SARA MONTIEL
Historia de una diva
Aprendió a leer
con León Felipe en México. Ernest Hemingway le enseñó a fumar puros en La
Habana. Besó a Gary Cooper en “Veracruz”. El destino la salvó de acompañar a
James Dean el trágico día de su muerte. Marlon Brando se perdía por su forma de
cocinar los huevos fritos. Se volvió loca cuando desapareció su madre. Es el
sueño dorado de Pedro Almodóvar. Se siente de haber pisado la tribuna del
Partido Comunista Soviético que inauguró Lenin. Tiene millones de admiradores e
imitadores y es española. Terenci Moix la llamó por primera vez Saritísima,
aunque sus padres, en Campo de Criptana, la bautizaron con el nombre de María
Antonia Abad. Era muy joven, casi una niña, cuando Sara Montiel, entonces María
Antonia Abad, quiso dejar este mundo cruel arrojándose a la vía de un tranvía
de ciudad. El amor había llegado a su vida para convencerla de que sin él no
merecía la pena vivir. Pasaron algunos años y aquel rostro ingenuo y soñador
comenzó a perfilarse como uno de los más sugerentes del momento. Pasaron
todavía unos años más y la pobre manchega se había instalado en Hollywood,
mientras la última película que había hecho antes de marchar, “El último
cuplé”, rompía con todas las previsiones de taquilla en Europa.
Fue en 1957. Ella
tan sólo era una veinteañera y había cobrado 250 pesetas de dietas en los
cuatro meses que duró el rodaje. Decidió irse a hacer las Américas y triunfó.
Desfiló entre los grandes de Hollywood. Trabajó con Gary Cooper y Burt
Lancaster en “Veracruz”, de Robert Aldrich. Hizo amistad con Alfred Hitchcock.
La fotografiaron con James Dean dos días antes de su muerte. Tenían casi la
misma edad, habían coincidido en los estudios. Ella estaba rodando “Serenade”
(“Dos pasiones y un amor”). Dirigía su marido Anthony Mann. Mario Lanza, Joan
Fontaine y Vicent Price encabezaban el reparto.
Él estaba
haciendo “Gigante”, con Liz Taylor, Rod Hudson y el director George Stevens. “Estuve en varias fiestas con James Dean y muchas veces
había ido con él en el mismo coche con el que se mató. Se mató porque era miope
y no llevaba gafas. Iba al desierto a probar el coche, le gustaba mucho”,
recuerda Sara Montiel. “El caso es que las
fotografías que se hizo conmigo dos días antes fueron las que se publicaron en
todo el mundo, porque eran las últimas imágenes en vida de James Dean”.
Los últimos años
dorados de Hollywood dejaron muchos recuerdos a Sara Montiel. Ahora, sus
paisanos le preguntan constantemente cómo era Burt Lancaster o de qué color
eran los ojos del guapísimo Gary Cooper.
“Tenía
los ojos como mi padre, azul verdosos, intensísimos, preciosísimos. Gary Cooper
me gustaba mucho, pero entonces era muy mayor para mí. Cuando rodé “Veracruz”
yo tenía 24 años y él 54”.
No sabía lo que
estaba haciendo el día que Ernest Hemingway le ofreció el primer puro de su
vida. No podía imaginar que el detalle exterior más sugerente y provocador lo
adquiriría en La Habana y de las manos de un inolvidable de las letras. “Yo conocí a Ernesto en Cuba cuando fui a hacer “Piel
canela”, en la casa de Gómez Mena, una gente cubana muy importante entonces. Me
empezó a llamar “la bella segoviana”, porque cuando estuvo de corresponsal de
guerra aquí le tocó el frente rojo detrás de El Paular. Siempre me decía: “Tú
eres mi bella segoviana”. Me ofreció por primera vez un puro, porque yo fumaba
cigarrillos y, mira, desde entonces fumo puros”.
