martes, 19 de octubre de 2010

PRONTO - 26 de Marzo de 1994 - España



SARA MONTIEL: “ME CASARÉ CON GIANCA, DIGA LO QUE DIGA SU MUJER”

LA ACTRIZ ESPAÑOLA NO QUISO ENFRENTARSE A LA MUJER DE SU NOVIO EN “LA MÁQUINA DE LA VERDAD”, SIENDO DEFINITIVAMENTE LA ITALIANA ANNA MARIA QUARANTA LA QUE SE SOMETIO AL DETECTOR DE MENTIRAS


El anuncio de que Sara Montiel iba a sentarse ante “La máquina de la verdad” de Julián Lago despertó una enorme expectación entre todos los seguidores de esta historia en la que nadie parece tener claro nada, tal como les decíamos hace algunas semanas.
            A partir del señalado día en que Sara sentenció “Me caso”, las preguntas y dudas sobre este matrimonio se han ido sucediendo y hasta el momento no se han dado respuestas convincentes, antes bien al contrario, se han ido añadiendo ingredientes que han convertido la aparentemente sencilla y romántica historia de amor, de un amor renacido tras el paso de los años, en lo que se suele llamar “un maldito embrollo”.
            En buena lógica, cabe suponer que cuando Tele 5 anunció la presencia de Sara Montiel en el programa, lo hizo previo acuerdo, verbal o de otro tipo, con la actriz, aunque ésta, 49 horas antes de la grabación del espacio, decidió no asistir. Así lo confirmó el propio Julián Lago al inicio del mismo, en la noche del pasado día 17. Curiosamente, el lugar previsto para Sara, lo ocupó la legítima esposa de Giancarlo Viola, Anna María Quaranta, una bella y discreta italiana que, según parece, tuvo bastante que ver en la negativa de Sara a acudir a contar su historia ante las cámaras de televisión.
            Justo una semana antes del día previsto para el programa, Sara celebró su 66 cumpleaños en el trascurso de una cena íntima en compañía de unas amigas. La popular actriz no contó con la presencia de sus hijos ni de Giancarlo, ya que los primeros se encontraban en Palma de Mallorca, preparando los exámenes y el segundo estaba en Roma. “Sin embargo todos se han acordado de mí –nos dijo Sara-. Mis hijos me han comprado algunos regalos y Giancarlo me ha enviado 66 rosas rojas. Como ves no me he sentido sola, aunque en fechas como éstas siempre me acuerdo de Pepe Tous”. Aseguró también Sara que no le importa cumplir años “porque me siento joven y eso es lo que cuenta”.
            En vísperas de la emisión del programa, Sara viajaba a Sevilla para estar presente en el estreno del recital de su íntima amiga Concha Márquez Piquer. La actriz llegó a la capital acompañada de la hija de Concha y su marido, ya que Giancarlo seguía en Italia.
            Ante la prensa allí congregada para conocer sus últimas declaraciones, Sara contó que después de presenciar el espectáculo de Concha Márquez,…se iba a Palma de Mallorca a ver a sus hijos y luego a París.
            El interés de los informadores, como es lógico, se centró en la anunciada aparición de Sara en televisión, a lo que ella respondió textualmente: “Ni voy a ir, ni tengo ningún tipo de contrato ni nada”.
            Las preguntas, a partir de ahí, arreciaron:
            -Entonces, ¿es un montaje?
            -Será un montaje de ellos o de quien sea.  
            -Y la boda, ¿sigue en pie?
            -La boda no tiene nada que ver con el montaje de “La máquina de la verdad”. Me casaré con Gianca, diga lo que diga su mujer. 

