martes, 2 de julio de 2013

BOLERO FILM - 23 de Diciembre de 1967 - España

Agradecemos a Violeta Riscal el envío de esta revista. 

TUSET CONTRA PARALELO
DOS MUNDOS FRENTE A FRENTE EN EL FILM DE JORGE GRAU
“TUSET STREET”
Sara Montiel: la cantante de cabaret, Patrick Buchau, el ‘ play boy’. Una pareja revolucionaria en el cine español. 

Tuset Street, a las 13,45.
-Sara todavía no ha llegado. Pero no tardará. Ha esperado que la avisara. Con eso de la lentitud del correo, nunca se sabe, si la gente acudirá o no. El ‘public relations’ de Sara está nervioso, pero a poco a poco se tranquiliza. Al ‘Pub Tuset’ van llegando los periodistas, fotógrafos y críticos de cine que no han desoído la convocatoria de la conferencia de Prensa anunciada para presentar a los protagonistas del film de Jorge Grau ‘Tuset Street’.
-Y Grau, ¿no ha venido? Pregunto.
-No. Está filmando exteriores. No pierde un solo minuto desde que el rodaje ha comenzado. Pero abajo está Ricardo Múñoz Suay, su ayudante y maestro de ceremonias para el caso.
Descendemos al sótano del ‘pub’, y en efecto, Múñoz Suay está sentado con Patrick Buchau, el joven melenudo que será el galán de Sara en el film.
No han pasado diez minutos sin que un fotógrafo comunique a la concurrencia:
-¡Ya llega Sara!
Sara entra envuelta en su abrigo de visón y botas plateadas. Debajo del abrigo lleva un corto vestido verde. Está muy hermosa. Saluda y se sienta junto a Patrick Buchau para someterse al interrogatorio de la Prensa.
Primero los micrófonos recogen sus palabras sobre determinados aspectos del próximo rodaje. Sara no se limita a contestar. Además, en un inglés delicioso, sirve de intérprete al locutor cuando éste dirige sus preguntas a Patrick Buchau, que todavía no habla nuestro idioma. Sara, por lo visto, domina mejor el inglés que el francés que, en realidad es la lengua del actor belga.
Tras la intervención de un periodista que tiene la virtud de enervar a Sara Montiel con preguntas provocativas sobre el rendimiento de sus últimas películas y discos, se levanta la sesión.
No creímos oportuno entonces someter a Sara y a Patrick a otro interrogatorio público –la verdad es que sentimos una especie de fobia contra esas conferencias que obligan a representar más que a preguntar- y emplazamos a nuestros personajes para algunas horas más tarde, en la tranquila paz de su hotel.

Primer encuentro de la pareja protagonista. Patrick Buchau, cuñado de Brigitte Bardot, ha pasado por toda la escala social del cine. Dice que lo importante es estar en estrecho contacto con los colaboradores. Y observar a Sara muy de cerca. 

