SE ACABÓ EL ROMANCE DEL AÑO
SARA MONTIEL:
“He abandonado a Giancarlo porque no es digno de mí”
Sara Montiel ha roto con Giancarlo:
-Todo se ha ido al traste. Cuando, ilusionada, dije que pensaba casarme con Gianca, me sentía otra vez feliz tras el dolor tremendo de la pérdida de mi marido, Pepe Tous. No mentía, era verdad: quería casarme. Aquel “me caso”, una vez publicado, ha levantado tal expectación y tal interés por conocer al hombre venido de Italia, que yo misma me he encontrado sorpresas y ¡nada gratas! Porque, en cosa de pocas semanas, me di cuenta de que Giancarlo, mi amor, no jugaba limpio. Y ante esa conclusión, no me quedaba otra opción que cortar por lo sano. Adiós, amore, y que cada cual siga su camino.
-¿Qué ha pasado?
-Cuando en mayo último vino a “Esta es su vida”, el programa que me dedicó TVE, Giancarlo, con quien yo había vivido un romance de ocho años en los sesenta, me confesó que aún me llevaba en su corazón y que, por ser yo viuda, podíamos volver a empezar, pero para contraer matrimonio lo antes posible. Y entusiasmado, me contó: “Yo estoy separado, no divorciado, de mi esposa, pero pronto obtendré el divorcio”.
Más adelante, en Navidad, estuvo en mi casa, aquí en Palma, y no dudó en anunciar a mis hijos que pronto, al casarse conmigo, podrían contar con él si no como otro padre sí al menos como un amigo de absoluta confianza que les mimaría y les protegería. Bien, de lo dicho, nada. Mentía. No está separado legalmente, no ha pedido la separación, menos aún el divorcio.
Sara, emocionada, recalca:
-Me duele decirlo, pero Giancarlo Viola ha engañado a mis hijos, no sólo a mí, y eso jamás se lo perdonaré.
-Así que lo dejas.
-Sí, lo abandono porque no es digno ni de mí ni de mis hijos. Le falta talla moral para convertirse en el futuro, ya con papeles legales, ya sin ellos, en el segundo padre de Thais y Zeus que han tenido uno tal fabuloso y excepcional como Pepe Tous.
-¿No había iniciado Giancarlo trámite alguno para separarse de su esposa, Ana María Quaranta?
-Al hilo de las informaciones que aparecían sobre el matrimonio, sobre el estado civil de Gianca, sobre su vida última, yo empecé a dudar de su sinceridad y recurrí a dos personas de absoluta confianza que, además, tenían acceso legal a la documentación personal del señor Viola como ciudadano de Italia. El informe me abrió los ojos, pues descubrí la falsedad de sus repetidas afirmaciones de que su divorcio estaba al caer. ¿Cómo podría estar cercano si nunca lo ha demandado en el juzgado? Por si aún no me fiara de una información oficial rigurosa, pude ver a Ana María Quaranta, su esposa ante la ley, en Tele 5: aseguró que Giancarlo nunca le pidió ni la separación ni el divorcio.
-Recientemente, el propio Viola, en Madrid, declaraba, a preguntas sobre su estado civil, estar separado.
-Sí, pero siempre lo decía con la boca pequeña. Y lo que es peor: mentía.
-¿Por qué ese comportamiento, Sara?
-¡Ah! Soy la primera sorprendida. Y me sorprende aún más que una mujer de mi experiencia no haya advertido antes el engaño. De hombres algo sé ¿verdad? Por los que he conocido en el cine y por haber tenido tres maridos. Pues bien, de nada me ha servido lo vivido.
-¿Cómo estás de ánimo en este trance?
-Decepcionada, pero serena.
-¿Decepcionada?
-Sí, porque la ilusión que en mí había despertado el renacer de una vieja historia de amor apasionada de los años sesenta fue muy grande.
-Sin embargo, no te desesperas.
-No, no, qué va. Tengo capacidad de aguante. Estoy muy serena porque miro un poco atrás y se viene a mi memoria la grave enfermedad y la muerte de Pepe Tous. Eso sí que fue algo fuerte, algo gordo. Lo de ahora es nada si pienso en la pérdida de Pepe.
