lunes, 20 de septiembre de 2010

FOTOGRAMAS - 23 DE ENERO DE 1970 - España

   
SARA MONTIEL "EN PERSONA"


En este tiempo de la vida española solamente tres seres podríamos decir que son históricamente universales, verdaderamente populares, y, por ello, generadores de violencias clamorosas, aunque con sus críticos y demoledores; y cada uno en su esfera. Me refiero a Franco, al Cordobés y a Sara Montiel. Nadie más popular que ellos. Franco tiene ya centenares de biógrafos. Es superviviente de esta lista alucinante de nuestro siglo: Churchill, Hitler, Roosevelt, Stalin, Mussolini, Salazar, Gandhi, De Gaulle… El Cordobés tiene ya su media docena de biógrafos. Faltan los biógrafos de Sara. ¿Cuándo? Si ella decidiera a contar, “gemirían las prensas” como se decía al principio de este siglo con las cosas sensacionales. Ya sé que hemos exportado algo más; no mucho. La rica, peculiar, original e irrepetible personalidad de estos españoles han de tener sucesión, pero no tendrán sucesores. Son únicos, y no dejan molde. Los tres están en la prensa nacional y en la prensa internacional a lo largo de muchos años, y más que los españoles de todas las épocas.
(Emilio Romero)

El espectador que ha pagado cuarenta duros por una butaca y otros tres en un programa de mano, puede leer este párrafo en la presentación de Sara Montiel que firma el popular periodista madrileño. No sorprende, por tanto, que en la amplia planta del Teatro de la Zarzuela de Madrid se respire un aire de ritual, de curiosidad expectante y una pizca morbosa.
            ¡La diosa accede a descender del Olimpo y mezclarse con los humildes mortales! Un desusado silencio recibe una secuencia de “Esa Mujer” proyectada en una gran pantalla. Sara Montiel canta desde su imagen inaccesible unas estrofas de una canción de Manzanero: “Contigo aprendí”. La pantalla desaparece para dar paso a una Sara de carne y hueso (“para mí la carne, para ti el hueso”, dirá Tip a Coll en un “sketch”). Sara continúa la canción con el mismo vestido y las mismas joyas que lucía hace un minuto en la pantalla. La transmutación, aunque elemental, persigue un claro objetivo: demostrar que es la misma mujer, el mismo mito, la misma personalidad. Sara termina su canción entre aplausos nutridos. Manifiesta al público su agradecimiento y anuncia su propósito de entrar en contacto más directo, ya que desde la pantalla no tiene la “probabilidad” de hacerlo. Su propósito se materializará tres veces a lo largo de la representación, paseándose entre los espectadores de la platea, pidiendo un cigarrillo cuando canta “Fumando espero” o repartiendo violetas, cuando, al final, entona “La violetera”.
            Sara canta, a lo largo del espectáculo, diez canciones (en el programa figuran un par más). Su voz es más oscura que en sus “playbacks” y la orquesta la acompaña a una cierta distancia. No es descubrir el Mediterráneo afirmar que Sara dice el cuplé o la canción con un estilo muy personal, grave, pastoso. Pero al público apenas le importa “cómo” canta Sara y apenas lo que canta. El público va a otra cosa.    


A Sara la quiere ver la gente en persona, para comprobar si su belleza es irreal o auténtica. Si en Italia se dijo una vez que cuando alguien sacaba a relucir el nombre de Sofía, no podía ser otra que Sofía Loren, en España ya no hay más Sara que ésta, porque la bíblica del Viejo Testamento queda un poco lejos.
(Emilio Romero)
          
          Lo que no se sabe bien es si Sara ha calibrado bien el alcance de esa aparición “en persona”, si ha considerado que su presencia es un escenario va a ser interpretada más como un canto del cisne o una función de homenaje (cosa que evidentemente no necesita, vistos los “pedruscos” que luce en escena, y que el programa se encarga de recordar que son de su propiedad) que como el punto culminante de una carrera. Son ya 14 años los que nos separan de “El último cuplé” y hoy la coyuntura no parece tan propicia para la nostalgia como en 1956. El público va a ver a Sara por lo que ha sido más que por lo que es. Sara no es ni una “vedette”, ni una cupletista, ni una actriz. Por lo menos, no es “específicamente” ninguna de esas cosas. Su triunfo indiscutible, su acceso a la categoría de mito lo debe esencialmente a su condición de “mujer-apasionada-que-ama-sin-prejuicios-y-sufre-sin-medida”. Y ahora, desde el escenario del Teatro de la Zarzuela madrileño, su imagen “fatal” es puramente retrospectiva.

            Sara tuvo sus comienzos duros, y por ello sabe cómo son los materiales de una sociedad donde se ha triunfado, dejando en el camino, heroicamente, los pedazos de virtud que se ha podido; así es que no vengamos a moralizar luego, porque cada uno ha entregado lo que le han arrancado. Y, así y todo, Sara está de pie. Atractiva, tersa, romanceadora. Por eso su dolor máximo tuvo lugar recientemente, cuando perdió a su madre. Era su intimidad verdadera.
(Emilio Romero)



¿Cuál es el futuro de Sara tras ese punto y aparte en su carrera? ¿Seguirá rechazando personajes cinematográficos como el de “Si volvemos a vernos”, que podrían haber marcado el comienzo de una etapa distinta? ¿Perseverará en su inconsciente autodestrucción artística animando nuevos melodramas en los que los papeles de sus hijas serás cada vez de mayor edad? ¿Culminará su imagen pública en un espectacular cierre en un convento? ¿Oirá los consejos de quienes creen en sus posibilidades de actriz para aferrarse a un buen guión que la “redima”?
            Sara Montiel ha hecho su primera aparición “en persona”, rodeada de unos buenos humoristas, de un ballet de aire internacional y en el marco de un espectáculo discretamente suntuoso. Un espectáculo de una dignidad desacostumbrada, pero que cumple una función remotamente próxima a la pretendida: acercar físicamente un mito a los responsables de ese mito; pero distanciarlos anímicamente a millones de años-luz. María Antonia Abad “en persona”, sí; pero Sara Montiel “en peligro”.



