viernes, 30 de septiembre de 2011

LECTURAS - 1 de Noviembre de 1961 - España


ANTE LAS CAMARAS, EL AMOR LA LLEVO DE LA “LOCURA” AL “PECADO"
En su modo de ser y hablar, en sus costumbres y en sus reacciones
SARITA MONTIEL
sigue siendo la sencilla muchacha de
Campo de Criptana

La estrella que promueve escándalos admirativos a su paso por las calles se siente mucho más feliz bajo el sol de la Mancha, entre las personas que la vieron nacer y crecer, que en la piscina de su lujosa mansión de Hollywood.


Se han apagado los focos y ha cesado el runrún de la cámara para Sara Montiel. En estos días ha terminado el rodaje de la, por hoy, última película protagonizada por quien un día fuera una chiquilla, llamada María Antonia Abad Fernández, llena de ilusiones y de amor a ese mundo, entonces inaccesible, del cine.
Todavía se llamaba así cuando debutó ante nuestras pantallas. Un par de películas –“Empezó en boda”, por ejemplo- no fueron suficientes para situarla arriba, en lo que ya pudiera considerar popularidad, ese alimento que todos los artistas, sea de la rama que sea, anhelan como algo vital. Sería “Locura de amor”, aquél film que recuerda todo el mundo, incluso quienes no eran habituales espectadores o aficionados al cine, el título que le abriría las puertas de la fama. De “Locura de amor”, su casi primera película, a “Pecado de amor”, la que acaba de terminar, pasaron unos años y muchas cosas…


De Campo de Criptana a Méjico

Naturalmente, todo el mundo sabe que Sara Montiel nació en Campo de Criptana. Fue la menor de cinco hermanos, hijos de un humilde matrimonio, que vivían del escaso jornal llevado al hogar por el “pater familiae”. Todo el mundo sabe esto, porque –y ésta es la principal cualidad, como mujer, de Sara Montiel- ella no sólo ha negado nunca su humilde origen, sino que se ha alardeado, con legítimo orgullo, de él. (En Hollywood, el director de un diario “cuentista” le atribuyó, como padre, un jeque árabe o algo así, y ella le obligó a rectificar, pidiendo que pusieran, textualmente, que su padre era un “gañán” del campo, huyendo de la fácil publicidad aureolada de misterio que le habían proporcionado; esa popularidad falsa que llena la vida de tantas estrellas).
María Antonia Abad Fernández había consumido cientos de bolsas de patatas fritas y contemplado otros tantos films en los cines de sesión continua, principalmente en el “Muñoz Seca”, del que era asidua cliente, cuando esa “chance” que tanto se busca a veces sin hallarla, le proporciona la primera ocasión de su vida. Una foto publicada en cierta revista, alguien que la ve, la proposición de una película… El “plató” se abre para ella. Los Estudios la acogen. Y desde el primer momento, María Antonia comprende que aquella ocasión podía ser la solución de sus problemas, la iniciación de una vida distinta, luminosa. Quizá ya entonces pensara en levantar en Campo de Criptana una gran casa de campo, para tranquilidad y descanso de sus padres…
Se han marcado un norte, una meta, y ha de alcanzarlo. Cuando, a despecho de la popularidad lograda a costa de “Locura de amor”, los contratos no surgen; cuando comprende que aquí se camina muy despacio su inquietud la lleva lejos de España. El Océano Atlántico se abre un día ante ella, que busca allá lejos, en la otra orilla, un cine distinto y un mundo nuevo: Méjico. 



Sara, que luce un maravilloso aderezo de platino y esmeraldas, regalo de su esposo, charlando con nuestro colaborador. 

“Veracruz”

Pasan los años. Sara –entonces Sarita- Montiel rueda una tras otra película. Son, casi siempre, films de poca categoría. “De lo que me arrepiento –ha dicho recientemente- es de haber realizado películas que no eran de mi agrado. Pero tenía que comer”. Va alcanzando una cierta fama y posición. Méjico llega a quererla. Pero es poco para su ambición artística. Quiere arriesgar todo. Y un día, Sarita Montiel inunda prácticamente las productoras norteamericanas de fotografías y recortes suyos. Es un cebo en el que pica un pez muy gordo; Burt Lancaster, que acaba de fundar su propia Productora, la reclama junto a él; la belleza española de Sarita encaja perfectamente en el papel en que “Veracruz” exige un tipo semejante de mujer. Interpretar un film junto a dicho actor y Gary Cooper es como un sueño para ella. Se intimida. Tiene miedo junto a aquellas figuras. Pero ellos la acogen con el mismo calor con que la había acogido Méjico. Será Gary Cooper, andando los años, un recuerdo permanente y agradecido en la memoria de Sara Montiel, que tan fiel sabe ser a las personas y las cosas que ama.
Después de otra película realizada en Hollywood, Sara regresa a España. Trae en su equipaje dos cosas muy importantes: la certidumbre, el presentimiento de que esta vez ha de triunfar rotundamente en nuestro cine, y el amor de un hombre, el director norteamericano Anthony Mann, con quien contraería matrimonio unos meses después. Como artista, ha afianzado su posición; como mujer, ha sabido buscar la sensatez, el apoyo y la experiencia de un hombre mayor que ella, lo que se dice un hombre “maduro”…