 Ahí estaba la clave de todo. Resulta que pese a que Sara Montiel había aceptado la propuesta de Julián Lago, no sabemos por qué cifra, aunque se barajan cantidades alrededor de los catorce millones, cuando supo que entre los invitados iba a sentarse su rival, la legítima de Gianca, Anna María Quaranta, se echó atrás, dejando a Lago compuesto y sin personaje, sin embargo, éste bien pronto resolvió el problema y, en el lugar que debía haber ocupado Sara, sentó a la italiana.
            Anna María Quaranta había hecho unas declaraciones pocos días después del anuncio de boda de Sara Montiel, en las que ésta no salía demasiado bien parada. Aseguraba Anna María que su marido seguía viviendo en su casa y también que no habría boda.
            El interés por el programa, a pesar del obligado cambio de personaje, no decreció, al fin y al cabo podríamos enterarnos de una vez por todas qué hay de cierto en el asunto, ya que Anna María, como cabe suponer, está directamente implicada en el mismo.
            Si a todo ello se le suma que aún permanece en la memoria de todos el espectáculo sin precedentes de otra italiana, Antonia Dell’ Atte, que llevó el programa de Julián Lago a las más altas cotas de audiencia con su pasión, con su contagiosa vitalidad y su innegable gracejo, era para frotarse las manos pensar en algo parecido con otra italiana al frente, también “sedutta e abandonatta”.
            Pero no, Anna María Quaranta apareció ante las cámaras como la otra cara de la moneda –algunos llegaron a pensar incluso que no podía ser verdaderamente italiana-. Haciendo gala de una serenidad poco corriente, sobre todo teniendo en cuenta algunas preguntas que como dardos le lanzaron los invitados, no perdió en ningún momento la calma ni torció el gesto, ni una británica lo hubiera hecho mejor.
            Algunas cosas, no obstante, quedaron en claro.
            Anna María Quaranta, manifestó desde un principio que había venido a dejar claras algunas cuestiones que afectaban a su familia y no a hablar de la relación de su marido con Sara Montiel, aunque como ella misma confesó, esa relación la pilló de sorpresa.
            “En este momento me siento muy enfadada”, afirmó la italiana ante la pregunta de Lago sobre si haría algo en estos momentos por recuperar a su marido. Sin embargo, este enfado no la hizo vibrar ante preguntas tan directas sobre si piensa que Sara Montiel es una “robamaridos”, a lo cual respondió con un escueto “no”.
            Maruja Díaz, que se sentaba entre los invitados y que mostraba un gran interés por Anna María, a la que varias veces calificó de “bellísima” y que también cuidó mucho de proclamar su gran amistad de siempre con Sara Montiel, negó, en cambio, que ella hubiese accedido a las peticiones amorosas de Giancarlo Viola, aunque sí admitió que él la había cortejado. “La verdad es que me parece que era por los años setenta de esta era, estaba en el Price trabajando, y entre los muchos galanes que iban por allí un día apareció Giancarlo y la verdad es que me miró así, profundamente. Yo iba llena de perifollos, como siempre, Antonia y yo siempre nos lo ponemos todo. Y de una forma muy bonita, muy caballero, porque él es fino, me dijo: “Senti, que bella que sei”, me dijo en italiano, “como mi ricorda a Sara Montiel”, y yo me dije, “vaya, otro más”, pero yo creo que en aquella época él tenía Sartititis aguda, estaba muy enamorado de Sara”.
            Maruja se extrañaba de que dos mujeres como Sara y Anna María estén sufriendo por un hombre “que a mí me parece un hombre que es correcto y tal, pero no veo que sea para volverse loca. La que tiene “armá” con esa señora y con la pobre de Antonia…”.
            Al llegar a este punto, terció Jesús Mariñas, intentando descifrar otro de los misterios que componen este asunto, el de la tercera mujer en discordia, una misteriosa dama que ha convivido los últimos diez años con Viola y con la que, según parece, éste ha tenido una hija o un hijo hace tres o cuatro años.
            Anna María manifestó: “Yo desde luego, no me he enterado”, como tampoco se ha enterado de muchas otras cosas realmente obvias.
            Saliéndose por la tangente, la italiana respondió de la siguiente manera a la pregunta del periodista sobre si realmente ella convivía con su marido: “Giancarlo vive mucho fuera de casa y, de vez en cuando, viene a casa, a ver a sus hijos, a vernos a nosotros. Tenemos una casa muy grande y es lógico que cuando viene a Civitavecchia vaya a nuestra casa”.
            Igual que ignora la existencia de otra mujer en la vida de Giancarlo, Anna María también dijo ignorar que Sara hubiese quedado embarazada del italiano.
            Ante este comentario, Mariñas espetó: “Es que esta señora no se entera de nada y yo creo que es cinismo, o que es una resignada”.
            Entonces, algo más explícita, la todavía legítima esposa de Viola, afirmó: “En el 65 me separé de mi marido por Sara Montiel. Nos separamos y mi marido estaba con Sara, por tanto sé que estaba con ella. Si luego tuvo un hijo o no con ella lo ignoro, porque yo estaba en Italia, pero asimismo también sé que luego volví a España a recuperar a mi marido, que se encontraba mal, me llamó un amigo de él, y la señora no estaba por aquél entonces para ocuparse de Giancarlo”.
            Lo que quedó claro es que Viola no puede, por lo menos por el momento, tal como decíamos hace unas semanas, casarse con Sara Montiel, aunque sí le ha manifestado a Anna María esa intención, según aseguró ella, añadiendo: “Pero antes de casarse hay que divorciarse, hay que separarse, por lo menos en Italia”.
            Afirmó también la italiana que las únicas condiciones que le pone a su marido para la separación son “los hijos. Los hijos están muy ligados al padre, aman mucho a su padre, necesitan a su padre, pese a que sean mayores ya”.
            El asombro de los presentes –y no presentes- no tuvo límites cuando sin inmutarse, Anna María confesó que sus hijos tienen treinta y uno, veintitrés y veintiún años.
            Y aún hay más. Asegura Anna María que, a estas alturas, Giancarlo todavía no le ha pedido el divorcio, sigue viviendo en la casa familiar cuando está en Civittavechia, pero ahora no están juntos y tampoco ha solicitado siquiera la separación. Un verdadero galimatías del que no puede deducirse cuáles son las verdaderas intenciones del italiano respecto a nada.
            De hecho, la impresión general es que Anna María Quaranta no quiere “mojarse”, como suele decirse, en este asunto en el que involuntariamente se ha visto envuelta. Parca en palabras hasta límites insospechados, practicó hasta la saciedad aquello de “irse por los cerros de Úbeda”. El aliciente, sin embargo, no decayó gracias a la oportuna intervención de Jesús Mariñas, el cual explicó algunas cosas sobre la pareja Sara-Giancarlo, tan sustanciosas como que ya han formado sociedad mercantil. Dijo Mariñas: “Yo pienso que Giancarlo se aprovechó de ella antes e intenta aprovecharse de ella ahora. De momento, y toco madera, ya han formado una sociedad. El ha formado la sociedad, ella ha puesto el dinero y él está utilizando un abrigo de cachemir azul de Vicente Parra, en cuya casa vive Sara Montiel y en cuya cama duermen ambos dos, no sé si hacen algo más que dormir”.