PATRICK BUCHAU EL COLECCIONISTA
Un solo film tuvo la virtud de transformar a Patrick Buchau en protagonista de ‘Tuset Street’. Grau vio ‘La coleccionneuse’ en la Semana del Cine en Color y eligió al Jordi de su película sin pensarlo más. Había barajado antes los nombres de Tony Perkins y Maurice Ronet, pero finalmente Patrick Buchau se llevó el papel. No se trataba de un actor excesivamente popular, pero sí convenía al tipo físico requerido por el personaje: un ‘play-boy’ de ‘Tuset Street’. Quizá más joven de los que suponemos debe ser la edad del personaje, Patrick es, sin embargo, un perfecto ‘gentleman’. Educado en Oxford, hijo de un escritor belga y una dama ruso-filandesa, está casado con Mijanou Bardot –hermana de la célebre B. B.- y tiene una hija de 4 años. Mientras Patrick se encuentra en Barcelona rodando el film, Mijanou, su mujer, sigue en París ocupada en la instalación de una nueva tienda de antigüedades 1920.
-Brigitte es una cuñada ideal, –comentó Patrick.
-¿Y Sara? –le preguntamos.
-La conocí ayer. Estuvimos rodando unos ‘tests’ en los estudios.
-¿Conocías sus películas?
-Tampoco. Esta semana voy a ver ‘El último cuplé’ y otras que ha interpretado.
También verá algún film de Grau. Conviene familiarizarse con las personas con quienes va a trabajar.
-¿Por qué hace usted cine?
-Me gusta. En el cine he hecho de todo. He sido ayudante de dirección, productor, guionista y actor.
-¿Qué película produjo?
-‘París vu par…’, con Barbet Schroeder. Un film que se hizo con características comunes a lo que aquí se llama ‘Escuela de Barcelona’.
-¿Y por qué ha dejado la producción?
-No funcionó bien. El distribuidor quebró.
-¿Conocía ya Barcelona?
-Estuve aquí en 1964 para presentar un corto metraje de Erich Rhomer en el Semana del Cine en Color.
-¿Qué puede decirme del cine español?
-Conozco muy poco. Buñuel, claro. Aprovecharé estos días para conocerlo más a fondo.
-¿Es muy difícil para un actor llegar a ser una primera figura en Francia?
-No lo creo, pero ocurre que ahora no se rueda nada interesante. Después de ‘La coleccionista’ me ofrecieron varias cosas, pero nada me sedujo. Entonces leí el guión de Azcona y me pareció  mucho más tentador.
-¿No le parece halagüeño el estado actual del cine en Francia?
-El cine francés atraviesa una crisis financiera de producción y distribución.
-¿Le parece que el público prefiere el cine de Louis de Funes al de Godard?
-Sigue habiendo un notable desfase, aunque es cierto que Godard tiene ya su público y se beneficia sobre todo de la preferencia de los papás de la literatura: Aragón, Sartre, Cournot…

A Sara no le importa confesar sus 34 años, ni decir que el contorno de sus caderas es de 90 centímetros. 'Señoras, de estas condiciones, las hay estupendas', dice. Posa con Patrick en una escena muy 'Tuset Street'. 

-¿Si le dieran a elegir un film de Godard o de Bresson con cuál se quedaría?
-Es un poco lo mismo. No es interesante para un actor trabajar con gente que sólo exige que se abran y cierren los ojos.
-¿Cómo concibe usted, entonces, el trabajo del actor?
-Creo que el cine es un trabajo de equipo en el que cada colaborador tiene que expresar sus defectos y cualidades. En un libro es distinto. Es el punto de vista personal del escritor lo que cuenta. En un film se produce una especie de juego en el que cada uno debe jugar conforme a su propia personalidad. A mí me gusta la idea de la República.
-¿Hay directores en Francia que hagan el cine que usted admite?
-Sí, Claude Chabrol; en América, Arthur Penn, Blake Edwards, Kubrick… Para mí el director no es el maestro absoluto. Uno de los grandes errores que se han cometido en estos últimos tiempos es instaurar la dictadura de los directores, y no todos tienen el talento de Antonioni o Resnais.
-¿A usted no le gusta someterse?
-No. Lo escucho todo y luego trato de hacer algo personal que corresponda a lo que exige el guión.
-¿Qué hace aparte del cine?
-Soy padre de familia.
-¿Su personaje en ‘Tuset Street’?
-Un ‘play-boy’ malvado que se encuentra con una cantante de cabaret. Los mundos de ambos personajes no llegan a encontrarse.
-¿Qué le preocupa en estos momentos?
-Una secuencia que tenemos que rodar en la Costa Brava en traje de baño de dentro del agua.
-¿Se hará doblar?
-Pues, no.
-Es usted un valiente.

