jueves, 3 de julio de 2014

AMA - Marzo, segunda quincena de 1976 - España


“CIENTO Y LA MADRE PATRIA”
UNA OBRA INSOLITA PARA
SARA MONTIEL
“YO SOY DEMOCRATA DESQUE QUE TENGO USO DE RAZON”
“NOS HAN DENEGADO LA ANULACION DE NUESTRO MATRIMONIO, PERO MI MARIDO Y YO HEMOS RECURRIDO A ROMA”

A Sara Montiel le impresionan siempre mucho las noticias tristes relacionadas con enfermedades o desgracias; hoy está muy afectada por un triste suceso que le ocurrió a una amiga suya. Sara es una persona muy sensible con el dolor de los demás y le afecta muchísimo personalmente. Nos ha citado en casa de unos amigos donde se hospeda siempre que viene a Madrid (Sara tiene su residencia fijada en Palma de Mallorca); nos abre ella misma la puerta, pues ha salido todo el mundo. Viste un traje de punto de color burdeos y está terminando de maquillarse.
-Es que estoy con una cura de adelgazamiento porque tengo que bajar mi peso hasta cincuenta y cuatro kilos, y estoy en sesenta. Es un régimen muy severo, aunque no paso hambre; lo que ocurre es que el cutis y la cara están algo desencajados, como es lógico cuando pierdes varios kilos en poco tiempo.
Pero Sara hoy tiene una gran noticia que darnos. Tiene un ambicioso proyecto que pronto llevará a escena. Por primera vez, Sara Montiel en teatro, no en ‘show’, sino como actriz.
-Se titula “Ciento y la Madre Patria” –dice Sara.
-Háblame un poco de esto…
-Pues que estamos todos muy ilusionados; sobre todo porque ¡fíjate!, es un triunfo el haber conseguido tantos escritores tan fenomenales para el guión.
-¿De quiénes se trata?
-Pues Paco Umbral, que le han dado el Premio Nadal; Terenci Moix, el catalán maravilloso; Cándido, Máximo, Forges, Chumy Chúmez, Carandell, Vicent, Vázquez Montalbán, Coll y creo que también Summers. Están todos trabajando ya en el guión.
-¿Y cómo se van a conjuntar tantos escritores?
-Pues el proyecto es escribir un guión que empiece en 1900 y termine en 1980. Este período se reparte en décadas, y cada década pertenece a un escritor; la obra la dirigirá Adolfo Marsillach. Cada escritor tiene libertad absoluta para escribir lo que quiera.


-Es un proyecto muy ambicioso…
-Muy ambicioso y muy importante. Yo no había hecho nunca teatro en prosa, siempre he cantado y, por primera vez, me voy a presentar con una gran ilusión. Yo quería hacerlo con gente muy del día, muy del momento y actual, y más importantes y actuales que estos escritores no existen. He tenido la suerte de que he reunido a lo mejor.
-¿Por qué quieres presentarte en teatro como actriz?
-Porque es una ambición totalmente mía. No lo he hecho nunca y creo que el actor y la actriz nunca tienen que pararse en un punto, pues hay que alcanzar metas más altas.
-¿Podrás resistir las dos funciones diarias?
-Pues si he aguantado cantar treinta y una canciones diariamente, durante ocho meses, pienso que sí…

RIESGO
-¿Has trabajado anteriormente con Adolfo Marsillach?
-No, nunca he tenido esa suerte, y cuando me decidí a hacer algo importante en teatro pensé en él, porque me gusta mucho y creo que es uno de los mejores directores del mundo.
-¿Y en qué va a consistir tu papel?
-Pues yo interpreto esas distintas mujeres que cada uno de estos escritores ha creado.
-¿Arriesgas mucho?
-Yo y todos estos escritores, por supuesto. Ellos, su estilo, y yo, mi fama de actriz de cine y musicalmente, que ya estoy más que descubierta. Salir al teatro así por las buenas, por primera vez, para decir un texto muy importante, es un riesgo muy grande. Pero me gusta, porque en la vida hay que tener algún aliciente, ¿no?


