Se conocieron el 28 de Febrero de 1970 y se
enamoraron al
cruzar sus miradas
SARA MONTIEL
y Pepe Tous:
historia de un gran amor sólo truncado por la muerte
El empresario y periodista mallorquín, miembro de
una prestigiosa familia balear, dejó todos sus negocios y el periodismo para
dedicarse por completo a Sara, como mujer y como artista.
Sara Montiel y Pepe Tous, su amor, nació hace veintidós años y sólo el fallecimiento del conocido empresario y periodista mallorquín les han podido separar.
La muerte del
empresario y periodista Pepe Tous a las cinco y diez minutos del martes 25 de
agosto, en Palma de Mallorca, trae a Sara Montiel, su esposa y uno de los mitos
vivientes del mundo del espectáculo en España, a primer plano de actualidad. En
esta ocasión no recogeremos en estas páginas de SEMANA la lista de
interminables éxitos internacionales de la estrella ni podremos,
desgraciadamente reflejar su felicidad alcanzada junto al hombre que le
proporcionó estabilidad y con el que fundó una familia. Hoy, la triste noticia
de la muerte de Pepe Tous hace obligada la referencia a una gran historia de
amor que sólo la muerte ha podido truncar.
Pepe Tous
Barberán pertenecía a una conocida y prestigiosa familia mallorquina. Su abuelo
fundó el diario palmesano ‘Última Hora’, que también dirigió; la tradición
familiar de Pepe Tous en el periodismo, así como la práctica de esta profesión,
hizo de él un hombre especialmente comprensivo con la tarea de los
informadores, con quienes mantuvo siempre una cordialísima relación.
Nació José Tous
en Palma de Mallorca en 1932, en una familia de tradición liberal y relacionada
con la vida cultural. Los Tous habían levantado los teatros Balear, Lírico y
Born, la plaza de toros del Coliseo Balear y –como ya habíamos apuntado
anteriormente- fundaron el diario decano de Mallorca, el vespertino ‘Última
Hora’, y la librería Tous, un centro irradiador de cultura democrática en los
años sesenta y setenta. Su tío fue el escritor costumbrista José María Tous y
su madre fue actriz.
PERIODISTA, EMPRESARIO, PROMOTOR CULTURAL Y ‘SOLTERO
DE ORO’
Uno de los días más felices en la vida de la pareja: el 31 de julio de 1979. Después de nueve años de convivencia pudieron celebrar su matrimonio e hicieron coincidir la fecha con el bautizo de su hija Thais.
Estudió derecho
y periodismo en Barcelona e ingresó en 1956 en la plantilla del diario
familiar, que dirigió con gran éxito durante doce años, de 1962 a 1974. Formó
José Tous un equipo de periodistas jóvenes y emprendedores a los que dio
libertad para ejercer un periodismo de crítica. Incorporó el offset, siendo el
suyo el primer diario español impreso de tal sistema.
A lo largo de su
vida, Pepe Tous promocionó iniciativas culturales y turísticas, como los
festivales de belleza y canción. Como productor de espectáculos se produjo su
encuentro con Sara Montiel. Corría el año 1970 y el empresario teatral Pepe
Tous había contratado a Sara Montiel para que presentase su espectáculo ‘Sara
Montiel en persona’ en uno de sus teatros. La fama de diva de Sara, la manchega
universal, la había precedido.
Así recordaba
aquel crucial encuentro que cambió sus destinos Pepe Tous:
-Me
habían hablado ‘pestes’ de ella: que si era una diva insufrible, que si era muy
exigente. De cualquier manera había ido a esperarla al aeropuerto con un ramo
de rosas en las manos. En aquellos momentos de espera pensaba: esta señora tan
famosa debe ser insoportable. Posiblemente Sara debió pensar: este empresario,
dueño de un local, debe creerse muy importante e incluso va a tirarme los tejos
intentando llevarme al río. Ninguno de los dos acertamos.
Cupido disparó
sus flechas en la primera mirada que cruzaron nuestros protagonistas, cuando
Sara descendió por las escalerillas del avión y encontró los ojos y la sonrisa
de Pepe Tous. Enamorado perdidamente de la estrella desde ese instante, Pepe
Tous nos relató sus impresiones:
-Fue
un efecto fulminante, desde el primer momento me impresionó la mirada de
Antonia –así
llamaba siempre Pepe a la estrella, por su nombre auténtico-. Era una mirada intensa, que demostraba que allí había un
ser humano sensacional. Supe entonces que ella era la mujer de mi vida.
