viernes, 9 de marzo de 2012

ESPECIAL 84 CUMPLEAÑOS



¡Felicidades, SARA!
…te queremos…

¡Feliz cumpleaños, Sara!

Nuestra estrella nacional cuenta con sobrados motivos para celebrar su cumpleaños. Su espectáculo va viento en popa y tiene una familia maravillosa. Y, por si fuera poco, está en la cumbre de su belleza y de su talento.

Sara Montiel ha cumplido cincuenta y cuatro años. “Ya veis que no me importa confesarlos. Porque me parece que no los llevo mal ¿no?” Sara está, como siempre, espectacularmente guapa. Pepe Tous y los compañeros de la obra que está representando en Barcelona le han preparado una sorpresa. En el entreacto, champán, esos pastelillos típicamente catalanes llamados ‘saras’ y cantidad de regalos. Y, claro está, no podía faltar la tarta de ‘Protagonistas’. Sara, emocionada, apagó las cinco velitas en una sola vez. Aunque contando, todo hay que decirlo, con la ayuda de Thais. Que decía, señalando con su dedito: “mira, mami, fuego”.
Odette Pinto fue dando entrada en el escenario a los ramos de flores, cajas de bombones, bandejas de plata, detallitos que los admiradores y amigos de la estrella quisieron regalarle. “Ha sido mi mejor cumpleaños”, resumió Sara con los ojos brillantes.

Pilar Eyre
Fotos: Alejandro Dhers
(Así lo recogía la revista Protagonistas el 17 de Marzo de 1982)

Reseña biográfica…

El número extraordinario de la revista Semana, celebrando su 50 aniversario en 1990, dedicaba un artículo de lujo a nuestra querida Sara. Es más, es a la única que se le dedican tantas páginas en exclusiva. 



TRIUNFO EN HOLLYWOOD A LOS 27 AÑOS, PERO LA ETAPA MAS FULGURANTE DE SU CARRERA EMPEZO EN 1957, CON
‘EL ULTIMO CUPLE’
SARA MONTIEL
LA ‘SUPERESTRELLA’



En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme… Campo de Criptana. En plena ruta cervantina. Tierra de quijotes y molinos. De buen vino y Sara Montiel.
Número 16 de la calle Peñaranda. Una casa limpia y modesta. En su fachada, una placa: ‘En esta casa nació María Antonia Abad Fernández (Sara Montiel)’. Sin fecha de nacimiento.
Pero aquí mismo, un día de mayo de 1985, cuando pusieron su nombre a una calle, la propia Sara, como siempre ‘a tumba abierta’, dijo a todos cuantos quisieron escucharla:
-Vine a este pícaro mundo en mil novecientos veintiocho. Así pues,  tengo cincuenta y cinco años. Hay algo peor que cumplir años… ¡No cumplirlos! Yo los cumplo, y además muy bien.
Así era, es y será Sara Montiel. Desgarrada y sincera. Desmitificadora y humanísima. Irónica y divertida. Muy femenina y con la sensibilidad a flor de piel siempre. Única e irrepetible.
-Yo vengo de una casa de gañanes –nos dijo otro día.
Palabras que brotaban del corazón. No ocultaba –nunca lo hizo, nunca lo hará- sus pobres orígenes. Jamás habría consentido que la ‘prefabricasen’ una historia deslumbrante. Está orgullosa de la suya.
-A mis padres siempre les profesé un amor sin límites. Mi padre era un hombre muy bueno y muy guapo. Y muy trabajador. Era labrador y trabajaba de sol a sol. No me gustaba oírle hablar de ‘los amos’. Le perdimos siendo yo una cría.
Así nos contaba Sara su vida hace años. Sucedió en su querido Campo de Criptana. Los manchegos homenajeaban a su famosa paisana. Sara lleva a su pueblo, a La Mancha entera, en la sangre.
Su madre acababa de fallecer.
-La llamaban ‘la peinadora’ porque iba a las casas a peinar. Siempre deseé que viviera como una reina para compensarla de lo mucho que padeció en la vida. Gracias a Dios lo conseguí.
Fue una niña feliz, a pesar de todo.
-Pasábamos hambre, pero nos reíamos por cualquier cosa.
Siempre quiso ser actriz. La Mancha es también tierra de sueños. Antonia era soñadora. Muchos de sus sueños se harían realidad no muchos años más tarde.



