miércoles, 7 de enero de 2015

LECTURAS - 23 de Junio de 1967 - España


SARA MONTIEL
UNA MUJER QUE HA VISTO REALIZADOS TODOS SUS SUEÑOS DE NIÑA
“Mi madre se dejaba la piel lavando ropa y se ensuciaba la cara al guisar con carbón”, dice la actriz.
Hoy Sara Montiel posee uno de los mejores vestuarios del mundo y cuenta con centenares de pares de zapatos.

La actriz Sara Montiel fotografiada en un agradable rincón de su hogar de Madrid. El verdadero nombre de la actriz es el de María Antonia Abad Fernández. Nació hace treinta y tres años, en Campo de Criptana, en la provincia de Ciudad Real. 

Nació en Campo de Criptana (Ciudad Real), un 10 de marzo. De niña era menuda, rubia y pizpireta. Bonita y sensible. María Antonia Abad Fernández… De mujer, más que bonita es ahora bellísima; continúa siendo sensible, apasionada y un precioso color negro oculta el rubio natural de sus cabellos. Hay pocas personas que la llamen ya María Antonia… Su madre, su esposo…, su amiga Nati, aquella que vivía al lado de su casa, cuando ambas eran niñas y a la que aún ve, de vez en cuando. Pero pocas personas más. Su nombre artístico ha traspasado fronteras. Su belleza inquietante ha influido poderosamente en el ánimo de todos los públicos. Sarita Montiel, hoy. Frente a mí. Sentada en un canapé, frente a un ancho ventanal desde el que se divisa la madrileñísima Plaza de España. Encima de la repisa de una chimenea, en un sencillo marco, María Antonia Abad, el día de su Primera Comunión… ¿Qué queda hoy de aquella pequeña? Esa es mi pregunta y esta la respuesta de la propia interesada:
Queda el alma, que es la misma. Los sueños ya no, porque se realizaron casi todos. La niña soñaba con hermosos vestidos…, la niña quería dormir en un colchón muelle y tener una almohada de plumas…
Silencio. Sara Montiel adquiere una mirada lejana, ausente… Y luego…
-Hoy, que tengo ya mi almohada de plumas, la llevo siempre en mi equipaje, vaya donde vaya. Reconozco que puede parecer una niñería, pero no consigo dormir con otra almohada que no sea la mía.
-¿Con qué más cosas soñaba la niña?
-Con que mi madre tuviera las manos finas, tersas. Mi madre, que se dejaba la piel lavando mi ropa, la de mi padre y la de todos mis hermanos… Mi madre, que se llenaba la cara de tiznones, guisando con el carbón. Mi mayor ventura es tenerla hoy conmigo, a mi lado, sin preocupaciones de ningún género. Feliz y despreocupada.


Sara Montiel cuenta con uno de los vestuarios más completos de cuantos pueda poseer cualquier artista de Hollywood. Y tiene una colección maravillosa de joyas que sólo luce en contadas ocasiones. María Antonia está casada, desde hace tres años, con el industrial José Vicente Ramírez Olalla. 