Sara, entre Paco Umbral y Pepe Tous. Umbral participa también en la confección de esta obra que llevará por título "Ciento y la Madre Patria"

-¿Y si fracasaras?
-Si fracaso, mala suerte.
-¿Vas a lucir un vestuario suntuoso?
-No lo sé, pero no creo, porque hago de mujer de un albañil, una estraperlista, una mujer de la vida muy graciosa, una señora muy sofisticada, una mística, una mujer de clase media…
-¿Y para cuándo va a ser el estreno?
-Pensamos al principio estrenar el Domingo de Pascua, pero no es posible, porque hay que mover mucha gente, más de cincuenta actores, un ballet… y Adolfo Marsillach no da abasto. Así que será para septiembre.
-Hasta entonces, ¿qué harás?
-Primero, ensayar, claro; también tengo una película por medio, que están dando al guión otra vuelta, que le hacía falta. Si me da tiempo la rodaré, y, si no, me vuelvo a presentar de nuevo en Nueva York, en el Lincoln Center, que tengo unos contratos pendientes. Estoy terminando el ‘long-play’ que saldrá en breve con canciones nuevas. Hasta hay una versión de ‘La patética’, de Beethoven, con arreglos modernísimos de Gregorio García Segura y letra de José Tous; también una canción italiana muy buena: ‘Yo no soy Magdalena’, y una inglesa, ‘The river cry’ (‘El río llora’).
-Oye, Sara, ¿la obra de teatro la financias tú?
-No; el empresario es José Tous.


DEMOCRATA
Dejemos el teatro para meternos en política. Unas recientes declaraciones de tipo político de la gran Sara Montiel hicieron correr bastante tinta en algunas publicaciones, cosa que Sara me dice ignorar completamente.
-Hace tiempo he dicho que yo soy demócrata y lo vuelvo a repetir, porque yo soy demócrata desde que tengo uso de razón. Me casé con un demócrata americano, y lo sigo siendo. Lo he dicho en una entrevista recientemente, pero no sé por qué la gente se sorprende. Ya en el año sesenta y cinco, y en una revista que dirigía Montalbán, ‘Siglo XX’, se publicó esto. Entonces, además, yo estaba casada, por lo civil, con Anthony Mann.
-¿Cómo marcha lo de la anulación de tu matrimonio, Sara?
-La anulación me la han denegado y hemos recurrido a Roma, mi marido y yo. Llevamos diez años esperando.
-¿Por qué todo cuanto tú dices tiene algo de polémico o se le saca punta?
-Tal vez porque yo soy diferente a los demás.
-¿En qué consisten esas diferencias?
-Pues en mi personalidad, muy determinada. A lo mejor es que soy muy sincera, cosa que he sido siempre y lo seguiré siendo, porque vale más ser eso que no hipócrita.
-¿Estás a favor o en contra del destape?
-Yo tengo una teoría muy especial de la libertad de cada uno, quizá porque he vivido muchos años fuera de España y porque sigo viajando mucho. Así que a mí el destape no me dice nada. Comprendo que hemos estado aquí más de cuarenta años llegando poco más de Alcorcón y, claro, ahora la gente se ha espabilado, la juventud cosa que me alegra mucho, y no veo nada que me impresione. No estoy ni a favor ni en contra; estoy en contra del mal gusto y a favor de lo estético. Porque yo voy al Prado y veo la ‘Maja desnuda’, de Goya, y me parece una maravilla.


LA FAMOSA LISTA
Y ya que hablamos de estética y mal gusto, se me viene a la cabeza la famosa lista que confeccionaron varios modistas, en la que incluyeron a Sara Montiel como una de las peor vestidas.
Sara lo ha tomado con buen humor.
-No me he disgustado, ¿por qué? Tampoco me voy a sentir acomplejada. La opinión de todo el mundo me parece bien. Como contraste, también todos vosotros, los periodistas, me habéis elegido Premio Naranja como la persona más agradable y más asequible a las entrevistas, y eso me enorgullece mucho más que lo que me pueda disgustar que unos señores digan que visto mejor o peor. Pero lo de la lista fue que metió la ‘pata’ Íñigo y les forzó a que declarasen eso y a enfrentar a los modistas con las actrices, cosa que me pareció de muy mal gusto. Yo me visto a veces en Lino y en Lucy, que es una modista maravillosa y me hace los trajes de actuar.