Foto: TERESA PEYRI
Ya en aquellos
años, Sara Montiel había tomado algunas decisiones difíciles que eran duramente
criticadas en la España del franquismo. “Yo pasaba
aquí por puta porque estaba casada por lo civil solamente. Y cuando me casé por
segunda vez no me dejaron hacerlo dentro de España”. La manchega de oro
recuerda también unas declaraciones que hizo a Manuel Vázquez Montalbán
definiéndose socialdemócrata, “casi vamos los dos a
la cárcel, ¡madre mía!”.
“O
sea –continúa-
, que yo soy muy clara y consecuente con mis ideas,
no políticas, porque yo no soy política en absoluto, aunque admiro a políticos
como Pepe Bono, el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha. Es un tío
sensacional que ha levantado la Comunidad. Es brillantísimo, sin deseos de
lucro, un hombre ejemplar, un socialista.”
Manchega hasta
la médula, Sara Montiel persigue sin pausa el trabajo de otros manchegos y
otros castellanos ilustres. Si Pepe Bono es “un tío
sensacional”, Pedro Almodóvar es “uno de los
mejores directores del mundo. Con él yo podría, indiscutiblemente, volver al
cine que dejé hace muchos años”. Y dice podría, porque todos los rumores
y las noticias que se han difundido en los últimos meses acerca de la próxima
película de Almodóvar con su musa Saritísima son sencillamente eso, rumores.
“Él
me ha ofrecido volver. Y aunque yo estoy muy dura para regresar al cine, con él
podría, remotamente, porque es el mejor y lo ha demostrado en Europa y América.
Como yo le digo que es tan cachondo como yo y tenemos un cerebro muy caliente y
somos los dos muy parecidos… esperemos. Bueno, es que sería un boom, imagínate.
Él, Pedro Saritísimo y yo, Sara Almodovarísima. Sería el único que podría
convencerme, pero yo dejé el cine hace mucho tiempo”.
Hace quince
años, exactamente. Rodó con Lazaga “Cinco almohadas para una noche” y se
despidió. “Hace miles de años me retiré del cine
porque quise. Fue cuando empezaba el cine de destape y yo estaba produciéndome
mis propias películas”. Claro que mucho antes había alcanzado una fama
insospechada y un público adicto que no ha dejado de seguirla. “Hacía una película por año, mientras las estrellas
españolas y de Hollywood hacían dos o tres. Pero yo no me podía hacer a mí
misma la competencia y mis trabajos seguían años en cartel en los mismos cines.
¿Me explico?”
Perfectamente,
pocos han sido los elegidos para llegar, posar y triunfar. “Yo estoy muy mal acostumbrada, no conozco lo que es el
fracaso artístico, por desgracia. El día que me venga no se cómo lo voy a
tomar”. Mientras tanto, la suerte la acompaña casi con la misma fuerza
de cuando estrenó “El último cuplé”.
“Soy
consciente de que he sido una artista que ha hecho películas que me han
proporcionado fama y con las que he dado mucho dinero a otras personas. Yo
también me hice millonaria a los dos meses de estrenarse “El último cuplé”.
Firmé un contrato para cuatro películas con Benito Perojo y por cada una me
daban 35 millones de pesetas de las de entonces, que equivalían a un millón de
dólares”.
LAS BUENAS COMPAÑIAS. Sara ha mantenido a lo largo de su carrera una buena amistad con grandes nombres de las artes. Con el poeta León Felipe (primera foto a la izquierda) compartió algo más que una gran relación amistosa; de hecho, Sara fue u último amor y su gran musa. Con el pintor Salvador Dalí (en el centro) charlaba de pintura, de música y de colores y luces, temas que apasionaban a los dos. Con Joan Miró compartía el amor por la misma tierra: la isla de Mallorca, donde tenían ambos su hogar.
CHICA DE PORTADA. Las más importantes revistas del mundo le han dedicado sus portadas en múltiples ocasiones. "Life", por ejemplo, sacó la imagen de Sara en su primera página nada menos que en tres ocasiones. Junto a la spublicaciones de información general, también su cara lució en los quioscos desde las revistas especializadas en cine, como "Cine-Revelation".
