LOS FAMOSOS EN EL HOGAR
Tras su boda,
SARA MONTIEL
reanuda sus
actividades
Nueva película y próxima aparición en la televisión
americana. Nuestra más popular actriz tiene dos apartamentos en Madrid.
La estrella en el sofá sin "Don Juan"
Ático de un gran
inmueble de la calle San Bernardo de Madrid. Una señora joven, muy atractiva,
guapa, elegantemente embutida en un traje hawaiano (que ella misma se compró en
Honolulú hace cosa de un mes y pico) de flores, blanco y azul, nos ofrece su
mano al despedirse. Estrechamos la mano de esta bella mujer, y ella nos
acompaña hasta la puerta del ascensor. Esta misma mano que hemos estrechado es
la que se encarga de abrirnos y cerrarnos la puerta del ascensor que hemos
ocupado. Su propietaria es doña María Antonia Abad, famosa no sólo en España,
sino en muchas otras naciones del mundo, por el nombre artístico de Sarita
Montiel. ¿Quién nos había dicho que Sarita era poco amable con los periodistas?
DOS APARTAMENTOS
Hemos
permanecido una media hora en el domicilio madrileño de Sarita. Mejor dicho, en
uno de ellos, porque esta gran actriz tiene en Madrid dos apartamentos. Uno en
plena calle de San Bernardo, que es el que hemos visitado. El otro en la Plaza
de España, al que en la actualidad están haciendo reformas. Allí trasladará su
residencia el matrimonio, en unión de la madre de la artista. Sin embargo, las
obras de reforma van lentas y no por culpa de Sarita por cierto.
La Montiel acaba
de regresar de su viaje de luna de miel por seis naciones. Lo empezó en Roma,
como es sabido, y tras pasar por la Unión Soviética fue al Japón, luego a las
islas Hawai y posteriormente a los EE.UU.
Precisamente el
mismo día que hemos estado en su piso se cumplían dos meses exactos de su boda
en la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat en Roma. Durante su viaje, Sara
no dejó nada sin ver.
Sarita y su madre
La bella artista con un recuerdo traído de Hong-Kong
-¿Qué fue lo que
más le impresionó de su recorrido?
-Fueron,
desde luego, varias cosas. Sin embargo, destacaré que lo que más me ha
impresionado ha sido comprobar que mi nombre y mis películas eran ya populares
y conocidas en lugares tan lejanos de España como Moscú y Tokio.
El salón donde
hemos sido recibidos tiene un hermoso piano. Sobre él una placa de plata. En
otros lugares del aposento, otros trofeos del mismo tipo, todos ellos ofrecidos
a la actriz en diferentes épocas de su vida artística por los éxitos alcanzados
con sus canciones y con sus actuaciones en el séptimo arte. Resultaría difícil
enumerar las personalidades y entidades que han ofrendado trofeos a Sarita,
pues las hay de Francia, Italia, y Portugal, además de España.
Vemos también
numerosas figurillas de marfil y caoba adquiridas en el viaje de novios en los
rincones más apartados. Hay además un óleo de Delapuente.
Sarita lleva
puesto, como dijimos antes, un vestido hawaiano adquirido en las célebres
islas; un vestido que aún hermosea más su ya bien torneado palmito con
aberturas laterales sujetas con una especie de trabillas abrochadas con
botones. Un anillo de pequeños brillantes adorna su anular derecho y en la
muñeca contraria un precioso reloj.
“EL CORDOBÉS” DE LA PANTALLA
Quizá sea
nuestra famosa de hoy la actriz más cotizada del elenco artístico español. Hay
que tener en cuenta que cada película de Sarita es un éxito económico rotundo.
Si “El Cordobés” llena las plazas donde se exhibe, la Montiel llena las salas donde
se proyectan sus películas. Es “El Cordobés” de la pantalla. Se dirá que
planean las películas pensando en ella y que los guiones se los hacen ‘a su
medida’. Pero lo cierto es que film que hace, film que ‘forra’ al productor.
Por esta razón ella cotiza su labor, y la cotiza bien, porque, como vulgarmente
se dice, ‘no tiene un pelo de tonta’.
“El último
cuplé” inició su fama, y esta fama ha continuado ascendiendo paulatinamente en
cada aparición en celuloide hasta terminar en “Samba”, la película de la que
está más satisfecha. Ahora se dispone a iniciar otra y para ello, cuando este
reportaje salga a la luz pública, la número uno del cine español estará rodando
en Barcelona “La dama de Beirut”, con cuya cinta se inaugura precisamente unos
nuevos estudios barceloneses. “El último cuplé” ha sido una de las poquísimas
películas españolas que han llegado a la URSS. La otra fue “Bienvenido míster
Marshall”.
-¿Se siente
capacitada para un papel dramático en el que no tenga que cantar?
