En este número de Primer Plano, la revista cinematográfica española, según la costumbre de la época, Sara aparece únicamente en la portada.
EL RECORTE XVII
A finales de los 60 la revista Semana publica este rico reportaje en fotografías, del genial Gyenes, y en impresiones de Antonia-Sara sobre Sara Montiel. Como bien dice el periodista no pretende ser una biografía, pero la estrella sí deja caer retazos de una vida que, no por desconocida, deja de ser menos interesante.
NUESTRA GRAN ESTRELLA COMENTA ALGUNAS FOTOS SUYAS HECHAS POR GYENES DESDE LOS AÑOS 40
SARA MONTIEL,
a través del tiempo
“EN EL MUNDO SOLO HAY DOS ACTRICES QUE HAYAN RESISTIDO PERFECTAMENTE LOS PRIMERISIMOS PLANOS: ELIZABETH TAYLOR Y YO”
Esto no es una biografía de Sara Montiel. Para contarles la vida de nuestra gran estrella necesitaríamos más páginas y mucho tiempo. Esto es algo más sencillo y breve que una biografía. Pero no por eso menos sensitivo. Todo comenzó cuando reunimos un buen número de fotos de Sara. Se las hizo en el estudio de Gyenes desde su llegada a Madrid, allá por los años 40. Tras seleccionar las más significativas –las que marcan épocas, estilos- fui con ellas a casa de la actriz. Sara descansa en su piso de la madrileña plaza de España. Su salón, íntimo y acogedor a pesar de sus grandes dimensiones, es un oasis de silencio protegido de la populosa y ruidosa plaza. Desde el mismo se contempla un mar de tejados y, más allá, el mar verde de la Casa de Campo y los cipreses del cementerio en el que, según dice siempre, “tengo enterrada a mi madre”.
Fue una tarde deliciosa. La expresión de Sara, según iba contemplando las fotos, variaba. Fue una mímica digna de ser fotografiada. Sonrió con ternura al verse con coletas. Su gesto acusó amargura ante su fotografía con adornos navideños. Y no disimuló su orgullo ante esos primeros planos en que su singular belleza brilla en todo su esplendor. Sin que faltase el gesto de reproche, la crítica negativa, ante la foto que no quisiera haberse hecho. Sara es el crítico más exigente de sí misma.
Entre foto y foto, modelo y modelo, peinado y peinado, retazos de una vida.
La marcha, inexcusable, de su familia desde Campo de Criptana a Orihuela, porque su padre, enfermo de asma, precisaba de un clima más benigno. Aquellos años, duros, inolvidables, en Orihuela, la tierra de promisión de los Abad, con Antonia cobrando cincuenta céntimos diarios por envolver naranjas. Su “atrevidísimo” viaje a Madrid, siendo una niña –“muy sanota”-, para participar en un concurso de caras nuevas organizado por Cifesa, la productora de moda en los años 40. Su triunfo y su premio: una beca para estudiar declamación y arte dramático, para “aprender” a ser una gran actriz, en suma. Y su primer “papelito”, en 1944, en la película “Te quiero para mí”; entonces su nombre artístico era María Alejandra. Sara Montiel aún tardaría algún tiempo en nacer…
Pero ya he dicho que esto no es una biografía. Son comentarios breves, espontáneos, de Sara ante las fotos que marcan su caminar en el tiempo. Algunas de ellas harán sonreír a nuestras lectoras, por su encantador aroma “camp”. No faltan, empero, las que vienen a demostrar que en cuestión de modas cualquier tiempo pasado sí puede ser mejor…
En fin, se trata de un amable viaje a la nostalgia, a ese ‘ayer’ de una mujer que a veces puede aparecer tan lejano… y a veces tan actual. Un viaje de la mano, la elegancia y la belleza de nuestra primera gran estrella: Sara Montiel.
H.S.M
LLENITA Y CON COLETAS
“En esta foto, de hace veinticinco años, soy Antonia. Las coletas, los lazos… Porque yo siempre he tenido dos personalidades: por un lado, Antonia Abad; por otro, Sara Montiel. Ahora bien, ¿dónde termina una y comienza otra? Estas fotos tienen su encanto… y sus kilos. La verdad es que no nací raquítica… Hay que tener en cuenta que mi madre medía uno setenta y tres de estatura y era una mujerona. Yo también he sido muy mujerona. Y revelaré una pequeña indiscreción: desde los nueve años siempre he usado el mismo ‘cruzado mágico’. Recuerdo que cuando era casi una niña, tímida y vergonzosa, me cambiaba de acera cuando veía acercarse algún hombre, porque… ¡me decían cada cosa! Sin embargo, cuando me marché a Méjico tuve que someterme a régimen, porque en América las mujeres, en general, y las estrellas en particular, eran menos opulentas que las españolas. Porque aquí pasábamos mucha hambre en la posguerra… ¡pero bien gorditas que estábamos todas!”
