sábado, 31 de marzo de 2012

LECTURAS - 13 de Abril de 1962 - España


Al encarnar en el cine, y con su saludable aspecto, la historia de Margarita Gautier
SARA MONTIEL
no puede morir tuberculosa, por lo que perece en el guión víctima de una afección cardíaca


Una lenta e implacable enfermedad cardíaca hizo presa en la más internacional de nuestras estrellas cinematográficas, precisamente en el momento en que alcanzaba la culminación de su felicidad como mujer, cuando el amor se presentaba en su vida como el premio y la meta soñada por ella, como cualquier mujer…
Pero no hay que alarmarse, porque tan tristes circunstancias no se han dado en la vida real de Sara Montiel, sino en la ficticia, creada en un ‘plató’, de su personaje en la película ‘La Bella Lola’, que es un trasunto, con ‘ligeras’ modificaciones de la novela de A. Dumas, hijo, ‘La dama de las camelias’.
Margarita (Sara Montiel), es Lola; y Armando (Antonio Cifariello), es Javier. La historia, la más famosa y romántica historia de amor, posiblemente, de la literatura, es en síntesis, la misma. El eterno juego de unos amores imposibles, la renuncia, la lucha y, al final, el dramatismo de tener que renunciar a todo… La diferencia más acusada con la novela que ha servido de base para este film, es que la protagonista no muere a consecuencia de la tuberculosis –la terrible y tristemente famosa ‘tisis’ de nuestros abuelos-, sino de una afección a la víscera cardíaca, cosa fácilmente comprensible en una muer –Margarita- que amaba tanto…, y condición impuesta por los guionistas para no atribuir tan consumidora enfermedad a una mujer del aspecto de Sara Montiel, que está sana como una manzana.
Estas dos fotografías representan los momentos cumbres de la secuencia más trágica del film, resuelta en una serie de atrevidos y primerísimos planos en los que Sara Montiel tendrá que haber puesto a prueba toda su capacidad de actriz, prescindiendo de su extraordinaria belleza.




C.T.


EL RECORTE LIX
Anuncio de 'La Bella Lola' en una revista de 1962 (si alguien supiese datarla por favor que lo escriba en un comentario). Sin ninguna duda una de las películas más románticas de la, como siempre le ha adjudicado la prensa, 'estrella española más internacional': nuestra Sara Montiel. 




LA FOTO LIX

Celebrando los 50 años de 'La Bella Lola'

Alguien dijo una vez refiriéndose a esta escena: 'nunca había visto una muerta más guapa'. Nos unimos a este comentario. 

sábado, 24 de marzo de 2012

GACETA ILUSTRADA - 27 de Febrero de 1960 - España


SARA MONTIEL
Y ahora vuelve el tango…


Un mundo lejano y distinto existe en estos momentos en los Estudios de la Cea, en la Ciudad Lineal de Madrid. Hoy, por ejemplo, figura una pintoresca taberna del barrio de La Boca, de Buenos Aires, donde se juntan en abigarrada confusión los marineros, las mujeres de vida fácil, los mediadores en propicios negocios y la buena sociedad que acude allí en busca de pintoresquismo.
De las vigas de madera del salón cuelgan unos farolillos celebrando quién sabe qué acontecimiento. ¿Año Viejo?... Un humo denso envuélvelo todo y los farolillos se mueven con las pequeñas ráfagas de viento que llegan desde el ‘muelle’ cada vez que se abre la puerta. Hay una orquesta de bandoneones que llora los últimos tangos; y de cuando en cuando, una pareja traza los difíciles pasos de este baile, que en esos momentos hace furor en el mundo entero.


Una escena de 'Mi último tango'. En el salón de un barco de pasajeros sobre el tapete verde. De izquierda a derecha, Isabel García, María Morales, Sara Montiel, José María Labernier y Ricardo García Lillo. 

Sarita con Isabel Garcés. La escena tiene lugar en el camarote del barco que lleva a las dos a América. La jovencita ingenua que encarna Sarita aún no ha suplantado a una famosa 'vedette'. Es éste el eje de la trama fílmica que justifica los tangos y el amor. 

Y sobre este ambiente de humo, de gritos, de falsos amores, en una mesa lejos de todo, una pareja vive su amor de verdad. Los dos son españoles. Ella llegó al Plata suplantando la personalidad de una famosa; él suplantó la personalidad de un no famoso. Se encontraron primero en una fría estación de ferrocarril, allá por las altas horas de la madrugada. Envueltos en humo, humo de locomotora, surgió la primera chispa. Después se encontraron de nuevo en la cubierta de un trasatlántico, envueltos en humo, humo de chimenea, rumbo a Buenos Aires; y ahora están frente a frente envueltos por el humo de los cigarrillos en una taberna de un barrio popular. Y ahora, se aman…
Un hombre canta un tango: “Melodía de arrabal”; su letra nostálgica, triste, va creando una sensación de vacío en el alma de esa mujer. Ha triunfado, ha cosechado los aplausos del público más difícil; pero ahora, frente a ese hombre que desconoce su auténtica personalidad, siente el imperioso deseo de decirle quién es, de dónde viene, a dónde quiere ir. Y levantándose de pronto, le dice a través de una canción, todo lo que no le ha podido explicar en palabras.
Pero la nostalgia termina. Y la leyenda. Y ese fabuloso mundo que se ha creado bajo los focos. Al grito de ‘Corten’… que lanza Luís César Amadori, todo se desvanece. Los marineros, las mujeres fáciles y los turistas, desaparecen. Quedan solos en una mesa Sara Montiel y Maurice Ronet. Ella enciende un cigarrillo. El director da instrucciones para el plano que se ha de rodar ahora. El ‘cameraman’, Antonio L. Ballesteros, da indicaciones para las próximas luces que han de cubrir el rostro de la ‘estrella’. Y la cámara vuelve a rodar con el rostro de Sara Montiel en primer término. 





