salió interpretándose a sí misma como la diva que era y fue.



EL RECORTE CCCLXXIX

En todos sitios recogieron la noticia del deceso de Sara. En este caso, traemos el número de Hola, de 17 de abril de 2013, que no solo recoge la noticia sino que presenta una semblanza de la actriz.  


ADIÓS A

SARA MONTIEL

EL ÚLTIMO MITO  VIVO DEL CINE ESPAÑOL Y LA ÚNICA ACTRIZ QUE CONQUISTÓ HOLYWOOD


Sara Montiel, adiós a una leyenda, una mujer única, singular e irrepetible, dueña de una intensa vida de amor y de éxitos. 


La última imagen de la actriz, obtenida hace tan solo unas semanas en su ático de Madrid, donde precisamente ha fallecido. Sara celebraba su ochenta y cinco cumpleaños, en compañía de sus hijos, Thais y Zeus. Nada entonces presagiaba lo que ahora ha sucedido. 

Se nos ha ido el último mito vivo del cine español. La única actriz que conquistó Hollywood. Murió en su formidable ático del madrileño barrio de Salamanca a los ochenta y cinco años de edad, cuando aguardaba, coqueta y exagerada como era ella, el taxi que la llevara al aeropuerto para volar a Asturias. Eran las nueve y media de la mañana. Tenía cita con el oftalmólogo que iba a intervenirla, pero ya nunca pudo hacer ese viaje, por culpa de una parada cardiorespiratoria. Estaba acompañada en ese momento por su hija, Thais, abogada. Zeus acababa de salir a clase. La artista ya nunca podrá ver como su hijo triunfa en el mundo de la canción. Era uno de los grandes deseos de esta manchega universal, que hubiera deslumbrado al propio Don Quijote y que llegó a flirtear con Gary Cooper –“era muy amable y educado, muy católico. Oíamos Misa en México”, contaba- y acabó convirtiéndose en leyenda. Una impresionante belleza que también deslumbró a Marlon Brando, conoció a Frank Sinatra y aprendió a fumar puros con un premio Nobel como Ernest Hemingway. Sara nunca tuvo que usar sus armas de mujer. “No las he utilizado. Te enamoras y te enamoras. Hombre, yo era una mujer muy bella, pero a veces tenía un ‘handicap’, porque cuando se estrenaba una peli mía y las críticas eran “está tan maravillosa que se sale de la pantalla”, yo lloraba porque no me valoraban el trabajo”.


Sara , ya toda una celebridad, a lo Marilyn. 


En olor de multitudes durante una cabalgata de Reyes en España. 


Bello primer plano de la artista manchega en una de las muchas películas que protagonizó para el cine español. 


Sara junto a Gary Cooper y Burt Lancaster en "Veracruz", la película en la que interpretaba a una bellísima mujer india, un inolvidable papel que la convertiría en estrella de Hollywood.


Sara bella y enigmática con su inseparable puro en la mano.


Conversando animadamente con Rock Hudson.

DE LOS MONIOS DE CAMPO DE CRIPTANA A LAS COLINAS DE BEVERLY HILLS

Trabajó duro Sara. No fue fácil cambiar los molinos de Campo de Criptana, donde nació, por el paisaje de Beverly Hills. Pero lo consiguió. Cautivó y conmocionó corazones, aunque el suyo tendría más de un dueño a lo largo de su intensa vida. Al director americano Anthony Mann le dio el “sí, quiero” en 1957. Seis años duró su matrimonio, pues firmaron el divorcio en 1963. “Nos casamos ‘in articulo mortis’, recordaba Sara (Mann habría sufrido un infarto y los médicos temían por su vida. Posteriormente, una vez él recuperado, volvieron a casarse)”. “No fue una boda, para nada, feliz –proseguía la actriz-. Nos divorciamos porque él me llevaba mucha diferencia de edad. Nos dimos cuenta de que yo empezaba a vivir, y Anthony, a decaer”.


Impresionante primer plano de Sara Montiel, una formidable y resplandeciente mirada que cautivó al mundo.

