domingo, 5 de febrero de 2012

HOLA - 17 de Julio de 2003 - España


EXCLUSIVA
La demanda fue presentada el pasado 2 de julio en un juzgado de Madrid
SARA MONTIEL
SE SEPARA LEGALMENTE DE TONY HERNANDEZ PARA QUE SUS HIJOS VUELVAN A SU LADO


No es una historia de desamor, ni tampoco de traiciones o de desgaste de una pareja. Es simplemente la decisión de una madre llamada Sara Montiel de romper su matrimonio con Tony Hernández por sus hijos, Thais y Zeus. Así de crudo, así de duro, así de drástico… y así de claro también. Porque muy claro tiene Sara, y con hechos así lo demuestra, que sus hijos son antes que nada y que nadie, aunque para ello tenga que renunciar a su propia felicidad como mujer, según ella misma reconoce. No quiere hablar Sara de egoísmo o de actitudes justas o injustas, pero lo cierto es que no se había visto a la popular artista tan triste ni resignada en los últimos tiempos. Hasta se emociona a veces durante la entrevista.

UN ORDAGO CON LAS CARTAS MARCADAS
Ha tenido Sara que elegir, como ella cuenta, porque sus hijos le han obligado. La elección estaba clara: sus hijos. Un órdago a la grande con las cartas marcadas. Por una cara, la felicidad de una madre al tener a sus hijos a su lado; por la otra, la pátina de dolor de una mujer enamorada. Porque Sara aún continúa queriendo a Tony Hernández, su todavía marido hasta que la justicia se pronuncie próximamente tras haber presentado ella la demanda de separación en un juzgado de Madrid el pasado 2 de julio. Una conversación con Sara desde el rigor, con la alegría y la pena sentadas a ambos lados de la mesa tras haber posado junto a sus hijos.
Un excepcional reportaje por cuanto la influencia de Thais y Zeus ha contribuido de forma determinante a que su madre haya tomado la decisión de separarse, unido al mucho tiempo que ellos llevaban sin posar para los medios de comunicación, especialmente Thais, que siempre se ha mostrado muy reacia a esos menesteres. Un documento periodístico que bien podría denominarse “las fotos de la reconciliación”.



“LA ILUSIÓN ME ESTÁ DURANDO MUCHO”
-Sara, la ilusión parece haberse acabado…
-Perdona, pero la ilusión me está durando mucho.
-Pero tú has sido quien ha dado el paso de separarte.
-Sí. El motivo estaba clarísimo: mis hijos nunca han aceptado mi matrimonio. Jamás han aceptado que yo estuviese casada con hombre alguno, llámese Tony Hernández o Pepo Flores, como yo digo, y tampoco que viva con nadie. Nunca aceptaron a Giancarlo.
-Estamos hablando de Tony, Sara.
-Sí. Me enamoré de él después de estar dos años hablándonos. Luego nos casamos y hemos vivido ocho meses juntos sin separarnos, aunque después de la boda Tony tuvo que irse a Cuba por motivos de trabajo en la Escuela de Cine. Y yo también he ido a Cuba. Pero nada, mis hijos, erre que erre, con su decisión de no aceptarle, y yo con unos disgustos horrorosos. Hasta que un día decidí poner todo en una balanza.
-Te refieres a Tony y a tus hijos.
-Efectivamente. Son mis hijos y tenía que sacrificarme por ellos. Como así he hecho. Como te decía, no ha habido manera de que aceptaran al “cubano”, como llaman mis hijos a Tony.