-Te queda el corazón herido, ¿verdad?
-Sí, porque he querido mucho a Gianca. Cuando nos conocimos y enamoramos por vez primera, mientras duró aquel idilio (ocho años) y, por descontado, desde que tropecé con él de nuevo hace poco menos de un año. Le he querido y ¡aún le quiero, cuidado! Pero, descubierta su falsedad en lo que se refiere a su vida familiar, lo que procede es cortar de raíz este amor. Aún es tiempo de evitar males peores, ¿no? Aunque me duela decirlo, estoy segura de que Gianca no es bueno para mí, menos aún para mis hijos.
-Alguien puede sospechar, Sara, tratándose de una estrella de cine, que tu enamoramiento no era real y que, tal vez, has jugado la baza del romance en busca de portadas.
-Estoy tranquila: con Gianca he actuado, bien lo sabe él, llevada de mis sentimientos, en modo alguno de mi vanidad de actriz.
Y tras un silencio, recalca:
-Me ha engañado como madre y como mujer. Contemplando ahora a mis hijos, Thais y Zeus, me asombre: ¿cómo no habré advertido antes el engaño? Incluso en edad madura es válido el dicho de que el amor es ciego, no hay otra explicación.
-¿Habías fijado en algún momento posible fecha para celebrar vuestro matrimonio civil?
-No habíamos acordado fecha alguna, pero Gianca, por su cuenta y riesgo, daba por hecho que podríamos estar en disposición de casarnos a la vuelta del verano. Ten en cuenta que, con ocasión de “Esta es su vida”, vuelve a mi vida, pero no me llega, al menos que yo supiera, de su casa en Civitavecchia en donde vive Ana María Quaranta y los hijos solteros. Me viene de otra mujer con quien ha pasado, al parecer, diez años. Me enamora de nuevo, me conquista. En Navidad, llegó a mi casa, aquí en Palma, el 27 de diciembre y se quedó hasta el 4 o 5 de enero, creo. Celebramos la Nochevieja con mis hijos y con mis amigos. Gianca, feliz, anunció a todos: “Sara y yo nos casaremos este año, mi divorcio está a punto”. Y añadió: “Calculo que lo obtendré para mayo/junio, como muy tarde, para septiembre”. Mi amiga Mercedes Arroni bromeó: “Por favor, no vayas a casarte el 17 de septiembre, porque ese día contraerá matrimonio mi hijo en Barcelona y Sara será, debe ser, la madrina”. Se rió Gianca: “Bueno, estaremos en la boda de tu hijo, no te preocupes. Buscaremos Sara y yo otra fecha”. También tuvo palabras solemnes para Thais y Zeus. Les dijo: “Quiero que sepáis que, de ahora en adelante, mamá no estará sola, me tendrá a mí a su lado, y vosotros, por descontado, contáis conmigo para cuanto necesitéis, haré las veces de padre lo mejor posible”. Thais advirtió riendo: “De acuerdo en que os caséis, pero yo no viviré en Roma, ¿verdad, mama? Os dejo que celebréis vuestra boda si no me lleváis a vivir a Italia”. Estaba convenido: Yo dejaría Palma, pero me instalaría en mi casa de Madrid, con mis hijos. Y Gianca, por su trabajo, pasaría semanas en Roma y en Cerdeña, tratando de encontrar días para la vida familiar en España.
-Y ahora, Sara, ¿sigues con el proyecto de mudarte a Madrid?
-Sí, claro. En cuanto tenga mi casa lista, allí nos instalaremos mis hijos y yo.
-¿Cuándo has estado la última vez con Giancarlo Viola?
-Cuando vino a verme a Madrid. Le esperé en Barajas, ¿te acuerdas? Y fuiste testigo de lo que declaró ante las cámaras de TV: “Tengo una familia en Italia, una esposa y unos hijos, pero ésta es la mujer de mi vida”. Y me estrechó contra su cuerpo, la mar de cariñoso y enamorado. De todos modos, en los días que me acompañó, en casa de mi amigo Vicente Parra, observé en Gianca reacciones que me infundieron dudas sobre la sinceridad de sus sentimientos. Pasamos momentos muy felices, inolvidables, pero en ocasiones rehuía hablar de nuestro amor con periodistas o en público. Vamos le sentaba mal que una y otra vez le preguntaran si estaba separado o divorciado.