‘TE QUIERO PARA MI’
El padre de Antonia, enfermo de asma, precisaba de un clima más benigno. Teniendo ella cuatro años, la familia se trasladó a Orihuela, convertida en tierra de promisión para los Abad. Allí se crió Antonia.
-Mi padre consiguió un empleo muy humilde, pero no podía elegir. Cobraba cincuenta céntimos diarios por envolver naranjas. Íbamos saliendo adelante, todavía no sé cómo.
Se acrecentaban los sueños de gloria de Antonia. Cerraba los ojos y se veía convertida en ‘estrella’ de cine.
En 1944 se decidió su futuro. Supo que la productora Cifesa, la más importante de la época, organizaba un concurso de caras nuevas. Viajó a Madrid con lo puesto y decidida a aprovechar esa oportunidad.
Su belleza graciosa y vivaz sorprendió al jurado. El premio –una beca para estudiar declamación y arte dramático y un papel en una película- fue para Antonia, quien de manera fulminante se vio inmersa en el mundo por ella soñado: el cine.
Aquel mismo año rodó ‘Te quiero para mí’, su primera película, a las órdenes de Ladislao Vadja.
Ese director húngaro era uno de los muchos centroeuropeos llegados a España escapando de los horrores de la guerra mundial. En los estudios españoles desarrolló una larga y fructífera labor, dirigiendo, entre otras, películas tan celebradas como ‘Marcelino Pan y Vino’ (1954), ‘Carne de horca’ (1953) y ‘Tarde de toros’ (1955).
Sara y Vadja volverían a encontrarse diecinueve años después, en 1963, en ‘La dama de Beirut’. Vadja murió de un ataque cardiaco durante este rodaje.
En 1944 el nombre artístico de María Antonia Abad era María Alejandra. Luego, lo sustituyó por el actual, aconsejada por Enrique Herreros.
Herreros era un personaje curioso y polifacético, muy popular en aquellos años. Dibujante, caricaturista, montañero y director de cine, se le considera ‘padre de la criatura’, o, lo que es igual, el ‘fabricante’ de la Sara Montiel, mujer, actriz y mito, admirada por todos.
Con Sara –guapa, desenvuelta, precozmente sensual- llegaba al cine español una bocanada de aire fresco. Un tipo de actriz diferente. A continuación, ya como protagonista, rodó ‘Empezó en boda’ (también en 1944), dirigida por el italiano Raffaello Matarazzo y al lado de un jovencísimo Fernando Fernán-Gómez.



‘LOCURA DE AMOR’
Hasta 1948, año clave en su carrera, Sara rodó gran número de películas: ‘Bambú’ (1945), ‘Mariona Rebull’ (1947), ‘Confidencias’ (1947)… Y, en el referido 1948, la legendaria ‘Locura de amor’.
Está película de Juan de Orduña, el más famoso drama histórico del cine español, batió durante años récords de taquilla en España y América. Estaba protagonizada por Aurora Bautista, quien dando vida a la atormentada Juana la Loca alcanzó un éxito arrollador que, como actriz, la marcó para siempre.
Orduña confió a Sara el papel de la mora Aldara, la amante hebrea de Felipe el Hermoso. Era un cometido secundario, pero agradecido, y de seguro impacto popular. Los públicos vibraban cuando Aldara salvaba la vida al fiel y sacrificado capitán apuestamente encarnado por Jorge Mistral.
Fue un año decisivo para Sara Montiel. También en 1948 rodó ‘Alhucemas’ y ‘La mies es mucha’. Y en 1949, de nuevo con Juan de Orduña, otra película de éxito clamoroso: ‘Pequeñeces’.
Pero, curiosamente, a Sara le confiaban más papeles secundarios que principales. Esta rutina chocaba frontalmente con el éxito y la popularidad, cada vez mayores, de la guapa actriz manchega. Fue entonces cuando tomó una decisión irrevocable: marcharse a México, donde gracias a ‘Locura de amor’ y Aldara ya era famosísima.
En México, donde fijó su residencia, Sara rodó una serie de películas de notable impacto popular. En su mayoría, dramas folletinescos, tan del agrado de los públicos americanos, a los que Sara añadía una actuación sensual e insinuante.
Durante su estancia en México, entre 1950 y 1954, Sara conoció a importantes intelectuales españoles exiliados tras la guerra civil. Intimó especialmente con León Felipe.
-El poeta estaba platónicamente enamorado de mí –comentó la actriz en una entrevista.
Los ‘cazatalentos’ de la United Artists se fijaron en Sara y la poderosa productora apostó fuerte por la belleza ‘morena y salvaje’ de la actriz española, quien con veintisiete años entró en Hollywood por la puerta grande.
Sara se integró pronto en la vida deslumbrante y estelar de las grandes ‘estrellas’. Se instaló en Cinelandia, donde permanecería cuatro años triunfando como actriz y como mujer. Era la primera española que alcanzaba tan codiciada meta.
En ‘Veracruz’ (1954), de Robert Aldrich, tuvo de compañeros de reparto a los míticos Gary Cooper y Burt Lancaster. En ‘Serenade’ (1955), de Anthony Mann, a Joan Fontaine y Mario Lanza, el famoso tenor recién descubierto en ‘El gran Caruso’. Por último, en 1957, rodo ‘Yuma’, de Samuel Fuller, junto a Rod Steiger y Charles Bronson. Sara interpretaba el papel de la india Yellow Mocasin.
En Hollywood, como actriz, Sara tuvo el privilegio de trabajar con magníficos directores y excelentes actores. De todos ellos aprendió mucho.
Como mujer, conoció el amor y celebró su primer matrimonio. Y encajó su primer fracaso sentimental.



