EXCLUSIVA
El cuarto
matrimonio de la artista y el segundo del novio, treinta y cinco años más joven
que ella
Boda
civil de
SARA
MONTIEL
Y
TONY HERNANDEZ
Verano del año 2001. Sara Montiel,
siempre sorprendente, sorprendía, una vez más, cuando en estas mismas páginas
anunciaba en exclusiva que se había enamorado de un joven operador de cine
cubano treinta y cinco años más joven que ella. Los dos posaban juntos por
primera vez. La artista ya anunciaba que aquello se trataba de algo serio, no
de un viaje de ida sola y vuelta acompañada. Hubo quien no se lo tomó en serio.
Tampoco le auguraban mucho tiempo juntos. Hasta se habló de ‘un capricho de la
Montiel’. No fue un tiempo fácil, de todos modos. El allí y ella aquí. Dos
mundos bien distintos. Dos entornos perfectamente diferenciados. Un gran abismo
en cuanto a edad. Dos hijos de Sara, una
hija de Tony… La prueba del amor estaba
servida.
Otoño de 2002. Prueba superada. Sara
Montiel y Tony Hernández se casan civilmente en Majadahonda. Tan sólo dos
testigos: el doctor Claudio Mariscal y Luís Fernando Carrasco. Un alcalde, el
de la citada localidad, Guillermo Ortega, que ofició la ceremonia. Una hija, la
de Tony, Daylín, de once años, que llegó desde Cuba para asistir a la boda de
su padre. No así Thais y Zeus, los hijos de Sara, que no estuvieron presentes.
Su madre luego explicará el porqué. Sara fue vestida por Antonio Ardón con un
dos piezas en seda bordada de cristal y paillettes color champán. Una corona de
flores naturales –traídas desde La Mancha- sobre la frente. Sin ramo de novia.
José Luís fue el restaurador encargado
de servir la cena nupcial en el ático madrileño de Sara. Poco más de ochenta
personas para degustar un menú donde no faltaron ni el foie, ni la perdiz, ni
el rioja Viña Olagosa, de las bodegas Perica. Carmen Sevilla, con
espectaculares joyas, y Norma Duval, con cuatro kilos de menos, entre los
invitados. Ellas iban a ser las encargadas de entregar las alianzas a los
novios de haberse celebrado la boda en el domicilio de la artista, como estaba
previsto desde un principio. Una negativa del juez veinticuatro horas antes
cambió todos los planes. Había que comenzar de nuevo. Un volver casi a empezar
para Francisco Fernández, administrador de Sara, organizador de todo o casi
todo. Buscar un nuevo sitio y un nuevo juez o alcalde. En apenas unas horas se
eligió Majadahonda. Antes de la cena conversamos con la nueva señora de
Hernández. En su cuarto matrimonio. El segundo para su marido.
-Día feliz, Sara.
-Mucho. Se han callado
muchas bocas. No daban una perra gorda por nosotros.
-¿Qué les diría ahora?
-Que nos deseasen lo mejor
a Tony y a mí, al igual que yo se lo desearía a cualquier pareja que se casase.
-No ha sido para ti el primer
matrimonio, Antonia, y, por tanto, las sensaciones de ahora quizá hayan sido
diferentes a las de la primera vez.
-Por supuesto. Ahora me he
sentido mucho más feliz que la primera vez que me casé, con Anthony Mann, ya
que lo hice en ‘articulo mortis’. (Mann había sufrido un infarto y los
médicos temían por su vida. Posteriormente, una vez él recuperado, volvieron a
casarse.) Como ves, no fue una boda para nada
feliz, aunque estuvimos casados durante siete años. Nos divorciamos porque él
me llevaba mucha diferencia de edad. Nos dimos cuenta de que yo empezaba a
vivir y Anthony a decaer.
-De Pepe Tous sí guardas un magnífico
recuerdo del día de vuestra boda, ¿no?
-Sí. Estuvimos juntos
nueve años en ‘pecado mortal’. Toda la sociedad mallorquina me volvió la
espalda cuando me hablaba con Pepe, ya que yo estaba casada y no tenía la
separación ni la anulación. Había vivido siete años con Giancarlo Viola, a
quien dejé al conocer a Pepe.
-Luego esta boda con Tony es, digamos,
la más ‘normal’ de todas, por decirlo de alguna manera.
