martes, 24 de marzo de 2015

PRONTO - 27 de Septiembre de 2003 - España


SARA MONTIEL
saca a la luz sus secretos de cama
La artista manchega publica un libro donde explica, con todo lujo de detalles, cómo ha hecho el amor con los hombres de su vida

Mito erótico de la mojigata España de los años 40 y 50, el sexo nunca ha sido un problema para Sara Montiel. Por lo menos, así lo asegura la artista en “Sara y el sexo”, un libro publicado por Plaza y Janés, en el que la intérprete de “La violetera” cuenta con todo lujo de detalles cómo ha sido el amor carnal con los hombres de su vida. Que no son pocos, por cierto. “Le prometí a mi madre que no sería una puta ni una borracha, pero… un poquito casquivana sí he sido”, dice la actriz en estas suculentas memorias de dormitorio que saldrán a la venta el día 26.

Adelantada para el sexo
Cumplidos –oficialmente- los 75 años con el mismo espíritu feminísimo de siempre, Sarita desvela que fue muy “adelantada para el sexo” y que empezó a tener curiosidad por esos asuntos cuando, en Orihuela y con sólo 8 años, jugaba con sus amiguitas al escondite. “Estábamos escondidas en un sitio pequeño y oscuro. De repente noté sobre mi vestido un dedito que me tocaba (…) y me daba alrededor del pezón”, dice en las primeras páginas del libro, rechazando que se tratara de nada lésbico porque lo suyo han sido siempre los hombres.
El primero en su larga lista de amores fue Adolfo, un chaval de su misma edad con el que, a los 10 años, “empecé a buscar el sexo”, aunque aquel descubrimiento de los placeres de la carne no fue a mayores. “Nos pasábamos las tardes tocándonos, restregándonos, sin llegar a nada más. Cogíamos unos calentones impresionantes”, dice de este chico con el que conoció “el orgasmo pequeño, clitoridiano”. Con él hacía de todo, sexo oral incluido, excepto la penetración vaginal. Por aquel entonces, descubrió a sus padres haciendo el amor, una “lección” que aplicó con Adolfo. “Me sorprendí de que se hiciera tumbado. Adolfo y yo no teníamos ni idea y siempre estábamos de pie”.
Ardiente en sus encuentros sexuales porque nunca ha considerado el sexo como “pecaminoso ni sucio”, por mucho que en la época la Iglesia machacara en ese sentido, Sara perdió la virginidad en brazos de Miguel Mihura, al que conoció en el doblaje de su película “Bambú” cuando ella tenía 17 años. “Con él descubrí el orgasmo grande, el vaginal. Fue un maestro estupendo, muy sensible, muy delicado, que estaba todo el tiempo pendiente de mí. Aunque tenía cuarenta y pico años funcionaba magníficamente en la cama y eso a mí me encantaba, teníamos una compenetración total, tanto a nivel sexual como en el amor”, cuenta la artista manchega de este amante con el que conoció las casas de citas de Madrid y al que le ponía a mil que llevara lencería de color rojo. Un ingrediente erótico imposible de encontrar en la España de la postguerra, pero que Sara compraba en sus viajes por el extranjero.


A su primer marido, el director norteamericano Anthony Mann, “le encantaba que cuando llegaba a casa lo recibiera con tacones, liguero y sujetador, nada más. Eso le excitaba muchísimo y a mí me encantaba porque me parecía muy erótico”. Otro norteamericano que pasó por su cama fue el escritor Ernest Hemingway, al que conoció en Cuba en 1952. “Con Ernesto tuve una relación amorosa magnífica, pero eso fue únicamente sexo, era como un toro, muy viril, muy fuerte”. De quien sí reconoce Sarita que se prendó fue del poeta León Felipe, todo “un roble” a su entender. Lo conoció en 1948, cuando ella tenía 20 años y él pasaba los 60. “Yo hacía el sexo con él porque me parecía muy atractivo. Estaba enamorada de su obra y de él como una loca”.
Dotada, según explica en el libro, de un instinto natural que le ha permitido disfrutar de su cuerpo desde el primer día que un hombre la acarició, Sara vuelve a decir en este libro que Severo Ochoa fue el amor de su vida, lo que volverá a desagradar a la familia del premio Nobel que se molestó cuando la actriz y cantante lo explicó por primera vez en sus memorias “Vivir es un placer”. “Vivimos un amor maravilloso en todos los aspectos: el sexual, de compenetración, de amistad absoluta, de respeto y de cariño, pero nunca jamás se me ocurrió pedirle que dejara a su mujer”, cuenta, asegurando que el científico se “empeñó en que tenía que separarse para casarse conmigo porque él era un hombre muy noble y quería acabar con las mentiras y con el andar escondidos todo el día”. Al decir de la artista fue su madre –su mejor confidente y consejera- quien hizo desistir de la idea a Ochoa.