No puede decirse que 'Tuset Street' no se conmovió con la presencia de Sara, su abrigo de visón y sus botas plateadas. Hubo la normal expectación. Eran las dos del mediodía. Los asiduos de Tuset, trabajan...

SARA MONTIEL, LA ‘DAMA’ DEL MOLINO
De ‘Se le fue el novio’ a ‘Tuset Street’, Sara Montiel han pasado algunos años. No tantos como la gente piensa. Sara, con su inamovible sinceridad, confiesa que tiene 34 años, que mide 90 de caderas, y que nadie la puede acusar de querer ser una muchacha ‘yeyé’.
-Esto me va, pero en cambio hay también señoras estupendas que corresponden perfectamente a mis condiciones.
Sara tiene una sonrisa que desarma. Es difícil hacerle una pregunta que no halle una mezcla de ironía, seriedad, ingenio, lucidez. Sara tiene además un perpetuo ademán en las manos que subraya intencionadamente todas sus palabras.

Sarita aguantó con estoicismo preguntas, más o menos, pertinentes, sobre sus últimas películas. Ella confesó que el arte le ha dado duros golpes. Pero no quiso decir cuales. Fue una intérprete eficaz para su compañero de rodaje. Usaron el inglés en lugar del francés. No hay que olvidar que Sara estuvo casada con un norteamericano. 

-¿Cómo se produjo su primer contacto con Jorge Grau para la filmación de ‘Tuset Street’?
-Conocía a Jorge como director y como persona. Empezamos a hablar de la posibilidad de hacer una película en Barcelona, de ambiente barcelonés. Yo estaba buscando una historia moderna, atrevida, distinta de lo que había hecho hasta ahora. Grau y Azcona me dieron una sipnosis para leer. Y me gustó. Vi una película buenísima. Nos pusimos de acuerdo y aquí está el trío de la bencina: Sara-Azcona-Grau.
-¿Qué ocurrió con la censura?
-Rechazó el guión con razón. Pero han suprimido cosas pequeñas, sin importancia. No modifica en nada la esencia de la historia.
-Además de protagonista tiene usted otra intervención en el film, ¿verdad?
-Sí, soy la productora.
-¿Logrará olvidarlo durante el rodaje?
-Yo no pienso en eso.
-¿Permitiría que el director trabaje libremente?
-Naturalmente. En cuestiones de dinero está el jefe de producción que se ocupará del asunto. En cuanto a la parte artística es exclusiva responsabilidad de Grau. ¿Por qué lo habría elegido de lo contrario? Grau es un gran director.
-¡Cómo no! ‘El espontáneo’. ‘Una historia de amor’.
Sara añade que son films magníficos porque Grau es un director más hecho, más maduro que el resto de directores del ‘nuevo cine español’. Por la mañana había aludido a los ‘golpes’ que la vida le había dado durante su carrera artística. Pretendo concretar de qué golpes se trataba, pero Sara dice:
-Vale más olvidarlos. No soy rencorosa.

Sara en el lugar más 'pop' de la calle Tuset. Junto a la rebuscada decoración del 'Pub' pareció divertirse; dice que no viene a ocupar un lugar que no le pertenezca. Por el contrario, asegura que el papel de la chicha del 'Molino' fue escrito para que lo interpretase ella. 

