sábado, 7 de noviembre de 2020

CICERONE - del 20 al 26 de Abril de 1.970 - España


Al habla con…

SARA MONTIEL

Barcelona se rinde sin condiciones al arte de Sara


Cuando estas líneas vean la luz, el Paralelo barcelonés, lugar de cita obligada de tantas estrellas famosas, contará con una más de fuertes y extraordinarios destellos. La gran Sara Montiel, admirada tantas veces desde la pantallas más o menos cinemascópicas, está ahora ahí luciendo su portentosa belleza, su insinuante sexy, su fabuloso vestuario, y su increíble fortuna en las joyas que la adornan. Sara Montiel, a quien siempre hemos llamado la Sara Nacional y la más internacional de las estrellas de España, luce ahora, más serena y mucho más artista. Lejos del frío quehacer de los platós cinematográficos, la Montiel se enfrenta por vez primera con su público, con ese público que siempre le ha sido fiel, llegando hasta él cordial y agradecida. Y ese mismo público ha vuelto a levantarse en incontenible oleada arrollando una vez más a la estrella con ese fervor y con ese cariño incontenible. Y es que Sara Montiel sabe llegar como nadie al corazón de las gentes, ya con sus palabras, ya con sus gestos, ya con sus canciones, en las que pone lo mejor y más cuidado de su arte exquisito y brutal al mismo tiempo. Por vez primera a lo largo de su dilatada carrera artística, Sara Montiel ha tomado contacto con su público y ha podido comprobar en lo más vivo de las gentes, que el barómetro de su popularidad sigue marcando alto. Y es que Sara Montiel es ya algo más que una estrella elevada a la categoría de mito.

 

SARA MONTIEL HABLA CON LOS INFORMADORES ANTES DE SU DEBUT

La estrella, que es, ante todo, una mujer de detalles, quiso entrevistarse con los informadores antes de su debut en la Ciudad Condal. En torno a ella, que llegaba de la mano del prestigioso empresario don Joaquín Gasa, nos reunimos un buen número de periodistas deseosos de comprobar que Sara Montiel estaba en Barcelona como en su casa. Y así fue, la estrella dialogó abiertamente con todos nosotros, dando todo tipo de detalles sobre su presentación en la ciudad, en la que Sara Montiel –según dijo ella misma- tenía tantas ganas de presentarse.

Como puede suponerse, no faltó el cotilla de turno, quien hizo preguntas sobre la vida privada de la estrella. A todo contestó Sara Montiel, incluso a lo que no tenía respuesta por el modo como había sido preguntado. Detalle importante; Sara Montiel no lucía minifalda, pero en cambio sí un generoso escote, sobre el cual lucía la estrella un impresionante collar de brillantes y rubíes. En las manos otras joyas y pulseras, que, junto a los pendientes, valóranse en más de veintiocho millones de pesetas. Esto es sólo un dato, pero insisto en que es necesario ver a Sara Montiel en escena para comprobar la magnificencia de su arte, de su saber estar, de su vestuario y de su colección de joyas, cuya valoración es nada más y nada menos que de cincuenta millones de pesetas. Ahí es nada.

DIÁLOGO CON LA ESTRELLA

-¿Qué ha significado para Sara Montiel este primer contacto con el público?

-La realización de un sueño largamente acariciado y el pago de una deuda a mi público, que al fin he podido cumplir.

-¿Por qué no lo hiciste antes?

-Nunca encontré el tiempo suficiente para montar un espectáculo como el de ahora. Mis películas se encadenaban una tras otra, obligándome constantemente a demorar el proyecto.

-¿Qué es esencialmente “Sara Montiel en persona”?

-Un “show” en la línea de los que se realizan en el extranjero y en el que, la estrella, tiene oportunidad de lucir una serie de facetas artísticas y personales.

-¿Te asustaba este contacto con el público?

