La diva que se fumó la vida
SARITÍSIMA,
el placer superlativo
Hay vidas que chorrean exceso. La de la Montiel
tiene mucho de quijotesco. Una mujer bestialmente bella que brilló en los ojos
de Gary Cooper sin renunciar a la campechanía de llamarse Antonia. Los gallegos
que la conocieron, entre ellos sus biógrafos, la retratan para Extra Voz como
una estrella muy cercana a la tierra.
Por Sandra Fanigas
Sara Montiel no
tiene un goya en su estantería (ni lo va a tener), así que ahora que todo el
cine español llora su muerte y elogia su vida glamurosa de estrella campechana
es buen momento para recordar sus uñas en garra verde esmeralda y su pelo rojo
satén en posición de ataque. Un estilo tecnicolor que espantó tanto en su
última etapa a los biempensantes como su cubano de adjetivo gay. Ella se lo
fumó, o lo esfumó, como a todos los hombres que pasaron por su vida, poniéndose
por delante con el buen humor de quien maneja los hijos, “catacatapún,
puncandela, arsa pa’arriba, polichinela”, de las marionetas.
Eso solo les
pasa a las mujeres pantera, que nacen bestialmente bellas, y se van al otro
mundo como animales heridos por exceso. Con el haber mucho más suculento que el
debe en la contabilidad íntima y la lozanía superlativa de nacer Antonia y
morirse Saritísima. O érrima.
Saritérrima, guapérrima, estrellérrima, libérrima. Un sufijo culto para una
Aldonza Lorenzo pobre, con esa línea fuga manchega que separa realidad y
ficción en un susurro de viento solano o almodovariano. Y que cuando sopla a
favor transforma molinos en gigantes y mesoneras en estrellas de Hollywood. Hay
mucho de quijotesco en la vida de Sara Montiel, de cuyo nombre conviene
acordarse, porque María Antonia Alejandra Vicenta Isidora Elpidia Abad
Fernández (Campo de Criptana, 10 de marzo de 1928) fue mujer de pueblo antes
que mito. Y ese carnal popular la hizo universal por instinto y belleza. “Yo soy una mujer normal, bueno, normal no”, se
escupió como epitafio quien heredó los ojos verde aceituna de su padre,
labrador, además del gusto por el teatro.
Quizá por eso,
por criarse en la carencia, se refugió en la demasía del sueño y le tocó el
destino en suerte. No solo la descubrió la casualidad por cantarle al Cristo de
la Caída, sino que su analfabetismo fue protegido por los mejores intelectuales
a los que se entregó en alma… y cuerpo para salvarse del folclor: “Mihura me hizo mujer, pero no quiso casarse conmigo. Era
muy mayor y yo muy joven. Pero fue él quien me recomendó irme a México y de ahí
a Hollywood”, confesó la Montiel en sus memorias.
“Te
llamarás Sara como la de la Biblia, porque me recuerdas a ella”, la modeló
Enrique Herreros. Dalí, Miró, León Felipe, Alberti… todos se han fotografiado a
su lado en un placer estilístico que alivió a la actriz del complejo de no
saber leer y escribir hasta los 21 aun cuando poseía una inteligencia de
superviviente. Con la misma lucidez que Sancho advertía a don Quijote, Antonia
refraneaba a Sara en su camino a lo imposible y las dos convivieron en unidad
mítica. Por eso, cumplido el sueño de mirarse en los ojos de Gary Cooper, la
fantasía y la realidad se apoderaron una de la otra sin que el espectador
pudiese discernir la ficción de una vida construida de mentiras y verdades como
solo sabe un personaje.
¿SALVÓ A JACKIE KENNEDY?
Sara Montiel,
según ha contado la artista, salvó a Jackie Kennedy de morir en un avión cuando
estalló la ventanilla del aparato y ella puso el bolso para protegerla: “Thank you, miss Mann”, fue el agradecimiento de
la americana para la Montiel, que ya estaba casada con An-tho-ny. Aunque peor
suerte corrió James Dean, con quien ella dijo haber tenido una relación que se
terminó en aquel Richtersveldt Desert poco después de despedirse de ella. “Se hizo un traje a medida, y de alta costura”,
declaraba Alaska, quien grabó con ella Absolutamente,
“una palabra que la define como ninguna”. “Ha sido
valiente –continúa- y le ha dado igual lo
que se considerara políticamente correcto. Se inventó un tipo de mujer muy poco
común. Desde pequeña he sentido aversión por las cantantes que hacer florituras
con la voz, ella impuso una forma de cantar muy personal”.