FUGAZ MATRIMONIO CON CHENTE RAMÍREZ

Su siguiente matrimonio fue con el industrial José Vicente Ramírez Olalla, a quien Sara llamaba cariñosamente Chente. Se divorciaron dos meses después de haberse casado en Roma ante un reducido grupo de amigos. Con el empresario y periodista mallorquín Pepe Tous, Sara escribiría una gran historia de amor. Una década duró su noviazgo, antes de formalizar su romance, que concluiría en 1992, año en el que falleció Pepe, con el que Sara adoptó a sus dos hijos, Thais (1979) y Zeus (1983). Diez años después, Sara se volvería a casar, esta vez con un admirador, el cubano Tony Hernández. “Se han callado muchas bocas –explicaba la novia-. No daban una perra gorda por nosotros. A esas personas les diría que nos deseasen lo mejor a Tony y a mí, al igual que yo se lo desearía a cualquier pareja que se casase”. Sin embargo, esa relación, que nació rodeada de felicidad, concluyó en un agrio divorcio en 2003.


Sara con su primer marido, Anthony Mann. Se casaron en 1957 y se divorciaron en 1963. Sara tenía veintinueve años, veintidós menos que él, y ya era una actriz cotizada en Hollywood. 


El día de su boda con José Vicente Ramírez Olalla, a quien Sara llamaba cariñosamente Chente. Se casaron en la Ciudad Eterna ante un reducido grupo de amigos. 


Sara y Pepe Tous fotografiados en su boda, en 1979, tras nueve años de convivencia. El empresario falleció en 1992.


Junto a su exnovio Giancarlo Viola, que siempre estuvo cerca de Sara.


Diez años después, Sara Montiel se volvería a casar, en esta ocasión, con un admirador, el cubano Tony Hernández. Su matrimonio llegó a su fin en 2003.

“MIS HIJOS ME HAN DADO LA FELICIDAD COMO MADRE”

A su boda, celebrada en la madrileña localidad de Majadahonda, no asistieron los hijos de la artista, quien meses después reconocía en estas mismas páginas “Thais me llamó para decirme: ‘O te separas del cubano o nunca nos tendrás a mi hermano y a mí’”. Y Sara añadía: “Mis hijos me han dado la felicidad como madre, pero me han hecho una desgraciada como mujer. Les tuve que enseñar la demanda de separación para que me creyeran. Ahora vendrán a vivir conmigo a casa”. No obstante, Sara reconocía igualmente: “No me importa sacrificarme por mis hijos. A mí nadie me puso una pistola en el pecho para que fuera a por Thais a Brasil y a Alicante a por Zeus”.


Sara Montiel y Pepe Tous convirtieron a sus hijos, Thais y Zeus, en el centro de sus vidas. Aquí posando para la fotografía de una felicitación navideña.


Soplando con Thais las velas de la tarta de cumpleaños.


Durante unas vacaciones en Mallorca, donde tenían una magnífica casa, en la que vivieron varios años.

GIANCARLO VIOLA: “LO MEJOR DE SARA ERA SU CORAZÓN”

Giancarlo Viola, que fue en el pasado una de las parejas de Sara y el amigo que siempre estuvo cerca, hablaba con ella con frecuencia y dijo que va a venir a España para despedirse de la estrella. “Lo mejor de Sara era su corazón”, añadiendo y destacando con voz triste que era una mujer “muy amable y completa para mí. Una gran señora”.

LAS REDES SOCIALES TAMBIÉN HAN HABLADO

Las redes sociales se han inundado también de mensajes. Pastora Soler ha escrito: “Se nos fue la más bella, ¡una de las grandes! Descanse en paz la gran Sara Montiel!” Elena Furiase, hija de Lolita: “¡Muere Sara Montiel a los ochenta y cinco años! No doy crédito… ¡Qué le pasa a esta primavera que se lleva a tantos y no nos da un mísero rayo de sol”. Rosario Mohedano: “¡Muere la gran Sara Montiel! La más bella… La eterna Sara Montiel. ¡Mi más sentido pésame a la familia!”

Como decíamos al principio de estas líneas, llenas de recuerdo y de reconocimiento a una manchega universal, Sara se ha ido sin ver cumplido uno de sus mayores deseos: ver triunfar a su hijo como cantante. Precisamente junto a él y su hermana, Thais, celebraba hace escasas semanas su ochenta y cinco cumpleaños: “He conseguido lo que soñaba –confesaba- : ser muy famosa y convertirme en artista de cine”. Seguro que Zeus hace pronto realidad el sueño de su madre.

