viernes, 27 de enero de 2012

DIEZ MINUTOS - 8 de Noviembre de 2002 - España


SARA Y TONY
luna de miel en Marrakech


Esta ciudad llena de color y magia ha sido un elixir para los momentos agridulces que han vivido. Allí han exhibido su amor y han mirado al futuro, muy seguros del paso que han dado.


Su extraña boda, el pasado 17 de octubre en el ayuntamiento de la localidad madrileña de Majadahonda, ha estado en boca de todos. A sus 74 años, Sara Montiel había dado el “sí quiero” a Tony Hernández, un cubano de 39 años que no ha sido bien recibido por muchos en nuestro país. Entre ellos, los hijos de la propia artista, Thais y Zeus, que decidieron no ir al enlace porque no aprueban la unión de su madre con un hombre que consideran que va a hacerla daño. Estos han sido unos días con sabor agridulce para ella, feliz por unirse para siempre al hombre de su vida, pero triste, muy triste, porque sus otros dos amores, sus hijos, no comparten con ella su felicidad. Pero Sara lo tiene claro: está enamorada de Tony y Tony de ella y no hay nada más bonito que vivir la ilusión del amor y la pasión.
Para vivir esa pasión que les ha unido y que piensan alimentar minuto a minuto, Sara y Tony eligieron para su luna de miel un destino lleno de magia y color, Marrakech. Allí, ya convertidos en marido y mujer, disfrutaron de su amor alejados de la tormenta que provocó su boda. La pareja se dejó embaucar por los encantos de esta maravillosa ciudad marroquí y paseó su amor segura del paso que ha dado.
Cogidos de la mano, como dos turistas más, Sara y Tony recorrieron los lugares más típicos de la ciudad, como el zoco, donde la actriz aprovechó para darse algunos caprichos ante la atenta mirada de su marido. Cualquier ocasión era buena para un beso, una caricia, una broma, una risa, una mirada… Como dos chiquillos recién enamorados, estaban disfrutando, por fin, de su amor sincero, que algún día confían en poder demostrar al mundo entero.

La pareja se alojó en el majestuoso hotel Riad Ayadino. Todo el lujo árabe, todo el confort, todo el detalle, todo lo mejor para ellos, que quieren disfrutar al máximo de su estado de felicidad. Y aquí, donde el olor a pétalos de rosas mezclado con el sonido de las fuentes proporciona una paz que invita al relax y al amor, hablamos con la pareja. 



-Ya ha pasado la boda. ¿Cuál es el balance de todos estos momentos de felicidad y de tensión?
-Muy positivo –contesta Sara-. Estamos muy contentos y felices.
-También estamos agotados –añade Tony- con todo lo que ha pasado, pero nos sentimos bien.
-¿A partir de ahora se dejará de cuestionar vuestra relación?
-Pensamos en casarnos ya hace tiempo –se adelanta Sara-, pero algunos creían que era un montaje para ganar dinero. A la vista está que no hay montajes, nuestro amor es de verdad.
-¿Qué ha significado para ti, Tony, casarte con una mujer a la que antes de conocerla ya adorabas?
-Es como dar el paso que me faltaba para conseguirlo todo en la vida, porque desde que nací estoy enganchado a Sara. Y hoy soy el hombre más feliz del mundo.




-¿Ha sido difícil enamorarla?
-He tenido que pagar un precio muy alto por este amor, pero lo que yo siempre he sentido por ella me ha compensado. No sé por qué la gente en España me ha atacado tanto, pero parece que las cosas van mejorando. No he hecho nada, sólo enamorarme de una mujer maravillosa.
-¿Crees que la diferencia de edad es la causa de las críticas a vuestra relación?
-La mujer y el hombre mayor mientras vivan deben tener un amor –dice Sara-. Tenemos que sentir las caricias sexualmente hablando. Para el amor no existe edad. La persona tiene que sentirse muy viva por dentro y también sexualmente deseada por su pareja.
-¿Cómo es vuestro amor?
-La quiero como Sara y como Antonia. La admiro y la respeto.
-Yo exactamente igual –se suma Sara-, con la diferencia de que la mujer mayor es muy peligrosa sexualmente porque sabemos mucho.
-Sara, hay quienes piensan que vives una ilusión.
-No. Es una realidad. Yo conocí a este señor por teléfono, luego personalmente y fue un tilín, tilín maravilloso. Él me quería de siempre, pero yo no y menos siendo tan joven. Al conocerle más dije: es un hombre que me quiere y tenemos una química fenomenal. Además, pensé, éste es el hombre de mi vida, del final de mi vida. Y me lo está demostrando.
-¿Las críticas han hecho daño?
-Más que a nosotros sobre todo a mis hijos. Si yo ya lo tenía difícil me lo pusieron peor porque han oído tantas barbaridades que comprendo que hayan pensado que me haría daño. Pero con el tiempo se darán cuenta de que es un amor muy bonito, un compañerismo muy bueno, una amistad y una manera de vivir. Poco a poco se está arreglando. He hablado con ellos antes y después de la boda y durante la luna de miel. 
-A pesar de todas las críticas, Tony está encantado en España.
-Sí, aquí ha encontrado a una segunda familia. Mi hermana y mis sobrinos le adoran y ya está más tranquilo. Él se marcha a Cuba en cuanto volvamos a España y yo iré en diciembre, aunque pasaré las navidades en Madrid con mis hijos. Luego volveré para los preparativos de la segunda boda, que celebraremos en la catedral de la Habana ante todos.
-Tony, ¿por qué no te quedas definitivamente en España?
-No tengo trabajo aquí. Si se me presenta una oportunidad, pasaría temporadas aquí y allí pero, de momento no, porque tengo a mi madre y a mi hija en Cuba y yo las mantengo.
-Pero es duro mantener una relación a distancia.
-Es duro y es bueno. La vida cotidiana puede llegar a aburrir.
-Sí –añade ella-, porque los reencuentros son más interesantes. 




