SARA MONTIEL
saca a la luz sus secretos de cama
La artista manchega publica un libro donde explica,
con todo lujo de detalles, cómo ha hecho el amor con los hombres de su vida
Mito erótico de
la mojigata España de los años 40 y 50, el sexo nunca ha sido un problema para
Sara Montiel. Por lo menos, así lo asegura la artista en “Sara y el sexo”, un
libro publicado por Plaza y Janés, en el que la intérprete de “La violetera”
cuenta con todo lujo de detalles cómo ha sido el amor carnal con los hombres de
su vida. Que no son pocos, por cierto. “Le prometí a mi madre que no sería una puta ni una
borracha, pero… un poquito casquivana sí he sido”, dice la actriz en
estas suculentas memorias de dormitorio que saldrán a la venta el día 26.
Adelantada para el sexo
Cumplidos
–oficialmente- los 75 años con el mismo espíritu feminísimo de siempre, Sarita
desvela que fue muy “adelantada para el sexo” y que empezó a tener
curiosidad por esos asuntos cuando, en Orihuela y con sólo 8 años, jugaba con
sus amiguitas al escondite. “Estábamos escondidas en un sitio pequeño y oscuro. De
repente noté sobre mi vestido un dedito que me tocaba (…) y me daba alrededor
del pezón”, dice en las primeras páginas del libro, rechazando que
se tratara de nada lésbico porque lo suyo han sido siempre los hombres.
El primero en su
larga lista de amores fue Adolfo, un chaval de su misma edad con el que, a los
10 años, “empecé
a buscar el sexo”, aunque aquel descubrimiento de los placeres de la
carne no fue a mayores. “Nos pasábamos las tardes tocándonos, restregándonos, sin
llegar a nada más. Cogíamos unos calentones impresionantes”, dice de
este chico con el que conoció “el orgasmo pequeño, clitoridiano”. Con él
hacía de todo, sexo oral incluido, excepto la penetración vaginal. Por aquel
entonces, descubrió a sus padres haciendo el amor, una “lección” que aplicó con
Adolfo. “Me
sorprendí de que se hiciera tumbado. Adolfo y yo no teníamos ni idea y siempre
estábamos de pie”.
Ardiente en sus
encuentros sexuales porque nunca ha considerado el sexo como “pecaminoso ni
sucio”, por mucho que en la época la Iglesia machacara en ese
sentido, Sara perdió la virginidad en brazos de Miguel Mihura, al que conoció
en el doblaje de su película “Bambú” cuando ella tenía 17 años. “Con él descubrí
el orgasmo grande, el vaginal. Fue un maestro estupendo, muy sensible, muy
delicado, que estaba todo el tiempo pendiente de mí. Aunque tenía cuarenta y
pico años funcionaba magníficamente en la cama y eso a mí me encantaba,
teníamos una compenetración total, tanto a nivel sexual como en el amor”,
cuenta la artista manchega de este amante con el que conoció las casas de citas
de Madrid y al que le ponía a mil que llevara lencería de color rojo. Un
ingrediente erótico imposible de encontrar en la España de la postguerra, pero que
Sara compraba en sus viajes por el extranjero.
A su primer
marido, el director norteamericano Anthony Mann, “le encantaba que cuando llegaba a casa lo
recibiera con tacones, liguero y sujetador, nada más. Eso le excitaba muchísimo
y a mí me encantaba porque me parecía muy erótico”. Otro
norteamericano que pasó por su cama fue el escritor Ernest Hemingway, al que
conoció en Cuba en 1952. “Con Ernesto tuve una relación amorosa magnífica, pero
eso fue únicamente sexo, era como un toro, muy viril, muy fuerte”.
De quien sí reconoce Sarita que se prendó fue del poeta León Felipe, todo “un roble”
a su entender. Lo conoció en 1948, cuando ella tenía 20 años y él pasaba los
60. “Yo hacía
el sexo con él porque me parecía muy atractivo. Estaba enamorada de su obra y
de él como una loca”.
Dotada, según
explica en el libro, de un instinto natural que le ha permitido disfrutar de su
cuerpo desde el primer día que un hombre la acarició, Sara vuelve a decir en
este libro que Severo Ochoa fue el amor de su vida, lo que volverá a desagradar
a la familia del premio Nobel que se molestó cuando la actriz y cantante lo
explicó por primera vez en sus memorias “Vivir es un placer”. “Vivimos un amor
maravilloso en todos los aspectos: el sexual, de compenetración, de amistad
absoluta, de respeto y de cariño, pero nunca jamás se me ocurrió pedirle que
dejara a su mujer”, cuenta, asegurando que el científico se “empeñó en que
tenía que separarse para casarse conmigo porque él era un hombre muy noble y
quería acabar con las mentiras y con el andar escondidos todo el día”.