-La empresa era comprometida, pero yo sabía que existían muchas ganas de verme actuar sobre un escenario. El día de mi debut en Madrid quedó ampliamente demostrado. 


-¿Qué significa Barcelona en la vida artística de Sara Montiel?

-Barcelona es una ciudad que siempre me ha dado suerte. El público es entendido y por esta razón no es posible darle gato por liebre. Quien defrauda al público barcelonés una sola vez, difícilmente puede volver a conquistarlo. En Barcelona, además, arrancó mi carrera cinematográfica tras el rodaje de “El último cuplé”. Esta película representó mi entrada en el cine español por la puerta grande. Después, todo el mundo sabe lo que ocurrió.

-¿Qué hace Sara Montiel para mantenerse en forma?

-Nada especial; a lo sumo, un poco de régimen.

-Parece que, en general, las señoras no tienen buena impresión de Sara Montiel. ¿Es ello cierto?

-Rotundamente, no. Si se pudiera hacer una encuesta, veríamos que, por lo menos un ochenta por ciento de mujeres consultadas, hablarían bien de mí.

-¿Y la juventud?

-Esa es otra cuestión, que también quiero aclarar. Hay muchos jóvenes que vienen a verme al teatro. La razón es simple. Cuando estos jóvenes lo eran aún más, no podían ver mis películas. Ahora cumplen un deseo y me ven personalmente.

-¿Qué diferencia existe entre la Sara Montiel cinematográfica y la que vemos en el teatro de carne y hueso?

-Sustancialmente, ninguna; yo no tengo secretos.

-¿Cómo va tu matrimonio?

-También ahí quiero aclarar que todo va bien, pese a lo que se ha dicho en contra.

-¿Cuánto tiempo permanecerás en Barcelona?

-Desgraciadamente, sólo cuatro semanas.

-¿Algo más como final?

-Un afectuoso saludo para todos.

Tras las palabras de Sara Montiel, hablamos un momento con don Joaquín Gasa, el conocido empresario barcelonés, a quien debemos la presencia de Sara Montiel en la ciudad, hombre preocupado siempre por traer a Barcelona lo mejor y más selecto en materia de espectáculos.

 

Fernando MORER ALCÁNTARA



EL RECORTE CCCLXV

La estrella había dado ya el paso a los teatros. Seguía con el cine. Aquí una de las mil entrevistas de la época que la artista concedió. Era la época de 'Varietés' y fue para Mundo Cristiano en su número de mayo de 1971. 


SARA MONTIEL

“VIVO DE MI CARA Y DE MI CANTE”


Sara anda loca con sus dieciocho trajes para la película “Varietés”. Revienta vitalidad. Sus ojos se hunden en ti y te hacen no sé qué raras cosquillas. Serena, explosiva, sofisticada, fumadora de rubio y negro, según se tercie; desenvuelta, pícara. La Montiel, “La violetera”, “la reina del cuplé” está ante mí sin afeites ni perifollos. Sencilla, delgada, muy delgada y un poco de cansancio en sus melosos ojos y en su boca.

 

“NO TUVE NADA”

-Sara, veo que lo tienes todo, que no te privas de nada…

-Sí, sí, lo tengo todo. Mi trabajo y mis sudores me costó. Salí de la nada. Por no tener, ni estudios tuve. Mis padres no podían. Eran pobres y el trabajo poco… Hubo hasta hambre. Mis dos hermanas y yo dormíamos en la misma cama. Mi hermano, en un catre…

Se le quiebra la voz. Sara, la enternecedora. María Antonia, en aquellos duros tiempos. Rechonchita ella, con una garganta hecha de filigranas. La de los cantos a media noche. Y soñaba, soñaba…

-Te diré que las realidades han sido más maravillosas que mis sueños.

Sangre de artista en los amaneceres de la huerta murciana y canciones embriagadas por el azahar de los atardeceres. Y llegó; Sara besó la fama. Pero María Antonia tiene algo que decir:

-A los nueve años liaba naranjas. ¡Lo veía todo tan lejos!