-¿Qué esperáis del futuro?
-Sólo quiero –dice Sara- salud para mis hijos, para su familia, para él y para mí.
-Seguir siendo felices –confiesa Tony-.



Marrakech ha brindado a esta pareja un elixir que ha dulcificado el sabor amargo que ha dejado su boda en España, pero a su llegada a Madrid, el pasado lunes, una nueva y desagradable noticia les estaba esperando. Además de perder las maletas de ella durante el viaje, una persona había aireado que su enlace era un montaje para ella continuar en la cresta de la ola y él conseguir la doble nacionalidad. Las punzadas habían vuelto, pero, como pareja unida, su amor y su pasión habían vuelto a salir reforzados ante las adversidades.




Texto y fotos: JAVIER HERNÁNDEZ Y JAVIER LARRAYA


EL RECORTE LII
Y lo que parecía un mero capricho acabó en boda. ¡Y qué boda! Aún queda en nuestra retina la imagen de la estrella regalando para la posteridad una frase mítica: "¡pero qué invento es esto!" Pues esa frase, entre otras muchas cosas, a Sara le costó el premio naranja en Enero de 2003. Así lo recogía la revista Sorpresa. 


SE ENTREGARON LOS PREMIOS
“NARANJA Y LIMÓN”…



La peña periodística “Primera plana”, presidida por Agustín Trialasos, ha entregado sus premios “Naranja y Limón” a aquellos famosos que han destacado, durante el año 2002, por su buen comportamiento con la prensa o por su impresentable proceder, respectivamente. El actor Imanol Arias, que no hizo acto de presencia, fue elegido premio “Naranja” y la Duquesa de Alba obtuvo el galardón “Naranja especial”. En el otro lado de la balanza, Sara Montiel fue obsequiada con un bien merecido “Limón” por sus mentiras y posterior venta de la exclusiva de su boda y la productora “Gestmusic” también obtuvo un ácido galardón por su afición al dinero y querer cobrar cualquier entrevista que se les haga a sus “triunfitos”.



Envuelta en us espectacular abrigo blanco, Sara Montiel llamó la atención, como siempre, y no dudó en ironizar acerca de los rumores sobre su marido. 

SARA MONTIEL:
“Estoy deseando conocer la doble vida de mi marido”




Sara Montiel recibió un bien merecido premio “Limón” por la manera de llevar su rocambolesca boda y las mentiras que dijo sobre la misma. La Montiel ironizó sobre el galardón y sobre el supuesto reportaje de investigación que, según dicen, saldrá pronto a la luz y en el que su marido no sale muy bien parado.
-¿Cómo te has tomado lo del premio “Limón”?
-Muy bien, porque un premio es un premio y siempre hay que agradecer que se acuerden de una. Cuando me han concedido el “Limón” será porque lo merecía.
-¿Has aprendido de los errores, Sara?
-Con 74 años que tengo he aprendido mucho de mis errores y espero seguir aprendiendo.
-¿Cómo está Tony?
-Muy bien. Sigue en Cuba trabajando y hablo con él todos los días. Somos adictos al teléfono.


-¿Para cuando la boda religiosa?
-Ese tema lo hemos aplazado y de momento no hay una fecha prevista para el enlace.
-¿Qué te parece lo que se dice de que va a salir un reportaje de investigación sobre la vida de tu marido?
-Estoy temblando. Mira bromas aparte, es un tema que no me preocupa, al contrario, estoy deseando conocer la doble vida de mi marido y ver el morbo que se supone que hay detrás de él.
-¿Conoces bien a tu marido?
-Claro, Tony es mi marido y un hombre estupendo… Yo no me he casado con un elefante.



-¿Y tus hijos siguen igual?
-Los hijos son egoístas. Me han tenido diez años dedicada a ellos exclusivamente y ahora no entienden que yo haga mi vida.

CABA
Fotos: Tato LÓPEZ



El pasatiempo
Rios y rios de tinta, horas y horas de televisión sucedieron a lo largo de algunos años con motivo de la bodísima..... y de todo tipo. La recién casada pareja también llegó a crucigramas, sopas de letras y, como en este caso, 7 diferencias que publicaba la revista ¡Qué me dices!



LA FOTO LII



Espectacular Sara Montiel en esta instántanea hollywoodiense, de la Warner Bross. Bodas aparte y Tonys aparte, hay algo indiscutible: Sara Montiel ha sido y sigue siendo una gran estrella, como pocas, y eso es imborrable. 




viernes, 20 de enero de 2012

JÚBILO - Octubre de 2001 - España


SARA MONTIEL,
actriz y cantante
“Voy a enseñar a las mujeres a hacer el amor”


La belleza de Sara es indiscutible. Orgullosa de lo que ha vivido y de lo que aún le queda, dice que su buena planta la ha heredado de su madre. No le preocupa la edad. Su fórmula para seguir tan joven es trabajar y tomarse las cosas con calma.