Al decir de la artista fue su madre –su mejor confidente y consejera- quien
hizo desistir de la idea a Ochoa.
Dotada de una fascinante belleza en su juventud y con una larga carrera en el cine y en la música, Sara Montiel ha sabido siempre sacar partido a su sensualidad.
Un trío que no fue con su marido, Pepe Tous
Si Severo fue el
gran amor, Pepe Tous fue, indiscutiblemente, el hombre de su vida. Con su
tercer marido (del segundo, José Vicente Ramírez, Chente, sólo dice que fue “uno de los
mayores errores” de su vida), María Antonia Abad estuvo a punto de
hacer un trío. Fue en Las Vegas, con una afroamericana (“a Pepe le chiflaban las negras”),
pero en el último momento la artista se hizo atrás. Eso sí, le dio permiso para
que él se lo montara con la chica. Según el libro a Sara no le va el
lesbianismo, ni la masturbación ni el sadomasoquismo. No puso reparos, sin
embargo, en asistir con Tous a una barbacoa nudista o a que el actor Giancarlo
Viola, que la considera una tigresa en la cama, la disfrazara de prostituta
para hacer el amor.
A Tony le gustaba hacer el amor sin que me quitara
los zapatos
“Nunca he estado con un hombre por
dinero”.
Una afirmación que no deja de sorprender teniendo en cuenta su nada
transparente relación con Tony Hernández. Sara le dedica gran parte del libro a
este cubano que empezó como rendido admirador y acabó siendo su cuarto marido.
Aunque mucho más joven que él, la artista asegura que la química entre los dos
fue impresionante. “A él le gustaba mucho hacer el amor sin que me quitara
los zapatos”, explica de los juegos sexuales de la pareja. “Él es muy
delicado, sabe perfectamente cómo tratar a una mujer y unas veces podíamos
hacerlo con pasión y otras más lentamente o en ocasiones con violencia y
urgencia. Con Tony las sesiones se prolongaban durante horas. Hacíamos el amor,
parábamos, nos traíamos fruta o bombones a la cama, charlábamos, nos reíamos y
volvíamos otra vez a hacerlo. O en ocasiones nos despertábamos a media noche,
casi de madrugada y volvíamos a hacerlo. Desde muy pronto tuvimos una conexión
casi telepática porque él sabía perfectamente qué es lo que a mí me gustaba y
yo sabía lo que a él le gustaba”, explica Sara confirmando el tópico
de que los amantes caribeños son canela en rama.
Aparte de
ventilar sus secretos de alcoba, Sara da consejos de seducción y de belleza.
Defensora del jabón Lagarto en lugar de tanto potingue de cosmética, la
veterana artista insiste en que los orgasmos son lo mejor para mantener la piel
tersa, luminosa y estupenda.
TEXTO: INÉS GRACIA
FOTOS: PLAZA & JANÉS Y AGENCIAS
EL RECORTE CCXVII
Sara y el sexo, segunda publicación de la actriz, vino cargado de enorme expectación pues fueron recientes su separación con Tony Hernández, su enfrentamiento con Carmen Sevilla y las durísimas acusaciones vertidas sobre Pepe Tous. La diva, a su manera, como siempre, en esta entrevista de El Semanal, promocionaba su libro pero también rendía cuentas de la actualidad en la que estaba inmersa. Era el comienzo de Septiembre de 2003.
SARA MONTIEL
“No he sido una frígida, ni mucho menos”
Una atenta lectura de ‘Sara y el sexo’, el libro
biográfico que la genial diva manchega publica estos días, nos ha confirmado
que lo de “fumar es un placer, genial, sensual…” iba con doble sentido. Por eso
quisimos que la Montiel se explayase a gusto. Y vaya si lo hizo.
No recuerdo
ahora quién dijo que la fórmula de la felicidad se resuelve no madrugando, pero
está claro que la foto de Sara Montiel (Campo de Criptana, 1928) ilustraría la
ecuación en un diccionario ideal. “Lo siento, pero
aún duerme. Tendrás que llamar más tarde”, una frase a la que debe
acostumbrarse quien quiera comunicar con ella. “Es
que anoche salió con Marujita (Díaz) y estuvieron de juerga hasta las ocho”,
me comenta su mánager. “Éstas dos, en una noche de
copas, pueden tumbar a cualquiera”. A las 19:30 horas estamos frente a
su hogar, en el séptimo piso de uno de los edificios más céntricos del
madrileño barrio de Salamanca. Está bien esto. Pero que muy bien. Hay poderío.