-Efectivamente. Yo estaba
viuda y Tony, divorciado. No teníamos que dar cuenta a nadie. Pero esta boda ha
sido toda una odisea.
-¿Una odisea?
-Sí, porque al final
ningún juez quería casarnos en casa.
-Pero si había uno dispuesto a ello.
-Lo había, sí, pero
veinticuatro horas antes dijo que no para no sentar un precedente.
-¿Y?
-A la vista de lo que
sucedía, hablé con un gran amigo mío que había sido alcalde de Majadahonda. Me
dijo que no me preocupase, porque el actual edil era muy amigo suyo y una
maravillosa persona y que se lo diría inmediatamente. Entonces, esa misma
mañana Tony se acercó hasta Pradillo para cambiar los papeles, ya que estaban
preparados para que el matrimonio se celebrase en mi casa.
-¿Los testigos?
-Luís Fernando Carrasco,
que es como si fuera mi hermano pequeño. Desde los once años ha estado entrando
en mi casa. Tras morir su madre, como todos sus hermanos eran mucho mayores que
él, se vino a vivir con mi madre y con nosotros. Salió de casa para hacer la
‘mili’.
-¿El otro testigo?
-El doctor Claudio
Mariscal.
-¿Un paso muy pensado o un impulso tu
boda con Tony?
-Nosotros ya lo estábamos
contemplando desde el verano del año pasado.
-Si os acababais de conocer.
-Bueno, en las Navidades
de ese año vinieron Tony y su madre y allí ya se habló del tema.
-Podrías no haberte casado, Sara.
-Ya, pero me he casado
porque quiero mucho a Tony y me siento muy a gusto a su lado. Por otra parte,
yo no puedo esperar a casarme dentro de uno o dos años, porque, como ya he
dicho en más de una ocasión, yo no tengo futuro, sólo presente. Tony me ha
llenado de cariño, de tranquilidad y de paz.
-Como si Tony fuera, en este caso, el
reposo de la guerrera.
-No, porque yo soy muy
guerrera. Si tengo reposo, me aburro.
-No ha sido mucho el tiempo que habéis
tenido para conoceros de verdad.
-Hombre, es cierto que se
desconocen muchas cosas, pero todos tenemos defectos, como todo el mundo, al
igual que cualidades maravillosas.
-Revela alguna cualidad tuya.
-Me considero una buena
persona y una buena mujer, algo, por otra parte, que creo haber demostrado a lo
largo de todos estos años de mi vida. Y lo digo a mis setenta y cuatro años.
-Recuerda cuando Tony te puso el anillo
en el dedo.
-Me emocioné. También eché
muchísimo de menos a mis hijos, Thais y Zeus. Les he echado mucho, mucho de
menos.
-Quizá se pudiera haber arreglado todo,
Sara.
-Días antes de la boda yo
fue a hablar con ellos, pero no hubo nada que hacer, aunque respeto su
decisión.
-Muchos y muy grandes habrán tenido que
ser sus motivos para no estar en la boda de su madre, Sara.
-Hubo una temporada en que
ciertas personas comenzaron a hablar muy mal de Tony. Le calificaron de ladrón,
que si el atraco de mi casa lo había hecho él en complicidad con mi hermana
Elpidia…
-Sí, sí –interviene Tony por primera vez-, que Elpidia
había sido cómplice mía.
-Que si era homosexual –continúa Sara-,
que si había llevado las joyas y el dinero a Cuba.
Y claro, mis hijos se dejaron influir por todos esos comentarios, aparte de que
dos íntimas amigas mías, a una de las cuales tenía como una hermana,
predispusieron a mis hijos en contra de mí.
-Dirás en contra de Tony.
-Si se ponen en contra de
Tony también se ponen contra mía. Por Tony no han querido venir a la boda y no
han querido saber nada de nosotros.
-No ha habido manera, entonces.
-No ha habido forma, en
absoluto.
-¿Quién estaba más firme en su postura,
Thais o Zeus?
-Thais. La han estado
malmetiendo contra Tony a lo largo del último año.
-Pero Tony conocía a tus hijos.
-Sí. La primera vez que
Tony vino a España fue con motivo de mi cumpleaños. El verano pasado estuvieron
quince días juntos mis hijos y Tony perfectamente bien.
-Parece como si existiera una ruptura
total entre tú y tus hijos.
