¡Primer bombazo del año!: la famosa estrella manchega dice que va a casarse con el actor Giancarlo del Duca a los 17 meses de quedarse viuda
Historia sentimental de
Sara Montiel
El nuevo año nos
ha traído el anuncio de una noticia que ha causado una profunda impresión: Sara
Montiel ha dicho que se casa con Giancarlo del Duca, actor y manager italiano.
El anuncio de esta nueva boda ha provocado sorpresa, ya que sólo han transcurrido
diecisiete meses desde la muerte de Pepe Tous y durante ese tiempo han sido
frecuentes las ocasiones en que Sara ha manifestado que en su existencia habría
para siempre el gran vacío dejado por la desaparición de quien ella hablaba
como el gran amor de su vida.
Sara Montiel y
Giancarlo del Duca se conocieron cuando ambos rodaron “La dama de Beirut”, a
las órdenes de Ladislao Vadja y, según la propia Sara, vivieron una larga
relación sentimental que duró hasta que ella conoció a Pepe Tous.
Ahora, tantos años
después, Giancarlo ha reaparecido en la vida de Sara, quien parece decidida a
contraer un nuevo matrimonio, que sería el cuarto, aunque manifiesta que Pepe
ocupará siempre un lugar primordial en su corazón.
Sara tiene dos
hijos, a los que adora, pero siempre ha sido una mujer apasionada y
temperamental. Los hijos ofrecen una serie de grandes satisfacciones, pero ella
misma ha manifestado poco después de la muerte de Pepe Tous que la sociedad es
lo más espantoso que ha tenido que afrontar.
Giancarlo parece
ser la persona adecuada para ofrecerle afecto y compañía. Tiene algunos años
menos que Sara, quien cumplirá sesenta y seis el próximo 10 de marzo, pero
ambos se conocen muy bien y la famosa estrella piensa que él es la persona
ideal para encajar en esta nueva etapa de su vida y que también podría servir
de gran ayuda a sus hijos, aunque, por supuesto, nunca podrá ocupar el puesto
de su padre.
Nacida en la
localidad manchega de Campo de Criptana el 10 de marzo de 1928, María Antonia
Abad Fernández –el auténtico nombre de Sara Montiel- llegó a Madrid en 1944, al
enterarse de que Cifesa, la productora española más importante de entonces,
buscaba rostros nuevos. En aquella época, Sara era una belleza graciosa y
vivaz, que no pasó inadvertida, y ese mismo año participó en su primera
película.
Aquella
jovencita no tardó en convertirse en una preciosa y sensual mujer, que obtuvo
su primer gran éxito con “Locura de amor”, donde encarnó a la mora Aldara.
Siguieron otros títulos, pero Sara Montiel se mostraba impaciente y cansada de
personajes secundarios, y se marchó a América, donde ya era muy conocida.
ANTHONY MANN: EL BRILLO DE HOLLYWOOD
En México rodó
numerosas películas de tinte folletinesco, tan del gusto de la época. Un
cazatalentos de la United Artists se fijó en aquella belleza morena y salvaje y
en 1954 Sara llegó a Hollywood, donde entró por la puerta grande.
Primero fue
“Veracruz”, junto a Gary Cooper y Burt Lancaster, y seguirían “Serenade” y
“Yuma”. Sara se había convertido en una estrella, y precisamente durante el
rodaje de “Serenade” conoció al que sería su primer marido, el director de cine
Anthony Mann. Él era ya un hombre maduro que quedó deslumbrado ante la
juventud, belleza y temperamento de Sara. Para ella, Anthony Mann significó su
entrada en el mundo del estrellato y conocer en todo su esplendor la Meca del
cine.
Terminaron
casándose en 1957, y poco después de su boda, Sara volvió a España, donde Juan
de Orduña le ofrecía protagonizar “El último cuplé”. Poco podía imaginar Sara
que aquella película sería definitiva en su vida y en su carrera.
Después de sus
triunfos en Hollywood, el éxito de “El último cuplé” –que sigue figurando en la
lista de películas más taquilleras de la historia del cine- significó
convertirse en la máxima estrella del cine español.
El nuevo rumbo
que había tomado su carrera significó también el alejamiento de Anthony Mann,
con quien Sara estuvo a punto de tener su primer hijo. Se encontraba ya en
avanzado estado de gestación cuando sufrió un accidente. Fue intervenida quirúrgicamente,
pero no se pudo salvar la vida del bebé. Fue la primera gran frustración de
Sara, quien, a pesar de sus deseos, nunca llegaría a tener hijos propios.