El que estaba
considerado como ‘soltero de oro’ de la isla se enamoró con sólo una mirada de
Sara Montiel. Una fecha para recordar en la biografía de estos enamorados: 28
de febrero de 1970.
Sara Montiel,
por su parte, vivía días difíciles humana y profesionalmente. Antonia pasaba
momentos de gran dureza en su separación de su segundo marido, el industrial
vasco José Vicente Ramírez Olalla, y la reciente muerte de su madre la había
abatido. Artísticamente, su brillante carrera que tantos éxitos le había hecho
cosechar en Hollywood y en Estados Unidos atravesaba un período de desconcierto
y desorientación; su manager italiano Giancarlo Viola no acababa de encontrar
el camino adecuado para una estrella de la categoría de Sara Montiel en los
tiempos que soplaban.
Intimaron Sara y
Pepe durante los días que la estrella permaneció en Palma. El empresario no se
separó de ella durante su estancia en la isla. Hicieron excursiones, almorzaron
juntos…, días inolvidables en los que comenzó a cimentarse un gran amor. Ella
tenía cuarenta y tres años y dos matrimonios fracasados a sus espaldas, el
primero con el director estadounidense Anthony Mann y el segundo con el
industrial José Vicente Ramírez Olalla. Pepe tenía cuarenta años y deseos de perder
con ella la soltería que hasta entonces había mantenido.
Pepe Tous y Sara Montiel el día que presentaron al pequeño Zeus a la prensa. Zeus, el benjamín de la familia, nació el 21 de mayo de 1983.
SARA: “EL FUE MI TABLA DE SALVACION”
La estrella
reveló el impacto profundo que Pepe le causo en aquella corta estancia en
Palma:
-Al
principio no quería interesarme demasiado por él. Pensaba que estaba casado y
además tampoco me sentía muy a gusto en Mallorca porque guardaba un mal
recuerdo de la isla por un viaje que hice allí con mi primer marido. Pero
comprendí que Pepe era mi tabla de salvación, tal vez la última, después de
tantas amarguras. Sentía que mi vida tenía que anclarse en un amor estable,
formar una familia, tener hijos. Pepe encarnaba todo lo que yo quería. Era el
hombre que siempre había estado buscando.
No se separaron,
y cuando Sara se marchó con su espectáculo a Sevilla, a la capital andaluza se
dirigieron los pasos del atractivo empresario mallorquín, un hombre culto y de
mundo a quien había cautivado la humanidad profunda y sincera de Antonia.
Siguió la gira de la artista en Barcelona, Cádiz… y el peregrinar de su enamorado
Pepe Tous junto a ella. No hablaban aún de amor.
-Comprendimos
muy pronto que estábamos enamorados –recuerda Sara-, pero no nos lo decíamos. Yo no era libre, aún estaba casada con José
Vicente Ramírez Olalla, aunque estuviéramos separados. Hasta que un día lié la
manta a la cabeza, hice las maletas y me marché a Palma a vivir con Pepe. Una
decisión que en aquel tiempo molestó a muchos. Se me cerraron muchas puertas.
Pero estaba en juego mi felicidad y mi futuro. Encontré en él la seguridad y el
amor que nadie me había dado antes.
Desde entonces,
Sara Montiel, en veintidós años de amor intenso, no ha dejado de bendecir el
día en que conoció a Pepe Tous, el gran amor de su vida.
Hace dos años celebraron por todo lo alto su vigésimo aniversario como pareja. Aún no se había descubierto la dolencia de Pepe Tous, que transcurrido menos de un año hubo de ser intervenido quirúrgicamente.
SU VIDA EN FUNCION A SARA
Vivieron juntos
Pepe y Antonia. Él acabó dejando a un lado sus negocios editoriales y
empresariales para dedicarse a organizar las actividades artísticas de su
mujer. Supo encontrar el hueco exacto en el competitivo mundo del espectáculo
de los ochenta para una estrella de la categoría de Sara Montiel, que en él
encontró a su mejor promotor y asesor. Vivió Pepe dedicado en cuerpo y alma a
su mujer, como hombre y como profesional.
Se casaron
después de nueve años de convivencia, cuando ella obtuvo la nulidad de su
segundo matrimonio, cinco días después de haber bautizado a su hija Thais.
El corazón
maternal de Sara buscaba realizarse, la estrella deseaba aparcar lentejuelas,
focos y aplausos para dejar que la mujer que había en ella viera cumplida su
mayor ilusión: tener un hijo. Se quedó embarazada Sara, pero desgraciadamente
perdió el hijo que esperaban los dos con ilusión. La pareja decidió adoptar una
hija y formar su ansiada familia.