PERFIL
María Antonia Alejandra Abad Fernández nació en Campo de Criptana (Ciudad Real) el 10 de marzo de 1928. Con 15 años, el productor Vicente Casanova la anima a participar en un concurso de nuevas actrices que ganó y le permitió debutar en el cine en 1944. En 1950 se marcha a México, donde obtiene un gran éxito con películas como Vera Cruz, que protagoniza junto a Gary Cooper. Y de allí, rumbo fijo hacia Hollywood. Hace tres películas y se casa con el prestigioso director de cine Anthony Mann (1956). Vuelve a España y alcanza el lugar más alto de la fama con El último cuplé. El mito ha nacido. Después vendrán películas como La violetera, Carmen la de Ronda, Mi último tango, La reina de Chantercler… Películas, canciones y hombres. Los escritores Miguel Mihura y Ernest Hemingway, el poeta León Felipe, el científico Severo Ochoa, el abogado Pepe Tous, el actor Giancarlo Viola y el editor y operador de cine cubano Tony Hernández, entre otros, se cuentan entre sus maridos y amantes. 

Ha conocido y enamorado a muchos de los grandes hombres del siglo XX. Ha tenido una de las vidas más intensas y emocionantes. Ha sido uno de los rostros más bellos del cine. Sara Montiel, Saritísima, vive para contarlo. Ahora, cuando ya tiene 73 años, está preparando un nuevo espectáculo musical en el que volverá a subirse a los escenarios para encandilar a sus admiradores, ya piensa en escribir otro libro, esta vez sobre sexo –que de eso sabe mucho-, y tiene un nuevo romance con un joven cubano. No hay duda de que para Sara Montiel “vivir es un placer”. Así lo reafirmará en su próximo musical, que está a punto de estrenar y que lleva por título “Sara es un placer”.
-Desde luego, por ti no pasan los años, ¿cuándo vas a empezar a envejecer?
-Yo ya soy bastante mayor, pero me conservo muy bien porque me parezco mucho a mi madre. Ella murió con 63 años y parecía una mujer de 40. Tenía una piel preciosa, increíble, y era muy joven físicamente. Creo que he salido a ella en el físico y en la piel y, por eso, todo lo que tengo me viene de familia.
-¿Le molesta cumplir años?
-No, al contrario. Si no cumples años significa que te mueres y yo ni quiero ni pienso en morirme. Hay que tener la mente totalmente abierta para vivir la vida sin lamentarse. No me preocupa nada la edad, creo en la vida y en que hay que disfrutarla con intensidad, y cuanto más lo hagas, mucho mejor.




-¿La sociedad de hoy trata a los mayores como se merecen?
-Poco a poco la juventud se está concienciando de que la persona mayor necesita su ayuda. Los jóvenes se han dado cuenta de que su labor puede ser muy útil para la gente mayor y eso empieza a notarse.
-Desde tu punto de vista, ¿ha mejorado la relación entre los jóvenes y las personas mayores?
-Sí, por supuesto. Los jóvenes cada vez son más sensibles con los mayores.
-Si te dieran a elegir entre Sean Connery, Brad Pitt y George Cloony, ¿con cuál de los tres preferirías quedarte?
-Es una decisión muy difícil, así que creo que me quedaría con los tres, que no están nada mal.
-Y entre estos políticos: Javier Arzalluz, José Luís Rodríguez Zapatero y Manuel Fraga, ¿a cuál de ellos escogerías?
-A Don Manuel le quiero mucho, me quedaría sin duda con él. Somos compadres, padrinos de unos niños de Manolo Caracol, y estuvimos los dos en su bautizo. Manuel Fraga y yo estamos muy unidos y siempre he sentido una especial admiración por él como persona y como político.
-Te conservas muy bien, ¿tiene algún elixir para lograr esa eterna juventud?
-No tengo ningún secreto. Mi fórmula es tomármelo todo con mucha calma y trabajar. Sin trabajar no sé hacer nada. Para mí el trabajo diario es algo esencial para seguir adelante.



-Y hablando de trabajo, después del éxito de tu libro de memorias Sara es un placer, ¿cuál es tu próxima relación con la literatura?
-Estoy preparando un libro sobre el sexo, que era un tema tabú para la mujer en la época que yo he vivido. Con las cosas que me han ocurrido a mí y que yo he vivido, voy a hablar de cómo tienen que practicar el sexo las mujeres y también los hombres. Porque ellos a veces presumen mucho y luego no hacen nada. Este libro es necesario para las mujeres porque están muy atrasadas en todo lo relativo a la sexualidad. Pero este proyecto todavía tardará un poquito y no saldrá hasta dentro de dos años aproximadamente.
-Entonces, ¿consideras que las mujeres apenas hemos evolucionado en cuestiones de sexo?
-Hemos evolucionado muy poco, pero hemos evolucionado algo, gracias a Dios.



-Y de cara al futuro más inmediato, ¿qué proyectos tienes planificados?
-Ahora estoy metida de lleno en la preparación de mi próximo show musical, que se llamará ‘Sara es un placer’ y que espero llevar por muchos lugares de España. Es un espectáculo muy divertido, muy simpático y muy ameno, que estrenaremos en Barcelona en poco tiempo y  con el que luego recorreremos diversas ciudades. Estoy muy ilusionada de volver otra vez a los escenarios.
-Con todo lo que has vivido, ¿crees que la vida se porta bien contigo?
-No deseo cosas mejores porque todas las que me suceden son realmente buenas. No me puedo quejar porque soy una mujer muy afortunada.
-Hay algo que todavía no has conseguido, ¿te gustaría ser abuela?
-Por supuesto que sí. Es uno de mis deseos.
-¿Esperas serlo pronto?
-No creo. Mi hijo acaba de cumplir 18 años. En cambio, mi hija tiene 22 años y se podría casar ahora y darme un nieto. Pero no sé lo que va a pasar. Me encantaría ser abuela. Me considero una madraza, así que pienso que también voy a ser una abuelaza.



