SARA MONTIEL…
PUNTUALIZA
“Los veinticuatro millones de mi demanda
corresponden a daños y perjuicios por la inactividad a que me he visto sometida
por la exclusiva que tenía firmada.”
“Ni Carmen Sevilla ni yo tenemos motivos para no
seguir siendo amigas y espero que en mi inmediato viaje a Méjico tengamos
ocasión de vernos.”
Hace calor,
mucho calor, en el salón-comedor donde me ha recibido Sara Montiel. Una amplia
cristalera que da a poniente, por donde entra el sol a raudales; suelo de
moqueta, y los radiadores a pleno rendimiento. Sin embargo, este calor no se
manifiesta en la voz, los gestos, las palabras, de la famosa estrella, que
habla sin apasionamiento, casi fríamente, de todo lo sucedido.
Lo sucedido –la
gente ya sabe, más o menos, todo- con la película que tenía que rodar Sara
Montiel y que, finalmente, “se ha llevado” Carmen Sevilla, originó su revuelo.
Sobre esto vamos a hablar. Pero Sara me hace una advertencia en la que no le
falta la razón:
-Por
favor, nada de mencionar el título de la película ni de la productora. Porque
va a resultar que se van a hacer una publicidad fenomenal, que valdría un
millón de pesetas, a mi costa.
Seguimos la
charla, a lo largo de la cual Sara va a puntualizar algunas cosas.
-Naturalmente,
tengo presentada una demanda judicial contra la productora, por rescinsión de
contrato.
-¿Indemnización?
-Veinticuatro
millones de pesetas.
No tengo más
remedio que soltar una exclamación más o menos sonora.
-Corresponde
a la parte del contrato –de tres películas, de las cuales sólo se realizó una,
“La mujer perdida”, y daños y perjuicios por la inactividad a que me he tenido
que ver sometida durante este tiempo por la exclusiva que tenía firmada.
-Concretamente.
-Concretamente,
tengo que rodar en Checoslovaquia una película, y otra en Rusia, sobre “La
gitanilla”, de Cervantes. Además, me he visto imposibilitada de actuar en
teatro, cosa que tengo pensada hace tiempo y que según muchas referencias, el
público me está pidiendo. Así que estar todo este tiempo sin hacer nada, para acabar
las cosas así, me ha supuesto muchísima pérdida.
-¿Ama usted
mucho el dinero, Sara?
-No. Al cabo de los años de profesionalidad, lo que quiero es mi profesión, mi vocación de artista. Pero hay que buscar, de todas formas, una compensación, precisamente a ese tiempo que he perdido en mis actividades artísticas.
-Entre usted y
Carmen Sevilla habrá ahora una tirantez, quizá una enemistad…
-En
absoluto. Cuando y me negué a hacer la película, la productora buscó a una
artista que estuviera sin trabajar en ese momento, y encontró a Carmen. Ni más
ni menos. Ni ella ni yo tenemos motivos para no seguir siendo amigas, y espero
que en mi inmediato viaje a Méjico, dentro de unos días, para actuar en teatro
y televisión, tengamos ocasión de vernos y charlar como buenas amigas.
-Con todo esto y
por todo esto, ¿de quién ha recibido usted mayores pruebas de afecto o
solidaridad?
-La
Prensa se ha portado estupendamente. Y en lo que respecta a los admiradores, se
han volcado, materialmente, con una correspondencia extraordinaria.
Está frente a
mí. Guapa, rotundamente guapa. Uno piensa en lo que siempre se ha dicho en
torno a la que indiscutiblemente es la más internacional de nuestras estrellas:
que si gorda, que si flaca, que si cutis, que si operaciones de cirugía
estética. Hay que verla así, a pocos centímetros de distancia, para darse
cuenta de que su cutis es terso, sus ojos impresionantemente bellos, su figura
casi perfecta. Y que siempre, o casi siempre, en torno a figuras famosas se
teje una malla de maledicencias promovidas por… digamos celillos artísticos.
-Sara, me han
dicho que está usted protagonizando “fumettis” o fotonovelas.
