SARA MONTIEL:
“mi cuerpo sólo es importante de garganta para
arriba”
“EL CINE DE ‘DESTAPE’ NO ME VA. MI PUBLICO TIENE
BASTANTE CON MI CARA”
Este
otoño-invierno puede ser como un nuevo “Último cuplé” en la carrera de Sara
Montiel. Tras un “stop” inteligente y prudencial –la manchega necesitaba
enderezar su vacilante quehacer cinematográfico-, los vientos vuelven a soplar
favorablemente para el corazón y el trabajo de la “estrella”. Lo que Sara ha
hecho, lo que es, lo que representa, está siendo reivindicado. Ya no hay
chacota al hablar de la Montiel, ojo. La película que hizo con Bardem
-¡pásmense ustedes!- bate récords de taquilla en casi toda España. Una vida
nueva empieza para ella. A los cuarenta y pico, tras el impacto de “Varietés”,
Sara Montiel punto y aparte.
-¿Qué
si mi momento actual es mejor que cuando “El último cuplé”? Te diré… Yo diría
que es diferente. En estos doce años han pasado muchas cosas: lanzaron la bomba
atómica, el hombre llegó a la Luna, ya se sabe lo que hay en otros planetas. Yo
me encuentro mucho mejor.
-Oiga, que la
bomba atómica fue en el año cuarenta y cinco y de “El último cuplé” acá han
pasado casi quince…
-Es
igual.
¿QUIEN DIJO QUE SOY UNA MUJER AGRESIVA?
No acusa al
despiste. Vive su mundo. Le basta y le sobra para subsistir. Cuando Emilio
Romero afirmó que Sara era un mito nacional, no se equivocaba. Es como Manolo
Benítez ante los toros y Raphael en la música. Ella compendia las mejores
virtudes, los grandes defectos de nuestro pueblo. Tiene genio, temperamento,
constancia, orgullo y cabezonería. Es vehemente, irresoluta, desconcertante.
Tiene instinto, raza y personalidad.
-Algunos
afirman que soy una mujer agresiva. ¿Agresiva yo…? Vamos. Claro está que si
alguien viene a comerme, no voy a quedar con los brazos cruzados. Lógico es que
tenga genio y personalidad para los que tratan de embestirme. Con la mayoría
procuro –y creo que lo consigo- quedar educada y tratable. Soy una mujer
normal, créelo. Normal y sincera. ¡Ay, esto de la sinceridad me va muy mal!
Bueno, sincero, lo que se dice sincero de la cabeza a los pies no lo es nadie.
A la hora de la sinceridad soy normal, porque sigo creyendo que toda la gente
es estupenda.
-¿Habla
demasiado?
-No
peco por exceso. Soy sincera porque digo las cosas sinceramente. Y es que no sé
mentir.
-¿Nunca?
-Hombre,
sólo digo la mentira piadosa, la que tienes que decir para no resultar
impertinente. Tendría que nacer de nuevo para saber mentir.
"Soy barro maravilloso dispuesto a ser moldeado por cualquiera"
"Cuando deje de ser guapa me dedicaré a dirigir teatro"
AFIRMA QUE ES FIEL A SU MARIDO
-¿Cómo le va el
matrimonio? Porque la gente dice…
-Sé,
ya sé todo lo que se comenta. Son habladurías, chismes de los periodistas.
Incluso han llegado a publicar que pensaba casarme de nuevo. ¡Qué barbaridad…!
Yo soy fiel a mi marido. Yo respeto mucho a mi marido. Pero también hay otras
personas que me estiman y quieren. Pero, repito: soy casada, respeto a mi
marido y soy feliz con él. Y cuidado con lo que digan; porque yo hablo un
castellano muy claro que no se presta a dobles intenciones. También quiero
tener mi vida privada. Todo el mundo la tiene, ¿no? Me gusta que se ocupen de
mi carrera y de mi vida íntima. Pero cuando me hacen preguntas fuera de lugar,
contesto o no. Cuando veo un león con ganas de lastimarme, entonces me pongo
agresiva. Pero no siempre estoy como algunos pretenden hacer creer a sus
lectores.