(Nota: las divas deberían vivir por decreto ley en las alturas -¿a partir del
sexto?-). Que tome nota el ministerio. El fotógrafo me comenta en el ascensor
que estamos sin medias para cubrir el objetivo. Es preocupante. Creo que fue la
propia actriz quien, tras idear el ‘método panty’,
revolucionó el mundo de la imagen. Pero la nueva Sara no usa trucos para las
arrugas. Confiesa sumar 75 años y se muestra al natural, como las almejas,
incluso para hablar de sexo. Primero, las fotos. Ordena y manda una Sara
durmiente que, para su edad, se conserva tan lúcida como una veinteañera. Va a
ser cierto lo de la fórmula.
E.S. Ahí va un cotilleo: dice Raúl del Pozo que, a
los 75 años, las mujeres de Campo de Criptana son como doña Rogelia.
S. M. ¡Vaya!
¡Empezamos bien! Y, seguramente, él es un don Rogelio para ellos.
¿Y usted qué le
diría?
Que
está muy feíto. Que ha envejecido muy mal.
Por cierto, ¿ha
respondido ya a la proposición de matrimonio que le ha hecho Giancarlo Viola?
¡Ay,
qué hombre! ¡Qué pesadilla! ¡Ese Giancarlo siempre está con el matrimonio a
cuestas! Yo le digo que ya somos muy mayores para estar casados, que es mejor
ser ‘amigos’, pero no me hace caso.
¿Qué le va a
decir?
Está
claro. Que no.
¿No lo va a
consultar antes con sus hijos?
Claro
que no.
Por cierto, ¿han
leído ellos Sara y el sexo?
No,
aún no.
¿Sigue
manteniendo que Thais y Zeus la han hecho desgraciada como mujer?
Sí
y no. Fue una interpretación de ‘Hola’
que se comprendió mal. Me he separado por mis hijos y porque apenas he hecho
vida en común con Tony.
¿Un final de
forma pacífica?
Así
es.
¿Y le ha vuelto
a ver tras la separación?
No.
Ni me quedan ganas.
Han estado en
boca de todos, ¿hubiera preferido que no fuera así?
Cuando
levantan falsos testimonios, me hiere. Aún soy Sara Montiel. Si no, la MTV no me hubiera contratado para sus ‘spots’. Que nadie lo olvide.
¿Y realmente
cree que Sara Montiel necesita hacer lo que está haciendo con la prensa ‘rosa’?
Yo
no hago nada con la prensa ‘rosa’. Es la prensa rosa la que lo hace conmigo.
Vienen aquí a las seis de la mañana y se van a las 12 de la noche. Bajo y les
contesto porque sé que si no van con noticias frescas a sus ‘amos’, les acaban pegando.
Entiendo, pero
las exclusivas las vende usted.
No,
perdona, sólo he vendido la de mi boda. Y si me casara otra vez, volvería a
venderla. Como todos.
¿Sabe que hay
mucha gente que desaprueba eso?
Porque
ellos no pueden hacerlo, porque nadie les paga. Por eso se enfadan tanto
conmigo (sonríe).
Por cierto,
¿arregló lo suyo con Carmen Sevilla?
Sí,
está arreglado. No pasa nada. El otro día hicimos las paces por teléfono, Estas
cosas ocurren.
Una versión dual y sin complejos de La violetera posa en el salón de su casa.
Sara y el sexo, ¿lo uno no puede estar sin lo
otro?
El
sexo es necesario. Mira, los 40 me pillaron con 16 años y entonces comprobé que
hablar de sexto era tabú. Todo era pecado. Había oscuridad en lo referente a
ello. El sexo es instintivo, natural y algo que se tiene que hacer con
frecuencia.
Lleva tiempo
practicándolo. ¿Es usted una experta?
No,
no, por favor. Faltaría más. Hablo de ello porque tengo una mentalidad abierta.
Fui descubriéndolo desde muy joven. Piensa que en aquellos tiempos había chicas
casadas y con hijos que no sabían lo que era un orgasmo, que no podían
disfrutar con su propio cuerpo. En España sólo disfrutaban ellos. Los españoles
lleváis unos 800 años de moros, de árabes, y eso se nota.
Tiene solución.
Dé usted un máster de Sexología.
(Sonríe) No exageres. Me he dedicado a contar mis experiencias
sexuales. ¿Vale? Eso es todo.
