SARITA MONTIEL
Enloquece a Buenos Aires
¡Sos
lo más divino que he visto en mi vida, hija! ¡Que Dios te ampare tanta belleza!
¡Tú eres una reina!
–gritó una dama de la platea del Teatro Avenida de Buenos Aires a Sarita
Montiel, que reía y lloraba de alegría ante el recibimiento emocionado del
público argentino.
“¡Que
viva tu madre, que hizo una cosa tan bella!” –coreó desde la galería del
teatro otro entusiasta admirador.
Porque Sarita
Montiel conquistó Buenos Aires desde el momento mismo en que descendió del
avión en el aeropuerto de Ezeina, y el entusiasmo del público ha ido en aumento
de cada nueva presentación suya en el Teatro Avenida. La sala se agota día a
día a pesar de que la platea cuesta 160 nacionales, o sea, dos mil pesos
chilenos.
Vestida a lo 'compadrito' Sarita Montiel canta tangos para cerrar sus presentaciones en teatro. Según los bonaerenses, sus tangos no tienen el menor acento español.
El espectáculo
del Avenida incluye, además de Sarita, que aparece secundada por dieciocho
galanes vestidos de smokings, el ballet Del Plata, el animador Carlos Ginés, el
cómico Pablo Palitos y otros. La dirección y producción del espectáculo
pertenecen a Carlos A. Petit y la orquesta la dirige el maestro Solano. La
noche del debut, Sarita Montiel apareció en el escenario pasadas las once y
media de la noche, lo que provocó el nerviosismo e irritación que era de
imaginar. Cuando se apagaron las luces para indicar que ¡finalmente! Sarita
entraba en escena, un niño se echó a llorar, lo que provocó reacción desde la
galería:
-¡A
ese niño lo debe haber mandado Lola Flores! –gritó uno. Luego que se apagaron las
carcajadas, pero la obscuridad seguía, otro gracioso aportó su improvisación:
-¡Cuidado
con las carteras!
El humor y la
impaciencia desaparecieron, sin embargo, cuando se abrieron las cortinas y
Sarita Montiel descendió de una larga escalinata, secundada por los dieciocho
muchachos. Primero, hubo un silencio y en seguida un espontáneo y atronador
aplauso, mientras los espectadores del fondo de la sala se ponían de pie para
ovacionar con mayor entusiasmo. En el escenario, Sarita inclinó la cabeza,
agradeciendo. Y cuando se levantó se observó que las lágrimas (con el rimmel)
corrían por sus mejillas. La emoción de la estrella renovó el calor de los
aplausos.
Como la violetera, Sarita Montiel baja a la platea, donde una pequeña le regala un ramo de rosas. Para retribuir al cariño de su público, Sarita obsequió violetas, su pañuelo y hasta un beso a un emocionado admirador.
Sarita aparece en el escenario de la Avenida, escoltada por dieciocho galanes. La cantante utilizó dos micrófonos en sus presentaciones: uno de pie y otro de mano.
Según los
diarios y revistas bonaerenses, es imposible decir cual canción canta mejor
Sarita: ‘Ven y ven’, ‘Carmen la de Ronda’, ‘La violetera’, etc.
‘Cada
una es mejor que la anterior’ –aseguró un diario con entusiasmo. Pero lo que
terminó de enloquecer a los argentinos fue el fin de cada presentación de
Sarita Montiel: vestida de ‘compadrito’ bonaerense y fumando un cigarrillo,
canta tangos. Su ‘Yira, yira’ y ‘Todo a media luz’ fueron interpretados –según
los argentinos- con toda la emoción y propiedad de una auténtica tanguista.
Total un triunfo clamoroso, comparable sólo en su emoción y alegría –según la
revista ‘Así’, de Buenos Aires- con la emoción y alegría de recibir de vuelta
en Argentina (la misma semana del debut de Sarita) al Presidente Arturo
Frondizi.
Ojeando un ejemplar de ECRAN Sarita recibe a Celina Riviere, corresponsal de la revista en Argentina. Sarita contó que una noche fue tal el tumulto a su llegada al teatro, que la levantaron en vilo... y le robaron los zapatos. Posteriormente los recuperó al pedirlos por el micrófono, en el escenario.
Un hecho
interesante para Chile, destacado por los cronistas argentinos, fue que la
noche del debut de Sarita Montiel, el chileno Lucho Gatica y su esposa Mapyta,
ocupaban un palco, mientras en la platea estaban prácticamente todos los
miembros del Poder Ejecutivo argentino y también Rogelio Domínguez, ex arquero
de Racing y actual titular del Real Madrid, que pasara por Santiago.
En su camarín del Teatro Avenida, Sarita Montiel retoca su peinado y maquillaje que atiende ella misma. Cuando la estrella y cupletista descendió del avión, en Ezeiza, un admirador le gritó: '¡Qué va a ser nevá!... ¡Si fueron nardos pa festejar tu venida!' Y desde ese mismo momento, Buenos Aires enloqueció ante la belleza, gracia y simpatía de Sarita Montiel.
Cuando pedí una
entrevista al señor Enrique Herreros, representante de Sarita Montiel, tuve la
satisfacción de comprobar que el nombre de ECRAN era suficiente para que se me
abrieran todas las puertas. Charlé con Sarita en el camarín del Avenida y allí
me confirmó que siguen las conversaciones para su visita a Chile, aunque
todavía no se concretan. Me anunció también que el propio Enrique Herreros
escribirá a revista ECRAN proporcionando todos los datos necesarios. (N. de la
Dirección: la carta del señor Herreros llegó la semana pasada y en ella promete
confirmar cablegráficamente el momento en que cierre un acuerdo con Chile).
