viernes, 19 de junio de 2015

SÁBADO GRÁFICO - 9 de Agosto de 1969 - España


UN VIAJE TRIUNFAL ROTO POR LA DESGRACIA
SARA
EN MOSCÚ

Nadie se preocupe; no ha sido Sara la que rompiera la gran campana del Zar.


En la fiesta de Uniespaña, Sara interpretó "Fumando espero".


Ritmos "beat" entre Sarita y un actor soviético.


Junto a las figuras del bajo relieve del monumento a la Areonaútica del Espacio.


La actriz refleja su imagen en un charco (también en Moscú hay socavones). Tras ella, la catedral de la Asunción.

Invitada especialmente por el Comité organizador del Festival de Cine que recientemente se ha celebrado en Moscú, Sara Montiel ha pasado unos días en la capital de la URSS. Nuestra primera estrella, que goza de gran popularidad allí, ha recibido continuas muestras de simpatía y cariño, tanto de las personalidades cinematográficas soviéticas, así como de la gente sencilla que, a través de sus recorridos por las calles de Moscú, se acercaban a pedirle autógrafos. Sarita, aprovechando este viaje y el marco del Festival Internacional, presentó en Moscú su película “Esa mujer” y tomó contacto directo para trabajar en producciones de más allá del telón de acero.
Sara, por una desgracia familiar, tuvo que abandonar antes de tiempo la URSS para regresar al lado de su madre, aquejada de una penosa enfermedad. La fortuna no fue favorable en este caso a Sara Montiel, y, aunque llegó a Madrid con tiempo para ver a su madre con vida, poco después se ha visto privada de ella para siempre.
Sara, que idolatraba a su madre, atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida; aún así, consciente de su profesionalidad, ha tenido la gentileza de recibirme para relatarme parte del viaje a tierras moscovitas.
-¿Cómo te han recibido allí, Sarita?
-Maravillosamente bien. Nada más bajar del avión me pusieron a mi entera disposición tres intérpretes: dos chicas (Tania y Delia, ambas estudiantes aventajadas de castellano) y un hombre, Wladimir, periodista y profesor de nuestro idioma. Según lo que yo precisara o donde quisiera ir, podía elegir a cualquiera de ellos para que me acompañara…
-¿Qué opinas de los rusos en general?
-Son personas muy serias de entrada, pero luego campea en todos ellos una humanidad aplastante. Quizá el detalle que más llama la atención a cualquier occidental es su tremenda buena fe y su falta de malicia y picardía. Todos ellos son cordiales, amables y con un gran sentido práctico.
-¿Me hablas de tu popularidad allí?
-Muchas veces lo he comentado aquí y la gente no acababa de creerlo. Cualquier persona que haya estado ahora allí podrá haber comprobado que mi popularidad en la Unión Soviética es mayor que la de muchas estrellas internacionales. En esto de la popularidad, Sofía Loren y yo nos hemos llevado la palma, y fuimos, en compañía de la actriz rusa más importante, las encargadas de entregar los premios del Festival Cinematográfico el día de la clausura. Yo no pude hacerlo, ya que momentos antes recibí un telegrama comunicándome la gravedad de mi madre, y, claro, volé a España en el primer avión que pude tomar.


Ante el hotel Rusia, donde se hospedó, con capacidad para seis mil clientes.


Palacio del Festival con Julián Mateos y el intérprete. Entre Sarita y Julián, detrás, se ve a Ana Mariscal.


Paseo por la plaza Roja de Moscú. Al fondo, el Kremlin.



En la Avenida de los Cosmonautas, junto a las estatuas de Gagarin, Valentina Tereshkova, Titov y Komarov.

-¿Qué otros actores y actrices se hallaban allí?
-Muchos, tales como Marina Vlady, Mónica Vitti, Maximilian Schell, Alberto Sordi, Melina Mercouri, etcétera.
-¿Qué película tuya fue la primera que se dio a conocer en la Unión Soviética?
-“La reina del Chantecler”. Ahora se empieza a proyectar “Mi último tango” y pronto pasará a las pantallas de todo el país “Esa mujer”. También me dio una gran popularidad el programa de televisión en color que se dio la noche de fin de año de mil novecientos sesenta y siete, donde yo tuve un cometido estelar.
-¿Rodarás alguna película con producción o coproducción soviética?
-Sí, “Catalina la Grande”, con la Unión Soviética, y otra, a decidir, con Polonia.
-Háblame de lo que te decían las gentes del pueblo cuando te reconocían por las calles.
-Me decían piropos en ruso y frases de mis cuplés en castellano. Se acercaban a mí y me decían cosas tales como, por ejemplo: “Nena, me decías loco de pasión”, “Fumando espero al hombre que yo quiero” y “Pisa morena, pisa con garbo”. La mayoría de ellos ignoraban lo que estaban diciendo y repetían las frases por las canciones, pero sin saber exactamente la traducción.


Entre el actor italiano Alberto Sordi y Hugo Ferrer.


Sarita Montiel con el joven protagonista del musical "Oliver Twist".



Con dos militares en la Plaza Roja.

