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EL RECORTE CCXXX
Pasados casi los 60 años del El último cuplé, algunos sitúan otras películas en los anales de la historia del cine español como las más vistas por encima del emblemático film de la diva. Puede ser, pero lo dudamos. Ni entonces había los medios de ahora para controlar al público, ni ninguna otra película ha tenido jamás el impacto social y popular de El último cuplé. En 1985 la revista Interviú contaba con una sección llamada Anecdotario del cine español. Este es el número dedicado a la película.
ANECDOTARIO DEL CINE ESPAÑOL / 30
Entre ruiseñores y cuplés
Los
productores-tenderos del cine español acaban de descubrir un filón inagotable.
O dos, mejor dicho, porque como ya se sabe que las desgracias nunca vienen
solas, las dos desgracias de nuestra cinematografía, por las alturas de 1956,
fueron El pequeño ruiseñor y El último cuplé. El ruiseñor era, como
se dijo en la anterior entrega, el pequeño Joselito,
que tenía por entonces diez delicados años y a quien había descubierto Antonio del Amo, para su bien económico
y su ruina artística.
Tras el
descomunal triunfo comercial de El
pequeño ruiseñor en España e Hispanoamérica, la lista de interpretaciones
de la ornitológica criatura se incrementa a toda velocidad y hay ruiseñores cada tres o cuatro meses y
durante cuatro o cinco años: hasta que el paso implacable de cronos (y ustedes
dispensen) hace que el chico vaya haciéndose mayor y se acabe el momio. Que,
por supuesto, ha sido imitado por otros astutos productores, de forma que se
ponen de moda las películas con infantes; si bien, ninguno alcanza el impacto
del fundador de la serie.
El último cuplé comenzó produciéndolo su
director, Juan de Orduña. Era un
guión de Arozamena y Más-Guindal, con muchísimos play-backs que recogían los mejores
números del que fue llamado género
ínfimo, sin razón, porque las músicas tienen calidad y muchas letras están
sobradas de gracia. Lo interpretaba Sara
Montiel, que acababa de regresar de América
tras dilatada ausencia. Aunque allí ha hecho mucho cine, incluso en Hollywood (Veracruz, con Gary
Cooper y Burt Lancaster), carece
aquí de interés comercial.
Orduña encuentra dificultades económicas
durante el rodaje de la película. Le fallan los capitalistas; los expertos opinan que ni el tema ni el
reparto pueden importar al público. Entonces, CIFESA, que no olvida el mucho
dinero que le dio a ganar el director de Locura
de amor, le echa generosamente una mano y le compra la película por tres
millones de pesetas. Gracias a eso puede terminarse; los cerebros de la productora valenciana no se recatan en decir que
semejante muestra de gratitud va a costarle un dinero a CIFESA.
Se estrena El último cuplé en Madrid y, efectivamente, los primeros días parece que le dan la
razón a los agoreros: el cine está medio vacío. Pero, ¡ah, los misterios de la
pantalla! De pronto, al público le entra una irrefrenable nostalgia por las
canciones de la belle epoque y se
encandila con la belleza, entonces ciertamente deslumbrante de la Montiel, y comienza a llenar la sala.
También gusta muchísimo la forma cómo Sara
dice esas canciones; que en un principio se pensó fueran interpretadas por otra
persona, que debió doblarla en los play-backs.
Aunque, finalmente, se impuso el tesón de Enrique Herreros, el representante de la estrella y las cantó ella
misma.
En resumen: El último cuplé se mantuvo en el local
de estreno, Rialto, de Madrid, ¡325!
días consecutivos, batiendo con exceso todos los records hasta entonces
conocidos. Dio millones, no sólo en toda España, sino en Hispanoamérica,
especialmente en Méjico. Y consagró a la Montiel,
convirtiéndola en la tercera gran estrella popular del cine español (antes, Imperio y Aurora), con mucha mayor duración que éstas en la fama, porque ahí
sigue todavía. Y sin apearse del repertorio que la encumbró.
Como es natural,
el apoteósico triunfo de la película desató la inevitable serie de
continuaciones. La misma Sara, ahora
dirigida por el argentino Luís César
Amadori, hizo en seguida La
violetera, otro exitazo impresionante. Mateo
Cano y José L. Merino dirigieron
en colaboración Aquellos tiempos del
cuplé, con Lilian de Celis, la
magnífica tonadillera que había sido, en puridad, quien puso de moda el género,
a través de un programa de radio con ese mismo título. Padecimos casi al mismo
tiempo La corista, Júrame, Miss Cuplé, …
y después del cuplé, Carmen la de
Ronda, La Tirana, La reina del Tabarín… Cuplés y más cuplés; cuando parecía
que el repertorio estaba extinguido, Arozamena
encontraba nuevos cantables. Y a seguir exprimiendo el limón.
Fernando Vizcaíno Casas
LA FOTO CCXXX
Sara Montiel y Armando Calvo en una escena de El último cuplé.
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