SIN SUERTE EN EL AMOR
Con Anthony Mann se casó en 1957, dos años después de rodar con él ‘Serenade’.
Mann era uno de los directores llamados ‘clásicos’. Autor, entre otras obras, de ‘westerns’ imperecederos como ‘El hombre de Laramie’, ‘Colorado Jim’ y ‘Winchester 73’, dirigió en España, en la etapa final de su carrera, dos superproducciones: ‘La caída del Imperio Romano’ y ‘El Cid’.
Poco después moría de un ataque cardiaco.
El matrimonio de Sara y Anthony fue una equivocación de ambos. Él era bastante mayor que ella. Sus conceptos de la vida, demasiado diferentes. Nunca llegaron a entenderse.
Les tocó vivir, además, un amargo episodio. Sucedió en 1959. Sara esperaba un hijo. Un día sufrió un accidente: resbaló en un escalón y cayó al suelo. Fue hospitalizada y salvó la vida milagrosamente. Pero, tras practicarle la cesárea, su hijo lo perdió.
Este desgraciado suceso apenas fue difundido en su momento. Por su causa fue precio retrasar el rodaje de ‘Carmen la de Ronda’, lo que motivó que corrieran los más disparatados rumores. Pero Sara no quiso hacer de su drama íntimo una inversión publicitaria.
Después quedaría encinta dos veces más, sin feliz desenlace ninguna de ellas.
El matrimonio de Sara y Mann fue efímero. Se divorciaron civilizadamente y hasta el fallecimiento de Anthony conservaron una excelente amistad.
Sara tampoco tuvo suerte en su segundo matrimonio.
El noviazgo de la ya superfamosa ‘estrella’ y José Vicente Ramírez Olalla, un abogado ajeno al mundo del espectáculo, fue sonado. No menos sonada fue la ceremonia, celebrada en la iglesia española de Montserrat, en Roma. Sucedió en mayo de 1964.
El público suponía que Sara había alcanzado, al fin, la felicidad definitiva. Pero no era así. Los problemas surgieron pronto y  fueron agrandándose día a día. Antes del primer aniversario de la boda ya no vivían juntos.
Pero ellos fingían que todo marchaba bien. Eran otros tiempos…
Sara, bastantes años después de la ruptura, nos revelaría, por fin, las verdaderas razones del fracaso:
-Quiso prohibirme que siguiera siendo Sara Montiel. Me pidió que me retirase del cine, que me dedicara exclusivamente a la casa. Tuvimos muchas disputas. Era imposible entendernos.
Sara, además, venía de México y Estados Unidos, con ideas liberales que no coincidían con las más tradicionales de su marido. Aún así, y por complacer a unos y otros –sobre todo a su madre y a José Vicente-, Sara accedió a casarse por la Iglesia. Ella hubiera preferido hacerlo civilmente.
No tuvieron un final apacible. Sara nos contaba con su habitual franqueza:
-Un día corté por lo sano y hablé claro. El no quería que nos separáramos de forma alguna. Yo utilicé el clásico sistema, tan español, del ¡ahí te quedas!, pero al revés. Quiero decir que, en nuestro caso, fue la esposa quien dijo ¡ahí te quedas! al marido.
Sara, siempre, Sara.
No reestrenaría soltería hasta 1977, cuando el Tribunal Eclesiástico dictó sentencia anulando el matrimonio de María Antonia Abad Fernández y José Vicente Ramírez Olalla.
En la vida de Sara Montiel ya había aparecido José Tous.
Siempre procuró que sus avatares sentimentales no fueran obstáculos a su carrera profesional. Así, mientras su vida privada era zarandeada por los acontecimientos relatados, su buena ‘estrella’ cinematográfica brillaba más y más.



‘El último cuplé’
En 1957, tras rodar ‘Yuma’ y recién casada con Anthony Mann, volvió a España en viaje de vacaciones. Visitada por su viejo y admirado Juan de Orduña, éste la convenció para que protagonizara una película musical que estaba preparando: ‘El último cuplé’. Cuando Sara dijo ‘sí’, no sabía que entraba en la etapa más fulgurante de su carrera.
Recordemos que Orduña ya había dirigido a Sara diecinueve años antes en ‘Locura de amor’. Sara confiaba en él, pero ¿hasta el extremo de interrumpir su brillante carrera en la Meca del Cine? Obedeciendo los dictados de una corazonada, Sara se reincorporó al cine español.
Es significativo consignar que fue esta película, netamente española, la que de manera definitiva catapultó a Sara Montiel a la fama mundial y la consagró como el único ‘sex symbol’ en la historia de nuestro cine.
El argumento, melodramático y evocador, giraba en torno a la historia de una cupletista, María Luján (Sara Montiel), personaje de ficción inspirado en la célebre figura de Raquel Meller. En un principio se pensó que la cantante Lilián de Celis doblara a Sara en la interpretación de los viejos cuplés. Sara, cuyas aptitudes líricas eran desconocidas, no aceptó.
El éxito de la película fue inesperadamente arrollador. Permaneció más de un año en el madrileño cine Rialto y cincuenta y siete semanas en el parisiense Gaumont. A los treinta y tres años de su estreno, ‘El último cuplé’ figura en la historia del cine como una de las 25 películas más taquilleras de todos los tiempos.
Orduña, productor y director, no pudo saborear, crematísticamente hablando, el éxito. Antes de terminar el rodaje se vio obligado, por necesidades económicas, a vender todos los derechos a la productora Cifesa. La película había costado tres millones de pesetas y la compañía citada ganó más de quinientos… de entonces.
Sara, en principio, tampoco salió bien librada de la aventura: sólo cobró doscientas mil pesetas. Pero esto era lo de menos.
Ya hemos dicho que ‘El último cuplé’ supuso el auténtico y arrollador lanzamiento mundial de la famosa ‘estrella’. Como actriz e, inesperadamente, también como cantante.
Nadie, hasta entonces, había cantado ‘Nena’ con tanto sentimiento. Ni ‘La violetera’ con tanto garbo. Ni ‘El relicario’ con tanto dramatismo. Ni ‘Fumando espero’ con tanta picardía.
Sara Montiel había iniciado la etapa más brillante de su carrera. Aquí, en España. ¡Más brillante aún que la de Hollywood! Era profeta en su tierra.
El cuplé, la nostálgica evocación de una época aún cercana, era un filón recién descubierto. Los más importantes productores españoles se lanzaron a rodar filmes de esta índole. No se reparaba en gastos. Se manejaron altísimos presupuestos. Con frecuencia se recurría a la coproducción con poderosas compañías extranjeras.
Sara Montiel era la protagonista ideal. El público y la crítica determinaron que la mejor. La superestrella por antonomasia del cine  español.



La década dorada
Inmediatamente después de ‘El último cuplé’ Sara rodó ‘La violetera’, esta vez a las órdenes de Luís César Amadori, el mismo director de ‘¿Dónde vas, Alfonso XII?’ y de otros éxitos populares.
Los triunfos de Sara –ya Saritísima- se multiplicaron de manera ininterrumpida durante una década, la más brillante de su carrera.
A los títulos citados siguieron, entre otros, ‘Carmen la de Ronda’, ‘Mi último tango’, ‘Pecado de amor’, ‘La reina del Chantercler’, ‘Samba’, ‘La dama de Beirut’, ‘La bella Lola’…
Eran, por lo general, grandes producciones al servicio de la ‘estrella’: Sara Montiel. Como en los tiempos del ‘star system’ hollywoodense, cuando los grandes actores eran los reyes del estudio y todo se supeditaba a ellos. Por primera vez se daba un caso así en el cine español.
Sara impuso su ley a productores, directores, guionistas, operadores… También a peluqueros, maquilladores, modistas… Todo giraba en torno a su fuerte personalidad, a su extraordinaria belleza, a su impacto en las taquillas. Llegó a decirse que en el ‘plató’ mandaba ella.
No todos los rodajes fueron como la seda. Así, en 1968, el de ‘Tuset Street’, que terminó en escándalo.
Sara, que en esta ocasión era también productora, contrató como director al catalán Jorge Grau. Los roces entre ambos surgieron desde el principio. La explosión final se produjo cuando Sara se mostró en desacuerdo con Grau por la colocación de la cámara en un determinado lugar. Allí ardió Troya.
Se despacharon a gusto en sus declaraciones a la prensa.
-El director de la película quiere hacerse famoso a mi costa –acusó la estrella.
-La Montiel no quiere que la retraten gorda, grotesca y cursi –contraatacó el director.
Sara fue expeditiva. Despidió a Jorge Grau y contrató a Luís Marquina. Pero la película se resintió de las tensiones vividas en el rodaje y no resultó el éxito esperado.
Terminaba la década dorada de la ‘estrella’ española más famosa e internacional de todos los tiempos.



Rejuvenecida y esplendorosa
Sara Montiel inundó las pantallas del mundo con su belleza cálida y sensual. Enamoraba con la mirada. Seducía con el suave temblor de la boca insinuante. Su voz de terciopelo acariciaba los sentidos.
Era el suyo un erotismo fino, elegante, sugerido… Y, sin embargo, irresistible y cautivador. Jamás practicó el desnudo. ¡Para qué! Las ‘estrellas’ más ‘sexys’ de todos los tiempos lo fueron sin necesidad de mostrar el cuerpo: Lana Turner, Rita Hayworth, Ava Gardner.
Aguantó como pocas la prueba inapelable de los primerísimos planos. Tenía un rostro perfecto. De línea goyesca, con mucho pómulo, nariz pequeña, boca adorable, ojos profundos y soñadores… Una cara maravillosa, con mucha vida, mucha fuerza y pletórica de fotogenia.
Durante años se dijo que Sara era una de las dos actrices del mundo que siempre salían triunfantes del comprometido desafío del primer plano. La otra era Elizabeth Taylor.



Ser humano excepcional, Sara siempre se mostró orgullosa de sus raíces españolas y manchegas. Y es que en realidad jamás, ni en su época más internacional, dejó de ser Antonia Abad Fernández, oriunda de tierras de Don Quijote, en La Mancha, España.
Sara Montiel fue –es- su mejor pesonaje. Su gran creación.
Ya en los años 70 el tiempo y las nuevas modas obligaron a Sara a buscar otros caminos en el cine. La fórmula del melodrama brillante y musical nacida en 1957, con ‘El último cuplé’, parecía agotada.
Entró la gran ‘estrella’ en una nueva e irregular etapa. Películas como ‘Esa mujer’, ‘Varietés’, ‘Cinco almohadas para una noche’ y algunas otras, no revalidaron los éxitos anteriores. Sara, como actriz de cine, parecía desorientada.
Acertó, en cambio, con varios espectáculos teatrales, introduciendo en España la modalidad americana de ser, en su ‘show’, anfitriona de prestigiosas figuras. Así, en ‘Saritísima’, presentó como ‘estrella’ invitada a la mítica Josefina Baker poco antes de su muerte. 



El 31 de julio de 1979, en el Juzgado de Palma de Mallorca, Sara Montiel contrajo matrimonio con el empresario y periodista mallorquín José Tous. Un día muy importante en la vida de la famosa ‘estrella’.
La boda con Tous, y Thais y Zeus, sus hijos adoptivos, significaron para Sara la culminación de todas sus aspiraciones como mujer. Y la consecución de una paz interior que durante años le fue esquiva.
Esa tranquilidad de espíritu, nacida del amor y la felicidad, permitió a Sara comenzar una nueva y fructífera etapa artística, centrada, sobre todo, en la televisión y la discografía.
Del cine se alejó en 1975 y, según ella, para siempre. “Dejó de interesarme”.
Ya en la década de los 90, Sara Montiel, guapa y rejuvenecida, luce un nuevo y esplendoroso ‘look’.
Ayudada por algunos ‘pequeños arreglitos’ estéticos que ella no oculta, pero sobre todo por su arte y su magnetismo, Saritísima sigue en la brecha con ánimos renovados. Sin rival en su género y estilo.
Y hoy como ayer, recreadas en su voz que acaricia, canciones inolvidables de otro tiempo y de siempre.
Porque de nostalgia, como de ilusión, también se vive.


 Otros cumpleaños de la diva…
Estos dos artículos son de la revista Lecturas. El primero corresponde a 1996, cuando la artista cumplía 68 años y el segundo a 1982, cuando estrenaba las 54 primaveras. Los dos publicados en el mes de Marzo. 

SARA MONTIEL
y su hija
celebran juntas sus respectivos cumpleaños

“Cumplo 68 y estoy muy bien, y a quien no le guste que se fume un puro”, comentó con su habitual humor la artista, mientras soplaba una simbólica vela con Thais, que cumplía 17




El pasado día 3 de marzo no solamente se celebraron en nuestro país las elecciones generales sino que Thais Tous Abad cumplía 17 espléndidos años. A esta edad, Thais, la hija de Sara Montiel, se ha convertido en una bella joven, que es el orgullo de su popularísima madre, quien acaba de cumplir 68 años el pasado 10 de marzo.

Madre e hija quisieron celebrar juntas su cumpleaños y me invitaron a compartir con ellas una tarta riquísima y una copa de cava. Sara y Thais soplaron al unísono la vela que adornaba la tarta, las dos tenían en su pensamiento a Zeus que estaba en el colegio y no pudo estar junto a ellas en esta fiesta de cumpleaños… “Mi hijo está en el colegio y  no llega a casa hasta el viernes, así que cuando venga los tres juntos volveremos a hacer una nueva fiesta de cumpleaños. No te puedes imaginar como está Zeus de alto, casi está ya como mi Thais”, comenta Sara, muy satisfecha de ver como sus hijos van creciendo cada día más…

Atrás van quedando los malos momentos vividos por esta familia. La figura del marido y del padre, el recuerdo de Pepe Tous, sigue intensamente marcando la vida de esta mujer y de sus hijos pero la fuerza de Sara Montiel y el apoyo que recibe de Thais y Zeus han hecho posible que la felicidad reine otra vez en el hogar.
-El tiempo todo lo cura, va poniendo las cosas en su sitio. Además, volver a vivir en Madrid, en esta casa en la que sólo tenía recuerdos de felicidad junto a Pepe y nuestros hijos me ha ayudado. Me hizo mucho bien dejar nuestra casa de Palma…



Thais interrumpe versación porque no quiere que su madre se ponga triste ni por un solo instante…
“¿Has visto que guapa está mamá?”, me comenta orgullosa, mientras abraza a su madre. Thais se está convirtiendo en toda una mujer. A sus 17 años sólo piensa en los estudios, a pesar de que su madre me cuenta que ya está haciendo estragos entre muchos de los compañeros del colegio…
-No seas así, mamá, yo no tengo ganas de complicarme la vida, soy muy joven todavía y ahora sólo quiero dedicarme a mis estudios y por cierto ahora estoy en plenos exámenes y no tengo tiempo nada más que para ello.
-Pero no me digas que no te gusta ningún compañero…
-No, qué va… es que mi madre es una exagerada, me entiendo mejor con unos que con otros pero de verdad que todavía no pienso en nada más.




Thais se está esforzando para terminar con sobresalientes sus exámenes de 3º de BUP…
-Es que mi hija no se conforma con notables, ya lo sabes tú que habéis hablado mucho de ello, sólo quiere tener sobresalientes, yo estoy encantada con ello, pero vamos, no me importaría que se distrajera un poquito más.

Antonia Abad, a sus 68 años recién cumplidos se siente perfecta y por supuesto sigue fumando sus puros y conservando el sentido del humor que ha tenido siempre.
-Soy consciente de la edad que tengo, son 68, pero estoy muy bien. Tengo muchas ganas de vivir y aún estoy dispuesta a dar mucha guerra. Y que quede claro que a quien no le guste ¡que se fume un puro!.

MADRID. Chelo García – Cortés.
Fotos: Chelo García – Cortés.




Fotografía


Sara Montiel en los años 50. Se encontraba en el esplendor de su belleza y su carrera profesional. 

Felicitaciones



Felicitación de www.visitingsaramontiel.com Sin lugar a dudas el mejor sitio de la web para conocer, descubrir y disfrutar de Sara Montiel. 

www.montielprimerplano.blogspot.com otro lugar en la web donde disfrutar y aprender muchísimas cosas de Sara Montiel.





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