Después de “Carmen”
Dos productores se asociaron para el logro de esta película, cuyo presupuesto asciende a las nubes. Estos dos productores, Cesáreo González y Benito Perojo, aparecieron unidos ya en otras aventuras cinematográficas. Sara y Ronet se amaron ya en “Carmen, la de Ronda”. Ella era la heroína de Próspero Merimée, la mujer cuyo trágico destino estaba escrito en las rayas de su mano; él fue José, un soldado francés con la ingenuidad pintada en sus ojos azules, cuyos destinos felices quizá estén escritos también en la palma de su mano. Por lo menos, escritos están en el guión. De contrapunto, Isabel Garcés, lanzada y aplaudida en “Una gran señora”, y que vuelve a deleitarnos con un tipo sensacional, otra vez de la mano de su primer director, Amadori. 



Sara Montiel, perfectamente encajada en su papel, con un conjunto 1920, en la cubierta del barco; a su izquierda, el capitán, Alfonso Goda, y, en el centro, Isabel Garcés. 


Las dos facetas del personaje que encarna Sara Montiel en 'Mi último tango' le deparan ocasión para probar su talento de actriz. Vestida de doncella en la fotografía inferior, con el actor Juan Cortés, y, en contraste, en su papel de 'vedette', en el grabado superior. 

Sara canta tangos por primera vez en su vida. Ella se inició como cancionista en “El último cuplé”, y descubrió una nueva forma de decir las canciones. De la voz aguda y sin intención de las cupletistas en boga, pasamos a la voz caliente y honda de nuestra primerísima ‘estrella’. En “La violetera” se volvió a repetir el fenómeno. (Por cierto, como anécdota de esta película, les diremos que en Sao Paulo, Brasil, lleva más de veinte semanas de éxito en el cine de estreno. Y que el público se agolpa a la salida de la última sesión, exigiendo al empresario que les pase la película a medianoche. Fenómeno desconocido en aquella tierra, desde que aquella tierra cuenta en el mapa). Después, Sara giró bruscamente su ruleta. En “Carmen” fue la cantante apasionada que llevaba prendidos en sus coplas a los hombres de su destino. Y ahora, una nueva faceta: los tangos. Esos tangos tristes y profundos que Carlos Gardel recreó por el mundo, que llegó a los lugares más lejanos de la tierra, que hizo célebres en los cinco continentes. ‘A media luz’, ‘Yira, Yira’, ‘Volver’, ‘Nostalgias’… en la voz personal e intransferible de la Montiel.
Por eso podemos decir que el tango ha llegado a Madrid, que ha vuelto. Cuando parecía olvidado, cuando dormía en el cajón de los recuerdos, cuando sonaba a algo ido para no volver, Sara Montiel y Luís César Amadori le llamarán a una nueva cita con la actualidad. Recuerdo la primera entrevista: “¡Pero si yo jamás canté ningún tango…!”, dijo Sara. Sin embargo, el día siguiente no podía decir lo mismo, porque había grabado el primero. Después: “¡Pero si yo nunca he bailado el tango…! Si fuese el cha-cha-chá, el mambo, el merengue…!” A los pocos días, precisamente en esa falsa taberna de La Boca, Sara se ceñía junto a Alfredo Alaria –profesor y bailarín desinteresado, que ha prestado su colaboración de una manera amable y contundente- y se marcaba un tango de esos que hacen época. Y es que Sara es así. “Es la primera vez…” Pero su intuición y talento le hacen adaptarse a cualquier modalidad.

 Los años veinte
No es elegante hablar de millones. Por eso no será preciso en estos momentos decir cuántos cuesta la película. Muchos. Un vestuario sensacional donde los tules y las gasas alternan mano a mano con los marabús y las plumas. Un reparto magnífico. Exteriores en Buenos Aires y en algún pueblecito cercano a Madrid. Interiores costosos. Reconstrucción de toda una época. Y teatros, teatros… Modestos teatros donde Sara actúa –mejor dicho no actúa- cuando está enrolada en una modesta compañía de ópera que recorre los pueblos de Castilla; y después, teatros lujosos donde ella triunfa como vedette.




Luís César Amadori, director de 'Mi último tango', en las dos fotografías que estas líneas separan, da las últimas instrucciones a Sara Montiel y Maurice Ronet antes de rodar. Los actores están en la cubierta de un transatlántico. El director, en el falso mar. 

