viernes, 2 de marzo de 2012

PICNIC - 1959


“Si me envidian, no al menos no me doy cuenta”,
dice
SARA MONTIEL


Sara está más guapa que nunca, mucho más si cabe, que la última vez que la vi en Madrid. 

El cine, gran arma de propaganda, ha puesto otra vez en trance de popularidad las antiguas melodías que amenizaron los oídos de la gente en el tramo de los años comprendidos entre 1910 y 1930.
Ni que decirse tiene que el primer aldabonazo renovador lo dio Juan de Orduña con El último cuplé. Primero el éxito, luego el pequeño pleito publicitario suscitado entre los productores y un noble extranjero. No obstante, sobre todos los avatares de la película un nombre resplandecía: Sara Montiel. Ella era la estrella que por sí sola había hecho recordar las canciones que antaño habían hecho felices a nuestros padres, poniéndoles ‘unos gramos’ de actualidad que rejuvenecían las antiguas tonadillas.
En seguida surgieron las imitaciones, y, aunque, ‘nunca segundas partes fueron buenas’, los efectos no tardaron en aparecer. Lilian de Celis afirmaba que ella había sido la primera –desde los micrófonos de Radio Madrid- en resucitar el estilo de la inolvidable Raquel Meller, dejando oír su propia voz en los más famosos cuplés. La prensa se ocupó del asunto extensamente. ¿De quién era el mérito de haber logrado renovar lo que tanto tiempo permaneció olvidado?
Ahora, a dos años vista del estreno de El último cuplé, y tras haber pasado por nuestras pantallas muchas películas del mismo estilo, ha vuelto a ponerse en cuestión sobre el tapete. Por ello Picnic ha querido pulsar la opinión de la protagonista.
Sara Montiel está más guapa que nunca, mucho más, si cabe, que la última vez que la vi en Madrid. Cada vez que Nicolás la encuadra con su máquina, ella da una indicación precisa y amable. Viste un traje chaqueta sencillo de color beige elegante y sobrio. Su belleza no necesita ayuda. 

He logrado llevármela aparte, fuera del bullicio que la rodea:
-Dime, Sara: ¿eres feliz?
-Mucho.
-¿Te admiran?
-Yo creo que sí.
-¿Te envidian?
-Yo al menos no me doy cuenta. 



-¿Qué predomina en tu vida: lo bueno o lo malo?
-Muchos malos ratos.
-¿Conoces Picnic?
-¡Ya lo creo!
-¿Qué te parece?
-Estupenda. Muy amena y entretenida. Me gusta mucho.
-¿Qué aconsejas a sus lectores que quieren triunfar en el cine?
-Por este orden: vocación, estudio y constancia.
-¿Es difícil el triunfo?
-Dificilísimo.
-¿Qué opina Sara Montiel de Sara Montiel?
Sus ojos -¡preciosos ojos!- parecen hablar por sí solos. Piensa un poquito y contesta:
-Yo no opino: el público tiene la palabra.



Nuestro redactor pone punto y final a la entrevista. 

-Hace ya tiempo, en Valladolid, me dijo Lilian de Celis que ella había llegado al cuplé antes que tú.
Con la mano acaricia el cristal de la mesa ante la que estamos sentados, y tras un momento de vacilación dice:
-Tiene razón: cuatro años antes.
-¿La conoces?
-No.
-¿La has visto?
-Sí, y me gusta mucho.
-¿Cuál es el cuplé que cantastes más a gusto en tu vida?
-¡Nena!
-¿Y el primero?
-El que interpreté en Mariona Rebull hace ya doce años.
-¿Qué vas a hacer ahora?
-Una película en color, producida por Cesáreo González. Del título y guión no puedo decirte nada porque no lo sé.
-¿Sonríes a la vida?
-Ella me sonríe a mí.
-¿Cuál ha sido ‘la última sonrisa que te ha hecho la vida’?
-Ayer, cuando el público me aclamó. Fue un momento tan emocionante que nunca podré olvidarlo.
-¿Qué representó para ti Veracruz?
-Un paso de gran importancia en mi vida artística.
-Tu matrimonio con Anthony Mann ¿ha favorecido tu carrera artística?
-Mi matrimonio solo ha favorecido mi vida particular.
-¿Y tu marido?
-Él está “mu enamorao”.
…su primera película fue Empezó en boda, y, ¡claro!, en la vida real “terminó en boda”. Como en un cuplé…, pero al revés.



Sarita en la época en que interpretó El último cuplé. 

PLUTARCO
Fotos: NICOLAS

FLASH de PICNIC
CONSEGUIMOS A SARITA…, PERO A COSTA DE EMPELLONES

Sara Montiel se hallaba en Barcelona y fuimos en su busca. La localizamos al fin en el “Club del Disco”, sito en la calle Pelayo, 9, firmando autógrafos. Tras sobrepasar la barrera humana que se agolpaba a su puerta bajo la lluvia, y tras haber dado las oportunas explicaciones a los agentes de servicio, fuimos “amablemente” atendidos por el propietario o encargado del establecimiento, que ante el ruego de que no nos hiciera esperar en la calle aguantando el aguacero, nos sacó a empellones, dando así pruebas de su alto espíritu cívico y de su bien formada educación, así como de un magnífico sentido de hospitalidad. Usted está en su casa, señor mío, pero, ¡caramba!, una cosa es celo comercial y la otra grosería.
Y luego dicen que el periodismo es fácil…


EL RECORTE LVII
...y 'Él último cuplé' catapultó a Sara Montiel como estrella indiscutible del firmamento cinematográfico a nivel mundial. Seguramente, y por mucho que se diga, nunca se podrá calibrar la extensión de su popularidad a todos los niveles. Un ejemplo es este que recogía Gaceta Ilustrada el 11 de Octubre de 1958: Sara Montiel, 'Tirana' de lujo para los aprendices de 'Bellas Artes'. 



SARA MONTIEL
posa de “Tirana”





Pocos días antes de la inauguración del curso académico en la Escuela de Bellas Artes, Sara Montiel ha posado para quince pintores de otras tantas tendencias en una de las aulas de la Escuela, sabor de atelier, rincón de pintores, catapulta y vivero de presuntas glorias para la pintura española. Después, en la Sala de Goya del Museo de San Fernando, Sara ha vuelto a posar ante los cuadros del pintor aragonés. Pintores de todas las clases, jóvenes y viejos, modernos y clásicos no han podido encontrar una modelo más adecuada que la famosa actriz de Campo de Criptana. En las dos sesiones que hubo de posar, su quietud y actitud resultaron perfectas. En los lienzos hemos encontrado diferentes versiones de la actriz; una Sara surrealista, otra abstracta o realista, clásica o impresionista. Más tarde, en la sala de Goya del Museo de San Fernando, ante el cuadro de “La Tirana”, hemos encontrado una Sara goyesca, encarnación viva de lo que hubiera podido volver a ser María Rosario Fernández. 




En 1794, Francisco de Goya pinta a María del Rosario, “la Tirana”. Es la época en que comienza a sentirse enfermo. Carlos IV le concede  dos meses de licencia para que en Andalucía recobre su salud.
Goya, en esa época, vive muy metido en Madrid. En íntima relación con sus cómicos, se siente atraído por el teatro. A través de su sordera entrevé la inspiración que la farándula puede aportar a sus obras. María Rosario trabaja en el Teatro del Príncipe; es primera dama de la compañía y con ella actúa también la célebre Rita Luna. Los grupos de los chisperos jugando a la gallina ciega se pueden vislumbrar desde la Real Academia, cogidos de la mano paseando por la Puerta de Alcalá. Es una época de paz y de sonrisas. En la Puerta del Sol aún no ha estallado nuestro grito de independencia ni ha corrido sangre.
En este ambiente goyesco, Sara contempla con veneración el autorretrato del pintor de Fuendetodos. Es el recinto sagrado de la Academia de San Fernando, que tanto protegió en vida al pintor aragonés. “La Tirana” parece aceptar complacida la llegada de esta otra actriz de nuestros días. Es como si Sarita rindiera un homenaje a su memoria ataviándose con las ropas con las que “La Tirana” paseó su gracia y su donaire por el Palacete de la Moncloa, la Ermita de San Antonio o la montaña del Príncipe Pío.



Un Madrid goyesco que ahora, con la calle de Alcalá asfaltada en medio de la sinfonía brutal del rodaje de los coches, ha vuelto a surgir en el recuerdo. Mantilla de encaje blanco, abanico galante bordado en oro con figurillas, la Montiel se presentó de esta manera hace poco en Venecia, cuando se inauguró el Festival. Los italianos contemplaron este renacer goyesco que, en 1958, les actualizó la intérprete de “La violetera”, proclamada como la estrella más popular del área hispánica. Con Sara así vestida, al margen del cuplé y de las violetas del Teatro Apolo de finales de siglo, bien plantada en la sala de la Academia de San Fernando, ante la disciplina de los pintores que ahora se llevan en los lienzos su versión peculiar de la actriz, nos hace echar de menos a “Costillares”, a Moratín, al mundo de los Caprichos. Un monstruo goyesco revolotea por la sala. Es, acaso, el soplo de la fama. “La Tirana” se sonríe.

E.G.H.


LA FOTO LVII


"Un día de San Eugenio, llendo hacia el Pardo, le conocí.
Era el torero de más tronio y el más castizo de 'to' Madrid..."
Estampa clásica de 'El último cuplé'. Momento en el que canta 'El relicario'

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