Dotada de una fascinante belleza en su juventud y con una larga carrera en el cine y en la música, Sara Montiel ha sabido siempre sacar partido a su sensualidad. 


Un trío que no fue con su marido, Pepe Tous
Si Severo fue el gran amor, Pepe Tous fue, indiscutiblemente, el hombre de su vida. Con su tercer marido (del segundo, José Vicente Ramírez, Chente, sólo dice que fue “uno de los mayores errores” de su vida), María Antonia Abad estuvo a punto de hacer un trío. Fue en Las Vegas, con una afroamericana (“a Pepe le chiflaban las negras”), pero en el último momento la artista se hizo atrás. Eso sí, le dio permiso para que él se lo montara con la chica. Según el libro a Sara no le va el lesbianismo, ni la masturbación ni el sadomasoquismo. No puso reparos, sin embargo, en asistir con Tous a una barbacoa nudista o a que el actor Giancarlo Viola, que la considera una tigresa en la cama, la disfrazara de prostituta para hacer el amor. 


A Tony le gustaba hacer el amor sin que me quitara los zapatos
“Nunca he estado con un hombre por dinero”. Una afirmación que no deja de sorprender teniendo en cuenta su nada transparente relación con Tony Hernández. Sara le dedica gran parte del libro a este cubano que empezó como rendido admirador y acabó siendo su cuarto marido. Aunque mucho más joven que él, la artista asegura que la química entre los dos fue impresionante. “A él le gustaba mucho hacer el amor sin que me quitara los zapatos”, explica de los juegos sexuales de la pareja. “Él es muy delicado, sabe perfectamente cómo tratar a una mujer y unas veces podíamos hacerlo con pasión y otras más lentamente o en ocasiones con violencia y urgencia. Con Tony las sesiones se prolongaban durante horas. Hacíamos el amor, parábamos, nos traíamos fruta o bombones a la cama, charlábamos, nos reíamos y volvíamos otra vez a hacerlo. O en ocasiones nos despertábamos a media noche, casi de madrugada y volvíamos a hacerlo. Desde muy pronto tuvimos una conexión casi telepática porque él sabía perfectamente qué es lo que a mí me gustaba y yo sabía lo que a él le gustaba”, explica Sara confirmando el tópico de que los amantes caribeños son canela en rama.
Aparte de ventilar sus secretos de alcoba, Sara da consejos de seducción y de belleza. Defensora del jabón Lagarto en lugar de tanto potingue de cosmética, la veterana artista insiste en que los orgasmos son lo mejor para mantener la piel tersa, luminosa y estupenda.

TEXTO: INÉS GRACIA
FOTOS: PLAZA & JANÉS Y AGENCIAS


EL RECORTE CCXVII
Sara y el sexo, segunda publicación de la actriz, vino cargado de enorme expectación pues fueron recientes su separación con Tony Hernández, su enfrentamiento con Carmen Sevilla y las durísimas acusaciones vertidas sobre Pepe Tous. La diva, a su manera, como siempre, en esta entrevista de El Semanal, promocionaba su libro pero también rendía cuentas de la actualidad en la que estaba inmersa. Era el comienzo de Septiembre de 2003. 

SARA MONTIEL
“No he sido una frígida, ni mucho menos”
Una atenta lectura de ‘Sara y el sexo’, el libro biográfico que la genial diva manchega publica estos días, nos ha confirmado que lo de “fumar es un placer, genial, sensual…” iba con doble sentido. Por eso quisimos que la Montiel se explayase a gusto. Y vaya si lo hizo.
No recuerdo ahora quién dijo que la fórmula de la felicidad se resuelve no madrugando, pero está claro que la foto de Sara Montiel (Campo de Criptana, 1928) ilustraría la ecuación en un diccionario ideal. “Lo siento, pero aún duerme. Tendrás que llamar más tarde”, una frase a la que debe acostumbrarse quien quiera comunicar con ella. “Es que anoche salió con Marujita (Díaz) y estuvieron de juerga hasta las ocho”, me comenta su mánager. “Éstas dos, en una noche de copas, pueden tumbar a cualquiera”. A las 19:30 horas estamos frente a su hogar, en el séptimo piso de uno de los edificios más céntricos del madrileño barrio de Salamanca. Está bien esto. Pero que muy bien. Hay poderío. (Nota: las divas deberían vivir por decreto ley en las alturas -¿a partir del sexto?-). Que tome nota el ministerio. El fotógrafo me comenta en el ascensor que estamos sin medias para cubrir el objetivo. Es preocupante. Creo que fue la propia actriz quien, tras idear el ‘método panty’, revolucionó el mundo de la imagen. Pero la nueva Sara no usa trucos para las arrugas. Confiesa sumar 75 años y se muestra al natural, como las almejas, incluso para hablar de sexo. Primero, las fotos. Ordena y manda una Sara durmiente que, para su edad, se conserva tan lúcida como una veinteañera. Va a ser cierto lo de la fórmula.
E.S. Ahí va un cotilleo: dice Raúl del Pozo que, a los 75 años, las mujeres de Campo de Criptana son como doña Rogelia.
S. M. ¡Vaya! ¡Empezamos bien! Y, seguramente, él es un don Rogelio para ellos.
¿Y usted qué le diría?
Que está muy feíto. Que ha envejecido muy mal.
Por cierto, ¿ha respondido ya a la proposición de matrimonio que le ha hecho Giancarlo Viola?
¡Ay, qué hombre! ¡Qué pesadilla! ¡Ese Giancarlo siempre está con el matrimonio a cuestas! Yo le digo que ya somos muy mayores para estar casados, que es mejor ser ‘amigos’, pero no me hace caso.
¿Qué le va a decir?
Está claro. Que no.
¿No lo va a consultar antes con sus hijos?
Claro que no.
Por cierto, ¿han leído ellos Sara y el sexo?
No, aún no.
¿Sigue manteniendo que Thais y Zeus la han hecho desgraciada como mujer?
Sí y no. Fue una interpretación de ‘Hola’ que se comprendió mal. Me he separado por mis hijos y porque apenas he hecho vida en común con Tony.
¿Un final de forma pacífica?
Así es.
¿Y le ha vuelto a ver tras la separación?
No. Ni me quedan ganas.
Han estado en boca de todos, ¿hubiera preferido que no fuera así?
Cuando levantan falsos testimonios, me hiere. Aún soy Sara Montiel. Si no, la MTV no me hubiera contratado para sus ‘spots’. Que nadie lo olvide.
¿Y realmente cree que Sara Montiel necesita hacer lo que está haciendo con la prensa ‘rosa’?
Yo no hago nada con la prensa ‘rosa’. Es la prensa rosa la que lo hace conmigo. Vienen aquí a las seis de la mañana y se van a las 12 de la noche. Bajo y les contesto porque sé que si no van con noticias frescas a sus ‘amos’, les acaban pegando.
Entiendo, pero las exclusivas las vende usted.
No, perdona, sólo he vendido la de mi boda. Y si me casara otra vez, volvería a venderla. Como todos.
¿Sabe que hay mucha gente que desaprueba eso?
Porque ellos no pueden hacerlo, porque nadie les paga. Por eso se enfadan tanto conmigo (sonríe).
Por cierto, ¿arregló lo suyo con Carmen Sevilla?
Sí, está arreglado. No pasa nada. El otro día hicimos las paces por teléfono, Estas cosas ocurren.


Una versión dual y sin complejos de La violetera posa en el salón de su casa. 

Sara y el sexo, ¿lo uno no puede estar sin lo otro?
El sexo es necesario. Mira, los 40 me pillaron con 16 años y entonces comprobé que hablar de sexto era tabú. Todo era pecado. Había oscuridad en lo referente a ello. El sexo es instintivo, natural y algo que se tiene que hacer con frecuencia.
Lleva tiempo practicándolo. ¿Es usted una experta?
No, no, por favor. Faltaría más. Hablo de ello porque tengo una mentalidad abierta. Fui descubriéndolo desde muy joven. Piensa que en aquellos tiempos había chicas casadas y con hijos que no sabían lo que era un orgasmo, que no podían disfrutar con su propio cuerpo. En España sólo disfrutaban ellos. Los españoles lleváis unos 800 años de moros, de árabes, y eso se nota.
Tiene solución. Dé usted un máster de Sexología.
(Sonríe) No exageres. Me he dedicado a contar mis experiencias sexuales. ¿Vale? Eso es todo.
¿Era necesario un libro sobre sexo, a su edad?
Sinceramente, no. Hablo de lo que no existía en aquellos tiempos. ¿Tú ves normal que las mujeres se bañaran con camisones largos o se metieran en la cama con el marido totalmente vestidas?
Pues no mucho, la verdad.
Mira, el tigre cuando quiere coger a una tigresa empieza con un cortejo. Se la tiene que ganar. Bien, pues en la España de los 40 los machos no llegaban ni a ese nivel. No necesitaban ganarse a la hembra.
No, si yo le decía porque con la que está cayendo.
¿Perdona? No te entiendo.
Pues eso, que entre Tonys y aceituneros tiene usted revolucionado el mundo del ‘corazoneo’ y ahora nos sale recordando sus hazañas sexuales.
No tiene qué ver. Soy una señora que, a los 75 años, puede enseñar lo que sabe a bastante gente. La juventud tiene que aprender a hacer el amor y a compenetrarse. Es importante. Muy importante.
¿Tanto como el lema “provoca, que algo queda”?
No creo que sea una provocación hablar de sexo.
¿Sara Montiel es una mujer sexual o sensual?
Ni una ni otra. Soy una mujer que cuando ama, ama. ¿Que luego sale mal? Pues te divorcias y a otra cosa. También he tenido amores fuera del matrimonio. No he sido una frígida, ni mucho menos.
Vayamos al grano. Tuvo su primera experiencia sexual a los 17, ¿qué es lo que más recuerda?
Sí, con Miguel (Mihura). Tengo un recuerdo maravilloso. Me trató con una gran delicadeza. Fue muy bonito. No tengo ningún trauma por aquella experiencia. Di con un hombre que me supo buscar las cosquillas. Una experiencia maravillosa.
Perdón por el chiste fácil pero… ¿no fue demasiado… teatral?
(Ríe) Para nada. Era de una total exquisitez. Yo era virgen y él supo cómo tratarme desde el principio.
Ya, virgen pero a los ocho años ya andaba toqueteándose con un tal Adolfito en Orihuela.
Es cierto, con él intuí siendo una niña lo que podía llegar a ser el sexo completo. Eso era muy normal porque empezabas a toquetearte con amiguitos y amiguitas pero nunca llegabas a nada.
Pues descubrió con él el orgasmo clitoridiano.
Sí, lo descubrí a esa edad. Fue como un juego.
Un lince ese muchacho.
(Sonríe) Se nos estaba despertando el sexo y era lógico que experimentásemos. Es parte de la vida. Lo que pasa es que nadie te puede prohibir hacer el amor cuando el cuerpo te lo pide. Adolfito murió muy joven. Pobre. Era un muchacho excelente.
Volvamos a su primera vez… Cuenta que Mihura se sorprendió porque usted era virgen pero no tonta.
Exacto. Nos enamoramos y estuvimos a punto de casarnos. Me quería mucho.
Y con él descubrió el orgasmo que usted llama ‘grande’, el vaginal. ¿Cuál es la diferencia?
Todo. Es el verdadero orgasmo. Es lo que es.
Había gran distancia de edad entre los dos.
Sí, el tenía 42 años y yo 17. Por eso no quiso casarse conmigo. Me pasó lo mismo con Anthony Mann. Cuando nos casamos él tenía 56 y yo 26.
¿Favorece el sexo la diferencia de edad?
Pues no lo sé. No sabría decirte.
De hecho, mantuvo relaciones sexuales con el poeta León Felipe cuando él tenía 63 años…
Así fue.
¿Y cómo fue?
Bastante bien. He tenido la suerte de dar con hombres mayores que yo y me han dejado huella.
Sin embargo, con su ex Tony Hernández la cosa cambió y la ‘experimentada’ era usted…
Pues no. Los ‘experimentados’ hemos sido los dos. Él tenía buena experiencia cuando le conocí.
Usted empezó a trabajar en años muy duros…
Durísimos.
¿Recuerda cuántas veces la han llamado puta?
Cuando paseaba con pantalones ajustados, muchas. España estaba muy atrasada en todo. Pero yo era un caso especial. Me adelanté a muchas cosas.
¿Está contenta con la España actual?
Bastante. Es diferente. Todo ha cambiado.
Mantuvo relaciones sexuales con Hemingway…
¿Con Ernesto? Sí, en Cuba. Un par de veces. Era un hombre muy fuerte que, curiosamente, me llamaba la bella segoviana. Lo escribí en mis memorias.
Pero cosas así tendría que demostrarlas. No sé. Algo como lo que hizo Mónica Lewinsky, ¿no?
Fue en el 52, así que fíjate cómo estaría la cosa.