-¡Para nada! ¿Cómo se va a
romper por no haber querido venir a una boda? Entonces, todas las viudas y
viudos con hijos que se casan…
-Quieres que todo se arregle entre
vosotros.
-Por supuesto. ¡Yo no me
he casado con un terrorista! En el caso de haberlo hecho, entendería la postura
de mis hijos, pero Tony es un hombre normal, un hombre que trabaja y un hombre
que no tiene un pasado turbio, como han dicho aquí. En primer lugar, es muy
difícil que un hombre de treinta y nueve años tenga un oscuro pasado.
-A lo mejor tiene que pasar un tiempo
para que tus hijos acepten finalmente a Tony.
-Eso se tiene que
arreglar. Mi padre enviudó con tres hijos y se casó con mi madre, quien, a su
vez, aportaba otro hijo a ese matrimonio. Luego, tres años después, llegué yo.
Digo esto porque no querían que mi padre se casara con mi madre.
-Antonia, hay un pregunta en el
ambiente, y es si te has casado en régimen de separación de bienes.
-Por supuesto que sí. Tony
lo quiso y lo solicitó así.
-Sí, sí –interviene Tony.
-Cuando decidimos casarnos
–añade
Sara-, Tony me dijo que se casaba con la condición
de que fuese en régimen de separación de bienes, porque él no quería un peso.
-Yo no quería –reflexiona Tony- que se pudiera
pensar que yo me casaba por el dinero de Sara.
-También tenemos
capitulaciones matrimoniales completas –revela Sara-, de
tal forma que si algún día llegásemos a divorciarnos, yo no podría poner ningún
impedimento ni Tony tampoco.
-Puede resultar un poco desilusionante
haber redactado ya capitulaciones ante notario, Sara.
-Yo ya lo hice con todos
mis maridos. Y más habiendo hijos por medio.
-Hablemos de los regalos de boda.
-A Tony le he regalado un
reloj –Tony
descubre su chaqueta a la altura de la muñeca para mostrarlo- y Tony a mí una pulsera de oro que está aún en la joyería
para grabarla. La compramos en la misma joyería de Melilla donde elegimos las
alianzas de casados.
-Sara, unos anillos para nada
convencionales.
-No. La mía lleva
brillantes y la de Tony, un brillante chiquitín de caballero.
-¿No llevan ninguna inscripción los
anillos, Sara?
-¡Tenemos que ponerla!
-Quizá algo más que la fecha.
-No lo hemos pensado, pero
me imagino que como la sortija que yo llevo de la madre de Pepe.
-¿Y qué pone en su interior?
‘A mi Fernando –como se
llamaba el padre de Pepe- de tu Rosa’. Entonces yo pondré: ‘A mi Tony de tu
Antonia’.
-Tony, quizá ahora ya te quedes a vivir
en España.
-No. Yo no tengo un trabajo fijo aquí, y sin trabajo no
puedo quedarme. Mi trabajo y mi vida están en Cuba. Vendré cada vez que pueda,
y Sara irá cada vez que pueda.
-Puede salirte algo en España.
-Sí, como, por ejemplo, los corresponsables del ballet de
Cuba en España, que vienen y van. Si pudiera hacer algo así, lo haría.
-Tony, pero ya eres el marido de Sara
Montiel y, a lo mejor, tu mujer puede buscarte algo.
-No –afirma Sara
rotunda-, porque Tony tiene un trabajo en Cuba que
le gusta mucho y en el que lleva quince años. No es que sea difícil, ¿sabes?,
pero Tony tendría que trabajar en lo mismo que en Cuba. Tony se va a Cuba el
treinta de octubre y en diciembre yo me reúno con él para preparar la boda
religiosa.
-¿Por la Iglesia, también, Antonia?
-Tony es católico y yo
también. Me casé con Pepe civilmente porque él era ateo, pero yo no lo soy.
-Pepe ha salido mucho en esta
conversación, Antonia. ¿Qué crees que diría él de tu boda con Tony?
-Esté donde esté, sabrá
que he hecho una cosa buena, porque Tony se merece haberse casado conmigo y yo
con él.
-Antonia, ¿cómo suena eso de señora de
Hernández?
-Muy bien. No me suena
raro. Para nada.
-Tony, tú, el marido de Sara Montiel.
Ahí es nada.
