viernes, 6 de julio de 2012

SÁBADO GRÁFICO - 11 de Junio de 1966 - España


Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista para el blog. 

‘TRAIANKA SARITA’
‘TRAIANKA ESPAÑA’
SARA MONTIEL
HA PUESTO LA BANDERA ESPAÑOLA EN EL CORAZÓN DE RUMANÍA


LOS TEJIDOS DE TARRASA, LAS SARDINAS DE SANTOÑA Y LAS PELÍCULAS DE SARA, TRES PRODUCTOS ESPAÑOLES DE IMPORTACIÓN EN RUMANÍA
EL MEJOR TRIUNFO DE SARA: LA REPATRIACIÓN DE UNA FAMILIA ESPAÑOLA


Desde hacía más de un mes se venían recibiendo en Madrid noticias y breves reportajes sobre la actuación de Sara Montiel en la capital rumana de Bucarest. En ellos se hablaba del éxito inenarrable de la famosa estrella española, que había logrado con sus actuaciones y su presencia no sólo que el público la aclamara enloquecido, sino también que por vez primera en un país tras el ‘telón de acero’ se gritase con emoción ‘traianka España’ o ‘viva España’, que es lo mismo.
Por esta razón, y a pesar de las dificultades que un viaje a la Europa oriental lleva consigo, decidimos dar este paso. Primero, porque de una artista española, la más famosa, se trataba. Y segundo, porque era el nombre de España el que se gritaba jubilosamente, el que se había puesto de moda en el más occidental de los países que componen los satélites de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y todo gracias a una mujer que con su belleza y sus canciones ha sabido hacer Patria, con mayúsculas, por encima de las fronteras y de los ‘telones de acero’.
Pero a pesar de todo esto uno tenía sus dudas y sus temores. No porque pusiera en duda el éxito profesional de Sarita Montiel, sino porque… Rumanía está tan lejos y es tan desconocido, que uno pensaba que lo nuestro, que nuestra artista, nuestra Patria, tenía que ser a la fuerza igualmente desconocida para los rumanos. Además, había sido un mes de actuaciones y diez días los que ya no actuaba. Así y todo nos aventuramos a comprobar por nosotros mismos lo que sólo conocíamos de referencia y nos plantamos en Bucarest.





Cuando nuestro avión sobrevolaba ya el aeropuerto disponiéndose a tomar tierra, pude ser desde la ventanilla una enorme multitud agolpada en las terrazas. No me extrañó. En el mismo vuelo regresaba a Bucarest el equipo nacional de fútbol tras disputar un encuentro internacional en París, encuentro que había ganado. También viajaba en el mismo avión Marina Vlady y la misión cinematográfica que había asistido al Festival Internacional de Cannes.
Pero de repente toda aquella multitud, más de cinco mil personas, se olvidaron del equipo de fútbol, de Marina Vlady y de sus artistas preferidos. Como poseída de repente por una locura colectiva, corrió hacia los accesos de entrada del pequeño aeropuerto gritando: ‘Sarita, Sarita, Sarita’.
Y es que habiendo tenido noticias de mi llegada, a Sara Montiel no se le ocurrió otra cosa que trasladarse hasta el aeropuerto para saludarme. Pero ni ella ni yo conseguimos vernos hasta bien pasada una hora, durante la cual yo tuve que luchar a brazo partido para abrirme paso hasta donde, materialmente enterrada por el público, permanecía Sara Montiel firmando autógrafos, mientras que Marina Vlady y los otros artistas, con sus ramos de flores y el disgusto reflejado en los rostros, contemplaban a distancia la escena olvidados por ‘sus admiradores’.
Los gritos y las voces de ‘traianka Sarita’, ‘traianka España’ (viva Sarita, viva España) lo llenaban todo. A mí me embargaban de emoción.
A la puerta del hotel, el ‘Athene Palace’, otra multitud aguardaba la llegada de la ‘estrella’.
-Así están desde que llegué hace un mes y medio – me diría poco después Sara en el bar del hotel, mientras descansábamos.
Hacía ya diez días que había dejado de trabajar cancelando por propia decisión el contrato, debido al agotamiento. Pero el público seguía como el día de su llegada. Acosándola y vitoreando a ella y a España, cada vez que se le ocurría poner el pie en la calle.



