martes, 18 de noviembre de 2014

LIB - 10 de Julio de 1984 - España


“HOY: CAMACHO con:
SARA MONTIEL”
Esta vez, doña Sara de La Mancha comió con Camacho en exclusiva para LIB. La mesa está servida y los platos a punto para que los disfruten nuestros lectores.

Mientras el camarero descorcha el vino, Sara Montiel consulta la carta y hace un comentario a nuestro periodista Pérez Camacho. Allí comenzó una cena exclusiva con la gran actriz, para que la compartan nuestros lectores. 

Invité a cenar a Sara Montiel porque me sentí celoso del alcalde Maurice Ferré y del gobernador de Florida, Mr. Clark, que la invitaron tiempo atrás junto a Joan Collins a recibir la llave de la ciudad de Miami.
Al coincidir con ella en Barcelona, no dudé ni un instante en extenderle mi invitación, sabiendo de antemano que no sólo tendría el placer de compartir la mesa con una magnífica mujer –tanto por sus atributos naturales como artísticos- sino además con alguien cuya gran humanidad queda fuera de toda duda.
Elegante ella, soberbia ella, mujer alta y esbelta ella, llegó con puntualidad a la cita. Sabe muy bien ella, que no necesita de ninguna triquiñuela para ser grande, y mucho menos hacerse esperar. A pesar de sus actuaciones y de prácticamente no tener tiempo disponible para cosas extras, supo hacerme, con la clase que le es muy suya, un espacio de tiempo para que juntos, dialogáramos y disfrutáramos de la cena. En el restaurante “Blancanieves”, en Montjuïc, escogimos una mesa cerca de la chimenea y lejos de las miradas de los curiosos. Y fue el propio dueño del local, Antonio Ortiz, quién insistió para que gustásemos de entrada un delicioso jamón de “pata negra”. Un auténtico manjar que Sara Montiel y yo, saboreamos con sumo placer.


Sara Montiel nació en Campo de Criptana, provincia de Ciudad Real, donde hace un par de años se descubrió la placa con el nombre de la actriz puesto a una de sus calles.
Sara Montiel y Camacho sonríen al fotógrafo mientras descienden la escalera. 

Fue entonces cuando pedí a Sara que me contara algo insólito que le hubiese ocurrido. “Mira, he vivido muchísimas cosas que son únicas. No habría espacio en tu reportaje para contarlas todas. Pero te voy a hablar de la primera que me viene a la mente. Creo que soy la única actriz española que se fotografió en el Pódium del Soviet Supremo, condecorada por ser la actriz extranjera más popular en la URSS”.
Llegaron los segundos platos. Sara Montiel escogió unos estupendos pinchos morunos, especialidad de la casa, con guarnición. Yo opté por el chuletón a la brasa, también acompañado por apetecibles guarniciones. Aunque en honor a la verdad, no pude prestar mucha atención a mi comida; estaba demasiado compenetrado en esta mujer maravillosa, cuyo “savoir faire”, que demostraba hasta en los más mínimos detalles, me tenía absolutamente obnubilado. Sabía que estaba frente a un ídolo que ya es un mito indiscutido en el mundo artístico. Pero como hombre, confirmaba poco a poco una nueva faceta de Sara Montiel, su seducción. Más allá de la actriz, o más acá, nunca se sabe bien dónde está el límite, está la Mujer, la mujer con mayúscula, aquella presencia femenina que ningún hombre puede dejar de lado, a pesar de que esté desempeñando su tarea profesional. Y sólo entonces, comprendí el porqué, durante sus estancias en Hollywood, hombres como James Dean, Gary Cooper, Marlon Brando y muchos otros, quedaron prendados de ella.


A pesar de su escaso tiempo disponible, Sara Montiel aceptó la invitación.


Los dos comensales escogieron el mismo postre. ¡Hasta en eso se entendieron bien: sin lugar a dudas, fue una de esas cenas difíciles de olvidar!


La comida se desarrolló dentro de la más cordial armonía. Entre ambos, el diálogo se hizo fácil. 

Y mientras no podía dejar de pensar en estas cosas, tampoco podía dejar de observarla, Sara me hacía referencias a una época que permanece imborrable en su mente: “Otra de las cosas que no puedo ni quiero olvidar, es el momento en que llegué por primera vez a Hollywood. Fue en marzo de 1951, y llegué como una modesta cantante de relleno de orquesta. Pero evidentemente, sabía que podía dar mucho más. Que había nacido para dar mucho más. Y al cabo de un tiempo, filmaba “Veracruz” con Gary Cooper y Burt Lancaster”. Y nosotros sabemos, que a partir de entonces, Sara Montiel pasó a ser una estrella de La Meca del Cine. Una estrella indiscutible, cuya presencia de diva, es admirada en la actualidad a donde quiera que vaya y actúe. No obstante, estos datos que bien podrían convertir a una mujer en “estatua”, no interfieren en ella en lo más mínimo. Sigue siendo una mujer magnífica, sensual, seductora más allá de su consciente y un ser cuya gran humanidad salta a primera vista. “Estoy organizando una actuación especial en ayuda de los toxicómanos. Considero que es gente que hay que ayudar por todos los medios. Y yo estoy dispuesta a hacerlo a pesar del esfuerzo que me pueda representar. Lo estoy preparando para este mismo mes de julio”. No es de extrañar que este gesto provenga de Sara, como tampoco su preocupación por la situación de los ancianos en los asilos.



Mientras Sara Montiel ríe, nuestro periodista llena su copa. No hay nada mejor que el buen champán para concluir bien una velada. 


Y llegó el momento del brindis como broche final a la amistosa comida. Sara Montiel mira la cámara, mientras Camacho no deja de contemplarla. 

Terminamos el postre y brindamos con champán. Sin que Sara lo advirtiese, aproveché para observarla en varias ocasiones a través de las burbujas. Quería tener la imagen de su bello rostro de mujer apareciendo en mi copa. Porque además de todo lo que peuda contar referente a Sara Montiel, hay algo que fue más fuerte que yo durante toda la comida. Algo que debo confesar: ¡Te envidio, Pepe Tous!

Fotos: J. L. Guerendiaín


EL RECORTE CCII
Con "Doña Sara de la Mancha" nuestra Sara se acreditaba uno de esos títulos con los que será recordada siempre y, además, daba que hablar, mucho que hablar, por hacer lo de siempre, por ser ella misma, eso sí, con un vestuario y un joyerío jamás visto en un escenario. Bueno sí, en las otras ocasiones que Sara se subió a uno. Este artículo pertenece a 1982 y es de la revista Güy. 

SARA
de la Mancha
Sí, estuvimos con Sara la divina, con Sara la multiimitada, con Sara la reina, con Sara la diosa del espectáculo… Estuvimos con todas las saras –nunca tan orgullosas, tan seguras y confiadas de sí- y también con la última Sara… Sara de la Mancha, que habló con simpatía y vitalidad para todos los amigos de GÜY.


-Sara de la Mancha, ¿dónde transportas al espectador, a la Mancha?
-No, yo intento llevarlo al mundo de la fantasía, de las cosas bellas, del amor, de los espectáculos de BROADWAY, con mis vestuarios, mis joyas incomparables, mis tocados únicos, mis modelos exclusivos y mis canciones en vivo, de ayer, de hoy y de siempre.
-¿Es tu modestia tu principal virtud?
-No, mi gran virtud es la sinceridad.
-¿Muy cansada al final de tu nuevo espectáculo?
-Cuando el trabajo se hace con gusto y dedicación una no se cansa. Por lo menos yo, a pesar del doble esfuerzo diario, de las dos funciones, no me canso. Veo que el público se lo pasa chupi y éste es el mejor premio y estímulo para seguir luchando con ilusión.


-De todos tus espectáculos ¿cuál ha dejado más huella en ti?
-Cada espectáculo deja siempre alguna huella imborrable. En cada uno de ellos he dejado parte de mí misma. Pero si debo ser sincera, creo que el actual va a ser el de los mejores recuerdos, y ello se lo debo agradecer al público.
-Eso se lo dirás a todos.
-Claro que se lo digo a todos, y en especial a quienes colaboran conmigo: GUARDIOLA, CALDUCH, ONCHO, TONI ANTONIO, DANIEL CICARE, los músicos, los técnicos… todos son excelentes artistas, muy educados, de gran sensibilidad, o sea, personas fabulosas, y esto a la hora de hacer balance también cuenta.
-¿Y el espectador?
-Creo que el espectador, todos mis trabajos siempre han dejado huella, trátese de películas, de shows musicales, de recitales, de galas… Sara Montiel es siempre Sara Montiel: nunca defraudo. Y esto, el público lo agradece, porque si hay algo que un artista jamás debe hacer, sobre todo si se es estrella como yo, es traicionar a su público.


-¿Qué piensas de tus imitadores?
-Me encanta que me imiten, los adoro a todos, y a todas. Y todos saben que en mí tienen a una verdadera admiradora de su arte y a una amiga dispuesta a echarles una mano y a darles un consejo.
-¿Has tenido problemas con ellos en alguna ocasión?
-Jamás, ni los tendré, con ninguno de ellos, porque ellos me adoran, me tienen como a una diosa, y una diosa jamás puede enfadarse con quienes la idolatran. ¿O no? ¿Verdad que tengo razón, monín?
-Has traído a tu hija al teatro para ver el espectáculo. ¿Le ha gustado?
-A mi hija THAIS la enloquece el mundo del espectáculo, tanto es así que algunas tardes viene al teatro y, cuando menos me lo espero, sale a escena a participar conmigo. La tía, ya con dos años y medio, se sabe todas mis canciones y tira claveles y besitos al público mejor que yo misma. Y no veas cómo se inclina para saludar al público. Como siga así me temo que ya tenemos una nueva Sara Montiel para el futuro.


-¿Compaginas bien tu vida sentimental con tu trabajo, o te sientes más absorbida por alguno en concreto?
-Comparto perfectamente ambas vidas, si bien tanto a mí como a mi marido, a Pepe, lo que nos ha dado gran ilusión de vivir, como si estuviéramos empezando ahora, es la presencia de nuestra hija Thais, que es lo mejor que nos ha sucedido en nuestras vidas.
-¿Tu sueño preferido?
-Por lo general no tengo sueños preferidos, si es que a esto te refieres. Desde que tenemos a Thais sueño mucho en ella, comparto intensamente toda su existencia, Thais es mi sueño preferido, indudablemente.


Sara de la Mancha, nos despedimos sin desearte suerte, porque estamos seguros de que no la necesitas. Sabes ser toda una profesional y con eso basta.

Texto y fotografía: J.T.


LA FOTO CII


Doña Sara de la Mancha.