Primero
adoptaron a Thais, nacida el 3 de marzo de 1979, luego vendría Zeus, el 21 de
mayo de 1983. Ellos cambiaron la vida de los enamorados para convertirse en
amantísimos padres de familia. Si como pareja no tuvieron Pepe y Sara un más ni
un menos en largos años de feliz unión, la llegada de dos hijos, deseados y
buscados, hizo indestructible su vínculo.
No hace mucho,
Sara Montiel se sentía la mujer más feliz del mundo y así lo declaraba a los
cuatro vientos:
-He
tenido la suerte de conocer el amor de verdad, con mayúsculas, ese que bendice
tu vida haciéndola florecer cuando tienes la suerte de encontrarlo. Más de
veinte años de unión han hecho de mí una mujer estable, feliz. La vida está
siendo muy generosa conmigo en todos los aspectos. De hecho pienso que me ha
dado mucho más de lo que yo me merecía. Me ha dado éxito como artista y
felicidad como esposa y como madre.
SUS ULTIMAS PALABRAS PARA SARA Y SUS HIJOS
La vida que todo
se lo había dado hasta ahora le ha deparado un duro golpe a Sara Montiel, que
ha perdido a Pepe Tous, su gran amor, cuando sólo tenía sesenta años, rompiendo
los sueños y planes que los eternos enamorados habían tejido para su vejez,
para un futuro común compartido con sus hijos.
A Pepe Tous le
diagnosticaron un cáncer de colon hace algo más de un año y fue operado en
Barcelona. Pero posteriormente la enfermedad se extendió al hígado. Volvió a
ser operado el pasado mes de mayo en Barcelona, una ciudad a la que viajó
frecuentemente en estos meses últimos de su vida para someterse a tratamiento
médico.
Culto,
inteligente, siempre lúcido, Pepe Tous tuvo conocimiento desde el principio de
la gravedad de su dolencia, que afrontó con una dignidad y una entereza dignas
de elogio. Su vida, en los últimos tiempos, estuvo llena de ternura hacia los
demás, y con la generosidad que le caracterizó siempre continuó pensando en los
suyos antes que en sí mismo hasta los postreros momentos.
Esta imagen entrañable y familiar de los Tous fue obtenida las pasadas Navidades en su residencia palmesana. Todavía abrigaban Pepe y Antonia esperanzas en la recuperación del recordado periodista y empresario.
En el momento de
su fallecimiento estaban con él su esposa y su hija mayor, de trece años de
edad. El pequeño Zeus se encontraba en esos momentos, por decisión de sus
padres, en casa de unos amigos. Las últimas palabras de Pepe fueron para su
esposa y sus hijos. Le pidió a Sara que continuara con su nuevo programa de
televisión y que siguiera luchando por el futuro de sus hijos, de los que ambos
estaban muy orgullosos.
Tras el
fallecimiento, inesperado para toda la familia, a pesar de que tuvieran
conciencia de la gravedad de su estado, Sara cayó en un profundo abatimiento.
La mujer fuerte que siempre ha habido en el alma de esta manchega de casta, el
espíritu de lucha que hizo convertirse a una atractiva jovencita de Campo de Criptana
en estrella de Hollywood, el gran corazón que la impulsó siempre para sonreír
animosa ante los avatares adversos de la vida tendrán que ayudar ahora a
Antonia para superar la más dura de las pruebas: seguir adelante sin Pepe, que
lo fue todo para ella. En sus hijos y en el trabajo encontrará el único bálsamo
ante una herida abierta que tardará mucho en cerrar.
Margarita Penche
LA MUERTE DE PEPE TOUS
Sobrecogedora ceremonia de incineración en el
cementerio de Collserola (Barcelona)
Sara Montiel,
rota de dolor:
“He perdido al amigo, al compañero, al padre de mis
hijos… ¡A mi gran amor!”
La gran estrella, toda raza y coraje: “Voy a seguir
en el mundo del espectáculo y lucharé como una leona por mis hijos”
Sara Montiel en la capilla del cementerio instantes antes que se incinerasen los restos mortales de su marido, que fueron trasladados desde Palma de Mallorca.
La artista se quedó un instante a solas junto al féretro de su marido, que abrieron para que le pudiese ver por última vez antes que se sometiese a cremación para convertirse en cenizas. El dolor se reflejó incontenible en el rostro de Sara.
Los restos
mortales de Pepe Tous fueron trasladados desde Pepe Tous fueron trasladados
desde Palma de Mallorca a Barcelona para su incineración en el cementerio de
Collserola, ya que en las islas Baleares no se dispone de crematorio y era
expreso deseo del finado que su cuerpo se convirtiese en cenizas para
esparcirlas en su querida bahía de Palma.