-Haciendo un poco de memoria, ¿cuál ha sido el mejor momento de tu vida y el peor?
-He tenido momentos malos, pero no hay que recordarlos. Hay que disfrutar del presente y estar con muchas ganas de trabajar, de vivir, de estar, de enamorarte, de mucho. El mejor momento de mi vida, el más feliz de todos, fue cuando llegaron mis hijos.
-¿Crees de verdad que vivir es un placer?
-Vivir es un placer totalmente.
-Han pasado muchos hombres por tu vida. ¿Qué significan para ti estos nombres?
Gary Cooper: fantástico.
Kirk Douglas: no lo conocí mucho, pero era muy agradable.
Alfred Hitchcock: simpatiquísimo y sensacional.
Miguel Mihura: adoración por él.
León Felipe: una adoración doble.
Severo Ochoa: el amor de mi vida.
Anthony Mann: otro amor de mi vida.
Ernest Hemingway: fue un hombre muy especial.
Mario Camus: un gran director, me dirigió en Esa Mujer.
Pepe Tous: ha sido toda mi vida.

Por: B.C. / Y.G.M.
Fotos: EFE


EL RECORTE LI
Y lo que parecía un proyecto irrealizable se cumplió. Sara al final sucumbió ante los encantos de Tony Hernández y terminó casándose con él. El artículo de este post, es de la revista Pronto, del mes de Octubre de 2002. Nos cuenta el primer homenaje concedido a la estrella 'recién casada'. 

SARA MONTIEL:
“Mis hijos no quieren saber nada de mi boda religiosa”
La popular artista fue homenajeada en un restaurante madrileño

Era el primer homenaje que recibía Sara Montiel desde su tumultuoso enlace matrimonial. Allí estaban desde Juan “el Golosina”, ahora fiel escudero de la manchega, hasta Pepe Rubio, Marián Conde, Carmen Grey, Arturo Tejerina… Todo parecía propicio para la reconciliación de Saritísima con los que no hemos comprendido muy bien el porqué de sus recientes exclusivas. Pero la septuagenaria artista, en contra de lo que muchos piensan, aunque intenta mostrarse alegre y feliz en público tras su boda civil con el cubano Tony Hernández, sufre una terrible amargura en su interior. Porque, por mucho que lo ha intentado en las últimas semanas, sus hijos, Thais y Zeus, siguen negándose categóricamente a hablar con el marido caribeño de su madre y le han reiterado claramente a Sara que no piensan asistir a esa boda religiosa que unirá a Saritísima y a Tony en La Habana el próximo mes de enero.





Así pues, el homenaje, celebrado en un restaurante madrileño, se limitó a la entrega de una escultura y un reloj a la actriz, al soplo apresurado de las velas de una tarta y a una cena. Desgraciadamente para ella, a Sara se le notaban en el rostro, a pesar del kilo de maquillaje, los problemas maternofiliales.
“Me va muy bien de casada –nos dijo la veterana artista- , pero estoy muy sola. Mi marido voló del nido hacia Cuba…”.
-Pero hablaréis por teléfono…
-Sí, una media hora diaria.
-¿Y quién paga las llamadas?
-Cuando Tony me llama desde la escuela de cine donde trabaja, pues lo pagará esa escuela, y, en otras ocasiones, la que telefoneo desde mi casa soy yo y la factura es mía.
-O sea, que Tony no se gasta ni un euro, porque se hace cargo del recibo mensual el organismo estatal que le emplea…
-Hombre…
Sabe que ha metido la pata y da la callada por respuesta. Cambia el contenido de la conversación y explica que “ya estoy preparando todo para irme a Cuba en diciembre. Y en enero celebraremos la boda religiosa… Primero voy a casarme y luego actuaré tres días en el Teatro Nacional de La Habana”.
-¿Te han entregado ya el vestido de novia?
-Me lo van a hacer en Cuba.
-¿Pero no era un diseño del andaluz Antonio Ardón?
-Sí, pero los componentes del Ballet Nacional de Cuba me quieren regalar el vestido y las modistas que tiene la compañía lo van a coser siguiendo el diseño de Antonio.



-¿Irán muchos invitados desde España a la boda?
-Están todos invitados. No habrá ninguna exclusiva.
-¿Invitas a toda España?
-A casi todos mis amigos.
-¿Incluida Marujita Díaz?
-Invitada está.
-Lo malo es que te fallará mucha gente, porque el viaje les saldrá por un dineral…
-No lo sé. Yo confío en  que vayan muchos amigos a La Habana.
-¿Has convencido a tus hijos para que asistan?
-No, definitivamente no irán.
-¿Te hablas con ellos’
-Sí, claro. Mis hijos apenas salen de su casa, porque tienen en la puerta a periodistas esperándoles y les molesta muchísimo.
-Supongo que estará muy afectada ante su negativa a acompañarte a Cuba.
-No pasa nada. Ya he dicho muchas veces que lo que ocurre es que ellos no aceptan que me haya casado con Tony. Yo quería a Zeus como padrino, pero ni él ni mi hija quieren ser nada de mi boda. Ni tan siquiera se hablan con mi esposo… Estoy convencida de que no aceptarían ni mi matrimonio con Tony ni con nadie.
-Tendréis que solucionar esa situación de alguna forma.
-Estaremos en la isla hasta abril y luego viajaremos a España para pasar aquí unas semanas. Pero Tony no quiere venirse definitivamente, porque su trabajo está en Cuba.
-¿No sería más razonable que se buscara un trabajo aquí para vivir permanentemente contigo?
-Él se siente muy bien en su tierra, más tranquilo que en Madrid, porque aquí le han vapuleado mucho.
-¿Pero qué sentido tiene casarse con alguien para estar separados la mayor parte del año?
-Eso no es cierto, nos vamos a ver mucho. Yo me iré a Cuba el 28 de diciembre y permaneceré en la isla hasta marzo o abril. Y luego, como ya te he dicho, se vendrá él conmigo a Madrid.
-¿Eres celosa?
-No.
-Dicen que la distancia es el olvido…
-Pues a lo mejor olvidamos, ya veremos qué pasa en el futuro.
A pesar de que Sara afirma que “me tengo que tomar a guasa todo lo que están diciendo sobre mí desde que me casé”, se siente muy dolida: “Ya está bien, me han herido mucho. Parece como si hubiera cometido un asalto a mano armada en lugar de una boda. No soy la única que ha concedido exclusivas. Yo les digo a los que se meten conmigo que hay otras cosas más importantes en la vida que preocuparse de si mentí o no el día de mi boda”.
-¿Te hacía falta el dinero de la exclusiva? ¿Tan mal te va económicamente?
-A todo el mundo nos hace falta el dinero.
-¿De quién partió la idea de la venta, de Tony o de ti?
-No, Tony es mejor que eso. Fue la revista la que nos  ofreció mucho dinero y no nos pudimos negar.