-De
eso no hay nada, en absoluto. Esta debe ser una de tantas historias como se
inventa la gente, especialmente los compañeros, los profesionales, de los que
va siendo hora que diga que he recibido muy pocas atenciones y sí, por el
contrario, numerosos motivos de queja. Claro que lo importante es que hablen de
una, “aunque sea bien”-añade,
remedando a Víctor Hugo.
-¿En qué
términos legales está basada su querella judicial?
-A
eso sería mucho mejor que le contestara mi abogado, porque yo puedo colarme con
alguna expresión que no nos interese.
-Se dice que
usted impuso, para la tan cacareada película…
-…película
que… en fin, me callo…
-…que usted
impuso el galán, el cámara, los modistas…
-Yo
tengo, o tenía, un contrato, en el que se me reconocían deberes y derechos,
como a cualquier productor.
-En definitiva,
¿qué opina de todo lo sucedido?
-Que
ha sido una experiencia más, que voy a trabajar ahora, totalmente libre, más
que antes, y que no me arrepiento de nada, absolutamente.
La charla, al
margen ya un poco de la cuestión principal que me ha llevado a casa de Sara
Montiel, se prolonga en una amigable sobremesa que se va extendiendo hacia el
ocaso de la tarde. Sara Montiel, de cuya carrera recuerda con mayor ilusión “La
violetera” –porque cuando hizo “El último cuplé” nadie creía en ella-, sólo
siente la añoranza de una cosa que nunca le llegó: los hijos.
-Hubo
un momento en que –justo es reconocerlo- llegué a pensar que podían ser un obstáculo
para mi carrera. Ahora, ya un poco a la vuelta de las cosas, pienso que quizás
hubiera sido más feliz si esos hijos me hubiesen llegado.
-Se ha quejado
usted de los profesionales. ¿Y de la gente en general?
-La
gente en general, el público, jamás se ha metido conmigo, porque yo no me he
metido con los demás. He hecho siempre lo que he podido, con mi mayor ilusión y
mi mejor voluntad, y he llegado a ser, digamos, un poco importante en el cine
español.
-Lo más
importante que hace usted ahora.
-Viajar
a Roma cada ocho o diez días para supervisar el guión que me está preparando
Rafael Alberti para “La gitanilla”. Quiere que lea y comente con él página por
página, y ésta es una deferencia no habitual y muy de agradecer.
-“La gitanilla”
va a ser, posiblemente, un film importante.
-De
seguro. Va a tener auténtica proyección internacional.
-Por fin,
¿siente usted lo ocurrido con esta película que va a hacer Carmen Sevilla?
-No
siento nada, porque yo tenía perfecto derecho a rechazar un guión que consideraba
no me iba. Porque estoy en un punto en que prefiero hacer películas importantes
artísticamente, más que meramente comerciales.
-¿Va a hacer las
paces con el productor?
-Personalmente,
no tengo nada con él. Como productor, sí, naturalmente, y las cosas van a
seguir hasta el final.
Uno cuenta lo
que le cuentan. Uno es amigo de ambas partes. Hoy ha hablado una. Cuando vuelva
de América hablará –esperamos- la otra…
CAMPOS TEJÓN
24 millones en el aire
DESPUÉS DEL ACTO DE CONCILIACIÓN ENTRE SARA Y LA PARTE DEMANDADA EL PLEITO PASARÁ A LA MAGISTRATURA DEL TRABAJO Y CONTRA EL FALLO DE ESTA SE PODRÁ RECURRIR AL TRIBUNAL SUPREMO
Puestos en
contacto telefónico con Sara Montiel ésta nos citó en el despacho de su esposo,
don José Vicente Ramírez Olalla.
La famosa
estrella lucía un elegante modelo italiano de lana a cuadros parecido al arco
iris. Sus zapatos eran de charol color rojo.
En sus manos
tres impresionantes brillantes engarzados en platino, la piedra preferida de
Sara junto con las esmeraldas.
Sara Montiel,
aunque preocupada, conserva en estos momentos la serenidad, serenidad necesaria
para hacer frente a sus problemas profesionales puestos por vez primera en
litigio en los que tanto Sara como Cesáreo se juegan una buena baza no tanto
económica como moral, aunque por medio estén veinticuatro millones de pesetas.