A punto ya de ser dada la orden clásica en los estudios -¡'Motor! ¡Cámara!"-, Luís César Amadori hace una observación final. Después, ya funcionando las cámaras, Sara Montiel aparece en la foto inferior con una pitillera en las manos que juega mucho en la acción. 

Y de pronto, hoy, la taberna ha vuelto a llenarse de gente. Los mismos marineros, quizá con la gorra más ladeada; las mismas mujeres de bocas rojas y ojos oscuros; el mismo humo que flota cansado. Los farolillos, la orquesta de bandoneones, la pareja que baila en la pista, a los acordes de un tango. Y la misma mesa. Sara Montiel y Maurice Ronet frente a frente. El acaba de confesarle su gran amor. Ella acaba de aceptar su gran amor. De pronto, alguien pide que ella cante. “No, no, por favor…”. Pero las luces la buscan, los músicos le sonríen, los maridos la animan… Y canta.
Después los aplausos. La cámara recoge los aplausos que premian la actuación de Sara. Maurice y ella sellan su amor. Luego, a las nueve de la noche, todo ha terminado. Y la ‘estrella’ se mete en su ‘Mercedes’ amarillo y enfila hacia Madrid. En casa todavía le queda trabajo. Tiene que estudiar sus diálogos, probarse un nuevo traje, ensayar una nueva canción. Y mientras a lo lejos se divisan las primeras luces de Madrid, Sara recuesta su cabeza en el respaldo del asiento y enciende un cigarrillo. Mirando el humo –‘Fumando espero’- piensa en su pasado, en su presente, en su futuro. Y la radio del coche, para acompañarle más aún, retransmite un tango. Un tango sentimental y dramático. Un tango de por allá el año 20, ese año que ahora, ella y toda la ‘troupe’, están recreando y reviviendo en un plató de unos estudios cinematográficos de Madrid.


Alfredo Tocildo



Anuncio de la película que aparece en la misma publicación. 


EL RECORTE LVIII
Sara lo eclipsaba todo. Daba igual el tema de la película, el reparto, los decorados o los vestidos..... incluso su propio personaje. La gente acudía a verla a ella de la forma que fuese. Y la única manera de llevar a casa un pedazito de la estrella era comprando el vinilo de la última película. Si Sara triunfó en el cine no fue menos en el terreno musical. Desde el 'Último Cuplé', todos sus temas fueron grabados y súper vendidos. Y Sara, que es mucha Sara, tampoco se libró de tener algún altercado con su casa discográfica. Así nos lo contaba la revista Lecturas el 11 de Julio de 1975. 

SARA MONTIEL,
GRABA UN DISCO


Hace unas semanas, en un reportaje publicado en estas páginas, con el título que encabeza la nota, se decía textualmente: “Al parecer, la Compañía no liquidaba a Sara la parte que le correspondía como ‘royalties’ de ventas, y ella se negaba a grabar”, y aunque a continuación se aclaraba el equívoco, queremos hacer constar que si su Compañía discográfica retiene los ‘royalties’ que le corresponden se debe a una causa de fuerza mayor.
Con fecha 4 de mayo de 1971, la Compañía discográfica de Sara Montiel recibió un oficio o comunicación de Hacienda. Zona 2.a-Latina, en la cual el recaudador de Contribuciones e impuestos del Estado de dicha Zona, se dirigía al presidente del Consejo de Administración de la casa discográfica, requiriéndole para proceder a la retención de las cantidades que se hubiesen devengado, y que en lo sucesivo puediesen devengar, a favor de doña Antonia Abad Fernández, artísticamente ‘Sara Montiel’.
Este y no otro es el motivo por el cual Sara Montiel no percibe los derechos que le corresponden por la venta de discos. La Compañía, por su parte, liquida puntualmente todos sus ‘royalties’ a sus otros artistas. 


LA FOTO LVIII



Sara Montiel en una escena de 'Mi último tango'.
'Soy maja aristocrática
y en los más elegantes salones
marquesa democrática
me titulan por mis aficiones...'



viernes, 9 de marzo de 2012

ESPECIAL 84 CUMPLEAÑOS



¡Felicidades, SARA!
…te queremos…

¡Feliz cumpleaños, Sara!

Nuestra estrella nacional cuenta con sobrados motivos para celebrar su cumpleaños. Su espectáculo va viento en popa y tiene una familia maravillosa. Y, por si fuera poco, está en la cumbre de su belleza y de su talento.

Sara Montiel ha cumplido cincuenta y cuatro años. “Ya veis que no me importa confesarlos. Porque me parece que no los llevo mal ¿no?” Sara está, como siempre, espectacularmente guapa. Pepe Tous y los compañeros de la obra que está representando en Barcelona le han preparado una sorpresa. En el entreacto, champán, esos pastelillos típicamente catalanes llamados ‘saras’ y cantidad de regalos. Y, claro está, no podía faltar la tarta de ‘Protagonistas’. Sara, emocionada, apagó las cinco velitas en una sola vez. Aunque contando, todo hay que decirlo, con la ayuda de Thais. Que decía, señalando con su dedito: “mira, mami, fuego”.
Odette Pinto fue dando entrada en el escenario a los ramos de flores, cajas de bombones, bandejas de plata, detallitos que los admiradores y amigos de la estrella quisieron regalarle. “Ha sido mi mejor cumpleaños”, resumió Sara con los ojos brillantes.