A LO EXUBERANTE
PRECURSORA DE SISSI
“Aquí parezco una precursora de Sissi. ¡Tan elegantona! ¡Tan colocadita! ¡Tan blanca y vaporosa! Y, sin embargo, en aquél tiempo –año 1947- yo pasaba más hambre que el perro de un ciego. Téngase en cuenta que acababa de llegar a Madrid y estaba luchando por sobrevivir. Entonces, ¿por qué aparezco en esta foto tan… rimbombante? Muy sencillo: Jo Linten me ofreció la oportunidad de ganar algunas pesetas posando para anuncios; en este caso, una gigantesca radiogramola. Es esta una faceta de mi vida que muy pocos conocen. No sé ni el dinero que ganaba, que desde luego, no podía ser mucho. Pero… ¡el simple hecho de posar tan elegante, me hacía olvidar todas las penurias! Ah, y ya decían que tenía madera de estrella…”
“Por culpa de esta foto me dieron un sonoro y rotundo guantazo. Así, como suena. Yo, que estaba al tanto del cine que se rodaba por ahí fuera, quise hacerme una foto… atrevida, para llamar la atención. Es ésta, a la que podríamos considerar como precursora del aluvión de “destapes” que vendrían años más tarde. Pues bien, cierta persona amiga mía, al verla, se irritó, me llamó indecente y me propinó el guantazo.
UNA CARA MUY ACTUAL
“Aquí estoy en plan de mujer fenomenal! ¡Qué ojazos! ¡Qué mirada! Así de guapa estaba en “Locura de amor”. Al verme así todos barruntaban que llegaría a ser una gran estrella internacional. Sin embargo, en aquél momento, -año 1949- de poco me sirvió mi éxito en aquella película. Todos los honores fueron para Aurora Bautista. Es más: en mi siguiente película, “Pequeñeces”, me confiaron un cuarto papel. Por eso tuve que cambiar de aires y marcharme a Méjico. Pero yo estoy orgullosa de mí porque ahora, veintiséis años después esta cara es tan actual como si me la hubiera hecho ayer”.
BUSCANDO EL TIPO IDEAL
“Estas fotos son históricas. Corresponden a las pruebas que me hicieron a comienzos del año 1948, cuando los productores de cine trataban de encontrar el “tipo” más adecuado para mí. Me hicieron fotos con mil y un vestidos, de mil y una posturas… Influían mucho en nosotros Rita Hayworth y Esther Williams, que estaban de moda. Se trataba, en suma, de perfilar la futura Sara Montiel, que todavía no existía. Yo soportaba con buen humor las pesadísimas pruebas, porque me encantaba vestirme elegantemente y cambiar de atuendo cada dos por tres. ¡Ya me creía una actriz mundialmente famosa! El problema era que todos los vestidos me favorecían igualmente, porque, aunque esté mal que yo lo diga, soy capaz de convertir una sábana en traje de noche”.
CON FALDA TUBO
“Aquí estoy americanizada. Estas fotos son de 1956. Me las hice cuando regresé de Hollywood para protagonizar “El último cuplé”. Había permanecido seis años en Estados Unidos y Méjico, y, aun sin dejar de ser latina, se me notaba la influencia de aquellos países. Me puse una falda tubo y un suéter, añadí unos gestos “turbadores”, y creo que las fotografías quedaron preciosas”.