Un millón, dos o
tres, nada comparable a la adquisición de la categoría de mito, pero de mito “vivito y coleando. Y es que no paro, canso a un buey.
Date cuenta de que yo hace muchos años marqué un estilo, una época. La gente se
mataba por ver mis películas. Soy consciente y, conforme pasa el tiempo, lo voy
viendo con más parcialidad. Muchas veces lo he comentado con mi marido: “Fíjate
amor, ¿por qué sería? Salí con el cuplé y rompí con todo”. Las chicas querían
peinarse como yo, vestirse como yo, cantar como yo, porque yo, por primera vez,
canté sin gritar”.
Vocalizando,
utilizando el movimiento de los labios para provocar con cada nota, exagerando
a veces alguna palabra. “Una vez me encontré con
una sorpresa maravillosa. Llegué a la Universidad de Moscú y estaban enseñando
español a través de secuencias mías cantando y hablando, para que vieran la
pronunciación. También descubrí que pasaban películas a los sordomudos para que
vieran cómo modulo y cómo pronuncio. Fue maravilloso”.
Anécdotas
sorprendentes, momentos únicos, situaciones irrepetibles en la vida de una
manchega que aprendió a leer y escribir cuando la infancia se había quedado
lejos. “Empecé a aprender un poco con 22 años. Me
enseñó León Felipe en México, un privilegio maravilloso. También me enseñó todo
el teatro de los grandes escritores”.
Calderón,
Cervantes, Shakespeare,… tan lejanos hasta ese momento comenzaron a asomarse. “Luego me puso al corriente de la música, de la poesía,
con él aprendí mucho. Pero las cosas no se quedan tan grabadas cómo cuando eres
un niño. Aún con León Felipe fue empezar la ‘m’ con la ‘a’ ‘ma’, la ‘p’ con la
‘i’ ‘pi’…” Y es que Saritísima, el ejemplo de vocalización castellana,
confiesa que le debe mucho al poeta. “Yo debo todo
primero a mi madre, luego a León Felipe y después a Miguel Mihura”.
“Claro,
porque yo a Miguel le conocí siendo muy jovencita, con quince años, y fue un
hombre que influyó mucho en mi vida de niña-mujer. Fue muy cariñoso y muy amigo
mío, creyó muchísimo en mí, me enseñó muchas cosas de teatro y de la vida
porque yo no sabía nada”.
Poco a poco,
cerca de grandes hombres y apoyada en todo momento por su madre, María Antonia
Abad fue convirtiéndose en Sara Montiel. La fama, la fortuna, los amigos, los
amores apasionados, la riqueza, los viajes, se fueron haciendo más rutinarios.
Pero también llegaron los malos momentos. El peor, la muerte de su madre. “Perdí totalmente la… me volví casi loca. Me escapaba y
me iba a dormir a la tumba de mi madre durante casi tres meses. Hasta que un
día me cayó una tormenta y me refugié en la cripta de los enterradores. Uno se
presentó a las seis y media de la mañana, y le di un susto espantoso. Él era un
sordomudo, pobrecito ya murió; una excelente persona que se dio cuenta de que
no estaba bien. Estuve en tratamiento con el doctor López Ibor”.
Los amigos, los
buenos amigos, la ayudaron a recuperarse. Desde entonces, Sara sabe que “nacemos para morir”. Nada, sin embargo, consigue
que se resigne a querer más tiempo, mucho más tiempo. “Yo
deseo que vivamos mi marido y yo un poquito más de tiempo para ver crecer a mis
hijos. Me gustaría verlos, porque nosotros no es que seamos padres tardíos, es
que somos abuelos prematuros. ¡Uh!, no cambio nada, nada, nada, por mis hijos”.
