viernes, 10 de agosto de 2012

PERSONAS - 6 de Julio de 1975 - España


ESCRIBE
SARA MONTIEL
MI CUERPO Y YO


El piropo más bonito que recuerdo me lo dijeron siendo yo aún una niña. Iba de paseo con mi madre por las calles de Orihuela cuando unos hombres al cruzarse con nosotros le preguntaron a mi madre: “Señora, esta preciosa niña, ¿es de verdad?”
Posteriormente se ha seguido hablando mucho, y se sigue hablando, sobre la verdad que hay en mí, desde la verdad de mi forma de pensar hasta la verdad de mi cuerpo, pasando, no faltaba más, por la de mis años.
La verdad, llana y simple, la verdad casi casi al desnudo, está ahí en estas fotos. No, no soy ‘carca’ en ningún sentido, o sea, ni mental ni físicamente.
Hará cosa de unos doce años se corrió el bulo (¡rumor!) por toda España y América de que mi busto era postizo. Decían que en Hollywood había sufrido una operación en el pecho y había perdido uno de ellos. En aquellos tiempos, cuando incluso estaba prohibido enseñar el nacimiento del busto, era difícil, por no decir imposible, salir a la calle y demostrar que no tenía  nada postizo sobre mí. Lo único postizo que entonces me obligaban a ponerme eran unas castas gasas y recatados tules para que el escote no se me viera demasiado y en las revistas casi todas mis fotos tenían que ser ‘retocadas’ por las manos que velaban escrupulosamente por la moral de todos nosotros.
Ahora, con esto que está tan de moda del aperturismo, el pechugueril y el otro, creo que ha llegado el momento de aclarar también esto y demostrar que en mi cuerpo, a las pruebas me remito, no hay nada postizo. Y creo que no está nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta mi edad…
Porque a mis ochenta años lucir este palmito, francamente, no creo que sea moco de pavo. De todas formas, cualquier duda que pudiera haber sobre mis tan comentados años, que según parece son motivo de preocupación nacional, remito a los centros oficiales pertinentes a quien desee saber la verdad y nada más que la verdad sobre mí tan traída y llevada edad.



Teniendo en cuenta que yo empecé en el cine junto a los hermanos Lumière, con un sencillo cálculo, y sin mucho riesgo a errores, pueden saber cualquiera de ustedes la edad que tengo. Lo malo de todo esto, y es aquí donde se produce la confusión, es que como yo nunca he sido niña prodigio, pues claro… Empecé de señora buena y ahí es donde les duele a algunos y a algunas. Esta fue, sin duda, una equivocación por mi parte; debía haber pasado por el proceso de niña prodigio con falda de lunares y peineta colocada. Pero era imposible… porque cuando a los diez años una ya está digamos desarrolladita y tiene que usar un sujetador de talla de señora, resulta difícil hacer de niña, por muy prodigio que una sea. En realidad fui también niña prodigio, pero en otro sentido, no en el sentido carpetovetónico.
Ahora, entre otras cosas, se habla mucho del erotismo. Es el tema de moda, sobre todo en este país que ha estado tanto tiempo racionado también de esto.
Creo que el erotismo en base sólo al desnudo es muy fácil, está al alcance de cualquiera. Es mucho más importante el ‘sex’ a través de la mirada, de los ojos, de la voz, de la boca, del pelo… Un desnudo sin una mirada que expresa algo es como una comida sin sazonar. La gracia, el sabor, está en las especias.
Si tuviera que hacer un análisis erótico de mi persona, que es en realidad lo que me han pedido de PERSONAS que haga, empezaría por la cabeza, no por el lugar destacado que ocupa en la geografía del cuerpo, sino porque, por lo menos en mí, es la parte a la que doy mayor importancia.
EL PELO… Hay todo un mundo ‘sex’ en torno a la cabellera. Creo que a la mayoría de hombres les gusta que la mujer luzca el pelo largo, a veces, incluso, hasta alcanzar la cintura. El pelo revuelto sobre la cara da en algunos momentos un fuerte atractivo, es como una especie de imán y puede envolver de misterio este beso que va en busca de la boca deseada. Que conste que el pelo recogido y con raya en el centro no es ninguna tontería, pero para llevarlo así se tiene que tener las facciones de la cara muy perfectas. Muy pocas mujeres son capaces de soportar sin detrimento para su belleza el pelo recogido.
LA MIRADA… No hay nada más triste que unos ojos sin vida, unos ojos que no expresan. Todos los sentimientos humanos pueden expresarse con los ojos, y en el mundo del cine ello es indispensable si se quiere transmitir algo desde la pantalla al espectador. Es básico no sólo para la actriz, sino también para el actor. Los grandes astros del cine mundial tienen una mirada, unos ojos, inolvidables. Pero esta mirada debe saber sostenerse ante el objetivo de la cámara, y éste es el gran secreto, lo que hace que sólo unos pocos lleguen. Recuerdo, por ejemplo, que a Gary Cooper en los guiones le suprimían al máximo las palabras, él era un actor de frases cortas, nada de diálogos largos, porque expresaba con los ojos sin tener que hablar. Esto en cine, repito, es básico. El actor o la actriz de cine que necesita hablar mucho, que su base está en las palabras, no es en realidad una estrella de cine, aunque sí puede ser una excelente actriz de teatro. En el cine, lo más importante es lo que se ve y lo secundario lo que se oye. Y esto lo afirmo y reafirmo a pesar de que mis éxitos están estrechamente vinculados a mi voz, a mis canciones. Pero la imagen debe prevalecer por encima de todo. Un primerísimo plano, en ciento cincuenta, de unos ojos, expresan más y llegan más al espectador que un parloteo de diez minutos en una secuencia inacabable. Pero claro, estos ojos deben decir algo, deben tener vida y expresar a través de la mirada lo que la situación requiere. 