AQUÍ, INSULSA
“Para que todos vean que soy muy sincera, y que hablo muy clarito: en estas fotos no me gusto. Me veo rara, insulsa, intrascendente, como pensando en las musarañas. Me las hice en 1959, y así es como salía en la película “Carmen la de Ronda”. Pero no me gusto, insisto. Creo que la expresión de mi cara no tiene nada que ver con el vestido y con el personaje. Pero ya digo que me noto ausente… Tal vez fuera porque pocos meses antes había perdido un hijo mío, mío y de Anthony Mann…”
ESPECTACULAR
“Estas son mis primeras fotos de mujer “espectacular”. Porque yo siempre me he calificado de “espectacular”. Es el adjetivo más acorde con mi aspecto. Me las hice en Septiembre de 1950, cuando me marché a Méjico. De ahí que me pusiera un rebozo típicamente azteca. Lo más curioso de todo es el escote. El vestido era de París y tenía, originalmente, escote ahogado. Pero Rosa Zabala, que se ocupaba de mis modelos, me dijo: ‘Antonia, a ti te favorecen más los escotes abiertos.’ Se hizo la oportuna reforma en el vestido y, desde entonces, casi siempre he llevado escotes abiertos, porque una tiene la obligación de agradar al respetable…”
FASCINAR CON UNA MIRADA
“Yo no creo en el dichoso destape. Me río mucho cuando oigo hablar del destape… Que si fulanita se ha destapado…que si menganita va a destaparse… Yo siempre he dicho que el llamado destape es un recurso fácil. Una de las actrices con más “sexy” de todos los tiempos, Lana Turner, jamás se destapó. Ni Rita Hayworth, a la que en ‘Gilda’ le bastaba quitarse lentamente su largo guante negro, mientras cantaba ‘Amado mío’, para fascinar al mundo. Yo misma, modestia aparte, causé más impacto con una sonrisa o una mirada que destapándome. Claro que hay que saber sonreír y mirar…, como se demuestra claramente en estas fotos, que datan de noviembre de 1966”.
“Esta foto me trae recuerdos tristes. Recuerdo que Gyenes me la hizo en 1964 para un reportaje. Pero yo he celebrado pocas Navidades. Prefiero los cumpleaños. Sí, hijo, sí, porque los cumpleaños me hacen muy feliz… ¡incluso los míos! Pero las Navidades… Siempre falta alguien querido, y uno le echa de menos y sufre. Sin embargo, siempre recuerdo con alegría y emoción las Navidades en nuestra casa de Orihuela. Recuerdo que mis padres, mis hermanos y yo nos reuníamos en torno al fuego. Comíamos plátanos y chocolate con picatostes. Mi padre, que era muy bullanguero, cantaba. Éramos pobres, pero lo pasábamos tan ricamente. Aquellas Navidades sí me gusta recordarlas, a pesar de todo”.
CON “OCELOTE”
“En esta foto me veo sosegada, tranquila… y elegante. Me la hice hace once o doce años para lucir el abrigo de ocelote que me había comprado. Me gusta el ocelote porque es una piel fina, agradable al tacto, que no abulta. Además no es un abrigo “pedante”. Nunca me han gustado los abrigos demasiado ostentosos. La prueba está en que mi primer abrigo de piel no lo tuve hasta 1958, cuando mi marido, Anthony Mann, me regaló uno de visón marrón que me gustó porque hacía juego con mi pelo. Además, que nadie crea que las estrellas nadamos en la abundancia y que podemos comprarnos abrigos carísimos cada dos por tres. Yo no diré que somos unas pobrecitas, pero… ¡casi, casi! ¿Saben cuánto cobré por “El último cuplé” que fue un exitazo en todo el mundo? ¡Cien mil pesetas! ¡Ah, y me las dieron a plazos! Prefiero gastarme el dinero en “sueters”, zapatos y bolsos, que son artículos más asequibles”.
“Hace falta tener más valor que El Guerra para ‘aguantar’ primerísimos planos como este del año 1964. Porque, en el primerísimo plano, la cámara, que es muy indiscreta, capta el menor defecto de la cara. Pero, claro, además de valor es preciso tener una cara perfecta… ¡como la mía! De línea goyesca, con mucho pómulo, nariz pequeña, boca insinuante… Una cara con mucha vida y mucha fuerza. Como yo soy muy sincera, diré que un rostro como éste hubiese sido digno de figurar en un gran cuadro de Goya. Si yo hubiese vivido en aquellos tiempos, don Francisco me hubiera pintado una y otra vez. Yo soy una de las dos actrices del mundo que han salido siempre triunfantes de la comprometida prueba de los primeros planos. La otra es Elizabeth Taylor…”
LA FOTO XVII
CELEBRANDO LOS 50 AÑOS DE PECADO DE AMOR
'Con su acostumbrada pericia, Amadori demuestra una vez más su buen gusto y una comprensible preocupación por realzar, si cabe, la belleza de la ‘estrella’, conjugando bien lo espectacular con lo sentimental. Sara Montiel, ídolo de multitudes, brilla con luz propia y canta con su estilo peculiar canciones de épocas diversas más o menos añoradas, dominando a cuantos la rodean, logrando así un éxito más en su ya brillante trayectoria artística'.
Reseña de la película ‘Pecado de amor’ en la colección ‘Nuestro cine’ dedicada a Sara Montiel.
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