JOSÉ VICENTE RAMÍREZ OLALLA, SOLO UN AÑO DE CASADOS
Fue en 1960
cuando Sara Montiel y Anthony Mann se divorciaron, aunque ella siempre
guardaría un bonito recuerdo de su primer marido, quien también fue un poco
padre y Pigmalión.
Cuando se
produjo su divorcio de Anthony Mann, Sara se encontraba en la cúspide del
estrellato, viviendo la que sería su década dorada en el cine. Se sucedían las
películas puestas a su exclusivo lucimiento como actriz y cantante, y justo es
reconocer que Sara llenaba la pantalla como pocas. Belleza y fotogenia no
siempre van unidas, pero en el caso de la Montiel formaban un matrimonio
perfecto: pómulos altos, ojos oscuros y seductores y boca sensual, los primeros
planos de Saritísima son ya legendarios.
Sara era una
mujer querida y deseada, pero para sorpresa de todos fue a enamorarse de un
completo desconocido hasta entonces: José Vicente Ramírez Olalla, alto
ejecutivo de una empresa automovilística. Ella, que había vivido en una
sociedad de mentalidad más abierta, como la norteamericana, habría deseado
casarse por lo civil. Sin embargo, terminó cediendo a los deseos de su madre –a
quien adoraba- y del propio Chente –como era conocido familiarmente-, y la
pareja contrajo matrimonio religioso el 2 de mayo de 1964, en la iglesia de
Nuestra Señora de Montserrat, en Roma.
Sara expresó su
deseo de formar una familia, pero prácticamente desde el principio tuvo claro
que su matrimonio con Ramírez Olalla estaba condenado al fracaso. Apenas un año
después de la boda, llegaba la separación, y Sara Montiel explicó en su momento
que la causa de ese nuevo fracaso se debía a que Chente quería que ella
abandonara el cine, algo a lo que no estaba dispuesta bajo ningún concepto,
pues consideraba que había trabajado muy duro para alcanzar un puesto de
privilegio y no podía echar por la borda tantos años de esfuerzo y sacrifico.
Sara prosiguió
durante unos años su carrera triunfal con películas como “Carmen la de Ronda”,
“La reina del Chantecler” o la ya mencionada “La dama de Beirut”, donde conoció
a Giancarlo del Duca, quien era el protagonista masculino.
Con el paso de
los años, la carrera cinematográfica de Sara fue decayendo, pues el género que
ella cultivaba empezaba a no interesar comercialmente. La estrella se
encontraba en un momento muy delicado de su trayectoria artística cuando le
surgió un contrato para actuar en Palma de Mallorca. Era el 28 de febrero de
1970 y en el aeropuerto palmesano de Son San Juan la esperaba con un ramo de
flores el empresario: Pepe Tous. Poco podía imaginar Sara el giro que su vida
daría tras este primer encuentro.
PEPE TOUS, SU TABLA DE SALVACIÓN
Pepe Tous
pertenecía a una querida y prestigiosa familia mallorquina de periodistas.
Atractivo, gran conversador y caballeroso, estaba considerado como uno de los
solteros de oro en los ambientes sociales de la isla.
Años después,
Pepe Tous confesó que aquel 28 de febrero llegó al aeropuerto muy preocupado,
pues le habían dicho que Sara se comportaba como una diva a la antigua usanza.
Sin embargo, aquel primer encuentro resultó muy cordial, y Pepe Tous se
encontró efectivamente ante una estrella, pero también ante una mujer
necesitada de cariño y consejos.
La relación
laboral no tardó en dar paso a la sentimental. Pepe Tous se entregó por entero
a Sara. Dejó su actividad como periodista y empresario teatral para dedicarse
en cuerpo y alma a Sara y encauzar su carrera artística.
Lejos ya del
cine, para Sara Montiel se inició otra etapa muy fructífera con sus actuaciones
en directo y programas de televisión. Volvía a ser una gran estrella y contaba
además con el amor y la lealtad de Pepe Tous. Con la franqueza que siempre ha
hecho gala, Sara ha reconocido en numerosas ocasiones que Pepe Tous fue su
tabla de salvación.
Junto a él vivió
también momentos amargos. En 1975 volvió a ver frustradas sus ansias de ser
madre. Se encontraba en un teatro madrileño cuando tuvo que ser trasladada
urgentemente a la clínica. Sara era consciente de que sería muy difícil que
tuviera ya hijos propios, aunque a la salida del hospital dijo: “Nadie se muere de pena”. Una frase rotunda que
resumía su forma de ver la vida.