Respuesta de
Sarita:
-Si
me ponen un bigote, claro está que saldré fea…
-¿Cuál es la
primera condición para llegar a ser una actriz?
-Tener
un amor loco por su trabajo, por su quehacer.
¿La TV de Nueva York? Sí, "para fin de mes estaré ahí"
LUCHA CON EL PESO
Sarita Montiel
mantiene una lucha constante para no ganar peso innecesario y para ello está
sometida a un riguroso régimen. El piso de San Bernardo es el de su madre, que
vive con el matrimonio.
Por servidumbre
dos muchachas: Puri, que lleva ya siete años en la casa, y Loli, que sólo lleva
dos. Ambas son muy queridas de la familia y ambas estarán con Sarita todo el
tiempo que ellas quieran.
En los Estados
Unidos hay la costumbre de calificar de ‘monstruo sagrado’ a los artistas más
sobresalientes. En España, por tanto, también habría que calificar a Sarita de
igual forma, pero, la verdad, creemos que nadie podrá atreverse a decirla
‘monstruo’ por muy sagrado que sea, porque la verdad, Sarita, de monstruo no
tiene absolutamente nada, sino todo lo contrario.
G. PASTOR
(Fotos Arroyo)
EL RECORTE CLXIII
Entre boda y trabajo 1964 fue, sin ninguna duda, el año en que Sara Montiel recorrió más de medio mundo. Luna de miel: la Tierra; primera escala: Moscú... Y Sarita fue también por asuntos de piratería... Esta es la crónica de Gaceta Ilustrada con fecha de 30 de mayo del citado año.
SARA MONTIEL
EN
MOSCÚ
Madre e hija ante el edificio de la Universidad de la capital rusa.
Moscú ha sido
una de las primeras etapas del viaje de boda de Sara Montiel y José Vicente
Ramírez Olalla. Vestida con un sencillo abrigo de entretiempo, un amplio
pañuelo en la cabeza y las inevitables grandes gafas negras de toda ‘estrella’
famosa, la señora de Ramírez Olalla ha recorrido, del brazo de su marido, todos
los lugares de interés de la capital rusa fijados de antemano por el
‘Inturist’, la organización gubernamental encargada, como es sabido, de
controlar y encauzar a todos los visitantes en la U.R.S.S.
El mausoleo de Lenin.
La 'estrella' española y su madre en un parque público moscovita, rodeadas de soldados soviéticos.
Dos han sido los
motivos que ha tenido Sara Montiel para escoger Moscú como escala en su viaje
de boda, y dos fueron las causas por las que recorrió la capital rusa vestida
con ese sencillo abrigo de entretiempo y las inevitables gafas oscuras. De un
lado, el nuevo matrimonio Ramírez Olalla – Abad necesitaba para su luna de miel
una ciudad interesante y desconocida para los dos, donde, además, la gente no
fuese propensa a manifestaciones tumultuarias con los artistas. De otra parte,
Sara Montiel tiene unas cuentas pendientes con los rusos: durante los últimos
años, las emisoras soviéticas han venido difundiendo discos de canciones de la
‘estrella’ española, especialmente de ‘La violetera’, sin que hasta ahora ella
haya visto un solo rublo en concepto de derechos de intérprete. Se habla,
incluso, de copias de grabaciones de discos de Sarita, que son vendidos en toda
la U.R.S.S. con gran éxito: un sistema de apropiación de la propiedad del que
la ‘estrella’ española no es, por supuesto, la primera víctima. Desde una
popular marca de moto, a los más sensacionales ‘best sellers’ de Occidente, los
rusos practican tranquilamente el más impune sistema de piratería intelectual.
Sara Montiel, asesorada por su marido, pretende en Moscú que esta situación
termine y que le sean abonados sus derechos de intérprete. Ya veremos si tiene
suerte.
Sara Montiel y José Vicente Ramírez Olalla en la plaza Roja de Moscú.
Las razones de
lucir en Moscú la ‘estrella’ española un sencillo abrigo de entretiempo y
ocultar el rostro tras unas grandes gafas negras están en su deseo de llamar la
atención lo menos posible en las calles moscovitas –donde, como es sabido, la
gente viste todavía con bastante sobriedad y monotonía-, además de evitar el
ser reconocida: aunque en Moscú nunca se han registrado efusiones populares
hacia los artistas, menos aún hacia los extranjeros, siempre estaba la
eventualidad de tropezar con algún aficionado a la decadente y burguesa
costumbre occidental de solicitar autógrafos a sus ‘estrellas’ favoritas y
demostrar su simpatía ruidosamente. Después, Sara y José Vicente continuaron su
viaje nupcial hacia el Lejano Oriente para regresar dando la vuelta alrededor
del mundo.
LA FOTO CLXIII
Sara Montiel y José Vicente Rámirez Olalla el día de su matrimonio. Esta fotografía pertenece a la Agencia EFE y la publicó en su fotogalería necrológica de la estrella.
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