Mientras tanto, Sarita mandó a los espectadores chilenos todo su afecto y… un
beso.
Por CELINA RIVIERE, corresponsal de ECRAN en
Argentina.
EL RECORTE CVI
...ni duda cabe del impacto de la diva en la América hispana. Y si la montó en los 80 y 90, mucho más en pleno apogeo fílmico. Pero todo gran trabajo, merece un gran descanso. El que se tomó la actriz, en aquella tierra, Argentina, en 1960. Así lo publicaba Gaceta Ilustrada el 4 de Octubre de ese mismo año.
Vacaciones en los Andes
SARA MONTIEL
a 3.000 metros de altura
Tras su
actuación en Buenos Aires y en Santiago de Chile, Sara Montiel estuvo en la
provincia argentina de Mendoza, para descansar lejos del ruido y el cemento. O
de casi todo, diría yo. Porque, pese al secreto de su viaje, los periodistas la
descubrimos en el aeropuerto del Plumerillo. Luego, el refugio en el Hotel
Termas de Cacheuta, a 40 kilómetros de la capital andina, en medio de las
montañas del Cordón del Plata, la precordillera andina. Se hallaba en compañía
de Enrique Herreros, el famoso dibujante, y del maestro Solano.
Sarita fue feliz
unos días. Sin maquillaje, con un pañuelo de vivos colores sobre la cabeza y
vestida con una blusita azul –y un pantalón de lanilla, vivió horas inolvidables.
Se cubría con un típico poncho del norte argentino que le daba un cierto aire
de ‘indiecita’.
Su tiempo
transcurría plácidamente. Se levantaba alrededor de las once de la mañana y se
iba a caminar por los cerros. En una cestita de mimbre llevaba milanesas y una
tortilla de patatas, para cuando el fino aire de las montañas le abriese el
apetito. También se bañaba en la piscina de agua termal de Cacheuta. Frente, el
cerro Pichuncho reflejaba sus tonalidades verdes. Sara retozaba como una niña
alegre y despreocupada de todo.
Caminando por
los senderos, Sara se detenía con todo el mundo. Se sentía feliz allí: lo
revelaba su rostro, sus palabras dulces, el brillo de los ojos.
Unas niñas se le
acercaron tímidas:
-Usted
se Sarita Montiel… ¿verdad, señora?
Sara jugó con
ellas y les hizo recitar versos. Una graciosa morenita de seis o siete años, le
dijo:
-Yo
quiero ser española como usted.
Sara se conmovió
y la besó.
-Cuando
yo era niña –me
dice Sara- soñaba con tantas cosas… Ahora, gracias
a Dios, tengo todas esas cosas al alcance de la mano.
En una de las
laderas del cerro Colorado está el Hotel Termas de Cacheuta. Sara intentó
escalar el monte. No la dejaron. Y puso su cara con hociquito de tristeza. Pero
hizo una excursión a Potrerillos, 17 kilómetros más arriba de Cacheuta, donde
están las pistas de esquí. Jugó con la nieve a más de tres mil metros de
altitud.
-Me
encanta esto –dijo-.
Duermo, canto, río. Soy feliz aquí entre las
montañas andinas. Me siento una hormiga ante estos colosos. Da miedo caminar
por estas carreteras tan estrechitas, pero vale la pena arriesgarse para verlo
todo.
En Cocheuta,
Sara aprendió a jugar al dominó. Se convirtió rápidamente en una gran jugadora.
Dio grandes ‘palizas’ al maestro Solano y a mí; nos enfadábamos cariñosamente
con ella. Sara reía, contenta, escuchando nuestras discusiones para justificar
los fracasos en el juego.
A la caída de la
tarde Sara volvía a pasear: íbamos todos a la vía del ferrocarril, a ver pasara
el tren de Chile, como si fuéramos niños.
-Estoy
muy contenta de la película ‘Mi último tango’. Tenía miedo de cantar tangos,
pero creo que no lo hago mal. La gente dice aquí que gusta mucho cómo los
canto.
Cuatro días de
descanso en Cacheuta han recuperado a Sara Montiel del gran cansancio que
sufría. Trabajó en Mendoza y San Juan con pleno éxito y en ‘olor de multitud’.
Las gentes se agolpaban para verla y escuchar sus cuplés. Vestida de
‘compatriota’, sus tangos ponían en la atmósfera de las salas un encanto nuevo.
Sara Montiel, en
estas tierras de América ha sido una gentil embajadora de España. Merecería un
homenaje por su gracia, su simpatía y ese su ‘ser’ tan español que asombra al
público.
Texto: José Ramón Gay
Fotos: Moyano Salinas
LA FOTO CVI
La diva interpretando 'Yira, yira' en el film 'Mi último tango'.
Durante muchas decadas esta gran mujer fue un icono en la musica y en el cine. De ahi se dio a conocer en el mundo entero mas alla de America. Hoy es una triste noticia la muerte de ella, por ello hemos de lamentar su perdida.
ResponderEliminarUn saludo y un fuerte abrazo
Gracias a ti por pasar y darme tu opinión. Espero ver una nueva portada ya mismo! Has visto la entrevista Epílogo?.
ResponderEliminarsaludos.