¿Pero quién
quiere cantar si se murmura el pecado? Sus labios en O turbaron con hipnosis de
cuplé cada vez que ella musitaba “écha-te”. “Era un fenómeno –cuenta Xosé Ramón Goyoso -. A Luar ha
venido en varias ocasiones. Siempre con su séquito de gran estrella: el
peluquero, la que le planchaba el vestido… Pero ha sido generosísima. La
primera vez que le dije que cantase en gallego, ella me contestó: ‘Nunca en la
vida’. Pero le enseñé una grabación de una película suya en la que cantaba Lonxe de Marín y se puso a ello con
voluntad férrea. Y cantó, vaya si cantó: desde entonces la repetía cada vez que
venía. En una ocasión nos apareció con la media con la intención de ponerla en
la cámara para favorecerse. Y nosotros le insistimos en que no hacía falta,
pero se salió con la suya”.
FIEL A LA CAJA AZUL DE NIVEA
La belleza
devoró a la actriz, que a punto estuvo de generar un colapso en urgencias
cuando, harta de que le preguntaran por su secreto de hermosura, espetó en la
tele que se daba “un baño en una bañera llena de
alcohol de 90 grados”. Fiel a la lata azul de Nivea, se emperró en
deshacer el misterio en sus últimos años con maquillaje crepuscular a lo María
Félix. Como una doña sin amo, pero con joyas y perro.
“Ella
presumía de sus novios y de hacer lo que le daba la gana. Cuando llegó a
Santiago para dar el pregón en 1988 –cuenta José Luís Lola, concejal de
Cultura de entonces- fuimos a cenar y empezó a
contarnos su amor por Severo Ochoa y su relación con Hemingway. Le encantaba.
Era muy sexy y muy cercana, de diva no tenía nada. Recuerdo que al bajar del
avión estaba preocupada porque había oído que había mucho revuelo político por
dar el pregón en castellano y me dijo: ‘A mí se me dan muy bien los idiomas. Si
tú me ayudas, lo digo en gallego’. Y así fue. Leyó un pregón preciso en un
gallego perfecto”.
EN CASA DE KARINA FALAGAN
Losa confiesa en
exclusiva una anécdota que le contó la Montiel aquella noche: “Ella iba mucho a Vigo entonces, era muy amiga de Karina
Falagan y un día le pidió que la acompañase a comprar encaje en Camariñas. Pero
Karina se negó: ‘Una cosa es que estés en mi casa y otra que salgas conmigo por
Vigo. ¡Si soy una puta!’. ‘Sí, pero eres mi amiga’, le respondió Sara, y se fueron
juntas a comprar encaje…”.
Ese
desdoblamiento de corazón abierto ha sido una constante que han alabado los que
la han rodeado y que sus biógrafos, los gallegos José Aguilar y Miguel Losada,
destacan por encima de cualquier otra virtud.
La Sara de andar
por casa se deshizo en deseos de parir, pese a once abortos, uno rondando la
cincuentena: “He perdido cuatro hijos en dos años y
medio. Pero el doctor dice que puedo ser madre. Que no debo desesperar… ¡Y no
desespero!”, confiesa en el libro de los autores gallegos. Y no lo hizo.
Sus hijos adoptados, Thais y Zeus, llegaron con la estabilidad del hombre que
más le ha durado (27 años), Pepe Tous, y que supo adorarla como una diosa sin
apretar demasiado el lazo. Ella, que fue india sioux, se encargaba de fumar el
placer mientras él le encendía el cigarro. Ese fue su mejor papel. Y ha
interpretado cientos.