Para abrazar a sus ancianos tíos, Sara Montiel se trasladó recientemente a Alicante. Ella es la única hermana del padre de la famosa estrella, que murió de un ataque al corazón cuando presenciaba la primera película de su hija, "Empezó en boda". Gregoria y José viven en una humildísima casa, en la que Sarita cenó en la intimidad familiar un huevo frito y una ensalada de tomate.

Cuplés a todo pasto

Lo más curioso del éxito de “El último cuplé” es que nadie podía suponer, cuando fue contratada, que Sara Montiel supiera cantar, y se pensaba “doblarla”. Pero ella, que ya había hecho sus pinitos líricos en Méjico, pide una prueba, que asombra a todos. Y la película se realiza con ella de cantante.
España ha sido generosa con su hija pródiga. Porque, exceptuando las dos ocasiones surgidas en Hollywood, es aquí, entre nosotros, y con el mencionado film, donde Sara Montiel adquiere auténtica internacionalidad. Sara arrastra, conmueve y convence al público, que llena los locales y enriquece a los avispados compradores de la película. Sara llega a ser casi un mito…
Y entonces, ¡venga cuplés! Los guiones que se le ofrecen –generalmente mediocres- no son sino un pretexto para que ella abra la boca, para que tangos y cuplés pasados de rosca vuelvan a ser oídos por ahí, comprendiendo ese “ahí” desde el más empingorotado “nigh-club” al más ruidoso patio de vecindad. Son demasiados cuplés, pero se los siguen pidiendo –según afirma ella- hasta del Japón. 

Sé fiel a ti mismo

Esta frase de Shakespeare, con el añadido de “y a tus cosas”, podría ser el lema de Sara Montiel, si tuviera un escudo de armas donde colocarlo. Porque ella es, por encima de todo, eminentemente fiel a sí misma –en su forma de hablar, en sus costumbres, en sus reacciones- y a sus personas. La estrella que ha promovido y promueve escándalos admirativos a su paso por calles, se siente mucho más feliz en Campo de Criptana, bajo el sol de La Mancha y entre las personas más sencillas que la vieron nacer y crecer, que en la piscina de su lujosa mansión hollywoodiense.
De la “locura” al “pecado” de amor hay ya una larga distancia recorrida, dedicada al arte, del que ahora sea, quizá, más esclava que otra cosa…




Un primer plano de la gran estrella española Sarita Montiel. Se llama en realidad María Antonia Abad Fernández y debutó en el cine con "Empezó en boda". Su primer gran éxito fue "Locura de amor".

Diálogo final

Fui a verla rodar las últimas secuencias de “Pecado de amor”, dirigida por Luís César Amadori.
-¿Qué es este film?
-La historia de una mujer que triunfa plenamente como artista, pero fracasa en su vida íntima y sentimental.
-Sara, sus guiones no suelen ser muy buenos. ¿Por qué?
-¡Ah, yo no los elijo! De ello se encargan otras personas, que deben acertar por cuanto llevo bastante público a taquilla, ¿no?
-¿Es usted la estrella más cotizada del cine español?
-No lo sé. Pero podrían contestarle las productoras.
-¿Cuándo va a hacer una película sin cantar? Porque usted es una buena actriz.
-Muchas gracias. Pues haré alguna sin cantar cuando así me lo ordenen. Por ahora me siguen pidiendo canciones.
-¿Qué hay de cierto en aquella de que una “extra” le había robado el cariño de su marido?
-Sencillamente, ni me molesté en leer el reportaje. Anthony y yo somos felices y estamos entrañablemente compenetrados y unidos en todo. Puede usted afirmarlo.
-¿Qué le falta a su vida?
-Yo creo que nada.
Días después se celebraría un cóltel con motivo de la firma de un nuevo contrato para Sara: una película que realizará la Productora Balcázar, de Barcelona. El film trata, naturalmente, de una historia sentimental, que se desarrolla a finales del siglo pasado. Y también, naturalmente, habrá en ella abundancia de cuplés, destino lírico indisoluble y eternamente unido, por lo visto, a la vida de Sara Montiel…

PEDRO LUIS CAMPOS TEJÓN
Fotos: M. Cuadros, Cifesa, Simón López y Europa Press. 