-Ya lo tengo asumido. Y es un gran orgullo para mí.
-Lo que puede llegar a cambiarle a uno
la vida, Tony.
-Pues sí. Fíjate en lo que se ha convertido lo que comenzó
como el sueño de un adolescente.
-Como el cuento de la Cenicienta en
versión masculina.
-Sí, sí. Un cuento de hadas hecho realidad. Ha sido un
cambio muy fuerte. Algo que nunca imaginé y que nunca pensé, pero mira, lo
logré. Con esto se demuestra que los sueños se pueden hacer realidad siendo
perseverante.
-Al principio de esta conversación
hablábamos de cualidades y defectos, Tony. ¿Algo que tu mujer tendría que
corregir?
-Además de dejar de fumar, que se acostumbrara a dormir sin
luz y sin radio.
-Es una costumbre que
tengo desde siempre –dice
la artista-. Me gusta buscar las noticias.
-Aparte de a tus hijos, ¿a quién has
echado hoy de menos, Antonia?
-A mi madre. Era una mujer
maravillosa a quien yo honré muchísimo. Murió en el sesenta y nueve con
cuarenta y un años.
-No has llevado ramo de novia.
-No lo he considerado
oportuno, pero en la religiosa creo que sí lo llevaré, porque el traje será más
de novia y con cola. He elegido un modelo del siglo dieciséis maravilloso. Me
inspiré en uno que solía llevar a las cenas de gala de la Corte la madre del
hijo del pintor El Greco, que murió al dar a luz.
-¿Un traje blanco, Antonia?
-No, de blanco no iban a
la Corte, sino de dorados, plateados…, todos materiales muy ricos. Y también
llevaré un gran velo gris maravilloso.
-Te estamos viendo últimamente en el
vídeo que has grabado para los premios musicales MTV.
-Se emite en todo el
mundo. Es muy gracioso. Me pagaron veintiséis millones de pesetas.
-Lo dices así, sin más.
-¿Por qué no? Veintiséis
millones.
-Maravilloso, ¿no?
-Sí. ‘M-a-r-v-e-ll-o-u-s’.
Fotos:
VICTOR CUCART
(Texto:
TICO CHAO.
Fotos:
SANCHEZ ESPEJO Y OSCAR MORENO.)
EL RECORTE CIII
...y todo apuntaba a que la boda civil no sería nada con la prevista por la Iglesia en La Habana.... las circunstancias hicieron que todo cambiase. Así lo recogía la revista Hola en Febrero de 2003.
La
pareja contrajo matrimonio el pasado mes de octubre en Madrid y tenía pensado
celebrar el enlace religioso en la catedral de La Habana
SARA
MONTIEL
“Tony y yo hemos decidido que no
nos casaremos por la Iglesia”
Sara Montiel y Tony Hernández han
decidido que finalmente no contraerán matrimonio religioso, tal y como tenían
previsto tras la celebración de la boda civil, el pasado 17 de octubre en el
Ayuntamiento de Majadahonda (Madrid). La popular artista así lo anunció en una
conexión telefónica con el programa de Antena 3 Televisión ‘Como la vida’, que
presenta Alicia Senovilla.
Sara no quiso, sin embargo, desvelar los
motivos por los que han anulado el enlace. Tan sólo comentó:
-Hemos decidido que no nos
casamos. El por qué es una cosa nuestra, íntima.
La pareja siempre manifestó su deseo de
celebrar la boda religiosa a mediados del pasado mes de enero en la catedral de
La Habana, Cuba, de donde es Tony y donde reside habitualmente. Una
desafortunada caída de Elpidia, hermana mayor de Sara, causó que la artista
prefiriera no viajar a Cuba para estar más cerca de su hermana y apoyarla en su
recuperación. Entonces dijo que el enlace religioso con su cuarto marido se
posponía unos meses, pero que no se anulaba.
Entre las posibles causas de la decisión
que han tomado Sara y Tony podrían estar los hijos de la artista, Thais y Zeus.
Extremo éste que ha sido negado por la artista. Aunque ellos dejaron la casa
materna cuando Sara anunció su boda con Tony, la popular artista mantiene una
buena relación con ambos, a los que ve con frecuencia.
Celebrando los 50 años de
'La Reina del Chantecler'
LA FOTO CIII
Sara Montiel, radiante y espectacular, por el objetivo de Ibáñez.
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