-¿Qué recuerdos guarda de su época americana? De cuando hizo ‘Serenata’, ‘Veracruz’ y ‘Yuma’.
-Para mí, fue una época de principianta. ‘El último cuplé’ lo barrió todo. Recuerdo que a los dos meses de rodar ‘Yuma’, con Rod Steiger empecé ‘El último cuplé’ y pasé de lo desconocido a ser una estrella popular. Aunque entonces trabajé con Mario Lanza, Burt Lancaster, Gary Cooper, estuve en realidad preparándome para hacer ‘El último cuplé’.
-¿No ha sentido alguna vez haber abandonado su carrera americana?
-No. No me gusta América para nada. Me siento muy europea, y me gusta hacer películas europeas para España, Sudamérica, Japón, la India.
-¿Qué películas hizo a las órdenes de su marido, el malogrado Anthony Mann?
-‘Serenade’. Tony era un gran director. Hizo ‘La historia de Glenn Miller’ (‘Música y lágrimas’) que era fenomenal. Él decía que era ‘El último cuplé’ americano porque había servido  para recordar a los mayores una época pasada.
-¿Cuántas películas había hecho Sara en Barcelona?
-‘La Bella Lola’, ‘El último cuplé’, ‘La dama de Beirut’ y ‘Tuset Street’.
-¿Cómo ha encontrado la calle Tuset desde la última vez?
-Mucho más mona.
-¿Cómo es su personaje en la película?
-Un tipo muy humano, ingenuo, con reacciones fuertes, y momentos de crueldad tremenda, pero siempre con sentimientos de gran sinceridad.
-¿Ha sido hecha a su medida?
-La historia ha sido escrita para que la interpretara yo.
-¿Se arrepiente de no haber interpretado ‘La guerrillera de Villa’?
-Me alegro muchísimo de no haberla hecho. Ha sido un fracaso horroroso. No se podía hacer nada con un guión semejante. Manito, por aquí, manito por allá. (Sara imita perfectamente el acento mejicano.) Yo he hecho películas en Méjico, y no todas han sido buenas, pero ésta era imposible.
-¿Se ha solucionado su pleito con Cesáreo González?
-Me ha hecho un nuevo contrato para dos películas. Lo mismo que tenía.
-¿Sus proyectos inmediatos después de ‘Tuset Street’?
-Tengo que dar un recital en el teatro de los Zares, el ‘Bolshoi’ de Moscú, y luego haré otra película que transcurrirá en Grecia, Costa Azul, San Remo, y también en Barcelona. Será una historia entre bastidores de los Festivales de San Remo.
-¿Finalmente, qué canta Sara en ‘Tuset Street’?
-Cuatro canciones: ‘Frenesí’, ‘Acércate más’ y dos nuevas canciones que ha escrito expresamente el maestro solano: ‘Encuentro’ y ‘Tengo miedo’.
-¿Cree que el público está esperando una Sara distinta?
-Me imagino que sí. Me espera ver distinta, pero sin dejar de ser Sara Montiel.
Y en efecto, será absurdo imaginar que Sara puede abandonar su forma, su estilo y su personalidad. La dama del ‘Molino’, como podríamos llamar de una manera delicada al personaje de ‘Tuset Street’, no cabe duda de que será un importante escalón en la carrera artística de la gran estrella.


Francisco de la TORRE.
Fotos: López Lacalle


EL RECORTE CXVIII
...y lo que parecía un proyecto novedoso, exento de confrontaciones, con un buen equipo..... se convirtió en todo un escándalo que benefició a la propia película. Sara, la diva Sara, se veía envuelta en un nuevo escándalo.....¡por diva! Pero los años han pasado y 'Tuset Street' no deja de ser, qué importa lo demás, un film más donde podemos disfrutar de Sara, la diva Sara. Así recogía la revista Semana el 2 de Marzo de 1968 parte del rodaje, y parte del escándalo. 


DESPUÉS DEL ESCÁNDALO EN BARCELONA, RUEDA EN MADRID CON UN NUEVO DIRECTOR
SARA MONTIEL
“SIGO GUSTANDO AL PÚBLICO”