Precisamente a
un gallego de Láncara debió su acogida y proyección en Hollywood, cuenta Xosé
Manuel Rodríguez desde la delegación de La Voz en Ourense. Francisco Fouce,
Frank Fouce en su vida americana, fue uno de los hombres más influyentes de la
época en el sector cinematográfico y contaba con una red de teatros entre ellos
el famoso Million Dólar Theatre. Gracias a su apoyo, según el director de cine
Ismael González (O Carballiño, 1939), que ha tratado a la actriz hasta el
fallecimiento de esta, fue como Sara Montiel empezó a trabajar en Estados
Unidos. “La proyección de Cárcel de mujeres en el teatro de Frank Fouce propició que la
conocieran varios cazatalentos y que la contrataran en películas como Veracruz, donde rodó en compañía de Gary
Cooper y Burt Lancaster”.
Es probable,
como dicen algunos cronistas, que Sara Montiel, auténtico pibón patrio, fuese
demasiado para España. Pero se bebió el mundo y su vida fue “marvelous” como
ninguna, pese al frikismo torero del final. Con ella se cierra una estirpe
genial de estrellas capaces de reírse de sí mismas. “Sara,
¿pieles o joyas?”, preguntó la periodista. “Ni
una cosa ni la otra, no me gustan”. “Sin
embargo se la ve a menudo luciendo un visón…”. “Hija,
qué culpa tengo yo si hace frío”.
UNA VIDA EN TECNICOLOR
Sara Montiel fue una mujer "sin amo", pero con joyas y perro, que presumió de amores. El más grande e imposible, según la actriz, fue Severo Ochoa. Se casó cuatro veces, con el productor Anthony Mann, con el empresario Chente Ramírez, con el empresario Pepe Tous y con el cubano Tony Hernández.
Mi primera vez
(y la última) con Sara
Por Victoria Toro
“No
te puedes imaginar lo que ha sido, no dejamos de recibir llamadas de todo tipo
pidiéndonos que, por favor, les hagamos un hueco”. Eso me contó a
finales de abril del año pasado Lola Suárez, responsable de prensa del
Instituto Cervantes en Nueva York, sobre la actuación que el 4 de mayo iba a
protagonizar allí Sara Montiel. Ese mismo 4 de mayo esta corresponsal pudo
comprobar a qué se refería Lola. Era la una de la tarde cuando llegó la
Montiel, ella sola ante un auditorio que solo había estado tan lleno el día que
Vargas Llosa dio su primera conferencia de prensa tras recibir el Nobel, y no
más de la una y cinco cuando tenía a todos los corresponsales de medios
españoles y latinoamericanos mirándola embobados y dispuestos a aplaudir, algo
que los periodistas hacemos rarísima vez. Porque que aquella mujer contaba eran
historias fascinantes. Historias de su vida pero con protagonistas que el resto
solo hemos visto en las películas o en los libros: Marilyn Monroe, Arthur
Miller, Billie Holiday o María Félix fueron desfilando por el auditorio del
Cervantes de la mano de Sara Montiel. Lo que contó la Montiel era una vida como
muy pocas, contada sin ninguna afectación y con un humor que solo nace de una
poderosísima inteligencia. Lo que nos mostró Sara Montiel aquella mañana, un
mal momento para ella porque, según aseguró, “carburo
poco por la mañana, yo soy más de noche”, fueron las razones que la
llevaron a convertirse en la estrella que fue: una belleza sorprendente y una
inteligencia que debió de enamorar aún más que su espectacular físico. Cenas en
casa de Marilyn; la negativa del maitre
del Foru Seasons de dejarlas sentar a ella y a Billie Holiday porque esta era
negra, y la bronca que montó la Montiel; un encontronazo con la policía porque
en una joyería dudaron de que los brillantes como garbanzos de sus anillos
fueran suyos; la presión que sufrió por parte de la familia de Anthony Mann
cuando a este le dio un infarto para que se casara con él; el hambre y la
miseria en La Mancha y su persecución a María Félix para conocerla… No sé qué
pensarían los demás pero no creo que fuera muy distinto de lo que pensé yo: “Lo
que debe de ser esta mujer cuando carbure del todo…”.