LA BOCA… Los primerísimos planos de mi boca ahí están, en todas mis películas, al igual que los primerísimos planos de mis ojos. Se ha escrito tanto sobre ello que ya no sé qué decir. Sí, me gusta mi boca. Y, por lo visto, a los hombres les chifla; por algo será, digo yo. ¿Ustedes qué opinan?... Con la boca se besa, se acaricia, se acepta, se niega…
Pero la boca necesita de unos pómulos, digamos, que ‘hagan juego’ y de una nariz bien colocada que sirva de puente entre los ojos y la boca.
Qué más podría contarles sobre mi persona…
Tampoco quiero extenderme demasiado, y ciertos secretillos, anécdotas y muchas cosas que me han ocurrido los guardo con celo para este libro biográfico que algún día de estos me decidiré a sacar a la luz pública para contarles, por ejemplo, cómo conocí a John F. Kennedy; lo que pasó conmigo en Tokio, un divertido partido de tenis que jugué con Greta Garbo en Beverly Hills, los platos españoles (especialmente huevos fritos) que le hacía a Marlon Brando, mis conversaciones con Hitchcock, mis clases en la escuela dramática de Elia Kazan, cuando la Policía neoyorkina me sacó por la fuerza de la joyería Tiffany de la Quinta Avenida, cómo asistí e intervine en el dificultoso parto de la película ‘West Side Story’…
Lugares, fechas, hechos, personas, risas, lágrimas, trabajo, ilusiones… de mi vida.
Y es que una, con ochenta años sobre las espaldas, ha vivido lo suyo. Lo que pasa es que Castellví es muy buen fotógrafo y me ha sacado muy juvenil y favorecida en estas fotos que ustedes tienen ante sí; pero no se fíen, al natural estoy hecha una birria. Suerte que me conservo en alcanfor y cada mes me hago una operación de cirugía estética…



Fotos: CASTELLVÍ


EL RECORTE LXXVII
Si en 1975 la propia diva hablaba de su propio cuerpo, en 1973 posaba así de erótica en pleno campo, mientras disfrutaba de sus vacaciones en Palma de Mallorca. Así nos lo mostraba la revista Diez Minutos el 25 de Agosto del año en cuestión. 