-Mi
pleito no es de tipo económico, sino artístico. Aun con ser el dinero algo muy
importante, lo que yo intento es salvar mi carrera artística congelada por un
contrato cuyas cláusulas no se han cumplido. Eso es todo.
Precisamente el
pasado día 8 se celebró el primer acto de conciliación laboral en el Sindicato
del Espectáculo, entre la demandante y el demandado. Como era de esperar, no
hubo avenencia por ninguna de las partes.
Por consiguiente
el pleito pasará a la Magistratura del Trabajo, que será quien falle.
Contra ese fallo
se podrá recurrir a la Sala 6.ª del Tribunal Supremo cuyo fallo, como ustedes
saben, será inapelable.
-Mientras tanto,
¿qué hará Sara Montiel? –pregunté.
-Trabajar y trabajar –nos respondió ella-. Precisamente en estos días estoy ultimando los detalles de mis contratos para actuar en una gira en Méjico en televisión y teatro cobrando unos cinco mil dólares diarios.
La visita de
Sara Montiel a Méjico, país en el que vivió cinco años y al que no ha vuelto
desde hace doce, coincidirá con el rodaje de la película que ella se ha negado
a rodar y en la que interviene en su lugar Carmen Sevilla y Vicente Parra.
-¿Qué supone
para usted toda esta serie de problemas?
-Todo
ello es el resultado de una cosa: lo duro y lo difícil que es ser Sara Montiel
en España. La mayoría de las veces la gente no
perdona que hayas triunfado.
Eso puede que
sea una minoría. Porque sobre la mesa de su marido se amontonan las cartas por
centenares, cartas de admiradores de toda España, pueblos y ciudades de
América, de países del otro lado del telón de acero, cartas en las que la gente
sencilla y modesta, su público, sólo le pide una foto con su autógrafo o se
preocupa por la marcha de su pleito, un asunto jurídico de enorme impacto
popular por la sencilla razón de que Sara Montiel es un fruto de las masas que
no entienden ni de pleitos ni de juicios, sino de lo que ve y siente y, por
tanto, sencillamente admira.
JAIME PEÑAFIEL
EL RECORTE CCCLXIV
¿Por qué Sara dejó México para hacer 'Veracruz' y no volvió hasta 1968? Es una de las preguntas, como casi toda su etapa en el país azteca, que casi nunca se le hizo a la estrella. Lo cierto es que cuando regresó fue recibida como la súper-estrella que era y todo el país se puso a sus pies. La revista Semana recogía así su regreso en uno de sus números del '68.
VESTIDA CON MINIFALDA Y MÁS JUVENIL QUE NUNCA
REGRESÓ
SARA MONTIEL
Ha permanecido cinco meses en Méjico
“TENGO 35 AÑOS Y MUCHAS GANAS DE VIVIR”
Procedente de
Méjico regresó a España Sara Montiel, después de haber permanecido en el país
azteca cinco meses, actuando ininterrumpidamente y con gran éxito.
Sara descendió
del avión con parsimonia, posando para los fotógrafos que acudieron a
recibirla. Vestía un modelo minifalda de color verde. Su aspecto era muy
juvenil.
-¿Has tenido en
Méjico el mismo recibimiento que hace algunos años, cuando se estrenó allí “El
último cuplé”?
-Naturalmente. Yo sigo siendo la misma y el público me requiere del mismo modo.
-Sin embargo,
Sara Montiel viste hoy minifalda…
-Hay
que rejuvenecerse y yo me siento siempre joven, con muchas ganas de vivir.
-Se dijo desde
Méjico que una señorita española aseguraba ser tu hija…
-La mencionada señorita resulta que tiene treinta y un años. ¡Me asusta saber que puede ser hija mía! Yo cuento ahora treinta y cinco primaveras.
Al aeropuerto había acudido a recibirla su esposo, José Vicente Ramírez Olaya. Los dos se fundieron en un largo abrazo. Cinco meses eran demasiados y ambos se echaban mucho de menos.
LA FOTO CCCLXIV
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