Texto: JOSÉ DE SANTIAGO
Fotos: JOSÉ ANTONIO MEDINA


LA FOTO LI


La estrella en una foto de estudio de la Warner Bross. Simplemente maravillosa. 



viernes, 13 de enero de 2012

INTERVIU - 10 al 16 de Agosto de 1978 - España


SARA MONTIEL
“Soy algo más que un cuerpo”

¿Quieren ustedes saber cuántas veces y por qué se ha operado Sara Montiel de estética? ¿Que les gustaría conocer la edad de Saritísima? ¿Qué cuántas veces ha sido abrazada por hombres que la han llamado Antonia? ¡Ah, ya adivino! Usted, lector, lo que quiere es enterarse de la frecuencia de las masturbaciones de Sara…



Sara nació Antonia y en la Mancha. Eran años difíciles, años de terror y miseria. Su familia se trasladó a Orihuela, la Orihuela de Miguel Hernández, ‘asesinado en los presidios de España’…
-Sara, ¿qué te dice el nombre de Miguel Hernández?
-Mira, mi padre vendía vino cerca de la cárcel de San Miguel y les llevaba comida a los presos; uno de los presos, hasta su traslado, fue Miguel Hernández, poeta que desgraciadamente no es tan conocido en España como se merecería. Pues bien, en aquella época yo acompañé muchas veces a mi padre a la cárcel de Orihuela. Eran tiempos terribles, pasábamos muchas necesidades y yo lo que quería era aprender, ¿comprendes? Entonces lo que yo hacía era ir a las casas de los ricos a que me dieran clases, pero sólo daban catecismo y acabé de catecismo hasta las mismísimas narices. Las casas de los ricos… ¿sabes? Una de las primeras palabras que aprendí fue “guapo” y tenía una sensibilidad especial por lo bello; de vez en cuando mis padres me llevaban a casa del amo –desde entonces odio la palabra amo- y allí todo era “guapo”. ¿Rencor, dices? Pues no, no soy rencorosa, lo que ocurre es que he sentido la gran injusticia de ver a familiares míos que estaban encarcelados por ser republicanos o socialistas, pero rencor, lo que se dice rencor, no. En fin, tuve que aprender a leer sola y la música me la enseñó una monja dominica, sor Leocadia, que era una pianista sensacional y que se fijó en mi hambre de música… Sí, realmente yo tenía hambre de música y un oído de tísica: lo aprendía todo. La verdad es que, siendo niña, muy niña, tenía una especie de intuición que me hacía buscar más allá de los límites familiares; fíjate, mis amiguitas no eran de mi clase social, sino que las buscaba entre personas de clase superior. Años después me pasaría lo mismo con España: se me había quedado chica, me sentía como encerrada y marché a América…


EL DON FATAL DE LA BELLEZA
He perdido el hilo de la entrevista. Sara, vestida de blanco, mitad Ibiza, mitad Méjico, sigue hablando. Admiro su belleza y recuerdo mis pecaminosas fantasías infantiles, cuando me embobaba ante la funda del disco de “El último cuplé”. Sara intuye y una vez más hace una pirueta de divagación y habla de su belleza.
-Gracias a Dios o gracias al diablo sigo conservando mi belleza, pero he tenido que luchar mucho contra ella, ha sido una lucha continua para demostrar que en Sara hay algo más que un cuerpo, claro que la verdad es que el físico me ha podido siempre. O sea, si he conocido a un escritor, a un músico, a un comediógrafo, pues no me hacían mucho caso y para aquel hombre importante yo sólo era “la mujer”; porque yo he tenido unos dieciséis años de caerse la gente de culo, oye, pero de culo, ¿comprendes? En esta época en que las niñas están gilipuertas y en la edad del pavo, yo era una tía sensacional, guapísima. Al principio de hacer cine mi imagen era la de la chica rubia americana, luego fui encontrando mi propia imagen…
Sí, aquella imagen que se desbordó en “El último cuplé”. ¿Recuerdan?
“Nena, me decías loco de pasión.
Nena, que mi vida llenas de ilusión.
Deja que ponga, con embeleso,
junto a tus labios la llama divina de un beso”.
-“El último cuplé” lo viví como una quijotada, no creía que fuera a tener el éxito que tuvo, entre otras razones porque nos enfrentamos con muchos problemas para encontrar un productor: nadie quería producirla, pero Juan de Orduña creyó en mí como en la Virgen y recorrió todas las productoras, las pocas que había en España, con el guión bajo el brazo. Fíjate, le decían que yo no era la indicada, que lo tenía que hacer María Félix o Carmen Sevilla. Finalmente, después de un año de intentos inútiles, y para poder hacer la película, llegamos al compromiso de que yo sería la actriz, pero me doblarían. Total, y para no hacer la historia muy larga, ya se tenía a una cantante contratada y el día que tenía que cantar, con toda la orquesta dispuesta, no se avino por un problema de dinero; la única solución fue llamarme a mí… De todas formas, “El último cuplé” no ha sido la película en que he topado con mayores dificultades, sino “Carmen la de Ronda”: el primer problema consistió en que nunca he sido una flamenca ni tengo nada de andaluza, y por otra parte había lo de la censura, ya que se trataba de una película muy fuerte para aquella época y que mereció un “tres erre”… En fin, el caso es que yo quería tener una Carmen en mi filmografía y se superaron todos los obstáculos. 