-Dime, Sarita, ¿cuesta mucho llegar?

-Mira, el llegar no importa tanto. Quizá llegues cuando la muerte asome las orejas. Lo importante es luchar por seguir tu vocación contra viento y marea, contra las borrascas de los que no te quieren, de los que no confían en ti.

 

FAMA

La historia, su historia, nos dice que a los catorce años conquista Madrid. Marian se difumina, se pierde…, nace ¡Sara!, la de “La morena de mi copla”. ¿Y sabéis cuánto pesaba? Nada menos que setenta kilos. Su primera película, con Fernando Fernán-Gómez; luego, se marcha a Méjico y más tarde a América. Veintinueve películas ha hecho.

-Mi mejor recuerdo, la que más fama de dio fue “La violetera”.

-Tú, Sara, me parece que has tenido la suerte de cara, ¿no?

-¡De eso, nada, pero que nada! Si se llama suerte a saber y querer trabajar, vale. Si se llama suerte a mi cara, mi cante y mi cuerpo, vale…

-Pues… ¡vale!, Sara. Pero dime. ¿Tan famosa eres? ¿Vales tanto? ¿O son burbujas, pompas de jabón que explotan… ¡plaf!, y no queda nada?

-Oye, majo, de burbujas y pompas de jabón, nada, ¡pero que nada! Aquí, donde me ves, no hay nada de prestado… En la Unión Soviética soy la mujer más famosa. En Rumanía me adoran…, y en la India, y en el Japón, y en el Sur de los Estados Unidos, y en Méjico.


-¿Y en tu España, Sarita?

-¡Huy, qué pregunta! Me adoran… ¡Vamos, me adoran! Mira qué piropo me dijeron: “Señora, ¿quiere usted pararse un poco para que la mire? Porque quiero convencerme que es de verdad”. Esto lo dice todo…

No se arrepiente de nada. Hubo algún traspié en su vida, pero es agua pasada.

-Siempre fui impulsiva –me dice.

 

AMOR

Cuando la digo que ha sido una vagabunda del amor, siempre tras él, como gitana en celo, brinca en la butaca, sus ojos se llenan de fuego y con bronca voz, a dos palmos de mis narices, me suelta:

-¡No! ¡Ay, no! ¡De eso, nada! No mendigué amor. ¡Vamos! Ni una mujer puede tener un marido tan maravilloso como tengo yo, ni un marido puede tener una tía como la presente.

-¿Cómo es tu amor? ¿Tu Cupido es el mismo de las demás mujeres?

-¿Y por qué no? Comprensión, cariño, sacrificio, no sacrificio también, querer y defender sinceramente a la persona amada y, por supuesto, no esperar nada.

 

MATRIMONIO-HIJOS

-¿Qué es el matrimonio para ti?

-Amor, dificultad, sacramento.

-Si tuvieras un hijo…

-¡No un hijo! ¡Varios puedo tener!...

-Bien, bien, pero, ¿en qué cambiaría tu vida?

-En muchas cosas. Totalmente. Me pasaría igual que cuando tenía a mi madre conmigo. Ella llegó a ser como una hija, al no poder valerse en sus últimos años.

 

EROTISMO

Sara, la pícara, la del cuplé, la de la mirada ardiente. En mi pequeño pueblo se formaba una pequeña revolución, y no precisamente cultural cuando pasaban una cinta suya.

-¿Qué piensas del erotismo que domina la sociedad?

-Pues que no tiene nada que hacer. Volveremos al amor puro, yo diría al romanticismo. Ahí tienes “Love Story”… Se nota una vuelta. ¡Como si el arte estuviera en enseñar el cuerpo desnudo! El erotismo, la pornografía están fuera de tono, faltos de estética…, vacíos y únicamente pueden surgir y permanecer en una sociedad enferma y escasa de principios morales.

-¿Por cuánto aparecerías desnuda en una pantalla?