EN PERSONA
“Tenía una vitalidad alucinante”
Por Beatriz Pallas
En persona, Sara
Montiel era “una mujer con una vitalidad
alucinante, no se cansaba nunca”. Así la recuerda el ferrolano José
Aguilar, autor de una biografía sobre la actriz. La primera vez que la
entrevistó, hace 16 años, se aproximó con la idea de que se encontraría con una
diva: “Me quedé impactado de lo guapa que era, y a
la vez, de lo cercana y lo normal que se mostraba en el trato. Su personalidad
era única”.
De las tres
películas que hizo en Hollywood, Veracruz,
Yuma y Dos pasiones y un amor, queda “una
impronta que la hacía diferente”. “Pero no
sabía inglés, leía sus diálogos fonéticamente, por eso regresó encantada cuando
El último cuplé y La violetera funcionaron tan bien en
España, porque ella ya era una estrella internacional, algo complicadísimo por
entonces”, relata el biógrafo, que, ante las comparaciones que se han
hecho estos días entre su aventura americana y la de Penélope Cruz, sostiene
que son casos distintos. “La belleza de Sara
Montiel no la ha tenido Penélope Cruz –argumenta- . Sara marcó una época y ha sabido prevalecer cuarenta
años después de dejar el cine, cuando llegó el destape y ella no tuvo necesidad
de hacerlo”.
Defiende Aguilar
que su extraordinaria belleza eclipsó su talento: “Durante
los años que estuvo en México hizo películas como Cárcel de mujeres donde demuestra un impresionante registro
dramático”. Igual que la imagen pública que se inventó en sus últimos
años ocultó a la gran estrella que un día fue.
FOTO DE FAMILIA
La actriz, junto a sus dos hijos y Pepe Tous, que contribuyó a mantener el aura de la diva.
PILAR EYRE – Periodista y escritora
“Sara Montiel no hacía punto de cruz, se movía
siempre como una estrella”
Por Ana Abelenda
Se fue con la
maleta hecha, dejando una bandada de anécdotas al vuelo. Tendía a las alturas,
donde llegó a perder un millón de dólares que se evaporaron al abrirse la
ventanilla de un avión, según contó la musa del cuplé a varios periodistas.
Sara Montiel era “una mujer fantasiosa. Y en las
distancias cortas, muy simpática”, afirma Pilar Eyre, autora de La soledad de la reina. ¿Pero qué hay
del rey? “Solo me consta que Olghuina de Robiland
(una de las supuestas amantes de don Juan Carlos) cuenta en sus memorias que él
había llegado a ligarse a Sarita Montiel. Andrew Morton, que ha recogido esta
historia, habla de una supuesta aventura en los Montes de Toledo”. Dejando
a un lado Ladies of Spain, la
manchega que valió lo que el oro de Moscú murió por la boca varias veces antes
de emprender el último viaje. En su funeral de Madrid al cielo, significaron su
emoción Marujita Dían y Giancarlo Viola, quién declaró, un día después del
deceso de la actriz, haber sido el amor de su vida. “Unos
comediantes”, a juicio de Pilar Eyre.
-Sara Montiel
dejó escrito que su gran amor fue Severo Ochoa y que, en los cincuenta,
estuvieron juntos cuatro años.
-El
biógrafo de Severo Ochoa, Marino Gómez Santos, siempre lo negó.
-Ochoa era un
hombre felizmente casado.
-Pero
se quedó viudo y no fue a por ella.
-¿Era la
violetera tan libre como dicen?
-A
ella y a su primer marido, Anthony Mann, no los recibían en ningún hotel de
Madrid porque no estaban casados por la Iglesia. Luego, estuvo 14 años atada a
Chente (separada pero casada con él, al que se unió en 1964). Eran otros
tiempos. Ella no podía ni abrir una cuenta corriente sin permiso. Era
millonaria, pero no libre para disponer de su fortuna.
-Poderosa y
fascinada por la cultura…
-No
tenía ni un pelo de tonta. Me dijo varias cosas de mujer a mujer. Tenía un
saber de cosas prácticas y una gran psicología para la vida diaria. También una
fortuna en arte. Camarasa, Roca Fuster, Dalí… Podía contarte la historia de
cada uno de sus cuadros.
-Murió en casa.
¿Llegó a cumplir con el arquetipo de ángel del hogar?
-¡No!