 

Fotos: ¡HOLA!

 

¡ADIÓS, ANTONIA, ADIÓS!

Cuando hablábamos y la llamaba por su nombre de leyenda, Sara, abría aquellos grandes ojos suyos, hacía relumbrar algunas de las joyas que llevaba puestas, como siempre, y me corregía: “A ver si ahora, después de tantos años, me vas a llamar Sara. Tú eres de los que me pueden decir Antonia, que es mi nombre verdadero. ¿Cuántos años hace que nos conocemos?”

Era cierto. ¡Hace tanto tiempo! Un día incluso le pregunté:

-Tú, que has besado en “Veracruz”, aquella película inolvidable, a Gary Cooper, ¿a qué sabía Gary Cooper?´

-Le besé. Nos besamos en la película tres veces, no una, y además ensayamos mucho antes. Entonces los besos en Hollywood eran de otra forma, pero te diré algo: sabía a otra cosa distinta a los demás, aunque yo he sido una mujer que no ha besado mucho.

UN GOLPE DE SOL Y DE LUNA

Cierto. Estaba hecha de espiga, de tierra y de hierro, con un golpe de sol y de luna. Era una manchega grande, con algo de doña Aldonza y mucho de la princesa del Quijote. Estuve muy cerca de ella mucho tiempo, si bien lo justo, porque, a veces, las leyendas, y ella lo era, abrasan de su cercanía.

Era más que una estrella. Una actriz que cantaba, saltaba y reía, pero siempre, siempre mantenía la distancia. Hasta el final encargó que las luces del plató la respetaran y la cuidaran. Era bellísima, casi perfecta. Estuve a punto de escribir sus Memorias, pero al final las hizo Amibilia, y además fueron muy buenas. Era una piedra de molino y, a la vez, un molino de viento. Amó intensamente cuando amó, pero, sobre todo, tenía un pintor dentro. Recuerdo que me regaló un cuadro en su casa ático de la plaza de Quevedo, en Madrid –siempre le gustaron mucho los pisos que nadie pisara encima-, que ella misma había pintado. Estaba delante aquel día Enrique Herreros, padre, su descubridor, aquel inmenso artista de tantas cosas. “Quiero que sepas que lo he pintado con un pincel que hice de mi propio pelo”.

Aguantaba el espejo y el espejo aguantaba a Sara. Fui con Antonia hasta Levante aquel día que en la tierra de Miguel Hernández, ella iba descubriendo a su padre, aquel hombre, labrador, guapo, que tanto le enseñó hasta en la distancia. Después estuve a su lado cuando, tras separarse de Anthony Mann, se casó con Chente, mi viejo amigo, al que a veces veo que sigue paseando por la Castellana. Fue un amor sin suerte. Acabó pronto y mal. La acompañé a París, a poco de casarse, a un festival de cine al que iba de invitada especial. En el “hall” del hotel Jorge V había una dama envuelta en el resplandor de las inolvidables. Se trataba de Melina Mercouri, quien, al ver a entrar a Sara, se puso en pie y se fue hacia ella, exclamando en francés: “¡Qué mujer tan bella, Sara, la más bella del mundo!”


Sara, una madre orgullosa de sus hijos. Una imagen que, desgraciadamente, ya nunca más se repetirá. 

ÚNICA SARA

Cuento lo que he vivido. La entrevisté, incluso para esta casa, que es como la mía, cien veces. Siempre estaba o en su piso de Quevedo o en su casa de la plaza de España, puerta con puerta de Vicente Parra, o, por fin, en su ático de casi Goya, donde a veces subíamos a la piscina, que, entre plantas caribeñas, enseñaba a las visitas. Solo si no había más remedio, aunque últimamente lo hacía más porque deseaba vender, tal vez de lo último que le quedaba. Sin embargo, era un sitio-museo rodeado de cosas suyas: cuadros, porcelanas, dibujos, algunos valiosos, y, sobre todo, esa “saramontiel” sentada en su sillón barroco o en la esquina del diván de brocado vestida y alhajada como para una gran fiesta, consciente de lo que había sido y de lo que era. Única, única Sara, que te has ido de pronto cuando acababa de llegar a mi correo su película “La violetera”, porque, en unos días, en el programa de Inés Ballester, “Nuestro cine”, en 13TV, la íbamos a comentar, con tu presencia, por supuesto. Inés me ha contado que cuando te dijeron que yo iría, tú comentaste: “Es un viejo amigo mío, de toda la vida, desde los primeros tiempos”.