Lo están
comprobando: es más inteligente de lo que muchos –y muchas- piensan. Ha tenido
baches artísticos. Son lógicos en una carrera tan prolongada. Pero supo, sabe
rectificar a tiempo. En ocasiones juega con sus palabras. Alguna de sus
entrevistas podría figurar en una antología del disparate. Pero si ahondásemos
cada palabra y llegáramos a una disección verbal, acabaríamos desembocando en
la genialidad.
-Hemos
hablado de mi marido “así” como por encima. ¿Sabes que no me gusta eso de
marido a secas? Lo de marido-marido queda muy vulgar. Por eso digo siempre que
tengo un marido que, además, es amante. Sí: mi amante marido. Yo soy la amante
esposa o la esposa amante.
Se le calculan
doscientos millones de ganancias. Pueden ser muchos o pocos, según se mire. En
joyas tiene invertidos más de cuarenta. Más que de brillantes y esmeraldas,
prefiere alardear de ser cliente de Cartier o Tyfannis.
PIDIO A BARDEM QUE LA ACEPTASE COMO MERITORIA
-Cuando
me pregunta si las joyas que llevo son falsas, contesto con un “Toda mi persona
es falsa: hasta la piel. Cada mañana paso dos horas estirándola”. ¡Claro que
tengo joyas buenas! De algo tiene que servirme haber tenido dos maridos.
Noviembre marca
una nueva faceta en su carrera. Inquieta ella, no quiere ponerse ante la cámara
sino detrás. Y piensa subordinarse a las órdenes de Bardem como una simple
ayudante de dirección.
-Le
pedí que me aceptase como meritoria y contestó encantado. Cobraré el sueldo
normal, aparte dietas y gastos de hotel. Rodaremos en Las Palmas y la película
estará protagonizada por Omar Shariff y James Mason. En la historia están
mezcladas varias narraciones de Julio Verne.
-¿Se pone a las
órdenes de Bardem para aprender o con la única intención de comprobar lo mucho
que sabe sobre el cine?
-Este
trabajo no resultará nuevo para mí. En Hollywood estuve siete años “script” de
Anthony Mann, mi primer marido. Por ahí van diciendo que lo sé todo sobre
técnica cinematográfica. ¡Qué más quisiera…! Me limito a conocer mi oficio,
como tú debes saber el tuyo. Hay que estar enterado de lo que haces, ¿no? Yo
nunca me impuse a ningún director. Soy un barro maravilloso dispuesto a ser
moldeado por cualquiera.
-Por una
temporada –no sabemos si corta o larga- verá el cine desde otro ángulo. Ya no
será la “estrella”. ¿Qué es una “estrella”?
-Una
señora guapa, una personalidad equis.
-¿Y una actriz?
-Una
buena intérprete que casi nunca llega al público. Yo estoy más cerca de la
“estrella”. Las dos cosas son difíciles de lograr.
"Le pedí a Bardem que me aceptase como meritoria, cobrando el sueldo de una operaria". Después de "Varietés", ¿qué nuevo fruto dará la unión profesional Bardem-Montiel?
CUANDO SEA FEA, DIRIGIRA TEATRO
-El día que se
retire, ¿piensa dedicarse a la dirección?
-Es
un supuesto muy lejano. Sólo puedo anticiparte que cuando deje de ser guapa, me
dedicaré a dirigir teatro. Creo que puedo hacerlo muy bien.
-¿Su fama como
regidora llegará a desbancar la que tiene como mujer imponente?
-No
lo creo. Es otro trabajo diferente, aún en el caso de que dirigiese cine. No
puede compararse en popularidad. El director está detrás de la cámara, su
físico nunca llega al gran público. La gente puede conocer el nombre de Fellini
o Visconti, pero no tiene idea de si son señores feos o guapos.