Pilar Eyre
Fotos: Alejandro Dhers
(Así lo recogía la revista Protagonistas el 17 de Marzo de 1982)

Reseña biográfica…

El número extraordinario de la revista Semana, celebrando su 50 aniversario en 1990, dedicaba un artículo de lujo a nuestra querida Sara. Es más, es a la única que se le dedican tantas páginas en exclusiva. 



TRIUNFO EN HOLLYWOOD A LOS 27 AÑOS, PERO LA ETAPA MAS FULGURANTE DE SU CARRERA EMPEZO EN 1957, CON
‘EL ULTIMO CUPLE’
SARA MONTIEL
LA ‘SUPERESTRELLA’



En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme… Campo de Criptana. En plena ruta cervantina. Tierra de quijotes y molinos. De buen vino y Sara Montiel.
Número 16 de la calle Peñaranda. Una casa limpia y modesta. En su fachada, una placa: ‘En esta casa nació María Antonia Abad Fernández (Sara Montiel)’. Sin fecha de nacimiento.
Pero aquí mismo, un día de mayo de 1985, cuando pusieron su nombre a una calle, la propia Sara, como siempre ‘a tumba abierta’, dijo a todos cuantos quisieron escucharla:
-Vine a este pícaro mundo en mil novecientos veintiocho. Así pues,  tengo cincuenta y cinco años. Hay algo peor que cumplir años… ¡No cumplirlos! Yo los cumplo, y además muy bien.
Así era, es y será Sara Montiel. Desgarrada y sincera. Desmitificadora y humanísima. Irónica y divertida. Muy femenina y con la sensibilidad a flor de piel siempre. Única e irrepetible.
-Yo vengo de una casa de gañanes –nos dijo otro día.
Palabras que brotaban del corazón. No ocultaba –nunca lo hizo, nunca lo hará- sus pobres orígenes. Jamás habría consentido que la ‘prefabricasen’ una historia deslumbrante. Está orgullosa de la suya.
-A mis padres siempre les profesé un amor sin límites. Mi padre era un hombre muy bueno y muy guapo. Y muy trabajador. Era labrador y trabajaba de sol a sol. No me gustaba oírle hablar de ‘los amos’. Le perdimos siendo yo una cría.
Así nos contaba Sara su vida hace años. Sucedió en su querido Campo de Criptana. Los manchegos homenajeaban a su famosa paisana. Sara lleva a su pueblo, a La Mancha entera, en la sangre.
Su madre acababa de fallecer.
-La llamaban ‘la peinadora’ porque iba a las casas a peinar. Siempre deseé que viviera como una reina para compensarla de lo mucho que padeció en la vida. Gracias a Dios lo conseguí.
Fue una niña feliz, a pesar de todo.
-Pasábamos hambre, pero nos reíamos por cualquier cosa.
Siempre quiso ser actriz. La Mancha es también tierra de sueños. Antonia era soñadora. Muchos de sus sueños se harían realidad no muchos años más tarde.



‘TE QUIERO PARA MI’
El padre de Antonia, enfermo de asma, precisaba de un clima más benigno. Teniendo ella cuatro años, la familia se trasladó a Orihuela, convertida en tierra de promisión para los Abad. Allí se crió Antonia.
-Mi padre consiguió un empleo muy humilde, pero no podía elegir. Cobraba cincuenta céntimos diarios por envolver naranjas. Íbamos saliendo adelante, todavía no sé cómo.
Se acrecentaban los sueños de gloria de Antonia. Cerraba los ojos y se veía convertida en ‘estrella’ de cine.
En 1944 se decidió su futuro. Supo que la productora Cifesa, la más importante de la época, organizaba un concurso de caras nuevas. Viajó a Madrid con lo puesto y decidida a aprovechar esa oportunidad.
Su belleza graciosa y vivaz sorprendió al jurado. El premio –una beca para estudiar declamación y arte dramático y un papel en una película- fue para Antonia, quien de manera fulminante se vio inmersa en el mundo por ella soñado: el cine.
Aquel mismo año rodó ‘Te quiero para mí’, su primera película, a las órdenes de Ladislao Vadja.
Ese director húngaro era uno de los muchos centroeuropeos llegados a España escapando de los horrores de la guerra mundial. En los estudios españoles desarrolló una larga y fructífera labor, dirigiendo, entre otras, películas tan celebradas como ‘Marcelino Pan y Vino’ (1954), ‘Carne de horca’ (1953) y ‘Tarde de toros’ (1955).
Sara y Vadja volverían a encontrarse diecinueve años después, en 1963, en ‘La dama de Beirut’. Vadja murió de un ataque cardiaco durante este rodaje.
En 1944 el nombre artístico de María Antonia Abad era María Alejandra. Luego, lo sustituyó por el actual, aconsejada por Enrique Herreros.
Herreros era un personaje curioso y polifacético, muy popular en aquellos años. Dibujante, caricaturista, montañero y director de cine, se le considera ‘padre de la criatura’, o, lo que es igual, el ‘fabricante’ de la Sara Montiel, mujer, actriz y mito, admirada por todos.
Con Sara –guapa, desenvuelta, precozmente sensual- llegaba al cine español una bocanada de aire fresco. Un tipo de actriz diferente. A continuación, ya como protagonista, rodó ‘Empezó en boda’ (también en 1944), dirigida por el italiano Raffaello Matarazzo y al lado de un jovencísimo Fernando Fernán-Gómez.