Aquellos tiempos del cuplé, Sara. Aquella historia de “Doña Sara de la Mancha”, con aspas de molino, la llanura dorada. Tu pueblo, al que hiciste inmortal, ¿te acuerdas? O cuando, con el italiano eterno, nos recibiste en el hotel, solemne, con tus dos hijos al lado: “Igual ahora me caso de verdad”. Y el cubano, y a veces la memoria de cuando tú decías que Severo Ochoa, a mí me dijiste: “Si yo digo que me tiró los tejos, es que me tiró los tejos. Tico: yo no tengo que inventarme nada. Mi vida es mía y de todo el mundo: no necesito mentir”.

Antonia, con su último y más grande amor, el catalán, que la colmó, sobre todo, de memoria, que hizo crecer la nostalgia, en Palma de Mallorca, allá por donde fuera, siempre “mirando al mar soñé…”, las películas últimas, los recitales, los conciertos, y el piso puesto en la lista dorada de las ventas, desde hace poco, eso sí, sin importar que se añadiera “la casa de Sara Montiel”.

Adiós, Antonia, adiós. De pronto, como un golpe en el pecho la noticia, lunes mediodía. Me acaba de llegar tu “Violetera”. Conocí a tu madre, aquella mujer de pueblo, cercana y tuya. Te gustaba leer y escuchar. Siempre haciendo la última película, siempre intentando resucitar. Pero no hacía falta. Antonia, no hacía falta. Porque tú, como ocurre con la Únicas, sigues viva aunque te hayas ido. Así que “recordando espero…”, como en aquella última película. Siempre, en el crepúsculo de los dioses, de la mano de la soledad… ¡Me hubiera gustado tanto haberte dado ese último beso…! Y volverme a retratar contigo, a la sombra de las luces en flor, en un estudio de televisión, como siempre, últimamente, con la vieja cabeza blanca recostada en tu hombro…!

Ya sabes que te quiso, y te sigue queriendo, aquel al que tantas veces diste de comer, con tu raro resplandor españolísimo, tan nuestro.

 

TICO MEDINA

 

Rodeados por numerosos amigos de la actriz

EL DOLOR

DE THAIS Y ZEUS EN LA TRISTE DESPEDIDA A SU MADRE,

SARA MONTIEL

“Quiero daros las gracias por todo el respeto que le habéis tenido a mi madre durante toda la vida. Espero que todo el mundo guarde un gran recuerdo de ella. Yo la echaré de muchísimo de menos, ha sido una gran mujer”. Con estas palabras, Zeus, el hijo menor de Sara Montiel, agradecía las numerosas muestras de condolencia recibidas tras el fallecimiento de su madre.

Solidarizándose tanto con Zeus como con su hermana, Thais, que no podía borrar de su rostro las huellas del trance que estaba viviendo, fueron muchos los amigos y compañeros de la actriz que quisieron rendirle un último homenaje en la capilla ardiente, instalada en el tanatorio de San Isidro, en Madrid, un día antes de que recibiera cristiana sepultura en el cementerio de San Justo. Entre ellos, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que manifestó su intención de proponer que se otorgue el nombre de Sara Montiel a una calle de la capital; Natalia Figueroa, acompañada por su nuera Amelia Bono, y Norma Duval, quien, visiblemente afectada, declaró: “Thais y Zeus están conmocionados y no me extraña. Perder a una madre siempre es duro, y más a una como Sara, que era una persona extraordinaria y siempre joven de espíritu”.

 

Texto: ENRIQUE J. SUERO

Fotos: SÁNCHEZ ESPEJO/FERNANDO JUNCO/J.I.VISERAS/AGENCIAS


LA FOTO CCCLXXIX


Sara, descansa en paz. ¡No te olvidamos!
Foto: Gumer Fuentes

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