THAIS Y ZEUS: YA ERAN UNA FAMILIA
Sara Montiel y
Pepe Tous tuvieron que esperar unos años hasta que ella obtuvo la nulidad
eclesiástica de su matrimonio con Ramírez Olalla y pudieran plantearse la boda.
Sin embargo, antes llevaron a cabo otro proyecto que vino a llenarles de
felicidad.
En la primavera
de 1979, la pareja presentaba orgullosa a su hija adoptiva, Thais, una niña que
había nacido en Brasil, cuya madre murió al poco de dar a luz. Ya eran una
familia, y Sara Montiel y Pepe Tous fijaron ese mismo año la fecha de su boda.
El 31 de julio se casaron y bautizaron a Thais.
Sara Montiel
sentía que por fin había triunfado como artista, mujer y madre. Iniciaron los
trámites para una nueva adopción, y en el verano de 1983 presentaron a Zeus.
Nada parecía faltarles. Los niños crecían sanos y felices, su matrimonio
funcionaba a las mil maravillas y Sara seguía triunfando en primera línea.
Exultante de felicidad, Sara hablaba así de su marido:
-Pepe
Tous lo significa todo para mí; el amor, la seguridad, la amistad, el
compañerismo. Es un marido estupendo y un padre admirable. ¡Bendigo el día que
le conocí! Es mi tercer marido, y dicen que a la tercera va la vencida. Con él
he conocido el auténtico amor.
Sin embargo,
nada dura eternamente, y la vida volvió a mostrar su lado amargo.
“¡NO PUEDO CREER QUE HAYAS MUERTO!”
En la primavera
de 1992 empezaron a circular preocupantes noticias sobre el estado de salud de
Pepe Tous. Sara salió al paso diciendo que a su marido le habían operado, pero
que su recuperación era satisfactoria. Sin embargo, la realidad era bien
distinta. Pepe Tous estaba herido de muerte. El 25 de agosto de ese mismo año
Pepe Tous decía adiós para siempre, y su muerte llevó a Sara a un estado en el
que se mezclaban el dolor y la desesperación. Los restos mortales de Tous
fueron incinerados en Barcelona y posteriormente se produjo el patético regreso
de Sara a Palma de Mallorca, abrazada al recipiente de porcelana que contenía
las cenizas de su marido, llorando desconsoladamente y diciendo una y otra vez:
“¡No puedo creer que hayas muerto!”
En una emotiva y
dolorosa ceremonia, fue Sara quien esparció las cenizas de su marido en el mar,
cumpliendo así la última voluntad de Pepe Tous. La vuelta a casa, a la
normalidad, resultó muy penosa:
-He
perdido al amigo, al ser amado, al compañero, al padre de mis hijos… ¡a mi gran
amor! En mi vida va a quedar un enorme vacío hasta el resto de mis días.
Así se expresaba
Sara Montiel pocas semanas después de la muerte de su marido. Aseguraba que no
era cierto que la vida sigue, pero la realidad no tardó en imponerse. Pepe Tous
le dijo antes de morir que ella debía seguir adelante, luchar por los hijos y
seguir trabajando. Sara se incorporó a su trabajo en la serie de televisión
“Ven al paralelo”, aunque aseguraba que su tristeza era infinita:
-Me
falta Pepe, y ya nada será igual para mí. Sólo mis hijos podrán aliviarme de
tanta tristeza.
Las primeras
Navidades sin Pepe fueron terribles, y Sara dijo que la soledad, la falta de su
marido, era lo más angustioso que había tenido que afrontar nunca y que sus
noches eran eternas, llorando a lágrima viva por el ser amado que ya no estaba
junto a ella. Incluso recientemente dijo que estaba pensando vender la casa de
Palma de Mallorca porque en ella todo le recordaba a Pepe y cada día resultaba
más difícil vivir allí.
GIANCARLO DEL DUCA
Es posible que
Sara haya encontrado en Giancarlo el hombro amigo en el que apoyarse y
encontrar fuerzas para seguir adelante. La soledad es muy dura, sobre todo
cuando se pensaba envejecer junto al que considerabas el gran amor de tu vida.
Es cierto que Sara
y Giancarlo se conocen a la perfección desde hace muchos años y que el
reencuentro con un antiguo amor siempre renueva ilusiones. Por otra parte, Sara
dice que sus propios hijos la han animado a seguir adelante con estos planes de
boda.
Así nos encontramos
a una Sara Montiel próxima a cumplir sesenta y seis años y parece dispuesta a
iniciar una nueva etapa sentimental de su vida a los diecisiete meses de la
desaparición del inolvidable Pepe Tous.