-Yo no saldría jamás así. El desnudismo no es arte, ni pasarás a la historia del cine porque fuiste “atrevida”. Yo vivo de mi cara y de mi arte de cantar. No necesito más, y creo que tanto de una cosa como de otra estoy bien servida, ¿no crees?

 

REBELDE

-Contra las personas que hacen escopetas para que las personas se maten, contra los que arrancan a las madres hijos de dieciocho años para ir a morir en una guerra, contra la hipocresía…

Sara no es rebelde, no puede serlo. Quizá María Antonia sí pudo serlo. Ella está contra muchas cosas, pero no comprende la rebeldía de los jóvenes.

-Nosotros, los de los años del hambre, sí que teníamos razones para protestar. No había escuelas, se pasaba hambre, no había trabajo, morían los niños por falta de cuidados médicos, se envejecía pronto… Y si ahora los jóvenes salen a la calle con una canción de protesta en los labios es porque la inseguridad que sienten en sus entrañas los vuelve rebeldes.

-¿Qué inseguridad, Sara? Porque parece que lo tienen todo.

-Inseguridad en una sociedad que basa su felicidad en el dinero, en lo fácil, en la técnica. Inseguridad porque andan buscando algo y ese algo es Dios, o principios morales y religiosos. Inseguridad porque tienen miedo a no saber construir un mundo mejor que sus padres. Inseguridad porque ven a sus padres pendientes de la peseta o el dólar, sin importarles sus problemas… No sé, muchas inseguridades.

-Luego tienen razón para la protesta…

-¡No, qué va! La protesta no es tirar piedras y romper el coche del vecino… Tampoco es quedarse cruzado de brazos como los “hippies”… La protesta es saber qué se quiere, y los jóvenes no lo saben, andan buscándolo.

-¿Por qué se drogan?

-Psicológicamente, resulta difícil comprender, porque se entregan a una muete lenta, pero pienso que por la misma inseguridad. Les falta creer en algo.


DIOS

-¿Tú crees en algo, Sara?

-Por encima de todo, creo en mí y en mi trabajo. Y en Dios.

-¿Cómo es tu Dios, Sara? ¿Sientes la necesidad de estar sola para hablar con Él? ¡Vaya! Te digo esto porque los artistas tenéis cierta fama…

-A los artistas, majo, se nos juzga muy ligeramente. Que el patatín, que el patatán. Que si enseñas, que si te han visto, que si te dejan de ver… Como si fuéramos las únicas personas con derecho a escandalizar. Mi vida de artista se debe al público, al productor, al director, ¡de acuerdo!, pero tengo la otra, la que me pertenece, la que no conoce casi nadie… y rezo, ¡claro que rezo! Mi Dios es justo y, sobre todo, padre.

-¿Por qué darías todo lo que tienes?

-Dejaría de ser Sara para convertirme en Marian, ahorita mismo, por tener a mi madre conmigo. ¡Vamos! No habría nada que no entregara. Me decían: “Desnuda a la calle a picar piedras…” ¡Y lo haría! ¿Ves esos obreros? ¡Vamos! Rockefeller serían a mi lado. Daría todo, todo, todo, todo…

Su voz se ahoga. Brillan sus ojos.

-El trago más amargo, sí, el más amargo.

La tarde cae. Esos obreros, que podrían ser Rockefeller a su lado, marchan a sus casas: hijos, esposa, calor de un hogar… Sara ensaya, se prueba vestidos. Se debe al público. Se debe a Sara, a la Montiel, a “La violetera”, a “la reina del cuplé”. Yo me voy con el regusto de haber hablado con Marian, aquella niña –ya mujer- que liaba naranjas a los nueve años y cantaba en los atardeceres de azahar de la huerta murciana.

 

PEDRO DEL GENIL

(Fotos: J. WIZUETE)



LA FOTO CCCLXV


El esplendor de su glamour en los '70.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario