sábado, 7 de abril de 2012

SEMANA - 5 de Octubre de 1974 - España


La verdadera historia sentimental de la estrella y el periodista
SARA MONTIEL
Y JOSE TOUS
desean contraer matrimonio muy pronto
Ello será posible en cuanto se consiga la anulación matrimonial de la actriz. Quizá antes de fin de año.



-¿A tí qué te parece amor?
-Así queda muy bien, Antonia.
Y el ensayo general siguió adelante. Eran las horas previas al estreno de ‘Saritísima’ en el teatro Fuencarral. En escena, Sara Montiel, dinámica, temperamental, segura de sí misma, entregada a su trabajo de protagonista y directora. En el patio de butacas, José Tous, empresario del espectáculo y asiduo acompañante de Sara desde hace cuatro años. Yo estaba a su lado. Esperaba una pausa en el febril ensayo para someter a ‘Saritísima’ Montiel a un interrogatorio más o menos rutinario.
-Antonia es la única estrella que hay en España –me decía Tous en aquel momento-. El que me diga que hay otra que me lo demuestre. Creo que Sara Montiel debe lucir un vestuario y tener un espectáculo a tono con su categoría de estrella. Es una opinión de empresario, al margen de mis sentimientos personales hacia ella.
-Pepe es el empresario de ‘Saritísima’ –intervino Sara-, y el mundo del espectáculo no tiene secretos para él. En este montaje se ha gastado una millonada. Sólo en mis vestidos, unos tres millones de pesetas. Uno de ellos ya cuesta 750.000 pesetas. En cuanto a su doble condición de periodista y empresario, creo que me favorece mucho, pues… ¿quién mejor que él para indicarme cómo debo tratar a aquéllos? Para colmo de bienes, le quiero.
Confieso mis antiguos deseos de sostener un ‘mano a mano’ con José Tous, pero… ¡se me hacía tan raro entrevistar a un colega! Suele decirse que los periodistas nunca somos noticia. Bien, de acuerdo. Pero… ¡no todos los periodistas son rendidos y enamorados caballeros de grandes estrellas como Sara Montiel! Tous, pues, era noticia.
Así fue como, en esta ocasión, sí hubo ‘mano a mano’ con José Tous.
-¿Cuándo, cómo y dónde conoció por primera vez a Sara Montiel?
-Fue hace cuatro años, en el aeropuerto de Palma de Mallorca. No sé si sabrá que yo soy propietario y empresario de dos teatros de Palma: el Balear y el Lírico Palace. Pues bien, en 1970 contraté a Antonia –así es como Tous llama siempre a Sara, es decir, por su verdadero nombre-. La verdad es que me habían hablado ‘pestes’ de ella. Que si era un ser insoportable. Que si era una ‘diva’ insufrible y exigente. Que si me daría muchos quebraderos de cabeza…
Ríe Tous al recordar aquellos momentos. Está claro que le agrada echar la vista atrás y revivir un pasado tan caliente aún.
-Por otro lado, confieso ahora que estaba bastante ‘quemado’ con Antonia porque me había costado muchos sinsabores contratarla. Yo sabía que no quería venir a Palma porque atravesaba un mal momento, y quería cortar su temporada. Su madre había muerto. Su situación sentimental no era especialmente feliz. Antonia estaba desmoralizada. Así que, para ‘obligarla’ a venir, no tuve más remedio que liarme la manta a la cabeza y poner a la venta las localidades para los diez días de actuación, sin aún tener el contrato. Achaqué esto a un error de las taquilleras e hice ver a Antonia y a su empresario, que era amigo mío, que si ella no venía a mi teatro, los resultados serían catastróficos para mí, pues ya estaban vendidas casi todas las localidades. 



HUBO FLECHAZO
Hay una pausa en el relato. Luego, una sonrisa acentuada:
-Como ve, Antonia no llegó fácilmente a mi vida.
-¿Cuál fue la primera impresión que le causó en Palma?
-Yo la esperaba de uñas, pero la primera impresión no pudo ser más favorable. Vi en Antonia una mujer encantadora, sencilla, humanísima. Me enamoré de ella a los tres días.
-Hubo, pues, flechazo…
-Evidentemente. Hay que tener en cuenta que la traté como Sara Montiel, pero también como María Antonia Abad. Antonia había estado algunos días en Palma años atrás, pero no guardaba ningún recuerdo feliz de aquella visita por determinadas circunstancias de su vida privada, según me refirió ella misma. Yo la llevé a los lugares más bonitos de la isla porque quería que su estancia en Palma sí fuera grata esta vez. Almorzamos juntos, hicimos excursiones… Así fue como descubrí la auténtica dimensión humana de María Antonia Abad… y me enamoré de ella.
-Pero Antonia no era mujer libre. Llevaba seis años casada con José Vicente Ramírez Olalla…
-Sí, lo sabía. También sabía que no era feliz en su matrimonio. Pero, efectivamente, no era libre. Por eso callé mis sentimientos hacia ella. Sin embargo, había surgido entre nosotros una profunda amistad. Resultó que Antonia y yo coincidíamos en todo, no sólo como miembros del mundo del espectáculo, sino también como personas.

Ya estaba Sara a nuestro lado. Y Sara intervino –creo que con sumo gusto- en la conversación. Habló con la laxitud verbal que le caracteriza, arrastrando las palabras, deleitándose en ellas.
-Pepe me causó una impresión fenomenal. Al segundo día de tratarle ya no veía en él solamente al empresario. Confieso que me agradaba como hombre. Era agradable, inteligente, comprensivo… Pero yo estaba casada y no podía pensar en otro señor.



CORTAR POR LO SANO
Una vez más me asaltó la misma duda: esa laxitud verbal de Sara… ¿es ironía?, ¿es naturalidad? Fue Antonia, brava y desgarrada, la que siguió hablando con el corazón en la mano:
-Yo lo estaba pasando muy mal. Mi madre había muerto. ¡Cuántas veces rompí a llorar junto al escenario, antes o después de actuar! Los médicos tuvieron que atenderme no sé cuántas veces porque la congoja me vencía. ¡Qué sabe la gente de la vida de las estrellas! Además, mi vida privada era un caos. José Vicente, mi marido, creyó que yo iba a ser una mujer normal de mi casa. ¿Cómo iba a serlo si yo era Sara Montiel? Y siendo Sara Montiel me conoció. Él no lo entendió; así que lo mejor era cortar por lo sano.

Hay un silencio. Una tregua. Sara: entre el sufrimiento y la felicidad, las dos eternas constantes de su vida.
-Con Pepe todo era distinto. Se desvivía por mí, me animaba a superar mis crisis… Tras mi actuación en Palma fue a visitarme en Barcelona. Luego, estuvo en Sevilla. Esto tuvo mucha gracia… Pepe acompañaba a su madre en un crucero. Cuando el barco hizo escala en Cádiz, cogió un coche, y se plantó en Sevilla, donde yo estaba actuando. Cuando me vio, me dijo: “Pasaba por aquí y me he pasado a saludarte” ¿Te acuerdas, amor? Gracias a él me quité el luto por mi madre y comencé a cuidarme. Le contaba mis problemas, mis penas, o mis alegrías, y él me escuchaba y me comprendía. Yo encontraba en Pepe un cobijo que no supieron o no pudieron ofrecerme los dos hombres que anteriormente hubo en mi vida.

Ahora la laxitud verbal se ha convertido en energía.
-Quiero ser sincera. Pepe y yo supimos desde el primer momento que estábamos enamorados, pero no nos lo decíamos. Comprendí en seguida que Pepe era mi tabla de salvación, tal vez la última, tras tantos años de amargura.

Quiere borrar su pasado, pero siempre vuelve a él. Sufre al recordar. Al sufrir es feliz, porque José Tous está a su lado.
-Anthony Mann y yo nos equivocamos al casarnos. Era un hombre divino, todo un caballero, pero tenía treinta años más que yo. Después de divorciarnos, seguimos siendo amigos. ¿Por qué me casé con él? Porque le quería, porque le admiraba, y, tal vez, porque yo era demasiado jovencita para comprender que una distancia de treinta años es insalvable.
-¿Fue otra equivocación su matrimonio con Ramírez Olalla, esta vez por la Iglesia?
-Sí, porque la boda no fue como yo quería que hubiese sido.

Es la hora de las confidencias.
-Yo quería a José Vicente. Por otros motivos no iba a casarme con él, pues ganaba 20.000 pesetas, y tenía un 600, y yo estaba en la cumbre de mi fama. Quería casarme con él, sí, pero civilmente. Mi madre y José Vicente se opusieron, y yo hube de ceder. 

LA ANULACION VA POR BUEN CAMINO
Yo me he limitado a transcribir sus palabras. No quiero entrar ni salir en la cuestión. Cada ser humano responde de su destino.
-Desde hace años –prosiguió Sara- mi marido y yo estamos separados. Somos personas civilizadas y pensamos que era mejor así. En cuanto a los trámites de anulación de nuestro matrimonio van por buen camino, y creemos que se producirá pronto, quizá a finales de año.
-¿Qué otros rumbos hubiese seguido su vida si José Tous hubiese aparecido en su vida años atrás?
-¡Me habría librado de muchos disgustos y amarguras! ¡Le habría encadenado para tenerlo a mi lado desde el primer instante!

Pero fue, como hemos dicho, en 1970 cuando Sara y José se encontraron. Este era un hombre de cuarenta años, soltero, que había estado a punto de casarse en dos ocasiones. Los Tous son muy conocidos y apreciados en Mallorca. El abuelo de José fundó y fue el primer director del diario palmesano “Última Hora”, que posteriormente dirigieron su padre y su tío. El propio José fue su director durante quince años, y en aquel tiempo incorporó el ‘offset’, siendo “Última Hora” el primer diario español impreso por tal sistema. Recientemente, abandonó la dirección del periódico al ampliar su campo de actividades como empresario teatral. Pero es el presidente del Consejo de Administración del periódico.
-¿Cómo ha influido en su vida, tanto profesional como privada, Sara Montiel?
-Beneficiosamente. Como hombre, terminó mi soledad. Como profesional del periodismo y empresario teatral, sólo puedo decir que mi vida sí habría cambiado, y negativamente, si me hubiera enamorado de una ‘hija de papá’, ajena por completo a mis ocupaciones profesionales. No hay problema alguno, pues comprendo que Antonia se debe a su público, y mi mentalidad acepta que la famosa sea ella. No me siento humillado en ningún momento. Antonia me necesitaba a mí y yo necesitaba a Antonia.

Ahora esperan. No ocultan los sentimientos que les unen. Sentimientos, por cierto, que deben de ser serios y profundos, pues ya duran cuatro años. Forman como un ‘todo’ compacto, unido por el arte y el amor. Pero tienen que esperar…
-Una vez obtenida la nulidad –habló Tous-, Antonia y yo nos casaremos civilmente.
Está decidido. Así como…
-Quiero tener hijos con Pepe –habló Sara-. ¡Tres, por lo menos!

Creo que ya está todo dicho. El ensayo tenía que continuar. María Antonia volvió a ser Saritísima. Y Pepe, su rendido enamorado, José Tous, el exigente empresario. Aún recordaba las últimas palabras de éste:
-Nuestro camino ya está trazado. Seguiremos queriéndonos, trabajando, luchando, gozando de nuestra casa de Mallorca… Y, por encima de todo, seguiremos viviendo.
En paz si es posible. 

Hebreo SAN MARTIN
Fotos: Santi Alvarez


EL RECORTE LX
Y la feliz pareja terminaría sellando su amor en 1979, con aquel bodorrio palmesano histórico. Pero la felicidad completa vendría de la mano de la pequeña Thais. Así posaba el matrimonio con su hija el 13 de Diciembre de 1980 para la revista Hola. 

SARA MONTIEL
CON SU MARIDO Y SU HIJA, EN SU CASA DE PALMA DE MALLORCA
“EL PROXIMO AÑO LE DAREMOS UN HERMANITO A THAIS”
Su gira por América la mantendrá largo tiempo alejada de su hija y de su casa





Sara Montiel, con su pequeña hija adoptiva, Thais. 