Alicia FERNANDEZ
(Fotos Juan Gallego)


EL RECORTE CLXIX
Entre proyecto y proyecto, entre películas y discos... la vida personal de Sara Montiel tenía de todo menos estabilidad. Los '60 los cierra con un matrimonio roto y con miras a una nueva relación que aún escandalizaría a la sociedad española. El divorcio de Chente fue igual de duro que insólito. Sara figura entre las primeras estrellas que obtuvieron la nulidad eclesiástica. Ella misma responde con silencios a medias en esta entrevista de la revista Semana con fecha de 3 de Mayo de 1969. 

SU GRAN CONFESION: “HE COMETIDO DOS GRANDES ERRORES EN MI VIDA”
SARA MONTIEL
nos descubre su intimidad
“AUNQUE ME HE CASADO DOS VECES, COMPRENDO QUE HE NACIDO PARA VIVIR SOLTERA”


La estrella, en su casa madrileña. Lujo, buen gusto y, sobre todo, comodidad. Aquí, María Antonia Abad se impone siempre a Sara Montiel. 

Siempre deseé conocer a Sara Montiel en su auténtica y verdadera dimensión de mujer. Y creo que es un deseo muy extendido entre el público; entre ‘su’ público, principalmente… ¿Cómo es ella lejos del ‘plató’ asfixiante, lejos de los focos cegadores, más allá de ese mundo tentador y apasionante –el cine-, donde la mujer y la actriz se entremezclan y confunden hasta crear una nueva y desconcertante personalidad?
He buscado a Sara Montiel en la intimidad de su casa. Ella me ha recibido con esa cordialidad, modestia y hospitalidad de que siempre hace gala con las personas que merecen su total confianza. Vive en la planta décima de un inmueble que se asoma a la plaza de España. Desde la terraza trasera, la vista alcanza a ver las crestas nevadas de la sierra madrileña. Me ofrece wihsky. Ella no bebe alcohol. Ni poco ni mucho.
-Estoy tomando unas vitaminas, ¿sabe? Para fortalecerme… A veces hago tonterías para adelgazar… No es que me preocupe demasiado el problema de la línea… Cuando engordo más de la cuenta, viene la dieta. A veces me excedo y tengo que recurrir a las vitaminas. ¡Un lío!


HOMBRES Y MUJERES
Está a mi derecha. Erguida como una estatua de carne, atentísima con el periodista. Viste un traje negro, largo, escotado, de diosa pagana. Sara, toda ella, exhala un atractivo poderoso, diferente… Y surge la primera pregunta:
-¿A quién gusta usted más, a los hombres o a las mujeres?
-Gusto a los hombres y me aceptan las mujeres, quizá porque nunca las ofendo con lo que hago y digo en mis películas.
-¿Es difícil alcanzar los dos objetivos, es decir, gustar a los hombres y caer simpática a las mujeres?
-No es difícil, cuando en cualquier situación, por muy atrevida que sea, hay dignidad, buen gusto y pudor…
Sara es una mujer de respuestas rápidas y concretas. Su inteligencia, más natural que cultivada, luce en todos y cada uno de sus conceptos. Sabe el terreno que pisa. Siempre lo supo. De ahí su éxito popular.
-¿Quién ha recibido hasta ahora más satisfacciones, la mujer o la actriz?
-La actriz –dice sin dudarlo. Y añade -: Como mujer, no termino de ser feliz. Quizá sea una mujer rara… O que mi profesión me envuelve demasiado. O que soy muy revolucionaria y me gusta vivir a mi manera… No lo sé…


La belleza serena de Sara rima perfectamente con la decoración de su casa. Pasan los años, pero la famosa actriz sigue inmarchitable. 

-¿Cómo se lleva con su marido? –pregunto de pronto.
-Unas veces bien y otras veces mal… -me dice, sencillamente.
-¿Ha cometido muchos errores en su vida sentimental?
-Dos. Y muy grandes.