-Todo aquello pasó ya como un mal sueño. Hoy eres famosa, rica, muy rica, y con un guardarropa que para sí quisieran muchas famosas de la Meca de Hollywood. Vestidos a centenares. Zapatos por centenares, casi también. Y joyas, muchas joyas que luces en contadas ocasiones. ¿Por qué?
-Si compro joyas, que me gustan, ¡qué duda cabe!, es porque considero que es siempre una buena inversión de dinero. Pero vestir…, eso sí me gusta tener un buen vestuario, tal vez recordando mis sencillos vestidos de percal, tan sencillos pero limpios y bien planchados. Cada año renuevo mi guardarropa y los vestidos que son más simples, y también los zapatos, los doy a jóvenes que los necesitan y que sueñan, como yo soñé un día, en lucir un traje de buen corte sobre su figura.
Frente a mí, la Mujer Serenidad en el rostro y aplomo en la mirada. Todo cuanto sabe lo ha aprendido gracias a su enorme fuerza de voluntad. Hablamos también del amor de la mujer. De su amor. De sus otros amores. De los que pudo tener. De sus admiradores.
-He sido una mujer con muchos pretendientes, es verdad. Pero ahora sólo me interesa un hombre: mi esposo.
-Los hombres, e incluso las mujeres, cuando te ven en el cine, son unánimes en declarar que tienes un gran poder de seducción. ¿Qué entiendes tú por seducción?
Reflexiona muy brevemente, antes de responder:
-Si en cine resulto seductora, es porque así lo exige el personaje que debo interpretar y con él me identifico. Del mismo modo que soy mística cuando encarno a una religiosa… La seducción, fuera del cine, es otra cosa. Serenidad, inteligencia, comprensión y dicha…


Encima de la repisa de una chimenea, en un sencillo marco, María Antonia Abad, el día de su Primera Comunión... "¿Qué queda hoy de aquella pequeña?", pregunta la periodista a Sara Montiel. "Queda el alma, que es la misma", responde la actriz. 

-Y tú pareces totalmente feliz… ¿Ninguna nube?
-Ni una. A pesar de que a muchos esto quizá les defraude. A mí me han divorciado ya tantas veces en la Prensa…
-¿Y nunca se te ha ocurrido demandar a nadie?
-¿Para qué? Ya estoy acostumbrada a que se escriban cosas inciertas. Este es mi hogar y este –señala una foto de su esposo- es Chente, mi marido. Un hombre inteligente, delicado y que ha hecho posible que yo me sienta una mujer plenamente feliz.
Quizá sea inoportuna la pregunta. Pero… me aventuro:
-¿Plenamente, plenamente feliz, Sara? ¿No anhelas… un hijo?
-Con todo mi corazón (aquí, sus ojos bellos, bellísimos, se cubren con un vaho de algo muy parecido a las lágrimas). Hoy podría tener un hijo que me obsequiase como yo hago con mi madre. Un hijo o más…, pero se quedaron en el camino…
Creo no haber entendido bien y le ruego me amplie detalles.
-He perdido cuatro hijos en dos años y medio. Pero el doctor dice que puedo ser madre. Que no debo desesperar… Y no desespero.
La noticia, que no había sido propaganda hasta hoy, me desconcierta. Y también su serenidad, mientras pronuncia la frase. Creo entonces oportuno derivar la conversación hacia otro tema.
A Sarita Montiel le gusta mucho escribir. Y también pintar. Empezó escribiendo su propia vida. Una autobiografía, pero el tiempo… ese condenado tiempo que no le permite hacer lo que quisiera, le impidió continuar con ella. Y ahora, alguien está escribiendo su biografía. Desde niña. Desde Campo de Criptana hasta el Madrid de hoy, pasando por América… Los hombres que influyeron en su vida profesional y privada. La verdad de Sara Montiel. ¿Y la pintura? Sara pinta bien, pero que muy bien. Sin embargo, sus cuadros no están plenamente a la vista. Modesta, los tiene a recaudo de miradas indiscretas. Y sin embargo, son francamente buenas las reproducciones de Van Gogh que tengo frente a mí, en tres distintos lienzos de pequeño tamaño. Sin escuela. Simplemente, por afición. En un deseo de superarse cada vez más. Hablamos de sus “hobbys”, de los deportes que le gusta practicar, de… ¡tantas cosas! Le gusta la cocina sencilla. Nada de caviar: filetes a la plancha y fruta, mucha fruta. No como régimen, que no lo necesita, sino porque le gusta la comida sana. ¡Ah! Y que en su despensa no falten las verduras –en especial, las espinacas-. ¿Y el deporte?
-Como espectadora, prefiero el fútbol al boxeo. Este último no me gusta.
-¿Y para practicarlo tú?
-Me apasiona el mar.