-Como turista, ¿qué es lo que más te llamó la atención?
-El Museo de los Zares, donde contemplé una puerta de oro macizo y una esmeralda tan grande como un plato de postre. También las estrellas que coronan el edificio del Kremlin me maravillaron, ya que están hechas de rubíes, con iluminación. Ten en cuenta que cada una de estas estrellas tiene un tamaño casi como la fuente madrileña de la Cibeles…


TRIALASOS


EL RECORTE CCXXVIII
No fue menos sonada su gira por Sudamérica en 1968. ¿Qué hubiese pasado si la diva regresara a México tras el triunfo del cuplé y La Violetera? Quizá nos hayamos perdido la que, sin ninguna duda, sería la mayor de sus apoteosis. Pero bueno, fueron 12 años de espera con un regreso que trajo mucha cola... Aquí sólo unos apuntes de la propia Sara para la revista Lecturas en su número de 13 de Septiembre de 1968. 


SARA MONTIEL
NARRA INCREIBLES ANÉCDOTAS DESPUÉS DE SU ÚLTIMA JIRA POR SUDAMÉRICA

Sara llegó esplendorosa. Vestido y medias de color verde y un inmenso muñeco que le regalaron momentos antes de subir al avión y al que ella llama, el “Rápido González”.
Su llegada, anunciada para las ocho de la mañana, se pospuso hasta las tres menos cuarto de la tarde. Sara descendió del avión muy cansada y con un gran susto en el cuerpo.
-A poco de sobrevolar Santo Domingo me pareció como si chocáramos contra una pared. Era una nube que nos dio tres sacudidas de espanto.
Sara, minifaldera ella, sonriente ella, abraza a su marido Chente, que también estuvo a primera hora en Barajas. Cambian impresiones…
-He venido con unos días de retraso porque estuve esperando a una amiga íntima española que venía a España a ver a su hija interna en un colegio madrileño. He trabajado mucho y en todos los lugares se han portado de maravilla conmigo. En Méjico, Miami, Puerto Rico, Santo Domingo. De verdad he trabajado tanto que me he dado la “gran paliza”.
-Sara, ¿qué ha sucedido con tu supuesta hija?
-Es curioso. Ya estoy acostumbrada a que me cuelguen padres, tíos… Hace años fue un señor en Lima que afirmó “ser el padre a quien yo había abandonado y que estaba sin dinero para volver a España”. Ahora es una española que asegura ser mi hija.
Sara se ríe, al tiempo que cruza las piernas y prosigue:
-¡Cómo va a ser hija mía si ella tiene treinta y un años y yo treinta y cinco…! No sabía que una mujer pudiera tener un hijo a los cuatro años. Claro que como soy tan extraordinaria, tan fuera de serie, eso podría suceder…
-Mi “hija” –continúa- quiso montar una buena publicidad a mi costa. Es bailarina en una sala de fiestas.
Doce años hacía que Sara no volvía a Méjico. Doce años y los mejicanos la recordaban. El Patio, Radio Centro y el canal 13 de televisión vieron de sus triunfos.
-Yo soy la misma y no puedo cambiar. Todo el mundo me reconoce por dondequiera que vaya. En Méjico mis películas están constantemente en cartel.
Sara Montiel, María Antonia Abad, tuvo también sus pequeños problemas de contratos.
-Me demandaron por incumplimiento. Pero la culpa no fue mía, sino de mi representante mejicano. Él había hecho un acuerdo verbal sin contar para nada conmigo. Yo no tuve culpa alguna.


Sara Montiel, a su regreso de la jira por Sudamérica, fue recibida en el aeropuerto de Barajas por numerosos periodistas, así como por su madre, con quién aparece en la foto. 

Sara, por donde quiera que va, deja tras sí la admiración, el escándalo publicitario. Sara se ríe de todo ello. No le preocupa lo más mínimo. Sara asegura que sólo tiene un defecto grande.
-Confío mucho en los amigos, pero no me importa, sigo creyendo en ellos. La amistad es tan bonita…, aunque luego te engañen…
Sara abraza a su madre. La señora no se quiere quitar las gafas; sólo tiene ojos para su hija…
-Mamá –dice Sara- , quítate esos cristales y sonríe. ¿No ves que estamos en familia?
La familia éramos muchos periodistas y más admiradores. Sara no suelta de sus brazos su “Speedy González”. Le preguntamos por la Olimpiada, por los disturbios estudiantiles…
-Todo está en orden. El día 1º de septiembre el Presidente se dirigió al pueblo y aseguró que toda diferencia estaba ya resuelta y que Méjico acogerá a la Olimpiada como se merece una manifestación deportiva de tal categoría. La verdad es que Méjico sigue preciosísimo…
-¿Y ahora, Sara…?
-Dormir, descansar hasta que me pase el susto del vuelo. Luego haré una película cuyo título provisional es “El cielo y la tierra”. Haré el papel de una monja. El año que viene volveré a Méjico para hacer una coproducción.
La Sara minifaldera y sonriente. La Sara vestida de color esperanza está nuevamente entre nosotros.


Texto: ALFONSO LAVANDEIRA
(Fotos: FÉLIX GÓMEZ)


EL RECORTE CCXXVIII


La diva en una foto clásica de finales de los '60. Era la época de "Esa mujer".

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