El fenómeno Sarita Montiel ha sido un fenómeno español al otro lado del ‘telón de acero’ y en el único país latino de los satélites de la Unión Soviética. Y como latinos han reaccionado ante la belleza de una mujer procedente de un país tan latino como España.
Porque ni la política ni las barreras fronterizas impiden, en la mayoría de las veces, que la sangre responda a la misma sangre. A pesar de las consignas y de los sistemas políticos.
Sara Montiel ha sido la primera ‘estrella’ española que ha actuado y triunfado clamorosamente en el país donde aún viven grupos de sefardíes que conservan vestigios del castellano clásico y primoroso del siglo XV.

 El porqué de este viaje



Hay que conocer Bucarest para comprender el motivo del viaje de Sarita Montiel, un viaje que no ha estado buscado por agentes ni empresarios sino obligado por el éxito de sus películas en Rumanía, películas que vienen proyectándose desde hace seis años. Aunque hoy es fácil ver tejidos de Tarrasa y Sabadell en los escaparates de Bucarest y desayunarse con sardinas de Santoña, yo diría que el primer artículo que Rumanía importó de España fueron las películas de María Antonia Abad, la manchega de Campo de Criptana.
Y fue tal el éxito de estas películas –hoy en Bucarest están de moda los cuplés ‘La violetera’ y ‘Fumando espero’- que desde hace tiempo Sara Montiel venía recibiendo invitaciones del Teatro Nacional Rumano para que acudiera a Bucarest a actuar.
-Pero lo fui demorando. Primero, porque no tenía tiempo; luego, porque no comprendía este éxito en un país tan lejano y distante en todos los aspectos con nosotros.
Tuvo que ceder. Se habló, se discutió y todo quedó arreglado. Sarita Montiel debutaría en Bucarest durante una semana, exactamente la última del mes de abril.

El teatro




Para reconstruir un poco los pasados e inolvidables días de sus actuaciones he acompañado a Sara Montiel hasta el Teatro Ateneo o Teatro Nacional de Bucarest, un impresionante edificio inaugurado hace dos años con una capacidad de tres mil quinientas localidades y que durante las actuaciones de nuestra estrella llegó a acoger hasta a cuatro mil.
Hemos entrado en la sala poco antes de que comenzara la actuación de una compañía de teatro francés. Unas mil quinientas personas ocupaban ya sus localidades, cuyos precios oscilaban entre las cien a las doscientas cincuenta pesetas.
-Hasta cinco mil llegaron a pagarse por ver a Sarita- me dice el funcionario del Gobierno que nos acompaña en la visita. Por vez primera, desde hace muchos años, fue descubierto un ‘mercado negro’ que no se pudo suprimir.
Este éxito obligó al Estado –el teatro es propiedad del Gobierno- a prorrogar por veinte días más las actuaciones de Sara.
-Aún así y todo, miles y miles de personas se quedaron sin poder escuchar a Sarita. Sólo les cabía el consuelo de congregarse a lo largo del trayecto existente entre el hotel y el teatro- unos quinientos metros- para poder verla.

 La bandera de España
Como ocurre a todos los artistas españoles de categoría que han triunfado en países que por sus ideologías políticas se encuentran frente a España, Sara exigió desde el primer día que la bandera española y no otra figurara no sólo en el escenario sino en el hotel, en la calle y allá donde ella era invitada.
Y el público, que vive casi siempre al margen de estos conflictos políticos, no sólo reaccionó favorablemente ante este gesto, sino que aprovechó esta válvula de escape para demostrar a través de la estrella su simpatía por España, vitoreando a nuestra Patria al mismo tiempo que a Sarita.



Ciento ochenta mil pesetas diarias
Aunque Rumanía no es un país pobre, tampoco es un país donde la gente nada en la abundancia. Su población está compuesta en su mayoría por obreros y campesinos, y en el que la agricultura es la base de su riqueza. Por ello, la cifra en la que la ‘estrella’ española fue contratada puede considerarse como la más fabulosa pagada a artista alguna por el Estado rumano en los últimos años. Ciento ochenta mil pesetas por actuación y la mayoría de ella, abonada en dólares. Hay que tener en cuenta que en Rumanía, como en la mayoría de los países del Este, carecen de divisas, mientras que sus monedas en curso no se cotizan ni siquiera en Zurich.
-Pero llegamos a un arreglo- me dice Sarita-. La mitad de mis honorarios me los abonarían en dólares y la otra mitad en leis, moneda del país.
Pero al no cotizarse ésta fuera de Rumanía, Sarita ha tenido que invertirla allí comprando obras de arte, entre ellas varios iconos muy valiosos.