¡AMERICA, AMERICA!
Preguntar a Sara resulta casi inútil. Sus recuerdos, los que le sugiere cada pregunta, la desbocan. Me da pereza frenarla. Y así, del cine en España salía en dos frases al cine de Hollywood, y de éste a su primera América.
-Fue en mil novecientos cincuenta y uno y llegué a América gracias a Miguel Mihura, que se dio cuenta de que España me venía chica y, por tanto, tenía que buscar otros países. Me fui a Méjico porque allí hablaban mi lengua, pero una huelga y mis necesidades económicas fueron la causa de mi inmediato traslado a Nueva York. Llegué a aquella ciudad un día de marzo; nevaba, lo recordaré toda mi vida; quedé impresionada y temerosa: me sentía sola, empequeñecida…, pero reaccioné y me dije: “¡Qué coño voy a estar empequeñecida!”… Mira, si en algún  momento me he agarrado a mi belleza física, fue entonces, en mi debut neoyorquino: cogí, me enrosqué mi cabellera y me marqué un escorpión en la frente. Fíjate, así me paseé por Nueva York, una ciudad en la que nadie se extraña de nada, y, sin embargo, yo logré que la gente se girara al verme y que me dijera: “You must be somebody” –usted debe ser “alguien”…-.No, no, no logré ser engullida por la “vida a la americana”; allí continué mi horario, mi vida a la española. ¿Méjico, dices? Méjico fue otra cosa. Volví a Méjico y permanecí más de seis años…




ROSARIO DE EXILIADOS ILUSTRES
Sara se transfigura en Antonia. Su voz abandona todo posible engolamiento y adquiere un no sé qué entre tierno y humilde. Habla de Méjico, de una etapa de su vida mucho más sorprendente y, por supuesto, menos conocida que la de sus amoríos.
-En Méjico viví dos años en casa de León Felipe y Berta. La primera vez que vi a León fue en casa de un pintor español exiliado que le estaba haciendo un retrato a Berta… Berta era muy alta y muy “hippy”, siempre descalza y con flores en la cabeza… Por supuesto, León era consciente del tronco de mujer que tenía delante, pero ayudó a pulirme, hizo que aprendiese y me mandó a tomar clases; de vez en cuando le leía sus versos, pero lo debía hacer mal y él aseguraba que los dioses no me habían llamado para recitar… León era un anarquista maravilloso… Cuando me trasladé a Cuernavaca, porque mi madre no soportaba bien la altura de Méjico capital, León y Berta venían a casa, también venía don Alfonso Reyes, y fue en Cuernavaca donde conocí a Neruda y a Ernest Hemingway… Otra de mis grandes amistades en Méjico fue don Indalecio Prieto; la crítica que publicó don Inda de “El último cuplé” fue maravillosa; la escribió poco antes de morir y murió escribiendo sobre mí. A quien llegué a apreciar mucho y que siempre que venía por Méjico vivía en casa fue a Jorge Guillén; le conocí en Sao Paulo por medio de… ¿cómo se llama?..., sí, hombre, ese pintor que siempre estaba en la cárcel y que había ido a matar a Trotsky… ¡Ya! Alfaro Siqueiros; pues bien, Siqueiros me presentó a Guillén; estaban en una reunión y al principio no querían dejarme entrar porque decían que yo era franquista. Oye, sobre eso del franquismo tengo una anécdota divertida: mira, resulta que Alberti me dio una cena cuando debuté en Buenos Aires, una cena a la que estaba invitada gente muy importante, y Rafael acababa de llegar de Pekín, donde los de Mao le habían llenado de medallas… Por cierto, años después colaboré en la organización en España de la primera exposición de Alberti… Muchos periodistas no se atrevieron entonces a escribir nada… ¿Qué te decía? ¡Ah, sí!, lo de la cena en Buenos Aires: pues entre los invitados estaba Alejandro Casona, que empezó a despotricar contra mí, a decir que yo era lo que enviaba Franco por el mundo, que vaya una cupletista, que el cuplé tal y cual, etcétera; yo callé por prudencia y por no aguarle la fiesta a Rafael. Total, que pasan los años y Casona vuelve a España en vida de Franco; y, mira por dónde, me llama para que yo le estrene; le dije: “Mire usted, soy demasiado poquita cosa para un Casona y además soy una cupletista muy avanzada para hacer un teatro ya caduco”. Hombres como León Felipe y como don Inda he conocido pocos… Don Indalecio Prieto escribió en una ocasión que yo era un “cacho trozo de mujer”…
En fin, cuando llegué a Méjico en mil novecientos cincuenta y uno ni siquiera sabía que había habido una guerra mundial; siempre me dolió mi ignorancia y toda esta gente me ayudó mucho.



