SE SACRIFICA POR SU
CARRERA Y SU FIGURA
A pesar del
tiempo transcurrido, sigue siendo ‘Sarita’ y muy pocos se atreven a llamarla
‘Sara’. Existe un algo en esta mujer que ha hecho época en el cine español, y
sus proyecciones hacia América se amplían. Porque ese ‘algo’ no desaparece con
el paso del tiempo, sino que se hace más patente y sigue atrayendo y subyugando
audiencias. Por segunda vez consecutiva en un año (1978) retornó a Puerto Rico,
Sarita Montiel.
Muchas cosas se
han dicho bien, o mal intencionadamente, de la diva que es Sarita. Otras, las
ha dicho esta singular mujer con su gracioso acento y un enorme desparpajo. Y
esta vez vamos a analizar los factores que componen a Sarita y que son
responsables del éxito y el arraigo mundial de la afamada actriz-cantante.
El ‘estilo’ de
Sarita Montiel ha sido muchas veces imitado y como es natural, jamás igualado.
Esto último se debe a que su estilo ha sido una cosa muy bien pensada y
planificada. Desde el momento que dejó de ser ‘Antonia’ (su verdadero nombre),
para convertirse en ‘Sarita’, había unas razones para todo lo que se hacía.
Como con toda cantante, vamos a analizar primeramente la voz. La voz de La
Montiel no tiene nada de potente y esto sin embargo no es un defecto en ella.
En otros, sí lo es. No es éste un defecto, porque se recurrió a un factor que
se convirtió en parte principal de su estilo. Sarita ‘dice’ y ‘susurra’ sus
melodías de tal manera que parece acercar a la audiencia a su ‘intimidad’. Da
la sensación cuando ella canta, de que nos está contando en un secreto cosas
muy importantes del corazón.
Complemento de
la voz son los labios de esta impresionante mujer. Los labios son parte de
todos los humanos. Pero en Sarita Montiel se convierten en un arma más para
atraer las personas y mantenerse vigente como cantante y actriz. ¿Se ha fijado
usted que al frasear una canción sus labios parecen estar dispuestos a
besar?... Por medio del maquillaje se resalta siempre la carnosidad de esta
parte del rostro de Sarita, con unos tonos lápices labiales sugestivos. Se
complementa la imagen sensual con unos ojos grandes, bien marcados, que nos
miran de manera fija y estática, semejando los de una gatita hipnotizada por
algo brillante que baila ante su vista. Arribamos, pues, al ‘factor-mirada’,
que en el mundo del espectáculo es muy importante.
Su estilo ha sido imitado, pero no igualado...
Al conjunto del
rostro se unió su rival en las atenciones del público, principalmente el
público masculino: el bien forneado cuerpo del que hacía gala Sarita. En ese
cuerpo se mantienen casi intocados por los efectos del tiempo, el busto de la
bella mujer, que se vanagloria de no haber necesitado nunca ajustadores o
sostenes. Aún desde jovencita, Sarita Montiel siempre mostraba una tendencia a
engordar con facilidad. Es característico de la mujer española en general que
después de un tiempo de la dieta típica del país y la reducción en actividad
física, pierde la ‘línea’. Sarita siempre ha estado al tanto de su condición y
de las circunstancias y se ha sacrificado mucho por su carrera y su figura. Con
los constantes viajes y los cambios de tipos de alimentos parece haberse
dificultado mantener el régimen de la cantante. Es por ello que ahora, a pesar
de todo, vislumbramos su espléndida figura a través de su silueta actual.
Son muchos los
factores que se unieron para hacer de Sarita Montiel la figura internacional
que aún es hoy en día. Y ése es precisamente el secreto de ese éxito: que todas
estas cosas están juntas en Sarita. Por eso su arte es incomparable. Puede que
alguna tenga la voz, otra los ojos y alguien la figura. Pero todo junto como lo
tiene Sarita Montiel, no lo tiene nadie. Por ello, hay solamente una Sarita
Montiel.
Por ZONYA J. RIVERA
EL RECORTE CXCVIII
Es lógico. Una estrella como Sara Montiel no deja indiferente a nadie. Hoy Sara hubiese sido la misma Sara y se hubiese especulado sobre su permanencia como gran estrella de la misma manera. Pero en esta ocasión, la revista mexicana Cinelandia no dedica las mejores de sus palabras a nuestra 'diva'. Era el final de la década de los '60. Hoy nosotros sabemos que Sara se fue siendo Sara.
SARA MONTIEL
TENEMOS hoy doble motivo para preocuparnos por
Sarita, sus tirantes relaciones con la prensa peninsular y su reaparición en el
mundo del disco con una larga duración que actualmente prepara a base de
melodías de Agustín Lara, Gonzalo Curiel y otros cultores mexicanos del bolero.
El primer motivo casi no necesita explicaciones.
¿Cómo podría extrañarnos que una mujer famosa como Sarita no adopte actitudes
de diosa “del Olimpo”, puesto que los mismos que ahora la atacan son los que la
ayudaron a subir al pedestal?
AHORA CANTA BOLEROS
De bella imagen
en la pantalla, Sarita Montiel se convirtió en cálida voz a raíz de su exitosa
película El Último Cuplé. Las
canciones del filme se editaron en un LP que batió ‘récords’ de ventas en todos
los países de habla castellana. La película se estrenó en 1957. Antes de esa
fecha eran pocos los que conocían las dotes de cantante de la estrella hispana.
Pocos recuerdan,
por ejemplo, que cuando esta hija de Granada tenía trece años, un buscador de
talentos de un estudio español la vio y escuchó cantar en una procesión
religiosa en las calles de Sevilla. Sus padres accedieron a someterla a una
prueba cinematográfica y allí comenzó su carrera. Sarita tomó clases de danza
con uno de los mejores maestros de baile flamenco y se graduó con honores en la
Escuela Real de Danza de Valencia. También estudió el difícil arte del cante
flamenco en el Conservatorio Nacional de Canto en Madrid.
Con esta
preparación, no es de extrañar el éxito de Sara como cancionera. Sus admiradores
están hoy de pláxemes con la reaparición de la estrella en el acetato
internacional interpretando canciones al estilo de Farolito, Vereda Tropical y otros boleros de la vieja guardia.
Falta ahora saber si lo hace bien.
“CINELANDIA” y
la prensa en general se han referido a las dos Sarita Montiel. A la primera
cuando aún no era la primera figura del cine de habla hispana. A aquella Sarita
anterior a El Último Cuplé. Entonces
ella se mantenía en las conferencias de prensa en un plano de auténtica
modestia:
-“Soy
una chica de cuna humilde, que he luchado mucho para llegar a ser lo que soy en
la actualidad. Pero, a pesar de todo, no olvido a quienes me ayudaron, y
especialmente a mi madre, que fue una de las pocas personas que me alentaron
continuamente”.
Estas palabras
en boca de una artista que llegaba orlada por grandes éxitos populares, le
ganaron la simpatía del gran público. Eran similares al: -“Perdones mis errores. Soy un modesto carpintero que
trato de divertirlos”, de Pedro Infante. Se convertía en gran estrella,
no solamente de España sino de todos los países de lengua castellana, donde
está considerada como una de las pocas figuras de la actualidad.
Ahora el éxito
ha cambiado a Sarita, a pesar de que sus amigos no quieran reconocerlo. Se ha
envanecido, aunque trate de disimularlo, por lo menos en las conversaciones, en
los reportajes y en las fiestas, donde pretende querer ocupar un segundo plano
que no le corresponde. Empero, sigue portándose igual ante el público, y se
emociona como el primer día cuando la gente la rodea y le pide autógrafos y en
oportunidades la lleva virtualmente en andas las noches de “premiere” de sus
películas. Donde más nítidamente ha podido apreciarse las variantes es en los
perímetros que delimitan su vida profesional y su actividad profesional. Aunque
nunca se dijeron oficialmente las razones que motivaron el divorcio de Sarita
Montiel con el director norteamericano Anthony Mann, se sabe que ella nunca le
perdonó al entonces su esposo que hubiese elegido a Sophia Loren para el papel
de doña Jimena en El Cid dejándola a
ella de lado.
Ese fue el punto
crucial de una serie de desavenencias que finalizaron con la separación legal
de un matrimonio que hasta entonces su esposo que hasta entonces era normal.
“ES MUY DESAGRADECIDA”
Juan de Orduña,
realizador de El Último Cuplé, que
fue quien realmente la lanzó a la fama con esa película, hace meses pronunció
palabras definidoras para la actriz en una conferencia de prensa: -“Es la mujer más
desagradecida que me ha tocado conocer desde que dirijo películas. Pero será
peor para ella”.
La reacción vino
a propósito de la negativa de Sarita a ser dirigida por este realizador para
rodar la vida de la fallecida Raquel Meller. Sarita tampoco quiso actuar bajo
las órdenes de Luís César Amadori, otro de los directores que cimentaron la
fama de la estrella con La Violetera, Mi
Último Tango y Pecado de Amor. Pero en este caso parece que las
divergencias surgieron más bien por ciertos aspectos sentimentales habidos
entre Sarita y un familiar del director radicado en Buenos Aires, durante la
gira de la tonadillera por la Argentina. Lo cierto es que Sara adopta actitudes
de gran estrella, de ‘diva’, e impone a los directores de sus nuevas películas.
El último de ellos es Luís Sáenz de Heredia, quien ya lleva realizados algunos
éxitos, y todo hace suponer que los productores habrán de transigir con esta
exigencia, ya que la Montiel es considerada en la actualidad la figura más
taquillera de la península, y este argumento tiene enorme peso en la industria
cinematográfica. Lo cual no obsta para que alguna gente se sienta mortificada
ante tamaña altanería, especialmente aquella que conoce a la Montiel desde que
dio sus primeros pasos en el mundo del celuloide.
LA CARA AMARGA
Es un poco
amarga la cara del cine que estamos relatando, pero existe, es muy real y ha
promovido escándalos en más de una oportunidad, aunque éste que comentamos no
ha llegado todavía a esa categoría, pero el simple hecho de que Sarita Montiel,
valiéndose de su taquilla, haya decidido adoptar poses de gran estrella, de
‘etoile’ como dicen los balletómanos, o de ‘diva’, según expresión de los
amantes de la ópera, ha provocado una serie de reacciones en cadena que no se
sabe cómo han de terminar. Y hasta se dice que la estrella será objeto de
‘boicot’ por parte de la industria fílmica española. Pero esto parece
improbable. Tanto, que ni vale la pena mencionarlo.
LA FOTO CXCVIII
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