Confieso que llegué preocupado al estudio madrileño donde Sara Montiel prosigue el rodaje de ‘Tuset Street’. Últimamente había leído historias tremebundas sobre el trato dado por la famosa estrella a los periodistas. Por lo visto, durante su reciente estancia en Barcelona, Sara hizo objeto a los reporteros catalanes de ciertos desaires; mostró hacia ellos indiferencia, pasividad… ‘¡La Montiel me recibió entre bostezos, aburrimiento y grandes dosis de suficiencia! ¡Durante la entrevista se hizo la sorda en varios momentos!’ ‘Todo tiene un límite. Si Sara prosigue en esa postura irritante, la Prensa se acabó para ella’. Cosas de este calibre había leído últimamente. Era, pues, para llegar preocupado al plató número dos de los estudios madrileños donde Sara filmaba.
Me tropecé con ella antes de llegar al plató. Sara se dirigía a la peluquería. Venía sin maquillar, cubierta con un abrigo de pieles; calzaba botas plateadas.
-Buenas tardes, Sara.
-¡Ah! ¿Sois vosotros? ¿Qué tal?
-Muy bien gracias. Sara, veníamos a hablar contigo; a hacerte unas fotografías…
-¡Todas las que queráis!
Debí mostrar en la cara un asombro demasiado ostensible. Sara rió. No sé si porque la vino en gana o porque vio la cara que puse ante su alarde de amabilidad.
-Sólo os ruego que esperéis a que me maquille. Luego, en el plató, con un traje azul largo saldrá todo mejor… Esperad en el bar. ¿Os parece?

Una pausa en el rodaje. Sara se cubre con un jersey. Ella, con su sola presencia, llena el estudio. En Madrid, el rodaje de 'Tuset Street', prosigue sin incidente alguno. 

Después del escándalo de Barcelona, vuelve la calma. Sara Montiel y su nuevo director, Luís Marquina, cambian impresiones en paz. Sara asegura que no es una actriz indisciplinada, pero que le gusta comentar los planos a rodar. Ella sabe lo que quiere. 

AQUÍ NO HA PASADO NADA
En resumen: que me encontré con una Sara Montiel amable, complaciente, sencilla… Esa Sara que todos conocemos, la que trata al periodista de tú a tú, trato que, por cierto, no es frecuente recibir de divas. Y Sara Montiel, indudablemente, es una diva. Una diva a la española, con las virtudes y los defectos (que casi siempre, también son virtudes) de la raza. Pero diva al fin y al cabo. Es cierto que la espera duró tres horas. Pero Sara no hizo esperar tan solo al periodista. Esperó el director de la película, el operador, los técnicos… Sara es muy meticulosa maquillándose, peinándose, vistiéndose… Lo hace ella personalmente, porque no hay quien conozca a Sara Montiel tan bien como ella misma. Tres horas después, en efecto, apareció una Sara Montiel deslumbrante, impecablemente maquillada, peinada y vestida.
En el plató se había reproducido el escenario del popular Molino barcelonés, templo de la revista pícara. Mientras preparaban la iluminación, Sara me atendió con suma amabilidad.
-¿Qué ha pasado, Sara?
-Nada. Ya ves que no pasa nada.
-Digo en Barcelona, durante el rodaje de tu película…
-Pues que un señor ha querido hacerse publicidad a mi costa y eso no lo consiento. Le hemos entregado trescientas mil pesetas, se ha marchado y ahora dirige la película Luís Marquina. Y todos tan amigos.
¿Qué pasó realmente en Barcelona? Parece que la discusión que dio paso a la crisis Sara Montiel – Jorge Grau (director) empezó cuando iba a rodarse un plano de Sara bailando sobre un pódium. Grau colocó la cámara y el objetivo en la posición que consideraba adecuada. Sara hizo objeciones. Personalmente ha observado que Sara cuida al máximo su fotogenia. Hace indicaciones al director y al operador; cambia con ellos impresiones e, incluso, les concreta cómo quiere ser retratada. Lo asombroso es que, casi siempre, Sara acierta en sus indicaciones. Yo fui testigo de cómo dos ideas de Sara sobre iluminación aumentaron notoriamente la belleza plástica de unos planos. Es comprensible que algunos directores no acepten interferencias de la estrella. Con Sara fallan las reglas: yo creo que esta mujer sería capaz de dirigir una película.