-Aún creías sus palabras de amor.
-Confieso que sí. Es que yo, insisto, he querido tanto a Gianca que besaba por donde él pisaba. A ver si ahora me resultaba fácil arrancarme esa pasión. ¡Ojalá!
-Se ha dicho a veces que Giancarlo Viola había vuelto a ti por tu dinero.
-No me lo creo, no es verdad. Me propuso meter dinero en una sociedad con él y con Mino Tedde. Para cosas de publicidad que es lo que él domina en Italia. No puedo decir si se constituyó esa sociedad, pero ahí todo va por lo legal. En nada he podido adivinar que Gianca buscara mi dinero.
-Se ha dicho más: que Giancarlo Viola te había explotado no poco cuando os enamorasteis en el cine, hace treinta años poco más o menos.
-Mentira, es incierto. Jamás me sacó Gianca un duro. Ni lo intentó. Cuando yo dejé a este hombre por Pepe Tous, no es que tuviera reproche alguno de derroches a mi costa ni cosas por el estilo. Lo dejé porque se había cruzado en mi camino Pepe Tous. Elegí a Pepe y no me equivoqué, porque me dio veintitrés años de felicidad y yo le di los mismos de dicha. Y aquí, ante tantas fotos de Pepe y ante sus cenizas, siento rabia de que Viola me haya estado mintiendo, repito que ni Pepe ni mis hijos ni yo nos merecíamos el engaño de Gianca.
-¿Has hablado con él por teléfono para romper?
-No. Me llamó hace pocos días y como yo había visto anunciar la presencia de Ana María Quaranta en “Lá máquina de la verdad”, se lo comenté. Me dijo: “Es libre de ir a TV o de no ir, no puedo evitar que vaya. Se acompaña de su abogado. No sé qué dirá, pero donde ella diga blanco yo podré decir negro, después. Recuerda que estamos separados y que va a su aire”. Seguro que Ana María venía, lo dijo, además, muy claro, con el consentimiento de Gianca. Y fue tajante al asegurar que el marido nunca le había pedido ni la separación ni el divorcio.
-¿Qué pasa si se presenta aquí con los papeles en regla para ir al registro civil, Sara?
-Aunque venga con todos los papeles del mundo, lo nuestro es historia de amor acabada y sin posible arreglo.
-¿No te deprimirá otra vez la soledad?
-Tengo a mis hijos. Y muchos amigos sinceros.
-Vuelves a ser “la viuda de Pepe Tous”.
-Sí, siempre Sara Montiel. O Antonia Abad para los íntimos. Por mi último matrimonio, encantada de volver a ser “la viuda de Pepe Tous” o “la señora de Tous” si alguien prefiere llamarme así.
Giancarlo supo jugar el papel de hombre enamorado
Las imágenes son bien explícitas. Como un nuevo Don Juan, Giancarlo Viola jugó a la perfección el papel de hombre enamorado. Encontró a una mujer sensible, sola, necesitada de cariño y comenzó a aparecer al lado de Sara Montiel como su futuro marido, sabiendo que eso era imposible. De todo ha habido en la historia, juramento por escrito de amor eterno, la promesa de un inminente divorcio y la seguridad de que entre él y Ana María Quaranta no había ya nada y existía una sepración legal. Desde que en enero se anunció la boda, Giancarlo ha mantenido la ilusión de un amor que Sara aceptó de buen grado. Juntos viajaron a Cerdeña, donde él tiene una casa, donde ella vivió unos días el sueño de una enamorada. Como dos novios enamorados recordaron hace algunas semanas el intenso idilio vivido treinta años atrás... Ahora, su ilusión se ha derrumbado y Sara Montiel ha despertado a la realidad.
"Sara y yo nos casaremos este año: mi divorcio está a punto". Las palabras de Giancarlo Viola fueron así de claras y Sara las creyó.
Juntos visitaron lugares donde, hace años, vivieron su amor.