‘LOCURA DE AMOR’
Hasta 1948, año clave en su carrera, Sara rodó gran número de películas: ‘Bambú’ (1945), ‘Mariona Rebull’ (1947), ‘Confidencias’ (1947)… Y, en el referido 1948, la legendaria ‘Locura de amor’.
Está película de Juan de Orduña, el más famoso drama histórico del cine español, batió durante años récords de taquilla en España y América. Estaba protagonizada por Aurora Bautista, quien dando vida a la atormentada Juana la Loca alcanzó un éxito arrollador que, como actriz, la marcó para siempre.
Orduña confió a Sara el papel de la mora Aldara, la amante hebrea de Felipe el Hermoso. Era un cometido secundario, pero agradecido, y de seguro impacto popular. Los públicos vibraban cuando Aldara salvaba la vida al fiel y sacrificado capitán apuestamente encarnado por Jorge Mistral.
Fue un año decisivo para Sara Montiel. También en 1948 rodó ‘Alhucemas’ y ‘La mies es mucha’. Y en 1949, de nuevo con Juan de Orduña, otra película de éxito clamoroso: ‘Pequeñeces’.
Pero, curiosamente, a Sara le confiaban más papeles secundarios que principales. Esta rutina chocaba frontalmente con el éxito y la popularidad, cada vez mayores, de la guapa actriz manchega. Fue entonces cuando tomó una decisión irrevocable: marcharse a México, donde gracias a ‘Locura de amor’ y Aldara ya era famosísima.
En México, donde fijó su residencia, Sara rodó una serie de películas de notable impacto popular. En su mayoría, dramas folletinescos, tan del agrado de los públicos americanos, a los que Sara añadía una actuación sensual e insinuante.
Durante su estancia en México, entre 1950 y 1954, Sara conoció a importantes intelectuales españoles exiliados tras la guerra civil. Intimó especialmente con León Felipe.
-El poeta estaba platónicamente enamorado de mí –comentó la actriz en una entrevista.
Los ‘cazatalentos’ de la United Artists se fijaron en Sara y la poderosa productora apostó fuerte por la belleza ‘morena y salvaje’ de la actriz española, quien con veintisiete años entró en Hollywood por la puerta grande.
Sara se integró pronto en la vida deslumbrante y estelar de las grandes ‘estrellas’. Se instaló en Cinelandia, donde permanecería cuatro años triunfando como actriz y como mujer. Era la primera española que alcanzaba tan codiciada meta.
En ‘Veracruz’ (1954), de Robert Aldrich, tuvo de compañeros de reparto a los míticos Gary Cooper y Burt Lancaster. En ‘Serenade’ (1955), de Anthony Mann, a Joan Fontaine y Mario Lanza, el famoso tenor recién descubierto en ‘El gran Caruso’. Por último, en 1957, rodo ‘Yuma’, de Samuel Fuller, junto a Rod Steiger y Charles Bronson. Sara interpretaba el papel de la india Yellow Mocasin.
En Hollywood, como actriz, Sara tuvo el privilegio de trabajar con magníficos directores y excelentes actores. De todos ellos aprendió mucho.
Como mujer, conoció el amor y celebró su primer matrimonio. Y encajó su primer fracaso sentimental.



