SARA MONTIEL
EN LA PLENITUD
Sarita Montiel
es ahora ‘La Montiel’. Decimos La Montiel porque es la forma como se designa, a
modo de título nobiliario, a las grandes figuras consagradas. Ninguna estrella
del cine español ha logrado la fama mundial de Sara Montiel, quien penetra
maravillosamente en los personajes que ha creado el cine, y que recuerdan una
época inmortal del género ligero.
Lo
extraordinario de la Montiel es que durante muchos años había navegado a la
deriva, abordando docenas de personajes sin lograr la verdadera proyección de
su personalidad. Un director le ofreció una historia en la que debía
interpretar una cupletista, y el brillo de una gran estrella iluminó como por
arte de magia las pantallas cinematográficas. Había nacido Sarita Montiel resucitando
un género olvidado.
La Montiel es
ahora un personaje fuera de lo común. Una imagen adorada por millones de
hombres que ven en ella a la mujer ideal.
Nació en un
pueblo de La Mancha –Campo de Criptana-, donde el sol fecunda las más bellas
flores de España. Sus padres eran sencillos campesinos, que le pusieron por
nombre María Antonia Abad Fernández, el cual conservó hasta dejar de ser una
chica llena de ilusiones. Ahora, para ella todo ha cambiado. El nombre, el
paisaje, Campo de Criptana está muy lejos en su recuerdo. Sin embargo, a ella
le gusta recordar su vida. ‘Nada tiene de
extraordinaria –dice-; sólo he luchado
duramente, con persistencia, para realizar mis anhelos’.
Durante un
descanso del rodaje de ‘La Reina del Chantecler’, Sara Montiel relató, a
grandes rasgos, los momentos más significativos de su vida.
‘Cuando
soñaba por los viñedos de Campo de Criptana, no podía imaginar que llegaría
hasta donde me encuentro –confiesa
con sinceridad-. Todo comenzó cuando fui a Madrid
decidida a tomar parte en un concurso que organizó una compañía productora. Ahí
conocí a Enrique Herreros, ‘mi descubridor’. Tuvo una corazonada al verme en la
portada de la revista ‘Semana’, según me confesó después. Me presentó al
productor de ‘Empezó en Boda’ y me contrataron. Fue mi primera película, aunque
aparecí muy brevemente’.
Sus comienzos
fueron duros. Se dio cuenta entonces que el camino del cine es arduo, lleno de
obstáculos. ‘Pasé varios años con más ilusiones que
trabajo –continúa-. Me ofrecían papeles que
no me permitían lucirme. Llegué a desmoralizarme. Afortunadamente apareció en
mi camino Juan de Orduña con su película ‘Locura de Amor’ (1949). Esa cinta me
devolvió todas las ilusiones que había puesto en el cine. Fue una película que
me ayudó mucho. Una especie de pasaporte hacia el triunfo. Sin embargo, a causa
de mi trabajo en aquella cinta, tuve muchos disgustos y contratiempos. Debido
al frío intenso que sufrí en los estudios durante el rodaje, caí en cama y tuve
que guardar reposo durante mucho tiempo. Aquellos meses recluida en habitación
me hicieron temer que todos mis sueños se derrumbarían. Fue una época que
siempre he tratado de olvidar’.
Pero cuando Sara
curó, volvió con mayores deseos de triunfo. Estaba en la plenitud de su
belleza.
‘Luís
Marquina me llamó para interpretar ‘El Capitán Veneno’. Al terminar la cinta me
marché a América en busca de horizontes más amplios. Sabía que allá tendría que
empezar de nuevo. Pero no me importaba. Era joven y ambiciosa’.
‘Entré
al cine mexicano con buen pie. Me dieron mi primera oportunidad nada menos que
con el primer actor Arturo de Córdova, en ‘Furia Roja’. Enseguida me
contrataron para acompañar a Pedro Infante en tres cintas más: ‘Necesito
Dinero’, ‘Ahí viene Martín Corona’ y ‘El Enamorado’. Era el año de 1952. Me
sentía en México como en mi propia patria. El público me quería y los
periodistas me mimaban. Sentía la misma ilusión juvenil que me embargaba en mi
tierra’.
Sarita no
pensaba en Hollywood. Pero Hollywood pensaba en ella. En Los Ángeles, California,
se había exhibido con gran éxito su película ‘Locura de Amor’ y Burt Lancaster
la contrató para ‘Veracruz’. Fue en realidad una dura prueba actuar al lado de
dos astros de la magnitud de Gary Cooper y Lancaster. Pero ella la pasó airosa
y esa cinta le sirvió para darla a conocer internacionalmente. Una poderosa
compañía productora (la Warner Brothers) pretendió contratarla en exclusiva,
pero ella prefirió su libertad. En Hollywood estuvo algún tiempo. Filmó
‘Serenata’ y ‘Yuma’. ‘Serenata’ –recuerda la
actriz- me trae gratos recuerdos. En ella me
dirigió el que más tarde sería mi marido: Anthony Mann. Para mí esa cinta
significó un doble éxito: el de actriz y el de mujer… Me casé con Anthony en
agosto de 1957’.