E. M.
Se produjo el pasado verano en el
programa “Esta es su vida”
Así fue el reencuentro entre
Sara Montiel
y su futuro marido,
Giancarlo del Duca
*Durante estos meses, Giancarlo ha volcado todo su
cariño en Sara, ganándose también el afecto de Thais y Zeus
El destino tiene
en ocasiones inesperadas piruetas que provocan giros trascendentes en las vidas
de algunas personas. Esto es lo que le sucedió a Sara Montiel cuando el pasado
verano coincidió en un plató de televisión con Giancarlo del Duca, el hombre con
quien ahora ha anunciado que va a casarse.
Sara había sido
invitada por el gran periodista y presentador Ricardo Fernández Deu para que
fuera la protagonista de “Esta es su vida”. La invitación prácticamente
coincidía con el primer aniversario de la muerte de Pepe Tous y, aunque la
famosa estrella sabía que viviría momentos de gran emoción, aceptó.
Sara Montiel,
quien sólo en ocasiones límites como fue la muerte de su marido deja traslucir
con toda su fuerza los sentimientos que la embargan, apareció rutilante en el
plató con un espectacular conjunto de lamé, guapísima y con la emoción
bailándole en la mirada.
Con el verbo
cálido que le caracteriza, Ricardo Fernández Deu fue desgranando los momentos
más importantes en la vida de Sara y por el plató fueron apareciendo las
personas que habían tenido un papel primordial en la existencia de nuestra
internacional manchega. Sus hijos, familiares, amigos y compañeros del calibre
de Vicente Parra –tan unido a Sara- o Paco Morán vivieron con ella una jornada
inolvidable.
EL REENCUENTRO
Para la propia
Sara constituyó una agradable sorpresa y una gran alegría ver aparecer a
Giancarlo del Duca, el atractivo actor italiano con quien treinta años atrás
había protagonizado dos películas de éxito, como “La dama de Beirut” y “La
mujer perdida”, y con quien además había vivido una hermosa relación
sentimental que había finalizado cuando Sara conoció a Pepe Tous.
Con Ricardo
Fernández Deu como testigo, Sara y Gianca, como ella le llama, recordaron ante
las cámaras detalles y anécdotas inolvidables del tiempo en que estuvieron
juntos.
Durante un
tiempo en que Sara estuvo junto a Pepe Tous, ambos habían visto a Giancarlo en
algunas ocasiones y el actor fue una de las primeras personas en llamar a Sara
cuando se produjo el fallecimiento de Pepe. Eran contactos ocasionales en los
que ambos refrendaban el afecto que les unía.
Sin embargo,
sería el programa “Esta es su vida” el que provocara un renacimiento en la
relación entre Sara y Giancarlo. Primero fue el compartir hermosos e inolvidables
recuerdos. Giancarlo se dio cuenta de la necesidad que Sara tenía de cariño y
atención y con total lealtad y honestidad volvió a ofrecérselos a la mujer que
tanto había amado.
Lentamente ambos
se fueron dando cuenta de que entre ellos volvía a crecer el amor, con la
fuerza y la serenidad que sólo se alcanza en la madurez. Para Sara, sentirse
nuevamente querida y admirada significó su renacimiento como persona y como
mujer. Volvía a sonreír y a tener esperanzas en el futuro, y sus hijos no
tardaron en darse cuenta de lo beneficioso que para su madre resultaba la
compañía de Giancarlo.
UNA NUEVA ETAPA
Los tres habían
sufrido mucho con la muerte de Pepe Tous y para Thais y Zeus resultaba muy
doloroso ver tan triste y abatida a su madre, cuando ella sólo les había
ofrecido alegría. Con total naturalidad han aceptado la presencia de Giancarlo,
quien lógicamente siente un gran afecto por los niños, les ha ofrecido su apoyo
incondicional, aunque también les ha dejado claro el respeto que siente por la
memoria de su padre y que nunca podrá ocupar su puesto.
Sara ha valorado
en cuanto merece la paciencia y el respeto que Giancarlo ha mostrado en estos
meses. Para él significa recobrar en plena madurez al que ha sido el gran amor
de su vida. Para ella, la oportunidad de afrontar nuevamente la vida con amor y
alegría.
Sin duda es una bella historia de amor entre dos personas maduras que saben muy bien lo que quieren. Sara Montiel no podrá olvidar nunca a Pepe Tous ni ésa es la pretensión de Giancarlo, pues él mismo sabe que ha sentimientos y vivencias que nada ni nadie pueden borrar. Ahora, con todo ese bagaje de experiencias y cariño mutuo, Sara y Giancarlo inician una nueva etapa que todos deseamos que sea feliz y duradera. Han anunciado su boda y ojalá sea un día muy feliz.
EL RECORTE CCCXLVIII
Lo de Sara y Giancarlo fue un amor de idas y venidas durante las dos últimas décadas de vida de la artista. Este recorte de Hola, septiembre de 1998, nos cuenta una de las muchas reconciliaciones que tuvieron.
Posó en su casa con su hija Thais, que pasó el
verano estudiando en Estados Unidos
SARA MONTIEL
“He vuelto con Giancarlo, pero no nos vamos a casar”
Aunque
convaleciente aún de su rotura de hombro, Sara Montiel se encuentra con más
energías que nunca. Después de más de cuarenta años en los escenarios y en el
cine, Sara no se cansa. No quiere retirarse, admite que le gusta su profesión y
que aún tiene mucho que dar.
Toda una
madraza, Sara nos recibió en su casa en compañía de su hija Thais, a quien no
ha podido ver en todo el verano. La joven, de diecinueve años, vive volcada en
su carrera y estuvo en Estados Unidos, donde hizo un curso en la Universidad de
Georgetown. Sara nos contó sus impresiones y sus proyectos.
-Sara, en primer
lugar, ¿cómo te encuentras del brazo?
-Mejor,
pero todavía no estoy recuperada del todo. Tengo una doble fractura y aunque ya
no llevo venda, los médicos me han dicho que repose otros diez días más.
-Estarás
recuperada entonces para tu vuelta al trabajo el día uno de octubre.
-Claro.
Presento “Sara Montiel, en concierto” en el Centro Cultural de la Villa de
Madrid, pero no es un concierto propiamente dicho. Se divide en cuatro bloques
de canciones. Cantaré salsa, boleros, tangos y cuplés.
-Sara, después
de tantos años trabajando, ¿no has pensado alguna vez: “Ahora lo voy a dejar y
me voy a dedicar a mí”?
-No,
porque a mí me gusta mucho lo que hago. Los artistas amamos mucho nuestro
trabajo y no lo vemos como tal.
DE NUEVO ENAMORADA
Está, dice, de
nuevo enamorada, y el afortunado vuelve a ser el italiano Giancarlo Viola, un
antiguo amor que el destino ha querido unir de nuevo. Sara no quiere boda, pero
admite que como le ha insistido tanto no ha podido resistirse.
-¿Qué significa
para ti Giancarlo?
-Giancarlo
para mí fue un hombre con el que hace treinta y tres años compartí mi vida.
Vivimos juntos ocho años, pero luego nos separamos y ahí fue cuando encontré a
Pepe. A los diez meses de morir Pepe apareció de nuevo Viola y estuvimos juntos
un año.
-¿Por qué os
volvisteis a separar?
-“Gianca”
no tenía el divorcio, aunque vive separado de su mujer desde hace mucho tiempo,
por eso volvimos. Pero después yo quise mantenerme al margen, por eso me
retiré.
-Se dice que te
separaste porque mintió a tus hijos.
-Hombre,
relativamente. Él simplemente les hizo creer que estaba divorciado y no era
cierto. Yo lo sabía.
-Sara, es la
tercera vez ahora. ¿No te da miedo?
-No.
El que la sigue la consigue, y él lo ha conseguido. Me ha estado insistiendo
mucho y al final he caído. No tengo miedo, porque tampoco me planteo nada
serio. No pensamos casarnos.
-Define a
Giancarlo.
-Es
muy buena persona, le quiero mucho. Esta última vez ha insistido muchísimo e
incluso llamó a todos mis amigos para que me convenciesen. Además se lleva muy
bien con mis hijos, es muy cariñoso.
-¿Cómo vais a
compaginar vuestras vidas con el trabajo?
-Lo
haremos como podamos. Lo que sí es seguro es que vendrá a casa a pasar las Navidades.
TODA UNA MADRAZA
-Hace poco se
dijo que tu hija tenía novio.
-Son
compañeros de clase y salen a la cafetería de enfrente a tomar café. No es su
novio.
-En el caso de
que tuviese, ¿cómo reaccionarías?
-Es
normal que tenga novio. Tiene diecinueve años y pienso que está en la edad
adecuada. Es lógico que se enamore.
-¿Te consideras
una madre absorbente?
-No,
para nada. Yo del doy libertad absoluta, lo único que me preocupa es la noche;
me gusta que vaya siempre acompañada.
P. T. I.
Fotos: J. R. HERNANDO
(EUROPA PRESS REPORTAJES)
LA FOTO CCCXLVIII
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