SIN SUERTE EN EL AMOR
Con Anthony Mann se casó en 1957, dos años después de rodar con él ‘Serenade’.
Mann era uno de los directores llamados ‘clásicos’. Autor, entre otras obras, de ‘westerns’ imperecederos como ‘El hombre de Laramie’, ‘Colorado Jim’ y ‘Winchester 73’, dirigió en España, en la etapa final de su carrera, dos superproducciones: ‘La caída del Imperio Romano’ y ‘El Cid’.
Poco después moría de un ataque cardiaco.
El matrimonio de Sara y Anthony fue una equivocación de ambos. Él era bastante mayor que ella. Sus conceptos de la vida, demasiado diferentes. Nunca llegaron a entenderse.
Les tocó vivir, además, un amargo episodio. Sucedió en 1959. Sara esperaba un hijo. Un día sufrió un accidente: resbaló en un escalón y cayó al suelo. Fue hospitalizada y salvó la vida milagrosamente. Pero, tras practicarle la cesárea, su hijo lo perdió.
Este desgraciado suceso apenas fue difundido en su momento. Por su causa fue precio retrasar el rodaje de ‘Carmen la de Ronda’, lo que motivó que corrieran los más disparatados rumores. Pero Sara no quiso hacer de su drama íntimo una inversión publicitaria.
Después quedaría encinta dos veces más, sin feliz desenlace ninguna de ellas.
El matrimonio de Sara y Mann fue efímero. Se divorciaron civilizadamente y hasta el fallecimiento de Anthony conservaron una excelente amistad.
Sara tampoco tuvo suerte en su segundo matrimonio.
El noviazgo de la ya superfamosa ‘estrella’ y José Vicente Ramírez Olalla, un abogado ajeno al mundo del espectáculo, fue sonado. No menos sonada fue la ceremonia, celebrada en la iglesia española de Montserrat, en Roma. Sucedió en mayo de 1964.
El público suponía que Sara había alcanzado, al fin, la felicidad definitiva. Pero no era así. Los problemas surgieron pronto y  fueron agrandándose día a día. Antes del primer aniversario de la boda ya no vivían juntos.
Pero ellos fingían que todo marchaba bien. Eran otros tiempos…
Sara, bastantes años después de la ruptura, nos revelaría, por fin, las verdaderas razones del fracaso:
-Quiso prohibirme que siguiera siendo Sara Montiel. Me pidió que me retirase del cine, que me dedicara exclusivamente a la casa. Tuvimos muchas disputas. Era imposible entendernos.
Sara, además, venía de México y Estados Unidos, con ideas liberales que no coincidían con las más tradicionales de su marido. Aún así, y por complacer a unos y otros –sobre todo a su madre y a José Vicente-, Sara accedió a casarse por la Iglesia. Ella hubiera preferido hacerlo civilmente.
No tuvieron un final apacible. Sara nos contaba con su habitual franqueza:
-Un día corté por lo sano y hablé claro. El no quería que nos separáramos de forma alguna. Yo utilicé el clásico sistema, tan español, del ¡ahí te quedas!, pero al revés. Quiero decir que, en nuestro caso, fue la esposa quien dijo ¡ahí te quedas! al marido.
Sara, siempre, Sara.
No reestrenaría soltería hasta 1977, cuando el Tribunal Eclesiástico dictó sentencia anulando el matrimonio de María Antonia Abad Fernández y José Vicente Ramírez Olalla.
En la vida de Sara Montiel ya había aparecido José Tous.
Siempre procuró que sus avatares sentimentales no fueran obstáculos a su carrera profesional. Así, mientras su vida privada era zarandeada por los acontecimientos relatados, su buena ‘estrella’ cinematográfica brillaba más y más.



‘El último cuplé’
En 1957, tras rodar ‘Yuma’ y recién casada con Anthony Mann, volvió a España en viaje de vacaciones. Visitada por su viejo y admirado Juan de Orduña, éste la convenció para que protagonizara una película musical que estaba preparando: ‘El último cuplé’. Cuando Sara dijo ‘sí’, no sabía que entraba en la etapa más fulgurante de su carrera.
Recordemos que Orduña ya había dirigido a Sara diecinueve años antes en ‘Locura de amor’. Sara confiaba en él, pero ¿hasta el extremo de interrumpir su brillante carrera en la Meca del Cine? Obedeciendo los dictados de una corazonada, Sara se reincorporó al cine español.
Es significativo consignar que fue esta película, netamente española, la que de manera definitiva catapultó a Sara Montiel a la fama mundial y la consagró como el único ‘sex symbol’ en la historia de nuestro cine.
El argumento, melodramático y evocador, giraba en torno a la historia de una cupletista, María Luján (Sara Montiel), personaje de ficción inspirado en la célebre figura de Raquel Meller. En un principio se pensó que la cantante Lilián de Celis doblara a Sara en la interpretación de los viejos cuplés. Sara, cuyas aptitudes líricas eran desconocidas, no aceptó.
El éxito de la película fue inesperadamente arrollador. Permaneció más de un año en el madrileño cine Rialto y cincuenta y siete semanas en el parisiense Gaumont. A los treinta y tres años de su estreno, ‘El último cuplé’ figura en la historia del cine como una de las 25 películas más taquilleras de todos los tiempos.
Orduña, productor y director, no pudo saborear, crematísticamente hablando, el éxito. Antes de terminar el rodaje se vio obligado, por necesidades económicas, a vender todos los derechos a la productora Cifesa. La película había costado tres millones de pesetas y la compañía citada ganó más de quinientos… de entonces.
Sara, en principio, tampoco salió bien librada de la aventura: sólo cobró doscientas mil pesetas. Pero esto era lo de menos.
Ya hemos dicho que ‘El último cuplé’ supuso el auténtico y arrollador lanzamiento mundial de la famosa ‘estrella’. Como actriz e, inesperadamente, también como cantante.
Nadie, hasta entonces, había cantado ‘Nena’ con tanto sentimiento. Ni ‘La violetera’ con tanto garbo. Ni ‘El relicario’ con tanto dramatismo. Ni ‘Fumando espero’ con tanta picardía.
Sara Montiel había iniciado la etapa más brillante de su carrera. Aquí, en España. ¡Más brillante aún que la de Hollywood! Era profeta en su tierra.
El cuplé, la nostálgica evocación de una época aún cercana, era un filón recién descubierto. Los más importantes productores españoles se lanzaron a rodar filmes de esta índole. No se reparaba en gastos. Se manejaron altísimos presupuestos. Con frecuencia se recurría a la coproducción con poderosas compañías extranjeras.
Sara Montiel era la protagonista ideal. El público y la crítica determinaron que la mejor. La superestrella por antonomasia del cine  español.