PUSO A FRANCO DE PIE
Aunque Sara Montiel, por múltiples razones y por sus largas estancias fuera de España, no puede ser considerada como una de las folklóricas del franquismo, tampoco aprovecha esta circunstancia ni sus amistades republicanas para hacer alardes de neoantifranquismo.
-Mira, llámalo como quieras, mano izquierda, liberal, lo que quieras, pero la cuestión es que siempre he respetado todas las ideologías, aunque también es verdad que estuve una vez en La Granja, pero fue porque me llamaron, mientras que otras movían cielos y tierra para ser llamadas. Por cierto, en La Granja me pasó una cosa curiosa: cantaba “La violetera” y entonces me dirigí a Franco y le dije: “Tome, Excelencia, este ramito”, y le arrojé unas violetas a los pies; Franco se levantó para cogerlas, y entonces todos los invitados se pusieron en pie…, me hizo gracia levantar a toda aquella gente importante. Por otra parte, cuando llegaba el mes de noviembre, me inventaba un viaje al extranjero porque era la época en que nos llamaba Fernando Fuertes de Villavicencio para la gala del Calderón, y que conste que siempre he considerado a Villavicencio como un gran amigo. Oye, siempre he respetado todas las ideologías; es algo que me enseñó León Felipe, puesto que con él conocí a comunistas, a socialistas, a republicanos, a gentes de todos los colores y siempre los respeté. Claro que respeto no significa adhesión, y eso puede aplicarse al franquismo. Además hay cosas que no comprendo, como por ejemplo: Franco siempre despotricaba de Rusia y cuando yo llegué a Moscú me encontré con que teníamos unas relaciones comerciales estupendas con aquel país…

REINA DE MARIQUITAS
No cabe duda sobre el liberalismo de Sara, pero su mano izquierda y sus guiños de sobrentendido han sido la nave que ha capeado cualquier tormenta. Se dice, por ejemplo, que cuando Dolores Ibarruri, La Pasionaria, le envió un disco de cuplés editado en Moscú, Sara Montiel le agradeció el gesto con una paella que llegó en su punto a la Rusia soviética; filigrana diplomática a la vez que milagro culinario.
-Como te decía, yo siempre he procurado llevarme bien con todo el mundo, y prueba de ello es que lo mismo que estuve en La Granja, también escondí a gente en casa…, sí, sí, y además fíjate qué curioso: era cuando vivía en Madrid y debajo de casa había una librería en la que se celebraban reuniones clandestinas; el caso es que un día llegó la Policía y varios lograron escapar, pero los perseguían y se metieron en casa y los escondí en un armario; cinco años después estaba yo en Bucarest y en primera fila había una cara que me parecía conocida; cuando acabé la actuación, aquella cara conocida estaba en mi camerino, me saludó y me dijo: “Sara, ¿no te acuerdas del armario en la calle San Bernardo?”; claro que recordaba, el chico había pasado un día entero en casa… ¿Reina de los mariquitas, dices? Pues sí, también con los homosexuales siempre me he llevado muy bien, me adoran, es algo misterioso y que ocurre en todos los países, los tengo enloquecidos; no puedo decir por qué, pero es algo de toda la vida… ¿Que la Iglesia? Bueno, más que dinero lo que me han hecho perder es tiempo, la Iglesia me ha sacado mucho tiempo; de todos modos, yo sigo creyendo en Dios, aunque en la Iglesia no creo en absoluto y ahora, con Pepe Tous, no pienso casarme ni por la Iglesia ni por lo civil, simplemente haremos una ceremonia para los amigos y de amigos.
-Sara, contéstame a una última pregunta… ¿Rey o República?
-¡Ay, chico, qué susto me has dado! Creía que me ibas a preguntar por mis amantes y ¡he tenido tantos…! Bueno, a mí el Rey me cae muy bien.

Por ANGEL MONTOTO


EL RECORTE L
La revista erótica Penthouse, en su número de Noviembre de 1980 incluía una entrevista a nuestra estrella. Su interlocutor: nada menos que Francisco Umbral. Así que imagínense: pechos, transparencias, y pechos y pechos y pechos..... ¡Ay Sarita!



LA ESTRELLA O
SARA MONTIEL

Una de nuestras cenas de siempre, como siempre. Tiene la belleza de los cincuenta años, el sobredorado de un ayer donde hay nombres tan reveladores como Miguel Mihura o Enrique Herreros, como Anthony Mann o el Fernando Rey que se empecataba con ella, en “Locura de amor”, cuando niña mora:
-Pero has venido sin sostén, Antonia.
-¿Se me transparenta mucho?
-Se te transparenta todo.
-Me encanta.
Habíamos olvidado a la morita de Cifesa cuando Sara reapareció en nuestras vidas –tontos y lluviosos cincuenta, que nos pasamos cantando bajo la lluvia; sin el paraguas de Gene Kelly ni el paraguas atómico que ahora nos van a poner los yanquis-, reapareció en nuestras vidas, Sara, cuando “El último cuplé”, cosas que habíamos oído cantar a nuestras tías en la hora hacendosa de la limpieza. Nos descubrió la nostalgia irónica de lo inmediatamente anterior a nosotros.
-¿Y por qué a la agencia Efe fuiste con sostén, Antonia?
-Pues hijo, no sé, ni fijarme, tú es que no paras con lo transparente, parece como que me está dando apuro, te lo prometo.
Y se frunce un poco la leve tela sobre los pechos, a ver si le da espesor y honestidad.
-Dime, Antonia. ¿En Efe te pusiste el sostén por Luís María Ansón o por Rafael Alberti?
-Por los dos.
-O sea que yo soy una mierda.
-Contigo hay confianza.
-Gracias. 