EL RECORTE XXXVI
Campo de Criptana. Se dice en la revista que Sara siempre se sintió feliz en su tierra rodeada de los suyos. En cualquiera de los casos, su pueblo natal siempre la quiso y siempre se desbordó para aplaudirla, acompañarla y vitorearla al son de un grito unánime: '¡Guapa, guapa....!'. En el recorte de esta entrada recogemos este artículo de la revista Lecturas, de 27 de Mayo de 1983, dedicado al homenaje que su pueblo le rindió ese mismo año poniéndole una calle. 

SARA MONTIEL

ya tiene una calle con su nombre
en su pueblo

La artista fue a Campo de Criptana, con su marido Pepe Tous y su hija Thais, para inaugurarla personalmente. Emocionada y feliz, Saritísima comentó: “Es lo más grande que podía sucederme. Mi pueblo ha reconocido todo el esfuerzo de mi vida y se siente orgulloso de mí y de mi carrera artística”.




Sara con su hija, su marido y el alcalde del pueblo, Antonio González Manzaneque, camino de la calle, para la ceremonia de inauguración. 

Sara Montiel cuenta con una calle en su pueblo natal: Campo de Criptana. “Calle de Sara Montiel”. Así se llama la que se conocía como Pozo-Hondo. Ella, con su niña Thais en brazos, al lado de su marido Pepe Tous, vivió “la emoción más grande de mi vida”, según pregonó. Y añadía: “Cuando desde la plaza, con la banda municipal interpretando pasacalles, echamos a andar camino de mi calle, el corazón perdió el compás y latía deprisa, creo que como nunca. Apretaba a Thais contra mí para contener la emoción y, contemplando las caras de la gente, veía las de mis padres… Mi padre está enterrado aquí, en Campo de Criptana. Mi madre, en Madrid. ¡Cómo gozarían al ver que su hija Antonia se ha ganado una calle aquí!”.



Sara dejó que fuera su hija quien descorriera la bandera.
Tras la inauguración, el alcalde invitó a Sara a que se asomara al balcón del Ayuntamiento, cosa que ella aceptó encantada. 

El recorrido partió del Ayuntamiento. Con Sara Montiel a su vera, caminaba el alcalde Antonio González Manzaneque y varios concejales tanto independientes como socialistas, aliancistas, incluso el comunista. Todos a una. Los colegiales se agolpaban para ver de cerca a la actriz-estrella. Mediodía. Sol tamizado por algunas nubes abrileñas. Al lado de la ermita de San Cristóbal, Sara Montiel, sin soltar a su hija, logró colocarse bajo la placa de la calle tapada por una bandera de España. Todo el pueblo se apretujaba para estar con la artista. El secretario Antonio Cedenilla leyó el acta del acuerdo municipal. El alcalde fue muy breve:
“En cumplimiento del acuerdo unánime del Ayuntamiento Pleno de Campo de Criptana, yo, su alcalde, al dar a luz pública el nombre de Sara Montiel a la calle denominada anteriormente Pozo-Hondo, lo declaro solemnemente en este sencillo acto de gratitud y justicia hacia nuestra entrañable Sara de España”.



El pueblo aplaudía y vitoreaba a Sara y ella correspondía a las aclamaciones saludando y diciendo "gracias a todos".


Sara quiso depositar un ramo de flores a los pies de la Virgen.
Pepe Tous, Sara y su hija Thais en la puerta de la Iglesia. 