-En “Varietés”
exhibe su anatomía generosamente. ¿De los cuarenta para arriba… es necesario el
destape?
-Bueno,
yo no tengo cuarenta sino treinta y siete. De todas formas, te contestaré:
desnudarse únicamente es necesario cuando la “estrella” del filme no sirve para
otra cosa. El cine de “destape” no me va. Yo soy otra cosa. Yo no tengo que
desnudarme porque tengo suficiente con enseñar de la garganta para arriba.
-¿El resto no le
importa? ¿Tan poco valora sus curvas?
-No
pueden compararse con la cara. Es lo más importante de mi persona.
-¿Y qué me dice
del alma, de los sentimientos, del corazón?
-Hombre…
Eso todavía es más importante. ¿De qué te sirve una cara bonita si tienes la
cabeza hueca? Sería horrible tener únicamente un rostro hermoso. Lo importante
es no estar mal y tener algo dentro. El que aseguró que la cara es el espejo
del alma, sabía un rato.
Pero mucho menos
que Sara Montiel, ¿no les parece? Menuda labia.
JESUS MARIÑAS
EL RECORTE CXCV
"Varietés" se rodó y se estrenó. Y constituyó un nuevo éxito profesional para nuestra estrella, que por aquellos inicios de los '70 estaba comenzando ya el que sería su último perfil artístico. Así se intuye en este número de Ama con fecha primera quincena de Febrero de 1971.
SARA MONTIEL
VERSION 71
RODARA CON BARDEM LA PELICULA “VARIETES”
PREPARA UN PROGRAMA DE TELEVISION CON CATORCE
CANCIONES
Llegó de Méjico
hace pocos días. Sara Montiel ha dejado en tierras aztecas un contrato para
rodar una película fabulosa y… doce kilos de peso. Una cura de reposo y un
régimen severísimo han obrado la transformación. La Sara que tengo ante mí,
vestida con un conjunto de pantalón y casaca de lanilla negra, el pelo negro,
suelto y lacio, caído sobre los hombros, y los ojos “supermaquillados”, tiene
una figura esbelta, que se parece más a la guapa actriz de los tiempos en que
rodó “El último cuplé” que a la estrella que hace poco recorrió cantando los
escenarios españoles, con aires de “señora estupenda” envuelta en blondas,
encajes de chantilly y trajes de 70.000 pesetas atestados de pedrería.
Sarita tiene en
España noticia cinematográfica. Una película con Bardem, nada menos. Y sus
admiradores se preguntan: ¿Encajará en el estilo de este director? ¿No tenemos
a la vista otro “drama” parecido al que ocurrió en el rodaje de “Tusset Street”,
cuando Jorge Grau intentó cambiar el estilo tradicional de la estrella? Sara
sale al paso de estos rumores con su espontaneidad rápida, casi agresiva:
-No,
no. Bardem es el director con más talento que he conocido, y Grau es
terriblemente malo. No se pueden comparar. Bardem está entre los mejores
directores europeos.
Se sienta en el
mullido sofá del cuarto de estar. “Cuqui”, la perrita color chocolate, la
perrita meliflua de las uñas pintadas, salta impaciente entre los cojines.
-Cuéntame cómo
va a ser tu nueva película.
-Se
llamará “Varietés” y empezará el rodaje en marzo. Es una película totalmente
musical: la historia de una cantante. El guión está terminado y es precioso.
Escogí como director a Bardem porque es sensacional, muy humano, ¿sabes?
Además, somos amigos de siempre. Su padre y su madre han intervenido en dos
películas mías.
-¿Crees que te
has encasillado definitivamente en un tipo de películas?