Anna María se limitó a sonreír y callar. Decía que el único fin que la había movido a acudir a “La máquina de la verdad” era simplemente aclarar algunas cosas inciertas que se habían publicado, pero realmente con su testimonio no contribuyó a aclarar demasiadas cuestiones, aunque, eso sí, por lo menos parecía algo más enterada que los otros protagonistas.
            Lo que si afirmó fue que cree que esta historia es un paréntesis, como lo gue en el pasado. Aseguró también que ella sigue locamente enamorada de Giancarlo “eso siempre lo he dicho, lo sabe todo el mundo”.
            En opinión de Maruja Díaz, Anna María y Sara no deberían estar “así como están por un señor que no creo que esté jugando limpio”.  
            Para Anna María Quaranta, asombrosamente, el mejor final de esta historia sería “tal y como están las cosas que se casen ellos, que me soliciten la separación y que luego se casen”.
            El asunto terminó ante el polígrafo del profesor Gelb. Estas fueron las preguntas clave y las respuestas de la esposa de Giancarlo Viola.
            -¿Le ofreció a usted dinero, directa o indirectamente, Sara Montiel para permitir a su marido, Giancarlo Viola, que se fuera con ella?
            A esta primera pregunta la respuesta fue “no” y la máquina indicó que decía la verdad.
            -¿Ha llegado a algún acuerdo con su marido para repartirse los beneficios económicos de la publicación de esta historia?
            Anna María también respondió a esta pregunta con un “no” y, según el polígrafo, decía nuevamente la verdad.
            -¿Le ha confiado su marido que de verdad quiere casarse con Sara Montiel?
            Respuesta afirmativa, “sí”, y Anna María tampoco mentía.
            O sea pues que las intenciones de Viola son, cuando menos, contraer matrimonio con Sara Montiel, aunque no se sepa cuándo, cómo y dónde. Lo que es seguro, sin embargo, es que la historia dará todavía mucho que hablar y tampoco sería raro que después de conocer las declaraciones de la italiana, Sara decidiera sentarse por fin ante el polígrafo para explicar su versión de todo este enrevesado asunto.