Sara Montiel posa para el fotógrafo con un precioso vestido largo de noche, que forma parte de su rico vestuario. 

-Tú eres española, y te consideras españolísima. Te supongo una entusiasta de la fiesta nacional…
-¡Toma! Pues claro. Si vieras cómo me arranco con mis “¡olé!”.
-¿A qué torero?
-Bueno… digamos que hay varios de buenos…, pero no todos los que de ellos se habla y escribe.
Sara Montiel, según se desprende de nuestra conversación, es una consumada amazona.
-Me gusta montar a “pelo”. Aprendí en Estados Unidos, cuando rodé una película junto a Rod Steiger.
-¿Partidaria de la independencia de la mujer?
-Soy partidaria, desde luego. Pero digamos que en un noventa y nueve como nueve por ciento. La mujer más independiente del mundo necesita, en un momento determinado, encontrar su nido. Su hogar. Un hombre. Algo que la ate. La mujer debe trabajar: esto beneficia no sólo la parte económica, sino que contribuye a su equilibrio emocional. Claro que hay que saber hacer las cosas con arte. Porque si queremos en todo ser igualitas al hombre, no podremos luego pretender que nos retiren la silla antes de sentarnos a una mesa o que nos abran la portezuela del coche… Hay que usar ahí la mano izquierda, y con inteligencia…
La tarde va declinando. Pasamos al salón. Muchas cajas desparramadas por el suelo. Sara pregunta a su secretaria y a su madre, qué es aquello. Son los modelos de Dior, que han llegado hace escasamente una hora, mientras nosotras hablábamos. Mujer al fin y al cabo, como todas, no espera más para verlos. Y los saca ilusionada, uno tras otro. Palpando la suave seda y la gasa, la pedrería, que refulge como un ascua bajo la luz de la lámpara. Y la tentación es más fuerte que ella. Se los prueba. Ella dice que para ver si no tienen “retoque”, pero yo, que soy también mujer, entiendo de eso y sé que cualquier mujer reaccionaria como ella. Sin espera al día de “estreno”.
Los cabellos largos, negros y un poco despeinados de Sara Montiel, caen sobres sus hombros. Se mira al espejo. Casi sonríe, un poco coqueta. Y amplia la sonrisa cuando dice…
-Soy casi tan presumida como cuando tenía ocho años… Y me ponía aquel lazo tan grandote en lo alto de la cabeza, para destacar… y tal vez, tal vez, para que nadie se fijara en mi vestidito de percal…


Sara Montiel en uno de los momentos más felices de su vida, cuando contrajo matrimonio con el industrial Ramírez Olalla, el 2 de mayo de 1964, en la iglesia de Ntra. Sra. de Montserrat, de Roma. 

La niña, atrás. Hoy, la mujer, Famosa y rica. Pero el alma de la niña, está allí. Como ella dijo antes. Y la que ha hablado de sus aficiones, de sus sueños, de sus recuerdos, María Antonia Abad Fernández. Sara Montiel, sólo en la pantalla. En la vida real, una mujer: María Antonia. Muy Mujer. Así, con mayúscula.

MAITE MAINÉ


EL RECORTE CCVIII
Una vida completa la de nuestra estrella que en 1965 estrenaba  "La dama de Beirut". Este 2015 el film cumple 50 años. Esta página de Dígame (1965) nos esbozaba algunos detalles de la película.


SARA MONTIEL
ESTARA CUATRO MESES FUERA DE ESPAÑA
Cuando lean ustedes estas líneas, Sara Montiel habrá rodado unas escenas en el puerto y las ramblas barcelonesas y estará en París unas semanas y el resto en el Líbano. La causa: su próxima película, titulada “La dama de Beirut”, y el tiempo que invertirá en ello, cerca de cuatro meses, durante los cuales, estará lejos de España.
La víspera de este largo viaje emprendido por Sara, tuve la oportunidad de entablar una agradable conversación con ella.