Confiesa que ni se ha masturbado nunca ni ha practicado el sadomaso.
Nunca.
¿Por qué?
Pues porque no me ha gustado.
¿Hay límites en la cama?
Sí, pero no tendría que haber ninguno.
¿Cuáles son los suyos?
Los dos que comentaba antes.
Dice que a Giancarlo le encantaba maquillarla como a una puta, ¿a usted eso le excitaba?
Sí, bueno. Eso tiene mucha gracia porque Giancarlo tiene una fantasía ‘moruna’, como digo yo.
¿Supera el ‘terremoto caribeño’ de Tony?
No, es otra cosa.
¿Cuál era la diferencia?
No sabría decirte. Es distinto.
¿Pero de verdad después de los 70 apetece hacer algo en la cama que no sea dormir?
Mira, hice ‘Varietés’ con 40 y he heredado este cuerpazo de mi madre. Es 100 por 100 natural. Yo no me he tocado nunca ni la cara ni el cuerpo.
Se me está yendo por las ramas….
La mujer mayor puede ser muy peligrosa con el hombre que le gusta. Pero que muy peligrosa.
¿Más que la joven?
Sí, bastante más, disfruta más y puede hacer disfrutar al hombre mucho más.
Vaya. ¿Algo así como el gato con el ratón?
No, tampoco es eso. Conozco muchas mujeres mayores que yo que tienen una gran vida sexual.
La veteranía es un grado.
Eso, la veteranía y el saber estar, el saber hablar. Yo soy así, qué voy a hacer.
Volvamos al libro que pierdo. Confiesa que a Anthony Mann y Pepe Tous les encantaba que usted no se quitase el liguero y las medias.
Sí, sí, claro que sí. Hay que entrar en el juego del sexo sin ningún tipo de censuras o timideces.
¿Ha practicado alguna vez sexo con una mujer?
Nunca en mi vida.
¿Por qué?
Pues porque no, no, no. No me ha atraído.
Pero se sabe icono gay.
Sí, todos los homosexuales del mundo me adoran.
¿Y no se ha parado a pensar por qué?
No lo sé. Supongo que quieren ser como yo. Sé que muchos han hecho el amor con su pareja vestidos de Sara Montiel. Me lo han confesado.
A ver si va a dar nombre a una nueva perversión sexual: el ‘saramontielismo’ o algo así.
No, no. Te hablo en serio. Me decía Terenci (Moix) que yo era el prototipo del gay que quería ser mujer.
¿Ha participado en una orgía?
No, nunca.
¿Ni en sus años hippys con Pepe Tous?
No, no, no. Eso ha sido una canallada. Lo que han dicho de Pepe. Mis hijos le han puesto una querella a esa señora. No se puede decir eso. No se puede ultrajar ni levantar falsos testimonios.
Estoy de acuerdo. Pero confiesa que estuvo usted a punto de montar un trío con él y una negra.
Sí, con una negrita maravillosa.
Al final quedó en dúo, ¿no?
Claro, pasó él con ella y yo me quedé fuera.
¿Cómo fue?
Maravillosamente. Luego me arrepentí de no haber entrado. Me lo perdí. Me pillaría en un día raro.
Es curioso.
A Pepe le encantaban las morenitas. De hecho, llevaba en la cartera un permiso firmado por mí en el que le daba poder para acostarse con ellas. Pero nada de blancas. En ese caso le hubiese matado.
¿Es el hombre que más ha querido?
Sí, sin duda. Ayer mismo hizo 11 años de su pérdida y no he podido olvidarle.


Por David Benedicte
Fotografía: ARTEFACTO


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LA FOTO CCXVII


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