“UNA DEPRESION MUY GRANDE”
-Podrían al menos haber intentado conocerle.
-Ya, pero no hubo manera. Yo he estado con una depresión muy grande; porque, claro, si estaba enferma, mis hijos no me llamaban ni venían a verme, pero incluso sin estar Tony a mi lado. He encajado toda esta situación a base de tomar tranquilizantes y de ponerme pastillas debajo de la lengua cuando la tensión me subía hasta veinte.
-Hasta que tomaste cartas en el asunto.
-Sí. Me fui a Londres a ver a mi hija, aunque previamente, el día dos de marzo, Thais me había llamado por teléfono para decirme que me divorciara, que ellos no querían ser los últimos de la fila y que yo les había abandonado por “el cubano”. Que si no me divorciaba, entonces no me tendrían jamás.
-Terrible momento, Sara.
-Terrible. Como te decía, caí en una depresión muy grande. Luego vino Tony a España y le conté lo que estaba sucediendo. Le dije: “Mira, Tony, mis hijos están tremendos con nuestro matrimonio y me dan unos disgustos de muerte, así que tengo, tenemos, que decidir si nos vamos a Cuba o qué”.
-¿A Cuba los dos?
-Sí, porque mi marido tampoco quería vivir en España. Me comentaba: “Amor, yo no soy feliz aquí”. Por eso él había arreglado su casa de Cuba para que los dos nos fuéramos allí.

“ESTAN LOS DOS EN EL AIRE”
-Vamos, poner tierra de por medio.
-Sí, pero no podía hacer eso. Yo no puedo dejar a mis hijos; uno con veinte años, que está terminando los estudios y sin saber lo que va a hacer con su futuro, y mi hija, sin terminar aún la carrera y también sin decidir lo que hará. Están los dos, como se dice, “en el aire”. Llevan dos años viviendo fuera de casa y yo les pago todo.
-Así se puede vivir fuera de casa.
-Les mantengo porque están estudiando y no tienen nada, sólo lo que yo les doy. No puedo hacer otra cosa porque están estudiando. Thais está cursando ICADE en Madrid. Por otra parte, Zeus necesita estar muy cerca de mí y yo de él. Estaba muy delgado. Ahora ha engordado seis kilos. Zeus mide un metro ochenta y nueve de estatura y sufrió una caída hace cuatro años, cuando estaba en Palma de Mallorca.
-Eso lo llamaría maternidad responsable.
-Mira, no quiero  que les pase algo porque su madre se haya casado y esté en Cuba. A mis setenta y cinco años y a estas alturas de mi vida tengo que amparar a mis hijos y tenerles en mi casa. Y la única forma es separándome de mi marido.



“HAY COSAS QUE MIS HIJOS YA NO ACEPTAN”
-Muchas veces, los hijos hacemos uso de la edad que tenemos de acuerdo a cómo sople el viento.
-Hay una cosa que es cierta: hasta los dieciocho años, los hijos no quieren separarse de tus faldas porque saben que lo pasarían mal. Pero cuando cumplen la mayoría de edad legal, entonces ya campan con su propia vida.
-Y nos volvemos, a veces, más intransigentes.
-En algunas cosas, sí. Por ejemplo, hay cosas que mis hijos ya no aceptan y que a mí me parecen insignificantes: que me rice el pelo, por ejemplo. Yo tengo un pelo maravilloso, y entonces me dicen: “Ay, no, mamá, ponte el pelo como tú te lo pones, raya en medio y liso, porque eres más tú y además para tu edad te va muy bien”.
-Ese, “para tu edad”…
-Hombre, a mí no me hieren por decirme “para tu edad”, pero sí me gustaría que me dijeran: “Mira, mamá, estás guapísima, ya sea con el pelo rizado, con raya en medio, con canas o teñida de rojo”.
-Mujer, a lo mejor no han caído.
-Me gustaría que un día me dijeran: “Mamá, estás guapa de todas las maneras y puedes hacer lo que quieras porque para eso eres la mujer más célebre de España y del mundo”. Porque yo sí disfruté con mi madre.



“MI MADRE DEJO A UN NOVIO POR SUS HIJOS”
-Tu padre murió cuando tú eras aún una adolescente, ¿no?
-Yo tenía dieciséis años cuando murió. Pero a mi madre la disfruté hasta que tuve cuarenta y un años. Y fíjate que ella dejó a un novio que estaba muy bien por sus hijos. Dijo: “No, ni hablar. ¿Yo, por mis hijos? Vamos. ¡Quita, quita, quita!”.
-La historia parece repetirse años después, Sara.
-Mi madre se vino conmigo a México, donde vivió durante seis años. Luego nos vinimos a España y murió a mi lado en mil novecientos sesenta y nueve. Mi madre me vio luchar desde los dieciséis años. Yo la he querido y respetado muchísimo. Nunca he sido egoísta con mi madre. Ahora bien, si me preguntas que si los hijos son egoístas, te diría que la mayoría.
-¿Con los padres, Sara?
-Puede ser. Mira, yo nunca metí a un amante en mi casa hasta que me casé con Tony.
-De todas formas, vaya papeleta para Tony.
-Desde luego. Mi marido está muy mal y muy dolido. Es un hombre que ha sido rechazado por las buenas, porque yo he partido de un hachazo nuestro matrimonio.
-¿Habéis firmado ya la demanda?
-Sí. Una persona de mi confianza viajó a Cuba con la documentación y Tony firmó ante el cónsul de España sin poner ni una sola pega.
-¿Se ha fijado algún tipo de pensión compensatoria para él?
-No. Todo ha sido de mutuo acuerdo. Nos casamos en régimen de separación de bienes y capitulaciones matrimoniales.

“TONY VENDRA A ESPAÑA A DEFENDERSE”
-¿Llegarás al divorcio?
-Por supuesto que sí. Tony tiene mucha vida por delante, un porvenir, un futuro, y no tiene por qué estar amarrado a mí. Si él no hubiera estado divorciado de su primera mujer, nunca se habría podido casar conmigo.
-¿Volverás a verle alguna vez?
-Vale. Me separo de Tony por ellos, pero, ahora bien, espero que mis hijos me dejen hablar con él. Porque sé que Tony vendrá a España para defenderse de las acusaciones que van a verter contra él cuando esta entrevista salga a la luz.
-¿Tus hijos podrían estar adoptando una postura egoísta?
-No. Yo no culpo a mis hijos, porque un hijo no tiene nunca culpa de nada.
-Hasta un cierto punto, Sara.
-Sí, bueno, pero somos los padres quienes tenemos que sacrificarnos por los hijos. Fíjate hasta dónde llego, que pienso que nunca habría debido, no ya casarme con Tony, sino comenzar nuestra relación.
-Al menos tus hijos serán conscientes de tu sacrificio.
-Lo único que voy a decir al respecto es que a mí nadie me puso una pistola en el pecho para ir a Brasil a por mi hija, como tampoco a Alicante a por mi hijo.
-Una cosa no quita la otra.
-Mis hijos son mis hijos, aunque sean adoptados y yo no los haya parido.



“MI HIJO YA VIENE A COMER TODOS LOS DIAS”
-Y ellos ya están en tu casa como si nunca hubiera pasado nada.
-Mi hijo ya viene a comer todos los días. Se  baña en la piscina y luego se queda conmigo hasta las ocho o las nueve que se va porque ha quedado con alguna amiga o amigo. Mi hija también viene de vez en cuando. A veces a comer y otras por la tarde, y ya se queda a cenar. Ya están tranquilos porque me separo. Ya están en su terreno. ¡Tuve hasta que enseñarles la demanda de separación para que me creyeran!
-Quizá el día que tus hijos se enamoren de verdad sepan lo que has hecho por ellos.
-Ya sabes, la juventud de ahora es así.
-Me refiero a dentro de unos años.
-La vida ha cambiado mucho y muchas familias ya no están tan unidas como antes. Ahora hay más libertad para los hijos y luego éstos se dan unos golpes que para qué.
-Pueden madurar rápido.
-En el caso de mis hijos se trata de dos “polluelos” que aún no han salido del cascarón; no saben lo que es la responsabilidad de un trabajo para ganarse un duro y poder pagar a Hacienda o comprarse unos zapatos, tener un seguro de enfermedad…