DOS AÑOS EN PREPARAR ESTA PELICULA
El nuevo filme interpretado por la estrella famosa de “El último cuplé” y “La Violetera”, es muy distinto a estos últimos títulos.
-¿Es cierto que esta película pensabas haberla interpretado hace tiempo?
-Sí. Hace dos años firmé el contrato, pero yo quería que fuera dirigida por Ladislao Vajda. Exigí que fuera él, porque lo considero un buen director. Pero unas veces estaba ocupado, rodando en Alemania, y luego cayó enfermo. Hasta ahora no había tenido ocasión de trabajar a su lado, excepto hace años, en un papelito que hice de colegiala. Por fin voy a ver realizado mi deseo.
-¿Quién es tu oponente masculino?
-Mi “partenaire” es Giancarlo del Duca.
-¿Italiano?
-No; francés, de procedencia italiana. “La dama de Beirut” es coproducción franco-española.

“NO ESTOY ENCASILLADA”
-Sara, ¿tú no estás encasillada como actriz?
-¡De ninguna manera! En mi última película, “Samba”, canto “bossa-nova” y música de “jazz”, y el tema es de una chica enamorada…
-Digamos que tus películas son fáciles, rozando el folletín.
-Todas las que actualmente se hacen rozan el folletín. Mira, si no, “Los paraguas de Cherburgo”. Parece una novela por entregas. Y, ya ves, es una película premiada. En eso que dices no estoy de acuerdo. ¡Sí, sí! Ponlo así. Eso que mis películas son fáciles y todas iguales, vamos a dejarlo. “La Violetera” se desarrolla en 1900. “El último cuplé”, en 1925. “Carmen la de Ronda”, es Merimée, con problemas suyos. “Mi último tango” está ambientada alrededor del año 1928, en tiempos del tango argentino, y trata de la muchachita que quiere ser artista y lo es, cuando cambia a la cantante famosa por ella. ¿Qué no es original? Bueno, pero eso no quiere decir que se parezca a “La Violetera” ni a otra. Como también es distinto el tema de “Pecado de amor” o en “La bella Lola”, que es como una versión de “La dama de las camelias”. Y te repito que si no es original, tampoco son las que ahora se hacen, y que tocan, como ya te he dicho de “Los paraguas de Cherburgo”, un tema de amor escabroso. Y a la gente le gustan mis películas. A mis estrenos no obligo a nadie con una pistola en el pecho para que vaya a verme. La gente que quiere va a verme, y en paz. Yo soy una asalariada, una obrera del cine. Y al público le gusta que cante, como le gustan las películas agradables. Volvemos a lo mismo. Si no son originales, te diré que desde que murió Kulbricht, la Metro no hace una película original. Hay directores fantásticos, como Dassin. Es fabuloso. Pero fenomenal, fenomenal. Baste decir que hizo “Rififí”, “Fedra”  y ahora “Topkapi”. Me gustaría que me dirigiera.
-¿No te va lo dramático?
-Hago lo mejor. Lo que me gusta, que es lo musical. Que lo haga o no lo haga bien, es otra cosa. Pero siempre es algo que me guste. Es como si al Cordobés le dicen que sea futbolista.