La década dorada
Inmediatamente después de ‘El último cuplé’ Sara rodó ‘La violetera’, esta vez a las órdenes de Luís César Amadori, el mismo director de ‘¿Dónde vas, Alfonso XII?’ y de otros éxitos populares.
Los triunfos de Sara –ya Saritísima- se multiplicaron de manera ininterrumpida durante una década, la más brillante de su carrera.
A los títulos citados siguieron, entre otros, ‘Carmen la de Ronda’, ‘Mi último tango’, ‘Pecado de amor’, ‘La reina del Chantercler’, ‘Samba’, ‘La dama de Beirut’, ‘La bella Lola’…
Eran, por lo general, grandes producciones al servicio de la ‘estrella’: Sara Montiel. Como en los tiempos del ‘star system’ hollywoodense, cuando los grandes actores eran los reyes del estudio y todo se supeditaba a ellos. Por primera vez se daba un caso así en el cine español.
Sara impuso su ley a productores, directores, guionistas, operadores… También a peluqueros, maquilladores, modistas… Todo giraba en torno a su fuerte personalidad, a su extraordinaria belleza, a su impacto en las taquillas. Llegó a decirse que en el ‘plató’ mandaba ella.
No todos los rodajes fueron como la seda. Así, en 1968, el de ‘Tuset Street’, que terminó en escándalo.
Sara, que en esta ocasión era también productora, contrató como director al catalán Jorge Grau. Los roces entre ambos surgieron desde el principio. La explosión final se produjo cuando Sara se mostró en desacuerdo con Grau por la colocación de la cámara en un determinado lugar. Allí ardió Troya.
Se despacharon a gusto en sus declaraciones a la prensa.
-El director de la película quiere hacerse famoso a mi costa –acusó la estrella.
-La Montiel no quiere que la retraten gorda, grotesca y cursi –contraatacó el director.
Sara fue expeditiva. Despidió a Jorge Grau y contrató a Luís Marquina. Pero la película se resintió de las tensiones vividas en el rodaje y no resultó el éxito esperado.
Terminaba la década dorada de la ‘estrella’ española más famosa e internacional de todos los tiempos.



Rejuvenecida y esplendorosa
Sara Montiel inundó las pantallas del mundo con su belleza cálida y sensual. Enamoraba con la mirada. Seducía con el suave temblor de la boca insinuante. Su voz de terciopelo acariciaba los sentidos.
Era el suyo un erotismo fino, elegante, sugerido… Y, sin embargo, irresistible y cautivador. Jamás practicó el desnudo. ¡Para qué! Las ‘estrellas’ más ‘sexys’ de todos los tiempos lo fueron sin necesidad de mostrar el cuerpo: Lana Turner, Rita Hayworth, Ava Gardner.
Aguantó como pocas la prueba inapelable de los primerísimos planos. Tenía un rostro perfecto. De línea goyesca, con mucho pómulo, nariz pequeña, boca adorable, ojos profundos y soñadores… Una cara maravillosa, con mucha vida, mucha fuerza y pletórica de fotogenia.
Durante años se dijo que Sara era una de las dos actrices del mundo que siempre salían triunfantes del comprometido desafío del primer plano. La otra era Elizabeth Taylor.



Ser humano excepcional, Sara siempre se mostró orgullosa de sus raíces españolas y manchegas. Y es que en realidad jamás, ni en su época más internacional, dejó de ser Antonia Abad Fernández, oriunda de tierras de Don Quijote, en La Mancha, España.
Sara Montiel fue –es- su mejor pesonaje. Su gran creación.
Ya en los años 70 el tiempo y las nuevas modas obligaron a Sara a buscar otros caminos en el cine. La fórmula del melodrama brillante y musical nacida en 1957, con ‘El último cuplé’, parecía agotada.
Entró la gran ‘estrella’ en una nueva e irregular etapa. Películas como ‘Esa mujer’, ‘Varietés’, ‘Cinco almohadas para una noche’ y algunas otras, no revalidaron los éxitos anteriores. Sara, como actriz de cine, parecía desorientada.
Acertó, en cambio, con varios espectáculos teatrales, introduciendo en España la modalidad americana de ser, en su ‘show’, anfitriona de prestigiosas figuras. Así, en ‘Saritísima’, presentó como ‘estrella’ invitada a la mítica Josefina Baker poco antes de su muerte. 