Zeus y Thais, Thais y Zeus. Pequeños, “listísimos”, agredidos, según sus padres hace
unos años desde un artículo publicado en un diario. “No
soy vengativa, pero eso se paga. El hacer daño a un niño se paga. La vida es
muy larga, hija mía. El destino de las personas es un misterio, pero quien le
haga daño a un niño, ¡hummmmm!, mala cosa, lo lleva mal”.
Dice que no lo
entiende, que para ella es incomprensible, que sólo desea la paz en el mundo y
que no ocurran cosas como aquella. Habla y habla de sus retoños, del amor a “Jesucristo-hombre” que les intenta inculcar. Se
reconoce buena persona, “incapaz de hacerle daño a
nadie. Soy una persona muy normal, que respeta al prójimo, muy sentimental,
desinteresada, muy espléndida en el sentido de que lo doy todo, porque además
lo he hecho siempre desde pequeñita y así me moriré, osea…”
O sea, un
deshecho de virtudes, una joya. “No, yo tengo
muchísimos defectos, cariño. ¡Uh! Tengo muchísimos defectos, ¿qué dices? Pero
te quiero decir que la virtud es que me entrego a la persona, a la gente y no
le hago daño a nadie. Y la envidia, no tengo. Soy muy exigente en mi trabajo,
tengo un genio muy fuerte, no me dejo pisar, tengo un orgullo del demonio. No
sé”.
Un orgullo
profesional que la ha hecho merecedora de muchos aplausos. Que le ha permitido
llenar los locales donde actúa. Que le ha dado oportunidades de oro en el cine.
Que la ha convertido en Sara Montiel “Saritísima”. Un orgullo que,
incomprensiblemente, no le ha hecho olvidar el sudor frío que aparece al salir
a los escenarios, los nervios, el miedo.
“Un
miedo horroroso, no se por donde empezar. Cuando se tiene responsabilidad y
respeto a tu trabajo, a la escena, al público… Yo salgo con mucho miedo,
siempre es como si debutara. Luego ya entras y te adueñas”. Así dice que es,
“aunque esté la sala llena. Se te pone como una
laguna. Yo no creo en la gente que sale y que no suda y está perfecta y
proyecta la voz justo en el momento, o sea, matemática. Creo en el artista que
sale muerto de miedo y que, incluso, improvisa porque se ha equivocado”.
Es el mismo
miedo que siente ahora Sara Montiel unos meses antes de estrenar “Sara y
punto”, una serie musical en Televisión Española. Y los mismos nervios que
preceden a la presentación de un nuevo disco-show que prepara estos días con
Pedro Ruíz. “Es muy difícil de explicar cómo es. La
canción se llama ‘¡Qué noches!’: ¡qué noches tengo!, ¡qué noches paso!, ¡qué
noches soy!, o sea, una salsa, una ‘salsa-Sara’”.
Siempre
provocando, insinuando ante los millones de ojos que la admiraban desde antes
de que se casara por primera vez, y siguieron admirándola cuando contrajo
segundas nupcias y cuando encontró a Pepe Tous “amor”.
Sara insinúa, incluso, cuando recuerda aquella histórica audiencia con
Pablo VI, que el Papa le dio muchos consejos sabios: “Tiene
usted que hacer el papel de Eva Lavalier”, le decía.
"El último cuplé" lanzó a la fama internacional a Sara Montiel y fue además todo un record de taquilla a nivel mundial.
(Pincha en la foto de la derecha para verla más grande)
Tierna cuando
habla de Miguel Mihura y de León Felipe, “le quería
como a un padre, pero él se enamoró de mí como una fiera” ha dicho
alguna vez. Obsesiva al encontrarse en la memoria con su madre. Coqueta,
extremadamente coqueta cuando la asaltan con preguntas sobre los mitos de
Hollywood, “¡Uh! sí”. Dulce en su papel de
madre amantísima de sus pequeños. Directa y sincera reconociendo el dolor de
los malos momentos. Poderosa ante la lista de amores ilustres, de enamorados
continuos, de hombres arrastrándose a sus pies.