El féretro con
los restos mortales del empresario mallorquín llegó al cementerio de Collserola
a las siete de la mañana y fue instalado en la sala 17. Allí comenzaron a
llegar a partir del mediodía familiares y amigos. Sara, su apesadumbrada viuda,
voló a mediodía desde Palma a Barcelona para asistir a la ceremonia que
comenzaría a las cinco de la tarde.
En el aeropuerto
de Son San Joan se produjo el primer encuentro de la artista con los medios de
comunicación. Con los ojos enrojecidos, que las gafas de sol oscuras no
lograban ocultar, y el rostro desencajado Sara Montiel dio rienda suelta al
dolor que le destrozaba el alma:
-He
perdido al amigo, al ser amado, al compañero, al padre de mis hijos: estoy
destrozada. Ha sido un golpe muy duro. Pepe fue un padre maravilloso, un gran
amigo y el mejor de los compañeros.
Al recuerdo de
su marido se unen inevitablemente las imágenes terribles de su final, de su
enfermedad, de los últimos tiempos y Sara no pudo evitar entrelazar las manos y
apretar los dedos casi hasta hacer soñar las articulaciones.
La estrella tuvo que ser sostenida en varias ocasiones por familiares y amigos porque las fuerzas la abandonaban. Todavía bajo los efectos de los sedantes que le suministraron antes del viaje, su desconsuelo la desbordó durante la dramática ceremonia.
“FALLECIO DELANTE DE THAIS Y DE MI”
-Su
enfermedad transcurrió muy mal en los últimos tiempos. Pasó tres meses muy
malos. Aunque Pepe sabía la gravedad de su enfermedad, nos pusimos todos de
acuerdo, desde los médicos a la familia, para convencerle de que tenía que
reponerse y vivir muchos años. Creo que él nunca supo que iba a morir tan
pronto, porque le montamos una película maravillosa para que nunca pensase que
le faltaba poco tiempo su vida.
Según referencia
de sus familiares más allegados, Pepe Tous mantuvo la conciencia y el
conocimiento hasta el fatal desenlace y, haciendo gala de una entereza y
generosidad que siempre guiaron su comportamiento, dirigió sus últimas palabras
a su esposa, quien así nos las refiere:
-Falleció
delante de Thais y de mí. Zeus estaba en casa de una amiga en Palma, y aún está
allí; él no sabe nada de lo ocurrido porque todavía es muy pequeño para darse
cuenta de lo que está pasando. Thais conocía desde el principio las
consecuencias de la enfermedad que sufría su padre, y ahora se encuentra muy
afectada después de su muerte. No he querido que ella estuviera presente en el
acto de cremación, porque deseo evitarle este trance tan horrible. Lo último
que me pidió Pepe es que fuera fuerte cuando él faltase para sacar adelante a
nuestros hijos.
Junto al anillo de brillantes, Sara Montiel llevaba la alianza de Pepe, su marido, su gran amor.
Una promesa que
Sara piensa cumplir con coraje, como última ofrenda de amor al hombre que llenó
por completo su vida:
-Trataré
de recuperarme lo antes posible, porque así lo quería Pepe. Seguiré en el mundo
del espectáculo, lucharé por mis hijos y trabajaré como una leona por ellos.
La determinación
de Sara es firme, pero el dolor no dejaba de hacer mella en sus decididas
palabras cuando se planteó un plazo para el cumplimiento de la última promesa
que le hizo a Pepe Tous.
-Lo
haré todo… en cuanto Dios empiece a darme fuerzas para poder seguir. De ahora
en adelante ya nada será igual para mí. En mi vida va a quedar hasta el resto
de mis días, en enorme vacío. Sólo mis hijos, que son maravillosos, podrán aliviarme
de tanta tristeza.
Cuando Dios le
dé fuerzas Sara cumplirá el deseo que Pepe le formuló en el lecho de muerte.
Antes debió realizar una de sus expresadas últimas voluntades: incinerar su
cadáver.
-En
el último testamento que hicimos, Pepe escribió que deseaba ser incinerado y
que sus cenizas fueran esparcidas en tres puntos concretos del litoral
mallorquín mientras suenan las notas musicales compuestas por un entrañable
amigo suyo. Y así se hará.
Más de un centenar de personas se dieron cita en Collserola para dar el último adiós a Pepe Tous y acompañar a su desconsolada viuda. Sara Montiel, abatida, agradeció a todos este último homenaje al hombre que ella tanto amó.