¿Era necesario
un libro sobre sexo, a su edad?
Sinceramente,
no. Hablo de lo que no existía en aquellos tiempos. ¿Tú ves normal que las
mujeres se bañaran con camisones largos o se metieran en la cama con el marido
totalmente vestidas?
Pues no mucho,
la verdad.
Mira,
el tigre cuando quiere coger a una tigresa empieza con un cortejo. Se la tiene
que ganar. Bien, pues en la España de los 40 los machos no llegaban ni a ese
nivel. No necesitaban ganarse a la hembra.
No, si yo le
decía porque con la que está cayendo.
¿Perdona?
No te entiendo.
Pues eso, que
entre Tonys y aceituneros tiene usted revolucionado el mundo del ‘corazoneo’ y
ahora nos sale recordando sus hazañas sexuales.
No
tiene qué ver. Soy una señora que, a los 75 años, puede enseñar lo que sabe a
bastante gente. La juventud tiene que aprender a hacer el amor y a
compenetrarse. Es importante. Muy importante.
¿Tanto como el
lema “provoca, que algo queda”?
No
creo que sea una provocación hablar de sexo.
¿Sara Montiel es
una mujer sexual o sensual?
Ni
una ni otra. Soy una mujer que cuando ama, ama. ¿Que luego sale mal? Pues te
divorcias y a otra cosa. También he tenido amores fuera del matrimonio. No he
sido una frígida, ni mucho menos.
Vayamos al
grano. Tuvo su primera experiencia sexual a los 17, ¿qué es lo que más
recuerda?
Sí,
con Miguel (Mihura). Tengo un recuerdo maravilloso. Me trató con una gran
delicadeza. Fue muy bonito. No tengo ningún trauma por aquella experiencia. Di
con un hombre que me supo buscar las cosquillas. Una experiencia maravillosa.
Perdón por el
chiste fácil pero… ¿no fue demasiado… teatral?
(Ríe) Para nada. Era de una total exquisitez. Yo era virgen y
él supo cómo tratarme desde el principio.
Ya, virgen pero
a los ocho años ya andaba toqueteándose con un tal Adolfito en Orihuela.
Es
cierto, con él intuí siendo una niña lo que podía llegar a ser el sexo
completo. Eso era muy normal porque empezabas a toquetearte con amiguitos y
amiguitas pero nunca llegabas a nada.
Pues descubrió
con él el orgasmo clitoridiano.
Sí,
lo descubrí a esa edad. Fue como un juego.
Un lince ese
muchacho.
(Sonríe) Se nos estaba despertando el sexo y era lógico que
experimentásemos. Es parte de la vida. Lo que pasa es que nadie te puede
prohibir hacer el amor cuando el cuerpo te lo pide. Adolfito murió muy joven.
Pobre. Era un muchacho excelente.
Volvamos a su
primera vez… Cuenta que Mihura se sorprendió porque usted era virgen pero no
tonta.
Exacto.
Nos enamoramos y estuvimos a punto de casarnos. Me quería mucho.
Y con él
descubrió el orgasmo que usted llama ‘grande’, el vaginal. ¿Cuál es la
diferencia?
Todo.
Es el verdadero orgasmo. Es lo que es.
Había gran
distancia de edad entre los dos.
Sí,
el tenía 42 años y yo 17. Por eso no quiso casarse conmigo. Me pasó lo mismo
con Anthony Mann. Cuando nos casamos él tenía 56 y yo 26.
¿Favorece el
sexo la diferencia de edad?
Pues
no lo sé. No sabría decirte.
De hecho,
mantuvo relaciones sexuales con el poeta León Felipe cuando él tenía 63 años…
Así
fue.
¿Y cómo fue?
Bastante
bien. He tenido la suerte de dar con hombres mayores que yo y me han dejado
huella.
Sin embargo, con
su ex Tony Hernández la cosa cambió y la ‘experimentada’ era usted…
Pues
no. Los ‘experimentados’ hemos sido los dos. Él tenía buena experiencia cuando
le conocí.
Usted empezó a
trabajar en años muy duros…
Durísimos.
¿Recuerda
cuántas veces la han llamado puta?
Cuando
paseaba con pantalones ajustados, muchas. España estaba muy atrasada en todo.
Pero yo era un caso especial. Me adelanté a muchas cosas.
¿Está contenta
con la España actual?
Bastante.
Es diferente. Todo ha cambiado.
Mantuvo
relaciones sexuales con Hemingway…
¿Con
Ernesto? Sí, en Cuba. Un par de veces. Era un hombre muy fuerte que,
curiosamente, me llamaba la bella segoviana. Lo escribí en mis memorias.