El 31 de julio de 1979, en el Juzgado de Palma de Mallorca, Sara Montiel contrajo matrimonio con el empresario y periodista mallorquín José Tous. Un día muy importante en la vida de la famosa ‘estrella’.
La boda con Tous, y Thais y Zeus, sus hijos adoptivos, significaron para Sara la culminación de todas sus aspiraciones como mujer. Y la consecución de una paz interior que durante años le fue esquiva.
Esa tranquilidad de espíritu, nacida del amor y la felicidad, permitió a Sara comenzar una nueva y fructífera etapa artística, centrada, sobre todo, en la televisión y la discografía.
Del cine se alejó en 1975 y, según ella, para siempre. “Dejó de interesarme”.
Ya en la década de los 90, Sara Montiel, guapa y rejuvenecida, luce un nuevo y esplendoroso ‘look’.
Ayudada por algunos ‘pequeños arreglitos’ estéticos que ella no oculta, pero sobre todo por su arte y su magnetismo, Saritísima sigue en la brecha con ánimos renovados. Sin rival en su género y estilo.
Y hoy como ayer, recreadas en su voz que acaricia, canciones inolvidables de otro tiempo y de siempre.
Porque de nostalgia, como de ilusión, también se vive.


 Otros cumpleaños de la diva…
Estos dos artículos son de la revista Lecturas. El primero corresponde a 1996, cuando la artista cumplía 68 años y el segundo a 1982, cuando estrenaba las 54 primaveras. Los dos publicados en el mes de Marzo. 

SARA MONTIEL
y su hija
celebran juntas sus respectivos cumpleaños

“Cumplo 68 y estoy muy bien, y a quien no le guste que se fume un puro”, comentó con su habitual humor la artista, mientras soplaba una simbólica vela con Thais, que cumplía 17




El pasado día 3 de marzo no solamente se celebraron en nuestro país las elecciones generales sino que Thais Tous Abad cumplía 17 espléndidos años. A esta edad, Thais, la hija de Sara Montiel, se ha convertido en una bella joven, que es el orgullo de su popularísima madre, quien acaba de cumplir 68 años el pasado 10 de marzo.

Madre e hija quisieron celebrar juntas su cumpleaños y me invitaron a compartir con ellas una tarta riquísima y una copa de cava. Sara y Thais soplaron al unísono la vela que adornaba la tarta, las dos tenían en su pensamiento a Zeus que estaba en el colegio y no pudo estar junto a ellas en esta fiesta de cumpleaños… “Mi hijo está en el colegio y  no llega a casa hasta el viernes, así que cuando venga los tres juntos volveremos a hacer una nueva fiesta de cumpleaños. No te puedes imaginar como está Zeus de alto, casi está ya como mi Thais”, comenta Sara, muy satisfecha de ver como sus hijos van creciendo cada día más…

Atrás van quedando los malos momentos vividos por esta familia. La figura del marido y del padre, el recuerdo de Pepe Tous, sigue intensamente marcando la vida de esta mujer y de sus hijos pero la fuerza de Sara Montiel y el apoyo que recibe de Thais y Zeus han hecho posible que la felicidad reine otra vez en el hogar.
-El tiempo todo lo cura, va poniendo las cosas en su sitio. Además, volver a vivir en Madrid, en esta casa en la que sólo tenía recuerdos de felicidad junto a Pepe y nuestros hijos me ha ayudado. Me hizo mucho bien dejar nuestra casa de Palma…



Thais interrumpe versación porque no quiere que su madre se ponga triste ni por un solo instante…
“¿Has visto que guapa está mamá?”, me comenta orgullosa, mientras abraza a su madre. Thais se está convirtiendo en toda una mujer. A sus 17 años sólo piensa en los estudios, a pesar de que su madre me cuenta que ya está haciendo estragos entre muchos de los compañeros del colegio…
-No seas así, mamá, yo no tengo ganas de complicarme la vida, soy muy joven todavía y ahora sólo quiero dedicarme a mis estudios y por cierto ahora estoy en plenos exámenes y no tengo tiempo nada más que para ello.
-Pero no me digas que no te gusta ningún compañero…
-No, qué va… es que mi madre es una exagerada, me entiendo mejor con unos que con otros pero de verdad que todavía no pienso en nada más.




Thais se está esforzando para terminar con sobresalientes sus exámenes de 3º de BUP…
-Es que mi hija no se conforma con notables, ya lo sabes tú que habéis hablado mucho de ello, sólo quiere tener sobresalientes, yo estoy encantada con ello, pero vamos, no me importaría que se distrajera un poquito más.

Antonia Abad, a sus 68 años recién cumplidos se siente perfecta y por supuesto sigue fumando sus puros y conservando el sentido del humor que ha tenido siempre.
-Soy consciente de la edad que tengo, son 68, pero estoy muy bien. Tengo muchas ganas de vivir y aún estoy dispuesta a dar mucha guerra. Y que quede claro que a quien no le guste ¡que se fume un puro!.

MADRID. Chelo García – Cortés.
Fotos: Chelo García – Cortés.




Fotografía


Sara Montiel en los años 50. Se encontraba en el esplendor de su belleza y su carrera profesional. 

Felicitaciones



Felicitación de www.visitingsaramontiel.com Sin lugar a dudas el mejor sitio de la web para conocer, descubrir y disfrutar de Sara Montiel. 

www.montielprimerplano.blogspot.com otro lugar en la web donde disfrutar y aprender muchísimas cosas de Sara Montiel.