Desde el
aeropuerto del Prat, en Barcelona, adonde llegó pasadas las tres de la tarde,
Sara se dirigió al cementerio. La acompañaban su hermana Elpidia, cuatro de sus
sobrinos y su prima Manuela. Más de un centenar de personas se dieron cita en
Collserola para dar el último adiós al finado; entre ellos se encontraba
Montserrat Caballé, acompañado por su esposo, Bernabé Martí; Mary Santpere, del
brazo de su hija Yoya; el doctor Antonio Tapia y su esposa, Mamen; el
empresario Matías Colsada; Fernando Esteso; Paco Calatrava; Tania Doris; Ramón
Calduch; José Guardiola, etcétera.
Con paso lento y
abatido, motivado por el profundo dolor y acentuado por problemas circulatorios
en la pierna derecha, que llevaba protegida con una venda elástica, Sara se
dirigió al recinto donde sería incinerado el que fuera su marido. Sólo Oscar
Collado, gerente de pompas fúnebres de Palma de Mallorca, y Pepe Carles Tous,
primo del finado, permanecieron en la sala de incineración mientras los restos
mortales de Pepe Tous se convirtieron en cenizas, en un proceso de casi cinco
horas de duración.
Abandonó Sara
Montiel Barcelona con las cenizas del que fue su gran amor y con el corazón
destrozado por el dolor. Como sonámbula, deseando que todo fuese una pesadilla
y desesperada por no acabar de despertar, Sara Montiel musitaba con la voz
entrecortada:
A duras penas logró contener el llanto Sara Montiel, quin con los ojos enrojecidos aseguraba: "He llorado tanto y tanto en los últimos días que no sé si me quedan ya lágrimas".
-Tengo
a nuestros hijos y tengo que seguir luchando por ellos. ¿Cómo ha podido ser?
Él, con cincuenta y nueve años, y yo, con sesenta y cuatro… Debo vivir para
ayudar a nuestros hijos y no dejarlos solitos.
Sin lágrimas
casi para seguir derramando, -‘he llorado tanto y
tanto –nos confesó- en estos últimos días
que ya no me quedan lágrimas’-, Sara Montiel abandonó Barcelona para
regresar a Palma de Mallorca y seguir cumpliendo la voluntad de su marido, en
una ceremonia fúnebre tremenda y de desoladora tristeza, esparciendo sus
cenizas por las aguas del Mallorca que él tanto amo.
Margarita Penche, Santiago Alvarez y Ambar.
Para esparcirlas en el Mediterráneo,
frente a la bahía de Palma
Patética vuelta a casa de
Sara Montiel
con las cenizas de Pepe Tous
Abrazada al cofre y llorando desconsolada: “¡No me
lo creo, no me puedo creer que hayas muerto!”
Otro momento penoso: informar al pequeño Zeus de la
muerte de su padre
En la sala Vip's del barcelonés aeropuerto del Prat, Sara Montiel extrajo el jarrón que contenía las cenizas de Pepe Tous de la caja-maletín en que las transportaba hasta Palma.
El retorno de
las cenizas del empresario y periodista Pepe Tous a su Mallorca natal se
realizó la misma noche de la cremación de sus restos mortales en Barcelona.
Sara Montiel, después de permanecer en el crematorio de Collserola (Barcelona),
durante varias horas cargada de emociones dolorosas y recuerdos abrumadores,
regresó a su casa de la Ciudad Condal, donde aguardó que le fueran entregadas
las cenizas del que fuera su esposo.
En la intimidad
de su hogar barcelonés se produjeron escenas de desgarrador dolor, cuando la
viuda recibió una caja de cartón, conteniendo un jarrón con las cenizas en su
interior. Aún se encontraba la artista bajo los efectos de los sedantes que
continuó suministrándole el doctor para que Sara Montiel se pudiese mantener en
pie sin entregarse totalmente al abatimiento y el sufrimiento que la embargaban
desde la tarde en que había muerto Pepe Tous.
Los amigos de
los Tous que se habían desplazado con Sara hasta Barcelona para acompañarla en
tan críticos momentos fueron testigos mudos del sobrecogedor encuentro de Sara
con las cenizas del ser al que tanto amó. No soltó ni un solo instante la caja
en la que transportaba las cenizas; con ella en la mano llegó, minutos antes de
las once de la noche, al aeropuerto de Barcelona, desde donde viajó a Palma de
Mallorca.