‘A
fines de ese año regresé a España con mi esposo. Noté que un gran cambio se
había operado desde mi partida. Ahora me conocían mejor y varias de mis cintas
se exhibían en las mejores salas de Madrid. También no faltó quien me tachara
de extranjerista y sofisticada. Durante las entrevistas de prensa dije a los
cuatro vientos que no me avergonzaba ser hija de un gañán y que no porque la
vida empezaba a brindarme riquezas y fama, olvidaría a mis padres. Por el
contrario, cada día estoy más orgullosa de ellos y del pueblo donde nací. En
Hollywood trataron de inventarme una biografía preciosa, pero yo siempre he
preferido contar la mía, la verdadera. Yo soy aquella chica pobre de Criptana’.
La decisión más
acertada de toda su carrera artística fue regresar a su patria, donde se
encontraría a sí misma en el cine. Juan de Orduña le propuso trabajar en ‘El
Último Cuplé’, aún sin saber que ella cantaba. Su voz produjo impacto. Todos
los comentarios coincidían en que Sara era distinta a todas las cantantes; que
tenía un matiz nuevo, cálido, sensual.
‘El
día que se estrenó en Madrid ‘El Último Cuplé’ –dice la Montiel-, yo me encontraba en mi casa de Hollywood. Recibí un
telefonema de mi representante Enrique Herreros informándome del éxito de la
cinta. Me parecía mentira. Creía que quería engañarme. Sin embargo, regresé a
Madrid unas semanas después y el recibimiento que me hicieron en Barajas me
llegó al alma. Entonces pensé que al fin había sonado mi hora…’
Así fue en
realidad. Sarita había llegado a un sitio que nadie le discutía. Los homenajes
de admiración popular se multiplicaron y el Círculo de Bellas Artes le otorgó
una medalla de oro a la Actriz más Destacada del Año.
‘Después
de otro viaje a Hollywood, regresé a Madrid a filmar ‘La Violetera’. Por cierto
que durante un año y medio el cine Rialto programó únicamente mis dos cintas:
‘El Último Cuplé’ y ‘La Violetera’. Fue cuando me rindieron un homenaje que me
emocionó hasta las lágrimas. En el vestíbulo se colocó una placa para
conmemorar los dieciocho meses de permanencia en el cartel de mis películas.
Recibí otros trofeos que guardo celosamente, como los que me otorgaron el
Sindicato Nacional de Espectáculos, el Círculo de Escritores Cinematográficos y
algunos otros. En 1959 filmé ‘Carmen, la de Ronda’, con tres galanes: Jorge
Mistral, Maurice Ronet y Amadeo Nazzari. Realicé una extensa gira al extranjero
con esta cinta. Estuvimos en Portugal, Bélgica, Holanda, Suecia… Fue entonces
cuando conocí personalmente a Ingrid Bergman, a quien no había visto en
Hollywood. Me cautivó su fuerte personalidad. Durante ese viaje conocí también
a Greta Garbo, pero… a decir verdad, no me impresionó en lo más mínimo’.
‘En
1960 hice ‘Mi Último Tango’. En 61 ‘Pecado de Amor’. Y en el actual ‘Mi Bella
Lola’ y ésta que aún no termino: ‘La Reina del Chantecler’… El año entrante
haré otra cinta para Balcázar. Pero aún no está listo el guión…’
Muchos triunfos
esperan aún a la Montiel. Está en la plenitud de su vida artística y su patria
la ha reconocido como su máxima figura. Ella, al menos por ahora, no desea
trabajar en el extranjero. Ama el cine español. Y el cine español le debe a
ella que ahora se lancen a realizar películas de veinte millones de pesetas. Y
a ella le debe haber conquistado los mercados del Nuevo Mundo, que antes se
encontraban casi cerrados a la raquítica producción hispana.
¿Hay algún papel
en especial que le gustaría interpretar a Sara Montiel?
‘Sí
–contesta
con rapidez- : el de la Perricholi. Se presta muy
bien para mí. A propósito de esto, debe saber que resulta difícil encontrar
pesonajes que vayan con mi personalidad. El tiempo que me queda libre entre
películas, giras y actuaciones, lo dedico a leer argumentos, para seleccionar
los que he de interpretar’.
Sara Montiel ha
alcanzado el triunfo, la fama y la fortuna. Ahora aspira a algo más elevado: un
hijo. ‘Es lo que más me emocionaría. Un hijo
vendría a completar mi felicidad. Mi hermana tiene siete… Eso me consuela. Al
menos tengo ¡siete sobrinos!...’
Anuncio de 'La Bella Lola' que aparece en el mismo número de la revista mexicana.
EL RECORTE CXV
Para muchos 'La Reina del Chantecler' es la mejor película de la diva. Para otros es en las pocas que en alguna escena demuestra verdaderamente su ser actriz. Algunos creen que no deja de ser una más del lote que comenzó con el Cuplé. Pero para todos Sara Montiel aparece rabiosamente bella. Y para nadie, al menos en su tiempo, pasó inadvertido este film. Aquí recogemos una entrevista realizada a la actriz para la revista chilena Ecran, en 1962.