Trenes especiales
Yo creía que después de diez días de inactividad dedicados sólo al descanso en las playas del Mar Negro, alejada del bullicio y de la escena, el termómetro de la popularidad de Sarita no habría desaparecido, pero sí descendido. Pero cuál no sería mi sorpresa al ver con mis propios ojos a la multitud congregada día y noche ante el hotel, siguiéndola por la calle, y abordándola en los almacenes.
Y fue así como pude comprender las gloriosas jornadas de una artista española como Sara Montiel en Bucarest. Lo que desde Madrid parecía exagerado, algo así como el montaje de un agente de publicidad, no fue otra cosa que realidad.
-Hasta trenes especiales se organizaron para que la gente de los pueblos y ciudades cercanas a Bucarest pudieran desplazarse hasta la capital para verme- me dice llena de satisfacción Sarita.



Trescientas mil fotografías
Hoy el mayor orgullo de un rumano, sea o no de Bucarest, es poseer una foto dedicada de Sarita.
-¿Cuántas fotos ha dedicado usted?
-Exactamente, trescientas mil. Sé el número exacto porque son las que me traje personalmente de Madrid y las que después envió mi productora.
Pero independientes de éstas han aparecido en Bucarest millares de otras fotografías editadas por quienes vieron el negocio. El precio de cada una de estas fotografías alcanza la cifra de cincuenta pesetas.



Sarita hará ‘La gitanilla’, de Cervantes, en Rumanía
Una de las cosas que más llaman la atención cuando se visita Rumanía son los gitanos que uno se encuentra por doquier: en medio de la calle, en los jardines públicos o en los mercados al aire libre que se alzan en la parte más antigua de la ciudad. Y fue precisamente en uno de estos mercados, tenderetes de techo de lona en que se venden flores y frutas, donde Sarita descubrió a ‘La gitanilla de Cervantes’ y donde le surgió la idea de llevar a cabo en Rumanía el rodaje de la famosa obra del autor de ‘Don Quijote’.
Habíamos ido a visitar esta zona de Bucarest cuando, de repente, Sarita, que vestía aquella mañana un elegante abrigo negro confeccionado por Dior, se vio rodeada de un numeroso grupo de gitanas de bellísima estampa, vestidas de ricos y vistosos trajes, con los cabellos brillantes cubiertos por pañuelos de vivos colores. En los cuellos y en las muñecas, collares de ricas monedas que tintineaban al compás del airoso andar de las zíngaras.
De repente, una de las gitanas alargó sus manos y acarició el rostro de Sarita mientras decía: ‘Qué fermosa eres, Sarita’. Luego le entregó un gran ramo de claveles rojos mientras las demás gitanas bailaban una danza ritual, madre de la zambra de los gitanos del monte.
Al despedirnos, Sara Montiel tenía los ojos arrasados de lágrimas. Mientras regresábamos al hotel me confesó:
-He decidido en este momento hacer en Rumanía ‘La Gitanilla’, de Cervantes.




A esto se llama hacer Patria
No quiero terminar este reportaje sin contar una dramática anécdota. Sus protagonistas: Sara Montiel y una familia española de Orihuela que por circunstancias que hoy ya no vienen al caso lleva veintisiete años suspirando por España, muriéndose poco a poco por volver a la Patria.
El nombre poco importa o no importa nada. Lo que importa son los hechos. Y sobre todo los resultados. Puede que cuando este reportaje vea la luz este matrimonio y su hijo de veintidós años vuelen ya hacia la Patria gracias al esfuerzo y tesón de una mujer que no sólo sabe cantar sino también amar y ayudar a quienes un día por equivocación y falso temor eligieron ‘la libertad’ allende las fronteras de España, donde han aprendido con lágrimas que ser español y vivir en España es lo más grande que un hombre puede ser en el mundo.