Pero cosas así
tendría que demostrarlas. No sé. Algo como lo que hizo Mónica Lewinsky, ¿no?
Fue
en el 52, así que fíjate cómo estaría la cosa.
Confiesa que ni
se ha masturbado nunca ni ha practicado el sadomaso.
Nunca.
¿Por qué?
Pues
porque no me ha gustado.
¿Hay límites en
la cama?
Sí,
pero no tendría que haber ninguno.
¿Cuáles son los
suyos?
Los
dos que comentaba antes.
Dice que a
Giancarlo le encantaba maquillarla como a una puta, ¿a usted eso le excitaba?
Sí,
bueno. Eso tiene mucha gracia porque Giancarlo tiene una fantasía ‘moruna’,
como digo yo.
¿Supera el
‘terremoto caribeño’ de Tony?
No,
es otra cosa.
¿Cuál era la
diferencia?
No
sabría decirte. Es distinto.
¿Pero de verdad
después de los 70 apetece hacer algo en la cama que no sea dormir?
Mira,
hice ‘Varietés’ con 40 y he heredado
este cuerpazo de mi madre. Es 100 por 100 natural. Yo no me he tocado nunca ni
la cara ni el cuerpo.
Se me está yendo
por las ramas….
La
mujer mayor puede ser muy peligrosa con el hombre que le gusta. Pero que muy
peligrosa.
¿Más que la
joven?
Sí,
bastante más, disfruta más y puede hacer disfrutar al hombre mucho más.
Vaya. ¿Algo así
como el gato con el ratón?
No,
tampoco es eso. Conozco muchas mujeres mayores que yo que tienen una gran vida
sexual.
La veteranía es
un grado.
Eso,
la veteranía y el saber estar, el saber hablar. Yo soy así, qué voy a hacer.
Volvamos al
libro que pierdo. Confiesa que a Anthony Mann y Pepe Tous les encantaba que
usted no se quitase el liguero y las medias.
Sí,
sí, claro que sí. Hay que entrar en el juego del sexo sin ningún tipo de
censuras o timideces.
¿Ha practicado
alguna vez sexo con una mujer?
Nunca
en mi vida.
¿Por qué?
Pues
porque no, no, no. No me ha atraído.
Pero se sabe
icono gay.
Sí,
todos los homosexuales del mundo me adoran.
¿Y no se ha
parado a pensar por qué?
No
lo sé. Supongo que quieren ser como yo. Sé que muchos han hecho el amor con su
pareja vestidos de Sara Montiel. Me lo han confesado.
A ver si va a
dar nombre a una nueva perversión sexual: el ‘saramontielismo’ o algo así.
No,
no. Te hablo en serio. Me decía Terenci (Moix) que yo era el prototipo del gay
que quería ser mujer.
¿Ha participado
en una orgía?
No,
nunca.
¿Ni en sus años
hippys con Pepe Tous?
No,
no, no. Eso ha sido una canallada. Lo que han dicho de Pepe. Mis hijos le han
puesto una querella a esa señora. No se puede decir eso. No se puede ultrajar
ni levantar falsos testimonios.
Estoy de
acuerdo. Pero confiesa que estuvo usted a punto de montar un trío con él y una
negra.
Sí,
con una negrita maravillosa.
Al final quedó
en dúo, ¿no?
Claro,
pasó él con ella y yo me quedé fuera.
¿Cómo fue?
Maravillosamente.
Luego me arrepentí de no haber entrado. Me lo perdí. Me pillaría en un día
raro.
Es curioso.
A
Pepe le encantaban las morenitas. De hecho, llevaba en la cartera un permiso
firmado por mí en el que le daba poder para acostarse con ellas. Pero nada de
blancas. En ese caso le hubiese matado.
¿Es el hombre
que más ha querido?
Sí,
sin duda. Ayer mismo hizo 11 años de su pérdida y no he podido olvidarle.
Por David Benedicte
Fotografía: ARTEFACTO
EL SEMANAL REGALA 50 LIBROS
Pregunta: ¿A qué edad perdió Sara Montiel su virginidad?
Si sabe la respuesta, envíe una carta a: Libro Sara Montiel. El Semanal...
Las 50 primeras contestaciones correctas recibirán gratis en su domicilio un ejemplar de Sara y el sexo, el libro que Plaza & Janés pone a la venta a partir del próximo día 26.
LA FOTO CCXVII
Con sexo o sin sexo, Sara, siempre Sara...
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