En el
aeropuerto, al entrar en la sala Vip’s del Prat, Sara se sentó y, extrayendo el
jarrón de porcelana del interior de la caja-maletín de cartón, lo sostuvo en su
regazo. Casi como una autómata, sin poder articular palabras inteligibles, Sara
Montiel acariciaba con sumo cuidado el jarrón mientras que sus ojos se clavaban
en él. Instantes de dramatismo intenso que casualmente presenciaron algunos
periodistas que en ese instante entraron en el departamento del aeropuerto
barcelonés, donde se encontraba Sara. La estrella volvió a guardar el jarrón y
la pena desgarrada volvió a apoderarse de ella:
-¡No
me creo que estés muerto! –musitó Sara-. ¡No puede
ser verdad que estés muerto y aquí! –volvió a apretar la caja contra
sí-. ¡No me lo creo…!
Desde que le fueron entregadas las cenizas del que fuera su marido, Sara no soltó ni un instante la caja-maletín que mantuvo abrazada contra sí en diversas ocasiones.
En el interior
del avión que la condujo a Palma de Mallorca, el sufrimiento de Sara se liberó
por primera vez en todo ese día en forma de copioso llanto. Sentada en primera
fila, junto a la ventanilla, teniendo en los asientos contiguos a sus amigos,
Sara Montiel sostuvo sobre su regazo la caja-maletín de cartón; abrazada a
ella, apoyó la cabeza sobre la ventanilla y las lágrimas se desbordaron
incontenibles bajo las gafas de sol negras con las que se cubría los ojos. Ni
una palabra emitió en la más de media hora que duró el vuelo, sólo algún leve
movimiento convulsivo de su cabeza provocado por el llanto y las mejillas
arrasadas en lágrimas traslucían su tremendo y desgarrador dolor.
REENCUENTRO CON SUS HIJOS
Sin duda, en la
mente de Sara Montiel surgiría en algunos instantes la inquietud ante la
necesidad de afrontar una difícil
situación aún pendiente: explicarle a su hijo Zeus, de nueve años de
edad, la muerte de su padre. El pequeño se encontraba desde hace quince días en
casa de unos amigos de la familia y en los momentos en que Sara viajaba hacia
Palma, aún no sabía Zeus el fatal desenlace que había tenido la enfermedad de
su padre, al que el niño estaba profundamente unido.
El lunes 31 de
agosto, en la iglesia de Santa Teresita, de Palma de Mallorca, se celebró la
misa de funeral por Pepe Tous, un mallorquín de raigambre, un hombre que dejó
honda huella por su profunda humanidad en cuantos le conocieron. Hasta su casa
palmesana llegaron infinidad de telegramas de condolencia desde que se conoció
su fallecimiento; uno de los primeros mensajes recibidos por Sara Montiel fue
el de los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, quienes a nombre de María
Antonia Abad le enviaron un telegrama que decía: “En estos tristes momentos nos
acordamos de ti y te enviamos nuestro más sentido pésame, extensivo a toda la
familia’’.
Por expreso
deseo del finado, Sara Montiel tenía previsto, a primeros de septiembre,
esparcir las cenizas del que fuera su gran amor, en aguas palmesanas; concretamente
frente a una pequeña cala que Pepe Tous frecuentaba en vida junto a su querida
esposa, Sara. Este era el lugar elegido por el inolvidable empresario y
periodista, para que sus cenizas se lanzaran al mar Mediterráneo. En la barca
de la familia, “Thais-Zues”, su viuda y sus dos hijos tenían previsto al acto,
un emotivo punto final para una vida llena de sucesos.
Marga Penche
Fotos: Santiago Alvárez
EL RECORTE CXXXVII
Con la muerte de Pepe Tous acababa para Sara la etapa de más estabilidad personal y profesional. Quedaban atrás momentos inolvidables, proyectos en común y un sinfín de recuerdos irrepetibles. En 1988, a punto de cumplir 60 años, la pareja adquiría el piso madrileño donde la actriz falleció. Era una época de ilusiones y novedades profesionales. Así lo explicaba la pareja, acompañada por sus hijos, a la revista Semana en Enero de 1988.
“Una reina como yo no puede mentir en la
edad”
SARA MONTIEL,
EN VISPERAS DE CUMPLIR 60 AÑOS
*Acaba de estrenar una nueva casa en Madrid, tras
vender su antiguo piso al ministro de Sanidad
Sara Montiel ha
estrenado su nuevo piso madrileño en el barrio de Salamanca, donde ha pasado
las pasadas fiestas junto a Pepe Tous, su marido, y sus dos hijos, Thais, de
ocho años, y Zeus, de cuatro. La familia suele vivir la mayor parte del tiempo
en Palma de Mallorca.
Dieciocho años llevan juntos Sara Montiel y Pepe Tous. Se conocieron cuando el empresario mallorquín contrató a la artista manchega para actuar en uno de sus teatros de Palma. Desde entonces forman una feliz pareja. La estrella de Campo de Criptana luce en nuestro reportaje un elegante modelo adquirido en Saint-Laurent, de París.
Sara vendió el
piso que tenía en la madrileña plaza de España al ministro de Sanidad,
transacción comercial que estuvo salpicada de una anécdota: cuando la esposa
del señor García Vargas acudió a hacerse cargo del piso que había pertenecido a
la estrella de ‘El último cuplé’ observó con estupor que en su interior
faltaban las puertas de todas las habitaciones, lo que posteriormente originó
toda clase de comentarios, ahora aclarados por la propia Sara:
-Ordenamos
a un ebanista que únicamente quitara un par de puertas que yo tenía hacía
muchos años, compradas en Hong-Kong, confeccionadas de una madera especial y
con adornos de marfil, pero el buen hombre entendió mal y desprendió todas las
puertas, cuando lo acordado en el contrato de venta era que únicamente yo me
llevaría las dos puertas citadas. Menos mal que todo lo aclaramos con los
compradores. La esposa del ministro es muy buena amiga mía.
Sara Montiel y
Pepe Tous llevan ya juntos dieciocho años:
-Soy
su ‘Pepito Grillo’-dice
él.
-Pepe
es un hombre del espectáculo, un periodista que dirigió durante veinte años el
diario de su familia, ‘Última Hora’, de Palma de Mallorca –comenta Sara-, que ha sido empresario de dos teatros de aquella capital,
el Balear y el Lírico, y del Poliorama y el Victoria, en Barcelona. Como tengo
voz, como mi físico responde, sigo adelante. Y Pepe me anima siempre: ‘Tienes
que seguir siendo Sara Montiel’. Él me da la realidad del tiempo.
-Sí
–vuelve
a intervenir Pepe-, porque hay amigos que nos
insisten para que Sara cante tangos, cuplés, boleros…, pero nosotros les
decimos que eso ya lo ha hecho muchas veces, que ahora hay que hacer cosas
diferentes.
-Por
eso –nos
informa Sara- ahora estoy terminando mi próximo
disco, que saldrá en marzo, con canciones que me han compuesto Aznavour,
Alberto Cortez, José María Cano (el de Mecano), Joaquín Sabina, Berlanga,
Escolar, Oscar Gómez, María Lar… Tienen un lenguaje actual. Tan sólo cantaré
una melodía del ayer, ‘La violetera’, a dúo con Montserrat Caballé, en cuanto
ella tenga tiempo para que la grabemos.
Ya verían –y
escucharían- a Sara en el programa de Nochevieja interpretando con su peculiar
estilo ‘La bien pagá’ y ‘La rumba chamelona’. Y eso que hizo un gran esfuerzo,
recién salida de la cama, tras curarse de un prolongado catarro.
TREINTA AÑOS DESPUES DE ‘EL ULTIMO CUPLE’
-Treinta
años después de ‘El último cuplé’, todavía me parar en la calle, aquí en España
o en muchos otros países, para hablarme de la película. Hasta quieren que vaya
a cantar a Australia, donde me consideran una reina. Los jóvenes se ‘enganchan’
conmigo. Quieren conocerme. Lo mío fue un ‘boom’ social y artístico y ahora se
sigue vendiendo ‘El último cuplé’ en videocassette y se agota, aunque yo no vea
un duro del negocio.
-Con la
distancia del tiempo pasado, Sara, ¿qué representabas tú en el cine español de
los años 50 y 60?
-Yo
era el ‘sex-symbol’ nacional, la mujer prohibida. Me río ahora con todo el
escándalo que ha armado Sabrina. Tuve muchos problemas de censura. ¿Qué si
canté para Franco? ¡Claro! Y doña Carmen me decía que todas mis películas las
veían en el palacio de El Pardo. ‘La conocemos a usted muy bien’, me dijo un
día.
-Pero dices que
la censura…
-Sí,
sí, yo no me libraba de la censura, hasta el punto de que había gente que
pensaba que yo no tenía piernas o que eran muy feas.
-¡Pero Sara…!
-Como
lo oyes. Hasta que no rodé ‘Varietés’ en 1971, no pude enseñar las piernas como
yo quería, con lo que se pudo demostrar que tenía unas extremidades inferiores
morrocotudas, una cintura morrocotuda y un ombligo… morrocotudo también, claro.
-Morrocotudo,
sí.
A LOS SESENTA AÑOS
Luce Sara
Montiel en esta mañana de primeros de año un precioso modelo de Saint-Laurent,
adquirido en París. A la hora convenida, Sara estaba dispuesta para el
reportaje. Puntual como siempre.
-Yo
es que soy muy profesional. Anoche cené con unos familiares y amigos. Al salir
del restaurante me dijeron: ‘¡Vámonos a tomar unas copas!’ Y yo me negué. Tenía
una cita al día siguiente para este reportaje. A mis hijos les inculco ese
sentido del deber. La mayor, Thais, sabe que si vienen unos periodistas a casa
es para trabajar, y por eso cuando yo le pido que pose para unas fotos es
consciente de que ella también está trabajando.
-Interviene,
dulce, ingenuamente la pequeña para reclamarle a su madre un sobre. ‘Mamá, ya
me debes dos sobres, y con hoy serán tres…’
-Yo
le doy un sobre a Thais cada vez que hacemos un reportaje con ella –explica Sara, y
suponemos que en esos sobres introduce para su hija cierta cantidad de dinero.
El pequeño,
Zeus, es más remiso a la hora de posar. Los dos reciben una esmerada educación.
Tienen una nurse que les habla en inglés. Lo que no hacen los hijos de Sara es
contemplar las películas de su madre. En cierta ocasión vieron alguna escena
dramática que les conmovió tanto, pensando que a su mamá le hacían daño en el
cine, que dejaron automáticamente de seguir viendo su filmografía.
-Sara, estás
estupenda y además nunca falseas tu fecha de nacimiento.
-Eso
nunca. Yo asumo desde toda la vida mi edad. ¿Cómo iba a hacerlo si todos saben
cuándo empecé, si se conoce mi carrera, si yo he sido en España la ‘reina del
espectáculo’? Con veintisiete años hice ‘El último cuplé’. No se me subió la
popularidad a la cabeza y eso que después Cesáreo González me firmó un contrato
de treinta y cinco millones de pesetas para protagonizar cuatro películas. Una
reina como yo no puede quitarse años:
voy a cumplir sesenta el próximo diez de marzo.
En un rincón de su nuevo piso madrileño Sara posa junto a sus dos hijos, Thais, de ocho años, y Zeus, de cuatro. Si Sara consiguió el éxito en el cine y en los escenarios, su dicha personal es ahora completa. Con verdadera dedicación se ocupa de los dos niños, quienes, por cierto, no suelen ver las películas de su mamá porque se inquietan si contemplan alguna escena en la que Sara corre algún peligro o la ven llorar.
-Cualquier mujer
que estuviera aquí, en mi lugar, te preguntaría qué es lo que haces para estar
así tan espléndida.
-Voy
todos los días a un estudio de danza que hay en el Auditórium de Palma de
Mallorca, hago movimientos de barra y rítmicos desde las once de la mañana
hasta la una de la tarde. No sigo una dieta especial. De vegetariana, nada.
Como carne, pescado y ensaladas. No bebo, no tomo ni siquiera una aspirina. Y
lo único que ha padecido últimamente ha sido insomnio. ¿Y sabes por qué? Pues
porque en otoño último estuve en Brasil trabajando. Llamaba diariamente a mis
hijos, a una hora que por el cambio me obligaba a estar despierta a horas en
las que yo no estoy acostumbrada. Tanta ansiedad por hablar con mis hijos y
tanto trastorno de sueño me produjeron esas alteraciones.
-Pero, de
verdad, Sara, ¿nunca has pasado por un quirófano para someterte a una operación
estética?
-¡Nunca,
jamás! Conozco a chicas de dieciocho años a las que yo misma he llevado a una
clínica para que las operaran de cirugía estética, pero por mi cara no ha
pasado un bisturí. Mis únicas operaciones han sido de hernias y cesáreas. Yo lo
que tuve fue un problema de tiroides, que ya detectó el doctor Marañón en 1959
y del que posteriormente me ha tratado en Barcelona el doctor Fábregas.
En el ático, con una amplísima terraza, en la que hay una piscina, Sara y Pepe Tous se fotografían, contentos, con sus dos hijos. En Madrid pasarán cortas temporadas. La mayor parte del año trascurre para esta simpática familia en Palma de Mallorca.
-O sea, que
seguirás ‘dando guerra’ durante mucho tiempo…
-Si
Dios quiere. Mientras me vea bien y mi marido siga también animándome,
continuaré siendo artista. Estoy preparando una serie de nueve capítulos para
televisión. Será una serie cómico-musical. Tengo que terminar ese disco del que
ya he hablado. Actuaré en el Olympia de París y en la Televisión Francesa. Y en
muchos otros lugares donde me esperan. Yo sigo siendo Sara Montiel.
Manuel ROMAN
Fotos Santi ALVAREZ
LA FOTO CXXXVII
Nuestra Sara.
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