Todo era romántico... "Incluso en edad madura vale aquello de que el amor es ciego"
En la casa de Giancarlo, en Sásari, fue donde pusieron por escrito su amor eterno.
Como dos enamorados pasearon por la localidad sarda de Alguer, cerca de Sásari, donde Gianca tiene su casa.
"Thais ya sabe todo lo que ha pasado"
Más preocupada por sus hijos que por sí misma, Sara ha tratado de explicarles qué ha pasado. "A Thais ya le he dicho que había terminado todo por razones que dentro de unos años entendería", dice Sara, pero una vez más la niña, de 15 años, ha dado pruebas de su madurez. "No hace falta que digas nada, mama -le dijo- ya lo sé". Zeus, de 10 años, aún es pequeño para comprender el alcance de este revés.
TEXTO: J. MONTINI
FOTOS: Félix Gómez y Chelo G. Cortés
EL RECORTE XLII
Idas y venidas en este romance del que se sabe el principio pero nunca se supo el final. La cosa es que después de esta trágica ruptura, según cuenta la propia estrella, los enamorados regresaron a finales de los 90 y prolongaron sus encuentros hasta entrados los 2000. El artículo de esta entrada es testigo de cómo Sara va a recoger a su eterno enamorado para pasar unos días. Pertenece a la revista Qué me dices y data de finales del 2000.
SARA MONTIEL
Recibió a su amor, Giancarlo, en Madrid
La manchega universal disfrutará unos días en Madrid de su novio italiano, el actor Giancarlo Viola, a quien fue a recoger al aeropuerto
La actriz española acudió con su hijo Zeus al madrileño aeropuerto de Barajas para recoger a su eterno amor, el actor italiano Giancarlo Viola.
Si en septiembre del año pasado fue Sara la que cuidó de Giancarlo en Italia cuando éste sufrió una salmonelosis, ahora es él quien le devuelve la visita.
-Sara, ¿cómo es tu relación con Giancarlo?
-Nos queremos de muchas maneras. Somos amigos, amantes, marido y mujer… pero no creo que me case con él.
-¿Cómo le conociste?
-No era un talento, pero le encontré leyendo las obras de Lorca. Luego, se leyó todo lo de Alberti. Estuvimos muchos años juntos mientras yo estaba casada con Chente. Y nadie se enteró de lo nuestro.
-¿Quiénes han sido tus grandes amores?
-Pepe Tous, cuando tenía yo 43 años, y Severo Ochoa cuando tenía 23. Pepe fue un partidazo. Era el soltero de oro cuando se fue a vivir conmigo a Palma. Éramos carne y uña…
-¿Has tenido algún otro amor importante que no conozcamos?
-Sí, y no voy a contarlo. Hay dos hombres vivos, uno de ellos muy importante, que han sido amores míos, pero no lo digo por respeto.
-¿Cuál ha sido tu placer más grande?
-Hacer el amor con el tío que me gusta. Otro placer es conseguir emocionar el público. Eso lo logré cuando me colocaron una silla en el cine Rialto para que viese el éxito de El último cuplé.
Mucho más guapa sin su maquillaje habitual, Sara no faltó a su cita con los periodistas de la peña 'Primera Plana', con los que comió en el hotel Miguel Ángel de Madrid. Tras la comida, la artista no pudo reprimir sus ganas de fumarse un puro, arte del que ella es una abanderada.
-¿Tienes previsto escribir la segunda parte de tus memorias?
-Ni pensarlo. Aunque voy por la quinta edición de Vivir es un placer, ya ha habido bastante.
-¿Has pensado en retirarte algún día?
-Yo me retiraré cuando se me caigan las carnes, la cara, el cuello y pese 90 kilos. Entonces, seré yo quien diga: Antonia, ya vale. Me dedicaré a viajar, a descubrir platos y ollas de las civilizaciones antiguas.
-¿Qué te gustaría que se dijese de ti cuando desaparezcas?
-Que no he sido una mala persona. Me gustaría que me recordasen como una estrella, que es una verdad como una casa.
Carmen Hornillos
Fotos: I. Heras/Agencias
LA FOTO XLII
CELEBRANDO LOS 50 AÑOS DE PECADO DE AMOR
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