En el tardofranquismo le hice una entrevista donde ella se lanzó al destape político, se proclamó socialista, contó la historia penal y penitencial de su familia, y se armó el cirio. Los columnistas del “Arriba” recuerdo que escribían: “¿Y tú me lo preguntas, Sara? Socialismo eres tú”. Siempre tan becquerianos.
¿Volverán las oscuras golondrinas del partido único?
Le pregunto a Sara:
-¿Tú crees que volverán?
-Dios no lo quiera, hijo.
Su casa de la plaza de España era una confusión de pasillos, vestidores, cuadros de la moza, desnudos de la moza, follones de la perra y colas de fotógrafos. Ahora ha llegado un ángel: Thais, la niña adoptada, la hija elegida, que centra ya la intimidad nada estrellada de la estrella como ordenan el mundo los niños en torno de ellos. Dulcemente:
-Y hasta pienso en traerle un hermanito. Sí, porque Pepe y yo no somos unos padres tardíos, sino unos abuelos prematuros.
Lorenzo González, Bonet de San Pedro, Jorge Sepúlveda. Tres tiernos fantasmas de mi prehistoria sentimental, que aparecen en el show/Sara con la sábana recién planchada. Me parece un gran acierto haberlos reunido. Porque tienen un público y porque la hacen más joven. Una vez, Marsillach, Forges, Máximo, yo y otros redichos quisimos meterla en el mogollón del teatro intelectual y político. Es intuitiva y no tragó.
-La transparencia, dios, la transparencia.
-¿Otra vez, hijo?
-Nada, Antonia, citaba a Juan Ramón Jiménez.
-¿Y por qué pones Dios con minúscula?
-Él lo ponía así.
Pero yo sé que las estrellas tienen un Dios con mayúscula. La transparencia de la gasa sobre sus senos, que son como hogazas manchegas con cuchura de sol. Un pelucón como un violín, el nombre de la niña, en oro, al cuello, confusión de dijes, fetiches y joyas en el escote, cinco sortijas de brillantes en los tres dedos finales de la mano izquierda, un perfume a estrella y la calavera, sobre todo la calavera de pómulos perennes y dibujo primaveral, bajo la máscara cruenta del maquillaje, la sonrisa de prensa y el silencio.
-Ya como de todo, Paco, no es como antes, que andaba a régimen, ¿te acuerdas?, y me desmayaba, aquella vez en Barcelona, lo malita que me puse, que tú estuviste a verme, y luego menos mal que se pasó y fuimos a la Diagonal a tomar pan y tomate con Tania Doris y Luís Cuenca y Colsada, hoy dos kilos más o menos, pero siempre en mi línea, tan tranquila, oyes, ya lo ves, y que trabajo a tope, ya ves el espectáculo, no paro, cincuenta y dos años, qué te parece, no me mires ya más lo transparente, qué pesado.
Cuando eran novios ella y Miguel Mihura, en los desgualdrajados años cuarenta, iban juntos a los viejos cafés con parejas ya entradas, que jugaban toda la tarde al parchís, y aparato de radio para oír el parte y la voz rota y dramática de Manolo Caracol. María Antonia Abad, la niña fresca, nueva y decidida del Campo de Criptana, que se viene a la capital en ruinas y se ennovia con la crema de la intelectualidad.
-Cuántos años, ¿verdad, Sara?
-Cuántos, Paco.
Una de nuestras cenas de siempre, como siempre. En las cenas mundanas, uno hace recuento y revisión de escotes (porque las mujeres, a cierta edad, comienzan a creer mucho en su escote, así como las adolescentes van con suéter alto), y me parece que nadie lleva sus cosas tan frescas, tan altas, tan puestas, tan peripuestas como Sara Montiel, en su generación.
-De lo que estoy contenta es de haberle quitado un teatro a Colsada, La Latina, cosa casi imposible, para nuestro espectáculo.



La miro fijamente en los últimos espejos de la noche, con la mirada que debe tener el escritor, el periodista, mirada un poco forense y autópsica, para con sus personajes reales o fingidos (todos son reales y fingidos al mismo tiempo). ¿Cuál es el secreto último, la clave final, la verdad elemental y compleja de esta mujer? Me parece que sigue funcionando en ella la niña manchega deslumbrada ante la gloria de más o menos watios de una estrella que se llama Sara Montiel.
-¿Y por qué se llama Thais o Tahis la niña, Antonia? –le pregunto, para darle ocasión a soltarme la ficha del Espasa que habla de este personaje, de este nombre, y que ella naturalmente tiene más o menos aprendida.
Dicen que, cuando estaba casada con Anthony Mann y el señor Mann rodaba con Sofía Loren, a Sara le daban todas las madrugadas unas alarmantes y fugaces hepatitis que la ponían a parir, retenían al director/esposo en casa y a Sofía Loren, gran profesional, esperando dos o tres horas, con frío y relente de madrugada, al pie de su coche de cardenal romano.
Me lo decía un académico la noche del show/Sara:
-Adónde habría llegado esta mujer en una industria del espectáculo menos ruinosa y mediocre que la española. Canta, baila, hace de sí misma, va entre el público, se sienta en las rodillas del hombre anónimo de Poe y Baudelaire, de Melville, tira claveles al personal, es, tan sólida, como una cosa frágil y pequeña en las rodillas, ya digo, de coloso múltiple y sin rostro de la multitud. Luego los espejos me la devuelven.
-Antonia, tu actual marido era tu antiguo amante y tu hija es adoptiva. Dime, por lo menos, una amiga de verdad.
-Marujita Díaz.
-Marujita Díaz no ha hecho otra cosa que copiarte, toda la vida.
-Sí, hijo, es una obsesión que se le ha metido. Pero cómo se portó cuando lo de mi pobre madre.
Y es que uno llega a olvidarse de que las estrellas tienen, han tenido una madre.

Francisco Umbral


LA FOTO L



Sara, en su plenitud, regalando sensualidad a raudales.