-No,
porque en la variación está el gusto. Todo el mundo me concibe cantando y por
eso canto. A mí lo que más me gusta es cantar, aunque sea una estrella y no una
cantante. Canto con mi estilo, suavemente, de forma dramática. Mi éxito está en
que yo llegué a la canción cuando todo el mundo creía que triunfar consistía en
dar más gritos que nadie. Yo interpreto canciones de amor, sobre todo. Cosas
bonitas y románticas. Yo no canto canciones protesta porque vivo muy bien en mi
país y no tengo nada de qué protestar; el que no viva bien que se marche.
Sara Montiel, luciendo un elegante abrigo midi, con adornos de piel de foca, y un suntuoso vestido azul con flecos y bordados de pedrería.
-¿Y el contrato
que has firmado en Méjico?
-Es
para una película que se va a rodar en el setenta y uno. He ido con mi abogado
para formalizar el contrato. Va a ser una película por todo lo alto, que
dirigirá Roberto Gabaldón. Tiene un presupuesto de ochenta millones de pesetas,
y es histórica. Yo haré de una mujer que Felipe II manda como embajadora a
Méjico para espiar al virrey.
-¿Qué opinas del
cine español?
Sara se yergue
en su sillón y, con sus ademanes expresivos y su gesto que oscila entre la gran
diva y la aguerrida moza manchega, contesta:
-Sensacionalmente
bien. Hay directores fabulosos. Ayer estuve con un gran amigo mío, Carlos
Saura. Cuando nadie le conocía yo sabía ya que era un chico que prometía, y ya
ves se me equivoqué.
MILLONARIA
En el
magnetófono, rompiendo su sonido entre los cientos de “bibelots”, cojines y
figuritas del cuarto de estar, suena el último disco de Sara. Su voz, profunda,
de matices entrañables, se desparrama en el ambiente: “Cuando se quiere de
veras, como te quiero yo a ti”. Es su último “long-play”, que Sara califica con
su adjetivo favorito: “sensacional”. En el terreno de la canción también tiene
noticia. Prepara un “show” musical para Televisión Española. Catorce canciones
y un nuevo y fabuloso vestuario. Todavía recordamos, hace ya mucho tiempo, una
vez que Sara cantó en TVE. Su madre estaba entre el público y la artista se
dirigió hacia ella y le dedicó una canción. Mucha gente criticó esta actuación “fuera
de programa”, pero los que la conocen saben que en estos arranques de
sentimental sinceridad se encuentra una de las facetas más destacadas de la
personalidad de Sarita.
Una simpática expresión de Sara en su "nueva versión 71".
-¿Por qué apareces
en televisión con tan poca frecuencia?
-Porque
cuanto menos se la ve a una, mucho mejor. Está demasiada gente quemada. No
quiero dar nombres, pero hay unos cuantos cantantes importantes que, a pesar de
todo, ya no son ninguna novedad. He aparecido en Televisión Española sólo dos
veces, en el año sesenta y en el sesenta y dos. Ahora, voy a ir porque ya
estaban casi molestos conmigo. Yo no estoy quemada en ningún sitio. Tampoco en
el cine, por eso hago sólo una película al año.
-Sara, ¿tú crees
que eres una persona difícil de manejar?
-No,
¡qué va! Se equivocan al verme tan sofisticada o con una manera de ser fuerte;
bueno…, enérgica sí lo soy, pero al mismo tiempo no soy nadie; quiero decir que
no me como a la gente cruda. Es que conocer a la gente es muy difícil. ¡Si ni
siquiera nosotros mismos nos conocemos!
-Tú estás
considerada como una estrella millonaria. ¿Vas a ganar mucho dinero en tu nueva
película?
-De
momento, no te puedo decir cifras, porque es una coproducción y no cobraré
hasta que se estrene, pero yo soy la estrella española que da más dinero a los
productores. Si yo me he hecho millonaria, ellos muchísimo más. Perojo, Elvira,
Cesáreo González… han ganado mucho dinero conmigo. ¡Sí, las mías son las
películas más comerciales que existen! Sólo Sara Montiel puede permitirse el
lujo de escoger temas, rechazar guiones y ganar, a pesar de todo, muchos miles
de duros en cada película.
-Seguramente, “El
último cuplé” fue uno de tus papeles más cotizados.
-En
“El último cuplé” no me pagaron nada, precisamente. Sólo cien mil pesetas.
La luz de la
tarde se cuela por la habitación, en penumbra… En el cuarto de estar del piso
de la plaza de España aumenta cada año el número de “bibelots” de todos los
estilos, que se apiñan, como asfixiándose, por los rincones. Unos fotógrafos
llegan para fotografiar a la estrella, para la portada de uno de sus discos.
Sara me cuenta que, como las grandes actrices americanas, ella tiene también
sus fotógrafos particulares. Sara conoce, mejor que nadie, el gesto que da la
auténtica belleza de su perfil, y dirige hasta el último golpe de “flash” que
disparan sobre su rostro, por el que el tiempo parece no pasar nunca. Nadie
como ella para tramar trucos publicitarios. Sara siempre pisa fuerte. Cuando es
la superestrella y también cuando es,
sencillamente, María Antonia Abad, la chica de Campo de Criptana que ha llegado
a la cima sin olvidarse nunca de los suyos.
Sara tararea una de sus canciones sentada en el piano de su casa.
Sara, que no ha
encontrado la verdadera felicidad en el amor, se vuelca en el cariño hacia los
suyos: sus hermanos, sus sobrinos. La muerte de su madre fue el momento más
difícil de su vida. En su conversación la recuerda constantemente. Y cuando la
fiebre del cine, de los contratos y de las canciones le deja unos días libres
acude con frecuencia al cementerio para dejar un ramo de flores sobre la tumba
de su madre.
SIEMPRE EN FORMA
Se ha puesto un
pantalón y un suéter de canalé marrón, con un ancho cinturón de ante. Sara
quiere demostrar ahora que aquellos comentarios negativos que circularon sobre
su figura fueron humo de pajas solamente.
-Los
kilos de más no tienen importancia. Eso se quita en una temporada, y en paz.
Paso un hambre horrible, pero es algo que, al fin y al cabo, tiene arreglo.
Pasa como en el chiste del borracho que iba por la calle y una chica fea se le
acercó y le llamó ¡borracho! Y entonces el hombre contestó: “Sí, pero eso se
quita”. Con los kilos ocurre lo mismo, se quitan. Lo demás es lo que queda.
En el tocador de su cuarto, adornado con figurillas y "bibelots" orientales, los favoritos de la actriz.
-¿Sigues un
régimen muy severo?
-Cómo
sólo ciento cincuenta gramos de carne a la plancha, sin sal, al mediodía, y
otros tantos por la noche y una taza de café aguado, con sacarina. Nada más.
Con este régimen he adelgazado doce kilos en un mes. Tomo unas pastillas que
matan el hambre, y muchas vitaminas; pero, claro, sólo puedo hacer estas cosas
en las temporadas de descanso. Cuando trabajo es imposible. Seguiré así hasta
el día primero del próximo mes. Después, tendré un régimen, pero más flojito:
nada de sal, poco líquido, nada de pan, y no me dejan comer verduras. Mi peso
normal es de sesenta kilos; ahora peso cincuenta y ocho, pero antes de la
película pienso quedarme en cincuenta y cuatro.
“Cuqui” salta
impaciente entre los almohadones. Se ha hecho tarde. Sara seguiría hasta el
infinito con su caudalosa conversación, en la que se mezclan los dos aspectos
de su personalidad: la gracia desgarrada y chispeante de moza manchega y la
diva siempre en pose cara a la galería.
Un momento de la entrevista. Sara lleva un jersey de canalé negro y sostiene en sus brazos a su perrita "Cuqui".
ECRIBE: JOSEFINA FIGUERAS
(FOTOS ROBERTO)
LA FOTO CXCV
Nuestra Saritísima en su "Varietés".
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