María Antonia
Abad. Campo de Criptana 1928. Once abortos, muchos amantes, tres maridos, una
actuación ante Franco, una mala contestación a Goebbels. Infinidad de
películas, discos, shows. Una madre, dos hijos, muchos aplausos.
Texto: BEGOÑA PIÑA
EL RECORTE CLXXVIII
Pocos años antes de fallecer Pepe Tous, Sara Montiel estaba inmersa en proyectos que llevó a cabo, algunos, y otros no, pero que la mantuvieron en la brecha del interés por el mito en excelencia del cine español. "Sara de Cine" o "Sara y punto" fueron los que la mantuvieron ocupada en 1989. La revista Tiempo, en su número de 20 de Noviembre de ese año, la llevaba a su portada y recogía en el interior una entrevista realizada a la actriz.
SORPRESA / NUEVO DISCO QUE INCLUYE LAS CANCIONES MAS
FAMOSAS AMERICANAS
La reina del cuplé y mito erótico de la España de
siempre, presenta, desde su perpetua perspectiva, un nuevo elepé: Sara Montiel de cine, a la par que
prepara la serie televisiva Sara y punto.
Entre espejos como piedras y pechos adobados en oro, Sara Montiel abre las
entrañas para hablar de sí misma.
SARA
MONTIEL
-¿De nuevo en la
brecha? ¡Vaya marcha que tiene usted, Sara!
-Es
que me lo pide el cuerpo. No puedo vivir sin trabajar. Por eso me decidí a
grabar este último disco en Londres. He recopilado canciones famosas
americanas, de esas que no mueren, y luego, claro, las mías de siempre.
-Y Televisión en
plan estrellaza también, ¿no?
-Estoy
metida de lleno en el rodaje de Sara y
punto, una serie de siete capítulos que durará una hora cada uno y en los
que canto, bailo y tengo invitados para que hagan cosas originales. Hay
diálogos, en fin, procuro que sea original y poco visto.
-Da la impresión
de que desde que dejó el cine se lo monta de Tele en plan “yankee” total…
-Sí,
sí, a partir del año 76 dejé el cine porque ya no me interesaba. Ahora el
cuerpo sólo me pide shows para televisión y discos. Lo próximo
serán canciones de amor maravillosas porque yo creo que el amor no tiene
fronteras y no tiene final. O sea el amor sigue en la brecha de todos nosotros.
-¿Hay algo del
amor que usted no sepa?
-Bueno,
saber sobre el amor… se sabe que amas, lo mismo que amas a Dios, a los
animales, a las flores, al hombre, los niños, eso es el amor. A un hombre que
te gusta, del que te enamoras como de mi marido, pues eso es amor también.
-¿Su panegírico
sobre el amor concuerda mucho con lo que le pide el cuerpo?
-El
cuerpo me ha pedido y me pide bulla. Siempre estoy activa e intensa. Sin
trabajar, y mientras el cuerpo aguante, no puedo estar. Me voy a América,
vuelvo, grabo discos, preparo galas en verano.
-Y usted es de
las que ha dado caña a los hombres. Tiene un historial clínico-humano de
envidia…
-Porque
he vivido mucho y a tope. Ten en cuenta que he conocido a lo mejorcito, Gary
Cooper, León Felipe, Hemingway.
-Y amantes a
pala.
-Bueno,
siempre he dicho que yo llamo a los amores catarros. Soy, o mejor dicho, he
sido, propensa a ellos y me era difícil quitármelos de encima. En cambio amores
sólo dos: mi primer marido, Anthony Mann, y Pepe Tous, el de ahora, y espero
que el último.
-¿Seguro que ya
no lo dejára?
-Sólo
me divorciaré de Pepe cuando salga otro nuevo elepé.
-¿Qué me dice?
-Por
la publicidad, ja, ja, ja. No, mujer, es una broma. Me río de la gente que es
capaz de hacer estas cosas para que hable y se publique.
-Se ríe usted
como una diva, Sara.