La famosa y universal manchega en un rincón de su casa mallorquina. Abajo, en su espectacular dormitorio con su hija. 


Tras haber terminado sus representaciones en el teatro La Latina, de Madrid, y antes de iniciar, dentro de unos días, su viaje a América, Sara Montiel y su esposo, Pepe Tous, acompañados de suhija, Thais, que está a punto de cumplir dos años, decidieron pasar unos días en la paz del hogar de su casa de Palma de Mallorca.
Sus representaciones artísticas, sus películas, sus giras por Amércia la mantendrán alejada de su hija Thais bastante tiempo.
La hermosa casa de Sara Montiel se encuentra en las afueras de Palma de Mallorca, concretamente en la montaña, llena de recuerdos y maravillosas plantas.
Cuando llegamos a su casa, la encontramos prendida de sus ‘hobbies’, las plantas, eliminando todo aquello que impide el correcto crecimiento de sus flores. También es una excelente ama de casa.


El amor de Sara por las plantas y las flores se pone de manifiesto en algunos rincones de la casa como este que recoge la fotografía. 

-¿Quién es ahora Sara Montiel?
-Por un lado, y como siempre, la estrella que sigue trabajando; que estuvo cuatro meses en Barcelona y que acaba de culminar con gran éxito sus representaciones en Madrid, a teatro lleno, y que ahora emprenderá viaje a América, hasta el Lincoln Center, de Nueva York. Y, por otro lado, Antonia Abad, la mujer muy hermosa, muy del mar, muy sencilla, muy de su casa, inmensamente feliz en su vida particular con su esposo y su hija.
-Sara, ¿es usted feliz?
-Inmensamente feliz. Sería injusto que tuviera una queja de algo. La vida me ha proporcionado el poder vivir y seguir trabajando.
-¿Ha pensado en algún momento en retirada?
-Aún no. Mientras pueda trabajar, seguiré en los escenarios, porque Sara siempre ha trabajado. Empecé a trabajar a los doce años y aún no sé lo que es estar sin trabajar, y eso se lo agradezco al público, que siempre me ha aceptado.



Sara, con su hija, Thais, en la escalinata de acceso a su hogar. 

-¿Ha pensado en darle un hermanito a Thais?
-Sí, y lo hemos pensado que sea para el próximo año. Es necesario que la niña tenga un hermanito para jugar, hablar, y cuando estemos fuera tenga la compañía de su hermano.
-Mirando atrás, ¿cuál es el recuerdo más intenso y permanente?
-Mi madre, mi padre. Y, personalmente, hecho mucho de menos a un gran amigo fotógrafo: Christian Matraz.
Y el tiempo camina hacia el atardecer. Dejamos a Sara Montiel y su familia reunida en torno a sus plantas, sus perros, su montaña, su mar y el calor de su hermoso hogar.


Jugar con Thais es lo que más hace feliz a Sara Montiel, que dedica todo su tiempo libre a la pequeña.

Doña Sara y abajo también don José abrieron las puertas de su casa a nuestra revista, casa que nos mostraron en todos sus detalles. 



Sara, Pepe y Thais, en otro florido rincón de la casa cuyas plantas María Antonia cuida con esmero de jardinera. 

Thais y su mundo infantil poblado de muñecas. Abajo, entretenida con algo bajo la atenta mirada de sus padres. 




Una simpática fotografía de la pequeña Thais, que ya ha cumplido los dos años. 
Sara Montiel, 'sex-symbol' del mundo artístico español, con su marido y su hija adoptiva. 


A la izquierda, la familia al completo en la terraza de la casa que se abre a un horizonte lleno de mar. A la derecha, la pequeña Thais. 


Esculturas clásicas, marfiles, tallas sacras, relojes, porcelanas chinas, un abigarrado mundo en el hogar mallorquín de los Tous. 

Reportaje: JUAN CHAVEZ


LA FOTO LX

Celebrando los 50 años de 'La bella Lola'


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