viernes, 29 de octubre de 2010

LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA - 8 de Junio de 1967 - España


 ¡TODAVÍA NO HA DICHO SÍ! SARA MONTIEL, TREINTA MILLONES POR UNA PELÍCULA
 Dicen los entendidos que un catarro mal cuidado dura una semana y un catarro bien cuidado dura siete días. Pues, señores, siete días le duró a Sara Montiel aquel rostro infotografiable que a mí me hizo pensar –vaya usted a saber por qué- en el principio del fin de una mujer que estaba en plena ascensión.


Han pasado dos años. Sara ya tiene treinta y cuatro. A lo mejor, treinta y seis. Las mujeres…ya se sabe. Pues bien, aunque tenga cuarenta. Voy a ahorrarme su descripción. Es fácil: el lector mira y, luego, opina. Ya está, ¿no?
Pues bien. Esta es la mujer que, otra vez en un aeropuerto, dice adiós. No viste pantalón. No está constipada. Va sola. Su marido la despide junto a la escalerilla del avión. Ella sonríe. Y dice:
-Cuando regrese, dentro de tres días, charlamos. ¿Quieres?
Cuatro días después, tras haber grabado en Caracas doce canciones de las “suyas” -¿habrá que decir doce cuplés?- estaba otra vez en Barajas igual que se fue, pero con un millón de pesetas más en su cuenta corriente.
Había dicho “charlamos, ¿quieres?” y yo sí quise. Pero aquella mujer a la que yo casi me atreví a enterrar artísticamente con el pensamiento, se despedía dos días más tarde, otra vez en Barajas, al iniciar su viaje a Roma:
-Mañana estaré de regreso. Voy a ver cómo van las cosas de mi próxima película y a traerme de paso el guión. Charlamos cuando regrese, ¿quieres?



Pensé yo que a este paso la única forma de charlar con Sara Montiel era ponerse a su altura, es decir, volar junto a ella. Antes de iniciar este nuevo viaje había afirmado rotundamente: “Actualmente tan sólo existen cuatro figuras universales que tengan la máxima cotización: Sofía Loren, Marlon Brando, Liz Taylor y Sara Montiel”.
Conocí a Sara Montiel -¿te acuerdas Sarita?- hace ahora exactamente dos años, en el aeropuerto de Barcelona. Yo acababa de ser testigo del triunfo de nuestros tenistas ante los tenistas norteamericanos y llevaba en la mano la pelota con la que Manolo Santana había dado el golpe de gracia a las ilusiones yanquis. Sara, en cambio, acababa de salir de un fuerte resfriado y llevaba en su rostro la huella inconfundible de la enfermedad. Estaban hundidos sus ojos, hinchadas sus mejillas, colorada su nariz. Confieso que no la conocí al verla, pese a que me fijé en ella porque su atuendo –cómodo y deportivo traje de chaqueta y pantalón- me llamó la atención.
Mientras esperaba la salida del avión, me tropecé con José Vicente Ramírez Olalla -¿te acuerdas “Chente”?- y fue él quien me presentó a su esposa. Charlamos. Ella, forzando la sonrisa, me dijo: “No te fijes hoy demasiado en mí; soy mucho más mona. Pero este resfriado me ha dejado hecha un cromo”. Y a fe que estaba hecha un “cromo”. Tanto que yo pensé estar frente a una caricatura de la archibonita Sara. Tanto que yo creí estar presenciando el comienzo del fin de un mito del celuloide.
Para no fijarme demasiado en ella empecé a jugar con la pelota que llevaba. Y aquella pelota de tenis, que simbolizaba el triunfo de España frente a Estados Unidos en la Copa Davis, pasó de mis manos a las manos de Sara –sólo hablábamos de tenis- y de las de la actriz pasaría después a las del hermano enfermo de su marido. Luego volamos en el mismo avión a Madrid, si bien es verdad que separados por esa barrera hueca que separa a los viajeros de clase turística de los viajeros de primera clase. (¿Hará falta decir que en primera clase iba el matrimonio de famosos?) Volvimos a unirnos en Barajas y el descapotable rojo de los señores Ramírez Olalla me dejó a la puerta de mi casa. Cuando reanudó la marcha, Sara me dijo: “Ven a verme cuando se me haya pasado este resfriado. Soy distinta”. Yo dije para mí: “Esta mujer está ya acabada”. Y me cubrí de gloria. 
¿Un farol? Esta es la respuesta. Me enteré de ello antes de su regreso de Roma. Una productora argentina acaba de ofrecerle a Sara Montiel treinta millones de pesetas por una sola película. ¡Y yo creí que estaba acabada!
Pero ya está aquí Sara otra vez. A su lado, en Barajas, hay un hombre desconocido para nosotros. Se llama Duccio Tessari. Es el director de la próxima película de nuestra actriz. Una coproducción hispano-italiana en la que, ¡oh maravilla!, no habrá ni un solo cuplé. Habrá canciones, eso sí, pero de ritmo actual. Tres o cuatro, nada más. Y una Sara distinta, moderna, casi “ye-yé”. Porque Sara es…
-Soy una actriz que está loca por demostrarlo sin tener que cantar. Lo que ocurre es que al público hay que darle lo que pide y a mí me pide siempre lo mismo. Pero ahora voy a darle más, mucho más. Ahora van a ver a una actriz de verdad, no sólo a una mujer que, cuando todo el mundo gritaba al cantar, ella convenció a todos “diciendo” sus canciones.
El coche arranca veloz. Madrid. Plaza de España. Ya no está, cuando llego, Sara. Una reunión de negocios. ¿La película que va a rodar en Checoslovaquia? Quizá. ¿Los preparativos para el Festival de San Sebastián dentro de unos días? Tal vez.
Sara se me ha ido otra vez. El teléfono.
-Ando loca estos días. ¡Vaya un trajín! Esto de ser una actriz taquillera trae sus complicaciones. Y ahora a San Sebastián.
-Sí, ya, pero…
-Llámame mañana y charlamos, ¿quieres?
Yo sí quería. Yo quería charlar. Yo quería saberlo todo. Y ya ven: a Sara Montiel, sin constipado, no hay quién pueda frenarla. ¡Y yo que creí que estaba acabada! En fin, mañana será otro día.