FUERTE Y FEMENINA
Sara nunca pone especial énfasis en una u otra respuesta. Las frases parecen construidas por un ser infantil, de enternecedora sinceridad, dichas luego por una mujer muy hecha, que ha vivido y sigue viviendo intensamente… Arrastra las ‘eses’, envuelve cada palabra en una atmósfera cadenciosa, ideal para decir una declaración de amor a media voz.
-¿Arrepentida?
-¡No, no! Ninguno de ellos destrozó mi vida. Soy muy fuerte… -se queda pensativa. Y añade, como aclaración-: ¡Pero muy femenina! Soy Piscis.
-Vamos a ver, ¿cómo tiene que ser una mujer que se precie de serlo?
-Cariñosa, astuta, lista, ingenua, capaz de hacerse la tonta cuando sea necesario, siempre femenina…
Pienso que Sara se ha retratado a sí misma. Porque ella es muy cariñosa, muy astuta, muy lista, muy ingenua… Siempre el ‘muy’ por delante… Sara es un compendio de personalidades. Hay una Sara irónica y mordiente, que dispara dardos adobados con vocablos de la más honda raigambre cervantina… Hay otra Sara que parece indefensa, infantil… Y la desafiante, altiva, más Sara Montiel que María Antonia Abad. Y, siempre, orgullosa de apariencia y sentimental en el fondo.


Sara Montiel, en su piso madrileño, en la plaza de España. Lujo, elegancia y comodidad. En una esquina, el retrato escultórico de la actriz, en el apoteosis de su belleza. 


Sara se confiesa a SEMANA. Siempre fiel a su personalidad, la gran actriz, en alarde de sinceridad, nos habla de sí misma. 

-Se ha casado dos veces, Sara, pero yo pienso que usted ha nacido para soltera… ¿Me equivoco?
-No. Nací, en efecto, para soltera. Aunque Tony, primero, y José Vicente, después, hayan dicho que soy una mujer maravillosa…
-¿Cuándo se dio usted cuenta de que no servía para casada, antes o después de alguno de sus dos matrimonios?
-Sí, después de estar casada… Pero el destino es así. Si fuera posible me casaría por tercera vez…, aun sabiendo que no debo hacerlo.


MUJER, AL FIN
Quiero diferenciar por completo a la mujer de la actriz. Y profundizo más en su intimidad, aun corriendo el riesgo de pecar de indiscreto, de molestar a María Antonia Abad.
-Cuando se ve ante el espejo en la intimidad, ¿qué piensa?
-No pienso nada. Soy un poco coqueta… Donde sí pienso, y mucho, es cuando estoy en cama y tarda en llegar el sueño.
-¿Tiene preocupaciones en qué pensar?
-Sí, muchas. Siempre las he tenido. Nunca he podido vivir pasivamente.
Y surge la María Antonia entrañable, abierta a todos, tan sentimental, tan ‘sanchopanzesca’, que no en vano nació a la sombra de un molino manchego…
-De mí dependen siete sobrinos, tres hermanos, mi madre y un tía viuda de setenta y ocho años, que está enferma. Mi madre y mi tía están aquí, en casa.
Y María Antonia no duda en conducirme a la habitación, limpia y modesta, donde su tía está postrada. Tiene palabras de ánimo para ella. También veo a su madre, seria, enjuta, vestida de negro como las mujeres castellanas, que ya, ajenas a muchas cosas, ven desfilar ante sus ojos cansados las estampas monótonas de la vida… Aquí, en esta habitación llena de calor de hogar, me siento lejos, muy lejos, del mundo estereotipado de un estudio de cine, donde la actriz y la mujer se confunden, donde uno no sabe dónde comienza la verdad y termina la mentira.
-Sara, ¿se siente tan joven como hace diez años?
-Aunque algunos crean que tengo más años que mi madre –habla sin tapujos-, mi edad es ésta: treinta y seis años. Dicen que tengo cuarenta. Bueno, ¿y qué? Es la ‘facha’ lo que cuenta, ¿no?


