Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista.
Sólo
10 invitados a la boda de
SARA
MONTIEL
La
boda tuvo lugar en Roma el 2 de mayo y ofició el abad mitrado del Valle de los
Caídos, fray Justo Pérez de Urbel. María Antonia (Sarita) vestía un conjunto de
Balmain, regalo del marido, cuyo valor era de 125.000 pesetas, de tul color
beige bordado en oro y plata. Alrededor del cuello, un collar de la casa Van
Cleef. Una sola persona representaba a los familiares de la novia: su madre. Y
una sola también, a los del novio: su hermano. Y sólo la propia Sara representaba
al cine español. El ramo de la novia quedó depositado sobre la tumba de Alfonso
XIII. La pareja fue recibida seguidamente por S.S. Paulo VI. Primera etaba del
viaje de bodas: Moscú (de paso para el Japón y Estados Unidos).
Sara Montiel, la famosa estrella del
cine español que ha hecho revivir los cuplés de los felices años veinte, se ha
casado en la iglesia de Montserrat, de la Ciudad Eterna. La boda ha sido
sencilla e íntima. Los novios, los padrinos y muy pocos amigos. Sara y su
flamante marido han querido huir de la publicidad y del tumulto que rodea a los
famosos en un paso tan trascendental como éste. Y lo han conseguido, porque el
que Sara se haya hospedado en el Hotel Excelsior, de la Vía Véneto, con su
nombre de pila, en lugar de inscribirse en el registro con su nombre artístico,
ha supuesto una gran dificultad para los informadores italianos.
Riguroso secreto
El treinta de abril llegó Sara a Roma
acompañada de su madre, dos días antes de la boda exactamente. Su prometido,
José Vicente Ramírez Olalla, ‘Chente’, estaba en la capital de Italia desde
unos días antes, ultimando los preparativos de la boda.
La noticia de ésta se conoció con tres
días de anticipación. Me enteré de ella cuando realizaba la información de la
boda de la princesa Irene de Holanda y del príncipe Carlos Hugo. Desde el mismo
aeropuerto telegrafié a Madrid.
El riguroso secreto con que la gentil
Sarita y ‘Chente’ han llevado a cabo todos los preparativos de la boda no me
sorprendió lo más mínimo. La propia Sara me dijo, no hará más de un par de
meses, que no quería publicidad en su boda. Que no se conocería la fecha ni el
lugar de la misma, hasta que la ceremonia estuviera muy próxima.
Una pareja de novios cualquiera
Y han cumplido su palabra. La discreción
con que se han efectuado los preparativos es digna de elogio y muy difícil de
hallar en el mundo del cine.
Vi a Sara, en Roma, la víspera de la
boda. Estaba nerviosa, igual que José Vicente. Viéndoles charlar, ultimando su
viaje, parecían una pareja de novios cualquiera, como tantas otras que hay por
el mundo.
En el saloncito contiguo al dormitorio
se veía su traje de novia, recién llegado de París, donde ha sido confeccionado
por Pierre Balmain. Toda una joya. Un auténtico modelo creado por el famoso
modista para Sarita. Tanto el abrigo como el vestido sin mangas están
realizados en un tejido de encaje de plata y oro, al igual que la pequeña
pamela y los zapatos. Todo ello ha costado a ‘Chente’, ya que de un regalo suyo
se trata, 2.100 dólares, ciento veinticinco mil pesetas.
Sarita, que ha querido eliminar de su
boda todo espectáculo, uno de los motivos por los que ha elegido Roma para
casarse, redujo de tal manera los invitados, que ésos no pasaban de diez. Y
como dato curioso, la cinematografía española no estaba representada por
ninguno de ellos.
-Soy una mujer nueva. Soy
una mujer feliz como nunca lo he sido – ha dicho la estrella.
Porque, aunque la gente crea lo
contrario, Sara Montiel nunca fue dichosa hasta este momento.
María Antonia Abad y José Vicente
acudieron, la víspera de su boda, a la alcaldía de Roma donde formalizaron su
matrimonio civil. Fueron solos, sin amigos ni fotógrafos. Confundidos entre
muchas parejas de novios. Después dieron un paseo por los alrededores de la
Ciudad Eterna montados en un coche de caballos.
Orquídeas para ‘la chicha de las
violetas’
Los italianos llaman a Sarita ‘la
Ragazza di la Violetta’, pero ella apareció en la Iglesia de Montserrat
llevando un ramo de orquídeas que depositó, una vez finalizada la ceremonia,
junto a la tumba que guarda los restos del último rey de España.
Aunque la nave de la iglesia no es muy
grande, aparentaba ser mucho mayor por lo desierta que estaba a la hora de la
boda. De los pocos invitados a la ceremonia, la mayoría se encontraban en el
presbiterio, por su calidad de testigos. Sólo los hermanos de Sara y los
señores Gómez Acevo, la condesa de Santa Engracia e Inés Gómez Duque, ocupaban
los primeros bancos, adornados con flores blancas.
En lugar destacado, y al lado del
Evangelio, se encontraban los embajadores de España en Italia, señores de
Sánchez Bella, y frente a éstos, los testigos: vizconde de Túy, el marqués de
Santa Rita, don Ignacio Balenciaga y don Pedro Juez.
Ofició nada más y nada menos que fray
Justo Pérez de Urbel, abad mitrado del Valle de los Caídos, que también asistió
a la boda de la princesa Irene y del príncipe don Carlos, y que ha vuelto de
nuevo a Roma, especialmente, para casar a María Antonia.