“A LA EDAD DE MI HIJA YO PARABA LOS COCHES POR LA CALLE”
-Nadie nace sabiendo, Sara.
-Sí, estoy de acuerdo; pero no olvides que a la edad de mi hija, es decir, a los veinticuatro años, yo ya paraba los coches por la calle. A esa edad ya había hecho “Veracruz”, ¿comprendes? Y ya no te digo a los diecisiete años, cuando ya era dueña de España trabajando y sabiendo lo que era un hombre.
-También eran otros tiempos y, además, tú eres una mujer de otra raza, de otra fuerza.
-Sí, será así, pero mis hijos quieren estar conmigo a base de mi sacrificio y de que únicamente esté con ellos. Thais y Zeus me han dado la felicidad como madre, pero me han hecho desgraciada como mujer. Los años que me falten ya no podré sentir que estoy viva, que quiero, que amo y que estoy amando. En este sentido soy muy infeliz, mucho.
-¿Crees que la vida es´ta siendo justa contigo?
-No lo creo. Yo he sido una persona con todo mi pasado y mi presente. Tuve un marido maravilloso durante siete años que se llamaba Tony Man. Pedimos el divorcio porque él pasaba de los cincuenta años y yo tenía veintinueve. Con el tiempo, él me puso en su testamento, a pesar de que tuvo un hijo con una chica maravillosa.
-No nos desviemos del tema, Sara, y perdona que vuelva a hablarte del posible egoísmo en la reacción de tus hijos.
-Eso lo dices tú.
-Y a lo mejor otros que puedan leer tus declaraciones.
-La verdad es que me da pena que mis hijos no puedan verme feliz como mujer, porque el amor de un hijo es muy distinto al amor de un hombre. Ya sólo me queda ser feliz como madre, y si después de todo tampoco recibo el cariño de mis hijos, pues que venga ese nuevo Talgo que atraviesa media España, me pongo delante y digo: “Anda, cógeme, porque yo no tengo ya otra salida”


“MIS HIJOS SE ENFADRAN POR ESTAS DECLARACIONES”
-Mira que si tus hijos se enfadan con tus declaraciones…
-¡Para nada! Si lo único que estoy diciendo es la verdad. ¡Pobrecitos míos! Ellos me lo dijeron muy claro desde el primer día: que no aceptaban al “cubano”, como ellos le llamaban.
-¿Cuándo se mudan a tu casa?
-Quieren venirse ya a vivir. Mi hija ha dicho que va a pintar su dormitorio. Cuando ella estaba aquí era de color rosa y luego yo lo pinté salmón. Tiene también una cama maravillosa del siglo diecinueve.
-¿Y quién mandó pintar el dormitorio?
-Lo hice yo, porque cuando se fueron mis hijos arreglé las habitaciones. Puse dos camas en la de Zeus. Aún están durmiendo allí, pero ya van a dejar su casa alquilada porque me estoy gastando un dineral en balde. Me ha costado un ojo de la cara mantenerles fuera.
-¿Quién estuvo más intransigente en su postura, Thais o Zeus?
-Los dos.
-Se habían confabulado.
-Como te decía, se cerraron en banda.
“NUNCA, NUNCA, NUNCA”
-A lo mejor has echado de menos a Pepe Tous en estos días.
-No. Por desgracia, ya hace once años que Pepe murió y nada tiene que ver nuestra vida de ahora. Además, de haber enviudado, él habría rehecho su vida. Lo habíamos hablado veintiocho mil veces. ¡Por favor, si Pepe murió con cincuenta y nueve años!
-Pongamos que Pepe tuviera un nuevo amor, ¿cuál habría sido entonces la postura de vuestros hijos? ¿Crees que hubieran sido tan intransigentes con él como contigo?
-¡Ah! Eso ya no lo sé. El pobre Pepe tendría que verse en esa situación, y ya veríamos.
-Dicen que Thais y Zeus nunca llegaron a cruzar palabra alguna con Tony en todo este tiempo.
-Nunca, nunca, nunca. Recuerdo que mi marido me decía: “Amor, yo no lo comprendo. Está bien que estén enfadados conmigo, pero si tú estás enferma, lo normal es que tus hijos te llamen por teléfono y te pregunten que cómo te encuentras”. Es más, Tony tuvo que acompañarme a una operación muy difícil a la que tuve que someterme y de la que nadie se enteró porque mis hijos no querían estar conmigo.
-Tú siempre has sido una mujer muy familiar.
-Yo me he criado en una familia muy unida. Maravillosa. Tengo sobrinos carnales por los que doy la vida igual que ellos por mí. Entonces, imagínate lo familiar que yo seré con mis hijos.