En el gran salón de la casa hay un piano blanco, que sabe de cuplés y canciones de amor. La voz cálida de Sara las da nueva vida. 

ENEMISTADES Y ENVIDIAS
La tez, blanca; la piel, tersa. Como si nunca se hubiera bañado en el sol de la Mancha. Fotogénica hasta lo increíble.
-¿Tiene enemigos?
-¡Muchísimos! Soy guapa, joven, con dinero y bastante bohemia… Pero dejo en paz a mis enemigos… ¡Si quieren sufrir, que sufran!
-¿La envidian muchas personas?
-¡Llevo ajos en los bolsillos para espantar la envidia!


Este es el dormitorio de Sara Montiel. No cabe más elegancia y sencillez. 

No advierto petulancia en sus palabras. Es una sinceridad rabiosa, descarnada incluso. Es que, en el fondo de todo, ocurre que María Antonia Abad nunca olvida sus orígenes humildísimos, sus años de lucha, de brega contra obstáculos, condicionamientos y humillaciones; las épocas duras, desesperantes, que la obligaron a aceptar trabajos sin posibilidad de elegir, porque en casa hacía falta el dinero (en 1941, en Orihuela, cobraba dos pesetas diarias por envolver naranjas)… Y luego… Fatigas, muchas fatigas, hasta alcanzar el triunfo. Pero Sara Montiel ya no podría imponerse jamás a María Antonia Abad. A pesar de las luces de colores, de los aplausos, del dinero, e la fama… María Antonia estaba hecha en el yunque de la vida más dura.

ELLA Y LOS HOMBRES
-Antes de Anthony Mann –pregunto después-, y entre éste y José Vicente, ¿estuvo enamorada de otros hombres?
-Antes de conocer a Mann, sí, de varios… ¡Y muy importantes! Los hombres siempre me han rondado…
-¿Cuál fue su primer amor?
-Yo tenía seis años y él siete. Se llamaba Adolfo…
-¿Qué opina de los hombres, en general?
-Son muy egoístas, pero aun así me encantan.
-Los hombres de su vida, ¿en quién se fijaron más, en la mujer o en la actriz?
-En la mujer… ¡felizmente!
-¿Qué significó Anthony Mann en su vida?
-Él me hizo conocer la vida. Me llevaba treinta años… Yo era una ‘criúca’. Fue, para mí, un padre, el mejor de los amigos. Me hizo actriz y mujer. Me enseñó los secretos del cine… Gracias a él, si quisiera podría dirigir una película mañana mismo…
-¿Lloró mucho su muerte?
-No. Cuando leí en el periódico que había fallecido en Berlín, víctima de un ataque al corazón, me desmayé. Lloré después… Aunque divorciados, éramos muy buenos amigos. Cuando las hijas que tuvo con su nueva esposa venían a Madrid, me visitaban…


Sara, ante el piano. La reina, en su trono. 

Sara siente gran respeto por la memoria de aquel hombre. Mann, en efecto, se recreó perfeccionando a Sara Montiel. Esa fue su gran satisfacción. Nada más quería y nada más pidió.
-No tuvo hijos con Mann ni los tiene con José Vicente… ¿Ansía tenerlos?
-No. Y no visito a los doctores de Ginebra ni a los de Oslo. Si está de Dios que no debo tenerlos…, que así sea.
El piso es elegante. Una elegancia muy femenina, muy juvenil. Muchos detalles de buen gusto. Un lujo que no ahoga. Es el piso de Sara Montiel. El suyo. Donde vive, siente y, a veces, padece. Donde la mujer anula por completo a la actriz. La actriz solamente está ahí, en una esquina: el retrato escultórico, obra de Collaut Valera. Una Sara Montiel pétrea, segura de sí misma, que reta a todo y a todos, fortificada en su inmarchitable belleza. María Antonia sonríe, alza la cabeza…
Porque el mayor triunfo de María Antonia Abad es Sara Montiel.


Hebrero SAN MARTIN
(Fotos J. Torremocha)


LA FOTO CLXIX


Otra instantánea de la diva en su piso de Plaza de España. 


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