SARA, EN PERSONA
No vamos a cantar ni a escribir adjetivos sobre Sara Montiel. Su belleza está puesta de manifiesto tantas veces como aparece en la película. Y, sobre todo, su espléndida fotogenia, ensalzada por cuantos fotógrafos y cameraman la han tenido posando. Vamos a hablar de su debut teatral.
-Es posible que en octubre me presente en Madrid con un “show” al estilo americano y titulado “Sara Montiel en persona”.
-¿Será parecido al de Ed Sullivan?
-Ed Sullivan tiene un “show” en televisión, como lo tiene, y mejor, Perry Como. Pero mi espectáculo será parecido al que existe en Las Vegas, con artistas de primera categoría, tal y como hacen allí Frank Sinatra y otros.
-¿De qué constará?
-De los éxitos musicales de mis siete películas. En total, ciento cuarenta y siete canciones. Haré un repertorio, claro. No será moderno, sino con canciones que ya conoce la gente, tal y como ahora está haciéndose en el Lido, de París.
-¿Qué explicación ofreces respecto al título del “show”?
-Quiero que la gente me vea en persona, tal y como soy, y no como cree que soy.
-¿Y cómo crees que te ve a ti la gente?
-Diferente. De otra manera.
-Más claro.
-Pues mira: dicen que soy vieja, baja, que tengo la nariz torcida, y el tobillo, y que me doblan la voz…
-¿No tienes miedo?
-¿Yo miedo? Me encanta más el teatro que el cine. Y con el “show” me verán tal y como soy en realidad, ya te lo he dicho. Voy a bajar al patio de butacas… Cantaré delante del público también.
-¿Tú sabes cantar, Sara?
-Yo no canto. Digo.
-¿Y qué crees que debe hacerse?
-Se dice y se canta.
-¿Qué diferencias hay en ello?
-Depende.
-¿Qué se necesita para cantar, según tú?
-Tener voz y corazón.
-¿Reúnes esas cualidades?
-Tengo corazón, voz y lo digo. Pero me falta ser cantante.
-¿…?
-Sí. Como los cantantes de ópera. Cuando yo hablo de cantar, me refiero a como lo han hecho Fleta, Renata Tebaldi y Victoria de los Ángeles. Para cantar una canción normal, un cuplé o un tango, se canta poco, pero dice mucho.
-¿Qué números interpretarás en tu último filme, “La dama de Beirut”?
-Siete. Canciones modernas con ritmos actuales, desde el mambo hasta el surf.
-¿Quién te ha ayudado musicalmente, desde que filmaste “El último cuplé” hasta hoy?
-He aprendido por mí misma.
-¿Quién te ha educado, también musicalmente hablando?
-Nadie.
-¿Y aconsejado?
-Tampoco.
-¿Y tus maestros?
-Son dos: Gregorio Segura y Solano. Llevamos seis años juntos.
-¿Qué han hecho ellos entonces?
-Los arreglos de mis canciones.


-¿Y aquella película, cambiando de tema, que ibas a hacer sobre la vida de Clara Petacci?
-Se iba a titular “Amor y muerte”; pero el productor, Riccoli, el dueño de “Tempo”, “Oggi” y toda esa cadena de periódicos italianos, tiene miedo a hacerla, porque sería necesario decir la verdad, y en ese caso podría herir a mucha gente. En resumen: que no se hace por motivos políticos. A mí me hubiera encantado hacer el papel de Clara Petacci, porque es una mujer que prefirió morir por el amor de un hombre, cuando hubiera podido fácilmente salvarse.
-¿Y qué otro papel sueñas con encarnar?
-Con la vida de Catalina la Grande.
-¿Contratos en perspectiva?
-Cuatro películas en coproducción inglesa.
-¿Con quién viajas ahora?
-Me acompañan una doncella, una secretaria y un secretario.
-¿Y José Vicente?
-En sus negocios particulares. Él es abogado y economista.
-¿Cigüeña a la vista?
-No. Todavía no, aunque yo siempre digo que espero cinco niños a la vez.
-¿Te importa que sea niño o niña?
-Lo que sea.
-Si fuera niña, ¿le pondrías el nombre de Sara o el de María Antonia?
-No sé. También podría ponerle Vicenta, como mi madre.
-Sara, ¿eres la mejor actriz de nuestro cine?
-Eso no lo sé. Lo único que puedo decirte es que trabajo. Y mientras hay salud y trabajo, ¿qué se puede pedir más?


LA FOTO CCVIII


Espectacularmente bella, como siempre, Sara Montiel en "La dama de Beirut", film que este año cumple sus 50 años. 

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