Inauguró el nuevo teatro municipal

La víspera, el nueve de Mayo, Sara Montiel había cantado inaugurando el nuevo teatro municipal “Miguel de Cervantes”, que ha costado cuarenta millones de pesetas y que pergeñó el arquitecto de Campo de Criptana Juan Antonio Alarcón. Antes del recital de Sara Montiel, pronunciaron discursos el alcalde, el gobernador de Ciudad Real, Pedro Valdecantos, y el presidente de la Diputación, Eloy Sancho. Sara Montiel se volcó en escena como nunca: “Sí, me entrego siempre al público, pero aquí todavía más”. Ni en Nueva York o París pondría mayor empeño.
Cantaron también “los Mayos” y el teatro se puso en pie para interpretar a coro el himno del pueblo. Sara exclamó:
-¡Precioso! ¡Precioso!
Su hija Thais, rota del ajetreo de la jornada, se había quedado dormida en brazos de la nurse.
-Si no se hubiera dormido, habría subido al escenario. Le encanta, es muy estrella, incluso me presenta a veces.
Una y otra vez, ante tanto agasajo, Sara Montiel exclamaba:
-Es lo más grande que podía sucederme: “Que mi pueblo haya reconocido todo el esfuerzo de mi vida y que se sienta orgulloso de mí, de mi carrera artística”.
Naturalmente, alrededor de Sara Montiel siempre había parientes, primos, vecinos que la recuerdan de niña, un hombre, Andrés Muñoz, que presume de haber nacido el mismo día que la actriz.
De Madrid, para asistir a la inauguración de la calle de Sara Montiel, se había desplazado Antonio Abad. No pudieron estar allí, en Campo de Criptana, las hermanas, Elpidia y Ángeles. 



Al final de su actuación, Sara quiso que subiera al escenario su marido, Pepe Tous, y el hermano de éste, Antonio. 


Sara, con su marido y su hermano. La artista tiene otras dos hermanas, Elpidia y Ángeles, que no se encontraban allí. 


Todavía se conserva la casa donde nació

Cuando Sara va a Campo de Criptana, se hospeda en casa de una prima, Manuela. “Estoy muy a gusto con Manuela, es mi casa”.
María Antonia Abad Fernández nació en este pueblo manchego, ahora de unos catorce mil habitantes, el 10 de marzo de 1928. Su madre: María. Su padre: Isidoro. Todavía se conserva, casi tal cual era, la casa donde vino al mundo Antonia y donde pasó los primeros cinco años de su niñez, pues en 1933 la familia marchó a Orihuela. Alguna vez le tentó –a Sara- la idea de comprar la casa. Desistió. Si algún día lo decide, adquirirá un molino o lo construirá, un molino de los que a Don Quijote parecían gigantes desaforados.
Sara Montiel nos contaría en casa del alcalde que le agrada mucho que la placa de su calle se haya colocado al lado de la ermita de San Cristóbal: “Ahí acudí yo de pequeñita a la catequesis, a aprender doctrina cristiana, seguro que ahí aprendía a rezar a la Virgen de Criptana”. A la que, por cierto, llevó un ramo de flores en acción de gracias. 




Con una amiga, antigua compañera del colegio. Cuando va a Campo de Criptana, Sara se aloja en casa de una prima suya. 

Sara y su hija Thais vestidas de blanco

Sara nos decía: “Nunca podía soñar con una calle aquí. Era demasiado. Me la han dado mis paisanos por la hidalguía que llevan dentro los manchegos”. El alcalde matizó: “No, no. No se le ha dado una calle, la ha ganado. Porque siempre ha llevado por el mundo entero el nombre de Campo de Criptana. Siempre ‘criptanea’, eso la gente lo agradece”. Y añadió: “Además, estamos muy orgullosos porque Campo de Criptana, este precioso lugar de la Mancha, ha dado a España una artista fenomenal y, con sus éxitos, Sara de la Mancha se ha convertido en Sara de España”.
La estrella confesó que se siente “tan manchega como de niña o aún más”. Próximamente cantará en Yugoslavia. En verano, por toda España. Más adelante, en Rusia, donde la conocen como “La reina del chantercler”.
Sara Montiel y su hija Thais vestían de blanco al inaugurar la calle, como novias. Ella lucía valiosas joyas, incluso un dios azteca al cuello. Sonriendo confesó: “Sí, voy discretita. Como siempre. Es mi debilidad… Además, ¿dónde lucir las joyas sino en mi pueblo…?” Thais tiene ahora cuatro años. Sara Montiel y Pepe Tous han presentado la documentación precisa para adoptar un hermano para Thais. “Bueno, no se puede elegir sexo, a lo mejor en vez de un varón nos dan otra niña, da igual”. Sara está loca con su hija: “¿Qué está muy enmadrada? Sí, la culpa es de su padre”. Pepe la culpa a ella, sin embargo. ¡Ah! Sara sería feliz si Thais eligiera el oficio de artista: cantante, actriz, escritora, pintora… Sara, estrella del cine español, se retiró de los platós hace seis años. 



Se cambió tres veces para su actuación en el teatro. Un momento de la actuación en el teatro municipal.
Sara se paseó entre el público mientras cantaba. 


Sara Montiel tiene ahora cincuenta y cinco años. 


Javier de Montini
Fotos: Monca


LA FOTO XXXVI



Otra instantánea de la estrella de la misma sesión que la de esta portada de Lecturas. De la época de 'Pecado de amor'. 






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