 ¿SE RETIRA?
Nos proponíamos ofrecer a nuestros lectores la versión directa de Sara Montiel, ya en Madrid, al regreso de su viaje, digamos triunfal, de Rumanía, y su concreta respuesta al rumor del título.
Ignoramos si la noticia de su retirada ha partido de declaración propia o de sus admiradores. Por eso quisimos verificarlo. Si efectivamente así lo ha decidido, lo sentiremos por nosotros, que dejaremos de admirarla y aplaudirla, como siempre, incondicionalmente, pero lo celebraremos por ella. Denotará una cualidad más, sumada a las muchas que posee. Siempre es grato dejar en el recuerdo el esplendor de los años triunfales. 



Texto: Jaime Peñafiel
Fotografías: EUROPA PRESS


EL RECORTE LXXII
Pero Sara no fue la única vez que viajó a Rumanía para hacer alarde de su glamour y arte. En 1997 volvió como estrella invitada en la versión rumana del famoso programa 'Sorpresa, sorpresa! Así lo recogía la revista Tele Indiscreta en Marzo de 1997.

SARA MONTIEL
se reencuentra con un amor rumano de su juventud



La emoción embargaba a Sara Montiel el día que llegó a Bucarest para ser la protagonista principal del programa ‘Sorpresa, ¡sorpresa!’ que la productora de Valerio Lazarov está realizando en la capital rumana.
‘En Rumanía estuve dos veces hace muchos años, allá por la década de los sesenta, y desde entonces me siguen y me quieren mucho, como sucede en Rusia, país que también he visitado. Como Lazarov lo sabía, decidió invitarme, y yo fui encantada. Los rumanos me llaman ‘karrol’, que en español significa la reina’, nos comenta la artista. Así, Sara Montiel acudió para protagonizar la gran sorpresa de la noche y actuar ante el entusiasta público rumano que tanto la quiere. Pero, una vez en el plató del programa que presenta Andreea Marin, fue ella la primera sorprendida. ‘Habían avisado a un actor de teatro clásico que conocí cuando estuve allí entonces y que no había vuelto a ver. Fue una gran sorpresa porque él me esperaba con un enorme ramo de flores en el escenario’, nos cuenta Sara. El reencuentro entre los dos viejos amigos sirvió para desvelar una oculta historia de amor de juventud entre nuestra estrella internacional y un atractivo actor rumano. 

La espectacular Sara Montiel, conocida en Rumanía como 'karrol', que significa reina, desde que visitara el país en la década de los sesenta, acudió al espacio y cantó como la principal estrella invitada. 

‘Es verdad, fue un amor que tuve en aquellos años, y volver a encontrarme con él ha sido muy tierno y muy emocionante. Además, me recibió junto a su mujer y su hija de 13 años. Se conserva muy bien y es muy feliz con su familia, de lo que me alegro muchísimo’, afirma la cantante. Sara y su ex amante charlaron animadamente de aquella época en los que, con 30 años menos, vivieron ‘una bonita aunque breve historia de amor’.

El programa arrasa en la televisión de Rumanía con una audiencia superior al 40 por ciento. La emoción de los reencuentros familiares y la presencia de estrellas como Sara Montiel hacen las delicias de los espectadores. 

Sara eligió tres espectaculares atuendos para su aparición en el programa. Para cantar 'La violetera' escogió uno sobrio y elegante, acompañado de una cesta de flores. Con el segundo, inspirado en los felices veinte, cantó 'Es mi hombre'. Y se puso un provocativo traje rojo con el que encendió a los espectadores mientras cantaba 'Bésame mucho'.

Tras su paso por el espacio televisivo, en el que Sara Montiel interpretó, con su inconfundible estilo y para disfrute del público, tres de sus canciones más populares entre los rumanos, ‘La violetera’, ‘Es mi hombre’ y ‘Bésame mucho’, la artista regresó directamente a España sin darse una vuelta siquiera por Italia, donde reside Giancarlo, su más reciente amigo íntimo. ‘Creo que Giancarlo tendrá que venir a verme a mí a España, porque, afortunadamente, yo ahora tengo mucho trabajo y es difícil que pueda ir a verle’, destaca la actriz, al mismo tiempo que reconoce que se encuentra enamorada ‘de Giancarlo, de la vida, de las cosas hermosas y, por supuesto, de mi familia’.

Texto: Arcadio Velasco
Fotos: Europa Press


LA FOTO LXXII


Otra instantánea de la diva durante su triunfal visita a Rumanía. 

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