SALVAJE
SARA MONTIEL
QUE VIVE UN VERANO FELIZ Y TRANQUILO EN MALLORCA


-No deseo nada más. Soy feliz teniendo bien a mi familia y viviendo entre mis perros en esta isla maravillosa de Mallorca, que es la isla más bonita del Mediterráneo.
Así se expresaba Sara Montiel cuando acudimos a la cita que habíamos concertado con ella. Anteriormente, por teléfono, la Montiel me había dicho: “Os voy a llevar a un sitio fantástico, a cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, donde la Naturaleza está salvaje y con una vista de Palma impresionante”. Y así lo hizo, portando como compañeros a sus tres perros (‘Cuchy-Cuchy’, ‘Boy’ y ‘Lady’) y a su sobrina Sarita.
Y Antonia Abad se vistió con la moda ‘Ad lib’, que le confecciona en exclusiva Sans (convirtiéndose para las fotos en Saritísima), posando al desgaire entre los pinos y las rocas, en un retorno salvaje y desafiante con la madre Naturaleza. Y danzó ortodoxamente, pero con plástica, cual una nueva Isadora dominada por las fuerzas primitivas del ritmo y el color.
-¿Cómo pasas el verano, Sara?
-Trabajando en presentaciones personales y descansando aquí, en Mallorca, en cuanto tengo un par de días libres.



-¿Y de tus películas anunciadas, qué?
-De todo lo que me han ofrecido he optado por hacer, en primer lugar, ‘Cinco almohadas para una sola noche’. Este musical es de una línea totalmente diferente a lo que he hecho hasta ahora, y está dentro del estilo vodevilesco de comedia americana, donde se podrá ver a una Sara Montiel cómica, interpretando un personaje humorístico y desenfadado.
-¿Qué galanes te acompañarán?
-Uno por almohada, o sea, cinco. Todavía no están decididos, pero los habrá nacionales y extranjeros, puesto que se rodará en régimen de coproducción.
-¿Cuánto hay de ti en cada película, aparte de la interpretación?
-Normalmente suelo dar la idea del tipo de película que quiero al guionista; luego, en el rodaje, colaboro un poco en la fotografía, el vestuario y el colorido, puesto que la estética es muy importante en cine y, por tanto, debe cuidarse muchísimo.
-¿De quién o quiénes aprendiste más en cine?
-De Anthony Mann, Sam Fuller y Juan Antonio Bardem. También he aprendido mucho viendo películas. Con Tony Mann trabajé de ‘script’, y siempre le hacía yo el montaje previo de sus películas mientras estuvimos casados.
-¿Dirigirás cine algún día?
-Por supuesto que sí, aunque no tengo decidido si me dirigiré a mí misma o si realizaré la película sin Sara actriz.
-En Madrid se repone en estos momentos ‘Veracruz’. ¿Qué recuerdos te despierta?
-En cuanto vaya a Madrid iré a verla, y seguro que me producirá recuerdos muy bonitos, pero nunca nostalgia. Entre esos recuerdos estará el de mi edad en esa película: veintitrés años.
Como dicha película, según me afirma Sara, se rodó en el año 1955, echen la cuenta, amigos.



-Ponte la mano en el corazón y contéstame: ¿quién es Sara Montiel?
-Una artista con una personalidad muy definida, fuerte y diferente.
-¿Y María Antonia Abad?
-Una mujer que ha tenido muchos problemas, porque me han querido muchos hombres.
-¿Y tú, a cuántos has querido?
-Quise a uno muchísimo, me enamoré de él como una idiota y lloré mucho, porque, aunque me quería, no estaba enamorado de mí. Su nombre es Rodolfo Vandosell, marqués de Arneba, y contaba entonces nueve años de edad, uno más que yo.
-¿Y después?...
-Me enamoré dos veces, me desenamoré otras dos veces, y ahora estoy enamorada como una loca.





-¿Por qué es mítica Sara?
-Porque el público lo ha querido así. ¿Las causas?... Las desconozco.
Al bajar del coche, ya en Palma, dos turistas americanos se acercaron para preguntar quién era esa mujer que despertaba tanta admiración a su paso. Sarita, que habla inglés, les respondió en su idioma con esta frase: “Soy… una mujer española”. ¡Ele!


Texto: TRIALASOS.
Fotos: CUENCA.


LA FOTO LXXVII



Esta foto acompaña como poster el magnífico reportaje de Sara en la revista Personas. Con su 'Pícara ingenua' en Varietés. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario