ESCRIBE
SARA
MONTIEL
MI
CUERPO Y YO
El piropo más bonito que
recuerdo me lo dijeron siendo yo aún una niña. Iba de paseo con mi madre por
las calles de Orihuela cuando unos hombres al cruzarse con nosotros le
preguntaron a mi madre: “Señora, esta preciosa niña, ¿es de verdad?”
Posteriormente se ha
seguido hablando mucho, y se sigue hablando, sobre la verdad que hay en mí,
desde la verdad de mi forma de pensar hasta la verdad de mi cuerpo, pasando, no
faltaba más, por la de mis años.
La verdad, llana y simple,
la verdad casi casi al desnudo, está ahí en estas fotos. No, no soy ‘carca’ en
ningún sentido, o sea, ni mental ni físicamente.
Hará cosa de unos doce
años se corrió el bulo (¡rumor!) por toda España y América de que mi busto era
postizo. Decían que en Hollywood había sufrido una operación en el pecho y
había perdido uno de ellos. En aquellos tiempos, cuando incluso estaba
prohibido enseñar el nacimiento del busto, era difícil, por no decir imposible,
salir a la calle y demostrar que no tenía nada postizo sobre mí. Lo único postizo que
entonces me obligaban a ponerme eran unas castas gasas y recatados tules para
que el escote no se me viera demasiado y en las revistas casi todas mis fotos
tenían que ser ‘retocadas’ por las manos que velaban escrupulosamente por la
moral de todos nosotros.
Ahora, con esto que está
tan de moda del aperturismo, el pechugueril y el otro, creo que ha llegado el
momento de aclarar también esto y demostrar que en mi cuerpo, a las pruebas me
remito, no hay nada postizo. Y creo que no está nada mal, sobre todo si tenemos
en cuenta mi edad…
Porque a mis ochenta años
lucir este palmito, francamente, no creo que sea moco de pavo. De todas formas,
cualquier duda que pudiera haber sobre mis tan comentados años, que según parece
son motivo de preocupación nacional, remito a los centros oficiales pertinentes
a quien desee saber la verdad y nada más que la verdad sobre mí tan traída y
llevada edad.
Teniendo en cuenta que yo
empecé en el cine junto a los hermanos Lumière, con un sencillo cálculo, y sin
mucho riesgo a errores, pueden saber cualquiera de ustedes la edad que tengo.
Lo malo de todo esto, y es aquí donde se produce la confusión, es que como yo
nunca he sido niña prodigio, pues claro… Empecé de señora buena y ahí es donde
les duele a algunos y a algunas. Esta fue, sin duda, una equivocación por mi
parte; debía haber pasado por el proceso de niña prodigio con falda de lunares
y peineta colocada. Pero era imposible… porque cuando a los diez años una ya
está digamos desarrolladita y tiene que usar un sujetador de talla de señora,
resulta difícil hacer de niña, por muy prodigio que una sea. En realidad fui
también niña prodigio, pero en otro sentido, no en el sentido carpetovetónico.
Ahora, entre otras cosas,
se habla mucho del erotismo. Es el tema de moda, sobre todo en este país que ha
estado tanto tiempo racionado también de esto.
Creo que el erotismo en
base sólo al desnudo es muy fácil, está al alcance de cualquiera. Es mucho más
importante el ‘sex’ a través de la mirada, de los ojos, de la voz, de la boca,
del pelo… Un desnudo sin una mirada que expresa algo es como una comida sin
sazonar. La gracia, el sabor, está en las especias.
Si tuviera que hacer un
análisis erótico de mi persona, que es en realidad lo que me han pedido de
PERSONAS que haga, empezaría por la cabeza, no por el lugar destacado que ocupa
en la geografía del cuerpo, sino porque, por lo menos en mí, es la parte a la
que doy mayor importancia.
EL PELO… Hay todo un mundo
‘sex’ en torno a la cabellera. Creo que a la mayoría de hombres les gusta que
la mujer luzca el pelo largo, a veces, incluso, hasta alcanzar la cintura. El
pelo revuelto sobre la cara da en algunos momentos un fuerte atractivo, es como
una especie de imán y puede envolver de misterio este beso que va en busca de
la boca deseada. Que conste que el pelo recogido y con raya en el centro no es
ninguna tontería, pero para llevarlo así se tiene que tener las facciones de la
cara muy perfectas. Muy pocas mujeres son capaces de soportar sin detrimento
para su belleza el pelo recogido.
LA MIRADA… No hay nada más
triste que unos ojos sin vida, unos ojos que no expresan. Todos los
sentimientos humanos pueden expresarse con los ojos, y en el mundo del cine
ello es indispensable si se quiere transmitir algo desde la pantalla al
espectador. Es básico no sólo para la actriz, sino también para el actor. Los
grandes astros del cine mundial tienen una mirada, unos ojos, inolvidables.
Pero esta mirada debe saber sostenerse ante el objetivo de la cámara, y éste es
el gran secreto, lo que hace que sólo unos pocos lleguen. Recuerdo, por
ejemplo, que a Gary Cooper en los guiones le suprimían al máximo las palabras,
él era un actor de frases cortas, nada de diálogos largos, porque expresaba con
los ojos sin tener que hablar. Esto en cine, repito, es básico. El actor o la
actriz de cine que necesita hablar mucho, que su base está en las palabras, no
es en realidad una estrella de cine, aunque sí puede ser una excelente actriz
de teatro. En el cine, lo más importante es lo que se ve y lo secundario lo que
se oye. Y esto lo afirmo y reafirmo a pesar de que mis éxitos están
estrechamente vinculados a mi voz, a mis canciones. Pero la imagen debe
prevalecer por encima de todo. Un primerísimo plano, en ciento cincuenta, de
unos ojos, expresan más y llegan más al espectador que un parloteo de diez
minutos en una secuencia inacabable. Pero claro, estos ojos deben decir algo,
deben tener vida y expresar a través de la mirada lo que la situación requiere.
LA BOCA… Los primerísimos
planos de mi boca ahí están, en todas mis películas, al igual que los
primerísimos planos de mis ojos. Se ha escrito tanto sobre ello que ya no sé
qué decir. Sí, me gusta mi boca. Y, por lo visto, a los hombres les chifla; por
algo será, digo yo. ¿Ustedes qué opinan?... Con la boca se besa, se acaricia,
se acepta, se niega…
Pero la boca necesita de
unos pómulos, digamos, que ‘hagan juego’ y de una nariz bien colocada que sirva
de puente entre los ojos y la boca.
Qué más podría contarles
sobre mi persona…
Tampoco quiero extenderme
demasiado, y ciertos secretillos, anécdotas y muchas cosas que me han ocurrido
los guardo con celo para este libro biográfico que algún día de estos me
decidiré a sacar a la luz pública para contarles, por ejemplo, cómo conocí a
John F. Kennedy; lo que pasó conmigo en Tokio, un divertido partido de tenis
que jugué con Greta Garbo en Beverly Hills, los platos españoles (especialmente
huevos fritos) que le hacía a Marlon Brando, mis conversaciones con Hitchcock,
mis clases en la escuela dramática de Elia Kazan, cuando la Policía neoyorkina
me sacó por la fuerza de la joyería Tiffany de la Quinta Avenida, cómo asistí e
intervine en el dificultoso parto de la película ‘West Side Story’…
Lugares, fechas, hechos,
personas, risas, lágrimas, trabajo, ilusiones… de mi vida.
Y es que una, con ochenta
años sobre las espaldas, ha vivido lo suyo. Lo que pasa es que Castellví es muy
buen fotógrafo y me ha sacado muy juvenil y favorecida en estas fotos que
ustedes tienen ante sí; pero no se fíen, al natural estoy hecha una birria.
Suerte que me conservo en alcanfor y cada mes me hago una operación de cirugía
estética…
Fotos: CASTELLVÍ
EL RECORTE LXXVII
Si en 1975 la propia diva hablaba de su propio cuerpo, en 1973 posaba así de erótica en pleno campo, mientras disfrutaba de sus vacaciones en Palma de Mallorca. Así nos lo mostraba la revista Diez Minutos el 25 de Agosto del año en cuestión.
SALVAJE
SARA
MONTIEL
QUE
VIVE UN VERANO FELIZ Y TRANQUILO EN MALLORCA
-No deseo nada más. Soy
feliz teniendo bien a mi familia y viviendo entre mis perros en esta isla
maravillosa de Mallorca, que es la isla más bonita del Mediterráneo.
Así se expresaba Sara Montiel cuando
acudimos a la cita que habíamos concertado con ella. Anteriormente, por
teléfono, la Montiel me había dicho: “Os voy a
llevar a un sitio fantástico, a cuatrocientos metros sobre el nivel del mar,
donde la Naturaleza está salvaje y con una vista de Palma impresionante”.
Y así lo hizo, portando como compañeros a sus tres perros (‘Cuchy-Cuchy’, ‘Boy’
y ‘Lady’) y a su sobrina Sarita.
Y Antonia Abad se vistió con la moda ‘Ad
lib’, que le confecciona en exclusiva Sans (convirtiéndose para las fotos en
Saritísima), posando al desgaire entre los pinos y las rocas, en un retorno
salvaje y desafiante con la madre Naturaleza. Y danzó ortodoxamente, pero con
plástica, cual una nueva Isadora dominada por las fuerzas primitivas del ritmo
y el color.
-¿Cómo pasas el verano, Sara?
-Trabajando en
presentaciones personales y descansando aquí, en Mallorca, en cuanto tengo un
par de días libres.
-¿Y de tus películas anunciadas, qué?
-De todo lo que me han
ofrecido he optado por hacer, en primer lugar, ‘Cinco almohadas para una sola
noche’. Este musical es de una línea totalmente diferente a lo que he hecho
hasta ahora, y está dentro del estilo vodevilesco de comedia americana, donde
se podrá ver a una Sara Montiel cómica, interpretando un personaje humorístico
y desenfadado.
-¿Qué galanes te acompañarán?
-Uno por almohada, o sea,
cinco. Todavía no están decididos, pero los habrá nacionales y extranjeros,
puesto que se rodará en régimen de coproducción.
-¿Cuánto hay de ti en cada película, aparte
de la interpretación?
-Normalmente suelo dar la
idea del tipo de película que quiero al guionista; luego, en el rodaje,
colaboro un poco en la fotografía, el vestuario y el colorido, puesto que la
estética es muy importante en cine y, por tanto, debe cuidarse muchísimo.
-¿De quién o quiénes aprendiste más en
cine?
-De Anthony Mann, Sam
Fuller y Juan Antonio Bardem. También he aprendido mucho viendo películas. Con
Tony Mann trabajé de ‘script’, y siempre le hacía yo el montaje previo de sus
películas mientras estuvimos casados.
-¿Dirigirás cine algún día?
-Por supuesto que sí,
aunque no tengo decidido si me dirigiré a mí misma o si realizaré la película
sin Sara actriz.
-En Madrid se repone en estos momentos
‘Veracruz’. ¿Qué recuerdos te despierta?
-En cuanto vaya a Madrid
iré a verla, y seguro que me producirá recuerdos muy bonitos, pero nunca
nostalgia. Entre esos recuerdos estará el de mi edad en esa película:
veintitrés años.
Como dicha película, según me afirma
Sara, se rodó en el año 1955, echen la cuenta, amigos.
-Ponte la mano en el corazón y
contéstame: ¿quién es Sara Montiel?
-Una artista con una
personalidad muy definida, fuerte y diferente.
-¿Y María Antonia Abad?
-Una mujer que ha tenido
muchos problemas, porque me han querido muchos hombres.
-¿Y tú, a cuántos has querido?
-Quise a uno muchísimo, me
enamoré de él como una idiota y lloré mucho, porque, aunque me quería, no
estaba enamorado de mí. Su nombre es Rodolfo Vandosell, marqués de Arneba, y
contaba entonces nueve años de edad, uno más que yo.
-¿Y después?...
-Me enamoré dos veces, me
desenamoré otras dos veces, y ahora estoy enamorada como una loca.
-¿Por qué es mítica Sara?
-Porque el público lo ha
querido así. ¿Las causas?... Las desconozco.
Al bajar del coche, ya en Palma, dos
turistas americanos se acercaron para preguntar quién era esa mujer que
despertaba tanta admiración a su paso. Sarita, que habla inglés, les respondió
en su idioma con esta frase: “Soy… una mujer
española”. ¡Ele!
Texto:
TRIALASOS.
Fotos:
CUENCA.
LA FOTO LXXVII
Esta foto acompaña como poster el magnífico reportaje de Sara en la revista Personas. Con su 'Pícara ingenua' en Varietés.
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