 SOY UNA ‘VEDETTE’

-No es eso –me dijo-. Yo no quiero dirigirme a mí misma. Yo no quiero ser más que nadie. Yo acepto la autoridad del director porque para eso está y para eso le pago –Sara es productora de esta película-. Aquí todos nos llevamos maravillosamente y nadie podrá decir que la Montiel es una indisciplinada. Lo que ocurre es que me conozco perfectamente. Llevo interpretadas unas cuantas películas, ¿no? Puedo permitirme el lujo de cambiar impresiones con el director y el operador. En buena armonía, naturalmente…
-Grau te acusó de pecar de ‘vedettismo’, de que te irritas con exceso…
-No me interesa lo que haya dicho ese señor. Ya no tiene nada que ver conmigo. Además, ¿es que acaso no soy una ‘vedette’? ¿Mis películas dan o no muchos millones de pesetas? Ahí está el control de taquilla…
-Sara, sinceramente, ¿sigues gustando al público?
-Insisto: ahí está el control de taquilla. Mis películas son las que más dinero dan.
Sara no ha cambiado. Su personalidad fuera de lo común, arrolladora, justifica que ella ocupe la posición que ocupa. Se muestra ante el periodista sin mixtificarse. Es María Antonia Abad, la moza manchega que un día llegó a Madrid en plan de conquista… y conquistó. Arrebatadora, apasionada, a veces desgarrada… En ciertos momentos apasionados brotan de sus labios curiosos epítetos muy castellanos, que redondean una personalidad acusadísima, que se ofrece desnuda, sin tapujo alguno.
-Cómo consideras a los técnicos y artistas que te rodean en tu película, ¿subordinados?
-No sigas por ahí. Yo no tengo, no quiero tener subordinados. Son gente que me ayudan. Entre todos tratamos de hacer una gran película.

 SARA ES ASÍ

Sara Montiel canta. Su fotogenia es increíble. Su figura, sin decorado, algo; basta y sobra para llenar la pantalla. La propia Sara aconseja luces, movimientos de cámara, y, casi siempre, acierta. Indiscutiblemente, Sara Montiel entiende de cine cada día más. 

-¿Discutes mucho en el plató?
-En un plató se discute siempre. Unos con otros. Pero son discusiones amables. Quien conozca bien el cine por dentro sabe que es imposible hacer una película sin discutir en determinados momentos.
-Dicen que eres la estrella de los líos.
-¡Será porque soy Sara Montiel! –exclamó riendo.
-También dicen cosas sobre tu físico…
-¡Ah, ya! Que soy gorda, desproporcionada, que uso postizos…
Realmente, Sara está algo más gruesa que tiempo atrás, pero no hay que exagerar. En lo que todos coinciden es en que ‘da’ fabulosamente en la pantalla. La fotogenia de Sara –muy cuidada, es cierto, por ella misma y por quienes la rodean- sigue siendo asombrosa.
-¿Qué te gusta comer?
-De todo. La gallina en pepitoria, por ejemplo.
Sara siempre habla en serio. En ocasiones, es una seriedad teñida de ironía, o de guasa, o de sarcasmo.
-Después de esta película, ¿qué?
-Veintiún recitales en el teatro Bolshoi, de Moscú, y una película dirigida por Duccio Tessari.


Sara me abandonó. Marquina la reclamaba para rodar una canción: ‘Encuentro’. Sara, con gran lujo de ademanes, indicaba lo que quería. Y repetía: ‘Algo nuevo, distinto; que el público no vea siempre lo mismo… Yo lo veo así…’ Sara tiene muy en cuenta al público, a ese público ‘verdaderamente maravilloso’.
Creo que tenemos Sara Montiel para largo. Yo me alegro. La necesitamos.


Germán SAMA
Fotos: J. Torremocha


LA FOTO CXVIII

Violeta Riscal, o Sara Montiel. 
"...miedo, tengo miedo..."

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