-No
cariño, yo soy una persona sencilla. En la época en que yo era la figura más
importante del cine desde Rusia hasta la Patagonia, incluido Estados Unidos, ya
era entonces como soy ahora, sencillísima.
-No me negará
que lo suyo va de mito erótico.
-Eso
son cosas que siempre ha dicho la prensa, porque yo no he ido nunca ni de mito,
ni de erótica.
-Pues siempre va
vestida de súperseductora.
-Tampoco.
Lo que pasa es que tengo una personalidad muy definida, muy de Sara Montiel.
Pero repito que voy de normal. Lo que no quita que considere mi deber y mi
obligación el aparecer en público arreglada y puesta.
-¿Y desde cuándo
supo que era Sara Montiel?
-Desde
los cuatro años. A esa edad tuve una larga enfermedad y luego ya tuve claro que
yo quería ser una gran artista y cantante.
-¿Y qué
seduciría a las masas?
-Todas
las mujeres nos damos cuenta del gran poder seductivo que tenemos. Es muy
importante que la mujer conquiste al hombre que le guste, que sea muy femenina
y que se deje llevar por su hombre o, por lo menos, que le dé a entender al
hombre que es importante.
-¿Aunque no lo
sea?
-Sí,
sí, aunque no lo sea.
-¿Y nunca le ha
dado por escribir libros de belleza, o de recetas? Algo como “Así adelgacé” o
“Cómo triunfar”, o “Cómo me puse estupenda a los 60”. Las de Hollywood se
forran.
-No,
mis tiros van por otro lado. Yo estoy recopilando mi biografía, mi vida pasada,
mis momentos, mi familia, cómo empecé, cómo llegué a ser Sara Montiel, cómo me
enamoré la primera vez. Todo lo que me ha pasado en la vida.
-¿Lo ha tenido
fácil?
-Yo
he luchado como una leona. Aunque debo reconocer que he sido una mujer de
suerte. He tenido y sigo teniendo grandes amigos. Y, fíjate, la suerte que tuve
de poder hacer El último cuplé y lo
maravilloso que fue el tener la oportunidad de trabajar con Gary Cooper y Burt
Lancaster, que no es moco de pavo.
-Pues
no sé si lo soy, pero me gusta la gente que me quiere y yo me entrego a ella.
-¿Hubiera
cambiado su carrera por tener diez hijos?
-No
me lo he planteado porque nunca he tenido la suerte de tener diez hijos. Tuve
once abortos y ahora tengo mis dos hijos, y si ahora lo tuviera que dejar todo por
ellos, por supuesto que lo haría.
-Se la ve muy
tranquila ahora en su nido. Con su Zeus, su Thais y su Pepe.
-Mi
vida ha cambiado por completo. Ha dado un giro de millones de grados.
-¿Ha cambiado
los impulsos por la armonía?
-Veo
la vida con mucho equilibrio. Con una luz muy clara, porque con ellos tres he
comprendido muchas cosas que antes no comprendía y estoy viviendo la felicidad
y las pequeñas cosas que te da la vida de una manera diferente.
-Aparenta
llevarse muy bien con sus cumpleaños.
-Para
mí el problema de la edad no existe. Los años que cumplo son bien venidos. Yo
lo del tiempo nunca lo he pensado. Ahora nos preocupamos por los niños, porque
nos vemos ya mayores y nuestros hijos son muy pequeñitos. Yo quisiera seguir
viviendo para verlos crecer.
-¿Alguien la ha
llamado frívola?
-Sí,
pero gente que no me conoce y, claro, me ha traído sin cuidado.
-¿Y antigua?
-Eso
no me lo ha dicho nadie porque siempre he sido la más adelantada.
-¿Es de las que
pone las zapatillas al marido cuando llega él a casa?
-A
Pepe le cuido mucho y él a mí también.
-¿Y cómo se
cuidan?