Vuela un sombrero y aparece una mantilla
Aunque dicen que todas las novias
lloran, Sarita supo tragarse las lágrimas que pugnaban por salir y no dejó de
sonreír un solo momento a José Vicente, que aparecía serio y triste por la
ausencia de su familia, representada por su hermano Luís, que fue padrino. Como
madrina actuó la madre de Sarita que, una vez finalizada la ceremonia, perdió
el control de la emoción y se colgó materialmente del cuello de su hija,
derribándole el sombrero.
Ya convertidos en marido y mujer, María
Antonia besó amorosamente a su esposo en presencia de todos los fotógrafos,
dirigiéndose a continuación a la sacristía para la firma de los esponsales.
Inexplicablemente fue prohibida la entrada a la prensa, que quedó gratamente
sorprendida cuando, minutos después, volvió a abrirse la puerta apareciendo
Sarita completamente transformada. Habían desaparecido su traje de novia de plata
y oro, su pamela y su collar de brillantes y rubíes. María Antonia lucía un
vestido negro y se tocaba con la mantilla española. El motivo de aquella
transformación era el siguiente: Su Santidad el Papa Pablo VI les había
concedido una audiencia para las doce. Y eran las doce menos cuarto.
Texto:
JAIME PEÑAFIEL
Fotos:
EUROPA PRESS
EL RECORTE LXX
...si bajo fue el número de invitados a la boda, todo lo contrario fueron los días de luna de miel y de recuerdos comprados... Esto nos contaba la revista Lecturas el 19 de Junio de 1964. Una estrella....
SARA
MONTIEL,
a
su regreso del viaje de novios
El quimono que Sara Montiel muestra en
esta instantánea es uno de los muchos caprichos que ha adquirido en este famoso
viaje, el más inolvidable de su vida, al que partió con las maletas vacías con
objeto de traérselas llenas de recuerdos y regalos… Su marido adquirió también
un quimono, pero de ‘judoka’. Sara Montiel visitó Tokio y el norte del Japón,
pasando posteriormente a Hong-Kong, ciudad que la sorprendió por la increíble
mezcla de razas y colores y su extraordinaria vitalidad. Otra de las muchas
ciudades visitadas –siempre apresuradamente- por el matrimonio, fue Copenhague,
coincidiendo precisamente con la decapitación de la famosa ‘sirena’ del puerto,
que fue privada de su cabeza por una pandilla de gamberros.
Sara Montiel acaba de regresar de su
viaje de luna de miel, que ha durado seis semanas. Para ella y su marido, José
Vicente Ramírez Olalla, demasiado poco tiempo, pero los compromisos
profesionales de Sara impidieron prolongarlo más. En la foto, la deliciosa Sara
Montiel, en una perfecta actitud de ‘ceremonia del té’ japonesa. De los lugares
visitados por la pareja, ha sido el Imperio del Sol Naciente el que más ha
impresionado a Sara Montiel, especialmente por la poesía de sus tradiciones y la
belleza de sus extraordinarios paisajes.
Antes de emprender este viaje, en el
nuevo piso de Sara Montiel existía ya una clara influencia japonesa, tal como
las puertas recubiertas de laca y ciertos objetos típicos de aquel lejano país.
Esta cabeza, de mármol cromatizado, que representa a un legendario ‘samurai’,
es otro de los muchos objetos adquiridos por Sara en su viaje de novios. En
breve, Sara Montiel se incorporará a los Estudios cinematográficos de París
para iniciar el rodaje de ‘La dama de Beirut’, y esta precipitación ha sido lo
único que ambos han sentido en este viaje.
En Rusia visitaron Moscú –en cuyo
‘metro’ famosísimo dieron varias vueltas-, ciudad que hizo a Sara Montiel un
recibimiento cordialísimo. A propósito del cine americano, la famosa actriz
afirma que Hollywood le pareció una tumba, con casi todos sus Estudios cerrados
y su apenas producción. El cine europeo ha ganado por la mano, según afirma la
protagonista de ‘Samba’, al norteamericano, que ha sido casi totalmente
arruinado, de una parte, por la fortísima competencia de la televisión, y de
otra, por la escasez de películas de auténtico interés argumental y humano.
De cada una de las ciudades visitadas,
Sara ha traído un recuerdo distinto. Así quedó maravillada del extraordinario
nivel de vida observado en Estocolmo y demás ciudades suecas, del mismo modo
que la impresionó la magnífica belleza de la fábrica de cristales de Praga,
famosa en el mundo entero. En total, el viaje de novios de José Vicente Ramírez
Olalla y su esposa, Sara Montiel, ha representado más de cincuenta mil
kilómetros.
Leningrado, Hawai, Los Ángeles, San
Francisco, Nueva York (en cuya Feria mundial fueron agasajados por el
Comisario, señor García Sainz, y de cuyo Pabellón Español corrobora Sara
Montiel la creencia de que es el mejor de toda la exposición), y otras varias
ciudades, fueron visitadas por este matrimonio en su largo viaje de novios.
Muchos regalos y caprichos han sido adquiridos por ambos para sus amistades y
su piso de Madrid: sedas japonesas, ceniceros de piedras preciosas de las minas
del Cáucaso, alfombras orientales, objetos utilitarios ‘made in U.S.A.’ para el
hogar… Pero Sara, siempre tan femenina y elegante, ‘cargó la mano’ en las
lujosas tiendas de modas de la Quinta Avenida, de Nueva York, donde hizo acopio
de esto que siempre la ha ‘chiflado’: los sombreros. En estas dos fotografías,
Sara Montiel luce, con su proverbial belleza, dos modelos exclusivos adquiridos
en dicha ciudad norteamericana, y que vienen a enriquecer su ya valiosa colección.
De
nuestro corresponsal en Madrid: PEDRO LUIS CAMPOS TEJON
Fotos:
M. Cuadros
LA FOTO LXX
La diva en la película 'Samba'. Film que rodó meses antes de su boda con José Vicente Ramírez Olalla.
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