TEXTO: Marta de la Vega
FOTOS: Prensa Madrid



EL RECORTE V

En el mes de Noviembre de 2007, la revista Hola publicaba esta corta entrevista a Sara para saber cuál era su opinión sobre el casamiento de Gianca con otra mujer. 

SARA MONTIEL INDIFERENTE ANTE LA PROXIMA BODA DE GIANCARLO VIOLA
La actriz, que el próximo día 6 recibe un homenaje en Miami, dice que no quiere volver a casarse con nadie



Sara Montiel ha reaccionado con cierta indiferencia ante el anuncio de boda de su “eterno amigo” Giancarlo Viola. La artista ve lógica la decisión del actor italiano de casarse después de las múltiples negativas por parte de  ella a sus propuestas  de matrimonio. Viola, de setenta y cuatro años, ha decidido casarse con otra mujer, una italiana, según ha anunciado, al aterrizar a España para asistir a la presentación de un libro.
El viernes, la mítica actriz cogió un avión rumbo a Miami, donde el próximo día 6 le rendirán un homenaje con motivo de los cincuenta años de “El último cuplé”. Sara tuvo que acceder a la terminal en silla de ruedas debido a un esguince de tobillo. “Estoy bien. Anoche, yendo al médico, bajando las escaleras, no me fracturé el tobillo de milagro, pero me he hecho un esguince y no puedo caminar”, aclaró.
            -¿Has recibido esta semana la visita de Giancarlo Viola?
            -Sí, ha estado en casa.
            -¿Qué te parece que se case?
            -Bueno, él tiene ganas de casarse.
            -Pero parece no importarle demasiado con quién se casa.
            -No. Es una chica muy maja.
            -¿La conoces?
            -Hombre, claro. Estuvo comiendo en casa.
            -¿Asistirás a la boda?
            -Si me invita, sí.
            -A ti te lo ha pedido ya tres veces.
            -Tres, cuatro o cino.
            -¿Por qué siempre le has dicho que no?
            -Porque no quiero casarme.
            -¿Te quedaste un poco escarmentada con el cubano?
            -¿Escarmentada? Que no, que no quiero casarme con nadie. Además, ya estoy muy viejecita yo para casarme de nuevo.

TEXTO: Marta Tarín
FOTO: EUROPA PRESS REPORTAJES





LA FOTO V

Esta foto la pueden encontrar en las memorias de Sara publicadas por la revista Lecturas en los 80. Aquí en una escena de la Dama de Beirut, película que protagonizó con su eterno Don Juan, Giancarlo Viola.

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