-Cuando
llegamos a casa después de tanto trabajo agotador le digo: ‘¡anda, dame unos
masajitos en los pies que me duelen de tanto estar de pie, o ráscame en las
plantas –porque no tengo cosquillas-, y él me da un masajito. Y a él le encanta
que le rasque y que le haga cosas con las uñas, y entonces me da esas patas tan
largas que tiene para que yo le pase los deditos, y le encanta.
-¿Se machaca a
base de régimen y gimnasia?
-El
ejercicio lo hago en las horas de trabajo, subiendo y bajando. Arriba y abajo.
Comer como poco. Y también por las noches en mi casa me tomo una tilita y me
pongo un camisoncito largo, porque no soy de pijama. Soy muy femenina. También
me doy baños de relax.
-¿Camisones y
ropa interior, en qué tonos?
-En
oscuros y claros, pero siempre en seda natural y muy sugerentes. Hay que cuidar
los detalles.
-¿Qué es en
usted lo más auténtico?
-La
sinceridad y la fe.
-¿Y lo que más
le preocupa?
-Cosas
como el Sida y el terrorismo, o que a mis hijos no les ocurra nada grave. Y,
eso sí, que tengamos salud y trabajo.
-¿Y el éxito?
-El
éxito es seguir trabajando y estar enamorada de mi trabajo. Yo creo que una
artista siempre está empezando porque siempre está trabajando y continuamente
creando.
-¿Así que la
tendremos en el candelero para rato?
-Estoy
mejor que nunca, tengo una voz de morir y no me puedo quejar, porque a la vista
está, ni de mi cuerpo, ni de mi cara, ni de mis reflejos. Conmigo no hay quien
pueda.
Por KARMELE MARCHANTE
LOS DIAS CONTADOS
EL ESCOTE DE LA INTELECTUALIDAD
MARTES. EL OTOÑO DE SARA. Otra vez Sra.
Todos los años trae Sara una noticia a Madrid y organiza el pitote con su
presencia. Sara es Sara. O sea, Sara Montiel, Antonia para aquellos que presumen
de haberla tratado más allá de las fronteras artísticas. Sara es una mujer que
se desliza con gran habilidad por la vida. Lista, coqueta, voluptuosa y
elemental. Obsequia a los intelectuales con su amistad, y a los mastuerzos, con
su pasión. Para todos tiene una palabra, un beso, un mohín de complicidad o un
guiño de erotismo. Esta noche, en Archy, Sara ha reunido a amigos, seguidores,
periodistas, intelectuales de su quinta y fervorosos de todas las calañas para
presentar un disco con una recopilación de los éxitos de su carrera. Sara se
adorna el escote con plumas de marabú y ofrece su perfil sabiamente maquillado.
Emilio Romero le dedica un piropo en forma de espich. La cohorte aplaude. Luís Cobos, Moncho Borrajo, Pedro Ruíz,
Otero Besteiro, Buero Vallejo, Alvárez Solís, Vicente Parra, Joaquín Calvo
Sotelo, Pepe Rubio, todos hacen causa común. Por el careto de Vicente Parra
pasan los años y casi los siglos. Por la sonrisa vitaminada de Luís Cobos pasa
el éxito. Echo en falta a Paco Umbral, impenitente seguidor de la estrella.
Paco y Sara están muy compenetrados. Los destapes de Sara siempre repercuten en
la garganta de Paco. Sara pone el escote y acto seguido él pone la faringitis.
Simple cuestión de entendimiento.
Coqueta. La siempre bella Sara Montiel acaba de presentar su nuevo disco, toda una recopilación de sus mejores éxitos.
Tras el copetín
de Archy, emigración masiva hacia el Lope de Vega, donde el diario Ya presenta la película Abyss. Para rizar el rizo de la
cienciaficción, Pablo García Trevijano se reencuentra con María Vidaurreta. En
estas noches de friolera temprana, las taquicardias cunden a gusto.
LA FOTO CLXXVIII
Saludamos a los seguidores de Alemania, China y Ucrania que en las últimas semanas han multiplicado, muy considerablemente, sus visitas.
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