Fotos: Wizuete


EL RECORTE II
En la misma revista, en la sección LO DICEN LOS LECTORES, el periodista Juan Sanchez de Toro se hacía eco de la primera aparición en persona de nuestra estrella con estas palabras:

Con una emoción grande recordaré siempre un viernes 26 de diciembre de 1969 por la noche, sentado en la fila 1 de butacas, dentro del marco del famoso Teatro de la Zarzuela. Será una fecha memorable para mí y creo que para todo el público que llenaba al máximo el local, porque lo que allí se presenció no fue algo más dentro del género musical, no, ni mucho menos: fue un regalo incomparable, un retazo fiel de lo que siempre se adoró, era la continuidad solemne, turbadora, pero… ¡real!, de una mujer que más que estrella y diva, es el gran mito del cine y ahora del teatro español.
Yo iba con recelo, me senté temeroso, esperaba encontrar, sí a una Sara Montiel hermosa, electrizante, pero dudaba de su soltura en un escenario, pero… ¡Oh, realidad!, aquello no era Sara Montiel, era ¡ella!, ¡ella!, multiplicaba mil y mil veces más. Mis ojos miraban y miraban ávidos los flashes famosos de la estrella, pertenecientes al film “Esa mujer”, hasta que todo se esfumó para dar paso a su figura, a su persona, a su voz cálida y perfecta, a toda ella, que más que mujer es muestra fiel, constante, eterna de lo que siempre se admiró en ella. Por su sola actuación interpretando el inefable “relicario” volvería diariamente, seguiría admirando lo mil veces admirado, caería en el suelo constante de no estar en el teatro de la Zarzuela, sino en ese paraíso esperado, en ese lugar que todos pacientes esperábamos de nuestra Sara universal, porque aquello era un cafetín de principios de siglo, era un remanso nostálgico, hermoso y tranquilizante, donde se rendía culto a la más grande entre las grandes, a la fiel continuadora de aquellas dos figuras: Raquel Meller y Conchita Piquer.
Yo, en esta misma revista, critiqué duramente el film “Tuset Street”, razonable conclusión debido a la desilusión que el mismo causó, pero, afortunadamente, aquello desapareció para dar paso a lo que el público esperaba de ella, a un gran espectáculo, perfectamente dirigido, lujosamente presentado, donde todo gira en torno a la más grande estrella que tiene España.
Digno de elogio es su interpretación de “Nena”, digno, no sólo por la calidad de esa letra inmortal, sino por el calor, la vida y la pasión con que ella interpreta, mientras, emocionada y transportada, va diciendo la canción, al mismo tiempo que en su mano tiembla el micrófono.
Recuerdo y nostalgia de tiempos pasados, esplendor y belleza de una época que no morirá. Todo para una sola mujer, todo en la boca vibrante y sensual de una Sara fiel a sí misma, de una Sara que no es actriz, de una Sara que conmueve, que hace soñar, que deleita, que demuestra no sólo estar en la cumbre de su carrera, sino que se entrega a su público en cuerpo y alma, recibiéndola éste jubiloso, amando incansable el mito que él formó, llevándose consigo todo lo más esencial de él, todo el resultado que es mucho y difícil de enumerar de una inigualable Sara Montiel en persona. 


LA FOTO II


Traigo hasta aquí esta sensual foto de Sara Montiel. Una "joyita Castellvi" como digo yo que luce, maravillosa, en el interior del disco "Anoche con Sara". Disfrútenla. Con ella te hago un guiño Fran. Gracias, de verdad, por la desinteresada ayuda que me has prestado y por dedicar toda una entrada a mi blog. Mil gracias "mosquetero".

6 comentarios:

  1. Que buena entrada!! Yo nunca había leído el articulo completo!! La parte escrita en negro no la pude leer porque no hay contraste pero lo demás muy interesante....Felicidades!! Erika

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  2. ...gracias prima. La parte negra es un error que no se cambiar....ya sabes tú de mis manejos con estas cosas, pero lo intentaré. Sí, el artículo es bueno, sobre todo porque anuncia una muerte que.....nunca llegó!!!!! Faltaba mucho todavía para que Sara dejase de resplandecer.....aún hoy brilla. Gracias, prima.

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  3. Muy interesante. El brillo cuando es de verdad auténtico, siempre permanece. Ah, recojo mí guiño.
    Saludos!

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  4. Que lastima que no se puedan agrandar las imagenes, deberias entregar una lupa al lector, por lo demas excelente sitio, gran idea, gran Sara!!!

    Saludos

    Ramon

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  5. Ja ja , ¿que paso? no se puede publicar comentarios...
    las lupas para ver las fotitos donde la regalas????
    Es cierto, cualquiera hace un blog hoy en dia

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  6. Vi ha Sara el dia mismo del estreno 19 de diciembre del 69, yo tenia 16 años, la admiraba dede muy chico, y fué impresionante la capacidad que tiene esta mujer para estar totalmente desenvuelta de cara al publico, fué la mas grande, la mas internacional, fotogenia y hasta divina diría yo, hace aproximadamente año y medio que falleció, y a estas alturas, no ha salido otra Superestrella como ella, mujeres como ella solo salen muy de cuando en cuando y dejan profunda huella en su paso por el mundo, haya donde estes te adoramos Sara.

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