REPITE UNA Y OTRA VEZ QUE TODO LO HACE POR SUS HIJOS
Damos por concluida la entrevista. Sara repite una y otra vez que todo esto lo hace por sus hijos. La sensación de tristeza es todavía permanente en su rostro. Está vestida con una especie de túnica blanca. Fuma un habano. Muy cerca de ella está su hermana. En silencio. Thais y Zeus ya se han ido. Han quedado para volver. Muy pronto inundarán de nuevo la casa con sus voces y su presencia.
Por los ojos de Sara, bellos y expresivos como nunca, parece pasara la película de ese amor ilusionado que se inició hace dos años por el hilo telefónico, recordando aquella calurosa tarde de agosto junto al palmeral de Elche aguardando la llegada de un Tony asustado y superado –nunca hasta entonces había salido de su Cuba natal- por el momento que estaba viviendo.

HOMENAJEADA AL DIA SIGUIENTE
Un Tony pálido y mareado por el largo viaje, que se tumbaba en un sofá para descansar sin perder de vista a Sara. Unos momentos que parecen pasar deprisa por la retina de la artista. Una ilusión que aún continúa en su corazón al recordar el comienzo de su bonita historia con el joven cubano, sazonada por comentarios de muy distintos sabores. Tuvieron que luchar lo suyo y, al final, lo que creció despacio ha sido ahora cercernado de un tajo. Palabra de Sara.
No quiere hablar ya. No más. Ya tiene un hilo de voz. No está nerviosa y sí segura. Se acomoda en el sofá y se dispone a conversar con una amiga que ha ido a pasar unos días con ella. Cuenta en voz alta y sin miramientos que los nervios le han hecho engordar. Así se lo había dicho el doctor Mariscal, su auténtico “ángel de la guarda”, además de testigo de su boda civil con Tony en el Ayuntamiento de la madrileña localidad de Majadahonda. La misma persona que pasaría a recogerla a la mañana siguiente para acompañarla a tierras onubenses, donde Sara iba a recibir un homenaje.
Las manos de la artista, cuajadas de impresionantes joyas, como siempre, señalan las fotos esparcidas por el abigarrado salón. Imágenes de una vida. Sus hijos, Pepe Tous, Tony, momentos inolvidables y quizá, quién sabe, otros para olvidar. En el ático, en ese mismo lugar donde hace escasos meses Sara celebrada su boda con Tony, se agolpan cuadros y objetos. Casi no cabe un alfiler.

A CARA O CRUZ
Hay silencio en un ambiente que está perfumado con la vitola típica de los momentos trascendentales en la vida de cada uno. Sentido en la elección de Sara sin haber dado oportunidad a los términos medios. No era posible. A cara o cruz. Un peaje de compromiso para alguien que bien podría estar protagonizando en la realidad la gran película de su vida. Una nueva versión de “No sin mi hija”, en este caso sería “No sin mis hijos”.


TICO CHAO
Fotos: VICTOR CUCART


EL RECORTE LIII
...y finalmente se casó con el cubano..... y finalmente se divorció. Entre medias, portadas, entrevistas, exclusivas y horas y horas de televisión. Y artículos de todo tipo. Entre ellos este que le dedicaba la revista Qué Me Dices en 2002, poco tiempo antes de su cuarta boda. Toda una sección llena de ironía y buen humor. (Pinchar en la foto para ver en su tamaño original).





LA FOTO LIII


...y que a nadie se le olvide que Sara fue, sigue siendo una gran estrella, quizá la gran estrella.... Aquí en otra foto de estudio de la Warner Bross.