Ese fue quizá el papel que asumió su tercer marido, Pepe Tous. A ella no le
gustaba cocinar ni hacía punto de cruz. Era una estrella y así se movía
siempre. Pepe Tous ayudó a mantener ese entourage.
-El aura de
artista de Hollywood.
-Fue
más que artista, cupletista, que era otra cosa. Aunque ella llegó a decirme: ‘Ya
sabes, Pilar, que ser cupletista aquí es ser putiplista’.
Otra
de las declaraciones de impacto de la Sara en grado sumo fue: ‘La mujer debe
ser puta por bondad’. Del mito de Mae West al estigma de María Magdalena.
EL RECORTE CCXX
Aquí la crónica de un momento que nunca hubiésemos querido que llegase. Revista Hola, 24 de Abril de 2013.
En el sentido adiós que sus hijos, Thais y Zeus, y
su amigo Giancarlo Viola dieron a la actriz.
SARA MONTIEL
HOMENAJEADA POR LA CIUDAD DE MADRID
El cortejo fúnebre en la plaza de Callao, de Madrid, donde se proyectó una de las películas más conocidas de la actriz: "La violetera".
El mundo de la
cultura y, en especial, del cine y la música, llora la muerte, repentina e inesperada,
de la gran actriz Sara Montiel, una de las mayores leyendas de la escena
española, fallecida el pasado 8 de abril. Tenía ochenta y cinco años y, a lo
largo de su carrera, interpretó cerca de medio centenar de películas en España
y Estados Unidos y numerosos discos, que le hicieron merecer no solo
innumerables premios y homenajes, sino también el respeto y la admiración de
todo el mundo.
Instalada su
capilla ardiente en el tanatorio de San Isidro, de Madrid, los restos mortales
de la artista fueron trasladados al día siguiente, 9 de abril, en un emotivo
cortejo popular que recorrió las calles principales del centra de la ciudad y
puso de manifiesto el cariño y la admiración que el pueblo entero sentía por
ella, al cementerio de San Justo, donde, según manifestó en vida, quería
reposar para siempre junto a su madre, María Vicenta, y su hermana Elpidia,
fallecida hace siete años.
Marujita Diaz, también visiblemente afectada por la pérdida de su amiga. "Éramos como hermanas", declaró.
GIANCARLO: “DESEO ENCONTRARME DE NUEVO CONTIGO ALLÁ
DONDE ESTÉS”
Acompañada en su
último paseo por sus hijos, Thais y Zeus, que mostraban en sus rostros las
huellas del trance que estaban viviendo, así como por su hermana Ángeles y
otros familiares y amigos, en el camposanto, abarrotado de gente que la recibió
entre aplausos y vítores, aguardaba su llegada uno de sus últimos amores, el
actor italiano Giancarlo Viola, quien, desolado por la pérdida y sin poder
contener el llanto, llevaba en sus manos una rosa roja para quien fuera su gran
amor, a la que conoció durante el rodaje de “La dama de Beirut”. Tras ser
oficiado un responso, al que asistieron, entre otros, Marujita Díaz, también
viviblemente afectada, los restos mortales de Sara recibían cristiana sepultura
en el panteón de la familia, mientras la hija del poeta Ramón Alarcón recitaba
los versos de “La sirena” y Giancarlo Viola –“Giancar”, como lo llamaba
cariñosamente la actriz- se despedía de quien fuera su “gran amor” con un
cálido abrazo al féretro y sentidas palabras: “Sara,
eres la persona que más me ha ayudado… Eras mi gran amor. Lo único que deseo es
encontrarme de nuevo contigo allá donde estés”.
Thais y Zeus junto a su tía Ángeles (así dice la revista pero en realidad es Nela Andino), hermana de Sara Montiel.
El emotivo encuentro y abrazo del hijo menor de la actriz con Giancarlo Viola, quien, roto de dolor, se despidió de quien fuera su "gran amor" con un conmovedor abrazo al féretro.
Texto: ENRIQUE J. SUERO
Fotos: SÁNCHEZ ESPEJO / F. JUNCO / J.I. VISERAS /
AGENCIAS
LA FOTO CCXX
Sara, siempre serás la única...
No hay comentarios:
Publicar un comentario