Escribe: José Manuel Carral
Fotografía: Rogelio Leal

EL RECORTE VI

El 27 de Noviembre de 1981, la revista Lecturas se hacía eco del estado de salud de nuestra artista. El continuo agetreo y el no parar la obligaron, en aquella ocasión a pasar por el médico y tomarse unos días de descanso. 

SARA MONTIEL, SOMETIDA A UN CHEQUEO MEDICO
Tuvo que suspender su espectáculo musical “Doña Sara de La Mancha” y fue internada urgentemente en una clínica madrileña aquejada de fiebre y gran agotamiento físico


Sara Montiel, que a diario venía interpretando con éxito en un teatro madrileño el espectáculo musical “Doña Sara de la Mancha”, fue internada urgentemente en la Clínica Covesa en la noche del nueve de noviembre aquejada de fiebre, con tensión baja y agotamiento físico.
El público que acudió a verla esa noche se encontró con las puertas del teatro cerradas y un letrero que explicaba: “Por enfermedad de Sara Montiel, queda suspendida la función de noche”. Al día siguiente, la suspensión se prolongaba “hasta nuevo aviso”.
A Sara Montiel le duele irse del escenario pero tras los exámenes y pruebas a que la están sometiendo, tendrá que reposar durante varias semanas, por lo que no podrá volver al teatro de La Latina donde proyectaba permanecer hasta el 13 de diciembre para llevar inmediatamente su espectáculo a Barcelona.
Según Pepe Tous, abrigan la esperanza de cumplir la temporada prevista en un teatro barcelonés.
-Lógicamente, al médico toca decir la última palabra, puesto que Antonia –Sara Montiel- lleva dos años de intenso trabajo y, ante todo, debe cuidar su salud.
Por lo visto, la actriz de Campo de Criptana, Sara Montiel, sufrió una afección gripal fuerte, pero, por no faltar a la cita con su público, aguantó en pie con inyecciones, con sulfamidas, lo que agravó su cansancio. “Alguna noche cantó con 38 o 39 grados de fiebre”, dice Tous. Esto se reflejó asimismo en la tiroides, glándula delante de la tráquea, cuya insuficiencia padece la artista desde hace años. También sufrió en las mismas fechas una infección de estómago. Todo ello resquebrajó la moral de Sara que terminó obedeciendo las órdenes del médico en el sentido de que era necesario internarla para un chequeo a fondo.
En la clínica, Sara Montiel, fue conducida a un departamento de “Medicina nuclear” para una prueba.
-Sí, precisamente para ver mejor la tiroides. Es que se utiliza el átomo… No puedo entrar en detalles.
Tras calmar a la artista, los médicos le permiten incluso permanecer en pie dentro de la clínica. Su marido, Pepe Tous, la acompaña. Todas las tardes reciben la visita de su hija Thais que pregunta una y otra vez a su mamá:
-¿Por qué estás aquí? ¿Cuándo vuelves a casa? Yo quiero que vengas conmigo a casa…
Dentro de pocos días, Sara Montiel conocerá el informe completo del cuadro médico que interviene en el chequeo. Entonces podrá proyectar los cambios precisos en su programa.






















J. DE MONTINI
Fotos: FÉLIX GOMEZ

LA FOTO VI


Sara, estupenda, en una foto de la misma época que la de la portada de esta entrada. Luce su, casi tan famoso como ella, babero de brillantes y esmeraldas. 

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