SARA MONTIEL,
REINA DEL ‘GLAMOUR’, CONFIESA:
“SOY TIMIDA…”
-¿Eres feliz
Sarita? –pregunté a Sara Montiel en el set de su película ‘La reina del
Chantecler’, en Madrid.
La actriz me
miró un poco sorprendida; se encogió de hombros y respondió sin mucho entusiasmo:
-Naturalmente…
Estoy muy contenta con mi marido (Anthony Mann, director de ‘El Cid’). El no está ahora en Madrid –agregó.
Alberto de Mendoza y Sarita Montiel en 'La Reina del Chantecler'. Es la primera película del actor argentino con Sara Montiel.
Entrevisté por
primera vez a Sarita Montiel en Hollywood, en 1955, cuando filmaba la película
‘Serenata’, junto a Mario Lanza…, y bajo la dirección de Anthony Mann. Entonces
se conocieron, y poco después se casaron. Residen en Madrid, donde Anthony Mann
dirige habitualmente. Ahora prepara la monumental ‘Declinación y caída del
Imperio Romano’, para Samuel Bronston (el mismo de ‘El Cid’ y ’55 días en
Pekín’). Mientras tanto, Sarita filma, con otros directores, o hace giras de
presentaciones personales por Europa. Recientemente estuvo en Grecia, donde es
popularísima a través de sus films y también de sus discos.
-¿Hay
posibilidades de que vuelvas a Chile en futuro cercano? –le pregunto.
-Temo
que no. Cuando termine ‘La reina del Chantecler’, a fines de agosto,
descansaré. Estoy agotada. Cada película me representa varios meses de
preparación: tengo que ensayar y grabar mis canciones, tú sabes. Luego de la
filmación misma, hay tantos otros detalles que ultimar. Y, finalmente, me paso
leyendo temas para escoger el film siguiente… En fin, que no me queda tiempo
para nada –concluye.
-Pero a ti te
gusta trabajar con esa intensidad, ¿verdad?
-Esto
es mi vida, hija. Trabajar es lo que más me gusta. Aquí –y da una mirada
a su alrededor, al mundo irreal del estudio cinematográfico- está lo mío.
Sara Montiel cantando como la Chelito en 'La reina del Chantecler'. (Le pueden escribir a Alburquerque 8, Madrid, España.)
Sara Montiel no
tenía que filmar la tarde que la entrevisté en el estudio madrileño. Iba sólo a
hacer algunas fotografías para la publicidad de su película. Cuando pregunté si
podría entrevistarla, respondió que sí, que naturalmente, que estaba disponible
para ‘ECRAN’, para Chile y los chilenos. En el set se filmaba una escena de ‘La
reina del Chantecler’, con intérpretes secundarios, bajo la dirección de Rafael
Gil, elegido el mejor director de España el año pasado, por su película ‘Siega
verde’ (uno de sus films más populares fue ‘Un traje blanco’). A la cámara
estaba el italiano con nombre de futbolista: Mario Montuori. Es un prestigioso
profesional, que ya fotografió a Sarita en ‘La bella Lola’, su película
anterior, y que la propia actriz volvió a exigir, asegurando que es quien mejor
la ha fotografiado en toda su carrera. Tampoco estaban esa tarde los compañeros
de reparto de Sarita, el argentino Alberto de Mendoza (con quien charlé varias
veces en San Sebastián), Gérard Tichy y el italiano Luigi Giuliani, a quien
conocí –en celuloide-, en el Festival de San Sebastián, ya que figura en el
reparto de la película que se llevó el gran Premio Internacional: ‘La isla de
Arturo’. Mientras esperaba que Sarita bajara al set, observé la filmación
siempre fascinante y siempre nueva. ‘La reina del Chantecler’ repite libremente
la vida de la Chelito, famosa cancionista, que reinara en el mundo nocturno de
España y de Francia allá por los comienzos de siglo. Parte de los exteriores se
filmarán en San Sebastián, en el que fuera el famoso casino, y que hoy es la
sobria municipalidad. Finalmente, apareció Sarita Montiel. Llevaba un traje
celeste sencillo, de estilo casi campesino. Un generoso escote insinuaba la
curva juvenil de su busto. Cuidadosamente maquillado su rostro, contrastaba con
sus cabellos lavados, pero sin peinar, en simpático desorden alrededor de la
perfección de su cara. Sarita me saludó con un afectuoso abrazo:
-¡Ay,
hija! ¡Qué gusto de verte!... Perdona mi aspecto, pero me voy a fotografiar con
sombrero, y no importa mi pelo –dijo.
MARINA DE NAVASAL
Celebrando los 50 años de
'La reina del Chantecler'
LA FOTO CXV
Sara Montiel, impresionantemente bella y glamourosa en otra escena de 'La Reina del Chantecler'.
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